DOI: http://dx.doi.org/10.19137/pys-2024-310112


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ARTÍCULOS

Cambios en la estructura sectorial y regional del empleo en la Argentina urbana antes y después del COVID 19

Changes in the sectorial and regional structure of employment in urban Argentina before and after COVID 19

Agustín Salvia  

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Universidad de Buenos Aires y Observatorio de la Deuda Social Argentina, Universidad Católica Argentina, Argentina. agustin_salvia@uca.edu.ar

ORCID https://orcid.org/0000-0003-4976-9008

Valentina Ledda 

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Instituto de Trabajo y Producción, Universidad Nacional de Cuyo, Argentina. vledda@mendoza-conicet.gob.ar

ORCID https://orcid.org/0000-0003-2831-6202

Bruno Bonelli  

Universidad de Buenos Aires, Facultad de Ciencias Sociales. brunobonellim@gmail.com

ORCID https://orcid.org/0009-0007-4772-3045

Recibido: 19/09/2023 - Aceptado: 19/12/2023

Resumen

Este artículo analiza el impacto de la crisis ocupacional generada por la pandemia de COVID-19 sobre los mercados laborales regionales urbanos de la Argentina, centrándose en la composición, funcionamiento y calidad de los empleos. Se examina el desempeño de estos mercados durante el año 2020 en comparación con la situación previa (2019-2020) y la posterior recuperación (2020-2021). Se utilizan indicadores como los cambios en la composición sectorial del empleo y la precariedad laboral a nivel agregado y en las principales regiones urbanas. Los resultados revelan un aumento en las desigualdades en términos de irregularidad laboral según la inserción sectorial, categoría ocupacional y región urbana. Se llega a estos resultados a partir de un análisis descriptivo, comparativo e inferencial de los datos de la Encuesta Permanente de Hogares Total Urbano (Instituto Nacional de Estadística y Censos).

Palabras claves: mercado de trabajo, precariedad laboral, heterogeneidad estructural, pandemia, regiones urbanas.

Abstract

This article analyzes the impact of the occupational crisis generated by the COVID-19 pandemic on Argentina's urban regional labor markets, focusing on the composition, functioning and quality of jobs. It examines the performance of these markets during the year 2020 compared to the previous situation (2019-2020) and the subsequent recovery (2020-2021). Indicators such as changes in the sectoral composition of employment and work precariousness at the aggregate level and in major urban regions are used. The results reveal an increase in inequalities in terms of labor irregularity according to sectoral insertion, occupational category and urban region. These results are based on a descriptive, comparative and inferential data analysis from the Permanent Urban Household Survey (National Institute of Statistics and Census).

Keywords: labor market, work precariousness, structural heterogeneity, pandemic, urban regions.

Introducción[1]

Diversos estudios internacionales señalan que la pandemia por COVID-19 generó tanto un efecto inmediato de desempleo como un incremento de nuevas modalidades de trabajo, en general, bajo relaciones laborales menos reguladas. Asimismo, las cesantías en los empleos habrían afectado principalmente a ocupaciones precarias, de menor calificación y bajos salarios. Una vez superada la crisis sanitaria, el proceso de recuperación económico-ocupacional tampoco habría sido homogéneo, teniendo efectos negativos solo sobre algunos segmentos del mercado de trabajo (Organización Internacional del Trabajo [OIT], 2021, 2022a; Cerqua y Letta, 2022; Banco Interamericano de Desarrollo [BID], 2023; Cortés y Forsythe, 2023). Según se afirma, estos procesos habrían profundizado desigualdades preexistentes. Sin embargo, estos resultados no son todavía concluyentes; e, incluso, parecen diferir según el nivel de desarrollo económico y el tipo de instituciones laborales que regulan los mercados de trabajo en cada país (Comisión Económica para América Latina [CEPAL], 2022, 2023b; OIT, 2022b).

Es sabido que, en las economías capitalistas, las crisis pueden causar cambios en el funcionamiento del mercado laboral que llevan a que, pasados los efectos de esta, los trabajadores perjudicados encuentren difícil reintegrarse a puestos laborales de la misma calidad (Blanchard y Summers, 1986; Davis y Haltiwanger, 1990), en detrimento de su bienestar y sus carreras profesionales (DiTella y MacCulloch, 1998). Este fenómeno se hace todavía más regresivo en economías como las latinoamericanas, sometidas a estructuras productivas heterogéneas y mercados laborales segmentados (OIT - Programa Regional de Empleo para América Latina y el Caribe [PREALC], 1978; Tokman, 1978; Portes, 1983; Portes et al., 1989; OIT, 2002; CEPAL, 2010).[2]

La baja cobertura y eficacia de los seguros de desempleo se traduce en un aumento del desaliento o de los trabajos de subsistencia (Tokman, 1987; Ocampo, 2009, 2012; Cabrera et al., 2015). De ahí que las salidas de situaciones de crisis impliquen muchas veces un aumento de actividades informales (CEPAL, 2010, 2018).[3] Sin embargo, se sabe que la crisis económica generada por el COVID-19 no produjo ese efecto, al menos durante la fase con mayores restricciones sociales. A nivel mundial y regional, fue el empleo informal –con alta desprotección laboral– el que experimentó una mayor retracción ocupacional (CEPAL, 2023a; OIT, 2022a). En este contexto, el sector informal dejó de comportarse como sector “refugio”, a la vez que experimentó una alta tasa de paro laboral.

Desde este marco analítico, se busca evaluar los cambios ocurridos en la estructura y calidad de los empleos urbanos en la Argentina, a escala nacional y regional, en el contexto de las condiciones generadas por la pandemia COVID-19, tanto durante la fase de mayores restricciones económico-sanitarias generadas por su irrupción, en comparación con la situación previa (2019-2020), como durante la fase posterior de recuperación económica (2020-2021).[4] 

Por otra parte, cabe tener en cuenta que la economía argentina se caracteriza desde hace tiempo por estar sometida a un régimen económico heterogéneo, donde los mercados laborales se encuentran fuertemente segmentados, con altas tasas de informalidad y no registración laboral (Salvia, 2012; Bertranou et al., 2013; Salvia et al., 2018), y con asimetrías sectoriales y regionales respecto de la organización productiva (Manzanal y Rofman, 1989; Bárcena y Prado, 2016). Esto mismo hace relevante el examen para el caso argentino de los efectos de la crisis y de la recuperación económica posterior sobre la composición sectorial y la precariedad en los mercados laborales regionales del país.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC, 2022), durante el primer año de pandemia el Producto Interno Bruto (PIB) de la Argentina se contrajo un 9,9% con respecto a 2019. El desempleo abierto aumentó solo en 2,2 puntos porcentuales, pasando del 9,2% al 11,4%; debido a que una parte importante de los trabajadores cesanteados se refugiaron en la inactividad como así también, aquellos desocupados imposibilitados de buscar empleo dada la restricción a la movilidad. En el tercer trimestre de ese año la tasa de empleo era de 41,8%, mientras que un año después se contrajo hasta el 37,3% (INDEC, 2021). En este marco, si bien se instrumentaron mecanismos de asistencia y subsidios a los sectores productivos y sociales más vulnerables, a nivel agregado tuvo lugar una fuerte contracción del nivel de empleo y de la tasa de actividad, siendo afectados principalmente los empleos en el sector micro informal y los puestos de trabajos no registrados (Donza, 2020; Jacovkis et al., 2021; Donza et al., 2022; Mera et al., 2020; Alfageme et al., 2023). Un año después, durante 2021, superadas de hecho casi todas las restricciones sanitarias, se produjo una rápida recuperación económica: el PIB creció más del 10%, la tasa de empleo aumentó al 42% y cayó la tasa de desempleo del 11,4% al 7,9% (INDEC, 2022). 

