DOI: http://dx.doi.org/10.19137/huellas-2020-2419
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Cita sugerida: Mostacero, A. L. (2020). “El agua nos quitó la casa”. Aportes para la comprensión de los cambios en el habitar campesino del oeste de La Pampa. Revista Huellas, Volumen 24, Nº 2, Instituto de Geografía, EdUNLPam: Santa Rosa. Recuperado a partir de: http://cerac.unlpam.edu.ar/index.php/huellas
ARTÍCULOS
“El agua nos quitó la casa”. Aportes para la comprensión de los cambios en el habitar campesino del oeste de La Pampa
“Water has taken our houses off”. Contributions to understanding the changes in agrarian settlements in the West of La Pampa Province
“A água nos tirou a casa”. Contribuições para a compreensão das mudanças no habitar camponês do oeste de La Pampa
Antonela Lucía Mostacero[1]
Universidad de Nacional de La Pampa/ Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
antonelamostacero@gmail.com
Resumen: El poblamiento del Oeste de La Pampa (Argentina) estuvo históricamente vinculado con la presencia de recursos hídricos superficiales. El corte del escurrimiento del río Atuel en 1947 y el posterior manejo irregular de sus aguas provocaron alteraciones en las formas de habitar de los grupos sociales de los sectores próximos sus bañados. El objetivo de este trabajo es contribuir a la comprensión de los cambios ocurridos en el espacio doméstico campesino de los pobladores de Paso Maroma y La Puntilla que fueron motivados por los efectos del conflicto por el río. Para ello se utiliza una metodología cualitativa con triangulación de datos, en la que se combina documentación escrita, cartografías y material audiovisual con entrevistas en profundidad y salidas de campo durante 2018, 2019 y 2020. En principio, se presenta la perspectiva teórica desde donde se analizan los casos de estudio. Luego, se desarrolla una breve aproximación sobre el conflicto interprovincial por las aguas del Atuel. Por último, se propone una periodización que permite realizar un recorrido diacrónico de los puestos, las unidades residenciales y productivas campesinas con mayor presencia en el sector, y se identifican tres procesos de modificaciones del espacio doméstico motivadas por la discontinuidad del río.
Palabras clave: Oeste de La Pampa; Puestos; Río Atuel; Espacio doméstico campesino
Abstract: The settlements of the West of La Pampa (Argentina) were historically linked to the presence of surface water resources. The Atuel River cutoff in 1947, and the subsequent irregular management of its waters, altered the way in which social groups inhabited the areas adjacent to its wetlands. The aim of this work is to contribute to understanding the changes experienced in the domestic peasant space and by the inhabitants of Paso Maroma and La Puntilla, changes that were caused by the effects of the conflict over the river. To achieve this, a qualitative methodology with data triangulation is applied, combined with written documents, cartographies and audiovisual material of in-depth interviews and field trips during 2018, 2019 and 2020. Firstly, the theoretical perspective is introduced, on which the case studies are analyzed. Then, a brief approach to the interprovincial conflict over the waters of the Atuel River is developed. Finally, a periodization is proposed to enable a diachronic tour of the puestos, the residential and productive peasant units with the largest presence in the area. Also, three modification processes of the domestic space that were motivated by the discontinuity of the river are identified.
Keywords: West of La Pampa; Puestos; Atuel River; Peasant domestic space
Resumo: O povoamento do Oeste de La Pampa (Argentina) esteve historicamente relacionado com a presença de recursos hídricos superficiais. O corte do escorrimento do rio Atuel em 1947 e o posterior direcionamento irregular de suas águas provocaram alterações nas formas de habitar dos grupos sociais dos setores próximos a seus banhados. O objetivo deste trabalho é contribuir à compreensão das mudanças ocorridas no espaço doméstico camponês dos povoadores de Paso Maroma e La Punilla que foram consequência dos efeitos do conflito pelo rio. Para isso, utiliza-se uma metodologia qualitativa com triangulação dos dados, nas que se combinam documentação escrita, cartografias e material audiovisual com entrevistas profundas e saídas de campo durante 2018, 2019 e 2020. Inicialmente, apresenta-se a perspectiva teórica desde onde se analisam os casos de estudo. Depois, desenvolve-se uma breve aproximação sobre o conflito interprovincial pelas águas do rio Atuel. Por último, propõe-se uma periodização que permite realizar um percurso diacrônico dos postos, as unidades residenciais e produtivas campesinas com mais presença no setor y se identificam três processos de modificações do espaço doméstico motivadas pela descontinuidade do rio.
