http://dx.doi.org/10.19137/qs.v26i3.6538

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RESEÑAS

Ignacio Zubizarreta, Alejandro M. Rabinovich y Leonardo Canciani (Eds.) Caseros. La batalla por la organización nacional. Sudamericana, 2022, 288 páginas.

Publicado por la editorial Sudamericana, a 170 años de la célebre batalla, el libro propone ser un espacio de reflexión colectiva para explicar la importancia del acontecimiento y resignificarlo a la luz de nuevos interrogantes, sobre todo desde el enfoque de la renovada historiografía de la guerra. También, la obra procura explicar qué pasó y que no pasó en Caseros, tanto en términos de lo que se manifestó durante la movilización y el momento bélico, como en los procesos que nacieron o entraron en crisis luego de la derrota de Juan Manuel de Rosas. ¿Cuál es el resultado de esta empresa? La obra logra retratar lo que fue "el momento Caseros" y sumergir al lector en el trance vivencial de la batalla, analizando las contingencias, marchas y contramarchas de los actores. Además, lo introduce en la perspectiva de los bandos enfrentados: quiénes engrosaron las filas de los ejércitos, qué motivos los congregaron en el campo bélico y qué destinos regionales se pusieron en juego allí.

En el primer capítulo, Ignacio Zubizarreta y Leonardo Canciani exponen lo que constituyó el rosismo. Para ello, abordan la construcción de ese orden en sus aspectos políticos, económicos y sociales, recogiendo las novedades historiográficas de las últimas décadas. A partir de este acervo bibliográfico, los autores iluminan las distintas facetas de la acción política de Rosas, cómo montó su poder sobre Buenos Aires y la Confederación, y qué tensiones cosechó su gobernación. A la vez, reflejan la estructura socioeconómica provincial que le permitió al jefe porteño construir su poderío. Por otra parte, los escritores también desarrollan lo que fue el otoño rosista, es decir, la antesala de la batalla de Caseros y uno de los períodos menos conocidos del régimen.

En el segundo capítulo, Roberto Schmit condensa los aportes historiográficos sobre la historia de Entre Ríos de las últimas dos décadas y demuestra cómo las trasformaciones demográficas, económicas y militares de la provincia permitieron a Urquiza gestar su poder militar y su capital sociopolítico. El autor desgrana los motivos que llevaron a Justo J. de Urquiza a oponerse al hombre más poderoso de la Confederación: no pocos lectores se sorprenderán al ver las cifras de los ingresos fiscales generados en Entre Ríos gracias al comercio internacional desplegado entre 1845-1850. Además, Schmit explica cómo Urquiza, hábilmente, engranó bajo su liderazgo a sectores sociales disímiles, pero de igual modo descontentos con el rosismo.

Luego de analizar los entretelones de la batalla en Buenos Aires y el Litoral, el libro se estructura alrededor de la pregunta de cómo se organizaron los ejércitos y quiénes lo conformaron. Schmit describe la gestación del Ejército Grande y demuestra la experiencia, disciplina y capacidad de combate de sus formaciones. En el siguiente capítulo, Agustín Galimberti analiza el enrolamiento y la movilización miliciana a fines del rosismo. Su investigación sigue el recorrido trazado por Juan Carlos Garavaglia (2003) y Alejandro Rabinovich (2012) en materia de la cuantificación de las fuerzas militares y milicianas movilizadas por los Estados posrevolucionarios. De esta manera, Galimberti reconstruye el enigmático ejército bonaerense y arroja conclusiones novedosas: entre septiembre de 1851 y febrero 1852, el jefe porteño llevó a cabo el reclutamiento más grande y estricto de la historia de la provincia para armar la defensa de su régimen. ¿Lo logró? Sí, pero a un alto precio, una tropa cuantitativamente similar a la liderada por Urquiza, pero desventajosa en términos cualitativos.

El capítulo cuatro versa sobre el choque bélico en Caseros, relatado por la brillante pluma de Alejandro Rabinovich. Desde el prisma de la historia social de la guerra, el autor demuestra la contingencia de los hechos y propone que la forma que tomó la batalla –y su resultado– se correspondió con el modo de organizar políticamente a la sociedad de la época (Rabinovich y Zubizarreta, 2013). Es decir, Caseros fue fruto de una manera de hacer política: la belicosidad permanente del régimen rosista y la tasa de militarización –en alza desde el quiebre del orden colonial– permitieron un reclutamiento extensivo y la rápida formación de un ejército provincial sin parangones. Sin embargo, los mecanismos de movilización –tan característicos de la época– terminaron siendo contraproducentes. La disciplina de una tropa compuesta principalmente por hombres forzados no pudo sino tener consecuencias políticas mayores. A la hora de la verdad, las tropas bonaerenses perdieron su unidad y cohesión, y fueron derrotadas. Como aclaran Rabinovich y Canciani en la conclusión de la obra, la maquinaria guerrera rosista había llegado a su clímax; Caseros demostró que la movilización militar no podía seguir creciendo cuantitativamente sin un previo cambio cualitativo.