Pero tal como se mencionó, esta dinámica –tanto en la fase crítica como durante la recuperación– no sólo no habría sido homogénea en términos sectoriales (Barrera Insua et al., 2022; Donza et al., 2022), sino tampoco a nivel de las jurisdicciones del país (Pol et al., 2022). Esto habría sido así debido tanto a las diversidades productivas regionales (Rofman y Marqués, 1988; Boffi, 2015; Longhi y Osatinsky, 2016; Niembro y Calá, 2020, 2021; Abeles y Villafañe, 2022), como a los diferentes alcances y resultados que tuvieron las medidas de mitigación adoptadas por las jurisdicciones provinciales o locales (Behrend y Karamaneff, 2021). Actividades como la industria, la construcción, el turismo, la hotelería y el entretenimiento, sufrieron un impacto significativo debido a las restricciones y medidas de distanciamiento social, lo que resultó en una mayor pérdida de empleo en comparación con otros sectores; mientras que actividades como la alimentación, la salud, la seguridad, el comercio y la logística, experimentaron una mayor demanda relativa de empleo durante la pandemia (INDEC, 2020, 2021; Organización de Naciones Unidas-Argentina, 2021). Durante 2021, luego de finalizado el período de mayores restricciones a la movilidad, se registró una rápida recuperación en algunos sectores, mientras que otros enfrentaron una retracción más persistente. Ramas de actividad como la construcción y la industria manufacturera, experimentaron una mejora en su actividad y creación de empleo a medida que se levantaban las restricciones y se reactivaban los proyectos y la producción. En contraste el turismo, la recreación y la cultura, continuaron enfrentando dificultades debido a las limitaciones en los viajes y las restricciones en la organización de eventos (INDEC, 2022; ONU-Argentina, 2021).[5]

Si bien esta evidencia resulta pertinente para describir de manera agregada los cambios ocurridos en los mercados de trabajo, resultan insuficientes para identificar, tanto a nivel general como para cada región geográfica, el modo en que se comportaron los distintos sectores ocupacionales frente a cada etapa del ciclo. En ese marco se hace posible evaluar los cambios ocurridos en la composición sectorial y en la precariedad de los empleos a su interior, así como obtener un balance en cuanto al grado de convergencia o divergencia entre los diferentes segmentos del mercado de trabajo y las regiones. A través de este análisis se espera confirmar la hipótesis de que la recuperación del empleo no fue homogénea en términos de composición y calidad, provocando una mayor segmentación del mercado laboral y un aumento en las desigualdades sectoriales y regionales.[6]  

Para abordar esta hipótesis, el artículo se apoya en evidencia empírica que examina los cambios en las inserciones económico-ocupacionales sectoriales y en la tasa de precariedad laboral para diversos sectores y categorías ocupacionales, a nivel nacional urbano y para cada una de las distintas regiones del país. La fuente de datos utilizada en este estudio es la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) Total Urbano, realizada por el INDEC durante los terceros trimestres de cada año. Esta encuesta proporciona información muestral sobre las condiciones de vida de casi el 90% de la población del país, incluyendo viviendas particulares en localidades de 2.000 habitantes o más (INDEC, 2020). El análisis se basa en estadísticas descriptivas, razones y métodos inferenciales para evaluar los cambios relativos a nivel nacional y regional en términos de inserción sectorial y precariedad laboral.

En primer lugar, se abordan los aspectos teóricos y metodológicos que sustentan el análisis. En segundo lugar, se presentan y evalúan los resultados estadísticos obtenidos a nivel nacional y regional para los indicadores seleccionados. Por último, se ofrecen conclusiones y reflexiones relacionadas con los hallazgos obtenidos.

Encuadre teórico-metodológico

En términos teóricos, se recupera en este trabajo el enfoque estructuralista del desarrollo en América Latina y el Caribe y sus contribuciones sobre la segmentación de los mercados laborales en la región (Pinto, 1970; OIT-PREALC, 1978; Tokman, 1982; CEPAL, 2010; Infante, 2011).[7] Desde esta perspectiva, la configuración del mercado laboral en economías periféricas sometidas a un desarrollo desigual, se ve condicionada por la coexistencia de sectores con niveles de productividad diferentes en la estructura productiva, lo que se traduce en mercados laborales segmentados según la composición de capital y la productividad de las unidades económicas (Prebisch, 1963; Pinto, 1970; OIT-PREALC, 1978; Infante, 2011).

Esta teoría argumenta, en contraposición a las teorías de convergencia (Form, 1979), que el desarrollo no avanza eliminando las formas más rezagadas de producción, sino que estas continúan participando en el régimen de acumulación a la par que dicho régimen genera excedentes estructurales de fuerza de trabajo. En este marco, se registra la convivencia en el mercado de trabajo de un sector formal o primario (de mayor productividad) y de un sector informal o secundario (de menor productividad), cada uno sometido a diferentes instituciones reguladoras de su funcionamiento, y con débil y poco fluida movilidad laboral entre ambos.[8] Para el estructuralismo, al igual que para los enfoques institucionalistas clásicos, la existencia de unidades económicas con diferentes niveles de organización, productividad y vínculos con los sistemas formales resulta en una segmentación de los mercados laborales, lo que se refleja en diferencias en regulaciones, calidad y remuneración del empleo (Pinto, 1970; Doeringer y Piore, 1971; Piore, 1975; Tokman, 1982, 1987).

Esta combinación diferenciada para clasificar los distintos "segmentos" laborales también se encuentra en el enfoque neomarxista de Alejandro Portes, que discrimina los sectores según la inserción de las empresas en la dinámica de acumulación de capital (Portes et al., 1989). La existencia de capitales menos productivos o “periféricos” se debe a una combinación de ventajas para los capitales “centrales” relacionadas a la subcontratación de los capitales periféricos en torno a la fragmentación o limitación de la lucha sindical, la capacidad de regulación estatal, la transferencia de riesgos con el abaratamiento de los ajustes en los ciclos de inversión o la elaboración de productos particulares de poca escala (Gordon, Edwards y Reich, 1982).  Desde otros enfoques, la coexistencia funcional entre unidades económicas formales e informales resulta posible en tanto los capitales de menor productividad pueden reducir su tasa de ganancia y liberar plusvalía en el intercambio, la cual es captada por los capitales de productividad media, capitales competitivos en el mercado nacional o internacional (Iñigo Carrera, 2013).[9]

Para la literatura anglosajona de comienzos de los años setenta (Harris y Todaro, 1970; Doeringer y Piore, 1971; Piore, 1975), en oposición a los enfoques neoclásicos sobre el papel del capital humano en el acceso a empleos de diferente calidad e ingresos, destacaron que las relaciones laborales, el sistema de remuneraciones y las trayectorias ocupacionales se dirimen en mercados de trabajo segmentados que condicionan las oportunidades de empleo. De acuerdo con este enfoque, en un contexto en donde se coexisten unidades económicas con brechas crecientes en las capacidades productivas y estrategias de mercado, las formas que adoptan las relaciones laborales no son homogéneas. Al respecto, se argumenta que existen dos segmentos principales en el mercado laboral. Por una parte, el "sector primario" o "núcleo" compuesto por trabajadores que tienen empleos estables, con salarios y beneficios decentes, y posibilidades de movilidad interna. Estos trabajadores suelen tener habilidades específicas y experiencia. Por otra parte, el "sector secundario" o "periférico" está formado por trabajadores que tienen empleos temporales, de baja remuneración y menor seguridad laboral. Estos trabajadores a menudo carecen de habilidades específicas y enfrentan condiciones de trabajo precarias.

Posteriormente, se asoció a este segmento secundario del empleo el concepto de “precariedad laboral”, el cual pasó a referir a un conjunto de aspectos que hacen específicamente referencia a la calidad del empleo, como la inseguridad sobre la contratación, la pérdida de control sobre el trabajo, la ausencia o insuficiencia de protección legal y la vulnerabilidad e inseguridad económica (Rodgers, 1989; Standing, 2013), de manera conceptualmente independiente del sector económico en el cual se desarrolla dicha relación. Así, estos puestos de trabajo son considerados “precarios” en comparación con los empleos formales regulados por la instituciones laborales e integrados a los sistemas de la seguridad social. En este marco, para Guy Standing (2013) estas dimensiones configuran, además de un conjunto de atributos del trabajo, una relación social de nuevo tipo, que no es reductible a otras y por ello, los trabajadores precarios pueden considerarse como una clase en-si, en términos marxistas, o una clase típico ideal weberiana denominada precariado (precario y proletariado).

