DOI: http://dx.doi.org/10.19137/pys-2024-310107


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ARTÍCULOS

Sociología de los entornos cercanos. Redes personales y capital social en la Argentina

Sociology of close environments. Personal networks and social capital in Argentina

Gabriel Kessler 

Universidad Nacional de La Plata, Universidad Nacional de San Martin, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina. gkessler@unsam.edu.ar

ORCID https://orcid.org/0000-0003-4204-8961

Juan Ignacio Piovani  

Universidad Nacional de La Plata, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina. juan.piovani@presi.unlp.edu.ar

ORCID https://orcid.org/0000-0002-8774-3258

Recibido: 14/08/2023 - Aceptado: 15/01/2024

Resumen

Este artículo, basado en la Encuesta Nacional sobre Relaciones Sociales (ENRS), presenta un análisis de los entornos cercanos (EC) de los argentinos, definidos como el conjunto de relaciones que consideran más próximas. Se describe su composición y se analizan sus grados de homofilia e isomorfismo. Por otra parte, se construye una tipología que combina el tipo de vínculo de los individuos (egos) con los miembros de sus EC, el tipo de relación que establecen entre sí, y se explora la prevalencia de cada tipo de acuerdo con la edad, el género, la clase y el lugar de residencia de los egos.

Palabras clave: entorno cercano; redes personales; capital social; homofilia; isomorfismo; Argentina

Abstract

Based on the National Survey on Social Relations (ENRS), the present article analyses Argentinians’ close environments (CE), which are defined as the relationships that they consider closest. Their composition is described, as well as their degrees of homophily and isomorphism. Furthermore, a typology is built that combines the type of bond between individuals (egos) with the members of their CEs and the type of relationship they establish with each other. It also explores the prevalence of each type according to age, gender, class and place of residence of the egos.

Keywords: close environment; personal networks; social capital; homophily; isomorphism; Argentina

Introducción

¿Cuáles son las características principales de las redes personales más próximas, que aquí llamamos entornos cercanos (EC)? El estudio de las redes personales o egocentradas constituye una vertiente central dentro del análisis de redes sociales (ARS). Para José Luis Molina González (2005), en una sociedad en la que el individuo cobra cada vez más centralidad, ellas contribuyen a la comprensión de fenómenos sociales de rango intermedio o meso, en los que se presentan en forma simultánea interacciones individuales, instituciones y estructuras sociales observables empíricamente.[1]

Estudios previos han demostrado su centralidad para las estrategias de supervivencia, especialmente en los sectores populares (Lomnitz, 1977, 1985; Ramos, 1981; Eguía, 2004; Gutiérrez, 2015); para el acceso al mundo laboral (Granovetter, 1973; Mouw, 2003; Burt, 2004; Carrascosa, 2021) y la movilidad social (Bourdieu, 1980; Lin, 1999; Kessler y Espinoza, 2007); para garantizar cuidados (Martínez Buján y Vega Solís, 2020; Zibecchi, 2021;) en tanto apoyo emocional y resguardo de la salud mental (Beltrán y Moreno, 2013); así como también gravitan en las opiniones políticas y el voto (Bond et al., 2012) y hasta han explicado parte de los cambios revolucionarios (Wellman y Berkowitz, 1988), entre varios otros tópicos.

Hasta el momento ha habido una serie de estudios sobre el tema en Argentina, que reseñaremos en la sección de antecedentes. Los datos son de los años dos mil (Kessler y Espinoza, 2007) y 2015/16 (Sautu, Boniolo, Dalle y Elbert, 2020; Boniolo, Dalle y Elbert, 2023), con foco en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), así como de un módulo sobre redes personales de una encuesta de 2006 en siete centros urbanos (De Grande, 2015). Estos trabajos se centran sobre todo en el capital social, es decir, los lazos que permiten acceder a determinados recursos, puesto que se basan en módulos de encuestas de movilidad social y análisis de clases sociales, o de condiciones de vida, en el tercer caso. Nuestro trabajo es el primero con alcance nacional y que investiga diversas dimensiones sobre las que había hasta el momento vacancia. En efecto, los datos de este artículo provienen de las más de 3000 personas entrevistadas en la Argentina en la Encuesta Nacional sobre Relaciones Sociales (ENRS)[2] durante 2019. La encuesta cubrió una gran cantidad de dimensiones de las redes personales y se focalizó en los habitantes de 18 años o más residentes en viviendas particulares de localidades de más de 2000 habitantes de todo el país. En particular, el concepto de red personal cercana o entorno cercano (EC) se construyó, en primer lugar, a partir de la pregunta inicial del cuestionario sobre las cinco principales relaciones de cada persona que no compartían el hogar y que consideraban como sus relaciones más importantes. Por ello, consideramos al EC como una estructura o configuración relacional electiva básica de una sociedad si se observa desde cada individuo, a quien, siguiendo la tradición de los estudios de redes personales, llamaremos “ego”. En este sentido, el entorno cercano es un subconjunto de las redes personales a partir de la propia definición de los egos. Preguntamos por lo que podríamos considerar el núcleo de las redes personales, sin conjeturar de antemano ningún fin u objetivo previo del vínculo. Es decir, no asumimos que las redes más cercanas eran de capital social, esto es las relaciones establecidas con algún fin instrumental y/o expresivo, como tampoco que la proximidad implicaba intimidad y confidencias, como propusieron otros trabajos (McPherson, Smith-Lovin y Brashears, 2006), ni mayor frecuencia de contacto o cercanía emocional, ni cualquier otra conjetura que condicionara la elección de nombres por parte de cada individuo. De las relaciones seleccionadas indagamos luego, en distintas partes del cuestionario, aspectos estructurales (sexo, edad y parentesco) y una serie de preguntas sobre dónde se conocieron y por intermedio de quien, la frecuencia de encuentros, entre otras.

El EC tiene un carácter electivo, pero no se conforma al azar, sino con las personas que se conocen en la familia, el barrio, el trabajo, el estudio, las instituciones que se frecuentan, por intermedio de otras relaciones sociales y, cada vez más frecuentemente, por internet. De este modo, conocer las particularidades de los entornos cercanos de los distintos grupos y categorías sociales contribuye a delinear un mapa más preciso de la estructura social en sus aspectos relacionales, en la medida que permite saber cómo distintos grupos configuran su red personal próxima, la cual a su vez gravitará en las dimensiones antes mencionadas, es decir, oportunidades laborales, información, apoyo emocional, etc.  

Además de indagar en las características básicas de los EC de distintos egos en virtud de su clase, sexo, edad y ubicación geográfica, también analizamos el tipo de vínculo entre el ego y sus contactos cercanos y los tipos de intercambios que realizan. Con estas últimas dos variables construimos una tipología que dio lugar a nueve distintos EC que serán presentados más adelante. Para realizar la tipología agrupamos los vínculos en tres grandes categorías: parientes, amigos y vecinos; y los intercambios en instrumentales y/o socioafectivos. Luego construimos una serie de índices e indicadores que nos permitieron ahondar en el conocimiento de los entornos cercanos.

El artículo está organizado de este modo: en las páginas siguientes reseñamos los antecedentes de la temática en Argentina y destacamos nuestros aportes al campo y, a continuación, desarrollamos el apartado metodológico. Luego nos centramos en las características principales de los EC y presentamos la tipología de los mismos para indagar en los rasgos diferenciales de cada tipo. Finalizamos con una conclusión que sintetiza los hallazgos y propone líneas de indagación futura.

Antecedentes y aportes de este trabajo

Existe en la Argentina un campo de análisis de redes sociales sobre una diversidad de temas (ver Teves y Pasarin, 2014). Una serie de investigaciones, han mostrado el peso creciente del capital social en la movilidad social (Kessler y Espinoza, 2007; Dalle, 2016; Seid, 2017) y el rol de los lazos personales para acceder a un trabajo. Fernando Toledo y Diego Bastourre (2006) señalan su importancia en momentos de alta desocupación en los años noventa, y Joaquín Carrascosa (2021) demuestra que para todas las clases el capital social es más importante que los mecanismos de mercado a la hora de intentar una inserción laboral.

Los análisis de redes sociales actuales confirman la importancia de las relaciones para la supervivencia de los sectores más bajos, tal como habían encontrado trabajos antropológicos pioneros –Lomnitz (1977) para México y Ramos (1981) para Argentina–, pero también identifican su importancia para las otras clases. Estos análisis muestran el peso de los lazos fuertes como apoyo emocional y para las ayudas materiales, y de los lazos débiles, relaciones de menor cercanía e intensidad, que tienen un papel importante en la obtención de oportunidades de empleo (Granovetter, 1973; Burt, 2004). Pablo De Grande (2015) subraya el peso de los lazos familiares, sobre todo en las clases más bajas, y de los contactos extrafamiliares en otras clases, y comprueba que las mujeres tienen más vínculos familiares y barriales que los varones; que los vínculos interpersonales disminuyen con la edad y que la familia es un canal importante de vínculos intergeneracionales, hallazgos que nuestro trabajo confirma. Por su parte, Diego Paredes Goicoechea, Carrascosa y Lautaro Lazarte (2020) indican que, en casi todas las ocupaciones y, en particular en la clase obrera, las mujeres tienen menos lazos débiles que los varones, lo cual es un factor adicional de desigualdad en las chances de movilidad ocupacional.

