https://dx.doi.org/10.19137/praxiseducativa-2023-270309
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ARTÍCULOS
Referencias a aspectos subjetivos y sociales durante el aislamiento y el distanciamiento social en infancias y adolescencias
References to subjective and social aspects during isolation and social distancing in childhood and adolescence
Referências a aspectos subjetivos e sociais durante o isolamento e distanciamento social na infância e adolescência
Sandra Gómez
Universidad Nacional de Córdoba, Universidad Católica de Córdoba, Argentina
Dora Lucía Laino
Universidad Nacional de Córdoba, Argentina
Resumen: La investigación abarcó varias dimensiones relativas a las transformaciones en la vida cotidiana y escolar, producidas por las medidas de aislamiento y distanciamiento social preventivo y obligatorio. En este escrito nos detendremos en aquellas repercusiones que se vinculan con lo subjetivo-patémico desde la perspectiva de la/os adultos cuando hablan de sus hijos/as. En ese sentido se comparten interpretaciones elaboradas a partir de una encuesta virtual realizada por 1280 familias de distintos lugares del territorio nacional, administrada a mediados del año 2021. A la vez que se ofrecen referencias descriptivas de la escolaridad en los hogares y se articulan relaciones para trabajar los efectos psicosociales que las medidas de emergencia impusieron modificando la cotidianeidad familiar, escolar, social y laboral. El análisis cualitativo de las respuestas abiertas se hace desde una perspectiva sociopsicogenética, la que permite articular aspectos subjetivos, sociales y cognoscentes que son interpretados desde una mirada histórica y relacional.
Palabras clave: familia; escuela; psicosociología; pandemia; transformación.
Abstract: The research covered several dimensions related to the transformations in daily and school life, produced by the measures of isolation and preventive and compulsory social distancing. In this paper, we will focus on those repercussions linked to the subjective from the perspective of adults when they talk about their children. In this sense, we share interpretations from a virtual survey carried out by 1280 families from different parts of the national territory, administered in the middle of 2021. At the same time, descriptive references to schooling in households are offered and relationships are articulated to work on the psychosocial effects that the emergency measures imposed, modifying family, school, social, and labour daily life. The qualitative analysis of the open-ended responses is made from a sociopsychogenetic perspective, allowing articulation of subjective, social, and cognitive aspects interpreted from a historical and relational perspective.
Keywords: family; school; psychosociology; pandemic; transformation.
Resumo: A pesquisa abrangeu várias dimensões relacionadas às transformações na vida cotidiana e escolar produzidas pelas medidas preventivas e compulsórias de isolamento e distanciamento social. Neste artigo, vamos nos concentrar nas repercussões que estão ligadas ao subjetivo-patêmico na perspectiva dos adultos quando falam sobre seus filhos. Nesse sentido, compartilhamos interpretações elaboradas a partir de uma pesquisa virtual realizada com 1280 famílias de diferentes partes do território nacional, administrada em meados do ano de 2021. Ao mesmo tempo, são oferecidas referências descritivas da escolaridade nos lares e articuladas as relações para trabalhar os efeitos psicossociais que as medidas emergenciais impuseram, modificando o cotidiano familiar, escolar, social e laboral. A análise qualitativa das respostas abertas é realizada a partir de uma perspectiva sociopsicogenética que nos permite articular aspectos subjetivos, sociais e cognitivos que são interpretados a partir de uma perspectiva histórica e relacional.
Palavras-chave: familia; escola; psicosociología; pandemia; transformação.
Recibido: 2023-04-05 | Revisado: 2023-08-22 | Aceptado: 2023-08-24
Introducción
La situación generada por el COVID-19 produjo amplias repercusiones de distinta índole, las cuales han sido tratadas desde múltiples canales de comunicación, acciones de los Estados a través de las políticas sanitarias, por diversos organismos, como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y otros muchos más específicos a nivel local, regional y mundial, a lo que se suman investigaciones científico-académicas.
A inicios del año 2020, todo transcurría con previsiones propias de la vida cotidiana sin imaginar lo que se acercaba de modo invisible. Se escuchaba en los medios locales de comunicación hablar sobre un nuevo virus en China, pero todo parecía lejos, en el espacio y en el tiempo. No fue así. De modo rápido, la pandemia de COVID-19 fue un fenómeno que afectó a nivel planetario. Esa circulación viral obligó a tomar medidas sanitarias y la rutina diaria −esa normalidad− se trastocó.
Un hito temporal fue el 11 de marzo de 2020, cuando la OMS declaró que esta enfermedad ya suponía una pandemia. En dicha ocasión, solicitó a los gobiernos que tomaran medidas sanitarias urgentes para detener la propagación del virus, debido a su elevada morbilidad y mortalidad. Luego de China, lo que fue sucediendo en Europa funcionó como registro que permitía a Estados latinoamericanos ir definiendo estrategias de cuidado para evitar lo que ya en marzo y abril de ese año estaba sucediendo especialmente en España e Italia.
De ese modo, en Argentina, el decreto 297/2020 expresaba, entre otros argumentos:
Que con fecha 11 de marzo de 2020, la ORGANIZACIÓN MUNDIAL DE LA SALUD (OMS), declaró el brote del nuevo coronavirus como una pandemia, luego de que el número de personas infectadas por COVID-19 a nivel global llegara a 118.554, y el número de muertes a 4.281, afectando hasta ese momento a 110 países, por lo que dispone desde el las 00.00 horas del 20 de marzo, el Aislamiento social preventivo y obligatorio. (Decreto 297/2020, Boletín Oficial de la República Argentina)
Desde esta fecha puntual, se han concatenado diversas medidas, todas ellas con el objetivo de evitar los contagios y las muertes. Pero en toda epidemia-pandemia no solo se trata de componentes biológicos que deben abordarse, sino también de las repercusiones psicológicas y sociales.
