DOI: http://dx.doi.org/10.19137/huellas-2018-2202
ARTÍCULOS
Modelling and integrated assessment of the ecosystem services in the Mar Chiquito Reserve, Argentina
Elsa Marcela Guerrero y Mariana Zunda
Resumen: La integración metodológica de valores diferentes en relación a los servicios ecosistémicos (SE) es un desafío metodológico a resolver. El presente trabajo propone integrar valores de mercado y culturales asociados a los SE presentes en la reserva de biosfera Mar Chiquito en el sudeste bonaerense. Esta aproximación metodológica permitió identificar y valorar los beneficios locales del humedal, y detectar que resultan equivalentes a la asignación presupuestaria del municipio homónimo en servicios sociales como la salud, la educación y la promoción del turismo.
Palabras clave: Humedales; Servicios ecosistémicos (SE); Valoración económica, Integración metodológica.
Abstract: The methodological integration of different values in relation to the ecosystem services (ES) is a methodological challenge to be solved. This paper aims at integrating market and cultural values associated with the ES which can be found in the Mar Chiquito Biosphere reserve in the southeast of the province of Buenos Aires. This methodological approach allowed us to identify and assess the local benefits of the wetland, and to detect that they are equal to the budgetary allocation in social services such as health care, education, and the promotion of tourism of the homonymous municipality.
Keywords: Wetland; Ecosystem services (ES); Economic assessment; Methodological integration.
Introducción1
Desde los ’90 el tema de los Servicios Ecosistémicos (SE) y la valoración
de los beneficios sociales de las funciones ecosistémicas se ha
instalado en la agenda internacional sobre sustentabilidad ambiental (Daly,
1997 y Costanza et al 1997).
Con la Evaluación de Ecosistemas del Milenio [AME] en 2005, el “término servicios ecosistémicos” cobró interés global. Este enfoque fue ampliamente aceptado en las ciencias ambientales y política internacional
como marco de referencia para definir e integrar los diferentes beneficios
que ofrecen los ecosistemas.
La AME (2005) clasifica los SE en: servicios de aprovisionamiento (ej.
alimento, agua fresca), servicios de regulación (ej. regulación climática,
purificación del aire), servicios culturales (experiencias estéticas, espirituales,
recreacionales) servicios de soporte (el reciclado de nutrientes, la
formación de suelos).
Los de aprovisionamiento son esenciales para cubrir ciertas necesidades
humanas como la nutrición, el abrigo y la seguridad. Los de regulación
son algo más complejos de entender aunque han cobrado interés social en
las discusiones sobre cambio climático y la ocurrencia de desastres naturales.
Los de soporte son fundamentales para todos los otros servicios, pero su relación a las necesidades humanas puede ser indirecta y compleja.
Contrariamente, los servicios culturales son experimentados directamente
o apreciados intuitivamente entre diversos conjuntos de necesidades humanas
por las limitadas capacidades ecosistémicas para cubrir esas necesidades
en forma sostenible.
Figura Nº 1. Servicios ecosistémicos según AME (Evaluación de Ecosistemas del Milenio 2005)
Fuente: adaptado de AME, 2005.
La figura 1 sintetiza esta clasificación e incluye las relaciones posibles
entre los SE y los beneficios, añadiendo además, flechas que indican la
intensidad de esos intercambios.
A pesar de la aceptación general de lo propuesto por MEA, no tardaron
en aparecer clasificaciones similares a nivel global. El cuadro 1 resume
estos esfuerzos de clasificaciones de los SE entre los referentes internacionales
más importantes del tema.
Para de Groot, Wilson, & Boumans (2002) los ecosistemas contribuyen
al bienestar humano mediante la generación de una amplia variedad de funciones
de los ecosistemas (SE), las cuales son definidas como la capacidad
de proveer servicios que satisfagan a la sociedad. Para ellos las funciones
de los ecosistemas se clasifican en cuatro categorías:
1. Funciones de regulación: la capacidad de los ecosistemas para regular los procesos ecológicos esenciales –regulación climática, control ciclo de nutrientes, control ciclo hidrológico, entre otros.