Nuestro trabajo, como se dijo, tiene un alcance nacional y ahonda en dimensiones que no habían sido estudiadas en investigaciones previas. Esto nos permite verificar algunas tendencias observadas en trabajos anteriores, pero extendidas a otras regiones, y con la posibilidad de incluir otras variables, presentar hallazgos inéditos y brindar una tipología e índices creados por nosotros.

En términos generales, se corroboraron dos principios básicos de los estudios de redes: la homofilia y la multiplexidad. El primero es el supuesto de que las redes cercanas electivas se establecen con personas parecidas a uno. La homofilia puede ser de estatus –clase, nivel educativo– (Marsden, 1988; McPherson, Smith-Lovin y Cook, 2001), como indagamos en este artículo, y/o valorativa –ideológica, religiosa, de afinidades culturales, deportivas– (McPherson, Smith-Lovin y Cook, 2001; Lee, Kim y Piercy, 2019; Ertug, Brennecke, Kovacs y Zou, 2022). La homofilia posee consecuencias positivas y negativas, dependiendo de las circunstancias concretas. Sus beneficios son que reafirma el sentimiento de pertenencia, refuerza el apoyo emocional para grupos vulnerables y/o discriminados y provee recursos en situaciones de crisis. Pero también puede ser un vector de reproducción de la desigualdad social en cuanto contribuye al cierre social de sectores aventajados, fomenta la limitación de perspectivas y refuerza la marginalización y estigmatización de grupos replegados sobre sí mismos al limitar su voz y representación en el espacio público (McPherson, Smith-Lovin y Cook, 2001; Mouw y Entwisle, 2006; Bakshy, Messing y Adamic, 2015). Carrascosa (2023) ya había señalado, para el caso del AMBA, altos niveles de homofilia, con fronteras de clases, tanto en los lazos familiares y de amistad. El autor encuentra que dicha homofilia es en forma de U (mayor en clase baja y alta, menor en intermedias).

Uno de nuestros aportes es que quisimos ir más allá del concepto de homofilia de estatus e incorporamos también sexo y edad en el análisis. Para ello, diseñamos un índice de isomorfismo que capta las similitudes y diferencias de los EC en relación con el ego desde otra perspectiva. Entre otras cosas, observamos que son las relaciones de pares las que incrementan el isomorfismo en las redes cercanas, mientras que los vínculos familiares hacen que disminuya.

El segundo atributo, la multiplexidad, indica si un mismo contacto puede ser útil para distintos fines y, hasta donde alcanza nuestro conocimiento, todavía no había sido estudiado en Argentina. En nuestro caso, la multiplexidad es un atributo de la red cercana en su conjunto y no necesariamente de cada uno de sus miembros en particular. En el trabajo se muestra que los EC de la mayoría de los argentinos son multipléxicos; en segundo lugar, son redes de intercambios instrumentales puros y, recién en último lugar, se ubican los EC exclusivamente socioafectivos. En las páginas siguientes advertiremos cómo las distintas variables estructurales gravitan en las probabilidades de conformar uno u otro tipo de EC.

Este trabajo confirma, como los citados previamente, que a medida que aumenta el nivel socioeconómico y educativo se incrementan los contactos no familiares y de intercambios instrumentales, y que las mujeres aún mantienen más relaciones cercanas con parientes que los hombres. Al estudiar los EC de las distintas franjas de edad, se evidencia cómo las redes cambian a lo largo de la vida y se corrobora que la vejez implica una pérdida de lazos extrafamiliares. Nuestro alcance nacional nos permite mostrar la relación entre regiones y redes personales, destacando que la Ciudad de Buenos Aires exhibe una configuración de vínculos diferentes al resto del país y diferenciado del contiguo Gran Buenos Aires. Ahora bien, también indica que las variables interactúan entre sí: en particular, mostramos que las diferencias de género se morigeran en las generaciones más jóvenes y que los adultos mayores de sectores más altos pierden menos relaciones extrafamiliares que sus pares de clases más bajas, entre otros hallazgos que iremos presentando a lo largo del trabajo.

Metodología general

La ENRS, como hemos señalado, se focalizó en los habitantes de 18 años o más residentes en viviendas particulares de localidades a partir de 2000 habitantes en todo el país. Esto garantiza una muy amplia cobertura, dado que más del 91% de la población argentina reside, según el censo 2010, en localidades de estas características. Para el diseño de la muestra se definieron los siguientes dominios de estimación territoriales, sobre los cuales el estudio permite establecer generalizaciones, más allá de las de carácter nacional: Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA)[3] entendida como aglomerado, así como, de manera independiente, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y el Gran Buenos Aires (GBA) –conformado por los 24 partidos del conurbano bonaerense–; Noreste - NEA (provincias de Chaco, Formosa, Corrientes y Misiones); Noroeste - NOA (Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca y La Rioja), Cuyo (Mendoza, San Juan y San Luis); Centro (Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos); Región Pampeana (resto de la provincia de Buenos Aires y La Pampa) y Patagonia (Río Negro, Neuquén, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego).

Para llevar a cabo la encuesta, se diseñó una muestra probabilística, estratificada y polietápica de 4480 casos, diseñada a partir de los datos y la cartografía del Censo Nacional de Población, Hogares y Vivienda de 2010 y sus proyecciones al año 2019. En una primera etapa, una vez definidos los dominios de estimación, se seleccionaron 184 radios censales de 93 localidades que forman parte de 57 aglomerados urbanos. Los radios fueron estratificados según región/provincia, tamaño del aglomerado en población y departamento (esto último sólo en los aglomerados de más de 100.000 habitantes). Como variable de estratificación implícita se definió el nivel educativo del principal sostén del hogar (PSH) a nivel de radio censal (media de PSH con educación universitaria y media de PSH con educación primaria o sin instrucción). Los radios censales fueron seleccionados con probabilidad proporcional a su tamaño poblacional, previo ordenamiento según un índice de nivel educativo de los PSH. En una segunda etapa se seleccionaron viviendas particulares en terreno, de acuerdo con un procedimiento sistemático de recorrido del radio censal basado en la cartografía elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). En una tercera y última etapa, se seleccionó una persona mayor de 18 años en cada vivienda, utilizando una tabla de Kish. No hubo reemplazos de viviendas o individuos, fijándose para cada zona una tasa de sobremuestreo para compensar las ausencias y rechazos.

Un problema típico de las encuestas de estas características es la baja tasa de respuesta en zonas de alta densidad urbana. Para resolver este problema se implementó una modalidad de relevamiento mixta, domiciliaria (4138 casos) y telefónica (342 casos). El relevamiento telefónico se aplicó especialmente en algunos radios censales de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Córdoba, Rosario, San Miguel de Tucumán, Mendoza, La Plata y zonas céntricas de localidades del Gran Buenos Aires.

El instrumento (cuestionario) utilizado en el relevamiento consta de siete módulos: datos sociodemográficos; red relacional (EC); capital social; sociabilidad; autoidentificación y barreras sociales; relaciones sociales conflictivas; participación social. Sin contar el breve módulo sociodemográfico inicial, el cuestionario contiene 32 preguntas que, como en muchos casos son múltiples, generan un total aproximado de 160 preguntas. Para el diseño del cuestionario se recurrió, inicialmente, a tres estrategias: a) revisión de la literatura sobre las cuestiones abordadas en la encuesta, con el fin de identificar hipótesis, reconocer núcleos problemáticos y sistematizar dimensiones significativas consideradas en investigaciones previas; b) exploración de los enfoques teóricos y de los marcos analíticos relevantes a nivel local e internacional acerca de los problemas y dimensiones señalados precedentemente; c) análisis de instrumentos de relevamiento utilizados en diversos contextos regionales e institucionales para investigar temáticas afines a las de la ENRS. El instrumento fue sometido a tres pruebas complementarias: 1) revisión por un panel de expertos argentinos y extranjeros; 2) prueba piloto cuantitativa, con la aplicación del cuestionario a una muestra de 100 casos en la modalidad domiciliaria y 50 en la telefónica; 3) entrevistas cualitativas de tipo cognitivo, basadas en el cuestionario, realizadas en todas las regiones del país a personas de diferentes perfiles sociodemográficos.