Tanto las medidas de ASPO (aislamiento social preventivo y obligatorio) como de DISPO (distanciamiento social preventivo y obligatorio) ocasionaron cierta paralización de la actividad económica y social, en donde las restricciones de desplazamientos por la cuarentena domiciliaria instaurada para contener los contagios supuso un corte radical en la cotidianeidad de los sujetos, transformaciones que obligaban a aprender y a asumir responsablemente la implementación de protocolos de contención con las significativas consecuencias psicosociales. En este sentido, Ignacio Ramonet (2020) decía a apenas 100 días de iniciada la pandemia:
A esta altura, ya nadie ignora que la pandemia no es sólo una crisis sanitaria. Es lo que las ciencias sociales califican de “hecho social total”, en el sentido de que convulsiona al conjunto de las relaciones sociales y conmociona a la totalidad de los actores, de las instituciones y de los valores. (p. 2)
Dada la novedad de este fenómeno, a casi dos años de producida la pandemia, comienzan a circular algunas investigaciones al respecto. En la primera etapa, se publicaron varios escritos que intentaban dar recomendaciones a distintos actores institucionales y a familias para actuar con niños/as y adolescentes ante esta situación de emergencia. Para citar un ejemplo, la Organización Panamericana de Salud junto a la OMS (2020) publicaron un escrito titulado “Consideraciones psicosociales y de salud mental durante el brote de COVID-19”, en cual ofrecen sugerencias para quienes tienen a cargo el cuidado de niños/as. En tal sentido, expresan:
Ayude a los niños a encontrar maneras positivas de expresar sus sentimientos, como el temor y la tristeza. Cada niño tiene su propia manera de expresar sus emociones. Algunas veces, la participación en una actividad creativa, como jugar y dibujar, puede facilitar este proceso. Los niños se sienten aliviados si pueden expresar y comunicar sus sentimientos en un entorno seguro y de apoyo (…) En la medida de lo posible, mantenga las rutinas familiares en la vida cotidiana o cree nuevas rutinas, en especial si los niños tienen que permanecer en la casa. Organice actividades interesantes y apropiadas para la edad, incluidas las actividades de aprendizaje. De ser posible, aliente a los niños a que sigan jugando y socializando con otros, aunque solo sea dentro de la familia cuando se haya recomendado limitar el contacto social. (p. 5)
Entre las publicaciones que abordan los aspectos psicosociales relativos a lo producido por la pandemia en niños/as y adolescentes, podemos recuperar algunas con las cuales compartimos la preocupación por las afectaciones emocionales en estos sujetos infantiles y juveniles.
En Ecuador, se hizo una investigación documental bibliográfica sobre el impacto psicológico de la COVID-19 en niños/as y su entorno familiar (Yaguana Martínez et al., 2021). Los hallazgos dieron cuenta de los efectos directos de la nueva enfermedad, el confinamiento y distanciamiento social, un mayor uso de las tecnologías de la información y comunicación y de la violencia intrafamiliar. Las manifestaciones más frecuentes incluyeron sentimientos de tristeza y abandono, el estrés, entre otros. Entre los efectos más severos, se pueden mencionar las obsesiones y compulsiones. Concluyeron que la forma en cómo las/os adultos a cargo vivieron y afrontaron esta pandemia repercutió en los sujetos infantiles. El bienestar de los últimos dependió del bienestar de los primeros.
Sánchez Boris (2021) sostiene que las/os niñas/os y adolescentes constituyen un colectivo de especial vulnerabilidad. Su trabajo es una revisión bibliográfica por la cual trata de explicar cómo la pandemia se asocia con el incremento de factores psicosociales, tales como: pérdida de hábitos saludables, violencia intrafamiliar y abuso en el empleo temporal de nuevas tecnologías. A partir del recorrido bibliográfico, atiende a los efectos del confinamiento, a las preocupaciones de niña/os y adolescentes por el peligro de contagio, a violencia intrafamiliar, entre otras cuestiones. Cierra ofreciendo recomendaciones generales y específicas relativas a la salud mental. No es una investigación empírica, pero permite anticipar riesgos probables en estas circunstancias excepcionales que nos ha tocado vivir.
Otra investigación (Erades y Morales, 2020) trabajó el aislamiento por COVID-19 y los efectos estresantes en infancia. La muestra fue de 113 partícipes españoles (70.5 % mujeres), quienes tenían hijos entre 3 y 12 años. Casi el 70 % de estos adultos comunicaron que sus hijos/as mostraron reacciones emocionales negativas; el 31.3 %, problemas en el sueño; y, el 24.1 %, problemas de conducta. Los sujetos infantiles que dedicaron menos tiempo a la actividad física, ocupando más horas en el uso de pantallas, exhibieron un mayor número de reacciones negativas. Las consecuencias a reacciones emocionales más prevalentes fueron: dejar tareas sin terminar (28.6 %), mostrar irritabilidad (28.6 %), dificultad para concentrarse (24.1 %), mostrar desinterés (24 %) y mostrarse desanimados (23.2 %). Reconocen las autoras la necesidad de mayores investigaciones y de un seguimiento de las reacciones y hábitos infantiles, para identificar los impactos a largo plazo.
Por último, recuperamos un estudio realizado por Cifuentes Carcelén y Navas Cajamarca (2020), investigación que también estableció relaciones entre el confinamiento domiciliario causado por la pandemia y en el estado emocional de niños/as y adolescentes, entre 4 a 16 años, desde marzo a junio 2020. La indagación se llevó a cabo en Ecuador. Para estos autores las emociones frecuentes fueron tristeza, miedo, ansiedad e ira. En lo cognoscente, hubo mayor estabilidad, siendo, en parte, un aspecto positivo. Describieron los cambios en las rutinas domésticas y escolares. Estos antecedentes dejan bastante claro que la conjunción de pandemia y confinamiento ha generado cambios psicosociales repercutiendo en lo individual como en lo grupal, modificando prácticas y hábitos y alterando la vida cotidiana de modo sustantivo.
En una publicación reciente (Laino y Gómez, 2022), se pudieron compartir otros ejes analíticos en el marco de esta misma investigación. En aquella oportunidad, analizamos las particularidades de la cotidianeidad familiar en contextos de incertidumbre y las funciones escolares en el espacio doméstico. Se destacaron aspectos en donde mayoritariamente las madres fueron quienes acompañaron a las/os hijas/os en sus tareas escolares, así como quienes se hicieron cargo en mayor medida de responder la encuesta; que resultó difícil compatibilizar las funciones maternas y paternas con las obligaciones laborales propias y las escolares de sus hijos; que las seguridades subjetivas, las cuales se apoyan en seguridades objetivas, se vieron afectadas a causa de la enfermedad, muerte o crisis no prevista ocasionada por el nuevo virus; entre otras interpretaciones.
Por ello, nuestra intención ahora es poder ofrecer aportes sobre las repercusiones psicosociales de la pandemia, del aislamiento y del distanciamiento social, en los sujetos infantiles y en los adolescentes en particular, procurando elaborar interpretaciones a partir de referencias empíricas que permitan objetivar aquello que los adultos refieren sobre las vidas de sus hijos/as. No hay aún muchas investigaciones que den cuenta de las consecuencias psíquicas y sociales ocasionadas por la pandemia. Consideramos que nuestro estudio podría abonar a este campo, un tanto escaso por lo reciente que ha sido este proceso, a la vez que alimentar posibles intervenciones pedagógicas, psicopedagógicas o sociopsicopedagógicas, para las cuales conviene tener antes una consideración de lo acontecido en este período de crisis.
Nuestro problema de indagación y el modo de abordarlo
La pandemia obligó a las personas a quedarse en sus hogares, lo que requirió adaptar los espacios domésticos para hacer frente a las restricciones que impedían los desplazamientos y la asistencia a escuelas y trabajos. La cuarentena generó diversas reacciones y tuvo efectos tanto a nivel subjetivo como social, además de ocasionar consecuencias económicas por la imposibilidad de salir a trabajar. Como resultado de la falta de escuela y trabajo, las interacciones entre padres/madres e hijos/as se acrecentaron significativamente.
