DOI: http://dx.doi.org/10.19137/huellas-2019-2303

Cita sugerida: María Dolores Liaudat (2019). “¿Los sin tierra?” La relevancia de la tierra en las identificaciones de los actores del agro pampeano. Revista Huellas Volumen 23, Nº 1, Instituto de Geografía, EdUNLPam: Santa Rosa. Recuperado a partir de: http://cerac.unlpam.edu.ar/index.php/huellas.

ARTÍCULOS

 

“¿Los sin tierra?” La relevancia de la tierra en las identificaciones de los actores del agro pampeano

“The landless?” The relevance of the land in the identifications of the Pampean agricultural actors

“Os sem-terra?” A importância da terra nas i dentificações dos atores do agropampiano2

 

María Dolores Liaudat1
IESAC (UNQ), FCAyF (UNLP)/CONICET
@ [ doloresliaudat@yahoo.com.ar ]

 

Resumen: Para los actores del agro pampeano, la tierra fue considerada históricamente no solo como un patrimonio económico, sino simbólico y afectivo. En las últimas décadas, el avance del modelo de producción de los agronegocios puso en cuestión la relación fundamental entre sujeto y tierra, desarticulando la centralidad de esta última como sustrato identitario. El discurso que difunden los defensores de este modelo en la esfera pública re-define a la tierra como una mercancía más e interpela a los protagonistas de la producción como “los sin tierra”.
El objetivo de este trabajo es analizar la relevancia que sostiene la tierra en las construcciones identitarias de los actores del agro pampeano y la influencia del discurso de los agronegocios en las mismas. Desde el enfoque de las identificaciones de Stuart Hall (2003), se toma como objeto de análisis 42 entrevistas a diferentes actores agropecuarios, llevadas a cabo entre el 2016 y el 2018 en dos partidos de la provincia de Buenos Aires con distintas características agroecológicas (Ayacucho y Baradero), y 329 encuestas realizadas desde nuestro grupo de investigación en el año 2013 en dicha provincia.

Palabras clave: Tierra; Identificaciones; Actores agropecuarios; Agronegocios; Discursos.

Abstract: For the Pampean agricultural actors the land has been historically considered not only as an economic heritage, but also as symbolic and affective one. In recent decades, the advance of the agribusiness production model questioned the fundamental relationship between subject and land, disarticulating the centrality of the latter as an identity substrate. The discourse disseminated by the defenders of this model in the public sphere re-defines the land as another commodity and addresses the protagonists of production as “the landless”.
The aim of this paper is to analyze the relevance that the land holds in the identitary constructions of the Pampean agricultural actors and the influence of the agribusiness discourse on those constructions. By considering Stuart Hall’s approach of identifications (2003), we analyse a corpus of 42 interviews carried out between the years 2016 and 2018 in two counties of the province of Buenos Aires which present very different agroecological characteristics (Ayacucho and Baradero), and 329 surveys carried out by our research team in 2013 in the same province.

Keywords: Land; Identifications; Agricultural actors; Agribusiness; Discourse.

Resumo: Para os atores do agropampiano a terra foi considerada historicamente um patrimônio econômico e também simbólico e afetivo. Nas últimas décadas, o avanço do modelo de produção dos agronegócios pus em relevo a questão da relação fundamental entre o sujeito e a terra, desarticulando a centralidade da terra como substrato indenitário. O discurso que difundem os defensores deste modelo no âmbito público redefine a terra como uma mercancia a mais e interpela aos protagonistas da produção como os sem-terra. O objetivo deste trabalho é analisar a relevância que sustenta a terra nas contribuições indenitárias dos atores do agropampiano e a influência do discurso dos agronegócios neste tema. Desde o enfoque das identificações de Stuart Hall (2003), determina-se como objetivo de analise 42 entrevistas aos diferentes atores agropecuários realizadas entre 2016 e 2018 em dois territórios da província de Buenos Aires com diferentes características agroecológicas (Ayacucho e Baradero); e 329 enquetes realizadas a partir de nosso grupo de investigação, em 2013, nesta província.

Palavras-chave: Terra; Identificações; Agronegócios; Discursos.

 

A modo de introducción: tierra e identificaciones en el agro pampeano

Yo podría prescindir de tener tierra propia. Mi negocio no se altera si yo no tengo tierra propia. Soy un sin tierra, porque arriendo. Soy un sin trabajo, porque yo no trabajo, tercerizó todo. Y no puedo decir que soy un sin capital porque algo tengo, pero podría hacer lo mismo que hago prácticamente sin capital propio, porque hago un fideicomiso y el sistema me presta el dinero. Lo único que tengo es capacidad de gerenciar (Grobocopatel, 2007)3.

 

