DOI: 10.19137/anclajes-2018-2224
ARTÍCULOS
Borges editor 1
Borges as editor
María de los Ángeles Mascioto
Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales
Universidad Nacional de La Plata, CONICET
Argentina
mariamascioto@gmail.com
Resumen: Después de haber fundado revistas literarias, de haber codirigido el suplemento cultural de un diario masivo y de haber participado como colaborador en publicaciones periódicas de orientaciones muy diversas, entre 1937 y 1938, Jorge Luis Borges, junto con Adolfo Bioy Casares, fundó la editorial Destiempo. El artículo propone como hipótesis que, así como vuelve sobre sus textos para reescribirlos, en el proyecto de Destiempo Borges regresa sobre lo editado para reeditarlo. El análisis versa sobre las principales características de este proyecto editorial y sobre la identificación de un conjunto de decisiones editoriales.
Palabras clave: Literatura argentina; Jorge Luis Borges; Historia de la edición; Historia del libro; siglo XX
Abstract: After founding literary journals, co-directing the cultural supplement of a large daily newspaper, and collaborating in various publications, Jorge Luis Borges and Adolfo Bioy Casares founded the editorial Destiempo in 1937. This article hypothesizes that in the same way in which Borges returned to his texts to rewrite them, in Destiempo he went back to reedit previously edited texts. This analysis deals with the main characteristics of this editorial project and identifying relevant editorial decisions.
Keywords: Argentinian literature; Jorge Luis Borges; History of publishing; History of books; 20th century
Después de haber fundado revistas literarias, de haber codirigido
el suplemento cultural de un diario masivo y de haber
participado como colaborador en publicaciones periódicas de
orientaciones bastante diversas, entre 1937 y 1938 Jorge Luis Borges fundó el
sello editorial Destiempo junto con Adolfo Bioy Casares. Se trataba de una colección
de libros del valor de 2.00 pesos, de tapa rústica y tamaño mediano de
20 x 13 centímetros, cuyo rasgo físico distintivo era el color anaranjado de sus
tapas. En la cubierta aparecía el título, el nombre del autor y el logo de la editorial:
una paloma con las alas desplegadas.
Al igual que otros emprendimientos editoriales de la época, éste debió su
nombre a una publicación periódica homónima que lo antecedió. En el último
número de la revista Destiempo, codirigida por Borges y Bioy Casares entre los
años 1936 y 1937, un aviso anunciaba la próxima publicación de seis libros en
una casa editora que llevaría el mismo nombre, de los cuales sólo se terminaron
publicando cuatro.
Si bien Borges ya había publicado libros de poemas, de ensayos y su primer
libro de cuentos (1935), y participaba en varias revistas literarias argentinas–además de los textos que escribía en la prensa masiva–, en los años treinta
estaba lejos de ser un escritor canónico. Ese lugar fue ocupado por Eduardo
Mallea hasta mediados de los cuarenta y comienzos de 1950, período en la cual
se publicó la obra más relevante de Borges, gracias a la cual este escritor obtuvo
una posición central en el campo literario argentino: los cuentos de Ficciones (1944) y El Aleph (1949)2.
Pienso en Destiempo como un proyecto en el que, por un lado, se le dio continuidad
a algunas estrategias que ya venía practicando Borges desde su participación
como director en el suplemento literario de Crítica (la Revista Multicolor de
los Sábados, publicado entre 1933 y 1934 y co-dirigido junto con Ulyses Petit de
Murat)3, y en el que, por otro lado, se originaron algunas propuestas que luego
se prolongarían en posteriores proyectos editoriales que tuvieron a Borges como antologador o director de colección y que habrían generado un espacio de promoción
del tipo de ficciones que él practicaría a partir de la década de 1940.
En este artículo me propongo reponer algunos aspectos de la figura de Borges
como editor a partir del análisis de las principales características de este proyecto
y de la identificación de un conjunto de decisiones editoriales: el formato y
las características materiales que debían tener los ejemplares, la elección de los
talleres donde imprimirlos, el catálogo y la nómina de textos que los directores
pensaron para ser publicados y el tipo de publicaciones periódicas en las que los
libros de esta editorial fueron reseñados.