El propósito de la investigación se orientó a la identificación de aspectos de la vida cotidiana y de la escolaridad desde la perspectiva de las/os adultas/os referentes con quienes viven, sin hacer un recorte o selección intencional. Dos preguntas centrales guiaron la investigación: ¿cómo han sido las transformaciones en la vida cotidiana de los hogares desde el inicio de la pandemia y cuáles han sido sus repercusiones psicosociales en niños/as y adolescentes?; ¿de qué modos se ha modificado la escolaridad y cómo han asumido las familias este proceso?
La pandemia interrumpió los ritmos habituales y alteró las reglas de acción que solíamos seguir. La transmisión del capital cultural se vio afectado y transformado en el sistema escolar. Las regularidades conocidas fueron modificadas y las relaciones sociales entre las personas experimentaron cambios significativos, al igual que la circulación por los espacios, la cual fue limitada.
Para abordar este tema, nos basamos en una combinación de teorías de diferentes autores que son compatibles entre sí. Pierre Bourdieu ha utilizado un enfoque constructivista estructuralista en sociología, similar al que previamente desarrolló Jean Piaget en su propuesta epistemológica y psicológica. Estas ideas también han sido articuladas en la obra filosófica de Jürgen Habermas (Laino, 2000).
La comprensión de cualquier situación se basa en las condiciones de equilibrio subjetivo general que permiten la experiencia; esta comprensión tiene una estructura que resulta de la combinación de rasgos distintivos cognoscentes, subjetivos y psicosociales que fueron afectados por la pandemia. Por lo tanto, nos interesa analizar las respuestas obtenidas en nuestro instrumento de encuesta teniendo en cuenta estas dimensiones específicas. Para este escrito, hacemos especial foco en las repercusiones psicosociales, entre las cuales destacamos los aspectos patémico-subjetivos y la incidencia que han tenido las nuevas circunstancias en la vida de los sujetos.
Desde la semiótica de las pasiones (Greimas y Fontanille, 2002), sabemos que lo patémico, entendido como estados de ánimo, variará al modificarse las circunstancias, los hábitos interpretativos y las creencias en que se sustentan las inferencias según los espacios de pertenencia. Los modos en que los sujetos significan y dan sentido se conciben como un proceso subjetivo y cognoscente socialmente anclado con implicancias en lo afectivo. Sin duda, determinadas circunstancias, nada menos las suscitadas por la emergencia sanitaria, generan y modifican las sensibilidades sociales. El miedo, la alegría, la tristeza, por citar algunas, pueden significar estados diferentes según las comunidades y los tiempos históricos.
Ello permite pensar condiciones sociales y subjetivas epocales desde donde se significa y desde donde se producen los efectos de sentido de las vivencias.
La pandemia, sin mucho margen para la duda, trasformó creencias, como así también las sensibilidades características y los hábitos interpretativos. Cabe observar que las emociones, sentimientos, afectos y estados de ánimo deben ser considerados tanto en su duración como en su intensidad. Ello es necesario habida cuenta de que el aislamiento se inició como algo pensado a corto plazo y se fue extendiendo en el tiempo. En simultáneo, se fue tomando mayor conciencia de lo que el virus suponía como amenaza disruptiva en la vida cotidiana y como riesgo real de pérdida de la vida.
En resumen, nuestro objetivo fue analizar los cambios en la vida diaria de los hogares, durante la pandemia, centrándonos en las implicaciones psicosociales para niños/as y adolescentes. Además, buscamos comprender aspectos de la educación escolar y cómo las familias fueron enfrentado este proceso de adaptación.
Es importante tener en cuenta que cada persona experimenta transformaciones en su vida, y el uso que le da a los objetos cotidianos se realiza desde una actitud personal, desde donde se establecen sentidos comunes. Las experiencias vividas presentan variaciones tanto a nivel subjetivo como social y corporal, dependiendo de las disposiciones individuales de cada sujeto. Estas asociaciones personales pueden diferenciarse según las experiencias y posiciones que cada sujeto tenga en su mundo de la vida.
La llegada repentina e inesperada del contexto de pandemia dejará recuerdos en las personas, los cuales variarán según las vivencias afectivas experimentadas en las interacciones. Estas interacciones pueden estar motivadas tanto por necesidades prácticas como subjetivas, así como por los deseos individuales en cada situación, los cuales difieren entre los adolescentes y los adultos. Los efectos emocionales resultantes se vinculan a la trayectoria de vida de cada singularidad, así como por sus proyectos e intereses personales, lo que afecta tanto su equilibrio emocional como el de los grupos a los que pertenecen. Las experiencias personales y los conocimientos adquiridos se combinan y generan disposiciones emocionales tanto a nivel individual como grupal, las cuales están ligadas tanto a las condiciones existentes como a los intereses relacionados con esas condiciones.
Estos intereses varían según el capital económico y cultural de las personas (Bourdieu, 1994, 1998).
Precisiones metodológicas
Para construir conocimiento con relación a estas inquietudes planteadas y a los objetivos que orientaron la búsqueda, es que se propuso la administración de una encuesta, técnica, que se llevó a cabo a través de un instrumento virtual conformado por preguntas cerradas y abiertas. Estas se organizaron de modo tal de recuperar información en tres ejes: aspectos descriptivos de las familias, modificaciones en la vida cotidiana de niños/as y adolescentes y asunción de la nueva escolaridad virtual en los hogares. Los datos cuantitativos se consideran relevantes a los fines descriptivos para identificar algunos indicadores sobre condiciones objetivas, como tiempos, espacios, dispositivos tecnológicos, actividades escolares; los que ayuden a interpretar, desde una mirada relacional, lo que luego aportan las respuestas abiertas, que permiten profundizar en orden a las preguntas y objetivos de investigación planteados.
La encuesta fue circulando, como bola de nieve, desde el mes de junio hasta el mes de septiembre de 2021. Desde el equipo de investigación, se obtuvo la ayuda de distintos colaboradores que residen en diferentes puntos del país. Se alcanzaron 1280 respuestas en ese lapso. No hubo un criterio muestral con intención representativa, en tanto no hubo intención de generalizar.
Fue respondida por integrantes adultos de familias en las que hubiera niños/as y adolescentes en escolaridad primaria o en secundaria, o en ambas. Se hizo de modo voluntario y de manera anónima. Como ya se explicitó, respondieron familias de distintos puntos del país, prevaleciendo la provincia de Córdoba, dado que es el punto geográfico desde donde se inicia la circulación de la encuesta.
Nos acercamos a más de mil doscientas familias argentinas, en diferentes localizaciones, que tuvieron la generosidad de responder a nuestro requerimiento, contestando los interrogantes que formulamos. Las respuestas dadas permitieron acercarse a situaciones muy diversas en las que las condiciones previas jugaron un papel fundamental. Dichas familias debían contar con dispositivos tecnológicos, conexión a internet y cierto dominio en el uso de estas. En lo que refiere a la población estudiada, hay que considerar estos aspectos. Tal relevamiento en distintas regiones de nuestro país nos permitió aproximarnos a situaciones diversificadas por condiciones locales y familiares diferentes, pero siempre en nuestro país, con nuestro idioma y nuestra historia.
