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Sobreviviendo en el cambio. Las exportaciones argentinas de lanas y cueros en tiempos de cereales y frigoríficos, 1890-1913

Agustina Rayes1

Resumen: Durante las últimas décadas decimonónicas aparecieron ciertos productos que no formaban parte de la tradición exportadora argentina -trigo, maíz, lino, carnes ovinas y bovinas congeladas y animales en pie orientados a los mercados trasatlánticos-. Como consecuencia, los bienes que habían sido vendidos crecientemente al exterior luego de la Independencia iniciaron un proceso de declinación. Sin embargo, debemos señalar que algunos lo hicieron en términos absolutos -tasajo, sebo y otros subproductos pecuarios-, mientras que un grupo disminuyó su participación solo relativamente en el valor total de las exportaciones -lanas y cueros-.
En este artículo se reconstruye la trayectoria de la lana sucia, así como de los cueros vacunos salados y secos, y de los lanares, entre 1890 y 1913. Para ello, hemos utilizado una nueva serie de comercio que creamos, basada en la corrección de los valores de las estadísticas oficiales. Por primera vez en la historiografía han sido cruzados anualmente cada uno de los productos con sus destinos. Adicionalmente, trabajamos con fuentes diplomáticas como la documentación inédita de la Serie Diplomática y Consular del Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la Argentina.

Palabras clave: Exportaciones argentinas; Lanas; Cueros; Gran expansión.

Surviving in change. The Argentine wool and hides exports during cereals and cold – storages times, 1890-1913

Abstract: During the last decades of the nineteenth-century, new products that were traditionally not considered for export, appeared -wheat, corn, linseed, frozen beef and lamb-. As a result, goods that were sold abroad after the Independence started a declination process. Nevertheless, we must point out to that some of them declined in absolute terms -salt meat, tallow and other cattle products-, while another group diminished it participation relatively in the whole export value -wool and hides-.
In this paper, we propose the reconstruction of the trajectory of the dirty wool and different types of hides between 1890 and 1913. For such a purpose, we used a new trade series created by us, based on the correction of the official value. For the first time in the historiography the products are related to the destinies. Besides, as a complement, we work with unpublished diplomatic sources as Serie Diplomática y Consular from the Foreign Relations Ministry Archive.

Key words: Argentine exports; Wool; Hides; Great expansion.

Sobreviviendo en el cambio. Las exportaciones argentinas de lanas y cueros en tiempos de cereales y frigoríficos, 1890-1913

El origen ganadero distinguió a las exportaciones del Río de la Plata desde su Independencia y fue el primer lazo por el que esta región se conectó a los flujos comerciales internacionales a partir de ese momento. Se trató de la respuesta más concreta que surgió de una plaza cuya vida comercial había estado sujeta a la exportación de metales preciosos del Alto Perú y que, una vez descartada esta posibilidad, dependió de otro tipo de producciones.
La extensión de la frontera y la eficiencia en la producción ganadera, tanto en Buenos Aires (Halperín Donghi, 1972, pp. 120-123) como en otras provincias (Brown, 2002, p. 361), fueron algunos de los factores que condujeron al crecimiento. De acuerdo a los cálculos de Carlos Newland (inédito, p. 2), las exportaciones per cápita aumentaron más de cuatro veces entre 1820 y 1870. Durante aquellas décadas, la clave de la entrada a los mercados externos fue la combinación no constante de algunos productos con pocos clientes (Amaral, 1998, p. 282).
Las exportaciones en los primeros decenios de vida independiente no solo fueron menos densas en términos de volumen, sino que tuvieron una diversificación inferior a la observable en las postrimerías del siglo XIX y a comienzos de la centuria siguiente. La modernización de la estructura productiva durante la gran expansión, que trajo a escena nuevos bienes como los cereales, las oleaginosas y las carnes frigoríficas, se caracterizó por la continuidad de los artículos que tradicionalmente se habían vendido al exterior, cuando la tecnología no era la finisecular (Gerchunoff y Llach 2011, pp. 297-299), pese a algunos importantes avances (Barsky y Djenderedjian, 2003, p. 152).2 Es decir, la llegada de los nuevos exportables no significó el reemplazo automático de todos los bienes pecuarios. No obstante, el vacío en los estudios sobre la materia, especialmente llamativo en los casos exitosos de vinculación a los mercados internacionales como las lanas y los cueros, que revistieron más de un tercio del valor total de las exportaciones entre 1890 y 1913, ha sido uno de los motivos que impulsó este análisis. Para ello, hemos trabajado con dos herramientas. Por un lado, utilizamos una nueva serie de comercio de exportación creada en base a los Anuarios de la Dirección General de Estadística de la Nación (ADGEN) (Rayes, 2013). Por el otro, abordamos la documentación diplomática, especialmente la Serie Diplomática y Consular del Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, para complementar la información estadística.