Me permito sugerir que se considere […] el arte de la edición como una forma de bricolaje. Traten de imaginar una editorial como un texto único formado no sólo por la suma de todos los libros que ha publicado, sino también por todos sus otros elementos constitutivos, como las cubiertas, las solapas, la publicidad, la cantidad de ejemplares impresos o vendidos, o las diversas ediciones en las que el mismo texto fue presentado. Imaginen una editorial de esta manera y se encontrarán inmersos en un paisaje muy singular. Algo que podrían considerar una obra literaria en sí, perteneciente a un género específico.
Roberto Calasso. La marca del editor (2014)
El proyecto editorial Destiempo tuvo una breve duración: el sello publicó tan sólo cuatro libros entre los años 1937 y 1938. Los dos primeros ejemplares
aparecieron contemporáneamente a la revista Destiempo, publicación periódica
también de corta subsistencia dirigida por Borges y Bioy Casares4, que alcanzó a sacar tres números: dos a fines de 1936 y uno en 1937. El último de los ejemplares
de la revista, cuya fecha de publicación tenía una distancia temporal de
un año con los dos anteriores5, anunciaba en diciembre de 1937 la salida del
poemario Marea de Lágrimas, de Ulyses Petit de Murat, y prometía al lector seis
libros más, que podía adquirir por suscripción al precio de 6.00 pesos los seis,
o por ejemplar al precio de 2.00 pesos cada uno. Nada se decía en esa notícula
promocional acerca de Luis Greve, muerto (1937), primer libro de la colección, compuesto por un conjunto de cuentos fantásticos de Adolfo Bioy Casares, y
publicado en noviembre de ese mismo año.
Además de las obras de Bioy Casares y de Petit de Murat, la colección se
completó con el ensayo Mallarmé entre nosotros, de Alfonso Reyes, y Diez poemas
sin poesía, de Nicolás Olivari (con ilustraciones de Carybé), ambos publicados
en 1938. Los cuatro escritores que conformaron la colección habían sido colaboradores
de la revista Destiempo, donde incluso aparecieron por primera vez
textos que luego se publicarían en los ejemplares de la editorial. Así ocurrió, po
ejemplo, con el poema “Canción de los niños que se fueron al mar”, de Nicolás
Olivari, que primero aparecería en el número 2 de la revista y luego formaría
parte de los Diez poemas sin poesía, y con el cuento “Los novios en tarjetas postales” de Bioy Casares, también publicado en el segundo número de Destiempo y
posteriormente en la colección de cuentos Luis Greve, muerto.
El surgimiento de la editorial tuvo, aparte de Borges y Bioy Casares, a Ulyses
Petit de Murat como protagonista. En una carta que Bioy Casares le enviaba a Macedonio
Fernández en el mes de diciembre de 1937, junto con el pedido de contribución,
Bioy señalaba el modo en que se había materializado aquello que para
ellos era la “ilusión de crear una editorial”: “Una tarde llegó Borges con una carta
de Ulyses Petit de Murat encargándolo de la publicación de Marea de lágrimas (su último libro de poemas). Después hubo otra carta de Ulyses preguntando si podía
ponerse a su libro un pie de imprenta: Editorial Destiempo” (Fernández 353)6.
Petit de Murat, el mismo que había insistido a Borges cuatro años atrás para que
co-dirigieran juntos el suplemento semanal ilustrado del diario Crítica, la Revista
Multicolor de los Sábados (1933-1934), lo impulsaba ahora a una nueva aventura
editorial. El empleo en Crítica le había permitido a Borges tener su primer contacto
con los talleres de impresión, e incluso con el trabajo de diagramación, como él
mismo ha señalado en una entrevista con Antonio Carrizo:
[En Crítica] Yo estaba en la misma sala en que estaban los dibujantes, y me hice amigo de todos ellos. Y además me gustaba mucho trabajar con los obreros, en el taller, con los linotipistas. Y aprendí a leer los linotipos, como un espejo. Y aprendí a armar una página, también. Yo podía armar una página, entonces (Carrizo 218).