Con este instrumento, el cual tenía más de cuarenta ítems para responder por escrito, procuramos obtener un panorama descriptivo de lo vivido por las/os mismas/os protagonistas a partir de diferentes interrogantes referidos a sus vivencias y consideraciones particulares.
Nuestro propósito fue obtener respuestas abiertas de las/os mismas/os agentes responsables de cada situación hogareña con su particular visión de su realidad.
Breve referencia descriptiva de la población encuestada
En primer lugar, nos interesa ofrecer algunos aspectos descriptivos de la población encuestada, antes de enfocarnos específicamente en el tema central de este escrito. Estas referencias brindan características de la población y aspectos contextuales desde donde se pueden reconocer algunas relaciones con las vivencias que se expresan en la encuesta (Laino, Gómez, 2022).
Las familias que respondieron residían un 63,5 % en la región centro del país (Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Mendoza y San Juan), en tanto que las regiones noreste, noroeste y sur tienen porcentajes del 12,5 %, 12,3 % y 6,4 %, respectivamente. Las edades de los encuestados oscilaban: el 43 % tenía más de 40 años y el 37 % tenía entre 31 y 40 años. Del 20 % restante, la mitad de los encuestados contaba entre 21 y 30 años y, el resto, menos de 20 años. Casi el 80 % de las respuestas las dieron las madres, el 9 % a padres, el 7 % son tutores y el 5 % eligió la categoría otros.
Respecto de la composición familiar, un 43 % tienen cuatro miembros, un 20 % está conformado por cinco miembros y un 22 % por tres. En los extremos, sólo se observan familias de dos integrantes (el 7 %) o de más de seis (el 3 %). El 88 % de las familias manifiesta que vive en casas, y sólo el 11 % en departamentos, lo que se vincula con la disponibilidad de espacios al aire libre. De modo coincidente, el 87 % cuenta, en sus hogares, con espacio al aire libre, mientras que el 12 % restante, no. De las familias encuestadas, el 45 % cuenta con entre cuatro y cinco ambientes en su casa, el 25 % tiene más de cinco, un 21 % cuenta con tres, el 7,5 % dispone sólo de dos y el 1,5 % vive en un solo ambiente.
El tamaño de las viviendas, la cantidad de sus miembros y la duración del aislamiento o distanciamiento condicionan de manera importante el estilo de vida, las actividades, las prácticas y la convivencia dentro de la familia. Estos factores adquirieron una relevancia especial en momentos de aislamiento físico y social.
Repercusiones psicosociales de la pandemia, del aislamiento y del distanciamiento social, en sujetos infantiles y en adolescentes
Como expresaran Piaget y García (1988) y en los postulados de la Escuela de Frankfurt (Wiggerhaus, 2010), todo observable está siempre vinculado a una interpretación, implica significaciones y vínculos inferenciales entre estas. Los observables varían según el mundo de la vida habitual de cada sujeto y según el entendimiento que se tiene a partir de significaciones que resultan de asimilar la realidad a los esquemas construidos, por eso las propiedades de los objetos considerados no son observables puros, sino que implican una interpretación. Esos esquemas están vinculados, constituyendo hábitos que permiten anticipaciones por las repeticiones empíricas constatables. También están las inferencias, fundadas sobre razones apoyadas en un sistema de relaciones que se consideran necesarias dentro de su contexto de significación. Pero no todos tienen los mismos contextos de significación ni hacen las mismas inferencias.
A todo ello, hay que sumar las condiciones subjetivas existentes en cada sujeto y su grupo de pertenencia. Los aspectos patémico-subjetivos no necesariamente se derivan en su totalidad de las condiciones actuales, sino que implican constituciones psíquicas con mayor o menor expresividad emocional, según la teoría freudiana.
Todo ello entra en acción al momento de responder la encuesta, además de los hechos vinculados a la salud ocurridos en su grupo de pertenencia, vividos en su mundo de la vida de acuerdo con su estructuración psíquica y su capital cultural, social y económico (Laino, 2000). Es desde ese trasfondo, desde diferentes mundos de la vida (Habermas, 1999), que los adultos han ido ofreciendo referencias sobre lo acontecido en la pandemia. Teniendo en cuenta ese plexo desde donde se enuncia es que hemos organizado las respuestas según las recurrencias, generando categorías ordenadoras que facilitaron la interpretación.
Las transformaciones en la cotidianeidad doméstica y escolar tienden a valorarse, en la mayoría de las respuestas, en un sentido positivo o negativo, ubicándose en los extremos. Algunos expresan malestar, aunque hacen compensaciones como “no muy bueno en esto”, pero “mejor en otros aspectos”.
Para abordar las repercusiones psicosociales producidas por la pandemia, contemplando que lo patémico está presente en cada una de las expresiones que las/os adultas/os compartieron en el trabajo de campo, se construyeron tres ejes temáticos:
a.- Estados de ánimo y afectaciones subjetivas.
b.- Rutinas y hábitos en el espacio doméstico.
c.- Sociabilidad.
Aislamiento social, estados de ánimo y repercusiones subjetivas
En las respuestas, constatamos disposiciones subjetivas muy diferentes señalando aspectos negativos o positivos según lo vivido personalmente. Hay precondiciones cognoscentes, de capital cultural y subjetivas que configuran el entendimiento de los que brindan las respuestas. También hay una posición en la que se encuentran y desde la que interpretan lo acontecido en su experiencia, según su constitución subjetiva, intelectual y social.
La pandemia obligó a nuevas adaptaciones por restricciones sanitarias y a cuidados que a muchos los afectaron en su estabilidad emocional. Las nuevas condiciones generaron efectos subjetivo-patémicos por la frustración de no poder seguir efectuando las acciones cotidianas según las propias disposiciones y preferencias. Se modificó el equilibrio entre el querer y el poder a causa de las medidas sanitarias (Greimas y Fontanille, 2002).
A lo largo de la encuesta, se fueron identificando aspectos vinculados a los efectos subjetivo-patémicos, pero había un ítem particular dentro de las últimas preguntas, que decía lo siguiente: ¿cómo cree usted que ha repercutido la situación que estamos viviendo desde el año pasado en sus hija/os? En las respuestas, encontramos enunciados que contenían palabras como introversión, aburrimiento, enojo, irritabilidad, poca tolerancia, frustración, ansiedad, angustia, alteración, agresividad, tristeza, desinterés, apatía, inseguridad, estrés, entre otras.
Del total de 1280 respuestas dadas, un 44 % contenía alguna expresión sufriente. Agrupadas dichas expresiones según recurrencia nos quedan tres conjuntos:
1.- Miedo, angustia y tristeza fueron los estados de ánimo más mencionados.
2.- Estrés e incertidumbre.
3.- Soledad, cansancio, agotamiento.