Las lanas argentinas: diversificación de mercados

Las lanas fueron el principal bien exportado en los inicios de la gran expansión, es decir, entre 1875 y 1902, excepto en 1893 por la subida del trigo y en 1900 por la crisis en Francia. Durante el segundo quinquenio del siglo XX cayeron al segundo puesto y desde 1910 a 1913 a la tercera posición en el conjunto de los productos. De hecho, las lanas dominaron el escenario exportador en las décadas de 1870 y 1880; y aunque más tarde fueron perdiendo peso relativo, el volumen exportado se duplicó entre fines del siglo XIX y los años previos a la Gran Guerra. En consecuencia, su importancia en las ventas al exterior se proyectó más allá de cierta visión clásica que indica que el ciclo lanar se cerró entre 1880 y 1890.
Probablemente el vacío historiográfico en este tema,3 que no se condice con las voces contemporáneas (como las de los diplomáticos que generaron un sinnúmero de informes vinculados a la trayectoria exportadora de las lanas argentinas tal como da cuenta este trabajo), se deba a una mirada más centrada en los cambios en la estructura productiva que al propio análisis sobre el derrotero exportador. En otros términos, que los animales ovinos hubieran sido desplazados a tierras menos fértiles y alejadas de los centros más importantes de producción por un cambio en el proceso de acumulación de capital, que facilitó la entrada en los mercados internacionales de bienes como los cereales y las carnes frigoríficas, tal vez haya contribuido a su relegamiento en los estudios sobre comercio exterior.
Según los datos de Carlos Newland (2012, p. 109), las lanas rioplatenses representaron un 2% del comercio mundial de este producto entre 1820 y 1830, constituyeron cerca del 4% entre 1850 y 1860 y revistieron el 20% del total en 1900. Conforme a la información provista por José Carlos Chiaramonte (2012, p. 48), este artículo apenas si fue comerciado al exterior en la década de 1820 y representó cerca del 8% del total de las exportaciones a inicios de la década de 1840. Sin embargo, su participación en el conjunto de los bienes vendidos al exterior fue creciendo con los años. Como señala Hilda Sábato (1987, p. 287), en la segunda mitad del siglo XIX la producción y exportación lanar fue la principal fuente de riqueza del Río de la Plata, dada su capacidad para generar excedentes en el sistema productivo y atraerlos en forma de renta a través del mercado internacional. De acuerdo a las estimaciones de la serie creada por nosotros, las lanas llegaron a significar el 45% del total de las exportaciones argentinas en los primeros años de la década de 1880, lo cual estaba vinculado a un largo proceso de refinamiento animal (Rayes, 2013).
Las lanas enviadas a los mercados internacionales hasta la década de 1840 fueron ordinarias, por las variedades ovinas que se criaban en el Plata. Sin embargo, el aumento en los valores alentó la mejora en las razas (Barba, 1997) y la introducción de novedades tecnológicas como aquellas vinculadas al manejo del agua, la construcción de viviendas para el personal, galpones para la esquila en verano y graserías para aprovechar el sebo (Barsky y Djenderedjian, 2003, p. 183). Todo ello favoreció que a la producción de lanas utilizadas en la fabricación de alfombras se sumaran aquellas destinadas a las industrias textiles europeas.
Del conjunto de las exportaciones argentinas, la lana fue uno de los bienes que más sufrió las fluctuaciones adversas y favorables de los mercados internacionales.4 Los factores que afectaron su devenir y comportamiento fueron lo suficientemente abruptos como para variar de unos meses a otros, lo cual se advierte en los informes diplomáticos. En este sentido, algunos ejemplos han sido la sobreproducción en la región del Plata y en Australia5 y la preferencia de paños ordinarios6 a inicios de la década de 1890, la quiebra de las casas francesas en Tourcoing y Roubaix por el excedente de textiles en los mercados de Londres y Liverpool hacia 1900,7 y la crisis financiera norteamericana de 1908.8