Palavras-chave: Oeste de La Pampa; Postos; Rio Atuel; Espaço doméstico campesino
El establecimiento de las unidades domésticas en el oeste de La Pampa (centro de Argentina) ha estado vinculado a los recursos hídricos superficiales de la región, sean ríos, arroyos, manantiales y lagunas. Este trabajo aborda el caso de los grupos sociales que se asentaron en las zonas rurales de La Puntilla y Paso Maroma, próximas a los bañados de los ríos Atuel y Salado (Figura Nº 1) y fueron afectados por el conflicto existente entre las provincias La Pampa y Mendoza por el uso de las aguas del río Atuel, uno de sus principales afluentes. En este marco, el objetivo es contribuir a la comprensión de los cambios ocurridos en el espacio doméstico campesino de los habitantes de Paso Maroma y La Puntilla que fueron motivados por los efectos del conflicto por el río.
Figura 1. Sector de estudio: Parajes de La Puntilla y Paso Maroma
Fuente: Elaboración propia con información georreferenciada de Dirección Provincial de Catastro de La Pampa y por el Instituto Geográfico Nacional y uso de SIG de software libre (QGIS 2019).
A través de una disputa interprovincial por el uso de los recursos hídricos, que inició junto con el siglo XX, se sucedieron extensos períodos de sequías y ocasionales inundaciones en el tramo inferior de la cuenca hidrográfica (Cazenave, 2012). En consecuencia, los grupos domésticos de la región, denominados localmente como puesteros y puesteras[2], fueron adaptando sus estrategias de vida para asegurar su permanencia en el territorio, entre ellas sus prácticas de habitar. En el Oeste de La Pampa[3] el “puesto” representa la unidad residencial y productiva campesina con mayor presencia en el sector. Esta categoría se le asigna a un espacio doméstico que incluye no sólo la unidad residencial de un grupo sino también las construcciones accesorias y espacios intermedios, que juntos componen un único espacio (Poduje, 2000; Comerci, 2010). A lo largo de su trayectoria doméstica, los puestos de la zona fueron modificados por sus habitantes para cumplir con sus funciones de acuerdo a los cambios del contexto regional. Sin embargo, muchos fueron también los elementos que permanecieron y/o fueron resignificados con el paso del tiempo.
En Argentina se encuentra una extensa bibliografía que refiere al habitar campesino y sus particularidades. Desde inicios del siglo XX, muchos autores han investigado las viviendas tradicionales, naturales, rurales o vernáculas de Argentina, haciendo hincapié en aquellas construidas con los recursos materiales y técnicos de la región (De Aparicio, 1931; Ardissone, 1948; Zamorano, 1950). Posteriormente, desde la disciplina arquitectónica, se publicó un tratado en relación con la vivienda natural que documentó tipologías y técnicas de todo el territorio argentino, la mayoría de ellas emplazadas en los sectores rurales del país y con el uso de la tierra y fibras vegetales como materiales predominantes (Instituto de Investigaciones de la Vivienda, 1969). En esa misma dirección, los trabajos de la antropóloga M. I. Poduje (2000) fueron los primeros antecedentes sobre la vivienda tradicional de La Pampa. En ellos caracterizó el toldo indígena, el toldo del hachero, el rancho, el puesto y el real. A fines de siglo XX e inicios de siglo XXI, se desarrollaron numerosos trabajos desde la antropología y la geografía que profundizaron sobre las espacialidades domésticas rurales y se enfocaron no sólo las viviendas sino también las construcciones accesorias, las movilidades y los espacios productivos y/o de pastoreo comprendidos dentro de las territorialidades de los grupos domésticos (Göbel, 2002; Comerci, 2010; Tomasi, 2010).
Desde la problemática de desertificación de las tierras secas no irrigadas del país, destacan los trabajos sobre los puestos localizados en el espacio de secano del oasis norte mendocino, que abordan problemáticas afines al presente caso de estudio (Esteves, 2014; Torres y Pastor, 2010). Otros autores ponderan a las diferentes formas de obtener, almacenar y distribuir el recurso hídrico como elementos del patrimonio cultural de las tierras secas, puesto que caracterizan la materialización del habitar de los sujetos (Rotondaro, et al., 2007; Rolón y Rotondaro, 2011; Pastor y Torres, 2014). M. L. Torres y G. Pastor (2010) sostienen que la construcción del hábitat es una compleja estrategia para asegurar la reproducción social de los grupos que habitan en las tierras secas. Asimismo, los estudios de M.E. Comerci (2009, 2010, 2012, 2017) indagan sobre las estrategias puestas en acción en numerosos parajes rurales del sector extrapampeano de La Pampa entre los años 1970 y 2016. Para contribuir en esta línea teórica, este trabajo pretende comprender el puesto como una estrategia utilizada por los grupos domésticos para poder continuar su reproducción social en un marco de irregularidad de los recursos hídricos y aborda los cambios y permanencias en las formas de construir y habitar el espacio campesino desde la categoría de lugar.