Para la realización de este estudio se analizaron variables  sociodemográficas relativas a los egos (personas que respondieron el cuestionario) ―género, edad, lugar de nacimiento, localidad de residencia, características del hogar y de la vivienda, nivel educativo, ocupación, quintil de ingreso, entre otras― y a las personas que componen sus entornos cercanos ―género, edad, nivel educativo, lugar de residencia, clase social percibida (mayor, igual o menor a la del ego), tipo de vínculo con el ego, forma en la que se conocieron con el ego, duración del vínculo con el ego, frecuencia de contacto con el ego, etc.―. Por otra parte, se consideraron variables relativas a los intercambios potenciales y efectivos de distinto tipo de los egos con otras personas ―dinero, recomendación de trabajo, realización de trámites, cuidados, consejos, herramientas, automóviles, etc.―. Asimismo, se analizaron variables complejas construidas ad hoc, que serán explicadas con detalle en las secciones correspondientes: brechas educativas y de clase, un índice de isomorfismo de los egos y sus respectivos entornos cercanos, y una tipología de los entornos cercanos.[4]

Características generales de los entornos cercanos

Una primera aproximación consiste en analizar los EC de los egos según clase, sexo, grupo de edad y lugar de residencia. En cuanto a los indicadores proxy de clase, en este artículo utilizamos el nivel de ingreso y educativo. Como era de prever, a mayor nivel educativo y de ingresos del ego, más probabilidad de personas de alto nivel educativo en su EC. El rasgo más saliente, y en línea con trabajos previos, es que, en los EC de los egos de los quintiles más altos, el peso de las amistades es mayor que en los más bajos, mientras que entre los más bajos pesan más los parientes y los vecinos. En efecto, la red de vecinos o con preponderancia de los mismos en el Q5 cae a 1.9%, frente al 10.6% en el Q1. Al igual que lo encontrado en el trabajo de David Knoke (1990), entre otros, el reach out, es decir, extender la red de contactos por fuera de los círculos más próximos, y el cocooning, centrarse más en los vínculos más próximos, está relacionado con la clase social. Mientras lo primero puede conducir a una mayor exposición a diversas perspectivas, información y oportunidades; lo segundo implica reforzar más las conexiones existentes o muy cercanas y, de este modo, limitar oportunidades y perspectivas diferentes, aunque pueda dar más sentimiento de familiaridad y comodidad. Estas tendencias se corroboran también al considerar el nivel educativo.

En segundo lugar, a medida que aumenta el nivel educativo y de ingresos de los egos, también lo hace el porcentaje de EC cuyo promedio de edad es cercano a la edad de los egos. En efecto, en el Q5 hay 45.9% de miembros de la red de la misma franja etaria, contra 25.5% en el Q1. Cuando se observa por nivel educativo, los EC de la misma edad pasan de un 24.9% entre los egos con primaria completa, a 42.2% entre los de nivel universitario. Esto se debe a la mayor presencia de amigos en un estrato y de parientes en el otro, y al hecho de que parte de estos últimos pertenecen a otra generación, puesto que son en general los hijos y/o padres de los egos.

La principal diferencia entre varones y mujeres es que ellas tienen más familiares y menos amigos en su EC. Investigaciones empíricas previas han demostrado esta diferencia de género en cuanto a la mayor incidencia de relaciones con parientes (De Grande, 2015). Por ejemplo, en la franja de 20-29 años, el 12% de los varones y el 32.3% de las mujeres tienen una red preponderantemente de parientes. Asimismo, sus EC tienen menor nivel educativo que el de los varones. Posiblemente gravite el peso de las adultas de mayor edad que tienen, en promedio, menos años de escolaridad que sus pares varones. Y, de hecho, comprobamos que a medida que aumenta la edad en general, también disminuye la presencia de niveles educativos más altos que los del ego en los EC.

En cuanto a la edad, mientras los más jóvenes tienden a configurar EC de su misma franja etaria, en tanto se avanza en el ciclo de vida la variación es mayor: los EC compuestos por personas de edad similar a la del ego son el 90% entre los que tienen hasta 29 años y el 55.2% entre los mayores de 70 años. Esto se debe, en gran medida, a que la sociabilidad extrafamiliar disminuye con la edad, tal como han demostrado De Grande (2015), Theo Van Tilburg (1998), y Graham Allan y Chris Phillipson (2017), entre otros. En efecto, los EC mixtos de parientes y amigos bajan 20 puntos entre la franja de 20-29 años y la de 70 años y más (de 72% a 52.3%). En contraposición, la red de sólo familiares pasa del 6.4% en los egos de 20-29 años a 21.7% en los mayores de 70. También el peso de parientes y amigos cambia de manera diferente en el ciclo de vida de varones y mujeres. En los varones, la relación entre la presencia de parientes en el EC y la edad del ego se ajusta a una función lineal positiva: a medida que aumenta la edad se incrementa el peso de los parientes. En las mujeres esta relación define una curva en forma de U: los parientes tienen mayor peso cuando son muy jóvenes, posiblemente por la importancia de los vínculos con padres y parientes adultos (tía/os, abuela/os), luego disminuye, para volver a aumentar en las edades mayores. Como veíamos, en línea con lo señalado por De Grande (2015), serían entonces los parientes los que ponen en contacto estrecho a las diferentes generaciones y esto pasa a medida que el ego se vuelve mayor, por la creciente presencia de los hijos en el EC.

Es interesante el peso de cada vínculo familiar en los diferentes grupos de edad de los egos: en la primera juventud todos son importantes (con la excepción de los hijos, por razones evidentes); en edades intermedias, las y los hermanos cobran mayor importancia que en el resto de las edades y luego, al convertirse en adultos mayores, los hijos adquieren centralidad. Por su parte, al avanzar la edad, los vecinos se vuelven más relevantes: su presencia pasa del 6.1% en los EC de los más jóvenes al 27.8% en los adultos mayores, sin gran diferencia por sexo (como si había en el caso de los parientes). También la transición a la vida adulta se advierte al comparar los EC de 18 a 24 años con los de 25 a 29: el entorno cambia de uno preponderante de similar edad a otros con mayores variaciones, posiblemente debido a la creciente partida del hogar de origen, y la consecuente inclusión de padres y hermanos, antes convivientes, en los EC, así como la salida del grupo primario de amigos/compañeros de estudios y el paso al mundo del trabajo, pareja o familia propia, donde los lazos se vuelven más heterogéneos. Otro punto de inflexión acontece al pasar del grupo de 50-69 años al siguiente, aunque en este caso con matices según el género: las mujeres de más de 70 tienen un 16.4% de EC de su misma edad, contra casi el doble del grupo anterior (31.0%). Sin embargo, en los varones la diferencia no es tan marcada: de 36.7% se pasa a 24.4%.

Cuando se observa la participación de varones y mujeres en los EC por franja de edad, se nota un descenso de la presencia de los primeros en las edades más avanzadas, sin duda por una serie de factores conjugados: mortalidad más temprana; menos centralidad del vínculo de los abuelos con los nietos respecto a las abuelas y, en general, mayor aislamiento de los adultos mayores cuando se abandona el mundo laboral (Ajrouch, Blandon & Antonucci, 2005). Cuando analizamos por lugar de residencia, sólo en el NOA hay menor presencia de mujeres, quizás debido a roles tradicionales que las retrotrae de la sociabilidad más que en otras regiones del país. En todo caso, es llamativo el comportamiento de CABA respecto al GBA y al resto del país. En primer lugar, los EC son sobre todo redes de amigos: solo el 6.5% de los EC de los residentes en CABA está integrado únicamente por parientes, contra 13.4% en GBA o 18.7% en el NOA. Esto conlleva, por ejemplo, a que haya más relaciones de edades similares (53.4% vs. 33.4% GBA o 31.6% en Centro/Cuyo).

Por lo demás, a medida que disminuye el tamaño de la ciudad también lo hace el nivel educativo de los EC y, a la vez, aumenta el peso de los contactos que viven en el mismo barrio, según la definición del ego de lo que es su barrio (por lo cual esto podría significar algo distinto en cada tamaño de ciudad). Asimismo, para las mujeres y las personas de mayor edad, el barrio como espacio de sociabilidad es más importante que en el promedio poblacional. Un detalle a destacar es que, en el GBA, el lugar del barrio como localización de los contactos del EC es mayor que en otras regiones, pero es posible que la definición subjetiva de barrio sea más extendida que en otros centros urbanos más pequeños. Por último, entre los más aventajados, la presencia de contactos del exterior en el EC tiene mucha más importancia que en los de sectores más bajos o medios. En esa misma dirección, en CABA un 5.4% de los egos tiene un contacto de su EC que vive en otro país, que puede ser pariente o amigo, mientras que en el resto de las regiones la cifra es casi insignificante. Otras particularidades regionales son que en la Patagonia es donde hay más contactos nacidos en el exterior, posiblemente debido a la migración internacional, en este caso chilena y, por su parte, las mujeres del NOA tienen un número mayor de contactos en otras provincias. En la región Centro, hay muchas relaciones con personas de otras ciudades de la misma provincia, quizás por el tipo de configuración urbana en las provincias de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, en las hay una gran cantidad de ciudades y pueblos cercanos entre sí por los que circulan habitualmente los residentes de la zona con fines educativos, comerciales, de atención médica, entre otros, y, como sugiere nuestro estudio, también de sociabilidad, con lo cual un ego puede tener relaciones en distintas localidades próximas de la misma provincia. Por otra parte, en CABA es donde hay más probabilidades de tener en el EC una persona de otro sexo. También en toda la muestra, el porcentaje de mujeres que tienen contacto con un varón de nivel educativo más alto es mayor que las que tienen contacto con un varón de nivel educativo más bajo.