En el plano doméstico, en las postrimerías del siglo XIX, uno de los problemas adicionales que enfrentó la producción lanar fueron los cruzamientos para los frigoríficos, que implicaron el proceso de desmerinización y la adopción de la raza Lincoln con aptitudes más carniceras, adaptable a pastos bajos, secos y húmedos, que desde la década de 1880 produjeron lanas “crossbreds.” Así, algunas de las ovejas antiguas fueron confinadas al área patagónica, aproximándose el final de la expansión ovina (Tagliani, 2009). Sin embargo, se debe notar, en línea con la nueva tradición historiográfica, que la localización fue de la mano con la rentabilidad y que el patrón de reubicación de los animales hacia el sur tuvo motivos económicos y no institucionales (Míguez, 1985, 1986).
En los últimos años del siglo XIX, la “fiebre del lanar” había llegado a su apogeo en los partidos del norte de la provincia de Buenos Aires y comenzó a competir con una agricultura más dinámica; por lo demás, la frontera de este tipo de ganado se fue corriendo hacia los partidos del sur del río Salado (Sábato, 1987), al punto de que hacia 1895 contaban con el mayor rebaño ovino de la provincia.9 En este sentido, la expansión de la economía lanera y sus requerimientos de comercialización, transporte y servicios convirtieron a Bahía Blanca en un centro de almacenamiento y punto de embarque (Crisafulli, 1994, p. 71). Además, el ganado ovino fue criado y refinado progresivamente en otras zonas, como en el Territorio Nacional de la Pampa (Alonso, 2009; Bongiovanni, 2010) y en la Patagonia (Bandieri, 2001).
Una vía para evaluar el desempeño exportador es la observación de los precios, los cuales fueron difíciles de calcular a valores medios porque llegaron a existir hasta ocho cotizaciones diferentes por el rinde, la calidad y el estado de las lanas. Hilda Sábato recreó los valores siguiendo, por un lado, la información del Mercado de Once de Septiembre -Buenos Aires-, de la obra de Juan Álvarez (1929) y de los Anales de la Sociedad Rural Argentina y no coincidieron (Sábato, 1987, p. 216). Según los datos del trabajo de Roberto Cortés Conde et al (1965), en el que nos hemos basado para construir nuestra propia serie, el precio tendió a la baja hasta 1895, en relación al decenio de 1870 y principios de la década de 1880, para revertirse luego por la suba de 1905 a 1913 (y desde entonces aún más por el contexto bélico), que compensó la caída en volumen en estos últimos años.
Por otro lado, más allá de los derroteros del ciclo exportador, es importante tomar en consideración que las lanas no solo han sido exportaciones importantes en términos cuantitativos, sino por tener un patrón distinto de compradores en relación con las exportaciones ganaderas modernas, como los bovinos destinados a mercados trasatlánticos y las carnes congeladas y enfriadas, que apuntaron básicamente al Reino Unido. De esta forma, contribuyeron a la diversificación de destinos y subrayaron la importancia que la oferta, con todas sus condiciones de producción, calidad, distribución y llegada, tuvo sobre los mercados. En el gráfico 1 se puede seguir la trayectoria de cada uno de los compradores de la lana sucia argentina entre 1890 y 1913, entre éstos se destacó Francia, seguida por Alemania que le ganó el otrora segundo lugar a Bélgica, y más atrás Estados Unidos y el Reino Unido.

