DOI: http://dx.doi.org/10.19137/praxiseducativa-2017-210207
ARTÍCULOS
Educational Advisor in Brazil and its performance for a critical and quality education
Thiago de Souza dos REIS*
Resumen: El presente trabajo pretende analizar la actual inserción del orientador educativo señalando su relación con la construcción de una gestión democrática y la mejora de la calidad de la educación pública en Brasil. Nuestro objetivo es demostrar, mediante la lectura y crítica de la legislación y la bibliografía pertinente que la acción del orientador educativo puede (y cada día se vuelve más claro eso) ayudar a los alumnos a ejercer críticamente su ciudadanía.
Palabras clave: Orientador educativo; Gestión democrática; Ciudadanía; Educación pública en Brasil; Ley de directrices y bases.
Abstract: The present work intends to analyze the current educational advisor’s insertion in the Brazilian contemporary education, noting its relation with the construction of democratic management and improves the quality of public schools in Brazil. We intend to demonstrate, through reading and criticism of the legislation and relevant literature that the action of the educational advisor can (and every day it becomes more obvious that) to help students exercise in a critical way their citizenship.
Key words: Educational advisor; Democratic management; Citizenship; Public school network; Law of Guidelines and Bases.
Actualmente, hay muchos cuestionamientos relativos a
la educación brasileña, sobre todo referidos a las escuelas
públicas, que los profesionales de la educación deben
tener en cuenta. De manera recurrente, somos interpelados
acerca de la calidad de la educación ofrecida por las entidades
federativas en Brasil.
En una sociedad dinámica, los postulados y paradigmas que
aún influyen en la educación son tributarios de los períodos en
los que el estudiante no era reconocido como un agente activo
en el proceso de enseñanza y aprendizaje. En este sentido, los
objetivos generales de la educación fueron conectados sólo al
acto de adquirir conocimientos, como si el alumno fuese un recipiente que debería llenarse por la acción de
aquellos que han de conducirlo al conocimiento,
es decir, sus maestros.
Todas esas influencias acabaron por determinar
la estructura de las instituciones educativas
y las jerarquías dentro de los espacios
educativos. La preponderancia del profesor,
el que pronuncia el conocimiento, y el Director,
el responsable por la gestión de la escuela,
son también herencias perniciosas que echan
raíces en siglos pasados y que aún impiden el
acceso a una educación de calidad.
Mientras tanto, el trabajo de los orientadores
educativos en todas las etapas de la formación
de nuestros alumnos puede contribuir de
manera incisiva para la mejora de la calidad
y de la relación entre profesor y alumno en el
proceso de enseñanza/aprendizaje, dando voz
activa a este último. Además, los orientadores
educativos pueden actuar como facilitadores
con la comunidad dentro de la escuela.
Mediar conflictos, entender las demandas
de los actores involucrados en el ambiente escolar
y proponer nuevos caminos para la mejora
de la calidad son tareas que el orientador
educativo debe enfrentar, tomando para sí mismo responsabilidades que, a priori, puede
parecer que exceden sus competencias funcionales.
La integración entre los diferentes profesionales
de la educación en el ambiente escolar
debe buscar brindar más atención al estudiante,
lo que favorece que él pueda ejercer plenamente
su ciudadanía. En este sentido, el equipo
pedagógico en el desarrollo de un trabajo
integrado contribuye a la implementación de
una gestión más participativa y democrática,
integrando no sólo la esfera administrativa
sino, también, la planificación educativa. Eso
contribuirá a mejorar los lazos entre la escuela,
la familia y la comunidad, generando resultados
positivos para todos los involucrados.
En la presente propuesta exponemos una
serie de formas para que la actuación del
orientador educativo pueda ser más efectiva
y contribuir a una educación planteada como
transformadora de la sociedad actual. Así,
buscaremos en las líneas siguientes iniciar un
debate sobre el papel del orientador educativo
en los últimos años y los caminos que éste puede
tomar en la resolución de conflictos y mediación
de intereses en la sociedad brasileña.