En resumen, y en línea con hallazgos previos, una primera aproximación a los EC muestra que a medida que aumenta la posición de clase hay mayor peso de amigos que de parientes y vecinos; que las mujeres tienen más presencia de familiares que los hombres; que género y ciclo de vida se articulan de manera diferente entre varones y mujeres; que el barrio sigue siendo un lugar de sociabilidad importante y los vecinos una relación central, y que con la edad la pérdida de contactos extrafamiliares es muy significativa.

Composición de los EC 

En este apartado nos proponemos responder algunas preguntas básicas de la composición de los EC. En primer lugar, ¿cómo y dónde cada una/o conoció a los miembros de su EC? Cuando se observa por clase, se ve que en sectores bajos pesa más el barrio como lugar de conocimiento y, en los altos, el trabajo e internet. En las mujeres es más frecuente que sea por medio de un familiar, mientras que en los varones gravita más el trabajo y, en menor medida, internet. A su vez, entre los adultos mayores cuentan más los vínculos conocidos a través de parientes y en el barrio; mientras que en los jóvenes importan los lugares de estudio, recreativos e internet y, en las edades intermedias, el lugar más importante es el trabajo.

En las regiones hay comportamientos diferenciales: en el AMBA tienen más importancia los lugares de estudio y, en la Patagonia, internet –probablemente debido a las grandes distancias entre urbes relativamente pequeñas– y la mediación de otras personas. Por su parte, el escaso peso de la familia como intermediaria posiblemente esté relacionado con el hecho de que, por tratarse de una región con fuerte presencia de migrantes, los residentes tienen menos redes familiares locales que en otras regiones.

¿Son los EC una red de contactos frecuentes? La respuesta es sí: hay una alta proporción de relaciones diarias, también semanales y otras más esporádicas. Los contactos pueden ser de distintos modos y, en efecto, se advierte mucha densidad de comunicación por plataformas como WhatsApp. En CABA y GBA la frecuencia es un poco menor que en otras zonas y las y los porteños compensan esta menor asiduidad con un peso importante de contactos de forma quincenal. De su lado, las porteñas exhiben una mucho mayor frecuencia diaria que los porteños (63.4 % y 36.5 %, respectivamente), mientras que, por ejemplo, en GBA la diferencia es mucho más baja: 68.1% entre los varones vs. 72% entre las mujeres.

Hemos elaborado dos indicadores para ahondar en la composición de los EC. Uno es el de brechas educativas,[5] que son un proxy para estimar los niveles de homofilia de estatus. Hay una prevalencia de redes con contactos de igual nivel educativo, o donde estos son mayoritarios (55.5% de los egos tiene este tipo de EC). Por su parte, los egos que tienen redes de menor nivel, o prevalencia de contactos de menor nivel educativo, son el 20.3%, y los que tienen redes con contactos de nivel educativo superior al propio son el 17.8%. En la juventud la brecha educativa es más baja y aumenta progresivamente con la edad. Si comparamos los extremos, la red más semejante desde el punto de vista educativo pasa del 62.1% en los más jóvenes al 42.2 % en los adultos mayores, mientras que la de predominio de contactos de nivel superior es de 12.1% en el grupo de hasta 29 años, y de 34.1% en los de 70 años y más. Como era de esperar, las brechas son más amplias en las franjas etarias cuando se compara por sexo. Si entre varones los entornos de brecha educativa superior alcanzan el 14% en el primer grupo de edad, y llegan al 31% entre las personas mayores, entre las mujeres se pasa del 9.7% al 36.3%. Como ya dijimos, esto es resultado del gran aumento de la cobertura educativa entre las mujeres en tiempos recientes y, su reverso, las grandes diferencias de años de educación formal por género en las generaciones mayores.

CABA, una vez más, tiene un perfil muy particular: el 70.8% de los egos tiene redes de homofilia educativa. Patagonia le sigue, aunque con marcada distancia. El GBA tiene una configuración más cercana al NOA, Cuyo y NEA, en donde el porcentaje de EC de estas características es menor. Así, en CABA se advierte que la expansión educativa fue anterior a otras regiones, puesto que allí, más que en otras zonas del país, es más probable que padres e hijos tengan un nivel educativo similar. Cuando analizamos el nivel educativo de los egos, es interesante que en los EC de los que tienen sólo primaria completa (con alto peso de personas de mayor edad y muy bajo NSE) se mantiene un nivel de homofilia importante (43.7 % de EC sin brecha educativa con respecto al ego), aunque esta ausencia de brecha educativa es más alta entre los egos que tienen mayor educación.

El otro indicador son las brechas de clase:[6] basándonos en la percepción de los egos sobre si cada miembro de su EC es de una clase similar, superior o más baja, vemos que son preponderantes los EC con homofilia de estatus, seguidos por los EC considerados de estatus más alto y, finalmente, los EC de una clase más baja que la propia. Este orden se repite en casi todos los cortes, salvo por clase. Los egos que perciben que su EC es de clase más baja que la propia son la mitad de quienes perciben que tienen un EC con un nivel socioeconómico más alto.

Para ahondar en la composición de las redes, un tema central es ver su carácter, si son socioafectivas o expresivas, o si también se producen intercambios de algún tipo de bien o servicio, a las que llamaremos instrumentales. En primer lugar, vemos la preponderancia de EC en los que se producen ambos tipos de intercambio –socioafectivos e instrumentales– (59%), seguidos por los de puro capital social (29%) y los de sociabilidad pura (12.1%). Posiblemente haya una relación, aún a revisar, entre el tamaño de la red y la mayor probabilidad de tener intercambios mixtos. Las redes de sociabilidad aumentan su peso relativo con la edad, y sobre todo cuando se adiciona el género: en el grupo de las mujeres mayores de 70 años hay un 17.1% de redes socioafectivas, mientras que entre los varones del mismo tramo de edad éstas llegan al 9.9%. Por tamaño del aglomerado, aun viendo los extremos, no se encuentran muchas diferencias significativas. En cambio, las diferencias son importantes cuando observamos por regiones: CABA cuenta con la menor proporción de redes socioafectivas puras, 6.5%, contra 16.2% en el NOA, 14.2% en el Centro y 9,2% en el GBA. Por el contrario, las redes de capital social puro son 35% en CABA frente a 24.0% en NOA y en torno a 28% tanto en GBA como en el Centro y Cuyo. Con relación a los grupos de ingresos, el peso de las redes socioafectivas puras parece disminuir a medida que se asciende en la estructura social (15,1% en el Q1 contra 7,7% en el Q5), pero en las de capital social no se ven grandes diferencias.

Tipología de Entornos Cercanos

Al analizar los EC resulta fundamental diferenciar entre las características individuales de cada contacto, por un lado, y las del EC en su conjunto, concebido como unidad de análisis. Hay distintas formas de construir tipologías de redes, en general basadas en características de los vínculos (densidad, centralidad, etc.) y en rasgos estructurales de los componentes. Los expertos sugieren elegir atributos según los objetivos de cada investigación e intentar que la tipología no sea compleja (Bidart, Degenne y Grossetti, 2018). Nosotros proponemos una tipología de entornos cercanos construida a partir de la combinación de las variables que dan cuenta, por un lado, del tipo de vínculo entre el ego y sus contactos y, por el otro, del tipo de relación de intercambio que establecen entre sí.

La primera variable define un continuum imaginario que va desde un polo en el que todos los contactos son vínculos familiares, que típicamente se generan en el contexto de la socialización primaria –madre, padre o hijos–, hasta otro polo en el que todos los contactos son pares –amigos–, es decir, vínculos típicamente electivos (aunque está claro que el hecho de incluir a un familiar en el propio EC también es una decisión electiva) y que en general se establecen en el marco de la socialización secundaria. Además, existen múltiples situaciones intermedias que hemos nucleado en una única categoría mixta en la que convergen diferentes combinaciones de vínculos de distinto tipo (familiares, amigos, vecinos, otros).