En este artículo, con el fin de hacer operativo el análisis de la estructura social del empleo, se retoma la definición metodológica de OIT-PREALC (1978).[10] De esta manera, se considera como indicador el tipo de inserción económico-ocupacional de la fuerza de trabajo. Esta inserción se clasifica según sector y categoría ocupacional (no asalariados y asalariados): (1) el sector micro informal (trabajadores independientes –patrones y cuentapropistas– no profesionales, patrones, asalariados y trabajadores familiares sin remuneración en empresas de hasta cinco ocupados); (2) el sector formal privado (trabajadores independientes –patrones y cuentapropistas– profesionales, patrones, asalariados y trabajadores familiares sin remuneración de establecimientos de más de cinco ocupados); (3) el sector formal público (ocupados en establecimientos estatales y programas de asistencia laboral); y (4) los desocupados abiertos, personas que no teniendo un trabajo lo buscan activamente.[11]

Para estudiar la precariedad de la estructura del empleo y su legalidad, se sigue el enfoque institucionalista que apunta a distinguir entre puestos laborales en el segmento primario o “regulado” por las normas laborales y de la seguridad social –empleos no precarios– y empleos del segmento secundario o “no regulados” por instituciones estatales ni afiliados al sistema de la seguridad social –empleos precarios– (Salvia, 2012; Salvia et al., 2015). Debido a la dificultad de su medición, se torna central la dimensión de la regulación laboral proveniente de la perspectiva actualizada de la OIT (2002), que se complementa con los indicadores de estabilidad en el empleo y la existencia o no de la búsqueda de más horas de trabajo, vinculados al concepto de seguridad del puesto laboral de Standing (2013).[12]

En este marco, más recientemente algunos autores han introducido la noción de “informalidad próspera”, diferenciándolo de los tradicionales trabajadores informales pobres. A través de esa categoría se hace referencia a una fracción creciente de trabajadores cuenta propia no profesionales de altos o medianos ingresos, auto sometidos a condiciones precarias de trabajo, en general vinculados a trabajos con plataformas virtuales, los cuales –con mayor o menor independencia de estas– buscan autoexcluirse de toda regulación laboral o comercial estatal o gremial.[13] Pero si bien este fenómeno resulta llamativo, a la vez que difícil de examinar en su especificidad dado su escasa participación relativa, no constituye una novedad teórica ni empírica en el marco de la literatura que hemos puesto a discusión.[14]

Respecto de la dimensión regional, las desigualdades que se observan entre regiones son resultado de un proceso histórico de conformación territorial (Barrera Insua et al., 2022) que responde al “grado de penetración, implantación y difusión del sistema de relaciones sociales capitalistas en el espacio nacional” (Manzanal y Rofman, 1989, p. 11). Para la perspectiva estructuralista, las brechas en la estructura productiva de las economías regionales generan diferencias en las inserciones económico-ocupacionales y conforman sociedades segmentadas y desiguales, reproduciendo las asimetrías y la heterogeneidad estructural (Jiménez, 2010, 2014; Bárcena y Prado, 2016; Niembro et al., 2016). De este modo, algunos sistemas económicos territorialmente situados capturan o concentran el progreso tecnológico y la productividad, mientras que otros sistemas son dependientes de aquellos o bien no tienen capacidad para promover y dinamizar el cambio tecnológico (Bárcena y Prado, 2016).  

Para el abordaje de estas asimetrías regionales, se desagrega el análisis según las regiones urbanas geográficas de la Argentina propuestas por el INDEC: Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), formada por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los partidos lindantes del conurbano, y las regiones Pampeana, Noreste (NEA), Noroeste (NOA), Cuyo y Patagonia.

Para responder a los interrogantes planteados, se utilizaron los microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) ampliada del INDEC (EPH-Total Urbano) correspondientes a los terceros trimestres de 2019, 2020 y 2021. A diferencia de las bases EPH tradicionalmente utilizadas, esta encuesta provee información continua sobre condiciones de vida de hogares particulares pertenecientes a localidades de 2.000 y más habitantes. La información original fue procesada para construcción de las variables e indicadores arriba indicados. A partir de lo cual se procedió a elaborar tablas con datos de incidencia y variación (2020-2019 y 2021-2019) de la participación sectorial, la estructura del empleo y la tasa de precariedad laboral para cada categoría a nivel del total urbano. El análisis de los cambios en la participación sectorial se replicó para cada región geográfica urbana, mostrándose para su examen las razones de cambio de las tasas de participación correspondientes a cada subperíodo.

A los fines de hacer foco en los cambios en la tasa de precariedad laboral por región se ofrece una primera tabla descriptiva que presenta dichas tasas y sus variaciones para cada subperíodo. A partir de lo cual, a través de modelos inferenciales de regresión logística, se examinan los cambios observados en la probabilidad de ser trabajador precario para cada región, descomponiendo los mismos para cada año, categoría de inserción sectorial y sus respectivas interacciones. Si bien los resultados que ofrecen estos modelos son coherentes con la información agregada presentada en las tablas precedentes, su aporte principal es la posibilidad de realizar un análisis estadístico controlado sobre el efecto período y el efecto inserción sectorial sobre los cambios en la precariedad laboral para cada región.    

Análisis de resultados

Este apartado analiza los impactos de la pandemia en la composición de la estructura social del trabajo y la precariedad laboral (irregularidad o no registración legal de la ocupación) a nivel general, sectorial y regional.

Impacto de la crisis COVID-19 en la composición del empleo urbano nacional

En primer lugar, se examinan los cambios ocurridos en la estructura del empleo para el período 2019-2020-2021, centrando el análisis en las variaciones en la participación de la población económicamente activa (PEA), para los diferentes sectores económico-ocupacionales que operan sobre los mercados laborales urbanos del país (ver Cuadro 1).

En 2019, antes de la pandemia, la estructura sectorial del empleo presentaba a más del 52% de la PEA ocupada en actividades de subsistencia y baja productividad, o en el desempleo. Por otro lado, solo un tercio de la población estaba empleada en el sector privado formal, y un 16% en el sector público, incluyendo a los beneficiarios de programas de asistencia laboral.

Cuadro 1. Cambios en la estructura social del empleo. En porcentaje y variaciones relativas 2020-2019 y 2021-2019. Población económicamente activa de 18 años y más. Total urbano 2019-2020-2021

Nota: *pp: puntos porcentuales. **Es necesario aclarar que la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) no es un buen instrumento para identificar a trabajadores ocupados en programas públicos de asistencia laboral, por lo que cabe suponer un subregistro de esta categoría en el total de la población ocupada.

Fuente: Elaboración propia sobre la base de EPH-Total Urbano (INDEC). Terceros trimestres 2019, 2020, 2021.

En el tercer trimestre de 2020, aumentó la tasa de desocupación (1,9 puntos porcentuales) y disminuyó la participación del sector privado formal y micro informal (-2,5 y -1,6 puntos porcentuales, respectivamente), debido a una pérdida de puestos de trabajo asalariados. La desocupación no alcanzó valores más altos debido a la caída en la tasa de actividad, como resultado del retiro forzado de algunos trabajadores del mercado laboral frente a este escenario. Únicamente creció en participación el sector estatal, consecuencia de la mayor protección laboral de estos trabajadores y del aumento de puestos estatales (2 puntos porcentuales).

Hacia el tercer trimestre de 2021, la economía argentina experimentó una notable recuperación, con mejoras en algunos indicadores laborales. La tasa de desocupación disminuyó en 3,5 puntos porcentuales respecto a 2020, situándose por debajo de los valores previos a la pandemia, pero sin mejorar la incorporación de trabajadores en sectores privados formales. La recuperación de la participación en el sector privado formal en comparación con 2020, se mantuvo por debajo de su nivel en 2019, mientras que el sector micro informal experimentó un aumento que lo superó. El sector público creció 2 puntos porcentuales más que en 2019, alcanzando aproximadamente el 18%, compuesto por el aumento de empleados públicos regulares y por ocupados en programas de asistencia al empleo. En resumen, la caída del desempleo abierto y la recuperación de la tasa de ocupación tuvo como fuente el aumento de sectores laborales en segmentos económicos que generan empleos precarios o de subsistencia.

Los cambios en la tasa de precariedad laboral a nivel general y para las diferentes categorías ocupacionales se presentan en el Cuadro 2. Se observa una disminución significativa de este indicador entre 2019 y 2020, pasando del 46,8% al 43,8% (una reducción de 3 puntos porcentuales). La caída general de la demanda de empleo durante la pandemia afectó principalmente a los asalariados no registrados (sin protección legal) de unidades económicas privadas, tanto formales como micro informales, por el cierre o reducción del nivel de actividad económica. Es decir, frente a la crisis económico-sanitaria, los empleadores habrían buscado reducir costos laborales generando cesantías selectivas de trabajadores no registrados.[15]

Cuadro 2. Cambios en la tasa de precariedad según categorías económico-ocupacionales. En porcentaje y variaciones relativas 2020-2019 y 2021-2019. Población ocupada de 18 años y más. Total urbano 2019-2020-2021

Fuente: Elaboración propia sobre la base de EPH-Total Urbano (INDEC). Terceros trimestres 2019, 2020, 2021.