No sólo se trataba de ordenar los textos en la página sino también de pedir,
seleccionar y corregir las colaboraciones que numerosos escritores entregaban
para ser publicadas semanalmente en la Revista Multicolor, un trabajo que luego seguiría desempeñando en los diversos proyectos editoriales que le siguieron (la
editorial Destiempo, la coordinación de antologías y de colecciones para Sudamericana
y Emecé tales como Laberinto de Sudamericana, El séptimo círculo y
La puerta de marfil de Emecé).
La imprenta elegida para realizar la publicación de los libros de la colección
Destiempo fue la de Francisco Colombo, que también se encargaba de la impresión
de la revista de Borges y Bioy Casares y que tiempo atrás había impreso
ejemplares pertenecientes a la editorial Proa. En una de esas colecciones, los
Cuadernos del Plata, a cargo de Alfonso Reyes, Borges había publicado uno sus
primeros poemarios, Cuaderno San Martín (1929).
Colombo, imprentero autodidacta de San Antonio de Areco, había sido uno
de los primeros en implementar en el país lo que en Francia se conocía como
ediciones de lujo. Domingo Buonacuore ha señalado que: “Francisco A. Colombo
es, sin duda alguna, el más admirable arquitecto del libro argentino y le
corresponde el privilegio de haber iniciado, entre nosotros, las ediciones auténticas
de bibliófilo” (51). De acuerdo con Horacio Becco, el sello Colombo fue
adquiriendo un reconocido prestigio en las exposiciones de sus ediciones de lujo
nacionales y extranjeras: “Ya lo señalaba un bibliófilo como Eduardo Bullrich,
afirmando que Colombo ‘era de aquellos artesanos del siglo XV que, consagrados
con amor y pasión a su oficio, llegaron a realizar obra de arte’” (Becco 245),
a lo que Becco agrega los numerosos elogios que sus impresiones recibieron por
parte de escritores y estudiosos como Alfonso Reyes, Valery Larbaud, Paul Valéry
y el mismo Domingo Buonacuore (245).
En el caso de los libros que Colombo imprimió para Destiempo, se trataba
de ejemplares de formato mediano, de 13 por 20 centímetros, y cuya extensión
iba de las 60 a las 150 páginas. Además de la tapa anaranjada y el logo que los
caracterizaba, los libros de la colección no contaban prácticamente con ninguna
información ni sobre los autores, cuya única referencia era el listado de sus obras
en la portadilla de cada ejemplar, ni sobre el contenido que iban a encontrar en
su interior. Tampoco contaban con prólogos y en las solapas la única información
que se incluía era el listado de volúmenes publicados y en preparación, el precio
por ejemplar, el precio de suscripción, y la dirección de la editorial, que era la
misma de la revista homónima. Algunos de los libros de la colección, como el de
Nicolás Olivari, incluyeron ilustraciones, que aparecieron en página aparte.
La editorial Destiempo puede pensarse como una de los tantos sellos editores
pertenecientes a revistas culturales, una tradición de las primeras décadas del
siglo XX en Argentina cuyos principales exponentes fueron las ediciones de la revista
Nosotros, de Giusti y Bianchi; los libros de Claridad, de Antonio Zamora; la
editorial Proa de los martinfierristas y, más cercana a Destiempo, el sello de Sur,
que creaba Victoria Ocampo en 1933 como un brazo de su revista7. Quizás esta última haya sido inspiradora para Borges y Bioy Casares, no sólo por ser un espacio
por el que ambos circularon como colaboradores sino porque ese proyecto
editorial en sí mismo había surgido para paliar las deudas que arrojaba la revista
(Gramuglio Una década 220), una motivación que podría haber compartido Destiempo al lanzar a la calle su propia casa editora y promocionar en su último
número la compra de seis ejemplares por suscripción. Podemos pensar que tal
vez la creación del sello de Borges y Bioy, contemporánea al ocaso de su revista,
y que contaba con obras pertenecientes a los colaboradores, tuvo como objetivo
darle continuidad al proyecto y conseguir dinero mediante la suscripción. Esta
publicación, que desapareció después del tercer número, contaba con el auspicio
de “La Martona”, tal como ha señalado Sabsay-Herrera:
El dinero necesario para poder publicar Destiempo estaba garantizado por los productos lácteos La Martona, propiedad de la familia de la madre de Bioy, Marta Casares. Las propagandas de dicha sociedad constituyen un elemento permanente de la revista (110).