La construcción del espacio doméstico condensa en sí misma una compleja trama de estrategias de reproducción social puestas en práctica por los grupos campesinos para persistir y resistir en sus territorios (Bourdieu, 2006). Para el desarrollo de este trabajo se considera a los puestos como parte de las prácticas producidas en el marco de un campo social y un habitus propio de quienes habitan el sector de estudio. Se acuerda con Bourdieu (1980) que estos sistemas de disposiciones socioculturales organizan los esquemas de percepción y apreciación aprehendidos por los grupos sociales y que son transferidos y reelaborados constantemente por generaciones. En un contexto en donde los puesteros y puesteras se encuentran en una posición subalterna dentro del campo de poder, los puestos son el lugar que posibilita la puesta en marcha de cambios en sus estrategias de reproducción social para la reproducción de territorialidades históricas, así como colectivas (Comerci, 2009).
Esta perspectiva sociológica va a ser complementada con una mirada desde la geografía humana contemporánea sobre la categoría de lugar. Así, se interpreta este concepto como un espacio singular históricamente situado al que se le asignan significados simbólicos y sociales. Santos (1996) sostiene que los lugares permiten la relativización y convivencia de sistemas de acciones y sistemas de objetos que adquieren significación por el valor que desempeñan para sujetos y sujetas en un proceso social temporal y espacialmente situado. “Por un lado, los sistemas de objetos condicionan la forma en que se dan las acciones y, por otro lado, el sistema de acciones lleva a la creación de objetos nuevos o se realiza sobre objetos preexistentes (Santos, 1996, p.55)”. Siguiendo a Trinca Figuera, se considera además que los lugares poseen características que posibilitan o no adecuarse a los desafíos que plantean los diferentes presentes históricos de acuerdo a la forma en que se combinen las relaciones entre los sistemas de acciones y sistemas de objetos (Trinca Fighera, 2001). Analizar a los objetos, las técnicas y las acciones desde una perspectiva geográfica permite interpretar su valor social y su rol a lo largo de la historia de los lugares y los grupos que los producen.
El presente trabajo está regido por una metodología cualitativa de diseño flexible en las que se combinó un estudio de caso con el análisis y recopilación de registros escritos y audiovisuales desde 1929 a la actualidad, datos de la Dirección Provincial de Catastro, la Secretaría Provincial de Recursos Hídricos, estadísticas, entrevistas en profundidad a informantes clave y observación participante en el sector de estudio. El recorte empírico fue estudiado bajo un marco teórico-metodológico interpretativo que posibilitó contribuir a la comprensión del fenómeno social desde la perspectiva de los actores (Vasilachis de Gialdino, 1992).
El caso de estudio en cuestión comprendió a 25 puestos localizados en las zonas rurales de La Puntilla y Paso Maroma (La Pampa, Argentina) que representan un recorte significativo temporal y espacialmente situado de la población campesina afectada por las alteraciones antrópicas del cauce del río Atuel. No se pretendió, sin embargo, arribar a generalizaciones sino profundizar sobre las particularidades del caso de estudio y comprender el sentido con que las puesteras y puesteros modificaron sus prácticas de habitar y construir el espacio doméstico. La información primaria fue obtenida a través de salidas de campo a los puestos ubicados en La Puntilla y en Paso Maroma durante los años 2018, 2019 y 2020, donde se realizaron registros escritos y gráficos de las unidades doméstico-productivas y observación participante.
Para el análisis y comprensión de los cambios y permanencias en este lugar, se propuso una periodización que, de alguna manera, ordene el correlato de estas modificaciones y las vincule diacrónicamente con la intermitencia histórica del caudal del Atuel. Esta forma de organizar este continuo temporal no pretende ser única ni definitiva, sino una formulación alternativa que pueda suscitar nuevos interrogantes sobre el caso de estudio. Al respecto, se coincide con Mörner (1992) en que cualquier periodización es útil para colocar al objeto estudiado en un marco que permita una serie de asociaciones, pero que desde diferentes enfoques ese lapso temporal puede dar pie a la construcción de periodizaciones diversas. Para determinar estos recortes temporales se analizaron los registros de caudal del arroyo de La Barda tomados por la provincia de La Pampa de las estaciones oficiales de aforo Jacinto Ugalde y La Puntilla desde 1975 hasta la actualidad (Secretaría de Recursos Hídricos del Gobierno de La Pampa, 2020) y se los contrastó y complementó con los testimonios recopilados en las salidas de campo.
A continuación, se realiza un breve recorrido histórico por la problemática hídrica regional y algunas de las variables que influyeron en las formas de vida de quienes habitaron este sector.