La relación con la tierra ocupó históricamente un papel central en las construcciones identitarias individuales y colectivas de los actores del agro pampeano. Especialmente para los productores familiares capitalizados que protagonizaron por décadas la producción en dicha zona del país, la tierra ha asumido el papel no solo de patrimonio económico, sino simbólico y afectivo. Además de ser un recurso central en disputa entre los actores del sector tanto por la obtención de la misma como por la captación de la renta, la relación con la tierra ha condensado la herencia de generaciones, la inscripción en una biografía familiar ligada al campo, y la constitución de una identidad política clave en la historia agropecuaria de nuestro país: el ser chacarero. Específicamente en esta identidad, la tierra –como espacio de producción y reproducción– se ha asociado por muchos años con el trabajo, el sacrificio y con determinado saber-hacer aprendido en la experiencia y transmitido de generación en generación (Muzlera, 2009, p.139-148).
El avance en las últimas décadas del modelo de producción de los agronegocios, en base a la entrada del capital financiero, la revolución biotecnológica y la demanda de nuevos requisitos de capitalización, puso en cuestión la relación fundamental entre sujeto y tierra, desarticulando la centralidad de esta última como sustrato identitario (Manildo, 2009, p.3). Las nuevas reglas de juego resultan incompatibles con la tierra como anclaje identitario, lo que tensiona fuertemente la identidad de los actores que han protagonizado históricamente la producción pampeana.
Esta tensión se expresó en las trayectorias sociales divergentes de estos actores para sobrevivir en las nuevas condiciones estructurantes. La fuerte carga emocional asignada al campo familiar influenció en la búsqueda de alternativas que permitiesen mantenerse en la actividad en un contexto de desregulación de las políticas públicas que habían promovido la producción familiar en el país. De esta manera, sobre la base del mundo chacarero de los sesenta, actualmente nos encontramos con algunos productores que lograron sobrevivir produciendo como chacareros con los umbrales mínimos para sostenerse en la actividad, otros que lo hicieron a partir de adaptarse a las nuevas reglas, adquiriendo rasgos más empresariales; mientras muchos otros se vieron expulsados de la producción directa, transformándose en rentistas a partir del alquiler de sus tierras, o convirtiéndose en contratistas de servicios.
El discurso de los agronegocios, que tiene una fuerte vocación hegemónica, sostiene que este modelo garantiza mecanismos de redistribución de la riqueza, otorgando un lugar para todos. Así, por un lado promueven la significación de la tierra como una mercancía más y su utilización flexible, en pos de despojarse de la misma cuando los números no cierran, y por otro lado, involucran a los ex propietarios como contratistas o rentistas en una red donde todos supuestamente ganan (Liaudat, 2018, p. 119). En las palabras de Grobocopatel (uno de los grandes referentes del modelo) citadas al inicio, se visualiza el discurso que los agronegocios difunden en la esfera pública por el cual se promueve un cambio de estatus de la propiedad de la tierra. Desde esta perspectiva, la base del éxito consistiría en obtener dicha propiedad sino en profesionalizar la gestión de la tierra y del conjunto de la empresa agropecuaria.
Una numerosa cantidad de estudios han abordado los impactos de las transformaciones productivas en la reconfiguración del mundo chacarero, analizando en profundidad las diversas trayectorias asumidas (Balsa, 2006; Craviotti y Gras, 2006), los impactos en los territorios locales (Gras y Bidaseca, 2010; Manildo, 2009; Muzlera, 2009) y el fin de los sistemas de clasificación y legitimidad de la identidad chacarera (Albadalejo, 2009; Shmite, 2015). Pero, ¿las diversas trayectorias asumidas por los productores familiares capitalizados significaron la pérdida de todos los mecanismos de pertenencia que históricamente los identificaron? Específicamente nos preguntamos si en estos procesos de descomposición y recomposición de los actores agropecuarios pampeanos, la tierra ha perdido relevancia como soporte identitario. O en otras palabras nos interesa indagar si estos actores asocian la tierra meramente con un recurso más (asimilable a las maquinas o el dinero) tal como promueve el discurso de los agronegocios.
El objetivo de este trabajo, por ende, es analizar la relevancia de la tierra en las construcciones identitarias de los actores del agro pampeano, abordando la eficacia del discurso de los agronegocios en sus representaciones. Desde el enfoque de las identificaciones de Stuart Hall (2003), se toma como objeto de análisis 42 entrevistas en profundidad a diferentes actores agropecuarios llevadas a cabo entre el 2016 y el 2018 en dos partidos de la provincia de Buenos Aires con distintas características agroecológicas (Ayacucho y Baradero), y 329 encuestas sobre la ideología de los productores bonaerenses realizada desde nuestro grupo de investigación en el año 2013.