No obstante, el hecho de tener este significativo anunciante no garantizaba
los fondos necesarios para cubrir por completo los gastos editoriales. Ya desde
los comienzos del sello, en la carta a Macedonio Fernández, Bioy señalaba que
tenían varios volúmenes en mente para publicar si se resolvían los problemas
económicos de la editorial (Fernández 353). Probablemente, esos problemas hayan
sido también el motivo del cierre de Destiempo, de la misma manera que
lo fueron para el cierre de la revista, cuyo último número sólo había logrado
venderse en su totalidad gracias a la distribución en un partido de rugby8.
Asimismo, el surgimiento de este emprendimiento podría vincularse con la revista
de Ocampo en otro sentido, que se desarrollará a continuación: la posibilidad que
les daba el espacio de una revista y una editorial propias, de difundir los autores que
Borges y Bioy no podían promocionar en Sur como ellos hubieran querido.
No quiero desmentir la comodidad de las clasificaciones; quiero indicar que son meras comodidades, indispensables en el juego académico que se llama historia orgánica de la literatura argentina, pero que nada tienen que ver con el goce poético ni con la inextricable verdad.
Jorge Luis Borges. “Prólogo” a Antología poética argentina (1941)
Entre los ejemplares que se publicaron en la editorial Destiempo se encuentran
dos libros de poemas, uno de cuentos fantásticos y uno ensayístico. A juzgar este catálogo, el género predominante habría sido la poesía. Sin embargo, si
nos detenemos en los autores de la lista de textos en preparación, pueden sacarse
algunas conclusiones sobre los objetivos de este sello y sobre el tipo de textos a
difundir que tenían en mente sus directores.
En el tercer número de la revista Destiempo aparecía una nómina de libros
programados para ser publicados, entre ellos se encontraban: La rosa infinita, del
poeta Carlos Mastronardi, proyectado para abril de 1938; Buenos Aires, de Ezequiel
Martínez Estrada, a publicarse en junio de ese mismo año; una Antología de
cuentos irreales, pensada para agosto y Novalis. Fragmentos (versión directa y notas
de Jorge Luis Borges), que planeaban sacar en el mes de octubre. A este conjunto
se suman los anunciados en las solapas como ejemplares “en preparación”: Teseo
Fatal, de Bioy Casares y Continuación de la Nada, de Macedonio Fernández, a
los que pueden añadirse los textos que Bioy Casares comentaba que tenía pensado
incluir, en su correspondencia con Macedonio: “espero publicar un libro
de cuentos fantásticos de Santiago Dabove, uno de Manuel Peyrou de cuentos
policiales, algunas traducciones” (Fernández 353).
En este extenso catálogo imaginario encontramos algunos autores “a destiempo”,
que conformaron pocos años después diversas antologías del género
policial y fantástico compiladas por Borges, Silvina Ocampo y Bioy Casares, en
editoriales como Sudamericana y Emecé, y que alcanzaron su mayor número de
ventas entre las décadas de 1940 y 1950: Bioy Casares, Santiago Dabove, Manuel
Peyrou y los autores de la programada Antología de cuentos irreales. Junto
con ellos, se proyectaba la publicación de libros de poemas, género este último
también “a destiempo”, cuya mayor promoción se había dado en los años veinte.
En efecto, Olivari, Petit de Murat, Mastronardi y Martínez Estrada se contaban
entre las voces de la vanguardia martinfierrista que había renovado la poesía.
Podemos deducir también de este catálogo imaginado por Borges y Bioy
Casares, que pensaban, sobre todo, en escritores de habla hispana, dado que contaba
con tan sólo una traducción proyectada, los fragmentos de Novalis, a la que
seguramente se sumarían algunos relatos de la antología de cuentos “irreales”.