A fines de siglo XIX finalizaron las campañas militares llevadas a cabo por el Estado Nacional Argentino contra los pueblos originarios y se realizó la consecuente incorporación de este territorio y su mensura oficial como Territorio Nacional de La Pampa. Desde entonces, los asentamientos de criollos, inmigrantes y pueblos originarios desplazados se localizaron sobre la sub-región de las llanuras aluviales del Atuel-Salado, donde los recursos hídricos mitigaron históricamente la aridez y los bajos regímenes pluviales de este sector (INTA, 1980; Salomón Tarquini, 2011). Se hace referencia específicamente al área inferior de la cuenca Vinchina-Bermejo-Desaguadero-Salado-Chadileuvú-Curacó (También llamada cuenca del Desaguadero), del que forman parte los ríos Atuel y Salado, los arroyos Butaló, de Los Ingenieros, de las Tinajeras y de La Barda y el sistema terminal de lagunas (Arvarellos y Hernández, 1982).
Los testimonios recopilados de fines de siglo XIX y principios de siglo XX describen un paisaje fluvial marcado por los bañados de los ríos Atuel y Chadileuvú y las islas, albardones, esteros y lagunas que conformaban a su paso (Cazenave, 1985: Citado en Cazenave, 2012, p.51). En correspondencia con esto, un análisis desde la climatología histórica realizado sobre el caudal del tramo inferior de la cuenca Desaguadero y en particular del Atuel, expresa que el escurrimiento del Atuel había sido continuo desde fines de siglo XVIII, si bien su caudal fue variando, con crecidas históricas y períodos de significativa reducción (Rojas y Prieto, 2020). Durante la primera mitad del siglo XX se desarrollaron tanto en Mendoza y como en el Territorio Nacional de La Pampa pequeñas colonias agrícolas y chacras frutihortícolas que utilizaban las aguas del Atuel para riego, disminuyendo el escurrimiento. En 1947 Mendoza, con el apoyo del Estado Nacional de la época, realizó la construcción de los embalses El Nihuil y Valle Grande, junto con las centrales hidroeléctricas Nihuil I, Nihuil II, Nihuil III y Nihuil IV y el dique derivador Rincón del Indio (Torres, et. Al., 2003). Esta antropización del río interrumpió el ingreso de las aguas al territorio pampeano, el cual recién alcanzó su provincialización y el uso federal de sus recursos en el año 1951. Los efectos de la desaparición del río afectaron a los grupos sociales localizados sobre sus márgenes en ambas provincias, provocando cambios en sus usos del suelo, el paisaje fluvial, las representaciones sobre el río y sus formas de habitar (Dillon, Comerci y García, 2014).
El Atuel volvió a correr por territorio pampeano en el año 1973, cuando El Complejo Los Nihuiles realizó una suelta del escurrimiento sin aviso previo debido a la crecida del río (Provincia de La Pampa contra provincia de Mendoza, 2014). Los puesteros y puesteras de la región se vieron perjudicados por grandes inundaciones del Atuel a lo largo de las décadas de 1970 y 1980. Sin embargo, esta situación se vio nuevamente modificada en los últimos treinta años, durante los cuales se han realizado sueltas anuales del curso (Secretaría de Recursos Hídricos del Gobierno de La Pampa, 2020), a los que una vez más puesteros y puesteras tuvieron que adecuarse. En este marco, el arroyo de La Barda, uno de los brazos del Atuel, presenta un escurrimiento constante en los períodos de otoño e invierno, mientras que se interrumpe por completo en verano y primavera.
Numerosos y sostenidos han sido los reclamos del Gobierno de la provincia de La Pampa y de sus habitantes por la recuperación del escurrimiento del Atuel (Universidad Nacional de La Pampa, 2012; Rojas y Wagner, 2016). A partir del año 2014, la provincia de La Pampa solicitó a la Corte Suprema de Justicia que establezca el ingreso de un mínimo caudal fluvioecológico al territorio pampeano y la creación de un Comité Interjurisdiccional para la cuenca del río Atuel, con la participación del Estado nacional. En diciembre de 2017 la Corte Suprema realizó un pronunciamiento histórico que reafirma al ambiente como bien colectivo. Para ello estableció que debía elaborarse un programa de ejecución de obras en el marco de la Comisión Interprovincial del Atuel Inferior (C.I.A.I.) (Provincia de La Pampa contra provincia de Mendoza, 2017).