También analizaremos cómo ese profesional
de la educación puede contribuir en la implantación
de una gestión democrática del proceso
de enseñanza y aprendizaje.
Durante muchos años, los profesionales de la educación y, en particular, los orientadores educativos, observaron, en su actuación en el ambiente escolar, que la Orientación Educativaúnicamente se destinaba a los llamados “alumnos problemáticos”. Por lo tanto, el orientador educativo sólo debería actuar para disciplinar a los alumnos que presentaban desviaciones de comportamiento o de integración y de socialización dentro de la comunidad escolar. Esta visión, aunque muy presente hasta hoy, es anticuada y es una base para que varios investigadores de la Educación Brasileña puedan cuestionar el papel y el lugar de la Orientación Educativa. Entre estos autores, podemos destacar la siguiente contribución de Mirian Grinspun:
La Orientación se encuentra hoy movilizada con otros factores, ya no sólo y exclusivamente para cuidar y ayudar a los ‘estudiantes con problemas’. Hay, por lo tanto, necesidad de insertarnos en un nuevo enfoque de Orientación, que apunte a la ‘construcción’ de un ciudadano que sea más comprometido con su tiempo y su pueblo. Se desplaza, significativamente,‘dónde llegar’, actualmente de la Orientación Educativa, en términos del trabajo con los alumnos. Se pretende trabajar con el alumno en el desarrollo de su proceso de ciudadanía, trabajando la subjetividad y la intersubjetividad, obtenidas a través del diálogo en las relaciones establecidas. (1994, p.13)
Tal percepción, aunque más ampliada, es
apoyada por la legislación educativa vigente
y fue fuertemente incentivada después de la
promulgación de las actuales directrices y Bases
para la educación nacional (Ley 9.394) el
20 de diciembre de 1996. Esta ley, en su art.
2º, establece que la educación “tiene como objetivo
el desarrollo integral del educando, su
preparación para el ejercicio de la ciudadanía
y su calificación para el trabajo”. Es decir, propone
directrices para que los profesionales de
la educación actúen de forma integrada con el
objetivo de la formación amplia del alumno.
En relación con lo expuesto anteriormente,
también la Orientación Educativa sufre el impacto
de este cambio de perspectiva en el contexto
institucional y de las nuevas demandas
de la sociedad, sobre todo después de las recientes
innovaciones tecnológicas que también
afectaron la educación. Por eso, tenemos que
entender la Orientación Educativa como:
un proceso social desencadenado dentro de la escuela, movilizando a todos los profesionales que en ella actúan –especialmente los profesores– para que, en la formación de este hombre colectivo, ayuden cada alumno a construirse, a identificar el proceso de elección por el que ellos pasan, los factores socioeconómico-político-ideológicos y morales que lo permean y los mecanismos al medio de los cuales él pueda superar la enajenación procedente de nuestra organización social, convirtiéndose, así, en un elemento consciente y operativo dentro de la organización social, contribuyendo para su transformación. (Placco, 1994, p.30)
Se trata de la búsqueda de una educación
transformadora, en la medida que pueda contribuir
en la propia transformación del estudiante
y, en consecuencia, de todos los actores
involucrados directa o indirectamente en este
proceso: orientadores, profesores, padres y los
propios educandos.
Para eso, la propia formación del profesional
que actúa a través de la Orientación Educativa
pasó por una serie cambios en Brasil a
lo largo de las últimas décadas. En el aspecto
legal, la misma ley de 1996 definió de forma
clara y objetiva cómo debe darse la formación
del orientador educativo:
La formación de profesionales de educación para administración, planificación, inspección, supervisión y orientación educativa para la educación básica, se hará en cursos de graduación en pedagogía o a nivel de postgrado, a criterio de la institución de enseñanza, garantizada, en esta formación, la base común nacional. (Ley 9394/96)
Esta profesionalización facilitó la construcción
de currículos específicos para cursos de
licenciatura en pedagogía o cursos de postgrado
lato sensu en orientación educativa. Estos
currículos establecerán objetivos claros para
habilitar adecuadamente los profesionales que
se insertarán en esta función. Con eso, el campo
de la Orientación Educativa se restringirá a aquellos que obtuvieron la formación adecuada
para ese tipo de actuación, protegiendo
su público –la comunidad escolar, como un
todo– de la acción, a menudo desastrosa, del curioso o del no habilitado.