En el caso de los patrones y profesionales independientes del sector privado formal, y de los trabajadores independientes del sector micro informal, el comportamiento fue inverso, aumentando la desregulación laboral. Es de esperar que la crisis económica haya incentivado a estos sectores a eludir controles estatales. Por otra parte, la caída de la precariedad en el sector público entre 2019 y 2020, se debió principalmente al incremento de los puestos de trabajos registrados.

Durante la recuperación económica, se evidencia –salvo entre los trabajadores no asalariados formales– un incremento en la tasa de precariedad laboral. Los cambios son más marcados al comparar 2019-2021. A nivel agregado, dicha tasa muestra un aumento de 1,2 puntos porcentuales. El empleo no regulado creció en la categoría de no asalariados del sector formal (6,2 puntos porcentuales), en el sector micro informal, tanto entre los asalariados (3 puntos porcentuales) como entre los no asalariados (1,8 puntos porcentuales), e, incluso, en el sector público (2 puntos porcentuales), debido principalmente a un aumento de los programas de empleos de asistencia. Solo se redujo la tasa de precariedad entre los asalariados de unidades productivas formales (-1,2 puntos porcentuales). Esta caída se explica casi en su totalidad por la pérdida de participación que registró dicho segmento ocupacional entre 2019 y 2021 (Cuadro 1).

Impacto de la crisis COVID-19 en la composición del empleo urbano regional

En el contexto antes señalado, cabe indagar la disparidad regional de este impacto durante la crisis y la reactivación económica. En primer lugar, el Gráfico 1 presenta la distribución sectorial de la fuerza de trabajo de las distintas regiones previo a la pandemia (tercer trimestre de 2019). Posteriormente, los Cuadros 3 y 4 proporcionan información sobre los cambios relativos en la participación de la fuerza laboral, según el sector y la categoría, tanto a nivel general como por región urbana geográfica, tomando como base el año 2019; es decir, considerando tanto el período crítico de la pandemia (2020/2019), como el momento de recuperación posterior (2021/2019).

El gráfico muestra las disparidades de las regiones respecto de la media nacional y también entre ellas. AMBA destaca por tener el mayor porcentaje de fuerza de trabajo ocupada en el sector privado formal, valor que supera el promedio para el total país. Este desempeño se debe a un alto desarrollo socioeconómico y concentración de actividades productivas (Trujillo-Salazar y Villafañe, 2021).[16] En este aspecto es seguida por Patagonia[17], Pampeana y Cuyo (pero con una diferencia mayor a 9 puntos porcentuales). NOA y NEA, por el contrario, registran los guarismos más bajos respecto de la participación en el sector privado formal, lo que da cuenta de la baja densidad empresarial en su entramado productivo, específicamente, la falta de establecimientos de tamaño intermedio o grande capaces de absorber a la fuerza de trabajo (Salvia et al., 2018; Trujillo-Salazar y Villafañe, 2021).

Como contrapartida, las regiones del NOA y NEA, junto con Pampeana y Cuyo, presentan los mayores porcentajes de participación de la fuerza de trabajo en el sector micro informal, mientras AMBA y Patagonia son las regiones con menor incidencia de ese sector en el conjunto del empleo. En cuanto al sector público, Patagonia es la región con un mayor porcentaje, superando en más de 10 puntos porcentuales la media nacional. NEA, NOA y Cuyo también muestran guarismos por encima del promedio, a diferencia de Pampeana que registra el mismo valor que en el total país y de AMBA que se encuentra por debajo de este porcentaje.

Gráfico 1. Estructura social del empleo en las regiones urbanas del país. En porcentaje. Población económicamente activa de 18 años y más. Total urbano 2019

Fuente: Elaboración propia sobre la base de EPH-Total Urbano (INDEC). Tercer trimestre 2019.

El Cuadro 3 revela la heterogeneidad en el impacto a nivel regional. La tasa de desempleo aumentó más del 30% en las regiones NEA y Pampeana, en comparación con las regiones del AMBA y NOA. Las regiones de Patagonia y Cuyo experimentaron un menor impacto en términos de desocupación. El aumento en la participación del sector público a nivel nacional fue impulsado principalmente por la región del AMBA, que compensó la fuerte caída de empleos asalariados en el sector micro informal y de los no asalariados profesionales en el sector formal.

La disminución del empleo asalariado en el sector formal fue previsiblemente homogénea en todas las regiones urbanas; así como también la caída de los trabajos no asalariados en el sector micro informal. El sector público fue un factor clave en el sostenimiento del nivel de empleo, especialmente en AMBA. 

Cuadro 3. Cambios en la participación de la fuerza de trabajo según sector y categoría ocupacional. Población económicamente activa de 18 años y más. Total país y regiones. Razón de porcentajes 2020/2019

Fuente: Elaboración propia sobre la base de EPH-Total Urbano (INDEC). Terceros trimestres 2019, 2020, 2021.

Cuadro 4. Cambios en la participación de la fuerza de trabajo según sector y categoría ocupacional. Población económicamente activa de 18 años y más. Total país y regiones. Razón de porcentajes 2021/2019

Fuente: Elaboración propia sobre la base de EPH-Total Urbano (INDEC). Terceros trimestres 2019, 2020, 2021.

El Cuadro 4 presenta las razones de cambio en la participación laboral para el período de reactivación económica 2021/2019. Al respecto, se observa una fuerte caída de la desocupación, salvo en la región de Cuyo, en donde incluso aumenta, y en las regiones NEA y Pampeana, donde el incremento del desempleo durante la pandemia fue mayor. El empleo en el sector privado formal, salvo en Cuyo y en Patagonia, no logró alcanzar los niveles de 2019. Por otra parte, el aumento del empleo público se concentró fundamentalmente en AMBA. Por último, el empleo en sector micro informal se reactivó fundamentalmente en AMBA y Cuyo.[18]

En resumen, los efectos de la pandemia sobre el empleo –tanto durante como después de la crisis– variaron según la composición sectorial de cada región y, seguramente, a los incentivos de las políticas compensatorias aplicadas por cada jurisdicción. Como resultado de ello, cabe destacar que los cambios ocurridos en la composición sectorial del empleo no fueron homogéneos entre los diferentes segmentos ocupacionales ni entre las regiones urbanas consideradas.

Impacto de la crisis COVID-19 en la precariedad del empleo urbano regional

Resulta relevante analizar en este contexto en qué medida las desigualdades en las estructuras productivas y ocupacionales han contribuido a la dinámica de la precariedad laboral en diferentes regiones urbanas a lo largo del período de estudio. Para ello, se examina en primer lugar la evolución de las tasas de empleo no registrado (no regulado por las normas formales) como una medida aproximada de la precariedad laboral, y, posteriormente, a través de modelos de regresión se busca evaluar el modo en que las diferentes inserciones económico-ocupacionales contribuyeron al cambio en la precariedad laboral en cada región.

En principio, el Cuadro 5 ofrece información descriptiva sobre esta transformación entre 2020 y 2021 con respecto a 2019. Al igual que en el Cuadro 2, a nivel agregado, la caída de la tasa de precariedad durante la pandemia (de 46,8% a 43,8%, entre 2019 y 2020) estuvo asociada a una mayor pérdida de puestos de trabajo precarios y sin regulaciones estatales. Entre 2020 y 2021, este proceso se revirtió y la precariedad laboral aumentó fuertemente (4,2 puntos porcentuales), superando los valores del 2019.

Cuadro 5. Cambios en la tasa de precariedad laboral según regiones urbanas geográficas. En porcentaje y variaciones relativas. Población ocupada de 18 años y más. Total urbano 2019-2020-2021

Fuente: Elaboración propia sobre la base de EPH-Total Urbano (INDEC). Terceros trimestres 2019, 2020, 2021.

Este comportamiento no fue homogéneo en las regiones urbanas del país. En Cuyo, el nivel de precarización laboral disminuyó, potencialmente relacionado con una insuficiente recuperación de los empleos precarios perdidos durante la pandemia y un aumento en la tasa de desocupación (Cuadro 4). El AMBA, Pampeana, NOA y Patagonia, después de una caída inicial, incrementaron sus tasas de precariedad laboral en 2021. En NEA, en contraste, la tasa de precariedad aumentó en 2020 y continuó creciendo en 2021.

A partir de este panorama, cabe evaluar de manera más precisa el modo en que los cambios ocurridos en la composición sectorial y ocupacional de cada región incidieron sobre la tasa de precariedad laboral. Para ello, se presentan los resultados de modelos de regresión logística aplicados tanto a nivel general y para cada región urbana (Cuadro 6). Para su análisis se presentan los coeficientes Exp(B) (odds ratios) y el nivel de significancia de los coeficientes B estimados. La variable dependiente es la probabilidad de estar ocupado en un empleo precario (empleo no regulado). Los resultados se organizan para su análisis en dos modelos.