Ante la ausencia de acuerdo entre las partes y la dilatación de la resolución del conflicto, el pasado 16 de julio de 2020, la Corte volvió a pronunciarse, resolviendo un caudal mínimo interino de 3,2m3/seg en el límite interprovincial y ordenando a las provincias involucradas y al Estado nacional a determinar en un plazo de 90 días las obras necesarias para la provisión de este escurrimiento (Provincia de La Pampa c/ provincia de Mendoza, 2020). A pesar del fallo, a la fecha de entrega de este trabajo (agosto de 2020) el manejo del tramo inferior de la cuenca continúa siendo irregular y unilateral.
Los riesgos y las consecuencias directas del conflicto del río Atuel pusieron en jaque la permanencia de la población rural del sector. No obstante, muchos puesteros y puesteras permanecieron en el sector, un lugar donde vieron garantizado el trabajo, el tejido social, sus vivencias y sus espacios domésticos.
En el Oeste de La Pampa los puestos “constituyen la unidad de residencia familiar de los puesteros, no siempre fija a un sitio, pues las pasturas pueden cambiar con el transcurso de los años o, taparse las aguadas y relocalizarse las viviendas rurales en otro sector del campo” (Comerci, 2017, p.144). Como puede verse en la Figura Nº 2, el espacio doméstico en los puestos se encuentra organizado en tres áreas diferenciadas: el espacio doméstico, integrado por las unidades de habitación de la casa y la enramada; el espacio peridoméstico, un espacio de transición compuesto por edificaciones y elementos de uso productivo; y el espacio de pastoreo o monte (Comerci, 2010).
Figura Nº 2. Puesto de La Puntilla
Fuente: Elaboración propia.
El puesto configura una territorialidad campesina y manifiesta, en su composición funcional y tecnológica, las prácticas sociales y técnicas de quienes las habitan (Mostacero y Comerci, 2019). Parte de las consecuencias del conflicto del Atuel tiene que ver con la modificación de las prácticas de los pobladores ribereños, contando entre ellas las del habitar. A lo largo de este recorte de más de setenta años, el puesto constituyó para los grupos sociales del sector una estrategia para poder continuar con su reproducción social y modificar su forma de materializar los sistemas de objetos y acciones para redefinir sus lugares en La Puntilla y Paso Maroma.
Estas alteraciones relacionales, si bien se gestaron desde cada grupo social individual, terminaron construyendo un espacio colectivo diferente en tanto sus respuestas estuvieron vinculadas por la pertenencia a un habitus compartido. Para la comprensión de los cambios y las continuidades de estas prácticas en la zona se propone reconocer tres procesos de relocalización del espacio doméstico, sea de unidad de residencial como de otras construcciones y elementos peridomésticos: un período de éxodo poblacional y de relocalizaciones de puestos (1947-1973); uno de anegamiento, relocalización y reconstrucción de unidades de vivienda dentro del propio puesto (1973-1988); y un último período de relocalización y acondicionamiento de espacio peridoméstico y de pastoreo (1989- actualidad).
Uno de los efectos provocados por el cese del escurrimiento del río fue el éxodo de población registrado en los departamentos afectados entre las décadas de 1940 y 1970[4]. En los departamentos de Chical-co, Chalileo, Limay Mahuida y Curacó se observó un decrecimiento poblacional de entre el -18 y el -42% anual, mientras que el ritmo de crecimiento poblacional provincial fue generalmente positivo (Universidad Nacional de La Pampa, 2012). Con el paso del tiempo las miradas y representaciones sobre el paisaje cambiaron, así como el patrimonio cultural y la identidad regional asociadas al río (Universidad Nacional de La Pampa, 2012). En uno de los testimonios recopilados por L. Barbosa (2017), A.A. expresó al respecto:
Yo me acuerdo del agua, era chiquita, estaba lleno de animales, el que menos tenía, tenía mil ovejas, aunque también había quienes no tenían animales, y se dedicaban a esquilar. Cuando el agua se cortó la gente se tuvo que ir. Mi papá dijo: ¡nos quedamos! no teníamos a donde ir. La gente migraba para Mendoza, era como la tierra prometida (p.69).
Aquellos que permanecieron en el sector modificaron sus sistemas de objetos y acciones para poder configurar y resignificar nuevos lugares. Los grupos se vieron obligados a redefinir sus áreas de pastoreo, cuyas características ambientales habían cambiado. La ausencia de agua desecó y salinizó los suelos, el monte bajo y espinoso invadió la llanura aluvial Atuel-Chadileuvú[5] y los vientos fuertes y secos del anticiclón del Pacífico contribuyeron a la formación de dunas que avanzaron sobre los cauces secos de los ríos y arroyos (Cazenave, 2015). La extendida crianza de ovinos fue desplazada por el pastoreo extensivo de caprinos, que se adaptaron mejor a las pasturas y condiciones propias de zonas áridas. La imposibilidad de obtener agua directamente del cauce o paleocauce limitó la obtención del mineral a los recursos subterráneos (Universidad Nacional de La Pampa, 2012). Esta fue una de las razones por las que muchos puesteros y puesteras, en su mayoría sin titularidad de las tierras, relocalizaron sus puestos hacia la cuenca del río.