Gráfico 1. Destinos de las exportaciones argentinas de lana sucia, 1890-1913.


Fuente: elaboración propia en base a Anuarios de la Dirección General de Estadística de la Nación (1890-1913) y Roberto Cortés Conde et al (1965).

El mercado internacional de lanas fue uno de los más desarrollados hacia finales del siglo XIX, no sólo por la variedad de clientes y oferentes, sino también por el grado de avance en las transacciones. En esta época, los principales compradores del producto fueron Francia, Inglaterra, Alemania, Bélgica, Italia y Estados Unidos.10 De esta lista de demandantes, solo algunos fueron clientes grandes y estables de la Argentina, especialmente porque la lana exportada fue sucia y no en todos los países existían establecimientos para su limpieza. En este sentido, hasta finales de la década de 1880, Francia y Bélgica actuaron como las principales destinatarias y redistribuidoras.11 A Cataluña llegaron las lanas argentinas lavadas en otros puntos de Europa, por la ausencia de lavaderos en la península ibérica a causa de la falta de recursos hídricos y las altas tarifas,12 la misma situación ocurrió en Italia.13 Otro caso fue el de las lanas Lincoln argentinas que llegaron a Estados Unidos procedentes de Europa, por la superioridad en el lavado que hacían los galos en relación a los norteamericanos.14
Entre los informes consulares sobre el mercado lanar, ciertamente abundantes en virtud de la importancia de las exportaciones argentinas de este producto, se afirma reiteradamente que Amberes era el primer destino de las lanas del Río de La Plata hasta iniciada la década de 1890.15 Esta afirmación no solo se sostuvo en el Consulado General en Bélgica sino también en el Consulado General en Hamburgo.16 Sin embargo, cabe destacar que según las fuentes estadísticas argentinas, el mercado francés dominó en estos años como comprador. Probablemente la idea de Amberes como clienta mayor estuvo sustentada en la historia de ese puerto como punto de llegada intermedio de esta clase de productos en las décadas centrales del siglo XIX. Hasta 1882, Bélgica fue la principal compradora de lanas argentinas, aunque es probable que la gran mayoría de la materia prima se redirigiera a Alemania y Francia (Sábato, 1987, p. 205). A partir de entonces, los industriales franceses -los principales consumidores de las lanas argentinas-, se proveyeron directamente en los mercados locales, ya que un impuesto galo encarecía la lana llegada a través de puertos extranjeros. Fue así como El Havre17 y Dunkerque pasaron a concentrar las importaciones destinadas a la región de Roubaix-Tourcoing.
No obstante, cabe destacar que Bélgica también consumió las lanas que compró y no todas fueron reexportadas. En este sentido, tuvo una ventaja comparativa en relación a los fabricantes ingleses o franceses, ya que los belgas inventaron un método mecánico para limpiar la lana sucia con abrojos y esto le dio a los productos que provenían de Argentina un costo menor que en otros países donde las lavaron a mano (Sábato, 1987, p. 206). Según la Cámara de Comercio de Verviers y los mayores corredores de Amberes, las lanas “del Plata”, que compitieron con las procedentes de Australia, Sudáfrica, Rusia, Chile, Perú, España y Marruecos, fueron las más compradas hasta el segundo quinquenio de 1880, cuando fueron desplazadas por las australianas, dado el retiro parcial de las lanas argentinas del mercado belga en favor del francés.18 En los primeros años de la década de 1890, Bélgica recibió aproximadamente un cuarto de las exportaciones argentinas de lanas, pero desde entonces cayó su participación relativa al punto de que, a la vuelta del siglo, solo representó un décimo del total vendido en el exterior.
En los últimos años del siglo XIX, Francia pasó a ocupar un lugar dominante entre los destinos de las lanas. Como consecuencia del aumento de la demanda internacional de los artículos textiles, producto de la Guerra de Secesión en Estados Unidos, habían disminuido los aranceles a la materia prima -preferentemente merina- para alentar el naciente complejo industrial textil de Tourcoing-Roubaix. A partir de la década de 1860, las lanas argentinas ingresaron en el mercado francés, ya que fueron más valoradas que las indígenas19 al adaptarse más fácilmente al tejido suave galo (Sábato, 1987, pp. 204-210), y que las australianas por su largueza20 y el costo de los fletes.21A finales de 1880, comenzaron las operaciones directas para abaratar costos. El resultado de ello fue que casi la mitad de las exportaciones de lanas argentinas se dirigieron a Francia, proporción que descendió levemente en el siglo XX y disminuyó al 35% entre 1910 y 1913.