Cuadro Nº 1. Cuadro comparativo de las clasificaciones de servicios de los ecosistemas tomando
como línea de base la categorización de Daily (1997)
Nota: Los cuadros grises representan la falta de información en la clasificación. Referencias: (1)
Protección frente a depredadores, enfermedades y parásitos.
Fuente: Rositano et al (2012).
2. Funciones de sustrato: la provisión de condiciones espaciales para el mantenimiento de la biodiversidad (también denominadas funciones de hábitat).
3. Funciones de producción: la capacidad de los ecosistemas para crear biomasa.
4. Funciones de información: la capacidad de los ecosistemas de contribuir al bienestar humano a través del conocimiento, la experiencia, y las relaciones culturales con la naturaleza como experiencias espirituales, estéticas, de placer, recreativas, etc.
Wallace (2007) identifica: 1) recursos adecuados, necesidades básicas
que sustentan la vida de los individuos (el alimento debe proveer de los
nutrientes necesarios y encontrarse en cantidades suficientes en el tiempo
y en el espacio para satisfacer las necesidades de los seres humanos); 2)
ambiente físico y químico benigno, aquellos procesos del ecosistema que
mantienen el ambiente físico y químico dentro de los niveles de tolerancia
humana brindan este tipo de servicio; 3) protección contra depredadores,
enfermedades y parásitos; y 4) cumplimiento socio-cultural, podemos
mencionar satisfacción espiritual y filosófica, recreación y belleza estética,
entre otros (Wallace, 2007).
Costanza (2008) propone otras dos clasificaciones: la primera, de acuerdo
a características espaciales, es decir, la escala espacial (local, regional
y/o global) en la cual operan; y la segunda, de acuerdo con el grado de ‘’exclusión/rivalidad’’ entre servicios provistos por un mismo ecosistema.
Dentro de la primera, se consideran cuatro categorías: 1) globales (regulación
del clima, secuestro de carbono); 2) locales (regulación de disturbios,
control biológico, polinización); 3) de flujo direccionado, desde el sitio de
producción hasta el sitio de utilización del servicio (protección contra inundaciones,
provisión de agua, control de la erosión); 4) in situ (formación
del suelo, producción de alimentos), y 5) usuario dependiente (recursos
genéticos, recreación, belleza estética). La segunda clasificación propuesta
establece que los bienes y servicios pueden ser excluyentes o rivales.
Daniel et al (2012, p. 812) definen los servicios culturales como: “los
beneficios humanos no materiales obtenidos de los ecosistemas”, y específicamente
los enlista en: “la diversidad cultural, los valores religiosos y
espirituales, los sistemas de conocimiento, los valores educativos, la inspiración,
los valores estéticos, las relaciones sociales, el sentido de pertenencia,
los valores de la herencia cultural, la recreación y el ecoturismo”.
Sin embargo, la valoración de los SE no puede limitarse a la obtención
de valores monetarios, y debe avanzar hacia la inclusión de otros valores e
intereses en juego en un ecosistema y sus SE.
La figura 2 resume los esfuerzos recientes en ese sentido, e incluye cuatro
enfoques o perspectivas para la valoración de los SE: 1. El enfoque de
mercado o crematístico, 2. El de las representaciones sociales (lo simbólico
válido para valores culturales, estéticos, éticos), 3. El enfoque de la termodinámica
y 4. El de la teoría de sistemas (TEEB 2010). Bajo ese contexto la
integración de valores crematísticos y sociales puede colaborar al reconocimiento
simbólico y económico de los SE de la reserva bajo análisis.
Para dar cuenta de los valores sociales se propone el uso de indicadores
de condición ambiental que permiten sintetizar información sobre
una realidad compleja y cambiante y reflejar así, un interés social por el
ambiente posible de ser incluido coherentemente en el proceso de toma
de decisiones (Rueda, 1999; Quiroga Martínez, 2009). Y de acuerdo a su
alcance, información seleccionada y relaciones establecidas entre las variables
a evaluar, pueden identificarse ejes claves que permitan interpretar
el ideal de sustentabilidad impulsada por los gestores a nivel local (García
y Guerrero, 2006).