En el área peridoméstica, los corrales se vieron reubicados y reducidos, se incorporaron reservorios de almacenamiento y distribución de agua para uso productivo y nuevos objetos que interactuaban mejor con el sistema de acciones existente: jagüeles y pozos de extracción de agua con sistemas de tracción animal con pelota de cuero o con balde volcador y con molinos de viento (Ver Figura Nº3). Al igual que en otros casos estudiados en tierras secas, “la accesibilidad al agua es la que orienta y estructura el asentamiento del puesto, los pozos, tanques, cisternas, acequias o aguadas son al puesto, lo mismo que la vivienda, los corrales o los galpones” (Pastor, 2005, p.85). En este sentido, los testimonios de pobladores expresan cambios significativos en las prácticas de acceso al agua. A.B. comenta: “Yo me acuerdo que antes no venía. Mi viejo tenía una aguada en el medio del río y estaba todo seco. Salía el agua un poquito mejor para poder tomar”. Asimismo, C.B. explica en Actas de Declaración de 1979 (p.14) provista a la Administración Provincial del Agua de La Pampa: “Al no correr las aguas se echaban a perder las aguas estancadas de los remansos y como antes de eso no había aguadas y a partir de ese momento se tuvieron que hacer pozos, instalar molinos”.
Figuras Nº 3. Arr.: Jagüel de extracción con balde volcador. Ab. Izq.: Jagüel de extracción a pelota de cuero. Ab. der.: Molino y bebederos para ganado
Fuente: Andrés (1973). Fotografías tomadas por Mario Paganetti en el sector en 1973.
Sumado a esto, durante los veintiséis años que el cauce estuvo seco, los puesteros y puesteras desarrollaron un profuso sistema viario que atravesaba los antiguos bañados y conectaba los puestos y otros lugares de significación y uso colectivo. Muchos de estos caminos, utilizados actualmente, fueron interrumpidos cuando el río recuperó su curso durante las sueltas esporádicas que se describen a continuación.
En 1973 una gran crecida de deshielo motivó a Mendoza a disponer la suelta de las aguas sin previo aviso. El regreso del río por el brazo del arroyo de La Barda fue lo que Braudel (1968) calificó como un acontecimiento, es decir, un episodio explosivo de tiempo corto que deja huellas en quienes lo vivencian. Son numerosos los testimonios de quienes vivieron esa experiencia siendo niños, en los que recrean haber sentido miedo, entusiasmo y mucha emoción al ver el río atravesando sus lugares por primera vez. Posteriormente, en el año 1983 el río Atuel volvió a crecer significativamente, esta vez retomando además parte del cauce principal, que había sido anegado. Los puestos próximos al cauce se vieron afectados significativamente y la repentina la inundación del sector no sólo quedó plasmada en los testimonios de los pobladores, sino que también ocasionó graves perjuicios en las edificaciones existentes.
Nos venimos corriendo del río. De chicos vivíamos en un ranchito pero cuando vino el agua nos quitó la casa, se llevó todo. En el 78 hicimos una de material más lejos, pero igual cuando creció de nuevo y llovía ochenta, cien… nos golpeaba la pared. Entonces empezamos a hacer esta casa más lejos y en el 98, por ahí, ya nos vinimos (D.B., poblador de Paso Maroma).
Más allá tuvimos uno, pero bueno, vino el agua… y se llevó todo porque estábamos bien a la orilla. Construimos otro y en el 82 nos tuvimos que cambiar para acá enseguida porque si no se nos llenaban todas las casas de agua (E.B., pobladora de La Puntilla).
En muchos casos la unidad residencial tuvo que ser abandonada durante los períodos de inundación; algunos de ellos fueron asistidos por el servicio de Vialidad Provincial y Nacional, quiénes les proveyeron de casillas metálicas provisorias. En otros puestos las unidades residenciales no se inundaron, pero se encontraban rodeadas de agua perimetralmente, por lo que sus habitantes se vieron impedidos de realizar actividades productivas y de circular hacia puestos vecinos y centros urbanos. Una vez que el nivel de agua descendió, el Estado Provincial ejecutó movimientos de suelos para dirigirlas lejos de los espacios doméstico y peridoméstico de algunos puestos, que no siempre resultaron exitosos o que fueron erosionados por el viento y afectados por vegetación invasora.