Cuadro 6. Factores que inciden en la probabilidad de estar ocupado en el segmento no regulado (precario). Población ocupada de 18 años y más. Total país y regiones 2019-2020-2021

Variable dependiente: Probabilidad de estar ocupado en un empleo precario

Nivel de significancia: *** p < 0,001 ** p < 0,05 * p < 0,1

Fuente: Elaboración propia sobre la base de EPH-Total Urbano (INDEC). Terceros trimestres 2019, 2020, 2021.

Las regresiones del Modelo 1 incluyen como variables explicativas, en formato dummy, la crisis por pandemia (2020) y la posterior reactivación económica (2021), con el objetivo de estimar el impacto y la dirección en que cada contexto incidió en las probabilidades de tener un empleo precario en comparación con la situación previa a la pandemia (2019). Según los resultados (Cuadro 6, Modelo 1), se confirma para 2020 una disminución significativa en la probabilidad de ser trabajador precario como resultado del aumento del desempleo y de la inactividad laboral forzada. En 2021, con relación a 2019, dicho riesgo aumenta de manera significativa.

Sin embargo, tal como se analizó en el Cuadro 5, este comportamiento no fue homogéneo. La caída observada entre 2019 y 2020 tuvo como protagonistas casi exclusivamente lo ocurrido en AMBA y en las regiones de Cuyo y Pampeana, mientras que no se registran cambios significativos en las regiones NOA y Patagonia, y sí un cambio positivo significativo en NEA. Por su parte, el aumento significativo que tiene lugar a nivel agregado en 2021, con respecto a 2019, surge del comportamiento en las regiones NOA, NEA y Pampeana, así como en Patagonia, aunque en este caso la variación no es significativa. A la vez que el efecto del cambio va en sentido inverso y significativo en AMBA y Cuyo.

Las regresiones que se presentan en el Modelo 2 introducen las interacciones entre estas categorías y los años de análisis, adoptando como categoría de referencia la probabilidad de ser precario entre los trabajadores asalariados del sector privado formal en 2019. De esta manera, cada interacción refleja el efecto específico sobre la probabilidad de ser trabajador precario en cada categoría y contexto considerado (2020 y 2021). Este modelo se aplica tanto a nivel del total urbano nacional como a nivel de cada región.

De acuerdo con la evidencia (Cuadro 6, Modelo 2), se confirma en primer lugar la fuerte correlación estructural entre la tasa de precariedad y los segmentos ocupacionales según sector económico. Al analizar esta relación –a nivel del total urbano– para el año 2019 (situación de prepandemia), tomando como categoría de comparación los trabajadores asalariados del sector privado formal, se observa que: (i) las probabilidades de ser trabajador precario se multiplican de manera significativa entre los asalariados y no asalariados del sector micro informal; (ii) el impacto aunque  menor para los no asalariados formales sigue siendo positivo y significativo; y (iii) las posibilidades de ser trabajador precario se reducen casi a la mitad entre los trabajadores del sector público. Este patrón se repite con algunas variaciones en todas las regiones urbanas, casi sin excepción.

Al estimar el cambio en la tasa de precariedad laboral en 2020, tomando como categoría de comparación la tasa de los trabajadores asalariados del sector formal en 2019, se observa que: (i) en los trabajadores asalariados de unidades económicas formales presentan una disminución de aproximadamente el 18% en las probabilidades de tener empleo precario, coherente con las cesantías selectivas; (ii) en sentido opuesto –coherente con una eventual elusión impositiva de empleadores y profesionales–, los trabajadores no asalariados de unidades económicas formales y micro informales, incrementaron en 25% y 8% respectivamente la tasa de precariedad laboral; y (iii) por último, empleados públicos y trabajadores asalariados de unidades económicas micro informales no presentan diferencias significativas con respecto a la categoría de comparación.

Tal como muestran los resultados, este comportamiento no fue uniforme en términos regionales. Por una parte, la caída observada a nivel total urbano en la tasa de precariedad en los trabajadores asalariados del sector privado formal en 2020, con respecto a esa misma categoría en 2019, si bien fue generalizada, no operó de manera significativa en Cuyo. Por otra parte, el aumento en la precariedad en el segmento de los no asalariados del sector formal tuvo como protagonista exclusivamente a AMBA; en el resto de las regiones, las variaciones en uno u otro sentido no fueron significativas. La invarianza de la precariedad en el sector público a nivel agregado contrasta con la reducción del riesgo en las regiones Cuyo y Pampeana, y con un aumento significativo en Patagonia. En el caso del incremento en los trabajadores no asalariados de unidades micro informales, tuvo como protagonistas a las regiones NOA y NEA, mientras que en Cuyo el efecto fue inverso, y las demás regiones no experimentaron cambios significativos. Por último, solo en AMBA y en la región Pampeana se observa una reducción significativa de la precariedad laboral en los asalariados micro informales.

Los resultados sobre las precariedad laboral a nivel agregado, obtenidos para el momento de salida de la crisis (2021) –en comparación con la situación de los trabajadores asalariados formales en 2019–,  revelan lo siguiente: (i) una vuelta a la tasa de precariedad previa a la pandemia en el caso de los trabajadores asalariados formales, aunque con tendencia a aumentar (2%); (ii) un aumento de 7% en la probabilidad de ser precarios entre los empleados del sector público, mayormente explicado por el incremento de trabajadores en programas de empleos; y (iii) un incremento en la probabilidad de ser precario en los trabajadores de unidades micro informales, tanto entre los asalariados como entre los no asalariados (20% y 7%, respectivamente).

Al igual que en el tramo anterior, el aumento agregado en la precariedad laboral, en este caso durante la salida de las crisis (2021) –tal como se ha dicho, en comparación con los trabajadores asalariados de unidades formales en 2019–, encubre diferencias importantes entre las regiones. Inversamente al resto, el AMBA registra una reducción significativa de la tasa de precariedad entre los asalariados del sector formal, así como también un incremento en el caso de los no asalariados de este sector.  En cuanto al aumento observado en la precariedad laboral entre los trabajadores no asalariados del sector micro informal, se registra un efecto inverso en Cuyo, es decir, un descenso de la probabilidad de ser precario. En igual sentido, si bien el aumento en la probabilidad de precariedad laboral entre los asalariados de unidades micro informales es generalizado, solo resulta significativo en el caso de la región Pampeana. En lo que respecta a los empleados públicos, la tendencia hacia un aumento de la precariedad laboral se da en todas las regiones, a excepción de AMBA y Cuyo (solo en esta es significativo el descenso). En NEA, el incremento de la probabilidad de ser precario de los empleados públicos se incrementa un 60% en 2021.

A nivel de balance, estos resultados estarían dando cuenta de un proceso de efectos diferenciados de precarización laboral según los momentos del ciclo y región, pero con un comportamiento particularmente definido en cuanto a: (i) un retorno a la situación anterior a la crisis, aunque con tendencia a empeorar, en el caso de los segmentos privados formales; (ii) un mayor deterioro de la situación laboral en los segmentos ocupacionales de sectores micro informales, tanto durante como después de las crisis; y (iii) un relativo deterioro en el sector público a partir de constituirse en un “sector refugio” para trabajadores pobres cesantes de los sectores informales a través de una ampliación de los programas de empleo.

 

Reflexiones finales

Este estudio examinó los efectos de la crisis económico-sanitaria de COVID-19 en la estructura social del empleo urbano a nivel nacional y regional, considerando tanto el periodo de la pandemia como la etapa de recuperación posterior, a través de indicadores de inserción sectorial y precariedad laboral. Se buscó de esta manera evaluar el impacto inmediato del escenario de pandemia sobre mercado de trabajo urbano argentino, así como su capacidad de recuperación una vez avanzada la etapa de salida de la crisis económico-sanitaria.

Según investigaciones antecedentes, las crisis suelen tener efectos regresivos encadenados sobre la estructura ocupacional y la precariedad laboral; siendo estos muchos más persistentes en economías en desarrollo, con estructuras productivas heterogéneas y mercados de trabajo segmentados. En estos contextos, las actividades informales de subsistencia, en tanto actividades que funcionan en mercados más competitivos y desregulados, lejos de retraerse, tienden a presentar mayor dinamismo durante las crisis económicas que afectan a los sectores formales. Sin embargo, en el contexto de crisis económica por COVID-19, tanto en la Argentina como en otras economías subdesarrolladas, fue justamente el sector informal el más afectado frente a las férreas medidas sanitarias de aislamiento social (Donza, 2020; Donza et al., 2022; Alfageme et al., 2023).