El catálogo encerraba, entonces, lo antiguo y lo moderno, el reconocimiento
del aporte de la poesía en los años anteriores y la propuesta de un nuevo tipo de
escritura que ya había comenzado a difundirse desde el espacio de llegada masiva
del suplemento de Crítica, la Revista Multicolor de los Sábados: el cuento policial
y fantástico.
Fue recién entre los años 1940 y 1941 que Borges y Bioy Casares pudieron
llevar a cabo el proyecto de publicar muchos de los textos que tenían programados
para las ediciones de Destiempo y que no lograron salir a la luz, y no fue Sur
sino Sudamericana la editorial que les permitió llevar a cabo esta tarea. Entre los
objetivos de este sello, Gloria López Llovet identifica la promoción de autores
latinoamericanos y, al mismo tiempo, la traducción y divulgación de literatura
extranjera (Lopez Llovet 9). Patricia Willson encuentra en la fundación de esta
editorial uno de los mecanismos de irradiación de las prácticas traductoras de Sur (Willson 230)9, dado que Sudamericana reeditó y distribuyó su fondo editorial.
Si Sudamericana atendía principalmente a las traducciones, no parece haber
ocurrido lo mismo con la publicación de autores nacionales, que escaseaban en
su catálogo de la década de 194010. En este sentido, es llamativo que, tal como ha
señalado José Luis de Diego, el catálogo de la editorial sólo menciona dos volúmenes
de la colección Laberinto, que fueron los compilados por Borges, Silvina
Ocampo y Bioy Casares11 (de Diego “1938-1955. La época” 103).
En 1940 la colección Laberinto, destinada a ofrecer “al público de habla hispánica
(sic) lo perdurable y lo viviente de las diversas disciplinas de la literatura
mundial”, tal como se señalaba en las solapas de sus libros, y cuyo interés y valor
cultural se definía por la publicación de “Textos sabiamente elegidos, escrupulosas
versiones de las obras extranjeras, clara y elegante tipografía”12, publicaba
la Antología de la literatura fantástica, en la que además de cuentos “irreales” de
autores extranjeros se publicaron relatos de argentinos como Bioy Casares, Santiago
Dabove y el mismo Borges. La traducción y difusión de cuentos fantásticos
y policiales se acompañaba así por la producción de este tipo de literatura en el
campo literario nacional. Este volumen se promocionaba como un espacio no
tanto de canonización de los clásicos del fantástico sino de promoción de lo nuevo
en lo que al género se refería, tal como deja ver la promoción en el catálogo
de Sudamericana de 1945:
[la Antología de la Literatura Fantástica] no se limita, como compilaciones análogas, a los clásicos del género (Poe, Villiers de l’Isle Adam, Wells), incluye también los textos orientales […]; los místicos […]; los cultores de la imaginación razonada […]; los mejores artífices verbales […]; los maestros del terror escénico […] y los metafísicos (158).
Al año siguiente, en la misma colección, Borges, Bioy Casares y Silvina Ocampo
se hacían cargo de una Antología Poética Argentina (1941), donde aparecían algunas
de las elegías de Petit de Murat publicadas por Destiempo y algunos poemas
de Carlos Mastronardi y de Ezequiel Martínez Estrada, autores que la editorial
había anunciado publicar. Podemos decir que, así como vuelve sobre sus textos
para reescribirlos, Borges también regresa sobre lo editado para reeditarlo. De este modo, para el proyecto de Destiempo, ofrecía a sus lectores la pronta publicación
de los fragmentos de Novalis, una parte de los cuales había aparecido traducidos
pocos años antes en la Revista Multicolor de los Sábados13. Tiempo después, en
1940, como compilador, volvía al suplemento de Crítica para tomar de allí algunos
de los textos que conformaron la Antología de la literatura fantástica14, editada por
Sudamericana en la colección Laberinto. Muy probablemente esos textos hayan
sido los mismos que inspiraron la inédita Antología de cuentos irreales que promocionaban
las solapas naranjas de Destiempo15. Esta misma operación puede
verse en 1941 cuando se tomaron elegías de Marea de Lágrimas de Petit de Murat
(1937) para ser incluidas en la Antología Poética Argentina de Sudamericana. En
1943, la editorial Emecé ofrecía la antología Los mejores cuentos policiales, a cargo
de Borges y de Bioy Casares, en la que se incluían tanto relatos previamente publicados
en la Revista Multicolor de los Sábados como cuentos de Manuel Peyrou,
cuyos textos habían proyectado publicar en Destiempo16.