Según las fuentes diplomáticas, los puertos de entrada de las lanas foráneas fueron Dunkerque, El Havre, Burdeos y Marsella.22 Desde 1890, el primero desplazó al segundo, que había sido el punto de remates periódicos23 de productos procedentes de Buenos Aires, Montevideo, Río Grande, Perú, Chile y Rusia en las décadas centrales decimonónicas,24 por su proximidad a Tourcoing, Roubaix y Lille.25 En cambio, Burdeos actuó más como un mercado de distribución hacia las fábricas del Mediodía francés,26 compradas por cuenta de Mazamet.27 Tampoco Marsella fue un consumidor importante, ya que las lanas utilizadas para la fabricación de alfombras compitieron con poco éxito con otras árabes llegadas de Bagdad, Mosul y Argelia.28
Otro de los destinos europeos competitivos para las lanas argentinas fue Alemania, que significó entre un cuarto y casi un tercio del total exportado con un comportamiento regular entre los quinquenios. Desde la década de 1880, Bremen y Hamburgo recibieron la lana argentina directamente, ya que crecieron los aranceles para las importaciones indirectas (Sábato, 1987, p. 208). No obstante, entre quienes confeccionaron la estadística oficial argentina estuvo presente la sospecha de que la lana salida con destino a Bélgica o a Francia se hubiera enviado parcialmente en tránsito a Alemania (Platt, 1971). El producto fue bien recibido en los mercados germanos por la moda de cruza gruesa y la baja en la producción local de este tipo de artículo,29 esta situación favoreció la exención impositiva a finales de 1890.30 Entre estas plazas, Hamburgo resonó como el mercado con mayores expectativas para el consumo de lanas argentinas,31 apreciadas por su calidad, pese a la fuerte concurrencia de Gran Bretaña, Australia y Sudáfrica.32 Pero Bremen fue el principal centro por su carácter de redistribuidor,33 donde las lanas “del Río de La Plata” -entre las que se incluyeron a las uruguayas y riograndenses- dominaron,34 aunque las sudafricanas y las australianas llegaran en mejor estado de conservación.35 Otras plazas menores fueron Hannover, Karlsruhe36 y Dresde.37
Además de los destinos ya señalados, existieron dos mercados que parecían ofrecer buenas posibilidades a las lanas argentinas por su tamaño y la necesidad de sus industrias, pero quedaron rezagados respecto del desempeño de otros, a saber, el Reino Unido y Estados Unidos.
Cuando Gran Bretaña se abrió a la entrada de materia prima para las fábricas de textiles escogió la lana llegada de sus dominios y compró preferentemente en América Latina solo fibras de alpaca de Perú y Chile (Platt, 1972, pp. 257-258). Los artículos exportados por el Río de La Plata desde 1830 no lograron aumentar el market share en el mercado británico (Amaral, 1998, p. 282). Y aunque en los últimos años del siglo XIX no se descartaron buenos augurios ante las malas campañas australianas38 o cuando el puerto de Liverpool se transformó en un gran receptor de productos argentinos como los cereales,39 ello no fue así. Pese a que el Reino Unido se constituyó en el socio comercial más importante de la Argentina a partir de la década de 1890, en las plazas británicas continuaron con prioridad las lanas coloniales británicas40 por su limpieza (libres de tierra y abrojos)41 y la aspereza de los tejidos ingleses (Sábato, 1987, p. 210). De hecho, en el registro de los ADGEN, el Reino Unido fue un destino muy menor de este tipo de exportaciones en términos relativos, ya que representó el 2,6% del total en 1890-1894, cifra no superada en 1895-1899, el 4,5% entre 1900 y 1904, ascendió a 8,5% de 1905 a 1909 y un poco más hasta 14,3% en 1910-1913.
Por su parte, Estados Unidos, pese a ser uno de los principales productores de lanas, requirió del abastecimiento externo. No obstante, la venta de lanas argentinas, que se había animado con la Guerra de Secesión (Amaral, 1998, p. 261) y había aumentado por el invento del desabrojador mecánico (Brown, 2002), quedó expuesta a los vaivenes de la política proteccionista. Tales fueron los efectos de los aranceles que, según los registros de los ADGEN, este destino apenas representó más del 5% de las ventas de lanas argentinas al exterior entre 1890 y 1913. Allí, las exportaciones, que compitieron especialmente con Gran Bretaña, Rusia, China, Turquía y Australia,42 llegaron principalmente a Boston y solo entre el 8 y el 10% a Nueva York.43 En general, las lanas criollas compradas en Estados Unidos fueron producidas en Córdoba, Santiago del Estero o San Luis, fueron consumidas directamente por las fábricas alfombreras44 y tuvo aranceles menos onerosos que los tipos mestizos, ya que las lanas ordinarias no se elaboraban localmente.45 Por una cuestión de espacio, es imposible resumir aquí las vicisitudes del proteccionismo norteamericano, pero cabe mencionar que la aleatoriedad de las entradas de la lana argentina en este mercado se relacionó con la imposición de las tarifas y cuando estas bajaron o desaparecieron, el volumen exportado tendió a crecer.