Si bien se destacan los estados de ánimo más mencionados, esto no significa que menciones como la desesperación, el enojo, el caos, la desorganización, la preocupación, entre otros, no tengan relevancia. Solo a los fines analíticos se enfatizan los ubicados en los tres grupos.
La angustia es algo que se siente, es un estado afectivo que presenta un carácter displacentero Pero no todo displacer puede ser calificado de angustia, ya que hay otros sentimientos displacenteros que han sido expresados en las encuestas, como la ansiedad, el dolor y la tristeza del duelo. Desde una lectura psicoanalítica, la angustia nace como reacción a un estado de peligro y se reproduce cada vez que surge de nuevo tal estado (Freud, 1926).
La pandemia generó estos sentimientos y activó cuestiones del orden de la angustia.
La emergencia sanitaria trajo restricciones que afectaron la vida conocida, pero, además, la amenaza de enfermedad y de muerte, adquiriendo mayor intensidad en las/os adolescentes: “Mucha angustia, especialmente en la mayor” (Encuesta N° 16); “La situación repercutió de una manera negativa. Comenzó con depresión, ataques de pánico, ansiedad, angustia” (Encuesta N° 1253); “De forma totalmente negativa, se sienten aislados e inseguros y con temor, con incertidumbre al futuro” (Encuesta N° 109); “Muy triste, estar con sus pares es nutritivo y necesario” (Encuesta N° 19).
Los adultos identifican los aspectos negativos, no obstante, avanzadas las etapas de la pandemia y habiendo pasado del aislamiento al distanciamiento, encuentran aspectos que han compensado, tal vez fortalecido lo intrafamiliar. “Stress, falta de proyectos, angustia, incertidumbre, enfermedades psicosomáticas. Lo que rescato es que nos hemos unido como familia, con un buen sostén para poder todos juntos superar o sobrellevar lo mencionado” (Encuesta N° 154); “Ha habido momentos difíciles de irritabilidad, algunos de tristeza, angustia y desconcierto, pero fueron sobre todo al comienzo, ahora nos encontramos fuertes y esperanzados en que pronto estaremos lejos de esta situación” (Encuesta N° 65); “En general, no la hemos pasado mal. Hemos tenido momentos de mucha angustia y momentos de mucha paz y organización” (Encuesta N° 736). Son muchas las respuestas en las encuestas que apelan a esta operación compensatoria. Ante la situación displacentera y el estado afectivo desagradable, se apela a rescatar aspectos positivos, como de restitución de un estado emocional de mayor calma, satisfacción y organización subjetiva.
Pero no en todos los casos las dificultades que trajo o que potenció la pandemia pudieron ser enfrentadas, elaboradas y superadas del mismo modo. Aspectos objetivos como lo laboral-económico y aspectos subjetivos del funcionamiento familiar pudieron ser afectados con mayor fuerza y dejar efectos más negativos que positivos: “Stress, ansiedad, ataques de pánico. Sin asistencia del Estado. Separación, después vuelta a la convivencia por falta de recursos. Los niños con miedo. Baja de servicios por falta de pago, deuda del colegio por un año” (Encuesta N° 8); “La estamos pasando muy mal sin trabajo ya que estamos vinculados al turismo y a los comedores escolares y desde marzo del 2020 que no volvimos a trabajar, tenemos muchas deudas y no recibimos ningún tipo de ayuda” (Encuesta N° 10); “Problemas económicos, separación con mi marido, pérdida de trabajo” (Encuesta N° 86); “Estamos súper invadidos por las deudas, el malestar es insostenible, la falta de vínculos nos hace sentir molestos y agresivos” (Encuesta N° 17).
Cabe considerar que siempre existen disposiciones en los sujetos en función de una habitualidad previa en su vida, la que se vio alterada por la pandemia. Ese proyecto básicamente estaba construido en vinculación al supuesto de una continuidad de la realidad conocida, con la adhesión a supuestos que no se cumplieron para nadie. Dice una de las madres:
Fue difícil organizarme como mamá y docente al mismo tiempo, en el mismo momento. Ej: estar en casa en clases virtuales, pensando en el lavarropa o la preparación del almuerzo, lidiar con la pelea de hermanos o preguntas en ese momento de clase. Compartir los dispositivos para poder cumplir con las entregas de TP de las diferentes materias. (Encuesta N° 378)
En términos generales, cabe considerar que puede producirse un sentimiento de pérdida de la significación de un proyecto de vida cuando las normas de convivencia se transforman, diluyendo formas de acción arraigadas y debilitando, también así, las identificaciones, algo que produce sufrimientos desencadenantes de patologías. En general, un dislocamiento como el producido por la pandemia genera desorientación, los hábitos sociales y las normas de convivencia se relativizan.
Asimismo, aun cuando apareció en mayor cantidad un registro negativo de lo que supuso la presencia del virus y el distanciamientos o aislamiento social, algunos adultos rescatan lo positivo del hecho de “quedarse en casa”.
Particularmente, “el encierro” como familia nos fortaleció, todos vemos más de cerca el esfuerzo que cada uno hace por el otro. Es decir, antes, cada quien con sus tareas y obligaciones y nos faltaba tiempo para escucharnos, o no nos lo hacíamos. Hoy, es como que nos tenemos más presentes, estamos más empáticos. Y me gusta porque mis hijos, hasta los de 2 años, persiguen la rutina que creamos, una más linda, donde todos ayudamos en casa, respetamos el espacio de cada uno cuando se dedica a la escuela, etc., y esto perdura, aunque estemos volviendo paulatinamente a la presencialidad. (Encuesta N° 290)
Repercutió de manera positiva, ya que pudimos expresarnos, dialogar y pedir ayuda a profesionales en caso de necesitarlo. Mi hija más grande se dedicó a fondo a la militancia barrial y social, ambas se dedicaron más tiempo a encontrase. (Encuesta N° 352)Las disposiciones a valorar la vida en familia, por ejemplo, la expresan quienes residen en varios ambientes y cuentan con equipamiento tecnológico. Probablemente se asocien con estabilidad emocional por no haber sufrido situaciones graves de salud y con convicciones o ideales previos que llevan a ese tipo de apreciaciones. También se asocian con el hecho de que las multitareas exigidas a quienes trabajaban virtualmente, teniendo también obligaciones en tareas de cuidado, no interfirieran con esos ideales. Las siguientes enunciaciones ilustran estas valoraciones: “Ha sido una situación imprevista a la cual hemos podido adaptarnos, aprendimos a valorar la vida, los afectos, la importancia de los encuentros” (Encuesta N° 443); “Compartir más momentos y espacios en familia fue lo positivo de toda esta situación” (Encuesta N° 810); “Se fortaleció el vínculo familiar y el desarrollo de actividades hogareñas que, con el ritmo de escuela presencial, a veces no se logra” (Encuesta N° 144);
Creo que el año pasado fue más intenso, nos costó acostumbrarnos y superar el miedo que el virus generaba. Este año, lo tomamos con mayor tranquilidad... Seguimos cuidándonos, pero sentimos y esperamos que ya falte poco para que esto termine. Vivimos momentos de mucha tristeza al principio, por no poder ver a nuestros familiares, por enterarnos que personas cercanas se contagiaban y la pasaban mal, etc. Ahora, lo estamos transitando de una manera más amena, intentando preservar nuestra salud lo más que se pueda, dándole prioridad a compartir cosas en familia y en casa. (Encuesta N° 12)
Algunos fueron muy afectados y sus expresiones evidencian el sufrimiento vivido y la perduración del malestar. Otros no sólo expresan no haber sufrido, sino que encontraron aspectos convenientes para su vida familiar en las restricciones exigidas. En la expresión de un encuestado, se sintetiza la idea de “recuperación” de lo familiar como tiempo y espacio de encuentro, que no se lograba en tiempos prepandemia: “Creo que nos volvió a un tiempo en el que se vivía en familia” (Encuesta N° 1117).
