http://dx.doi.org/10.19137/ qs.v26i3.6902
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Sección Debates, Ensayos y Comunicaciones
Huellas de un cuarto de siglo de historia política
Marcela Ferrari
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
Universidad Nacional de Mar del Plata. Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales
Argentina
Correo electrónico: marcelapatriciaferrari@gmail.com
Es tiempo de celebrar: Quinto Sol, una revista científica de excelencia, dedicada a la historia y abierta a disciplinas sociales afines, llegó a sus veinticinco años. El esfuerzo sostenido de manera ininterrumpida por un equipo de colegas de la Universidad Nacional de La Pampa que creyó en un proyecto editorial de calidad, lo impulsó y lo sostuvo, dio sus frutos. En efecto, esta publicación ahora cuatrimestral, que incluye temáticas vinculadas con aspectos sociales, culturales, económicos y políticos de nuestro pasado (siglos XVIII-XX) y habilita comparaciones con procesos similares de otros escenarios latinoamericanos, se ubica entre las mejores rankeadas de Argentina. Vayan merecidas felicitaciones al equipo actual de la revista, como también a quienes la hicieron posible.
Dicho eso, este breve ensayo se inicia con una aproximación a las características de la revista a partir de un mapeo de los artículos de historia política publicados en ella, por ser la subdisciplina que frecuento, a fin de comprender la historia argentina del siglo XX. Luego, en trazos gruesos, da cuenta de cómo esas contribuciones recuperan las dimensiones de espacio y tiempo. Finalmente, se detiene en tres grandes cuestiones –peronismo, Estado/s y partidos políticos– para poner en relación los aportes publicados en la revista con algunas líneas que han animado el debate historiográfico hasta hoy. De ese modo, se estima posible reconocer de qué manera Quinto Sol se ha constituido en un espacio que exhibe las tendencias de quienes se ocupan de indagar la historia de la política y lo político.
Quinto Sol a la luz de la historia política
Un primer acercamiento descriptivo permite señalar que de doscientos veintidós artículos publicados entre 1997 y 2022, solo treinta y ocho (17%) corresponden a historia política. Todos sus autores son argentinos y se encuentran insertos en universidades nacionales (92%) o en el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas –CONICET– (65%).[1] Es decir, aunque el pasado sea un terreno en el que incursionan no solo los historiadores, en su condición de revista científica, Quinto Sol reúne a profesionales habituados a ser sometidos a rigurosas evaluaciones de pares.
La diversidad de la pertenencia institucional por distritos da cuenta de que la publicación dista enormemente de ser endogámica y pone de relieve el atractivo que ejerce sobre historiadores formados o en formación, de distintas camadas, que se desempeñan en centros donde la subdisciplina ha alcanzado un desarrollo relevante.[2]
Todos los artículos se sustentan en un relevamiento empírico robusto, en el que predomina la utilización de fuentes primarias escritas albergadas en repositorios de cercanía a los lugares de trabajo o de formación de las y los autores, y en aquellos que resguardan fuentes sobre esos lugares –como el Archivo General de la Nación, el Archivo Intermedio, el Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas, entre otros.
Espacios y tiempos
La profesionalización disciplinar y la “federalización” de la autoría favorecieron el desarrollo de investigaciones que abordan temáticas a escala subnacional, una aproximación en la cual la disciplina histórica ha sido pionera respecto de otras ciencias sociales que solo la pusieron en valor en las últimas décadas. Reconocer la especificidad de procesos ocurridos en escenarios acotados, situados, locales o provinciales, constituidos en terrenos de producción de lo político –para decirlo en palabras que fueron de Darío Macor y ya pertenecen al colectivo disciplinar–, y comprender que dichos procesos no necesariamente se daban en simultáneo o en espejo con los ocurridos en otras jurisdicciones del mismo tipo, ni constituían una respuesta o una adaptación de lo sucedido en la arena nacional sino que contribuían a construir esa configuración en un juego de idas y vueltas, hoy resultan parte de un saber hacer historiográfico aceptado y hasta internalizado. Sin embargo, este fue el punto de llegada de una práctica disciplinar mantenida y aun defendida a lo largo del tiempo, frente a cierto “nacionalismo metodológico” que extendía los resultados fundados en evidencia empírica recogida para algunos espacios centrales al conjunto del país (Snyder, 2009; Giraud, 2012). Las especificidades de los espacios subnacionales, en algunos casos inscriptas en el contexto regional, nacional e internacional, quedaron bien registradas en el 74% de los artículos de historia política publicados en Quinto Sol.