El tipo de relación, por su parte, tiene que ver con lo que circula y se intercambia entre el ego y sus contactos, ya sea unidireccionalmente o de modo simétrico o recíproco. Este eje también define un continuum que va desde las relaciones puramente socioafectivas (con todos los componentes del EC) hasta aquellas que involucran algún tipo de intercambio (de dinero, bienes, ayudas, cuidados, consejos, etc.) entre el ego y todos sus contactos, pasando por situaciones multipléxicas en las que conviven contactos socioafectivos con otros con los que se producen distintos intercambios. Este eje está claramente relacionado con el capital social o, mejor dicho, con la medida en que el capital social se pone en juego efectivamente en las relaciones del ego con su EC. Cabe aclarar que al hablar de vínculos socioafectivos puros no estamos afirmando que no se produzcan intercambios. Su definición como tales se basa en el hecho de que los egos no mencionan a estos contactos, a pesar de ser sus vínculos más cercanos, entre aquellas personas con las que han realizado efectivamente intercambios (de dinero, bienes, ayudas, cuidados, consejos, etc.) o con las que podrían potencialmente hacerlos.[7]

Como puede observarse en la Tabla 1, la combinación de estas variables permite generar una tipología de 9 entornos cercanos que hemos rotulado de la siguiente manera: (1) EC socioafectivo familiar; (2) EC socioafectivo mixto; (3) EC socioafectivo de pares; (4) EC multipléxico familiar; (5) EC multipléxico mixto; (6) EC multipléxico de pares; (7) EC instrumental familiar; (8) EC instrumental mixto; (9) EC instrumental de pares. Las celdas ubicadas en los cuatro extremos de la tabla dan cuenta de los tipos puros (1, 3, 7 y 9), definidos de esta forma porque implican relaciones únicamente socioafectivas, ya sea solo con familiares o solo con amigos, o únicamente instrumentales, igualmente solo con familiares o solo con amigos. Los restantes tipos son híbridos, dado que combinan distintos vínculos (familiares, amigos, etc.) y/o distintas relaciones (socioafectivas e instrumentales). El tipo 5 es mixto en ambas dimensiones o, mejor dicho, mixto y multipléxico, y define los EC más heterogéneos tanto en su composición vincular, porque incluyen más de un tipo de vínculo (generalmente familiares y amigos), como en cuanto al aspecto relacional, porque cuentan con relaciones socioafectivas e instrumentales.

Tabla 1: Tipología de entornos cercanos

Tipo de vínculo

Tipo de

relación

Solo parientes

Mixto (parientes, amigos, otros)

Solo amigos

Socioafectiva pura

(1) EC socioafectivo familiar 

2,1%

(2) EC socioafectivo mixto

5,4%

(3) EC socioafectivo de pares

4,4%

EC con bajo uso del capital social

11,9%

Multipléxica

(4) EC multipléxico familiar

              9,4%

(5) EC multipléxico mixto

              27,3%

(6) EC multipléxico de pares

              21,5%

EC con uso medio del capital social

58,2%

Instrumental pura

(7) EC instrumental- familiar 

               5%

(8) EC instrumental- mixto

              12,1%

(9) EC instrumental de pares

               11,7%

EC con alto uso del capital social

28,8%

EC + basados en socialización primaria (vínculos “naturales”)

16,5%

EC de socialización mixta

44,8%

EC + basados en

socialización secundaria (vínculos “electivos”)

37,6%

TOTAL

98,9%

(El 1,1% faltante son casos sin información)

Fuente: elaboración propia en base a la Encuesta Nacional sobre Relaciones Sociales (ENRS) - Programa de Investigación sobre la Sociedad Argentina Contemporánea (PISAC).

La tabla precedente es una representación esquemática de la tipología y, además, reporta el dato estadístico relativo a la prevalencia de cada tipo de EC en la población total argentina. El tipo más común es el multipléxico mixto, es decir, aquél que incluye distinto tipo de vínculos y de relaciones. El menos habitual es el socioafectivo familiar. En general, los EC socioafectivos, independientemente de que estén conformados solo por familiares, solo por amigos o por una combinación de distintos tipos de vínculos, son menos prevalentes (11.9%) que aquellos en los que se produce alguna forma de intercambio entre el ego y sus contactos. Tanto en el eje del tipo de vínculo, como en el del tipo de relación, predominan los tipos híbridos o mixtos: el 58.2% de los EC incluyen una combinación de relaciones socioafectivas e instrumentales, y el 44.8% una conjunción de vínculos familiares, amigos y/u otros. Entre los tipos que definimos como puros, el más frecuente es el instrumental de pares (11.7%), mientras que su opuesto por definición (porque se encuentra en el otro extremo en ambas variables de la tipología), el socioafectivo puro, es el menos habitual y apenas supera el 2% del total de los EC de los encuestados. Los otros dos tipos puros totalmente opuestos entre sí, el instrumental familiar y el socioafectivo de pares, tienen una incidencia relativa similar en torno del 5%.

En el análisis de la tipología también resulta interesante abordar los marginales de filas y de columnas. En cuanto a estos últimos, se observa que un 16,5% de los EC están conformados exclusivamente por parientes, independientemente de que su relación con el ego sea socioafectiva, instrumental o mixta, mientras que un 44,8% tienen una combinación de parientes, amigos y/u otro tipo de vínculo. Finalmente, un 37,6% de los EC sólo involucran amigos. Respecto de los marginales de fila, se constata la prevalencia de los EC multipléxicos: la sumatoria de sus variantes familiar, de amigos y mixta alcanza al 58,2% del total de los EC, mientras que los EC con relaciones únicamente socioafectivas son el 11,9% (los más minoritarios) y aquellos con relaciones exclusivamente instrumentales representan el 28,8% del total.  

Tipos de EC según clase, sexo, edad y lugar de residencia  

En este apartado nos proponemos ahondar en la relación entre distintas variables que categorizan a los egos (clase, sexo, edad y lugar de residencia) y la mayor o menor preponderancia de determinados EC de nuestra tipología.

Clase

El rasgo más saliente es que a medida que se asciende en la estructura social, hay mayor peso de EC de grupos mixtos o de pares y con intercambios de tipo instrumental. En los estratos más bajos, hay más preponderancia de EC de familiares y/o mixtos con parientes y vecinos y cuyo componente instrumental es menor. En efecto, se observan variaciones importantes en la prevalencia de cada tipo de EC de acuerdo con los niveles educativos y de ingresos de los egos. Todos los EC con dominancia familiar y/o socioafectiva (con la excepción del socioafectivo de pares), son proporcionalmente mayores en los niveles educativos más bajos. Así, los EC socioafectivos familiares casi cuadruplican el peso que tienen entre los egos con estudios primarios respecto de los que cuentan con estudios superiores. En parte, esto podría deberse a la significativa presencia de personas mayores –y especialmente mujeres mayores– en el grupo de egos con estudios primarios, dado que las mujeres en general, y las personas mayores en particular, como se vio precedentemente, tienden a tener EC familiares y socioafectivos en una proporción más alta que otros grupos sociales. Esto va al encuentro de una literatura que, al menos hasta los años noventa, indicaba la persistencia de una concepción tradicional femenina de éxito más vinculado a la vida familiar y afectiva que al espacio público (Markus, 1990)

Asimismo, cuando observamos nuestra muestra desde los quintiles del ingreso del hogar de pertenencia, se registran tendencias en la misma dirección. Los EC familiares representan el 21.6% de los EC de los egos del primer quintil, frente al 9,5% de los del quinto quintil. A medida que aumentan los ingresos, aumenta también el peso relativo de los EC de pares, con la excepción del socioafectivo de pares que, por el contrario, disminuye progresivamente hasta ocupar un lugar marginal (1.9%) entre los egos del estrato más alto. En resumen, entre los egos mejor posicionados se observa una incidencia mucho menor de los EC socioafectivos: en todas sus variantes, ellos suman apenas el 7.6%, frente al 14.4% entre los egos más pobres. Y si bien la mayoría de los EC de todos los quintiles de ingresos implican al menos alguna presencia de pares y al menos algún tipo de intercambio, el patrón de relaciones sociales centrado simultáneamente en los pares (amigos) y en el uso del capital social (intercambios) es más predominante entre los egos de mayores ingresos.

Sexo y edad

Entre las mujeres, los entornos cercanos formados exclusivamente por familiares (sean puramente socioafectivos o con algún componente instrumental) tienen mayor peso relativo que entre los varones y, visto desde los intercambios, también pesan más las relaciones socioafectivas (incluso cuando el EC está compuesto solo por amigos). En efecto, la sumatoria de todas las variantes de EC que tienen únicamente vínculos familiares y/o solo relaciones socioafectivas, alcanza a un tercio del total de los entornos cercanos de las mujeres y cerca de un quinto del de los varones. La máxima diferencia con las mujeres está en el peso que tienen los EC multipléxicos de pares, es decir, aquellos conformados únicamente por amigos, pero con relaciones tanto socioafectivas como instrumentales. Se trata del más importante para ellos, cerca del 28%, seguido muy de cerca por el multipléxico mixto. En cambio, entre las mujeres representa el 16%, por detrás de los EC multipléxicos mixtos que aglutinan el 28% de los casos.