Algunas precisiones teóricas

Desde de la década del setenta en los estudios sociales existe un corrimiento del sentido tradicional del concepto de identidad. Han perdido lugar las perspectivas estáticas, unificadas y originarias sobre la misma en pos del énfasis en la importancia del lenguaje y en el modo en que los discursos construyen subjetividades. Un número importante de autores desde diferentes disciplinas sociales (influenciados muchos de ellos por el deconstruccionismo de Derrida) realizaron una crítica radical al concepto de identidad y a su vigencia como categoría de análisis debido a su esencialismo, amplitud y/o ambigüedad.
La imposibilidad de estos autores de proveer una noción superadora, sumado al hecho que muchos de ellos han centrado sus estudios en explicar el mismo concepto que rechazan como categoría de análisis, expone la carencia de una categoría que la haya superado dialécticamente. Stuart Hall (2003), en cambio, propuso la reconstrucción del concepto de identidad, pensándolo en su dimensión comunicativa y proponiendo nombrarlo como identificación4 ya que esta palabra permitiría dar cuenta de un proceso que nunca está terminado, es decir que siempre se encuentra en construcción.
Según el autor, los discursos construyen las posiciones subjetivas a través de las prácticas sociales y las modalidades de la enunciación que transforman al yo en un sujeto social, y esto pertenece a la especificidad del campo de la comunicación. Desde esta perspectiva la identidad no es un concepto esencialista, sino estratégico y posicional. Las identificaciones son las posiciones que los sujetos toman o bien, están obligados a tomar, y estas posiciones subjetivas se construyen a través del discurso, e implica siempre un acto de poder ya que la identidad implica un juego de poder y exclusión. En este sentido Hall plantea: “porque las identidades se construyen dentro del discurso y no fuera de él debemos considerarlas producidas en ámbitos históricos e institucionales específicos en el interior de formaciones y prácticas discursivas específicas, mediante estrategias enunciativas específicas” (2003, p.18).
En el agro pampeano históricamente se han constituido grandes discursividades que disputan hegemonía en la esfera pública y que han influido en la construcción identitaria de los actores agropecuarios. A lo largo del siglo XX, dos discursos predominaron en la disputa por el modelo de desarrollo agropecuario, y le otorgaron un lugar central al vínculo con la tierra en la constitución de las interpelaciones identitarias: el discurso “liberal-conservador” centrado en defender la libertad de mercado y el derecho inalienable a la propiedad de la tierra (representado principalmente por la Sociedad Rural Argentina) y el discurso el “agrarista” enfocado en la denuncia de todas las formas de concentración y, por ende, de desigualdad social que se gestan en la estructura agraria, especialmente en torno al acceso a la tierra (representado por la Federación Agraria) (Balsa et al, 2017, p. 140-141).
En las últimas décadas, no obstante, otro discurso ganó predominio en los medios masivos de comunicación, en el ámbito educativo, en las políticas estatales y en muchas entidades del sector: el discurso de los “agronegocios” (Carniglia, 2011; Liaudat, 2018). Este discurso hace énfasis en la innovación tecnológica y en el rol central del conocimiento para la generación de valor, e interpela a los actores agropecuarios como empresarios innovadores que sostienen una relación flexible y eficiente con los diferentes recursos productivos.
Las identificaciones de los actores agropecuarios se producen a partir de estos discursos públicos que intentan interpelarlos, pero también de otras discursividades que emergen en los territorios locales donde estos desarrollan su actividad productiva. Según Hall, en los procesos de identificación, el sujeto está obligado a tomar posiciones subjetivas que se dan en el ámbito de la representación y estás posiciones tienen un carácter discursivo (2003, p. 18). En este trabajo, con el objetivo de indagar en la relevancia de la tierra en la construcción de las identificaciones de los actores agropecuarios, abordamos las estrategias discursivas que los mismos utilizan al momento de referirse a la misma.
Siguiendo a Ruth Wodak (2003), entendemos a las estrategias discursivas como formas sistemáticas de usar el lenguaje, que se localizan en diferentes planos de organización y complejidad lingüística (2003, p. 115). Las estrategias discursivas surgen de un conjunto de prácticas u operaciones del lenguaje, que un agente adopta de manera más o menos consciente o intencional, con el fin de alcanzar un determinado objetivo.
Entre los diferentes tipos de estrategias que enumera la autora, se recuperan principalmente las estrategias de referencia, predicación y argumentación (2003, p. 8). Las estrategias de referencia corresponden a los modos de nombrar, y los instrumentos utilizados son la categorización de pertenencia, las metáforas y metonimias naturalizadoras y despersonalizadoras. La pregunta que orienta en este sentido es ¿de qué modo se hace referencia a la tierra y a su acceso o tenencia? En lo que corresponde a las estrategias de predicación, estas son los etiquetados más o menos desaprobatorios o apreciativos sobre determinados recursos, personas, situaciones o instituciones, y los instrumentos utilizados consisten en las atribuciones estereotípicas o valorativas de los rasgos negativos o positivos. El interrogante que se plantea aquí es ¿qué características, cualidades, rasgos se le atribuye a la tierra? Por último, las estrategias argumentativas son aquellas mediante las cuales el hablante categoriza, clasifica y/o justifica atributos positivos o negativos, intentando fundamentar sus afirmaciones. Al respecto, la pregunta que guía este análisis es ¿por medio de qué argumentos y estrategias argumentativas se justifica las diferentes valoraciones sobre la tierra?

Aspectos metodológicos

Las herramientas de relevamiento de este trabajo se basaron principalmente en 42 entrevistas llevadas a cabo entre los años 2016 y 2018 en dos partidos de la provincia de Buenos Aires. De forma complementaria se han analizado algunos datos obtenidos en Encuesta sobre la Ideología de los Productores Rurales bonaerenses que hemos llevado a cabo en 2013 con nuestro grupo de investigación.
Se escogió como territorio de análisis a la provincia de Buenos Aires porque, siguiendo a Pucciarelli (1997), es posible considerar que la pampa bonaerense es representativa de la región pampeana en su conjunto debido a los siguientes motivos: 1) su gran complejidad y extensión la hace altamente representativa de las diversas variantes productivas que se han desarrollado en la región pampeana; 2) la subdivisión intrarregional de la pampa bonaerense contiene, y en muchos casos excede, a los diferentes tipos de suelo, de climas y de modalidades productivas que caracterizan al conjunto de la región; y 3) la presencia al interior de la provincia de aproximadamente un tercio de la zona predominantemente agrícola, la totalidad de la zona predominantemente ganadera y cerca de la nueve subzonas predominantemente mixtas (1997, p. 227).
Las entrevistas fueron realizadas con actores de Ayacucho y Baradero. La elección de los partidos corresponde a que poseen una serie características socioeconómicas muy diferentes, lo que nos permite ganar en cierta representatividad del estudio. El partido de Ayacucho se encuentra ubicado en la región centro-este de la provincia de la Provincia de Buenos Aires y pertenece a la zona agroeconómica homogénea titulada con el nombre de dicho partido y cuya actividad principal es la cría bovina (INTA, Mosciaro y Dimuro, 2009). El partido de Baradero, por otra parte, se encuentra ubicado en el noreste de la provincia de Buenos Aires y pertenece a la zona agroeconómica homogénea denominada Arrecifes, cuya actividad principal es la producción agrícola (INTA, Álvarez et al; 2009).
El objetivo de las entrevistas fue ganar en profundidad en torno al conocimiento de las identificaciones de los actores agropecuarios sin intención de realizar generalizaciones estadísticas sino analíticas (Yin, 1984). La muestra con la que se trabajó fue construida intencionalmente buscando entrevistar a la diversidad de actores agropecuarios que tienen presencia en los territorios locales a partir de la toma de dos decisiones metodológicas. Por un lado, incorporar actores de larga data en el sector que hayan transitados diversas trayectorias (reconversión como rentistas o contratistas, mantenimiento de la producción familiar o unipersonal, adquisición de rasgos más empresariales). Por otro lado, entrevistar a nuevas generaciones que se incorporan a la actividad agropecuaria en las últimas décadas no solo como productores o empresarios, sino también como asesores o trabajadores de dirección.
Se realizó un muestreo por cuotas a partir de contactos personales e informantes claves (asesores, representantes del INTA y de las sociedades rurales locales) y se entrevistó a los siguientes tipos de sujetos en cada partido: 1) pequeños rentistas, 2) empresarios medianos-grandes, 3) empresarios medianos, 4) empresarios pequeños5, 5) empresarios contratistas, 6) contratistas familiares, 7) productores familiares, 8) productores unipersonales, 9) trabajadores de dirección, y 10) asesores profesionales.
La encuesta, por otra parte, se planificó en base a una muestra de 396 casos, de los cuales finalmente se pudieron concretar 329. El objetivo de la muestra fue contar con cierta representatividad del conjunto de los productores bonaerenses y de las diversidades zonales, con esta meta se la organizó en base a las 30 zonas agroeconómicas homogéneas elaboradas por el INTA (Álvarez et al, 2009; y Mosciaro y Dimuro, 2009)6. Por una cuestión de escasez de recursos, en cada zona se efectuó el trabajo de campo en uno de los partidos; pero, justamente por ser zonas homogéneas, cualquier partido sería relativamente representativo de la zona de la que forma parte. El número de casos es proporcional a la cantidad de explotaciones que cada zona tenía en el relevamiento censal del 2002; se presupuso que el proceso de concentración ha sido relativamente homogéneo en todas las zonas.
El criterio general de selección de los casos en la muestra fue que deberían ser hombres o mujeres que estuvieran a cargo de una explotación agropecuaria, pero para garantizar la representatividad de los distintos tipos de productores se utilizaron cuotas en base a cuatro variables: 1) por tamaño de las explotaciones, respetándose la distribución presente en cada zona en 2002 y con un ajuste según un plausible proceso de concentración; 2) por la tenencia del suelo (propietarios, mixtos y no propietarios), según la distribución existente en cada zona en 2002 (no se pudo estimar su variación relativa entre 2002 y 2013), 3) según el uso del suelo (predominantemente agrícolas, agrícolas/ganaderos, ganaderos/agrícolas, y predominantemente ganaderos) según la distribución de 2002 ajustada por el proceso de agriculturización que sufrió cada zona; y 4) una cuota de género según los datos de 2002 del conjunto de la provincia (85% de hombres y 15% de mujeres).
A partir de la encuesta, buscamos indagar en el peso de las distintas estrategias discursivas sobre la tierra en las identificaciones de los actores agropecuarios bonaerenses, y en la relación de los posicionamientos discursivos con variables estructurales como el tamaño de los productores.