Los resultados muestran que, durante la crisis, las ocupaciones precarizadas, de menor cualificación y con remuneraciones más bajas fueron las más afectadas, experimentando un deterioro persistente. La pérdida de empleos asalariados en trabajos no regulados o extralegales impulsó la caída significativa del empleo privado en 2020, evidenciando la vulnerabilidad de este tipo de empleo frente a la recesión generada por la crisis. La falta de protección laboral permitió a los empleadores despedir a los trabajadores no registrados fácilmente y sin mayores costos económicos.  Esto provocó un aumento de la inactividad económica, debido a la retracción del sector privado formal como del sector micro informal.

Paradójicamente, esta contracción en la oferta de empleo condujo a una caída en la incidencia de la precariedad, ya que los puestos de trabajo perdidos fueron en su mayoría aquellos sin regulaciones formales. Sin embargo, la precariedad continuó aumentando también en las categorías no asalariadas, esto debido a una mayor elusión impositiva por parte de los trabajadores independentes registrados en la seguridad social. A su vez, el desempleo fue mitigado por la disminución de la tasa de actividad y un incremento en la demanda de empleo público a través de formas labores más precarias, incluyendo los programas de asistencia laboral. Debido a estos procesos, durante la fase crítica de la pandemia (2020), los resultados de los modelos de regresión mostraron un crecimiento de puestos no regulados en los no asalariados formales y micro informales. Sin embargo, un año después de la crisis económico-sanitaria, tanto la calidad del empleo como sus desigualdades al interior del mercado de trabajo no volvieron a su punto de partida tal como era de esperar.

En esta etapa de salida de la crisis (2021), si bien la desocupación disminuyó a niveles menores que en 2019, impulsada sobre todo por la recuperación del empleo en el sector micro informal, la precariedad laboral se incrementó, superando también los niveles previos a la pandemia. Esto fue especialmente evidente en el sector informal, estructuralmente más precario, pero también en el sector público debido a su función de “refugio” durante la fase más crítica de la emergencia sanitaria. De esta manera, a pesar de la recuperación económica y la mayor demanda de empleo, las mejoras fueron selectivas en términos sectoriales, y, tal como se mostró en los resultados, también a nivel regional.

En efecto, lejos de observase una mayor convergencia entre regiones en materia laboral, se constata una ampliación de las desigualdades. Las regiones con mayor incidencia de la precariedad, como NEA y NOA, experimentaron un aumento aún mayor de este indicador. En contraste, en el AMBA se observó una ligera reducción en la precariedad, principalmente debido al papel compensatorio del sector público.  Los impactos de la pandemia en los mercados laborales regionales de la Argentina están estrechamente relacionados con la estructura productiva y sectorial del empleo y con las políticas implementadas en cada región. Si bien la pandemia tuvo efectos particulares, no modificó la tendencia general de la estructura sectorial y regional del empleo. Los cambios observados durante este período son el resultado de dinámicas que trascienden la coyuntura de la pandemia y contribuyen al empeoramiento de las condiciones de vida de los afectados por esta degradación del empleo. Esto confirma la hipótesis de histéresis ocupacional y evidencia un deterioro en la composición y calidad del empleo, con una disminución del sector formal y un aumento del sector micro informal y público, que actúan como refugio, junto con a un incremento de mecanismos extralegales e informales de regulación laboral.

En resumen, este estudio aporta a la literatura sobre los impactos laborales de la pandemia de COVID-19 al proporcionar un análisis detallado de los efectos en diferentes ocupaciones, sectores y regiones de la economía argentina, caracterizada por sus heterogeneidades estructurales y mercados laborales segmentados. Sin embargo, se necesitan datos más precisos que los proporcionados por las estadísticas oficiales para obtener resultados más sólidos y es necesario considerar las políticas gubernamentales y las dinámicas económicas específicas de los mercados laborales locales. También, sería relevante analizar lo sucedido en los años siguientes. Por lo tanto, los resultados presentados deben interpretarse con cautela y complementarse con investigaciones más exhaustivas. Es fundamental continuar profundizando en estos análisis para lograr desarrollar políticas específicas que aborden las desigualdades existentes y promuevan una recuperación laboral de calidad en todo el país.

Anexo metodológico: definiciones operativas y códigos de las principales variables de análisis (sintaxis SPSS)

Definición operativa de estructura social del empleo

Sector

Categoría económico-ocupacional

Definición operativa

FORMAL PRIVADO

No asalariados del sector formal privado

Patrones en establecimientos de más de cinco ocupados (formal) y trabajadores independientes (patrones y cuentapropistas) profesionales.

Asalariados sector formal privado

Asalariados y trabajadores familiares sin remuneración de establecimientos de más de cinco ocupados.  Asalariados con empleo permanente, fijo, estable, de planta y con descuento jubilatorio.

PÚBLICO

Empleados del sector público

Ocupados en establecimientos estatales.

Programas de asistencia laboral

Ocupados cuya ocupación principal es un plan de empleo.

MICRO INFORMAL

No asalariados del sector microinformal

Patrones en empresas de hasta cinco personas (informal), trabajadores independientes (patrones y cuentapropistas) no profesionales y trabajadores de servicio doméstico.

Asalariados del sector microinformal

Asalariados y trabajadores familiares sin remuneración de establecimientos de hasta cinco ocupados. Asalariados sin empleo permanente, fijo, estable, de planta o sin descuento jubilatorio.

DESOCUPADOS

Desocupados abiertos

Personas que no teniendo un trabajo lo buscan activamente.

Fuente: Elaborada por el Programa Cambio Estructural y Desigualdad Social, Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires y el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (Salvia, Stefani, Comas, Quartuli y Gutierrez Ageitos, 2008; Salvia, 2012).

Código de estructura social del empleo

Variable CALIFICACIÓN (clase1)

*Se crea la variable de calificación que se utilizará posteriormente para clasificar el tipo de establecimiento cuando no se tiene el dato de tamaño

compute clase1=NUMBER(CHAR.SUBSTR(pp04d_cod,5,1),F2).

variable labels clase1 'Calificación'.

value labels clase1

1 'Profesional'

2 'Técnico'

3 'Operativa'

4' No Calificada'.

execute.

Variable TIPO DE ESTABLECIMIENTO (ESTABLE)

*Se indica si el establecimiento es formal o informal según su tamaño

**Establecimiento formal

IF (estado = 1 AND PP04C > 5 AND PP04C<>99) estable =1.

IF (estado = 1 & PP04C = 99 AND (PP04C99 = 2 OR PP04C99  =3)) estable=1.

**Establecimiento informal

IF (estado = 1 AND PP04C <= 5 AND PP04C<>99) estable =2.

IF( estado = 1 & PP04C = 99 AND PP04C99=1) estable=2.

*Cuando no se tiene el dato de tamaño se utilizan otras variables para dar cuenta del tipo de establecimiento: la categoría ocupacional, el tiempo de finalización del empleo, la calificación y si percibe descuento jubilatorio.

**Establecimiento formal

IF (PP04C = 99 AND PP04C99=9 AND Estado=1 AND cat_ocup=3 AND pp07c=2 AND pp07h=1) estable=1.

IF (PP04C = 99 AND PP04C99=9 AND Estado=1 AND (cat_ocup=1 or cat_ocup=2) AND clase1=1) estable=1.

**Establecimiento informal

IF (PP04C = 99 AND PP04C99=9 AND Estado=1 AND cat_ocup=3 AND (pp07c<>2 or pp07h<>1) )estable=2.

IF (PP04C = 99 AND PP04C99=9 AND Estado=1 AND (cat_ocup=1or cat_ocup=2) AND clase1<>1) estable=2.

IF (PP04C = 99 AND PP04C99=9 AND Estado=1 AND cat_ocup=4 ) estable=2.

EXECUTE.

Variable INSERCIÓN ECONÓMICO OCUPACIONAL (FORMAL)

*No asalariados formales

IF (estado =1 AND pp04a<>1 AND cat_ocup= 1 AND estable=1 AND clase1=1) formal =1.

IF (estado =1 AND pp04a<>1 AND cat_ocup= 1 AND estable=1 AND clase1=2) formal =1.

IF (estado=1 AND pp04a<>1 AND cat_ocup=1 AND estable=2 AND clase1=1) formal=1.

IF (estado =1 & pp04a<>1 & cat_ocup=2 AND clase1=1) formal =1.

*Asalariados formales

IF (estado=1 AND pp04a<>1 AND cat_ocup=3 AND estable=1 AND clase1=1) formal=2.