Si, por un lado, la profesionalización del
orientador educativo facilitó la reducción de
sus funciones y la caracterización de las habilidades
requeridas para el ejercicio de su especialidad,
por otra parte, ha tenido que enfrentarse
a las circunstancias presentes que actúan
en la educación brasileña contemporánea, en
particular en lo que se relaciona con el ambiente
escolar, con sí mismo, y con la comunidad
en la cual se inserta.
A partir de las transformaciones que ya
puntuamos sobre la sociedad brasileña, sobre
el proceso de enseñanza y aprendizaje y sobre
la propia formación del orientador educativo,
este último comienza a actuar con un “nuevo” público, más diverso y ampliado porque engloba
a toda la comunidad escolar. Mirar a través
de ese nuevo prisma ahora permite ver la comunidad
escolar como una importante aliada
en el proceso de enseñanza y aprendizaje y en
la formación de un estudiante para el ejercicio
de su ciudadanía.
Sin embargo, muchos equipos de dirección
aún dudan en percibir que el espacio escolar
pertenece a toda la comunidad que se puede
beneficiar y, con eso, ampliar los resultados de
una educación transformadora y de calidad
para los estudiantes. Integrar a los estudiantes,
profesores, equipo pedagógico, padres y otros
actores de la comunidad en la cual la escuela se
inserta (trabajadores sociales, líderes comunitarios,
profesionales de otras áreas, empleados en
general) puede contribuir a que los estudiantes
se sientan más cómodos en el ambiente escolar
y con el propio proceso educativo, que aún se
muestra muy acostumbrado a cánones establecidos
en los siglos pasados. Para que esa realidad
sea alterada, la dirección escolar debe percibir
que la escuela puede convertirse en un espacio
de integración y diversidad. Por otra parte:
Algunos directores tratan los equipamientos de la escuela como si fuesen objetos personales, propiedades privadas; otros, al contrario, establecen relaciones de asociación con la comunidad y, con esto, no solo comienzan a contar con ella como elemento de ayuda para los cambios, como aún obtienen la disminución del vandalismo, de la violencia; los estudiantes se sienten acogidos, experimentan la escuela como territorio aliado. Queremos que quede claro que nos estamos refiriendo a la apertura tanto en materia de instalaciones y equipamientos, como, en un sentido más sutil, de dejarse sensibilizar por las exigencias colocadas por la sociedad. (Vasconcellos, 2002, p.63)
Cambiar la rutina de la escuela con nuevos
actores sería una manera de facilitar la orientación
educativa. Esta nueva dinámica podría
expresarse fuera de un diálogo formal detrás
de una mesa que impone la jerarquía, como
estamos acostumbrados a trabajar. Solo con
incentivar la integración de la comunidad con
el espacio escolar, el orientador educativo ya
tendría su trabajo facilitado y sus resultados
mejorados.