Si la preferencia espacial se concentra en los escenarios provinciales argentinos, la temporal corresponde al siglo XX. A esta centuria se refieren veinticinco artículos (68%) de historia política, mientras que solo nueve corresponden a la anterior (21%) y los cuatro restantes se encabalgan entre ambas (11%). De manera impresionista, es posible asociar ese interés con una tendencia general observada, por ejemplo, en los resultados de las convocatorias a becas ante organismos científicos y en las ponencias de las XVIII Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia (2022).[3] Aparentemente, en los últimos veinticinco años, la historia política estaría desplazando su interés hacia la explicación de procesos más cercanos al presente. ¿Qué tan generalizable es esta afirmación? En la publicación que nos reúne, la distribución varía en relación con el atractivo que ejercieron ciertas temáticas por sobre otras. Así, las etapas de mayor interés coinciden con los “momentos peronistas”, en los que incluimos el peronismo clásico, los años de la resistencia y los del tercer gobierno peronista, (re)interpretados a la luz de muy variados objetos y perspectivas. Otra coyuntura de interés giró en torno al proceso reformista de comienzos del siglo XX. Los años menos abordados coinciden con los del período sucesivo a la recuperación democrática de 1983 algo que, entre otras reflexiones posibles, sugiere que los historiadores todavía no se han apropiado de manera suficiente de la historia de los últimos cuarenta años y que la llamada historia reciente continúa preferentemente asociada a los convulsionados años setenta, las nuevas izquierdas y, más todavía, la violencia política, los procesos represivos, los años dictatoriales que en algún momento dieron lugar al apelativo de “historia que duele”.
Tres problemas de historia política
1. El peronismo y las fuerzas político-sociales que se desplegaron en torno a él, a favor o en contra, son los que tienen mayor presencia en la revista. Esto refleja una tendencia de la historiografía nacional posible de reconocer, al menos a partir de la crisis de 2001, y no un sesgo editorial. En los artículos sobre el período clásico (1945-1955), pero también de los años sucesivos, resalta el interés por continuar la senda abierta por dos estudios pioneros: a) la tesis de Moira Mackinnon referida a los años formativos del peronismo, publicada más tardíamente (2002), que explicó ese momento político como un proceso rico en conflictos y debates en torno a la organización y dirección del partido, en un marco de fuertes confrontaciones y supuso una intensa participación política; b) la compilación de Darío Macor y César Tcach (2003), quienes reunieron indagaciones sobre la formación del peronismo en el interior del país que permitieron destacar comportamientos relacionados con las experiencias preexistentes en los territorios específicos, y no con otros que se desprendían de las hipótesis germanianas, clasistas y de lecturas céntricas. En adelante, ambas interpretaciones constituyeron verdaderas alertas metodológicas a la hora de indagar el peronismo. No es de extrañar la búsqueda de complejidades en la confluencia de fuerzas políticas, aunque también sociales y religiosas, y los debates por la incorporación de derechos sociales y los cambios de la representación en la carta magna nacional y provincial que se registran en los artículos publicados en Quinto Sol.
La centralidad temática del peronismo puede observarse cuando, en relación con él y aun en clave especular, otros textos contribuyen a comprender la emergencia de la oposición protagonizada por partidos políticos con los que aquella fuerza competía con beneficio de inventario por el apoyo de “sus” pretendidas bases sociales y por coaliciones político-sociales, en las que participaron las Fuerzas Armadas, de seguridad, la Iglesia católica, empresarios, que se sentían amenazados por un movimiento que desafiaba su poder. Como se observa para el caso correntino, una configuración antiperonista relativamente amorfa nutrió las huestes que participaron en el derrocamiento del peronismo.