Los cueros: distintos tipos a diferentes mercados

Los cueros del Río de La Plata orientados inicialmente a España, desde donde se redistribuyeron a otros sitios europeos, fueron cambiando los destinos principales y ningún país lideró este comercio por largo tiempo (Amaral, 1998, pp. 248-252). Desde la Independencia se alentó el intercambio con Europa por la apertura comercial y el aumento de importaciones que permitió el retorno de las embarcaciones con disponibilidad de bodegas para llevar productos argentinos (Míguez, 2008, pp. 125-130) y saldar operaciones de exportaciones (Schmit y Rosal, 1999).
Según las estimaciones de Carlos Newland (inédito, p. 2), los cueros representaron entre el 70% y el 80% del total de las exportaciones entre las décadas de 1820 y 1840, y descendieron a un tercio del conjunto hacia el decenio de 1870. De acuerdo a los datos de nuestra serie, desde 1890 hasta 1913 los cueros significaron el 12% del total del comercio de exportación argentino.
En este trabajo queremos señalar que, aunque en la literatura se haya escrito regularmente sobre los cueros en términos generales, estos no tuvieron una trayectoria unívoca, sino que cada una de sus clases -aquí se analizan las tres más significativas, a saber, los lanares y los bovinos salados y secos- tuvo sus mercados, su propio desempeño, sus características productivas y sus competidores.
Los principales cueros vacunos que se exportaron desde la Argentina fueron secos o salados, producidos en Buenos Aires, Mendoza, Tucumán y Córdoba (Brown, 2002, p. 361), requeridos para la industria del calzado de ultramar, la talabartería y las fábricas textiles (Barba, 1997), cuyos compradores fueron cambiando de posición a lo largo de las décadas (Amaral, 1998, p. 278; Rosal y Schmit, 2004).
Los cueros salados estuvieron en el sexto lugar de las exportaciones argentinas entre 1875 y 1879, ascendieron al cuarto puesto entre 1880 y 1894 y a partir de ese momento ocuparon las últimas posiciones entre los diez principales exportables. El volumen de este tipo tendió a crecer entre 1875 y 1913, excepto en el decenio de 1890. Y su precio, subvaluado en los datos oficiales de los ADGEN y corregidos en nuestra base, también estuvo en alza en todo el período, salvo entre 1890 y 1894.
La reconstrucción de los destinos de los cueros vacunos salados se encuentra en el gráfico 2. Estos artículos se dirigieron crecientemente a Alemania, de casi un 20% del total entre 1890 y 1894 pasó a representar aproximadamente un 40% por el resto del período. El segundo mercado, en declive pero aún importante, fue Bélgica y de significar casi un tercio a inicios de 1890 disminuyó a alrededor de un décimo del total exportado en los años previos a la Primera Guerra Mundial. El Reino Unido fue un mercado de peso, aunque con subas y bajas marcadas. La participación de Francia no fue relevante, si bien permitió un marco mayor de diversificación. El caso de Estados Unidos sorprende, porque de casi no comprar pasó a ser el destino de más de un quinto del total exportado en los años pre-bélicos.