Para eso, proponer actividades deportivas
y culturales integrando acciones sería un paso
importante para implementar la aproximación
de la escuela y sus profesionales con la comunidad
y su entorno. Hay una vasta bibliografía
que apunta a los resultados positivos de esta
integración, que se inicia por medio de actividades
relacionadas con lo lúdico para migrar,
poco a poco, a las acciones, propuestas y debates
que pueden ayudar al equipo docente en la
construcción del plan de estudios y en la resolución
de conflictos extra e intramuros (Cody
y Siqueira, 1997)
Hay muchos problemas que superar para lograr una educación de mejor calidad y transformadora. En este sentido, muchos autores afirman que la Orientación Escolar tiene un papel fundamental en este proceso. Grinspun resalta que:
El papel de la Orientación en una escuela comprometida con su proyecto político pedagógico, donde (…) a partir del proceso de enseñanza-aprendizaje esté comprometida con la formación del sujeto, con la formación de la ciudadanía. (Grinspun, 2005, p.73)
“Rapsodia”, acrílico. Raquel Pumilla
El compromiso con la formación del sujeto sólo será plenamente eficaz si existe una cooperación con los demás miembros del equipo de la escuela y con los profesionales de educación. En este sentido, una forma eficaz de alcanzar mejores resultados en las acciones de la Orientación Escolar sería a través de una gestión democrática que, muchas veces, no es fácil de establecer, pero es esencial para aumentar los resultados y la calidad de la Educación en Brasil. De acuerdo con Genuíno Bordignon:
La democracia, que es el ejercicio efectivo de la ciudadanía, implica la autonomía de las personas y las instituciones. La educación emancipadora y la gestión democrática son inseparables y sin ellas trabajaríamos en una contradicción intrínseca. Escuelas, profesionales de la educación y estudiantes privados de la autonomía no tendrán la condición esencial para ejercer una gestión democrática, de promover una educación ciudadana. (2005, p.32)
Sin la gestión democrátiva, lograr la ciudadanía
o formar con este objetivo sería una
utopía que impediría una Orientación Educativa
de calidad. La gestión democrática posibilita
que la comunidad escolar exprese sus
intereses con los resultados y los propósitos
del proceso de enseñanza y aprendizaje, para
la construcción del sentimiento de pertenencia
de los estudiantes, padres y la comunidad en el
ambiente escolar.
Para que podamos llegar a una educación
eficaz y transformadora, debemos cultivar el
sentimiento de pertenencia en todas las actividades
que desarrollamos. Cabe al orientador
escolar, entonces, promover en sus acciones la
integración a través del acceso a una gestión
democrática, dando voz y poder de decisión
a la comunidad escolar. Estas acciones contribuirían
a que el todo de la escuela pueda
participar activamente en la formación de la
ciudadanía, teniendo en cuenta las disposiciones
legales y también los principios éticos que
rigen la educación en nuestro país. Cabe señalar,
como ya observó Grinspun, que:
La orientación, hoy, se tiene que desarrollar a través de un trabajo participativo, donde el currículo debe ser construido por todos. Y la interdisciplinariedad debe ser buscada, para una mejor comprensión del proceso pedagógico de la escuela. (2002,p. 27)
Una de las maneras de implementar la gestión democrática es a través de la creación de consejos escolares que involucren a la comunidad en la toma de decisiones. Una y otra vez, recurrimos a Bordignon que nos señala lo siguiente:
Entre los fundamentos de la gestión democrática de la educación pública, la LDB y el PNE destacan la autonomía de los sistemas educativos y de sus escuelas. Como estrategia privilegiada de la gestión democrática, se instituyen los Consejos de Educación en los sistemas de enseñanza y, en la gestión de las escuelas, los Consejos Escolares, siempre con la participación de la comunidad. (2005, p.45)
Se presentarán varios obstáculos en la
promoción de estos objetivos. Como apunta
Bordignon, habrá una reacción por parte de
la dirección escolar, temerosa de perder su poder
administrativo; habrá recelo por parte de
los profesores, con miedo de las cobranzas e
interferencias que pueden venir por parte de
los padres y responsables de los estudiantes,
o el aumento en su carga de trabajo; también
habrá poca adhesión por parte de los padres y
responsables, que dicen no tener tiempo para
una participación más activa. Por otro lado, no
puede haber miedo en el orientador educativo
ya que la gestión democrática solo puede afectar
positivamente el trabajo y la integración
con la comunidad, a pesar de las reacciones
que este proceso puede acarrear.