Otros problemas atravesaron al movimiento en los años setenta, vinculados con distintos clivajes entre los cuales el más transitado es el que enfrentó a sus izquierdas y derechas.[4] Este tema fue recogido en contribuciones sobre el peronismo mendocino (1973-1976), que condujeron a la gobernación de Alberto Martínez Baca y el juicio político al gobernador; y por otras referidas a dos organizaciones armadas peronistas de distinto signo ideológico: Montoneros (entre su creación y la segunda contraofensiva) y Comando de Organización. Por cierto, en especial los segundos, pueden quedar inmersos en otros debates, como los referidos a la violencia política. Sin embargo, es posible leerlos en clave de historia política ya que metodológicamente recurren a indagar su organización, su evolución, la trayectoria de algunos referentes, las disputas por la identidad peronista, la relación con los líderes partidarios, entre otras cuestiones. Es decir, aun en esos temas se registra un desplazamiento desde la mera violencia política hacia otros ángulos a la hora de comprender la compleja década de 1970.
2. El Estado es otro actor político central que atraviesa, directa o indirectamente, buena parte de los estudios de historia política. En Quinto Sol adquiere relevancia con respecto a dos cuestiones. La primera, refiere a la forma federal de gobierno y, con ella, a la relación entre el poder central y las jurisdicciones subnacionales. En esa clave, se destaca con fuerza la presencia de seis artículos dedicados a la Patagonia, en especial aluden a los procesos de expansión y de transformación político-administrativa en los territorios nacionales a fines del siglo XIX y su posterior provincialización, durante el primer peronismo. Cinco de esos textos tomaron a la región en su conjunto, con énfasis en la norpatagonia, a la luz de la concepción de algún miembro o de un elenco de las élites liberales reformistas, de los debates parlamentarios que acompañaron procesos de ampliación de derechos, o de los posicionamientos de –pocos– miembros de las élites territorianas y sus demandas. Solamente un artículo colocó el foco en la vida política de la región al analizar las experiencias de los sectores subalternos. La segunda cuestión hace referencia a la dinámica de institucionalización de los Estados y recupera la indagación de las transformaciones asociadas a procesos reformistas que acompañaron las coyunturas identificadas en el orden nacional con la ley Sáenz Peña de 1912 y la Constitución de 1949, con sus respectivas modulaciones provinciales.
En el tratamiento de ambos nudos temáticos –federalismo e institucionalidad del Estado– se exhibe la continuidad de las aproximaciones frecuentadas por los historiadores de la política, tales como el estudio del contenido de los discursos o los debates legislativos, las ideas que circularon en la prensa, las prácticas y las relaciones escalares de poder. Cabe preguntarse en qué medida los resultados de investigación publicados en Quinto Sol acompañaron las líneas que analizan al/a los Estado/s como el resultado de una construcción que se llevó a cabo por actores de poder que pusieron en juego proyectos en relación con la sociedad que derivan en la creación de institucionalidad. Es notable que la mayoría de los llamados estudios territorianos continúe privilegiando el análisis del Estado a partir de su externalidad, desde lo decidido sobre esos espacios por el gobierno central, como algo impuesto. Por cierto, esto se desprende en buena medida de su condición de entidad política dependiente. Aun así, cabría preguntarse si es posible que franjas sociales más amplias –y no solo un reducido número de individuos que por ocupar posiciones en las jerarquías de poder incidían o intentaban incidir en la arena nacional–, hayan contribuido a producir esas transformaciones de los espacios político-administrativos. En ese sentido, al menos, se podría comprobar a través de experiencias concretas cómo aplican algunas de las líneas de debate trazadas por buena parte de la literatura que procura proporcionar un “rostro humano” al Estado.
3. La tercera gran temática que nutre los artículos de historia política publicados en Quinto Sol es la clásica de los partidos políticos, actores que, entre otras cuestiones, ayudaron a organizar la representación y la competencia política. Nueve textos se dedicaron a analizar estas organizaciones, siete de ellos a través de casos situados y dos en términos de acciones de cúpulas. Buena parte de ese conjunto se inscribe en la clave explicativa de la autonomía de la política, una interpretación que ganó terreno en la historiografía argentina desde finales de los años noventa y resiste porque permite explicar bien a estos actores a partir de sus propias reglas de juego. La organización partidaria y las cartas orgánicas como resultados de disputas internas, los procesos de reclutamiento y selección, las plataformas electorales como instrumento que condensa la propuesta elaborada por una organización para ofrecer a los votantes, pero también las prácticas a las que los partidos recurrían en momentos de campañas, los resultados electorales, son aspectos de la vida política que este enfoque amplio pone de relieve y permite examinar con mucha claridad.