Figura Nº 2. Enfoques asociados al valor de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos
Fuente: Daniel et al, 2012 y TEEB 2010.
Se propone explicar el funcionamiento ambiental del humedal denominado Reserva Parque Mar Chiquito, y avanzar en la integración de valores de algunos servicios ecosistémicos mesurables a partir de escenarios de mercado, creados o ficticios y de la valoración social del ecosistema.
La reserva de Biosfera Mar Chiquita y/o Parque Atlántico Mar Chiquito2 se extiende en la costa bonaerense del Atlántico a lo largo de 56 kilómetros.
Es un espacio de conservación que incluye la albufera de Mar Chiquita con
una superficie de 5.880 has y una longitud de 27 km, un ecosistema único
por sus condiciones excepcionales en la costa argentina y características
ecológicas que es necesario preservar (Figuras 3 y 4).
En 1989 el gobierno de la provincia de Buenos Aires declaró Reserva
Natural Integral Dunas del Atlántico a la franja de dunas desde el límite del
partido con Madariaga hasta la desembocadura de la albufera al mar. Un
año después el Municipio creó la Reserva Municipal Parque Atlántico Mar
Chiquito, bajo la Ordenanza 169, 20 de Diciembre de 1990.
Esta área de conservación es un humedal, que Ramsar define, como:
Extensiones de marismas, pantanos y turberas, o superficies cubiertas de aguas, sean éstas de régimen natural o artificial, permanentes o temporales, estancadas o corrientes, dulces, salobres o saladas, incluidas las extensiones de agua marina cuya profundidad en marea baja no exceda de seis metros (Ramsar, 1971:1).
Luego, fue declara reserva de Biosfera en el marco del Programa Hombre y Ambiente o MAB de la UNESCO en 1996 como zona protegida de medios terrestres y costeros representativos, cuya importancia tanto para la conservación como para el suministro de conocimientos prácticos y valores humanos puedan contribuir a un desarrollo sostenible (Azqueta Oyarzun et al, 1996:45). Y en febrero de 1999 re-categoriza como Reserva Natural de Uso Múltiple incluyendo la albufera por la provincia de Buenos Aires (Ley 10.907de Parques y Reservas Naturales).
Figura Nº 3. Partido Mar Chiquita Figura Nº 4. Imagen satelital de la reserva
Fuente: http://www.santaclaradelmar.com/ubicacion
Fuente: Landsat (s/d)
Las condiciones físico-naturales particulares de este ambiente determinan
la vida y la biodiversidad del ecosistema. La reserva ha evolucionado
sobre un sustrato geológico y geoformas específicas que fueron moldeadas
en el tiempo por las condiciones climáticas, la hidrografía y la vegetación
en procesos geológicos y biológicos, y más recientemente las actividades
humanas y los procesos de ocupación del territorio en tiempos históricos.
La laguna posee forma alargada de Nornordeste a sursureste y se comprende
casi 6.000 hectáreas. Está separada del océano por una amplia cadena
de médanos desarrollados en el Pleistoceno y posee conexión con el
océano por medio de un canal de aproximadamente 6 kilómetros de largo,
200 m de ancho y una profundidad que varía entre los 3 y 0,5 metros (Iribarne,
2001). Tales condiciones la constituyen en una albufera, o marisma
conectada al mar dando condiciones particulares para la vida. Hidrográficamente
la laguna tiene dos sectores marcadamente diferenciados: el cuerpo
lagunar donde las variables de la marea no se insinúan y la zona afectada
por el mar en forma permanente. El cuerpo de la albufera constituye
el nexo entre las aguas oceánicas y continentales recibiendo aportes de 21
arroyos y canales artificiales.
Pertenece a la Provincia Biogeográfica de Las Pampas aunque con condiciones
propias de la llanura, cobran importancia el microrelieve, las dunas
y bajos donde puede acumularse el agua y constituir bañados y lagunas.