La relevancia de la tierra para los actores agropecuarios

Durante décadas el determinante principal de la construcción identitaria de los actores del agro pampeano fue la relación con la tierra. Como ya lo hemos señalado, los agronegocios invitan a abandonar dicha referencia material como determinante en la actividad y en la identidad de los actores que la protagonizan. Según Hernández (2009), la propiedad de la tierra pasa a tener un status subordinado en la dinámica de los agronegocios desde el punto de vista económico, ya que el valor final del negocio se calcula sobre la base de la suma de transacciones realizadas en cada una de las unidades del sistema. Al situar la competitividad en la gestión de la tierra y no en la propiedad se interpela a los empresarios innovadores como “los sin tierra”. Así, se construiría una identidad distanciada no solo del valor simbólico de la tierra, sino también del territorio local (Hernández, 2009, p.53-54). Tanto en las entrevistas como en las encuestas, podemos observar que esta construcción discursiva tiene poca eficacia sobre los actores agropecuarios.

Resultados de las entrevistas

En las entrevistas la forma que encontramos para profundizar en las representaciones que los actores agropecuarios tenían sobre la tierra –y el lugar que la misma tiene en sus construcciones identitarias– fue preguntarles cómo era la situación actual para el acceso a la tierra. En términos generales, la mayoría de nuestros interlocutores resaltaron la importancia de poseer la tierra (en contraposición al planteo de los agronegocios) pero, al mismo tiempo, plantearon la dificultad en la actualidad para su acceso. Podemos dividir las estrategias argumentativas con las cuales fundamentaron esta idea entre un grupo de explicaciones que se centraron en factores vinculados a los cambios en el modelo de producción y/o en la estructura social agraria; y otro grupo que ubicaron la responsabilidad de la falta de acceso a la tierra en otros factores externos, o directamente naturalizaron esta situación.
En el primer grupo de explicaciones encontramos dos grandes estrategias discursivas: 1) hoy no es fácil acceder a la tierra por culpa de los actores externos que invierten en la misma y 2) hay que democratizar el acceso a la tierra. La primera estrategia, es necesario destacar, fue sostenida por un importante número de entrevistados7. Entre los que plantearon este argumento, algunos sostuvieron que la tierra es más cara por la especulación de los actores externos, y otros directamente que no es posible conseguir tierras para comprar y/o alquilar porque se las apropian estos actores. En ambos casos, esos otros percibidos como “extranjeros” (en relación a que no forman parte de la comunidad de pertenencia) refieren a inversores de la ciudad o específicamente a la figura de los pools de siembra.
En los siguientes ejemplos observamos la utilización de esta estrategia discursiva y el lugar de la misma en las identificaciones individuales y colectivas de los actores agropecuarios. En estos fragmentos se visualiza, cómo a través de la explicación de los problemas de acceso a la tierra, se realizan categorizaciones de pertenencia (Wodak, 2003, p.8) mediante la construcción de un grupo interno (“nosotros” o aquellos que valoramos) y otro externo (“ellos”, quienes representan valores negativos):

hoy gente nata de campo no compra campo, gente de campo de toda la vida, que tiene su chacrita, sus vacas no le da para comprar campo. Hoy ¿quién compra campo? El inversor le sobra un mango de una empresa de Buenos Aires, el que le sobra un mango viene y compra, la tenencia de la tierra no está en manos del productor nato ese es el problema que tenemos (Víctor, asesor, Baradero).