En cada oportunidad en que los lugares son interpelados por situaciones de cambio, estos se traducen en elementos técnicos que se encadenan entre ellos, el sistema social y los intereses de quienes los habitan (Trinca Fighera, 2002). En La Puntilla y Paso Maroma, una vez que el nivel de agua descendió, la mayoría construyó una nueva casa en un sitio más alejado del río o en una cota de nivel visiblemente superior, pero dentro de los límites del puesto, conservando la territorialidad construida y las áreas de pastoreo. En la Figura Nº 4 se grafica la trayectoria histórica de las unidades de residenciales de un puesto de la zona.
Figura Nº 4. Relocalización de casas en un puesto del sector
Fuente: Elaboración propia. Relevamiento año 2019.
En algunos casos, la construcción de la nueva casa en un emplazamiento cercano conllevó a un cambio tecnológico, donde la nueva edificación ya no se construyó con los sistemas constructivos con tierra y entramados de fibras vegetales que se venían utilizando, sino que se ejecutó con mampostería de ladrillo común y cubiertas metálicas con estructuras de madera. Esta decisión sin dudas tuvo muchas motivaciones socioculturales, relacionadas con una mayor relación a los centros urbanos (que se profundizó a partir de los años 90), una percepción negativa sobre las técnicas de tierra que la asociaban a la pobreza, a intervención de políticas públicas estatales, entre otras. Estos cambios no deben ser interpretados como una pérdida de las tecnologías populares tradicionales, sino como parte de las transformaciones lógicas que realizaron los sujetos en un marco de modificaciones del territorio y de relaciones de poder desiguales (Tomasi, 2009).
A pesar del potencial riesgo de que nuevos episodios volviesen a afectar sus lugares, la aleatoriedad de los acontecimientos hidrometeorológicos hizo que los puesteros, como muchos perjudicados por inundaciones, evalúen la probabilidad de que no volviesen a ocurrir y priorizaran continuar en sus lugares para retomar sus prácticas y redes cotidianas (Briones Gamboa, 2010). Tras casi dos décadas de escurrimiento inesperado e inundaciones por el regreso de las aguas del Atuel, la mayoría de los puesteros construyeron, ampliaron y/o consolidaron sus casas en sectores altos del puesto, comúnmente llamados bordos, pero próximas al río y a los dispositivos de obtención de agua.
Desde 1989 hasta la actualidad se inicia un ciclo, por lo general anual, de sueltas del escurrimiento por el cauce del arroyo de La Barda. Estas aguas, que son excedentes resultantes del circuito de riego de la cuenca media del Atuel, se ejecutan en los meses de otoño e invierno, mientras que son suspendidas en primavera y verano. El río es utilizado cuando corre para el consumo del ganado doméstico y la caza de animales que aparecen cerca del recurso; sin embargo, a muchos puesteros y puesteras se les inundan las zonas de pastoreo y deben trasladar sus animales a lotes alquilados en otro sector o trabajar en medianería durante otoño e invierno.
Nuevamente la problemática hídrica planteó el desafío de resolver los conflictos de la cotidianeidad, sobre todo en el área de lo productivo. En este caso, los sujetos apelaron al uso de sus técnicas populares, pero relocalizaron sus dispositivos para poder hacer un uso provechoso de ellas según la época del año en que se encuentren y de acuerdo a un nuevo sistema de acciones, alterado una vez más por agentes externos. Aparecieron así artefactos como puentes, maromas, corrales y alambrados que cobran sentido por su utilidad estacional y que reafirman en la construcción de un nuevo presente la implicancia simbólica y social de las prácticas productivas del sector. En la Figura Nº 5 es posible ver cómo en las áreas de pastoreo y el espacio peridoméstico conviven diferentes elementos que evidencian la dialéctica entre paisajes de río y de desierto. Estas descripciones son muy enunciadas en los testimonios de los habitantes del sector.
Figura Nº 5. Puente colgante y alambrado de tres hilos situados sobre el cauce seco del arroyo de la Barda
Fuente: Gentileza de Leticia Nora García (2011).
El brazo está ahí, donde están las chivas. Que pasa que se tapó mucho, ¿viste? Lo que arrastraba el barro, la tierra. Si… y después que agarró mucho monte, salieron los tamarindos. Para no largarlas tanto la arrimo acá a la hacienda. ¿Toman agua ahí, viste? (Testimonio de F.B., de El Paso).
Son numerosos los casos como este, en que los alambrados atraviesan el cauce del arroyo para utilizar la topografía y tener mejor control sobre los animales, aprovechar sus mejores pasturas y acceder a las aguas durante otoño e invierno. Ante este nuevo panorama, los puesteros y puesteras han adaptado sus respuestas para asegurar su persistencia en el territorio, realizando nuevas acciones con el uso de técnicas existentes.