La vegetación de Oeste a Este, comprende el flechillar, praderas húmedas,
la vegetación de las lagunas de agua dulce (Nahuel Ruca, Hinojales), talar,
vegetación halófita (comprendiendo el hunquillar, espartillar, duraznillar
y vegas de ciperáceas), macrófitas sumergidas de la laguna Mar Chiquita,
el cortaderal y la vegetación psammófita de la barrera de médanos. Las
especies introducidas dominan en los campos cultivables del Oeste y en
los sectores forestados o con pasturas de la Estancia Mar Chiquita y la base
CELPA (Stutz, Prieto & Isla 2001).
Una problemática antrópica que afecta la flora nativa es el avance de
especies invasoras como los poliquetos tubícolas, cuyas concreciones reducen
la velocidad del flujo del agua, lo que favorece la sedimentación y
colmatación y, a su vez, se propicia la reproducción de los mismos.
Los peces de agua dulce son escasos y los marinos suelen estar en la
desembocadura o en la boca del estuario, pero no dependen del mismo
para completar su ciclo de vida (pescadilla de red y cornalito). Otros peces
marinos sí dependen del estuario, y transitan al menos una etapa de su ciclo
de vida en la laguna, sea para desovar, criar o comer. El más abundante es
la saraca, cuyas larvas se encuentran en la laguna a partir de enero. Otros
peces de estas características son el pejerrey baboso, la corvina rubia, la
lisa, la corvina negra y los lenguados.
Respecto a la avifauna, se pueden considerar dos grandes regiones, una“Sur”, con marcado predominio de especies marinas y, una “Centro-Norte”,
de mayor extensión, con dominancia de especies estuariales y continentales.
La laguna cobra relevancia en cuanto a rutas migratorias de aves
estivales e invernales que transitan con frecuencia la laguna.
Las funciones ambientales de la costa bonaerense con alto grado de
calidad y condiciones de paisaje y aptitud para el solaz y el disfrute, han
convertido a este destino en residencias permanentes para muchos y de veraneo
para marplatenses y turistas de toda la Argentina. Estos sitios de costa
son un soporte adecuado para la construcción de asentamientos humanos
y, al mismo tiempo, son fuente de provisión de áridos necesarios para la
construcción y aportan en particular en zonas medanosas, a las necesidades
de aguas de buena calidad y cantidad.
El Balneario Parque Mar Chiquita, se caracteriza por presencia de laúnica albufera de Argentina, verdadera atracción de nivel internacional, tal
como lo declarara la UNESCO, en el año 1996, en el marco del programa
(MAB), y la localidad de Santa Clara del Mar, la que conforma la cabecera
turística del Partido de Mar Chiquita.
En los últimos años, la demanda turística ha aumentado a partir de la
construcción de la autovía Mar del Plata-Mar Chiquita en la Ruta 11 en
particular algunos balnearios (Santa Clara del Mar y Mar de Cobo), tal
expansión urbana y turística sobre espacios naturales ha contribuido al deterioro
de los recursos ambientales originales, como es la pérdida de playas
a partir de la erosión costera, que ha sido muy intensa y por otro lado, el
desarrollo de actividades náuticas, deportes y pesca en la zona del canal de
desembocadura que compiten con el uso para baño en forma exclusiva.
La actividad náutica fue desde los orígenes de la Villa Parque una de las
alternativas a desarrollar en la laguna. El sector Sur (canal de desemboca dura) es más apto para windsurf, motonáutica, kayaks, canoas, etc. Existen
instituciones especializadas en fomentar estas prácticas: entre otros el Club
de Regatas Mar Chiquita, Boating Club. Ciertas prácticas deportivas se
destacan a nivel nacional, ya que la laguna es considerada un sitio favorable
para la enseñanza de ciertos deportes como es el caso del kitesurf,
actividad para la cual cuenta con condiciones inmejorables para su práctica
y la enseñanza para iniciantes a resguardo de los intensos vientos del mar
en la laguna (www.marchiquitakitecenter.com).