Gráfico 2. Destinos de las exportaciones argentinas de cueros vacunos salados, 1890-1913.


Fuente: elaboración propia en base a Anuarios de la Dirección General de Estadística de la Nación (1890-1913) y Cortés Conde et al (1965).

Por su parte, los cueros bovinos secos fueron el segundo bien exportado hasta 1889, después pasaron al tercer lugar en el primer quinquenio de la década de 1890, descendieron al quinto en el período 1895-1899 y finalmente al séptimo hasta 1913. El volumen exportado de estos artículos tendió a crecer, excepto en los lapso 1880-1884 y 1895-1904. A diferencia de los cueros salados, la infravaloración en los precios oficiales se alternó desde 1887 con años de sobrevaloración.
El cruce de los cueros bovinos secos con sus destinos se encuentra en el gráfico 3. Esta clase de cueros se destinó mayormente a Estados Unidos, quien compró casi la mitad del valor exportado. El resto de los mercados completaron un panorama de diversidad en el que Italia y España tomaron entre el 10% y el 15% del total respectivamente, Uruguay, Alemania y Bélgica tuvieron un desempeño menor, mínimo fue el rol de Francia y el Reino Unido estuvo ausente, a excepción de los años de 1890 a 1892 y 1912.

Gráfico 3. Destinos de las exportaciones argentinas de cueros vacunos secos, 1890-1913.


Fuente: elaboración propia en base a Anuarios de la Dirección General de Estadística de la Nación (1890-1913) y Cortés Conde et al (1965).