En contraste, los entornos sin participación de familiares superan el 44% de los EC de los varones y el 31% de los de las mujeres. Si bien las diferencias no son abismales, estos datos, en su conjunto, vuelven a confirmar que, a pesar de los recientes cambios en las relaciones de género y en los roles sociales de mujeres y varones, los EC de muchas mujeres todavía siguen más ligados a la socialización primaria y al mundo doméstico que los de los varones, y probablemente estén más apegados al ejercicio de roles familiares tradicionales, una hipótesis respaldada por la mayor presencia de hijos, padres y nietos en sus redes sociales. Las orientaciones tradicionales se verifican también en los EC de los varones, pero ligadas en este caso a la idea del espacio extradoméstico (club, trabajo, etc.) como ámbito privilegiado de socialización, lo que se refleja en la mayor presencia de amigos en sus redes, y en el menor peso relativo de las relaciones puramente socioafectivas, en línea con lo mostrado por Carrascosa (2023).  

La distribución relativa de los diferentes tipos de EC también varía de acuerdo con las edades de los egos. Entre los más jóvenes –de 18 a 24 años– los entornos afectivos familiares son casi inexistentes (0,8%), tal vez por el hecho de que, a esa edad, las relaciones familiares más significativas –madres, padres, hermanas/os– son en general todavía convivientes (por ende, no entran en las respuestas posibles sobre el EC). El peso de este tipo de entornos aumenta paulatinamente con la edad, pero los EC de este tipo (familiares afectivos) recién adquieren alguna significación en el grupo de 50 a 69 años, en el que representan casi el 3% de los EC y, especialmente, a partir de los 70 años, cuando llegan al 4.4%. La afirmación precedente vale en realidad para todos los EC integrados solo por familiares, sean puramente afectivos o no: su sumatoria nuclea al 11.5% de los EC de los más jóvenes, y va aumentando su peso relativo a medida que aumenta la edad de los egos, hasta llegar al 20.1% en el grupo de 50 a 69 años y al 26% entre los mayores de 70 años.

Esta brecha en la participación relativa de los EC con composición únicamente familiar se compensa en el caso de los jóvenes con la mayor importancia de los entornos multipléxicos de pares, es decir, aquellos conformados únicamente por amigos y con quienes se mantienen relaciones tanto socioafectivas como instrumentales. Este tipo de EC cuenta por el 25.4% del total entre los jóvenes de 18 a 24 años, y por el 22% entre los de 25 a 29 años. Su peso relativo va descendiendo progresivamente hasta el 13.3% entre los mayores de 70 años.

Cuando se realiza el análisis de grupos etarios y género, se constata que, en líneas generales, las diferencias encontradas en ambas variables se mantienen. Así, tanto entre las mujeres como entre los varones jóvenes es menor la proporción de EC familiares y socioafectivos, y mayor la de EC multipléxicos de pares. Pero, independientemente de la edad, dentro de cada grupo etario hay, entre las mujeres, mayor presencia de EC familiares y socioafectivos y menor presencia de EC de pares.

Lugar de residencia

Al igual que en el caso de todas las otras variables analizadas, los EC      predominantes en todos los tipos de aglomerado son los multipléxicos y de composición mixta. Sin embargo, los entornos cercanos integrados únicamente por familiares tienen mayor peso relativo en los aglomerados urbanos pequeños, mientras que los de pares, con la excepción del socioafectivo, en las ciudades grandes. En efecto, el peso combinado de todos los EC exclusivamente familiares llega al 22.6% entre los egos que residen en localidades de menos de 20.000 habitantes, y disminuye al 14.3% en las de más de 500.000. En cambio, los EC conformados exclusivamente por pares son el 34.3% en las ciudades más pequeñas y cerca del 40% en las más grandes. En cuanto al tipo de relaciones, los EC socioafectivos son algo más prevalentes en los aglomerados pequeños y los instrumentales en los grandes, pero las diferencias son leves. Un contraste interesante se observa en los EC multipléxicos, que constituyen cerca del 50% del total en todos los tamaños de localidades, pero cuyas variantes presentan una distribución desigual: los multipléxicos exclusivamente familiares tienen más peso en las ciudades pequeñas, mientras que los mixtos y los de pares lo tienen en las ciudades con más habitantes.

Como ya hemos señalado, la CABA posee un patrón de entornos cercanos diferente al de las otras regiones. Se destaca por el bajo peso relativo de los EC familiares y socioafectivos puros, en comparación con regiones como el Centro, el NEA y el NOA. Todas las variantes de los EC exclusivamente familiares (socioafectivos, multipléxicos e instrumentales) suman 8.8% en CABA, frente a 20.6% en el NOA y 20.4% en la región Centro. En cuanto a los EC exclusivamente socioafectivos, en todas sus variantes llegan apenas al 6.5% en CABA, mientras que en el NOA y el Centro representan el 16% y el 14% respectivamente. Por lo demás, es casi nula la presencia de EC socioafectivos de pares en la CABA (0.9%): en este distrito, los grupos conformados exclusivamente por pares (amigos), que representan cerca del 50% del total, son casi siempre grupos en los que hay intercambios de distinto tipo, al menos con alguno de los integrantes de la red. En las otras regiones, los EC formados exclusivamente por pares tienen menos peso y, dentro de ellos, se observa una cuota importante de los puramente socioafectivos (entre 4.5 y 6 veces más que en CABA). Los datos permiten afirmar que, en general, en CABA el entorno cercano de los egos es en cierto sentido inseparable de algún tipo de intercambio en el sentido más clásico: en el 93.5% de los EC se producen intercambios o circulación de ayudas, bienes, dinero, etc. Y si bien este tipo de patrón de relacionamiento social también es muy significativo en otras regiones, hay una cuota mucho mayor de entornos cercanos que no movilizan capital social.

En la Tabla 2 presentamos, a manera de síntesis, las principales características de cada tipo de entorno cercano en relación con las variables arriba reseñadas: sexo, edad, clase social y lugar de residencia. Los porcentajes debajo del rótulo de cada tipo de entorno cercano corresponden a su peso relativo en la población argentina.

Tabla 2: Principales características de los tipos de entornos cercanos

(1) EC socioafectivo familiar

2,1%

(2) EC socioafectivo mixto

                5,4%

(3) EC socioafectivo de pares

4,4%

0,8% en los jóvenes de 18 a 24 años.

4,4% en los mayores de 70 años.

Más prevalente entre mujeres.

Mucho más significativo en egos con estudios primarios.

Mayor peso relativo en egos de bajos ingresos.
Más característico en egos que residen en localidades pequeñas.

Baja incidencia en CABA.

Mayor peso relativo en el Norte y el Centro.

Más prevalente en mujeres y en egos con niveles educativos bajos.

Mayor peso relativo en egos de bajos ingresos.

Baja incidencia en CABA.

Mayor peso relativo en el Norte y el Centro.

Más prevalente en mujeres, y en egos con estudios terciarios y universitarios.

Bajo peso relativo en egos de altos ingresos.

Casi nula presencia en CABA.

Mayor peso relativo en el Norte, Centro, Cuyo y Patagonia.

(4) EC multipléxico familiar

9,4%

(5) EC multipléxico mixto

27,3%

(6) EC multipléxico de pares

21,5%

Más prevalente en mujeres.

Más significativo en egos que residen en localidades pequeñas.

Baja incidencia en CABA.

Mayor peso relativo en el Norte y el Centro.

28% entre las mujeres.

Mayor peso relativo en mujeres y varones jóvenes, aunque sin diferencias significativas entre grupos etarios.

Más preponderante en egos que residen en localidades grandes.

28% entre los varones y 16% entre las mujeres.

25,4% entre los jóvenes de 18 a 24 años y 13,3% entre los mayores de 70 años.

Más prevalente en egos con estudios terciarios y universitarios.

Más representativo en egos de altos ingresos.

(7) EC instrumental familiar

5%

(8) EC instrumental mixto

12,1%

(9) EC instrumental de pares

11,7%

Más prevalente en mujeres.

Mayor peso relativo en egos con estudios primarios.

Más significativo en egos que residen en localidades pequeñas.

Baja incidencia en CABA.

Mayor peso relativo en el Norte y el Centro.

Más significativo en los varones.

Más prevalente en CABA.

Más prevalente en egos con estudios terciarios y universitarios, y en egos de altos ingresos.

Más significativo en egos que residen en localidades grandes.

Más prevalente en CABA.

Fuente: elaboración propia en base a la Encuesta Nacional sobre Relaciones Sociales (ENRS) - Programa de Investigación sobre la Sociedad Argentina Contemporánea (PISAC).