Además, la pesca deportiva cobra gran importancia tanto en el ámbito propiamente
de la laguna, como en la costa atlántica y en la desembocadura de la
albufera principalmente en busca de lenguados (ver figuras 5, 6, 7, 8 y 9).
Figuras Nº 5, 6, 7, 8 y 9. Actividades recreativas en la laguna
Fuente: http://www.marchiquitadigital.com.ar/balmarch.htm y http://marchiquitakitesurf.com/
La figura 10 representa el modelo ambiental Parque Mar Chiquito identificando los componentes sociales y naturales de cada subsistema – servicios ecosistémicos, actividades, interacciones, problemas ambientales, entre otros. Las flechas amarillas poseen diferente grosor y representan la magnitud de la problemática identificada. Como problemas más importantes se destacan: la erosión costera, la antropización del ecosistema y los problemas asociados a debilidades en la gestión en general.
Figura Nº 10. Modelización del sistema ambiental Parque Atlántico Mar Chiquito
Fuente: Marten (2001). Elaboración propia
Al interior de los subsistemas social y natural, las flechas representan
los intercambios entre diferentes elementos del subsistema, y los trazos
diferentes están indicando relaciones directas o indirectas. Mientras que las
flechas con dos sentidos hacen referencia a la reciprocidad de la relación,
que existe entre los distintos componentes del subsistema en cuestión.
El ecosistema Mar Chiquita es un sistema abierto a las entradas y salidas
de materia, energía e información. Provee al sistema social servicios
ecosistémicos para su bienestar, y el sistema social a través de actividades
hace uso y afecta las condiciones naturales del sistema. Estas interacciones
son dinámicas y pueden provocar disturbios importantes en el equilibrio
general del ecosistema. Es importante considerar la “información” que llega desde el sistema natural para mejorar las condiciones de conservación
de este ecosistema que posee vulnerabilidades específicas debido a la naturaleza
de ecotonal del área.
La erosión costera es un proceso natural que puede agravarse con una
intervención inadecuada y en el sudeste bonaerense es un problema recurrente
(Magdalena, San Clemente del Tuyu, Mar Chiquita, Miramar, Pehuén
Có). La costa sufre procesos de regresión retrayéndose año a año producto
de la erosión del mar, otras zonas contrariamente reciben acumulación y
formación e playas y médanos. La incorrecta planificación del desarrollo
urbano genera y agudiza los procesos de erosión por emplazamiento incorrecto
de infraestructura portuaria y urbanizaciones turísticas (Isla, 2006).
En el caso específico de Mar Chiquita, la línea de costa retrocedió 130 m en
23 años erosionándose 10 manzanas de dunas forestadas y loteadas.
Se realizaron entrevistas a informantes calificados3 para identificar y
cualificar los problemas ambientales de la Reserva. Esos mismos entrevistados
además ponderaron la condición ambiental del parque como se verá más adelante:
en primer lugar, la erosión, luego el reemplazo ambiental con coníferas haciendo barreras y cortando el balance entre el mar y la tierra, no se recarga la arena que entra y sale, es una zona experimental; además se realizan quemas, agricultura...con una visión extractivista o de uso por lo grande que es, 40 mil hectáreas incluyendo el refugio de vida silvestre, y además la ley es muy laxa…En caso de la caza y pesca es abusiva… La extracción de arena sigue ocurriendo, es crítico también, se da en toda la provincia (entrevistado 4, 2016).
De acuerdo a Dadon et al (2002), el impacto del turismo se extiende mucho más allá de los núcleos urbanos, afectando playas alejadas y causando la desaparición de fauna nativa y alteración al paisaje. Otros informantes señalan:
Incompatibilidad de usos entre pesca y actividades náuticas (...) Presencia de residuos y restos de redes, anzuelos plomadas de la actividad pesquera, falta de cartelería y de puesta en valor del espacio para la conservación, lo que hay no es suficiente, falta de equipamiento y diferenciación sobre usos y lugares para el desarrollo de actividades, falta de control sobre las zonas de la reserva que tienen actividades como agricultura ganadería o forestales. Y poco personal para controlar una extensión muy grande (entrevistado 5, 2016).