Otro conjunto de resultados de investigación se asienta, saludablemente, en una tradición que vincula la política y, dentro de ella, a los partidos con la sociedad. El apoyo de los empresarios a ciertas organizaciones políticas en las provincias agroindustriales, la imbricación de corporaciones en el peronismo o el nexo de partidos de izquierda con el movimiento de derechos humanos, iluminan caracteres diferentes de los anteriores cuando desplazan la mirada hacia los anclajes sociales, económicos y culturales de los partidos. Cada uno de esos enfoques que se inscribe en tradiciones politicista y societalista respectivamente, refleja distintas aproximaciones metodológicas que, sin ser complementarias, podrían obtener grandes beneficios si se conjugaran. No obstante, cabe considerar que más allá de una cuestión metodológica o político-epistemológica puede intervenir también otra más azarosa, relacionada con las fuentes disponibles, que condicionan el trayecto y los resultados de investigación.
Para cerrar, interesa señalar que en Quinto Sol fueron publicados artículos que refieren a partidos minoritarios, nacionales y provinciales.[5] Si bien en Argentina son los partidos mayoritarios los que definen las elecciones y, por lo tanto, el gobierno, pese a sus limitaciones intrínsecas, las fuerzas minoritarias producen efectos consistentes en el espacio político. En términos de competencia electoral, suelen actuar como contrincantes, incluso disputando electorados otrora cautivos de los grandes partidos o como socios potenciales en futuras coaliciones. Tal como se aprecia en los casos del laborismo y el radicalismo en la etapa formativa del peronismo santiagueño; o en el Partido Intransigente que, tras haber perdido la mayoría de sus militantes juveniles, integró en 1989 el Frente Justicialista Popular. De manera que estas organizaciones pueden llegar a impactar, en grados variables, en las prácticas, los cálculos y las negociaciones de los grandes partidos. Asimismo, pueden constituir espacios para el establecimiento de vínculos con el tejido social (Partido Liberal de Tucumán, 1916-1930) y operar como ámbitos de acumulación de capital político o de visibilización para sus dirigentes, permitiendo su ingreso a posiciones institucionales de poder (Partido Liberal en Corrientes). En este sentido, considero que la revista realizó una contribución a un tema de vacancia relativa en historia política.
A modo de cierre
Al finalizar este recorrido queda claro que, sin ser Quinto Sol una revista especializada en historia política, en ella se refleja buena parte del derrotero de la subdisciplina durante los últimos veinticinco años. Como espacio académico consolidado, da cuenta de que la historia ganó en profesionalización, en especificidad y diversidad, a la par que es posible reconocer grandes problemas que convocan a los historiadores de la política y lo político. Además, pone en evidencia ciertos “pendientes” de la disciplina, entre los cuales percibo tres como los más notables: a) generar debates amplios sobre ejes/problemas que permitan hilvanar procesos en el largo plazo –entre siglos– y avanzar hacia el presente con todo el potencial heurístico de la disciplina para reconstruir la trama de los procesos históricos del pasado reciente; b) articular las especificidades encontradas en los territorios subnacionales para reconfigurar una historia argentina enriquecida por los aportes generadas durante el último cuarto de siglo; c) establecer diálogos con otras geografías que conecten e inscriban los procesos indagados para Argentina en otros mayores, regionales e internacionales. Brindo, como corresponde a la celebración de un feliz aniversario, para que Quinto Sol sea un espacio convocante a la hora de cubrir esas ausencias relativas.
Referencias bibliográficas
Notas
[1] Solamente un autor se desempeña en una universidad privada.
[2] Frecuencia de publicación de artículos por distrito: 12 Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 9 provincia de Buenos Aires, 3 Santa Fe, 3 Río Negro, 2 Santiago del Estero, 2 Mendoza, 2 Córdoba, 1 Corrientes/Chaco, 1 Tucumán, 1 La Pampa.
[3] El listado de ponencias se puede consultar en https://interescuelasfhu.unse.edu.ar/novedades/programa2/
[4] Otros, menos destacados, se pusieron en juego entre rama política/rama sindical, verticalistas/ antiverticalistas, jóvenes/históricos.
[5] Por caso, a lo largo del siglo XX: Partido Liberal de Tucumán, Laborismo y Unión Cívica Radical en Santiago del Estero, Partido Comunista en Río Cuarto, Partido Comunista Revolucionario (en relación con el Movimiento de Derechos Humanos), Partido Intransigente en Mar del Plata.