Los adultos deben poder satisfacer múltiples necesidades en contextos de crisis. Están aquellas que son indispensables, como salud y educación. Pero también están las necesidades no indispensables, desde el punto de vista de Marcuse (1993), que enajenan a los sujetos. El imperativo “consumir y gozar” (Zizek, 2003) obliga a invertir mucho tiempo en lo laboral para ganar lo necesario para obtener aquello que se vende como indispensable, sin que necesariamente lo sea. El capitalismo neoliberal y sus mandatos ha generado perturbaciones en la reproducción simbólica del mundo de la vida. Tal como sostiene Habermas (1999), el predominio de una razón instrumental ha menoscabado aspectos de la vida, como son aquellos ligados a la solidaridad y a la integración social.
Algo de esto es lo que la pandemia, dada la obligación de dejar en suspenso prácticas que se realizaban fuera del hogar, generó en muchas familias: una oportunidad de nuevos encuentros. Otra disponibilidad de uso del tiempo y de un único espacio compartido, el de la propia casa: “Compartir más momentos y espacios en familia fue lo positivo de toda esta situación” (Encuesta N° 143);
Creo que cada familia transcurrió el ASPO y el DISPO de la manera que pudo. En nuestro caso, como padres, centramos la mayor atención en el desarrollo emocional de nuestras hijas, intentando acompañarlas en todas las actividades posibles, dialogando, y conviviendo armoniosamente. Es decir, nos encontramos nuevamente en el hogar todos juntos, y lo primero que planteamos fueron las rutinas nuevas, los hábitos, los horarios, y tratamos de organizarnos de la mejor manera posible. No hemos evidenciado cambios negativos en nuestras hijas, pero fue un trabajo de nosotros como padres sobre el diálogo y la escucha activa. (Encuesta N° 859)
Toda la situación inesperada y excepcional generó acciones nuevas, como la necesidad de hacerse hisopados o incluso inestabilidad por el manejo de cifras de afectados y de muertes, con la desensibilización ante la reiteración informativa por los medios. Inmersos en un cambio de época, la pandemia será una referencia histórica ineludible y constituirá una marca para todas las actividades en todas las historias de vida. Después de atravesar una vivencia la que muchos experimentaron impotencia o desaliento, se produjeron situaciones de violencia y de malestar psicosocial, por lo que habrá reconfiguraciones de cursos de acción por todo lo vivido.
Con nuevas generaciones para las que todo es al instante, en medio de una aceleración imparable, muchos adultos ya estaban transitando un mundo en el que eran necesarios esfuerzos de adaptación. Más aún en medio de una gran transformación tecnológica que ha acelerado y también modificado la temporalidad en la que se vivía hasta comienzos del siglo.
La aceleración social está atravesando umbrales más allá de los cuales se produce una nueva alienación con respecto al tiempo y el espacio. Hay una devaluación de la experiencia por la obsolescencia programada que no tiene en cuenta las necesidades de los usuarios de los artefactos, ni tampoco la acumulación de residuos, que producen contaminación.
Luego de estas interpretaciones, cabe preguntarse si los tiempos de aislamiento y distanciamiento social pudieron generar una desaceleración de los procesos producidos por la lógica de mercado, abriendo ahora una posibilidad de reencuentro. Muchos encuestados reconocen, tanto en ellas/os como en las/os niñas/os y adolescentes, el efecto subjetivo del peligro real del virus y las pérdidas de seres queridos, el impacto de la comunicación diaria de los medios sobre cifras de infectados y muertes, la distancia de la familia ampliada y de las amistades, la pérdida de trabajo, etc.; todo ello compensado por otras vivencias de encuentro y sostén en un contexto nada grato.
Expresaba una madre:
Lo que estamos viviendo es muy feo, pero debemos pasarla de la mejor manera posible... Hay personas con nombre, apellido, mamás, papás, tíos, abueles que se mueren... Debemos hacer un esfuerzo y cuidarnos de no circular por los de riesgo. (Encuesta N°3)
En ese sentido, se preguntó a los adultos si habían tenido en sus familias casos con COVID-19. El 36 % sí había tenido familiares infectados y el 64 %, no. Cabe aclarar que esta encuesta finalizó en julio de 2021. La vacunación aún no alcanzaba a gran parte de la población, pero ya habíamos pasado dos olas de contagios.
Gráfico1
Infecciones Covid19 en las familias
Fuente: elaboración propia.
Otro dato relevante es que el 38 % de las familias explicita haber sufrido la pérdida de algún familiar o amigo cercano en el período en que se decretó el ASPO hasta el momento en que completó la encuesta. No sabemos la causa de dicha muerte, pero sí que, en un alto porcentaje, sufrieron ese duelo. Pérdida de trabajo y problemas económicos graves hubo en el 20 % de la población encuestada. El 36 % expresa o no haber vivido ninguna de las situaciones que aparecen en el gráfico siguiente:
Gráfico 2
Situaciones vividas durante el ASPO y DISPO
Fuente: elaboración propia.
Estas vivencias han sido diversas tanto en los hechos como en los modos en que las familias y los sujetos infantiles y adolescentes han podido afrontar y elaborar estas circunstancias. Muchas expresiones en la encuesta lo demuestran, pero recuperamos una que muy bien lo refiere:
Ellos, al igual que los adultos, están atravesados por la pandemia. Somos parte de un momento de crisis humanitaria y epidemiológica. Toda nuestra vida anterior está en suspenso. Nos adaptamos con mayor o menor flexibilidad a esta situación inédita como vamos pudiendo con los recursos que tenemos y podemos crear. (Encuesta N° 155)
Nuevas rutinas y hábitos en el espacio doméstico
Las circunstancias impuestas por la pandemia requirieron efectuar adaptaciones aceleradas con cambios en las rutinas habituales, lo que afectó una cotidianeidad conocida alterando aquello que hace sentir a los sujetos como “pez en el agua” (Bourdieu y Wacquant, 2005). A lo que refieren los autores es que, cuando el habitus encuentra un mundo social del cual es producto, “no advierte el peso del agua y da al mundo alrededor de sí por sentado” (p. 108). Ese mundo social conocido da los soportes que permiten actuar en la vida cotidiana.