Con relación al turismo un entrevistado opina: “Todo el sector turístico de la laguna es sedimento barroso, el lugar de zona de baño es peligroso, lo más aceptable para baño es la parte de la desembocadura”. Sobre los componentes ecológicos como la fauna y el riesgo de incendios manifestaron:
En cuanto a lo ecológico, preocupan las especies introducidas –jabalíes-, el bosque que está en la zona núcleo es una especie exótica, en realidad esto es área de pastizal, que es tan rico como el bosque pero no está puesto de manifiesto en la mirada de la gente, por falta de conocimiento (Entrevistado 3, 2016).
También han puesto en evidencia problemas comunicacionales y formativos en relación con la conservación de este hábitat y otros de carácter institucional/administrativos que afectan otros componentes del sistema ambiental e incluso a diferentes escalas:
la falta de entendimiento, lo que es una reserva de biosfera y como gestionarla. Falta bastante conocimiento, estudios y conocimientos técnicos delárea, entenderla (…) una problemática administrativa, la falta de zonificación clara, no hay plan de manejo, hay un comité de gestión de la reserva que está dormido,… falta mucho control y un plan de manejo con ordenamiento territorial de acuerdo a las actividades en cada área y la fragilidad y receptividad del sitio (Entrevistado 3, 2016).
Es posible la integración de valores sociales y monetarios en contextos
de de baja comparabilidad, identificando y valorando SE en diferentes sistemas
de medida e integrándolos en un ámbito de comparación por ejemplo
la inclusión de los pares extendidos o aplicación de métodos como el
Análisis Multicriterio (AMC) que permiten comparar datos cualitativos y
cuantitativos (Falconi y Burbano, 2004; Funtwicz).
La valoración económica supone asignar valores cuantitativos a los
bienes y servicios proporcionados por los recursos naturales, independientemente
de la existencia de precios de mercado de los mismos (Tomasini,
2008). Para ello se aplican métodos directos e indirectos de valoración que resultan en una aproximación al valor económico de los
servicios ambientales.
La figura 2 resume además de los enfoques ya descritos, los valores que
se pueden obtener en cada sistema de valoración. Para la reserva de Mar
Chiquita se consideró un valor de uso indirecto: el servicio de secuestro de
carbono de la vegetación de la reserva con sus diferentes tasas de secuestro
según especie considerada, y un valor de no uso la existencia bajo el enfoque
monetario o de mercado; y se agregó un dato cualitativo a partir de
indicadores que permite” levantar” el valor social de la calidad ambiental
de la reserva bajo el enfoque de valoración grupal o deliberativa.
El valor económico del servicio de secuestro de carbono se calculó a
partir de considerar la diversa vegetación presente en el área de la reserva
y su capacidad especifica de secuestro. Se plantean tres posibles valores
para la tonelada de carbono, en parte porque aunque existen mercados de
carbono –en La Haya, Chicago, Tokio, etc.- son criticados desde la literatura
porque subvaloran el SE. En el escenario 1 se considera el precio de
mercado (mercado de Carbono en Chicago). Se toma el valor de EU$4,43/
tnC (equivalente a US$5,31), tomando el promedio entre la variación de
precio agosto/septiembre 2016. (Disponible en: http://es.investing.com/
commodities/carbon-emissions-historical-data).
En la valoración de Chambi et al (2001) se utilizan tres escenarios de
precios para la tonelada de C: 20, 10 y 3US$. En Hernández y Torres-Pérez
(2003) se consideró un precio de 10 US$ considerando el costo de oportunidad
del área comprometida en la venta del servicio ambiental vs los costos
de establecimiento y mantenimiento de la selva. Fankhauser (1995) propone
una cifra “central” o de referencia de 20 US$ por tonelada. En el caso de un
bosque con turba en Malasia, Kumari (1995) estima 14 US$ por tonelada.
Esto refleja el descuerdo sobre el precio del servicio (ver cuadro 2).