Por otra parte, en relación con la promoción de la editorial, podemos decir que
sus libros fueron escasamente reseñados en su época. Entre todos ellos, el único al
que Borges le dedicó un comentario fue Luis Greve, muerto, de Adolfo Bioy Casares,
en el número 39 de la revista Sur (diciembre de 1937). En su análisis de la red
de textos personales que Borges y Bioy Casares fueron realizando para configurar
un trabajo preparatorio de lo que luego escribirían juntos, María Teresa Gramuglio
encuentra argumentos disímiles en dos reseñas de Borges: una de 1936 sobre La
estatua casera, de Bioy Casares, y otra de 1937 sobre Luis Greve, muerto, editado
este último por Destiempo. Señala Gramuglio que los argumentos de esta:
parecen ahora darse vuelta. Primero porque Borges, que había criticado antes la incoherencia de Bioy, ahora critica como equivocados a aquellos lectores que suponen incoherencia en Bioy […]. Y segundo, porque vincula el cuidado artificio de los relatos de Bioy con la literatura fantástica (Borges, Bioy 284-285).
Podemos interpretar que la editorial fue un elemento más dentro de un conjunto
de estrategias de Borges y Bioy Casares para organizar, mediante una red
textual, lo que Gramuglio consideraba un “operativo que Borges y sus allegados
desplegaron con ímpetu vanguardista para desplazar del centro de la escena a
cierta poética de la novela y una concepción de la literatura que subordinaba la
dimensión estética a los imperativos morales” (Posiciones 119).
Además de la pervivencia de sus textos en las reediciones de antologías, la
editorial Destiempo adquirió una existencia suplementaria dentro de la ficción
escrita por sus directores: en Crónicas de Bustos Domecq (1967) se incluye la
historia de Urbas, un joven poeta que, como otros personajes de las reseñas apócrifas
de Borges y Bioy Casares, había obtenido fama en un certamen organizado
por la editorial: “Este joven poeta que hoy accede a la nombradía, en septiembre
de 1938 era casi un desconocido. Su revelación se debe a los calificados hombres
de letras del remarcable jurado que dirimió aquel año el certamen literario de la
editorial Destiempo” (Borges y Bioy Casares 23).
Destiempo puede pensarse, entonces, como uno de los primeros intentos
por expandirse más allá de los límites de una revista mediante la creación de una
colección de libros. Inspirado tal vez en Sur, el proyecto editorial le permitió a
Borges, por un lado, recuperar los conocimientos procedentes de experiencias
previas en publicaciones periódicas (el trabajo en Crítica, la dirección de pequeñas
revistas); y, por otro lado, pensar por primera vez en el armado de un
catálogo, de una nómina de autores y de textos, algunos de los cuales ya habían
sido publicados en el suplemento semanal de Crítica y a muchos de los cuales
volvió a incluir en distintas antologías. Puede pensarse que el mismo nombre de
la editorial la define como un espacio que cuestiona los tiempos de la literatura
y realiza propuestas que se concretarán a futuro. Recién en las décadas de 1940
y 1950, con el auge de grandes editoriales como Sudamericana y Emecé, Borges
podría difundir sus preferencias literarias en formato libro mediante la coordinación
de colecciones antológicas.
Notas
1 Una versión preliminar y más reducida de este trabajo fue presentada en el II Coloquio Argentino sobre el Libro y la Edición, llevado a cabo en la Ciudad de Córdoba en septiembre de 2016. Agradezco los comentarios que han surgido en esa instancia y que me han permitido profundizar el análisis y convertirlo en el presente artículo.