IF (estado=1 AND pp04a<>1 AND cat_ocup=3 AND estable=1 AND clase1<>1) formal=2.

IF (estado=1 AND pp04a<>1 AND cat_ocup=4 And estable=1 AND clase1=1) formal=2

IF (estado=1 AND pp04a<>1 AND cat_ocup=4 And estable=1 AND clase1<>1) formal=2.

*Empleados del sector público

IF (estado =1 AND pp04a =1 & CAT_OCUP =3 AND clase1=1) formal = 3.

IF (estado =1 AND pp04a =1 & CAT_OCUP =3 AND clase1<>1) formal= 3.

*Programas de asistencia laboral

IF (estado =1 & pp07e=1) formal=6.

*No asalariados informales

IF (estado=1 AND pp04a<>1 AND cat_ocup=1 AND estable=2 AND clase1<>1) formal=4.

IF (estado=1 AND pp04a<>1 AND cat_ocup=1 AND estable=1 AND clase1>2) formal=4.

IF (estado=1 AND pp04a<>1 AND cat_ocup=2 AND clase1<>1) formal=4

IF (estado=1 AND pp04a<>1 AND pp04b1=1) formal=4.

*Asalariados informales

IF (estado=1 AND pp04a<>1 AND cat_ocup=3 AND estable=2 AND clase1=1) formal =5.

IF (estado=1 AND pp04a<>1 AND cat_ocup=3 AND estable=2 AND clase1<>1) formal =5.

IF (estado=1 AND pp04a<>1 AND cat_ocup=4 AND estable=2 AND Clase1=1) formal =5.

IF (estado=1 AND pp04a<>1 AND cat_ocup=4 AND estable=2 AND Clase1<>1) formal =5.

*Desocupados

IF (estado=2) formal=7.

*Inactivos

IF (estado=3 or estado=4) formal=8.

EXECUTE.

Definición operativa de segmento

Segmento

Definición operativa

PRIMARIO

Empleo “regulado” por las normas laborales y de la seguridad social (empleos no precarios)

Asalariados con trabajo permanente e integrados a la seguridad social (con descuento jubilatorio), patrones o empleadores que trabajan en esa ocupación hace más de tres meses, y trabajadores por cuenta propia con más de tres meses de antigüedad en la ocupación que trabajaron más de 35 horas y no buscaron trabajar más horas.

SECUNDARIO

Empleo “no regulado” por instituciones estatales ni afiliados al sistema de la seguridad social (empleos precarios)

Asalariados no integrados a la seguridad social o sin trabajo permanente, trabajadores independientes (patrones y cuentapropistas) que tienen ocupaciones inestables (menos de tres meses en su ocupación, o, sin maquinaria/herramientas/local/vehículo propio y cuando el negocio no es una sociedad jurídicamente constituida, o, que estén subocupados y deseen trabajar más horas) y trabajadores familiares sin remuneración.

Fuente: Elaborada por el Programa Cambio Estructural y Desigualdad Social, Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires y el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (Salvia et al., 2008; Salvia, 2012).

Código de segmento

Variable TRABAJADORES INDEPENDIENTES PRECARIOS (P_INDEP_C)

*Se establecen las condiciones en los casos que los trabajadores independientes son precarios a partir de variables como la tenencia de maquinarias/herramientas/local/vehículo y según si el negocio es una sociedad jurídicamente constituida o no.

if (estado = 1 and (cat_ocup = 1 | cat_ocup = 2) and pp06e <> 1 and ((pp05c_1=3 or pp05c_1=0 or pp05c_1=9) and  (pp05c_2=3 or pp05c_2=0 or pp05c_2=9) and (pp05c_3=3 or pp05c_3=0 or pp05c_3=9)))  p_indep_C = 1.

if (estado = 1 and (cat_ocup = 1 | cat_ocup = 2) and pp06e <> 1 and ((pp05c_1=2 and (pp05c_2=3 or pp05c_2=0 or pp05c_2=9) and (pp05c_3=3 or pp05c_3=0 or pp05c_3=9)) or ((pp05c_1=3 or pp05c_1=0 or pp05c_1=9) and pp05c_2=2 and (pp05c_3=3 or pp05c_3=0 or pp05c_3=9)) or ((pp05c_1=3 or pp05c_1=0 or pp05c_1=9) and (pp05c_2=3 or pp05c_2=0 or pp05c_2=9) and pp05c_3=2))) p_indep_C = 1.

if (estado = 1 and (cat_ocup = 1 | cat_ocup = 2) and pp06e <> 1 and (pp05c_1=1 and (pp05c_3=3 or pp05c_3 =0 or pp05c_3 =9) and (pp05c_2= 2 or pp05c_2 =3 or pp05c_2 =0 or pp05c_2 =9))) p_indep_C =1.

if (estado = 1 and (cat_ocup = 1 | cat_ocup = 2) and pp06e <> 1 and (((pp05c_1=2 and pp05c_3 <> 1) or (pp05c_3=2 and pp05c_1 <> 1)) and (pp05c_2=3 or pp05c_2=0 or pp05c_2=9))) p_indep_C =1.

execute.

DO IF (estado = 1 & (cat_ocup = 1 | cat_ocup = 2)) .

RECODE   p_indep_C  (SYSMIS=0)  .

END IF .

EXECUTE .

value labels p_indep_C 0 'No precario' 1 'Precario' .

Variable SEGMENTO

*Se tiene en cuenta la variable creada en el paso anterior en combinación con las variables de: cantidad de horas de trabajo, deseo de trabajar más horas, búsqueda de otro empleo, si percibe descuento jubilatorio, el tiempo de finalización del empleo, si presta servicio doméstico y si se trata de un programa de asistencia laboral para establecer el segmento.

**Segmento primario

IF (estado=1 & cat_ocup=1 & ((pp3e_tot > 0 and pp3e_tot <=35 & (pp03g=2 | pp03g=9 )) or pp3e_tot >35) & (pp03j=2 | pp03j=9) & p_indep_C <> 1) segmento = 1.

IF (estado=1 & cat_ocup=3 & pp07h = 1 & pp07c = 2 & ((pp3e_tot > 0 and pp3e_tot <=35 & (pp03g=2 | pp03g=9 )) or pp3e_tot >35) & (pp03j=2 | pp03j=9)) segmento = 1.

IF (estado=1 & pp04b1 = 1  & pp07h=1 & ((pp3e_tot > 0 and pp3e_tot <=35 & (pp03g=2 | pp03g=9 )) or pp3e_tot >35) & (pp03j=2 | pp03j=9)) segmento = 1.

IF (estado=1 & cat_ocup=2 & ((pp3e_tot > 0 and pp3e_tot <=35 & (pp03g=2 | pp03g=9 )) or pp3e_tot >35) & (pp03j=2 | pp03j=9) & p_indep_C <> 1) segmento = 1.

*Segmento secundario

IF (estado=1 & (((cat_ocup=1 | cat_ocup=2) and p_indep_C <> 1)  | (cat_ocup=3 & pp07h = 1 and pp07c=2)  |  (pp04b1 = 1  & pp07h =1)) & (pp3e_tot > 0 and pp3e_tot <=35 & pp03g=1)) segmento = 2.

IF (estado=1 & (((cat_ocup=1 | cat_ocup=2) and p_indep_C <> 1)  | (cat_ocup=3 & pp07h = 1 and pp07c=2)  |  (pp04b1 = 1  & pp07h=1)) & pp03j=1) segmento= 2.

IF (estado=1 & cat_ocup=1 and p_indep_C = 1) segmento=2.

IF (estado=1 & cat_ocup=2 and p_indep_C = 1) segmento=2.

IF (estado=1 & cat_ocup=3 & ((pp07h = 2 or pp07h =9) or (pp07c=1 or pp07c=9))) segmento=2.

IF (estado=1 & (cat_ocup=4 | cat_ocup=9)) segmento=2.

IF (pp07e= 1) segmento = 2.

EXECUTE.

Referencias

 

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Notas

[1] Esta investigación se enmarca en los proyectos UCACyT (2022-2023) “Impacto del escenario socioeconómico COVID-19 sobre la estructura social del trabajo y la matriz de desigualdad social en la Argentina urbana” y PICT-2020-SERIEA-I-A "Segmentación estructural del mercado de trabajo y reproducción de la marginalidad en la Argentina urbana (2010-2023)", ambos bajo la dirección del Dr. Agustín Salvia, con sede en el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina.