Las interacciones y autorregulaciones producidas durante el crecimiento y el desarrollo de los sujetos crearon esquemas de acción y hábitos con los que se enfrentaron las situaciones. Ahora, aparecieron restricciones impensadas que obligaron a adaptar hábitos y esquemas aceleradamente. El trastocamiento de esa continuidad previsible producido por el aislamiento repercutió y ese mundo que se daba por sentado, en muchos aspectos, se conmovió. Por un tiempo indefinido (algo que generaba incertidumbre), no se podría ir a la escuela, al club, a la academia, a jugar en la plaza ni reunirse con amistades, familiares y compañeras/os.
Al interior de los hogares, se generaron otros modos de estar y organizar tiempos y espacios para transitar este proceso de aislamiento/distanciamiento. Con ese cambio de rutinas, como, por ejemplo, los tiempos y horarios escolares, que son fuertemente ordenadores de la vida familiar, ya no fueron los mismos hechos vividos. En las encuestas, se manifiesta que a más de la mitad de los/as niños/as y adolescentes les costaba levantarse, aspecto que puede combinarse con la dificultad para seguir una rutina diaria, ya que los adultos dicen que el 41 % (sumados los que dicen siempre y muchas veces) no podía hacerlo y no lo lograba totalmente.
Tabla 1
Manifestaciones de niños/as y adolescentes durante ASPO y DISPO
Fuente: elaboración propia.
La imposibilidad de ir a la escuela o a otros espacios por fuera de la casa propia junto a las modificaciones o eliminaciones de prácticas sociales y educativas hizo dificultoso que las/os niñas/os y adolescentes encontraran actividades en las cuales ocuparse. El aburrimiento fue una expresión de falta de objetos que generaran interés, necesidad de inversión de energía psíquica, illusio en el sentido de Bourdieu y Wacquant (1995).
En este sentido, el 15 % de los adultos ha observado a las/os hijas/os aburridos y el 44 % dice que los han viso así muchas veces. Al suspenderse gran parte de las acciones regulares o administrarse de otro modo, como fue la escolaridad, generaron, posiblemente, cierta apatía respecto de lo que en el encierro podía hacerse y sostenerse ocupado en un tiempo imprevisible. En palabras de los adultos responsables, leemos: “Perdimos la rutina y los momentos en familia” (Encuesta N° 7); “No tenemos rutinas, las comidas las acomodamos en horarios diferentes todos los días. Pero en las comidas compartidas, sobre todo cena y almuerzo, se conversa mucho más, nos comunicamos de otra manera, aprendimos muchas cosas sobre el otro” (Encuesta Nº 8); “Los horarios se modificaron, todo se hace sin tener tantos apuros, se levantan tarde” (Encuesta Nº 10); “Dificultad a la hora de seguir horarios y rutinas” (Encuesta Nº 12); “El hábito de dormir. Duerme de día y está despierto por las noches” (Encuesta N° 29); “Desorganización de horarios, poca paciencia, horas ayudando a los niños a hacer sus tareas, cambios de horarios de la rutina” (Encuesta N° 122); “Se quedan hasta más tardes despiertos y se levantan fuera de hora. No se respeta el horario de desayuno y almuerzo” (Encuesta N° 139); “Cambió la rutina familiar en casi su totalidad” (Encuesta N° 71); “Respetar horarios de rutina y sostenerlo. Pautar tiempos de uso de tecnología. Propiciar momentos de juegos de mesa familiar” (Encuesta N° 156).
El análisis previo puede complementarse con dos puntos ligados a la escolaridad, que hemos seleccionado entre otros de la encuesta, para abordar algunos aspectos del peso de lo escolar en la rutina. La escuela, sin duda, es una institución que ofrece múltiples organizadores de la acción de los sujetos, tanto temporales y espaciales como simbólicos.
Como se observa en la Tabla 2, el 59 % extraña siempre o muchas veces poder ir y estar en la escuela, el 29 % pocas veces y el 12 % parece no extrañar. A pesar de que se trastocaron espacios y tiempos escolares y que, como ya analizamos anteriormente, gran parte manifiesta aburrimiento, el 56 % no tendría muchas dificultades para hacer sus tareas escolares. Hay un grupo (34 %) que expresa que muchas veces no lo desea y el 10 % definitivamente no quiere hacerlas. También ello dependerá de las posibilidades familiares para acompañar y de las condiciones objetivas, subjetivas e intelectuales con las que cuente cada grupo doméstico.
Tabla 2
Manifestaciones acerca de la escolaridad
Fuente: elaboración propia.
Las posibilidades de adaptación a circunstancias modificadas inesperadamente (que impiden seguir con los hábitos adquiridos) dependen de un equilibrio grupal y personal. Ese enfrentarse a la frustración durante períodos superiores a las previsiones estimadas en la vida regular, en los que se suponían otras acciones y en otras condiciones, está sostenido por una armonía intersubjetiva no necesariamente asegurada en todas las situaciones y por el común cumplimiento de pautas de acción compartidas. Cuando no aparecen alternativas de contención y compensación, no hay energías conducentes a acciones apreciadas y, en consecuencia, aparece el desgano, no hay deseos que impulsen a los sujetos a la acción y hay un extrañamiento por no reconocer objetivos deseables que alienten a organizar las acciones.
Este mundo externo alterado lleva a una alteración interna cuando no hay soportes de catectizaciones libidinales que impulsen a la acción.
La sociabilidad durante el aislamiento social
Las medidas sanitarias exigieron la suspensión de una serie de actividades que niños/as y adolescentes llevaban a cabo, además de ir a la escuela de modo presencial. Se preguntó a los adultos en la encuesta sobre qué actividades dejaron de hacer sus hija/os a partir de las medidas de aislamiento o distanciamiento. Era una pregunta abierta que arrojó las siguientes categorías:
Gráfico 3
Actividades suspendidas por el ASPO y el DISPO
Fuente: elaboración propia.
Aquellas prácticas que se llevaban a cabo por fuera de la casa y que son parte indispensable en los aspectos socializantes quedaron en suspenso. Lo que se destaca como una actividad frecuente refiere a las deportivas y artísticas (donde el 25 % aluden a deportes y 5% a música y danza). Esto desde el punto de vista de actividades no formales. Pero también destacan la ausencia de actividades recreativas, como pasear, viajar, ir a la plaza, entre otras.
En tercer lugar, están las actividades con amigas/os, aquellas fundamentales en la vida de las personas, aún más en la adolescencia. Las reuniones familiares fueron mencionadas en el 11 % de las respuestas dadas y apuntan a las reuniones de la familia ampliada.