Los dueños no son los antiguos dueños de la tierra, son industriales de Buenos Aires que han adquirido tierras por conveniencia y que se dedican a cualquier otra cosa […] Son sociedades son gente que no son nativas de Ayacucho, y no se han dedicado toda la vida al campo, sino como una inversión, son los nuevos ricos, y eso perjudica al trabajador rural porque no conocen el manejo de la tierra y el amor a la tierra […] ese propietario lo único que ve es la calculadora, porque ve entradas y salidas y no le interesa el recurso humano que tiene en esa inversión que ha hecho […] entonces a mí me pagan 76 novillos por mes pero con animales, no permito que se siembre nada, y todo el mundo me dice que estoy loca a ver si hago beneficencia, prefiero la tierra no azotada por los agroquímicos y por esa siembra indiscriminada (Marcela, pequeña rentista, Ayacucho).

Tanto en estos ejemplos, como en el relato siguiente, se produce una clara demarcación, entre el “productor nato”, la “gente de campo de toda la vida”, “la gente nativa de Ayacucho”, “la gente que lleva las semillas en los dedos de los pies; y los actores externos –los “otros”– envestidos en la figura del “inversor”, el “industrial”, los “profesionales”. Es que como han señalado diversos autores (Hall, 2003; Derrida, 1981; Laclau, 1990), las identidades se construyen a través de las relaciones de diferencia y no al margen de ellas. De esta manera, sostiene dichas demarcaciones un empresario mediano-grande de Baradero:

El campo fue cambiando de mano, gente que no tenía nada que ver con la actividad del campo se compró los campos y los que eran dueños de campo hoy están haciendo el trabajo de sembrar […] los que agarran los campos son grupos o profesionales los que compran, no tiene la gente de campo rentabilidad en lo que hacen por lo que no pueden comprar[…] La gente que es realmente de campo, que lleva la semilla en los dedos de los pies, ese realmente lo está perdiendo. Nos vamos a quedar solo con gente que va a ir al campo como una herramienta y luego se vuelve a su casa, y se ve afectado el rendimiento del campo, un campo propio lo fertilizo bien lo trabajo bien […]y la tierra se va consumiendo (Ariel, empresario mediano-grande, Baradero).

Como podemos ver en los ejemplos, estos “otros” asumen una relación con la tierra diferente a la que tendría la “verdadera” gente de campo, ya que no conocerían el amor a la tierra, la importancia de la conservación de la misma, y solo les importaría la ganancia económica. Asociadas a tales representaciones sobre los inversores, podemos encontrar las representaciones de acuerdos sociales que mantienen vigencia entre los actores agropecuarios, en términos de Van Dijk (1999, p.95) “el tipo de cosas que encontramos mejor” que son aquella que polarizan con lo que “ellos” representan. En este caso el cuidado de la tierra, el cuidado de los recursos humanos, el vínculo afectivo con la tierra, la posesión de la tierra en manos de productores natos, entre otros.
Muchos de estos tópicos tienen una clara influencia del discurso agrarista (Balsa et al, 2017, p.141), al mismo tiempo que expresan una tensión con el discurso de los agronegocios. Específicamente, se puede visualizar un conflicto entre la racionalidad formal que promueve este discurso y la racionalidad sustantiva a la que siguen adscribiendo estos entrevistados. Esta tensión la podemos ver en frases como “ese propietario lo único que ve es la calculadora”, “no permito que se siembre nada, y todo el mundo me dice que estoy loca a ver si hago beneficencia, prefiero la tierra no azotada por los agroquímicos” o “nos vamos a quedar solo con gente que va a ir al campo como una herramienta”8.
Por otro lado, la segunda estrategia discursiva dentro del primer grupo de explicaciones (que señala como causas del problema de acceso a la tierra a los cambios en el modelo de producción y a la estructura social agraria), se centra en criticar la concentración en el campo planteando que “hay que democratizar el acceso a la tierra”. La misma fue sostenida en tanto proyección de deseo por un pequeño grupo de entrevistados. En los siguientes testimonios podemos visualizar la utilización de este argumento y la importancia que los entrevistados le dan al acceso a la tierra por quienes la trabajan:

Sería interesante que se hiciera un reordenamiento que en vez de haber tantas grandes extensiones pudiera la gente acceder al campo […] a mí me gustaría no ver tantas extensiones para pocos y si para muchos […] Viene un empresario compra 2000 has pone un peón, o dos empleados uno para cortar el pasto y el otro para recorrer, en cambio en 1000has podría haber cinco familias produciendo, antes los campos se los apropiaba el gobierno y le daba un crédito a la gente (Julio, pequeño rentista, Ayacucho).

[…] una buena ley seria 500has por habitante solo por el derecho de nacer, no sé cuántos km cuadrados son en Argentina y la cantidad de habitantes pero debe andar por ahí. Cuando uno se muere deja esa tierra para otro que viene, por 500 has por persona se vive bien, y si no la quiere trabajar la arrienda es medio utopía, es algo que estás trabajando y lo pensás…y salió repartido así…y hoy compra tierra el que tiene plata para comprarla y por lo general no son gente de campo, y eso no se va a cambiar y es la política (David, trabajador de dirección, Ayacucho).

En las palabras de estos actores visualizamos una serie de sentidos propios del discurso agrarista sobre la tierra través de una serie de estrategias de predicación. En primer lugar, una valoración alta del acceso a la misma expresada en frases como “sería interesante que se hiciera un reordenamiento, que en vez de haber tantas grandes extensiones pudiera la gente acceder al campo”. En segundo lugar, una crítica a quienes no la trabajan intensivamente, enunciada de esta forma: “viene un empresario compra 2000 has pone un peón, o dos empleados uno para cortar el pasto y el otro para recorrer”. Por último, la creencia en el papel del Estado en la democratización del acceso a la misma, formulada por ejemplo en la propuesta que plantea “una buena ley seria 500has por habitante solo por el derecho de nacer”.
En un segundo grupo de explicaciones (centradas en factores externos a la desigualdad en la estructura agraria o que naturalizan dicha situación) identificamos a quienes sostienen como estrategia argumentativa que hoy no es fácil acceder a la tierra porque: 1) la tierra es más cara, 2) los gastos de reproducción de una familia son más altos, y 3) la carga impositiva es muy alta. En el siguiente testimonio podemos ver la narración de la dificultad de acceso a la tierra a partir de la explicación del aumento del precio y del costo de vida (“el tema de compra es imposible, los valores son imposibles”, “con 100 has no vivís”). A su vez, en este relato observamos el señalamiento de las grandes empresas o grandes propietarios como los únicos que pueden comprar tierras, frente a los “trabajadores”–identidad en la que se incluye este productor– para los cuales es imposible hacerlo. Aparece también aquí el lugar del trabajo directo como una dimensión clave en la construcción identitaria de los actores entrevistados:

El tema de compra es imposible los valores son imposibles, o tienen que ser una herencia o ganar el loto, y acá es más o menos hay lugares de 10 mil dólares las hectáreas, y vos con 50has ni vivís, los números de compras son inauditos salvo para grandes empresas o para importantes propietarios de tierras que sale un campo al lado y se expande pero para un trabajador es imposible […]yo soy defensor del mercado libre, de la oferta y demanda, hubo un momento importantísimo cuando yo llegue acá se compraba a 300 dólares la hectárea y hoy está a 4mil dólares, esto fue madurando fue paulatino no le encuentro explicación ahora comprar un campo para un rico ya comprar 50 has es toda una inversión y con 100has no vivís (Nicolás, productor unipersonal, Ayacucho).

En estas palabras observamos el sentido de “inevitabilidad” o “resignación” (Therborn, 1991, pp.77-78) con el que narran los problemas para el acceso a la tierra en la actualidad. Esto aparece enunciado en muchas de las respuestas de los entrevistados en frases que plantean que “siempre fue difícil acceder a la tierra” o “es la ley de oferta y demanda”. Este tipo de respuestas, que hacen referencia a los problemas de acceso a la tierra de manera naturalizada, expresan la influencia del discurso liberal-conservador centrado en la libertad de mercado, en la justificación de la desigualdad en el acceso a la tierra, así como en la crítica al Estado por la alta carga impositiva9.
Solo un pequeño grupo de nuestros interlocutores sostuvo, lo central no es el acceso a la tierra, sino la apertura de la mente y la calidad de vida. En los siguientes ejemplos visualizamos que la tierra pierde centralidad en las identificaciones de estos actores agropecuarios:

Antes comprar un campo era un negocio, hoy esa guita la invertís para producir. Es por ahí más el sueño de la tierra propia, es más el legado que fue pasando de generación en generación, pero para mí no, tenés otras herramientas para poder tener tu propia producción […] podes ser vos tu propio jefe sin tener campo como hicimos nosotros que arrancamos comprando un pulverizador (Julián, empresario contratista, Ayacucho).

[…] vos podes ser productor agropecuario sin tener tierra. Lo que tenés que tener es una amplitud mental y tener bien el foco hacia donde querés ir. Y podes producir sin tierra digamos, hay que aprender que el alambre no limita mi establecimiento agropecuario. Hoy en día podes hacer sociedades con un montón de gente (Joaquín, trabajador de dirección, Ayacucho).

A través de estas respuestas observamos cómo estos actores se distancian de los anclajes identitarios chacareros vinculados al acceso a la tierra, principalmente de ciertos sentidos movilizados en torno al mismo. Primero, la identificación entre campo y biografía. En frases como “podés ser productor sin tener tierra” se discute el significado histórico otorgado a dicho término mediante el cual, como plantea Manildo (2009, p.2), la objetivación del relato identitario del “soy productor” –es decir su referente material– era la tierra (principalmente heredada). Estos entrevistados se refieren al sueño de la tierra propia como una mentalidad antigua.
Segundo, la asociación entre empresa y explotación, es expresada en frases como “el alambre no limita mi establecimiento agropecuario” o “podes ser tu propio jefe sin campo”. De esta manera, adhieren al discurso de los agronegocios que plantea que lo agropecuario ya no es el espacio de referencia principal, sino uno de los tantos momentos de la red donde se captura valor, pasando a ser más importante la capacidad de multiplicar escenarios de transacción mediante las capacidades gerenciales (Hernández, 2009, p. 48). En el mismo sentido, en el siguiente relato, se visualiza la perdida de status de la tenencia de la tierra y el otorgamiento de una mayor centralidad a la adquisición de conocimientos en la gestión de la producción:

[…] porque no pasa por la tenencia, yo hago un chiste siempre los cargo a algunos de que hay que despojarse de los bienes materiales ¿viste? porque en realidad no todo pasa por la tenencia de la tierra o de las cosas sino de cómo se gestiona para producir, lo importante es lo que vos vas a ganar sobre algo. La gente tiene todavía una mentalidad antigua de tener y no, el tema es la capacidad para producir para poder tener algo (Tomás, empresario mediano-grande, Baradero).

Por último, estos actores se distancian del lugar central que la identidad chacarera ha otorgado al trabajo duro y al sacrificio como motor del crecimiento económico. Este distanciamiento se expresa, por ejemplo, en las palabras de un empresario pequeño de Baradero que planteaba “tal vez para nosotros no sea la meta de comprar campos, tal vez con los sacrificios que hacían nuestro padres se podía, pero hoy uno valora más su calidad de vida que acceder a tierras” (Alfredo, empresario pequeño, Baradero). Este tipo de relato tensiona los anclajes sociales y cognitivos que históricamente servían de referencia a los actores agropecuarios para accionar en el mundo (Muzlera, 2009, p.152). Específicamente ponen en cuestión que el trabajo duro sea una vía de éxito asegurado en las actuales reglas de mercado.