[2] Desde una perspectiva estructuralista se argumenta que el desarrollo económico capitalista no es uniforme ni homogéneo, sino que existe una combinación de diferentes niveles de desarrollo entre países, así como al interior de cada país. Al respecto, Raúl Prebisch (1950) sostiene que el desarrollo económico en América Latina es desigual y combinado, lo que implica que existen disparidades económicas y sociales surgidas de una combinación de sectores modernos y atrasados en sus estructuras productivas. A su vez, según Ernest Mandel (1972), el desarrollo desigual y combinado es una consecuencia intrínseca del funcionamiento del sistema capitalista global. El capitalismo fomenta la acumulación de capital en algunos países y regiones en detrimento de otros, lo que resulta en disparidades económicas y desigualdades en el desarrollo.

[3] Durante las crisis económicas, los trabajadores de la economía informal pueden experimentar una disminución en sus ingresos o una mayor precariedad laboral, pero no necesariamente caen en el desempleo (Tokman, 1982; Portes, 1983; Portes et al., 1989), a la vez que los trabajadores formales cuentan con la flexibilidad de entrada y salida que ofrecen los mercados de trabajo informales (Tokman, 1987; Perry y Maloney, 2007). Al mismo tiempo, los programas de protección social dirigidos a estos sectores mitigan parcialmente los impactos de la crisis, lo que, en conjunto con la falta de mejores oportunidades, puede reducir la tasa de participación en el mercado laboral y mantener relativamente estable la tasa de desempleo (Ocampo, 2005; Ravallion, 2005; De la Brière et al., 2017, Gasparini, 2017).  

[4] Estos dos momentos coinciden con las fases que tuvo la pandemia de COVID-19 en la Argentina. El 20 de marzo de 2020 el gobierno instaló el “Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio” (ASPO), que incluyó la prohibición de la circulación, a excepción de algunos servicios “esenciales”. El 8 de junio se introdujo el “Distanciamiento Social, Preventivo y Obligatorio” (DISPO) que implicó una flexibilización de las restricciones. En noviembre de 2020, la libre actividad económica se extendió a casi todo el país y a fines de diciembre se inició la campaña de vacunación de los grupos de riesgo, que se extendió en los meses posteriores al conjunto de la población. Esta vacunación masiva posibilitó una mayor circulación humana, y por tanto una reactivación de la economía. No obstante, entre el 22 de mayo y el 5 de junio de 2021 se implementaron nuevamente controles para frenar una nueva ola de contagios, aunque tuvo lugar en un contexto de flexibilización de hecho de las actividades económicas. Es importante tener en cuenta que, en este caso, no sólo las medidas sanitarias de aislamiento social fueron especialmente regresivas en términos económicos y sociales, sino que ellas se adoptaron en un contexto recesivo de la economía (Poy y Pla, 2022).

[5] Por ejemplo, estos procesos se expresaron con disparidades en la recuperación económica en términos regionales. Aquellas regiones con una fuerte dependencia del turismo y el comercio experimentaron una recuperación más lenta, mientras que otras, con una base económica diversificada y una mayor inversión en infraestructura, habrían tenido una recuperación más rápida.

[6] Si bien algunos de estos argumentos ya han sido corroborados en otros trabajos a partir de estudios agregados (Capacitación y Estudios sobre Trabajo y Desarrollo [CETyD], 2021; Donza et al., 2022; Manzanelli y Calvo, 2021; Salvia et al., 2022), y también en estudios con un enfoque regional (Pol et al., 2022), cabe destacar que no se ha realizado un examen de los efectos en términos regionales para todos los años seleccionados y utilizando como fuente de datos la EPH Total Urbano.

[7] La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha realizado importantes aportes en el estudio de los problemas estructurales del desarrollo en América Latina. A través de una perspectiva estructuralista del desarrollo inspirada en destacados economistas como Raúl Prebisch (1949, 1963) y Celso Furtado (1961), la CEPAL ha proporcionado análisis y contribuciones sobre la particular heterogeneidad estructural que afecta a las economías subdesarrolladas, enfatizando la importancia de comprender la dinámica estructural del mercado laboral y su interacción con el sistema económico, la economía mundial y las políticas de desarrollo.

[8] La noción de “economía informal” o “sector informal” hace referencia, en este caso, a un segmento del mercado de trabajo representado por unidades de producción de pequeña escala, sin división clara entre factores de producción y con relaciones contractuales difusas; diferenciando este fenómeno del cumplimiento legal o no de las normas laborales y de la seguridad social, es decir, del carácter formal o informal del empleo vinculado al puesto de trabajo (Hussmans, 2004; Bertranou et al., 2013).  

[9] Los enfoques estructuralistas y neomarxistas latinoamericanos comparten en general la concepción de que no existe un mercado laboral único, y que en espacio de acumulación en sistemas sociales como el de la Argentina, la heterogeneidad estructural de los sectores productivos se expresa bajo formas segmentadas de oferta y demanda de empleos, y los sobrantes absolutos de fuerza de trabajo forman parte de un componente sistémico o necesario de dicha configuración económica (Nun, 1969, 1999).    

[10] El desarrollo teórico-operativo de esta clasificación surgió de los trabajos iniciados por la OIT/PREALC (1978), los cuales fueron retomados tanto por la OIT (2002) como por la CEPAL (2012), así como por numerosas investigaciones académicas (Infante, 2011; Salvia, 2012; entre otros).

[11] Véase Anexo metodológico.

[12] De esta manera, el segmento regulado incluye operativamente a los asalariados con trabajo permanente e integrados a la seguridad social (con descuento jubilatorio), a los patrones o empleadores que trabajan en esa ocupación hace más de tres meses, y a los trabajadores por cuenta propia con más de tres meses de antigüedad en la ocupación que trabajaron más de 35 horas y no buscaron trabajar más horas; y, por otra parte, el segmento no regulado incluye a los asalariados no integrados a la seguridad social o sin trabajo permanente, a los trabajadores independientes que tienen ocupaciones inestables y a los trabajadores familiares sin remuneración. Véase Anexo metodológico.

[13] Crespo, E., García, A. y Ghibaudi, J. (07 de agosto de 2023). Cómo funciona la economía barrani. Revista Anfibia, https://www.revistaanfibia.com/como-funciona-la-economia-barrani/; Surt, M. (28 de mayo de 2023). Barrani o not barrani. Seúl, https://seul.ar/economia-barrani-negra/.

[14] La heterogeneidad de ingresos del sector informal urbano, así como su diferencial y variable propensión a la ilegalidad comercial o laboral, ha mostrado ser un fenómeno coherente con los cambios ocurridos en el desarrollo capitalista periférico (Cortés y Cuellar, 1990; Cortés, 2000; Chitarroni, 2003; Salvia, 2012). De hecho, un rasgo típico de la economía informal urbana en la Argentina, previo a la crisis del modelo de sustitución de importaciones, habría sido justamente la fuerte presencia de trabajadores cuasi-informales “prósperos”, denominados en su momento por algunos autores como satisficing (Beccaria et al., 2000), dados sus logros de inclusión y movilidad social en un entorno urbano de crecimiento económico y pleno empleo.

[15] Los empleadores, al no tener la obligación de cumplir con la regularización de estos trabajadores, habrían encontrado en el despido de trabajadores no registrados una opción más económica y rápida de responder a la crisis. A diferencia de los trabajadores asalariados registrados, los despidos de trabajadores no registrados no arrastraban costos adicionales ni consecuencias legales para los empleadores.

[16] Es importante indicar que el AMBA es una región con asimetrías en su interior dado que se compone de dos áreas muy distintas en materia político-administrativa y de condiciones de vida: la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los 24 partidos del conurbano bonaerense que la rodean (Salvia et al., 2018).

[17] Según el estudio realizado por Lucía Trujillo-Salazar y Soledad Villafañe (2021), Patagonia presenta mejores resultados de algunos indicadores socioeconómicos en relación con el promedio nacional. En esta región es dominante el perfil productivo agropecuario, aunque con polos industriales importantes en algunas microrregiones. La región Pampeana, para estos autores, se caracteriza por disparidades intrarregionales y por un entramado productivo de predominio industrial e industrial primario, con algunas zonas de base productiva primaria. En Cuyo en la estructura productiva se encuentra una composición de complejos tanto de base agropecuaria como de base industrial, mientras que en NOA y NEA hay una preponderancia del sector agropecuario.

[18] Este resultado similar encuentra mecanismos diferentes asociados al mismo. Mientras que en el AMBA este proceso fue compensado con un aumento del empleo en el sector público, en el caso de la región de Cuyo, la menor recuperación del empleo en el sector micro informal se expresó fundamentalmente como desempleo o desaliento laboral.