Grados de isomorfismo en los distintos tipos de EC

En uno de los apartados precedentes, a través del análisis de las brechas educativas y de clase entre los egos y sus EC, abordamos la clásica cuestión de la homofilia. Pero para complementar este análisis, tal como anticipamos en la introducción, hemos desarrollado un índice de isomorfismo. Isomorfismo significa, literalmente, que tiene idéntica forma. Se trata de un índice aditivo que da cuenta del grado de parecido del EC con respecto al ego, construido a partir de la combinación de cuatro indicadores. En línea con el concepto de homofilia de estatus, consideramos el nivel socioeconómico y educativo, pero para dar más complejidad y completitud a la captación de la semejanza o la diferencia entre un ego y su EC, incluimos también la edad y el género. Así, los altos niveles de isomorfismo estarán correlacionados con altos grados de homofilia pero, dependiendo del modo en que se conformen los EC desde el punto de vista generacional y de género, podríamos encontrar niveles más bajos de isomorfismo aun en situaciones de alto grado de homofilia (por ejemplo si un EC está compuesto por familiares de distinta generación a la del ego).

Para la construcción del índice se determinó, en primer lugar, qué tan parecido o diferente es cada contacto con respecto al ego en cada uno de estos cuatro indicadores. A partir de ello, y teniendo en cuenta no ya a cada contacto en sí mismo, sino el conjunto de los contactos (EC), se construyeron cuatro nuevos indicadores sintéticos que expresan la similitud o diferencia del EC (brecha) con respecto al ego, en una escala ordinal de 5 puntos. Así, por ejemplo, para el género se definió un indicador con las categorías: 1- EC en el que todos los contactos son del mismo género del ego; 2- EC en el que los contactos tiene diferente género, pero hay predominio del mismo género del ego; 3- EC equilibrado desde el punto de vista del género, en el sentido de que se observa una misma cantidad de contactos de uno u otro género; 4- EC en el que los contactos tienen diferente género, pero hay predominio del género opuesto al del ego; 5- EC en el que todos los contacto son del género opuesto al del ego. Esta misma lógica se utilizó en la construcción de todas las otras brechas, dos de las cuales, la educativa y la de clase o nivel socioeconómico, hemos analizado precedentemente.

El índice aditivo resultante de la combinación de estos cuatro indicadores puede adoptar valores entre 4 y 20 puntos, que indican, en el primer caso, un EC muy isomórfico con respecto al ego y, en el segundo, un EC nada isomórfico. Finalmente, a los fines de simplificación, se elaboró un índice de isomorfismo con una escala ordinal de seis puntos que reagrupan los 17 puntos posibles de la escala original (4 a 20) y que permite diferenciar EC muy isomórficos, bastantes isomórficos, medianamente isomórficos, poco isomórficos y nada isomórficos.  

Tal como se observa en el Gráfico 1, los entornos de pares, y especialmente los afectivos, presentan los porcentajes más altos de redes isomórficas, mientras que los familiares, y en particular los instrumentales, presentan los porcentajes más bajos. Por el contrario, los EC familiares, y aún más los instrumentales familiares, registran porcentajes más altos de redes poco isomórficas (y estos últimos son los únicos entre los que hay, aunque en un grado muy marginal, redes nada isomórficas), mientras que los entornos de pares, y especialmente los afectivos, presentan los porcentajes más bajos de redes poco isomórficas. Los EC multipléxicos mixtos, que son los más heterogéneos en su composición, tanto desde el punto de los vínculos como de los tipos de relaciones –y que son los más habituales en la sociedad argentina–, presentan la distribución estadísticamente más cercana a la normalidad, aunque algo sesgada hacia el isomorfismo, en particular como resultado de la casi total inexistencia de EC nada isomórficos en todos los tipos de EC.

Gráfico 1: Nivel de isomorfismo de los EC, según tipo de EC (en porcentaje)

Gráfico, Gráfico de barras

Descripción generada automáticamente

Fuente: elaboración propia en base a la Encuesta Nacional sobre Relaciones Sociales (ENRS) - Programa de Investigación sobre la Sociedad Argentina Contemporánea (PISAC). Nota: ECAF (EC socio-afectivo familiar) / ECIF (EC instrumental familiar) / ECMM (EC multipléxico mixto) / ECAP (EC socioafectivo de pares) / ECIP (EC instrumental de pares)

Si se suman en cada caso las dos categorías con mayor frecuencia, se observa que entre los EC instrumentales de pares hay un 77.4% de entornos muy o bastante isomórficos y que entre los EC socioafectivos de pares esta misma situación alcanza al 73.7%. Por su parte, entre los EC multipléxicos mixtos, el 84.3% son bastante o medianamente isomórficos, situación que alcanza al 73.6% entre los EC socioafectivos familiares. Finalmente, el 70.7% de los EC instrumentales familiares son medianamente o poco isomórficos.

Uno de los hallazgos más interesante es que los EC de amigos (pares) tienden a ser más isomórficos. Es decir que, los egos de este tipo de entornos, no solo consideran contactos cercanos a personas de su misma clase social y nivel educativo (homofilia de estatus), algo bastante prevaleciente entre los egos de todos los tipos de EC, sino que también tienden a vincularse con personas de la misma edad y género. Son los parientes quienes introducen mayores brechas de distinto tipo en los EC. El hecho de que los EC instrumentales familiares sean aquellos con los niveles de isomorfismo tendencialmente más bajos, pone en evidencia que son típicamente, aunque no solo, EC de personas mayores que requieren de apoyos por parte de familiares más jóvenes (hijos, nietos). Esto introduce claras diferencias de edad y de nivel educativo en estos EC y, en algunos casos, también de nivel socioeconómico y de género.

Como señalamos, la presencia de amigos o parientes es clave para dar cuenta de las diferencias en los niveles de isomorfismo de las redes. Pero también lo es, aunque en menor medida, el carácter puramente socioafectivo o puramente instrumental de las relaciones. Los EC socioafectivos, tanto familiares como de pares, presentan porcentajes más altos en la categoría “muy isomórficos” y, a la vez, más bajos en la categoría “poco isomórficos”. Ya hemos presentado una posible explicación de esto en el caso de los EC instrumentales familiares. En los de pares, la diferencia entre los socioafectivos y los instrumentales se relaciona con el hecho de que, en los últimos, la centralidad de los intercambios (y especialmente los de dinero) implicaría una mayor presencia relativa de contactos de otra clase social y/o de mayor edad, en particular si se tiene en cuenta que los EC instrumentales de pares tienen relativa importancia entre los jóvenes.

El isomorfismo de los EC está en cierto sentido relacionado con la edad y la etapa del ciclo vital de los egos. En la juventud, hasta los 24 años, se observan los niveles más altos de entornos cercanos isomórficos, lo que indica la presencia de redes cercanas integradas por otros jóvenes de la misma clase social, nivel educativo, rango de edad e incluso del mismo género. Cabe recordar que, en estos casos y como ya se ha señalado, es mayor la probabilidad de que los familiares directos –padres y hermanos– no integren los EC por ser todavía convivientes. Pero también es menor la expectativa de que estos jóvenes desempeñen roles que impliquen cercanía con padres o abuelos, al menos en lo que respecta a la provisión de apoyo económico, cuidados, etc. A medida que aumenta la edad, cambian las circunstancias y las expectativas: crecen las posibilidades de que los padres (en este caso ya personas mayores) formen parte de los EC de sus hijos y tengan una dependencia relativa con respecto a ellos y, por lo tanto, los niveles de isomorfismo disminuyen. Esto es especialmente significativo en las mujeres de mediana edad, entre quienes también es más probable que, además de sus padres, los hijos integren sus EC. Como vimos, los EC menos isomórficos son los de las personas mayores, y especialmente las mujeres, que tienden a tener familiares más jóvenes en sus redes cercanas. De alguna forma, y a diferencia de la homofilia, en la que niveles más bajos pueden indicar una diversificación de contactos y un menor encapsulamiento social, los niveles bajos de isomorfismo, en muchos casos, tienden a insinuar la presencia de una vida social, al menos en lo que respecta a los contactos cercanos, más bien circunscrita al ámbito familiar.  

Finalmente, podemos señalar que muchas de las diferencias analizadas a lo largo de este artículo en relación con los EC de egos de diferentes géneros, franjas etarias, o que residen en distintas regiones del país, se atenúan cuando controlamos por tipo de EC. Así, si se considera por ejemplo únicamente a los EC de pares, las diferencias entre CABA y el resto de las regiones disminuyen. Esto indica que las redes de amigos tienden a ser isomórficas en todos lados, y que las diferencias tienen más que ver con el peso relativo o la prevalencia de cada tipo de EC en cada región, y no tanto con las características de un mismo tipo de EC en diferentes regiones. Algo similar podemos afirmar con relación al género: si consideramos, por ejemplo, a las mujeres jóvenes que tienen redes de pares (amigas/os), se observan características y grados de isomorfismo similares a los de las redes de varones en la misma condición. La diferencia es que, entre estos últimos, los EC de pares tienen mayor preponderancia.