Resultados de las encuestas

En la encuesta realizada en la provincia de Buenos Aires en el 2013 llevamos a cabo una serie de preguntas abiertas que se colocaron al comienzo de la misma con el fin de que no incidieran los enunciados de las preguntas que después se harían. Entre ellas, se planteó una consigna que solicitaba a los encuestados que dijeran una frase a partir de una palabra10. A partir de este ejercicio se buscaba obtener contestaciones lo más espontaneas posibles en un contexto de por si artificial como es una encuesta. Entre las once palabras preguntadas, se encontraba la palabra “tierra”. La respuesta era abierta y la hemos codificado en el análisis. En el cuadro Nº1 podemos observar el peso de los diferentes tipos de respuestas ante dicha palabra.

Cuadro Nº1. Frases ante la palabra tierra


Fuente: elaboración propia en base a la Encuesta de la ideología de los Productores Rurales bonaerenses (IESAC, 2013).

Como podemos ver en la tabla, alrededor del 70% de los productores etiquetaron a la tierra con valoraciones muy positivas. Casi un 34%, utilizó estrategias de referencia y predicación que se ubicaron en un plano afectivo, describiendo a la tierra como “el amor de mi vida”, “una pasión”, “algo hermoso”, “santa y sabia”, “lo que me corre por las venas”, “una bendición de dios”, “raíces”, “arraigo”, “herencia de mis padres”, “mis abuelos”, entre otras. Este tipo de respuestas da cuenta de que la tierra sigue siendo portadora de valores extra-productivos para un porcentaje importante de los productores. Para estos actores además de un valor de uso la tierra significa un nombre, una historia familiar, rasgos característicos de su personalidad, elementos determinantes en su identidad. Un 21% expresó una valoración positiva de la misma, a través de señalar rasgos como su utilidad y/o sus bondades, haciendo referencia a la tierra como la “riqueza del país”, la “mejor inversión”, el “medio principal de trabajo”, la que “otorga frutos para alimentar a la población”. Este tipo de respuestas tensiona con el discurso de los agronegocios que sostiene, por un lado, que la mejor inversión no consiste en inmovilizar el capital comprando tierras sino en un uso flexible del mismo, y por otro lado, con el tópico que ubica al conocimiento como el principal recurso en la producción es el conocimiento. Alrededor de un 15% de los entrevistados expresó una valoración positiva de la tierra a través de la proyección de deseos mediante frases como “me encantaría tener tierra propia”, “habría que cuidarla más”, “habría que conservarla mejor”, entre otras.
Casi un 13% de nuestros interlocutores expresaron valoraciones críticas sobre la situación actual de la tierra. Mientras que un 8,4 % de los productores señaló cuestionamientos propios del discurso agrarista (enunciando por ejemplo la imposibilidad de acceso a la misma, la concentración, el lugar de los capitales extranjeros), casi un 5% enunció estrategias argumentativas que centraban sus cuestionamientos en la contaminación y el castigo a la tierra por este modelo de producción, desde una visión conservacionista. Ambos tipos de frases también expresaron implícitamente una valoración alta sobre la tierra.
Por otra parte, un 11,5 % de los productores enunció frases meramente descriptivas (sin emitir ninguna valoración), nombrando a la tierra como “un recurso”, “un bien no renovable”, que “tiene nutrientes”, entre otras. Un 1, 8 % emitió como respuesta a la palabra tierra la palabra “propiedad privada” (en algunos casos incorporando el adjetivo “inviolable”). Esta estrategia de referencia muestra cierta influencia del discurso liberal-conservador, que defiende a ultranza la propiedad privada de la tierra y mantiene un gran peso entre los actores agropecuarios11. Por último, solo el 3,3 % de los encuestados expresó en sus predicados una valoración baja sobre la tierra, señalando por ejemplo que “sin vacas ni agricultura no da nada”, “mala”, “seca o inundada”, “hay que ponerle trabajo y conocimiento”, “solo un polvo”, entre otras.
Al realizar un ejercicio de correlaciones entre los diferentes tipos de respuestas y la escala de tamaño del productor, obtuvimos los siguientes resultados (Cuadro Nº 2):

Cuadro Nº 2. Tabla de contingencia Tierra*Escala de Tamaño


Fuente: elaboración propia en base a la Encuesta de la ideología de los Productores Rurales bonaerenses (IESAC, 2013).

Como podemos ver en la tabla no existen relaciones significativas entre la escala del productor y los diferentes tipos de respuesta frente a la palabra “tierra”. Sin embargo, podemos señalar dos cuestiones. Por un lado, entre quienes expresaron una valoración afectiva sobre la tierra, se destacan los productores más pequeños (más de un 45% de los entrevistados de esta escala señalaron frases de ese estilo). De todas formas, es necesario destacar que en todos los otros tipos de productores las valoraciones afectivas son altas, rondando el 30% de los entrevistados de cada escala de tamaño. Por otro lado, entre quienes expresaron discursos críticos agraristas se destacan los productores más pequeños (el 17,2% de los entrevistados de esa escala) y los productores medianos que trabajan entre 500 y 1000 has (un 21,3% de los mismos). Asimismo, es interesante señalar que entre los productores más grandes casi no tuvieron presencia las críticas agraristas sobre la tierra, ya que solo dos entrevistados de ese grupo social (el 4,4%) se expresaron con argumentos de esta discursividad.