Estas cifras toman mayor claridad cuando las cruzamos con algunas expresiones como: “Extrañan la vida social…y ese crecimiento con el otro se vio dañado” (Encuesta N° 1); “Ha repercutido de modo desfavorable, ya que al no poder salir y socializarse lo toman como que, uno como padre no los dejan hacer nada” (Encuesta N° 55); “Lo veo como un gran daño social que veremos a largo plazo las consecuencias. Una involución” (Encuesta N° 59); “Mal. Están en una etapa donde buscan despegar de sus padres y sus amigos son lo más importante. Están obligados a vivir lo contrario” (Encuesta N° 141);
Es adolescente y está perdiendo en este tiempo el poder relacionarse con sus pares, aprender a desenvolverse fuera de la casa, a sobrellevar todos los males que la adolescencia hace que tengan, a no desarrollar una buena forma de comunicación verbal. (Encuesta N° 157)
Las vinculaciones sociales siempre son significativas, pero hay tramos de edad en los que adquieren mayor relevancia, como en la adolescencia, por las necesidades de la etapa evolutiva. Todo se complica en ese período de independización y diferenciación de las/os adultas/os cuando hay riesgos de enfermedad y de muerte reales.
Las/os adultas/os sobreexigidos por las condiciones de enfermedad y muerte generadas por la pandemia no cuentan con el equilibrio necesario para hacer frente a los desafíos de la educación de los adolescentes. Todo ello incidió en las condiciones de vida imperantes, a las que se sumó el hecho de no poder continuar con las acciones deportivas, artísticas o recreativas que podían despertar entusiasmo al compartirlas con compañeras/os y amigas/os.
Conclusiones
El trabajo de investigación buscó identificar las transformaciones acontecidas en la vida cotidiana familiar y lo ocurrido en lo referido a lo escolar durante el tiempo de emergencia sanitaria, más precisamente en tiempos de asilamiento y distanciamientos social. El trabajo de campo se llevó cabo en junio de 2021, luego de haber vivido un prolongado aislamiento y a pocos meses de haber iniciado un retorno progresivo a las aulas, de modo intermitente.
En relación con las preguntas y objetivos que orientaron la búsqueda, podemos generar dos ejes para las conclusiones. En primer lugar, aquellos efectos patémicos, afectivo- emocionales, que se generaron al interior de las familias por los cambios precipitados –de ningún modo anticipados–, que impactaron la vida cotidiana circunscripta casi exclusivamente en el espacio doméstico. A escala mayor, la implicancia tanática de la pandemia, el temor a la pérdida de la vida propia o la de un ser querido, la amenaza invisible, el no saber con precisión de qué se trataba esta situación mundial, iba ofreciendo un contexto de incertidumbre que era muy difícil ignorar.
El virus COVID-19 se expandió en una época en la cual se ha venido dando una gran transformación tecnológica, la cual ha acelerado y también modificado la temporalidad en la que se vivía hasta comienzos del siglo. Con la aparición de los teléfonos inteligentes en el 2007, que rápidamente incorporaron las nuevas redes de comunicación con imágenes y videos, se transformaron las referencias temporales y espaciales, produciendo una vinculación diferente con las cosas y las personas, algo que, en algunas ocasiones, aumentó situaciones de alienación. Tal como lo planteara Hartmut Rosa (2016), estas transformaciones modificaron la vinculación con los objetos de nuestra cotidianeidad.
La emergencia sanitaria obligó a la virtualización de la educación, generando múltiples efectos en niños/as y adolescentes, dado el cambio radical del formato escolar y de las prácticas sociales frecuentes en las que participaban. Este nuevo contexto vino a transparentar con mayor fuerza a aquellos grupos que no cuentan con condiciones objetivas de posibilidad de acceso y permanencia en la escolaridad. Hoy, muchos/as dejaron el colegio. Se agudizó el abandono escolar y las vivencias de niños/as y adolescentes no fueron un tema de gran cuidado en la gestión de la pandemia por el predominio de las apreciaciones médico-sanitarias que resultaban urgentes.
A escala menor, el aislamiento social, el encierro en el espacio doméstico y la restricción social, se fue extendiendo en el tiempo y, con ello, lo que estaba previsto para pocos días se prolongó a meses. En las familias, se modificó lo laboral, así como la asunción de aspectos de los estudios de las/os hijas/os que eran propias de la vida escolar.
Encontramos que, en gran parte de la población encuestada, aparecía alguna expresión sufriente que denotaba o connotaba miedo, angustia, tristeza, estrés e incertidumbre. La extensión del asilamiento empezó a calar en lo subjetivo y social, generando sensación de soledad, cansancio y agotamiento. A la vez que estaban estos aspectos sufrientes, para muchas familias, fue una oportunidad de reencuentro familiar, dada cierta desaceleración del tiempo laboral y de las exigencias fuera del espacio doméstico. Estar todos en el mismo espacio, en un mismo tiempo, aún con actividades diferentes, daba lugar a la generación de otros momentos posibles de convivencia intrafamiliar.
En concordancia con esto último, el aislamiento social generó un cambio de rutinas y de las formas habituales de la vida social, modificaciones en los mundos de la vida. Este constituye el segundo eje de las conclusiones. Se produjo un trastocamiento de una continuidad previsible en la cual el hecho de no ir a la escuela fue un factor relevante en esa transformación. Rutinas y horarios ordenadores de la vida familiar se desarticularon cuando la asistencia a la escuela o a otras actividades se modificaron. Ello se evidenció, según los adultos, en dificultades para hacer las tareas escolares, para sostenerse en el cursado virtual, para encontrar actividades de interés al interior del hogar. De igual modo, aconteció con lo social, donde el encuentro con los/as otros/as se dificultó. La restricción afectó con mayor fuerza la vida de las/os adolescentes, ya que no solo se suspendió la vida social en la escuela, sino en el resto de las actividades que hacen con los pares, intercambios intersubjetivos muy relevantes en esa etapa de la vida.
Resulta evidente que habrá que ir reconstituyendo el tejido social dado que ha sufrido mucho. La expresión de Arquímedes, “dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”, no puede reducirse a pensar en una palanca, sino que debe generalizarse para la comprensión de las posibilidades de la acción humana. Es decir, en términos de cooperación y no de competitividad. Es la cooperación la que interviene en las acciones de cuidado y no lo que ocurre con la competitividad propia de una razón instrumental, buscando el beneficio individual, sin importar lo que ocurre con la comunidad de pertenencia.
Es preciso trabajar sobre los equilibrios psicosociales perturbados, que necesitan recomponerse, restituyendo reconocimientos identificatorios, autoestima y orientaciones en la acción cotidiana. Volver a los ejes de identificaciones regulares llevará un tiempo de necesarias reequilibraciones subjetivas y sociales. Las vinculaciones intersubjetivas serán las que permitirán, o no, estas recuperaciones de identidades y de orientaciones de acción.
Todos los datos que pudimos conocer en nuestra investigación tienen que servirnos para tener en cuenta consideraciones psicopedagógicas y pedagógicas al momento de pensar las intervenciones con los sujetos infantiles y adolescentes.
ST, técnica mixta. Ana María Martín.
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