Esta visión está en consonancia con lo que
defiende Grinspun. Esta autora señala las competencias
que debe asumir el orientador, lo
que abarca muchas responsabilidades. En este
sentido, el trabajo del orientador deberá:
(...) explicar las contradicciones de una realidad concreta, promover las articulaciones necesarias, las medidas posibles, para que tengamos una justa educación, mayor solidaridad y democracia. (Grinspun, 2002, p.30)
Incluso si existen conflictos de intereses o
de perspectivas teórico-metodológicas, oponiendo
profesionales capacitados en diferentes
contextos y con diferentes creencias sobre
cómo debe realizar el proceso de enseñanza y
aprendizaje. Al respecto, es responsabilidad del
orientador educativo la interacción con estos
diversos actores y la mediación en los conflictos
que surgirán a lo largo de la implementación
de una administración democrática. Para
eso, el orientador deberá pautar las alternativas
que tienen la escuela y la comunidad escolar
para, juntas, buscar efectivizar una educación
transformadora para la formación de la ciudadanía
de los estudiantes en los diversos niveles
de la enseñanza.
Heloísa Lück (2008) nota que la gestión del
ambiente escolar y la educación ofrecida por la
escuela deben partir de la premisa de que el suceso
o el éxito del proceso, como en cualquier
organización social, depende de la acción de
todos los involucrados.
Así, para movilizar una acción conjunta,
toda la comunidad escolar, partiendo de una
voluntad colectiva, formaría un todo orientado.
Los resultados de esta acción colectiva
serían más promisorios, tanto por la solidificación
de una identidad propia como por la
motivación inherente en el proceso que creó la
solidaridad entre las partes.
La escuela es de todos y, por consiguiente,
debe ser el espacio donde todos puedan opinar,
proponer, participar, actuar, defender sus
intereses, presentar proyectos y propuestas que
contribuyan a la formación de la ciudadanía.
Así, es la escuela un espacio apto no sólo para
la construcción de la ciudadanía, sino también
para el ejercicio de esta a través de una gestión
participativa, diversa, abierta y democrática.
El papel del orientador educativo en la
enseñanza y en el seno de las instituciones
educativas ha demostrado ser de gran importancia,
debido a los cambios a los que se han
enfrentado la educación y la sociedad de hoy.
En este sentido, después de su profesionalización
y consiguiente formación especializada,
el orientador pudo colaborar en el proceso de
enseñanza/aprendizaje y en la formación de un
alumno más completo, es decir, capaz ejercer
críticamente su ciudadanía, transformándose
en un ciudadano pleno.
Por ese motivo, el orientador educativo
debe evaluar como positiva la gestión democrática
de las unidades escolares y del propio
proceso de enseñanza/aprendizaje. Ya que, con
la participación de la comunidad escolar, las
acciones del equipo pedagógico han demostrado
ser más casuales y con un mayor grado
de agregación con el objetivo de una educación
transformadora.
Esperamos que, con este trabajo, más profesionales
de la orientación educativa puedan
analizar estos temas y ampliar sus conocimientos
en sus respectivos campos.
S/T, pintura. Raquel Pumilla
Por último, señalamos que hay una necesidad de ampliar el estudio de las relaciones que rodean el trabajo de los orientadores educativos en la actualidad, dado que nuestra sociedad es dinámica y sus demandas e intereses están en continuo cambio, lo que hace necesario el cuestionamiento constante de las competencias que rodean el orientador educativo y su acción dentro y fuera del ambiente escolar.
Notas
* Maestro en Historia de las Instituciones (UNIRIO). Doctorando en Historia Social (UNIRIO). Profesor en la graduación en Derecho de la Universidad Veiga de Almeida. Profesor en la graduación en Historia de la Universidad Estácio de Sá. Rio de Janeiro, Brasil. thiago1888@gmail.com . thiago.reis@uva.br.
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Fecha de Recepción: 2 de febrero de 2017
Primera Evaluación: 24 de febrero de 2017
Segunda Evaluación: 01 de marzo de 2017
Fecha de Aceptación: 17 de marzo de 2017
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