2 Observa Sarlo: “Excéntrico en Sur, Borges, sin embargo, integra su Consejo de Redacción. La problemática de la revista que, en este período [primeros años de la revista], podría resumirse como la búsqueda de una clave que haga posible la operación de pensar las ‘esencias americanas’ y, al mismo tiempo, incorporar un conjunto de textos europeos, problemática que tiene como sujeto a la elite cultural que la revista se propone promover y expresar, no es la de Borges. Problemática de contenidos, con una fuerte tendencia moral, más que interrogación sobre las formas y los materiales de la literatura” (Borges 165).
3 El suplemento de Crítica constó de 61 ejemplares, compuestos cada uno por ocho páginas (58 por 45 centímetros) que se distribuyeron en forma gratuita con la compra del periódico argentino, cuyo precio era de 0,10 centavos. La Revista Multicolor, que contó con la colaboración de escritores como Jorge Luis Borges, Juan L. Ortiz, Norah Lange, Raúl González Tuñón, Enrique Amorim, Carlos de la Púa, los hermanos Dabove, Victor J. Guillot, Manuel Peyrou, Carlos Moog, González Lanuza, Vicente Rossi, Juan Carlos Onetti, formó parte del proceso de expansión de la prensa periódica que, desde fines del siglo XIX, produjo numerosos cambios en el periodismo argentino como la incorporación de nuevos formatos periodísticos y la construcción de nuevos estilos.
4 La dirección de Borges y Bioy Casares no se explicitaba en la revista. Por el contrario, aparecía en ella como único responsable Ernesto Pissavani, ordenanza del padre de Bioy Casares (Sabsay-Herrera 107-108). Además de este artículo de Sabsay-Herrera, el único que hasta ahora se ha escrito sobre la revista Destiempo, y del capítulo de María Teresa Gramuglio sobre la conformación de la escritura conjunta de Borges y Bioy Casares entre 1930 y 1940, el libro de María del Carmen Marengo, Curiosos habitantes. La obra de Bustos Domecq, retoma el trabajo de Sabsay-Herrera para analizar la escritura conjunta de Borges y Bioy Casares. Más allá de estos tres trabajos sobre las colaboraciones entre Borges y Bioy Casares, no contamos con estudios previos sobre el sello Destiempo.
5 El primer número salió en octubre de 1936, el segundo en noviembre del mismo año y el tercero en diciembre de 1937.
6 En respuesta a esta carta, Macedonio le ofrece a Bioy: “la publicación que le explicará el subsiguiente texto de Tapa: CONTINUACIÓN DE LA NADA. Parte inconfundiblemente segunda (Que podría ser una nueva edición de Papeles del Recienvenido en lo que en éstos hay de consciente de humorística sistematizada). Lema: Belarte sólo es una labor que en absoluto escapa a la Autenticidad (realismo) e igualmente al Automatismo Longevístico (Teología biológica), y que al par tienda no a uno de los temas, problemas e intereses de la conciencia sino a conmoverla con un todo, en el ser de ella” (Fernández 17).
7 Para un análisis más detallado del desarrollo de estas editoriales que pertenecieron a revistas culturales, véanse Delgado, Verónica y Fabio Espósito (2015) “1920 – 1937. La emergencia del editor moderno” y José Luis de Diego (2015) “Editores, libros y folletos. Argentina, 1920 – 1940)”.
8 Sabsay-Herrera recupera las declaraciones de Borges sobre la salida del tercer número sobre el cual el autor de Luis Greve muerto dice: “fueron escasas las ventas [de los primeros números de Destiempo], salieron muy de vez en cuando. El tercer número sí se agotó porque se vendía en una cancha de rugby, diciendo ‘Destiempo, la revista para el asiento’” (Sabsay-Herrera 107).
9 La editorial Sur, fundada en el año 1933 por Victoria Ocampo, publicó principalmente traducciones de autores como William Faulkner, Virginia Woolf, Samuel Beckett, Jean Genet y Graham Green, entre otros (Willson 2004).