Consideraciones finales

Entre los actores que intervienen en el capitalismo agropecuario pampeano la tierra ha sido históricamente objeto de disputa por su obtención y/o por su renta, pero también ha sido el sustento deconstrucciones simbólicas de carácter individual y colectivo. En este trabajo pudimos visualizar la relevancia que continua teniendo la relación con la tierra en las identificaciones de los actores que actualmente son parte de la actividad agropecuaria en la región pampeana, y la escasa eficacia del discurso de los agronegocios (que significa a la tierra como una mercancía más) en sus representaciones sobre dicho bien. Más allá de las diversas trayectorias, edades, características de sus explotaciones, la gran mayoría de los actores consultados expresaron una valoración alta en relación al acceso a la tierra, en muchos casos con un alto contenido sentimental, otorgándole un papel determinante en la definición de quiénes son.
A su vez, en muchas de las intervenciones se pudo observar un tono crítico, principalmente, sobre las condiciones actuales de acceso a la tierra, y en segundo lugar, sobre su cuidado/conservación. Las críticas en torno al acceso a la tierra se enfocaron esencialmente en actores que en las últimas décadas compraron tierras como inversión y que son percibidos como externos al sector (“extranjeros”), y en muchísima menor medida en la concentración y el uso ineficiente por parte de los terratenientes. Así en lugar de la tensión histórica productores/empresarios arrendatarios versus terratenientes, en las identificaciones de nuestros entrevistados todos estos actores pasan a formar parte de una misma comunidad en oposición a un “afuera” representado por la figura de los inversores. No obstante, es necesario destacar el alto nivel de inevitabilidad con que se relata el problema actual para acceder a la tierra y en el mismo sentido la dificultad para pensar propuestas de transformación de dicha situación.
En un contexto de ruralidad globalizada, caracterizada por la aparición de actores sociales definidos por su desanclaje en los territorios, los sujetos agropecuarios parecen construir identificaciones colectivas a partir de un “nosotros” que construye sus bases en una larga historia ligada al sector, en la pertenencia a los territorios locales y en la defensa de un modo de vida. Más allá de las diferentes trayectorias productivas y profesionales que estos actores han transitado para adaptarse a las actuales condiciones estructurantes de la producción en el agro pampeano, la relación con la tierra sigue siendo la base de mecanismos de pertenencia con sus pares, y de la obtención de reconocimiento –de un lugar social– en las localidades donde viven.

Notas

1 Doctora en Ciencias Sociales y Humanas (UNQ), Licenciada en Sociología (UNLP). Becaria posdoctoral de CONICET con lugar de trabajo en el Departamento de Desarrollo Rural de la Facultad de Agronomía y Ciencias Forestales (UNLP). Integrante del Centro de Investigaciones sobre Economía y Sociedad en la Argentina Contemporánea (IESAC-UNQ). Docente en la Facultad de Trabajo Social (UNLP).

2 Relativo à agropecuária da região pampiana.

3 Casas, D (2007). Entrevista a Grobocopatel. En: La Nación, 02/12/2007, pp 6.

4 Un número importante de autores de diferentes campos de estudios han abordado a la identidad como procesos de “identificación”. Se recomienda como ejemplo: Van Dijk, 1999; Laclau, 2009; y Grimson, 2011.

5 Realizamos la distinción entre empresarios medianos-grandes, medianos y pequeños a partir de dos criterios: las hectáreas que trabajan y el cálculo del ingreso neto de las explotaciones. Esta decisión se debe a que el valor de la tierra es muy diferente en ambos partidos, y a que comparamos a empresarios de Ayacucho que poseen en propiedad la mayor parte de la tierra que trabajan con empresarios entrevistados de Baradero que casi no tienen tierra en propiedad. El ingreso neto de cada productor lo obtuvimos a partir de calcular el margen agrícola o ganadero de cada región menos los costos indirectos (alquileres de campo para los arrendatarios, y costos en impuestos y amortizaciones para los propietarios).

6 Finalmente las zonas relevadas fueron 27, de un total de 30 zonas agroecológicas homogéneas que incluimos en nuestra muestra (hemos dejado de lado la zona del Delta y la del Gran Buenos Aires). Como hubo zonas donde se pudieron realizar menos encuestas, en las estimaciones que se han realizado se construyó un ponderador para equilibrar el peso de las distintas regiones. A su vez, como hubo tres zonas en las que directamente no se logró realizar la encuesta (Zarate, Trenque Lauquen y Chillar), las ponderaciones se realizaron sobre 396 casos, sino sobre 374, que es el número total de casos, si se restan las encuestas que se habían previsto realizar en estas tres zonas.

7 Si bien por las características de las muestra de las entrevistas no pretendemos realizar generalizaciones estadísticas, por el peso que tuvo esta respuesta, se considera importante señalar que casi un tercio de los entrevistados planteó esta estrategia discursiva.

8 En un sentido similar a lo que se encontró en nuestras entrevistas, Manildo (2009) a través del trabajo de campo en un pueblo del sur de Santa Fe llegó a la conclusión que “aquel ‘nosotros’ chacarero, cuya identidad grupal e individual se estructuraba en torno a su condición de descendiente de los fundadores de su pueblo y sus instituciones, con un vínculo arraigado a la tierra y al colectivo, pervive de manera refractaria en relación con otro relativamente abstracto: los compradores de las unidades productivas liquidadas (2009, p.10).

9 En este sentido lo planteaba un empresario mediano de Ayacucho: “hoy con un campo para comprar campo no está fácil porque la rentabilidad del campo es chica, después de todos los gastos y la parte impositiva, tenés que manejar todo bien para poder llegar a comprar campo el despegue en todo te cuesta horrores…el crédito podría venir si no hay inflación y hay créditos a 15 años, pero tiene que haber una estabilidad y una organización de gobierno” (Jerónimo, empresario mediano, Ayacucho).

10 La formulación era la siguiente: “Ahora quisiera su opinión sobre algunos temas. Para ello le voy a pedir que me diga brevemente qué piensa en relación con una palabra que yo le diré. No es necesario que la piense mucho, sino que me diga la primera frase que le venga a la mente. Por ejemplo, si usted me dijera ‘casa’, yo diría ‘a mí me encantaba la casa de mis padres’, o ‘estamos ahorrando para comprar una casa’, y cosas así. Por ejemplo, si yo le digo ‘retenciones’, usted ¿Qué frase me diría?”

11 Balsa et al. (2017) sostuvieron que entre los productores bonaerenses en el año 2013, la frase típica del discurso liberal-conservador El derecho de la propiedad de la tierra es sagrado y debe ser siempre respetado por el Estado tuvo un altísimo nivel de apoyo, respondiendo alrededor del 90% de los mismos estar totalmente de acuerdo con la misma (2017, p. 152).

 

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RECIBIDO: 19-12-2018
ACEPTADO: 04-04-2019