El valor de existencia es aquel valor que la gente asigna al conocimiento
de la existencia de un bien ambiental, aunque nunca planee usarlo. Así por ejemplo, la gente está en condiciones de asignar un valor a la existencia
a las especies en peligro de extinción como la ballena azul, el oso panda,
aunque nunca las hayan visto y probablemente nunca las vean. De hecho
si las ballenas azules se extinguieran, mucha gente tendría un sentimiento
definitivo de pérdida (Tomasini, Op. Cit). En este caso para su cálculo se
aplicó el método de costos alternativos que asigna en forma indirecta valores
objetivos de bienes sustitutos próximos. En este caso se supone que una
medida de la “disponibilidad a pagar por conservación de áreas naturales”4 es estimar el valor/ha/año asociado a administrar estos espacios, representa
lo que un estado en este caso Administración de Parques Nacionales (APN)
valora la gestión de las áreas de conservación en Argentina. Guerrero et
al (2013) consideran el monto del presupuesto nacional 2013 destinado
la APN, que fue de $174.295.000 (Ministerio de Economía de la Nación,
2013). También consideran la superficie total de conservación administrada
por Parques nacionales, unas 3.687.510 has (Instituto Geográfico Nacional,
2013). Con ambos datos se pudo obtener una medida de la disponibilidad
a gastar del gobierno nacional (de los argentinos) para conservar áreas de
interés ambiental anual de $47/ha (Ver Cuadro Nº 3).
Cuadro Nº 2. Superficie de los ambientes y valor económico total del servicio secuestro C.
Fuente: Reyes et al (2015), Guerrero et al (2013).
Cuadro Nº 3. Valor de existencia de la reserva
Fuente: Guerrero et al (2013).
Una aproximación al valor económico total (VET) de los SE considerados
para la albufera alcanzaría los $15.485.877,64. Cabe preguntarse qué indica ese valor: en la mayoría de los casos los SE, o beneficios sociales de
los ecosistemas no son valorados al menos en términos monetarios, y en alguna
medida son gratuitos. Aunque la valoración monetaria infravalore los
SE, porque no puede “capturar” la totalidad de valores ecológicos, sociales
y culturales implicados en ese bien natural, aproximar un VET puede colaborar
en los procesos de toma de decisiones visibilizando la importancia
relativa de esos SE al menos en un lenguaje políticamente potente como el
monetario (Gómez-Baggethun y de Groot, 2007).
En el camino hacia la integración metodológica se indagó en la valoración
social de los componentes ambientales de la reserva para conocer
otros valores culturales asignados al parque a nivel local. Para ello se entrevistaron
actores locales identificados como referentes del tema.
Se les propuso una matriz con indicadores/atributos ambientales que
debían valorar en forma ordinal y cualitativa tendientes a caracterizar la
gestión/estado de conservación de la reserva. Se valoraron: el compromiso
institucional y económico en la conservación, el estado de conservación
del ecosistema, la presencia de incompatibilidad de uso, y la calidad de la
información y comunicación en materia de educación ambiental y cuidado
del sistema. Para cada indicador se propuso una escala de ponderación con
7 valores (EXC: excelente, MB: muy buena, B: buena, MtB: medianamente
buena, R: regular, M: mala, MM: muy mala). A partir de esta valoración
fue posible construir una medida del valor social de los servicios culturales
de la reserva (ver resultados en cuadro 4).
Cuadro Nº 4. Resultado ponderación social de los indicadores/atributos ambientales
Nota: en las filas se enlistan los entrevistados asignándoles un número que no significa orden alguno
Fuente: elaboración propia a partir de las entrevistas a actores locales clave.
Como se adelantó la valoración económica es una medida del VET asociados
a los SE de un ecosistema bajo el enfoque de mercado. En general
infravalora los beneficios que ofrecen los SE ya que ignora otros valores menos tangibles e inconmensurbles –esteticos, espirutuales, culturales- que
estna implicados en ese bien. Se avanzó en una aproximación cuanti cauli
de integración de valores monetarios y cuturales de los SE de la Laguna
Mar Chiquita. Esa integración fue posible en el ámbito deliberativo incluyendo
actores locales con concimiento empírico sobre la calidad ambiental
y la gestión de la reserva, que dan cuenta del interés e identififación de
problemas ecológicos en este espacio de conservación.