10 En este sentido, de Diego señala que “algo llamativo en los catálogos [de Sudamericana] de la década de 1940 es la casi inexistencia de autores argentinos, sobre todo si tenemos en cuenta que Sudamericana consolidará después, a través de su sello, al nuevo ‘Parnaso’ literario argentino de los años sesenta: Marechal, Sábato, Cortázar” (1938 – 1955. La época 102).
11 Para un análisis más pormenorizado de la participación de Borges en la editorial Sudamericana, véase Mascioto, “Literatura fantástica”.
12 Las dos citas son extractos de la solapa del número 1 de la colección, la Antología de la literatura Fantástica de Borges, Bioy y Ocampo (1940).
13 Publicados bajo el título “Novalis (Friederich Von Hardenberg, 1772-1801)” en el número 50 de la Revista Multicolor de los Sábados (21 de julio de 1934).
14 Estudio este proceso en “Literatura fantástica”.
15 Años más tarde, el martes 3 de noviembre de 1953 Adolfo Bioy Casares describiría en su diario el procedimiento de búsqueda y relectura de los textos publicados en Crítica: “Come en casa Borges. Buscamos en números viejos de Crítica (al hacerlo, advierto en él desagrado e incomodidad), cuentos de Santiago Dabove (malos) y de otros para la nueva antología fantástica” (92).
16 Para un estudio pormenorizado de las reediciones de los cuentos policiales en la antología Los mejores cuentos policiales, véase mi artículo “Pistas del Detection Club”. Sobre el trabajo de escritura de los cuentos y artículos de Borges en el contexto de Crítica y su suplemento, puede verse el libro de Raquel Atena Green, Borges y Revista multicolor de los sábados. Confabulaciones en una escritura de la infamia. Peter Lang, 2010. Sin embargo, consideramos más cercano a la propuesta de este artículo el libro de Annick Louis Jorge Luis Borges: oeuvre et manoeuvres, París, L´Harmattan, 1997, donde se analizan las maniobras de Borges al publicar los cuentos que en principio aparecieron en la Revista Multicolor de los Sábados en la sección “Historia Universal de la Infamia” (1933-34) en el libro homónimo (1935). Louis pone el foco en el traslado de la prensa al libro y todo lo que infiere en ese pasaje.
Referencias bibliográficas
1. AA.VV. “Colección Laberinto”. Catálogo de la editorial Sudamericana, Buenos Aires, Sudamericana, 1945.
2. Becco, Horacio Jorge. Francisco H. Colombo en la bibliotecnia argentina. Santa Fe: folleto de la Revista “Universidad”, Universidad Nacional del Litoral, núm. 51, 1962.
3. Bioy Casares, Adolfo. Borges. Buenos Aires, Destino, 2001.
4. Bioy Casares, Adolfo y Jorge Luis Borges. Crónicas de Bustos Domecq. Buenos Aires, Emecé, 1967.
5. Borges, Jorge Luis, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo, comp. Antología de la literatura fantástica. Buenos Aires, Sudamericana, 1940
6. Borges, Jorge Luis, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo, comp. Antología poética argentina. Buenos Aires, Sudamericana, 1941.
7. Buonocore, Domingo. Libreros, editores e impresores de Buenos Aires. Buenos Aires, Bowker Editores, 1974.
8. Carrizo, Antonio. Borges, el memorioso. Conversaciones de Jorge Luis Borges con Antonio Carrizo. México, Fondo de Cultura Económica, 1082.
9. de Diego, José Luis. “1938-1955. La ‘época de oro’ de la industria editorial”, Editores y políticas editoriales en Argentina, 1880-2010, dirigido por José Luis de Diego, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2014, pp. 97-134.
10. de Diego, José Luis. “1938-1955. “Editores, libros y folletos. Argentina, 1920–1940)”, La otra cara de Jano. Una mirada crítica sobre el libro y la edición. Buenos Aires, Ampersand, 2015, pp. 113-140.
11. de Sagastizábal, Leandro. La edición de libros en la Argentina: una empresa de cultura. Buenos Aires, Eudeba, 1995.
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Fecha de recepción: 03/10/2017
Fecha de aceptación: 29/01/2018