DOI: http://dx.doi.org/10.19137/qs.v22i1.2511

RESEÑAS

 

Claudia Salomón Tarquini y María de los Ángeles Lanzillotta (Editoras). Redes intelectuales, itinerarios e identidades regionales en Argentina, siglo XX. Rosario: EdUNLPam-Prohistoria, 2015, 260 páginas.

Alexandra Pita González (Compiladora). Redes intelectuales transnacionales en América Latina durante la entreguerra. México: Universidad de Colima, M.A. Porrúa, 2016, 269 páginas.

 

Paula Bruno1

 

Los dos libros que aquí comento tienen en común el uso del concepto de “redes intelectuales” para pensar en configuraciones, sociabilidades y entramados de relaciones en el siglo XX. En el libro editado por Claudia Salomón Tarquini y María Lanzillotta se usa el concepto para pensar en un marco regional, mientras que en la publicación compilada por Alexandra Pita González el escenario es América Latina (pensada como región) en clave transnacional. Apostar por el uso de este concepto implica varios desafíos dado que, desde la teoría de redes, se ha discutido y cuestionado la efectividad del mismo para pensar fenómenos y dinámicas culturales e intelectuales. De hecho, en ambos libros, las responsables de escribir las “Palabras Preliminares” en un caso (Salomón Tarquini y Lanzillotta) y la “Introducción” en otro (Pita González) se ocupan de dar cuenta de los motivos por los que han decidido denominar de esa forma los fenómenos estudiados en los volúmenes. Mientras que en el primer caso, las editoras señalan que en el libro “se ha usado el concepto de red en sentido metafórico”, en contraposición a un “uso fuerte” (p. 9, cursivas en el original), en el segundo se plantea que la propia experiencia de la realización del libro fue una oportunidad para los miembros de un proyecto de pensar si la idea de redes es una “herramienta útil para el estudio histórico de los intelectuales” (p. 7).
El libro de Salomón Tarquini y Lanzillotta contiene tres partes, la primera se titula “Espacios de sociabilidad y redes intelectuales en la primera mitad del siglo XX” y cuenta con contribuciones de Soledad Martínez Zuccardi, Ana Clarisa Agüero, Carolina Romano, María de los Ángeles Lanzillotta); la segunda se titula “Instituciones y espacios de sociabilidad intelectual en las nuevas provincias” y está conformada por textos de Claudia Salomón Tarquini, Ana María Romaniuk, Florencia Prina y Silvia Mellado; la tercera lleva el título “Itinerarios y discursos” y reúne textos de Federico Martocci, Flavia Fiorucci, Lucía Lionetti y Anabella Abbona. Como señalan las editoras, el hilo conductor de los trabajos es el de indagar acerca de espacios culturales y figuras que tuvieron como vector de sus prácticas la “elaboración de discursos identitarios para caracterizar los ámbitos regionales” (p. 9). De este modo, se encuentran en los distintos aportes una serie de consideraciones sobre instituciones o círculos (Instituto Provincial de Bellas Artes de La Pampa, Centro de Escritores Patagónicos, por ejemplo), figuras (Juan Ripa, Germán Canuhé, Salomón Wapnir, entre otros) y discursos identitarios (pampeanidad, por mencionar uno de ellos). Como indica en el prólogo Ana Teresa Martínez, a partir de estos distintos objetos de estudio, el libro plantea interesantes interrogantes sobre las tensiones centros/periferias y las identidades de provincias argentinas “nuevas” y “viejas”, así como también una serie de preguntas sobre cómo compatibilizar el concepto de redes con el de sociabilidades y de campo cultural. Por todas estas cuestiones, el libro es un aporte para pensar la Argentina y su vida intelectual más allá de Buenos Aires; a su vez, es en sí mismo sugerente, porque nos habilita a pensar todo lo que resta por hacer en nuestra joven historiografía. Por dar solamente un ejemplo, como lectora me pregunto cómo se podrían poner en diálogo las investigaciones que dan cuenta de lo que sucedía en la ciudad capital con las contribuciones que nos revelan los ritmos de ámbitos caracterizados de distintas formas a lo largo del volumen (espacios regionales, provincias, periferias, culturas del interior). Creo que este es un desafío que permitiría dejar de pensar el mundo porteño, por un lado, y todo el resto de los espacios, por otro, como objetos de estudio privativos de líneas de interpretación que no se articulan, en general, entre sí. Esta es solamente una de las sanas inquietudes que esta publicación genera.
El libro de Pita González, por su parte, está compuesto por diez capítulos (sus autores son Daniel Iglesias, Fabio Moraga Valle, Alexandra Pita González, Marco Antonio Vuelvas Solórzano, María del Carmen Grillo, Irma Guadalupe Villasana Mercado, Cristina Fernández, Blanca Mar León Rosabal, Pablo Requena y Regina Crespo) que pueden agruparse de la siguiente forma: aquellos que piensan las redes a partir de empresas editoriales (como Revista de Filosofía, Ábside. Revista de Cultura Mexicana, Ulises, La Campana de Palo y Revista Cubana, por ejemplo); aquellos que piensan en el entramado de una red intelectual a partir de una institución (como la Junta de Historia y Numismática Americana); y otros que hacen foco en una trayectoria particular (José Ingenieros o Rómulo Bentancourt, por mencionar dos casos) como articuladora de relaciones. A lo largo de los capítulos cada uno de los autores dedica unas páginas a dar cuenta de la metodología utilizada para su contribución y de las hipótesis de trabajo que se testean. Considero que el volumen deja también algunas cuestiones centrales para la reflexión. Recientemente, Iván Jablonka ha señalado que los historiadores y los cientistas sociales suelen mostrar los resultados de sus investigaciones sin hacer explícito el revés de la trama. Como si las reglas del oficio generaran una falsa idea de “acabado” que no permiten ver cuáles fueron las dinámicas que llevaron a los resultados mostrados. En este sentido, creo que un libro como el coordinado por Pita González da muestras de las potencialidades que pueden generar en la investigación las dudas y las incertidumbres respecto del uso de un concepto o una herramienta metodológica.
En suma, ambos libros permiten poner en discusión cuestiones de orden conceptual e interpretativo. Creo que, en este sentido, la lectura de estas obras puede ser de gran utilidad para discusiones historiográficas y metodológicas fructíferas en el marco de la historia cultural e intelectual argentina y latinoamericana.

Notas

1 Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas/Universidad Di Tella. Argentina. Correo electrónico: pbruno@utdt.edu.

 

Referencias bibliográficas

1. Michael, E. (2002). Deux traditions d’analyse des réseaux sociaux. Réseaux, 5 (115), 183-212. DOI: 10.3917/res.115.0183.

2. Mustafa E. y Goodwin, J. (1994). Network Analysis, Culture, and the Problem of Agency. The American Journal of Sociology, 99 (6), 1411-1454.