El conflicto del río Atuel ha dejado huellas profundas en las formas de habitar en La Puntilla y Paso Maroma. Para poder comprenderlas en profundidad es necesario realizar un análisis histórico que contemple las diferentes pujas económicas, políticas y sociales que intervinieron en la construcción de este espacio y los mecanismos puestos en práctica por los sujetos y sujetas que lo habitan. El presente trabajo intentó realizar una contribución al reconocimiento de la producción de los puestos como una de las estrategias de reproducción social que los grupos domésticos utilizan para fortalecer su permanencia en el sector de estudio y pretendió comprender los sentidos con que el espacio doméstico es (re)construido continuamente.
El puesto, como tipología doméstica campesina, es una manifestación material, espacial y simbólica que los grupos domésticos han redefinido dinámicamente. Este sistema de objetos y acciones fue modificado en múltiples oportunidades para construir un lugar donde continuar reproduciendo la vida cotidiana. En una primera instancia fue imperativa la modificación de las técnicas productivas y la aparición de nuevos objetos que pudiesen permitir la permanencia en la zona. Sin nuevos dispositivos de obtención de agua, ni el desplazamiento y adecuación de los puestos, la continuidad territorial de los grupos sobre estos espacios no podría haberse sostenido.
Durante el segundo período la imprevisibilidad de la llegada de las aguas obligó a modificar los sistemas de acciones, al menos hasta la nueva desecación del cauce. Sin embargo, la inclemencia de la inundación obligó a muchos grupos a reconstruir parte de sus puestos y en la mayoría de los casos el sistema de objetos cambió, sea por nuevas significaciones asignadas a las técnicas locales o por la influencia de técnicas foráneas que comenzaban a aparecer en la zona, integrándose a la realidad histórica del lugar. En el último período, que llega hasta la actualidad, las puesteras y los puesteros han cambiado sus sistemas de acciones, productivas y domésticas, resignificando la mayoría de sus técnicas para continuar con su vida cotidiana y adaptarse a las variaciones estacionales del cauce.
La irregularidad en el manejo de las aguas fluviales ha jugado un papel muy importante a la hora de iniciar la construcción de una nueva unidad residencial dentro del propio puesto y de redefinir los espacios productivos. Es imperativo observar cómo las acciones llevadas a cabo sobre el cauce del río y sus arroyos para satisfacer requerimientos de los grupos que habitan aguas arriba, ocasionaron profundas alteraciones en los sistemas de objetos y acciones de los lugares aguas abajo.
Hasta la finalización de este trabajo, agosto de 2020, la cuenca del río Atuel continúa siendo regulada unilateralmente por la provincia de Mendoza y las disposiciones requeridas por la Suprema Corte de Justicia no han sido ejecutadas. Un futuro restablecimiento de un mínimo caudal permanente exigirá una reconfiguración de las territorialidades, la transformación de las prácticas y técnicas del habitar y probables reubicaciones de los espacios domésticos en el oeste de La Pampa.
Agradecimientos
Agradezco a las personas de La Puntilla y Paso Maroma que colaboraron de forma desinteresada para el desarrollo de esta investigación en curso.
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Notas
[1] Arquitecta. Becaria doctoral para temas estratégicos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas con lugar de trabajo en el Departamento de Geografía (UNLPam). Integrante del proyecto de investigación titulado “Tramas sociales, estrategias y políticas públicas en los márgenes pampeanos (2000-2020)”, en calidad de becaria. Proyecto de investigación con evaluación externa aprobado por el Consejo Directivo (Resolución 47 CD 20), Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de La Pampa.
[2] En el caso del Oeste pampeano, se utiliza el sustantivo “puestero/a” para referir a productores familiares, crianceros, de perfil campesino que residen y trabajan en su unidad productiva, el puesto, cualquiera sea su relación jurídica con la tierra (propietarios, poseedores o aparceros precarios) (Comerci, 2012).
[3] Se conoce como Oeste pampeano u Oeste de La Pampa al territorio que comprende los departamentos Chical-Co, Chalileo, Curacó, Limay Mahuída, Puelén y algunas localidades rurales ubicadas al oeste de los departamentos Utracán y Lihuel Calel (Ferrán, 2011).
[4] En la actual provincia de La Pampa este proceso se conoce históricamente como “la diáspora atuelera y saladina” (Cazenave, 2015).
[5] Aunque este hecho no es profundizado en el presente trabajo, es preciso mencionar que el río Salado también vio reducido su caudal por aprovechamientos en el tramo superior y medio de la cuenca del Desaguadero realizados por las provincias de Mendoza y San Juan.
RECIBIDO: 29-06-2020
ACEPTADO: 14-08-2020