Luego de la dispersión del ejército rosista sobrevino el saqueo y la violencia en la ciudad de Buenos Aires. En el capítulo cinco, haciendo énfasis en los modos de participación política del bajo pueblo, Gabriel Di Meglio señala que el saqueo fue una forma de acción colectiva popular con motivos políticos. A saber, un estallido de tensiones y conflictividad social acumuladas en los sectores populares tras años de restricciones en sus expresiones políticas. Luego de este enfoque al ras del suelo, Fernanda Barcos e Ignacio Zubizarreta, en el último capítulo de la obra, abordan la coyuntura post Caseros y demuestran que el ciclo de gran movilización militar y miliciana –que había tenido su momento álgido en Caseros– no cesó, sino que el orden político instaurado a partir de la batalla fue rápidamente desbaratado por la revolución del 11 de septiembre. A partir de allí, la belicosidad continuó, pero, esta vez, desplegada en el enfrentamiento entre los federales bonaerenses y la Confederación Argentina contra la dirigencia liberal porteña. Luego de concluir el sitio de Hilario Lagos, los autores describen la pacificación de los habitantes bonaerenses tras ese gran ciclo de movilización guerrera. Además, demuestran que las medidas –más y menos– represivas del gobierno bonaerense permitieron fundar las bases materiales y simbólicas del proyecto liberal. En el epílogo, Barcos y Zubizarreta abordan más enfáticamente las consecuencias políticas de Caseros, soslayando que la contienda bélica resultó en la desaparición del rosismo como grupo político. Los autores también enfatizan que, luego de febrero de 1852, la elite dirigente porteña puso en marcha innovaciones constitucionales e institucionales que gozaron de una larga estabilidad y permanencia en la política y la sociedad argentinas.  

Por último, la conclusión refleja la importancia militar de la batalla demostrando los procesos que se clausuraron y los que se originaron con ella; si la tendencia creciente de militarización encontró su punto de inflexión en Caseros, este combate también fue la antesala de la creación del ejército nacional. A partir de allí, la tendencia de movilización sería descendiente y la de la profesionalización de los ejércitos, ascendente. Los autores exponen estas transformaciones en un breve recorrido a través de las batallas de Cepeda, Pavón y la guerra con el Paraguay y terminan su análisis en el otro gran clásico demarcador temporal: 1880, cuando el Estado nacional derrotó a las milicias de Buenos Aires, adquirió el monopolio de la fuerza y la ciudad de Buenos Aires se transformó definitivamente en la capital del país.

Una gran cualidad del libro es que los capítulos –que siguen un orden cronológico– dialogan entre sí sobre los procesos de movilización guerrera y de representación política que se manifestaron alrededor de Caseros. Tal vez, hubiera sido óptimo si los autores en esta reflexión, ya de por sí fructífera, hubiesen ahondado en el proceso de pacificación añadiendo un análisis sobre la desmovilización de los ejércitos que se enfrentaron en febrero de 1852. Este estudio podría llevarnos a una mejor comprensión de la magnitud del evento y de los efectos materiales de aquel. Además, entendiendo que la relación entre guerra y política es bidireccional (Rabinovich y Zubizarreta, 2013), la obra podría –en un hipotético segundo volumen– reflexionar sobre las consecuencias de primer orden provocadas por la batalla de Caseros y sobre las cuáles la historiografía  ya ha hecho avances (por ejemplo, las consecuencias en los campos discursivos y simbólicos, la representación póstuma de la guerra, las afiliaciones políticas de los actores  y la reconfiguración de las jerarquías sociopolíticas).

Caseros. La batalla por la organización nacional –una empresa colectiva de intelectuales de gran trayectoria– merece los créditos de llevar adelante una obra amena al gran público que derriba muchos mitos fundacionales sobre la contienda y realiza novedosas contribuciones en el marco de la renovada historiografía de la guerra. Estos aportes abren el desafío a los estudiosos para retomar más enfáticamente los célebres combates del siglo XIX, habilitando con ello una relectura de la organización política de la sociedad argentina y del proceso de consolidación estatal.

Carla Molteni

Magyar Agrár- és Élettudományi Egyetem Kaposvári Campus

Correo electrónico: carlamolteni36@gmail.com

Referencias bibliográficas

  1. Garavaglia J. C. (2003). Ejército y milicia: los campesinos bonaerenses y el peso de las exigencias militares, 1810-1860, Anuario IEHS, (18), 153-187.

  1. Rabinovich A. (2012). La militarización del Río de la Plata, 1810-1820. Elementos cuantitativos y conceptuales para un análisis, Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, (37) 2012, 11-42.

  1. Rabinovich A. y Zubizarreta I. (2013) Clausewitz a caballo (o hacia una teoría de la guerra y la política aplicada al Río de la Plata). Programa Interuniversitario de Historia Política. Foros de Historia Política, 1-15.