Conclusiones

En este artículo nos propusimos realizar un aporte inicial al estudio de un subconjunto de las redes personales que aquí llamamos entornos cercanos, que en tanto núcleo de las redes personales gravitarán como influencia, fuente de apoyo, recursos y contactos. Comenzamos por definir los aspectos generales de los EC y acuñamos una definición operativa basada en la propia selección de dicha red por parte de los egos, sin presuponer ni el tipo de intercambio que realizaban o cualquier otra característica de la relación. Construimos un índice de isomorfismo que adicionaba variables de género y de edad a indicadores clásicos de homofilia, como nivel educativo y clase. Esto nos permitió sopesar también cómo inciden las similitudes y diferencias de edad y de género en los EC de cada grupo o categoría de población, con una mayor complejidad que el concepto de homofilia.

En primer lugar, tal como se ha comprobado a lo largo del tiempo y en concordancia con estudios previos en nuestro país, hay persistencia de la homofilia en los EC y también de alto isomorfismo cuando se analizan sólo los amigos que forman parte de esta red. En efecto, suelen ser los parientes quienes reducen el isomorfismo e introducen sobre todo diversidad de edades y, en gran medida debido a ello, también brechas educativas. Como vimos, la relación con parientes se da más en sectores bajos que altos, en mujeres que en hombres y en adultos mayores que en los más jóvenes. Será interesante entonces analizar en trabajos futuros cómo juega esta diversidad en los EC, en la medida que esto puede ser fuente de conflictos, de transmisión de valores tradicionales y/o de difusión de valores nuevos hacia generaciones mayores.

Para caracterizar los EC construimos una tipología según el vínculo (amigos, parientes, vecinos, compañeros de trabajo) y el tipo de relación (socioafectiva, instrumental o mixta). La tipología nos muestra que, tanto en el eje del tipo de vínculo, como en el del tipo de relación, predominan los tipos híbridos o mixtos: el más habitual es, de hecho, el multipléxico mixto, que incluye distinto tipo de vínculos y de relaciones de intercambio, mientras que el menos habitual es el socioafectivo familiar. En cuanto a las distintas variables que consideramos, advertimos que a medida que se asciende en la estructura social, hay mayor peso de EC de grupos mixtos o de pares y con intercambios de tipo instrumental. En los estratos más bajos, por su lado, hay más preponderancia de EC de familiares y/o mixtos con parientes y vecinos, y cuyo componente instrumental es menor. También descubrimos que el trabajo, las actividades de ocio e internet son una forma de conocimiento importante en los sectores más altos, mientras que, comparativamente, en los sectores más bajos hay un peso mayor de la familia y el barrio. Cuando nos enfocamos en el género, observamos que entre las mujeres tienen mayor peso relativo que entre los varones los entornos cercanos formados exclusivamente por familiares (sean puramente socioafectivos o con algún componente instrumental) y, visto desde los intercambios, también pesan más las relaciones socioafectivas (incluso cuando el EC está compuesto solo por amigos).

Mostramos que, entre los más jóvenes, el grupo de pares es central y que su peso va decreciendo a medida que se envejece. Entre los adultos jóvenes y en los de edades intermedias cobran importancia los amigos conocidos por el trabajo y, al comparar estos últimos con los adultos mayores, se comprueba el impacto de la salida del mundo laboral en la pérdida de sociabilidad y un mayor repliegue sobre los vínculos familiares. Por su parte, en todos los tipos de aglomerado, los EC predominantes son multipléxicos y de composición mixta. Sin embargo, los entornos cercanos integrados únicamente por familiares tienen mayor peso relativo en las urbes pequeñas, mientras que los de pares (con la excepción del socioafectivo de pares), son más significativos en las ciudades grandes. CABA guarda su particularidad: si comparamos con otras regiones, en ella hay mayor peso de relaciones de pares e instrumentales, y también se diferencia mucho del GBA, que en algunos rasgos se parece más al NOA o al NEA. La Patagonia, por su parte, se aproxima en ciertos aspectos a CABA.

Si bien continuará indagándose, hemos comprobado la importancia de la interseccionalidad entre las variables analizadas: a modo de ejemplo, vemos que las diferencias entre los géneros han ido disminuyendo principalmente con la edad, motorizadas en principio por una mayor participación de las mujeres en el mercado de trabajo y en la educación, además de otros ámbitos públicos. También descubrimos que, entre los varones, la presencia de familiares aumenta progresivamente a medida que aumenta la edad mientras que, entre las mujeres, el recorrido tiene una forma de U: es importante en edades más tempranas (posiblemente por el mayor peso de las madres y abuelas), luego decrece y vuelve a aumentar en las edades mayores (en este caso por la importancia de hijas/os y nietas/os). En cuanto a clase y edad vemos, por ejemplo, que los adultos mayores de clases más altas mantienen más vínculos diversos y extrafamiliares que sus congéneres de clases más bajas.

Por lo pronto, sin que sea una definición de partida (recordemos que la pregunta por las relaciones más cercanas no presuponía ningún intercambio o interés), el EC se ajusta a una definición de capital social bourdieusiana, en la medida que habría, en última instancia, una fungibilidad del capital social en el capital económico. Decimos esto porque la homofilia de clase, que une a los más aventajados entre sí, y la diversidad de contactos (que puede presuponer mayor campo de posibilidad de acceder a bienes, información y servicios diversos), así como la mayor presencia de relaciones con intercambios que entre los egos de niveles socioeconómicos más bajos, vuelve plausible presuponer que el capital social de los egos contribuye a la reproducción de las desigualdades de clase.

Para concluir, esperamos en este artículo haber contribuido a definir distintas facetas de los EC, resta ahora para futuros trabajos y, esa es la dirección de próximos escritos, tomarlo como variable independiente y analizar su peso en influencia, recursos y otras dimensiones de la vida social.

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Notas

[1] Para obras de síntesis de los estudios sobre redes personales y las metodologías ver, entre otros, Borgatti et al. 2009; Lin, Cook y Burt, 2001; Molina González, 2005; Moore, 1990; Parks, 2017; Scott, 1991; Wellman, 2007.

[2] Esta encuesta se enmarca en una de las líneas de trabajo del Programa de Investigación sobre la Sociedad Argentina Contemporánea (PISAC) y forma parte de un sistema de encuestas sobre estructura social y condiciones de vida; relaciones sociales y capital social; actitudes, valores y representaciones sociales (Piovani, 2022).

[3] En el marco de esta investigación, utilizamos la categoría Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) para referirnos al aglomerado urbano conformado por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) y los 24 partidos bonaerenses circundantes. Es más habitual referirse a este aglomerado como Gran Buenos Aires (GBA), e incluir en el AMBA otros distritos colindantes. En este caso, como presentamos datos diferenciales relativos a la CABA, por un lado, y a los 24 partidos del conurbano, por otro, hemos reservado la categoría GBA para referirnos a este conjunto de partidos bonaerenses.

[4] Agradecemos a Lucas Alzugaray y Juliana Santa María por su colaboración en el procesamiento de datos.

[5] Para la construcción de la brecha de nivel educativo se creó, en primer lugar, una variable con las siguientes categorías: a) contacto con el mismo nivel educativo del ego; b) contacto con menor nivel educativo; c) contacto con mayor nivel educativo. Luego se construyó un índice ordinal que da cuenta de los atributos del EC, en términos de brecha educativa con respecto al ego, con las siguientes categorías: 1) red con todos sus integrantes de igual nivel educativo al del ego; 2) red variada con predominio de integrantes de igual nivel educativo al del ego; 3) red equilibrada; 4) red variada con predominio de integrantes de nivel educativo inferior o de nivel educativo superior al del ego; 5) red con todos sus integrantes de nivel educativo superior o de nivel educativo inferior al del ego.

[6] Para la construcción de la brecha de clase se creó, en primer lugar, una variable con las siguientes categorías: a) contacto de la misma clase social del ego; b) contacto de clase social más baja; c) contacto de clase social más alta. Luego se construyó un índice ordinal que da cuenta de los atributos del EC, en términos de brecha de clase con respecto al ego, con las siguientes categorías: 1) red con todos sus integrantes de la misma clase social del ego; 2) red variada con predominio de integrantes la misma clase social del ego; 3) red equilibrada; 4) red variada con predominio de integrantes de clase social más baja o más alta que el ego; 5) red con todos sus integrantes de clase social más alta o más bajas que el ego.

[7] En efecto, la construcción de las categorías de este eje –relaciones socioafectivas puras, relaciones multipléxicas o relaciones instrumentales puras– se basó en las respuestas dadas por los egos a las preguntas sobre a quienes recurrieron, o podrían potencialmente recurrir, en procura de distintos tipos de ayudas (económica, de cuidados, apoyo emocional, etc.), o a quienes ayudaron ellos. Cuando en la lista de personas mencionadas no aparece ninguno de los contactos cercanos, definimos al EC como socioafectivo puro. En contraste, cuando todos los contactos del EC son mencionados en la lista, definimos al EC como instrumental puro. Finalmente, cuando los egos nombran solo algunos de sus contactos cercanos, definimos a los EC como multipléxicos, dado que en ellos convergen contactos con relaciones instrumentales y socioafectivas.