En relación al VET obtenido es interesante analizarlo comparándolo
con otros gastos sociales del Municipio del Partido de Mar Chiquita, de
esta forma contextualizar ese dato. El presupuesto anual del Partido de
Mar Chiquita en 2014 fue de $ 146.971.401 (Ordenanza Nº 112 art. 1). De
acuerdo al VET obtenido para los dos SE representaría casi del 10% de ese
presupuesto anual. Algo parecido ocurre si se observan otros gastos equivalentes
por ejemplo, el gasto asignado al hospital central $17.309.689, 42
que es bastante cercano al VET de la reserva. Asumiendo que los gastos
asignados a la salud son estratégicos para el desarrollo local y que tienen
prioridad frente a otros gastos, representa un valor monetario importante.
Asimismo, si se toman en forma conjunta otros gastos con igual importancia
social: como los destinados a la asistencia social por $4.779.000,
el desarrollo de actividades deportivas por $4.046.040 y los gastos de la
dirección de turismo –una actividad importante en la reserva y el partido
de Mar Chiquita- que ascienden a $5.159.950, en conjunto representan un
total de $13.984.999, casi semejante al VET para la reserva.
Este ejercicio permite llevar la discusión a términos ordinales, o relativos
y es intencional ya que favorece el resultado cargándolo de “significados
conocidos” traducidos en términos económicos con gastos socialmente sensibles
y sobre los que nadie discutiría su importancia en el desarrollo local.
En el caso de la valoración de los SE de la reserva bajo la perspectiva
social, se infiere que las preocupaciones de los entrevistados dan cuenta de
un interés individual –asociado a su rol en la gestión de la reserva– aunque
también colectivo por su conservación; ambos fueron puestos de manifiesto
a través de sus discursos con reclamos específicos: el control de las
actividades que se desarrollan (caza, pesca, deportes, camping), necesidad
de recursos económicos y humanos para la gestión del Parque, necesidad
de “educar a los visitantes” respecto al cuidado de la reserva y educación
sobre las prácticas permitidas y no permitidas en el territorio de la reserva,
ausencia de canales adecuados o suficientes de comunicación/educación
ambiental sobre el área de conservación y la necesidad de investigación
sobre la biodiversidad del área y de la ordenación territorial del uso y actividades
en este espacio.
Queda clara la necesidad de superación de los problemas conceptuales
y metodológicos expuestos en la valoración económica y social de los SE,
también los esfuerzos para la integración cuali-cuantitativa.
La abundancia de trabajos publicados sobre el tema desde 1997 a la fecha
hace evidente la importancia e interés de la comunidad científica internacional
por la temática. La búsqueda de SCOPUS en abril de 2017 mostró un total de más de 17.000 trabajos publicados con el término ‘’servicios
ecosistémicos’’ en el título, y sumando el resumen o las palabras clave: más
de 2.800 sólo en 2016 (Costanza et al 2017).
El horizonte cercano parece orientarse hacia la integración de diferentes
valores o sistemas de valores asociados a los SE (valores de mercado,
valores termodinámicos, valores simbólicos y valores ecológicos o físicos)
como se ha planteado en la discusión en la introducción.
Notas
1 Artículo derivado de la tesis de Licenciatura en Diagnóstico y Gestión Ambiental de Mariana Zunda. Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional del Centro.
2 La distinción entre Parque Mar Chiquito/ Reserva Chiquita deviene de las múltiples denominaciones y organismos de gestión y de conservación a nivel provincial, Nacional e Internacional que conviven en el área protegida.
3 La selección de la muestra se realizó aplicando la técnica de bola de nieve y la saturación como punto de corte (Kornblit, 2004).
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Recibido: 09/12/2017
Aceptado: 06/04/2018