Los cueros secos entraron en Estados Unidos por Boston, Nueva York y Filadelfia y sus fluctuaciones se vincularon a la política arancelaria norteamericana. 46 En el “Viejo Mundo” estos artículos llegaron al Reino Unido en pequeñas cantidades e interrumpidamente y los cueros bovinos salados, que representaron entre un décimo y un tercio de los envíos de este tipo de exportaciones, fueron dirigidos a los puertos de Liverpool, Bristol, Londres47 y a Birmingham para la fabricación de guarniciones y la industria zapatera de Walsall.48 Alemania fue uno de los principales clientes de los cueros salados, que entraron por Hamburgo como centro redistribuidor,49 pero también por Karlsruhe50 y Bremen51 con destino a las ferias de suelas de Frankfurt.52 Sin embargo, cabe notar que las proyecciones en las plazas germanas se vieron alteradas en algunas oportunidades por la mala calidad de los productos ofertados, especialmente en relación a otros concurrentes como Uruguay y Brasil.53 También en Bélgica el mercado fue menor por el exceso de marcas54 y la falta de secado que empeoró su competitividad.55 Allí, los cueros vacunos más importantes fueron los salados, especialmente los de novillos y animales pesados.56 Al contrario, Francia fue mejor compradora de cueros vacunos secos tanto en El Havre57 como en Marsella58 y Burdeos, como lazo con las fábricas del Mediodía-Pirineos59 y el norte de España.60 Este último país también fue un cliente directo de cueros secos para las fábricas de curtido.61
Los cueros ovinos nunca tuvieron un rol preponderante en el conjunto de las exportaciones. Sin embargo, entre 1875 y 1884 estuvieron en el tercer puesto y entre 1885 y 1894 en la quinta posición, cayendo luego a los últimos lugares entre los principales exportables hasta 1913. En la última década decimonónica, según nuestra base de datos, los cueros lanares representaron casi el 5% del total de las exportaciones, tendencia declinante en el decenio posterior cuando significaron el 2,3% en señal de la caída relativa en el valor y del declive absoluto en volumen, particularmente desde 1905. En general, los precios de los cueros lanares fueron infravalorados en la estadística oficial, pero no existió una única tendencia. A diferencia de los cueros vacunos, el volumen de esta clase tendió a bajar, excepto entre 1895 y 1904. La reconstrucción de los destinos de los cueros lanares se encuentra en el gráfico 4.

Gráfico 4. Destinos de las exportaciones argentinas de cueros lanares sucios, 1890-1913.


Fuente: elaboración propia en base a Anuarios de la Dirección General de Estadística de la Nación (1890-1913) y Cortés Conde et al (1965).

Los cueros ovinos sucios tuvieron como mercado principal a Francia, en una media anual que rondó desde casi el 60% a más del 70% de estas exportaciones entre 1890 y 1910 y superó el 90% en los años previos a la Primera Guerra Mundial. El lejano segundo puesto se disputó, según los años, entre Italia e Inglaterra, mientras que los envíos a Alemania y Estados Unidos fueron realmente menores. Hacia mediados del siglo XIX, el sur de Francia había experimentado un desarrollo textil en el Departamento de Tarn y se inició la importación de cueros lanares, que entraron por Burdeos con el fin de abastecer las zonas aledañas (Sábato, 1987, pp. 206-207). La relación comercial se acentuó desde inicios del siglo XX por las compras directas que los importadores hicieron a los productores argentinos,62 cuyo principal comprador fue Mazamet,63 gracias a la presencia de casas francesas comerciales en Buenos Aires.64

Balance de los productos ganaderos clásicos en tiempos de nuevas exportaciones

Las exportaciones ganaderas, que habían dominado el escenario en los primeros pasos de la integración al mercado internacional luego de la Independencia del Río de la Plata, surgieron como la mejor alternativa dadas la abundancia de tierra, la escasez relativa de capital y trabajo y la ausencia de una tecnología de transporte para bienes de gran volumen. La mano de obra poco disponible y la falta de tecnología moderna imprimieron ciertos rasgos a los bienes vendidos en el exterior, que encontraron diferentes compradores en Europa y Estados Unidos.
Los artículos pecuarios, que habían sido protagonistas durante casi todo el siglo XIX, estuvieron expuestos a cambios en su trayectoria con el advenimiento de las nuevas exportaciones, tales como el trigo, el maíz y el lino y otros productos ganaderos como los animales en pie vendidos a los mercados transatlánticos y las carnes frigoríficas que se orientaron a las plazas británicas hasta los umbrales de la Primera Guerra Mundial.
En la última década decimonónica, algunos derivados ganaderos fueron eclipsados más fácilmente por la llegada de nuevos bienes como, por ejemplo, los animales en pie a los mercados vecinos, el sebo, el tasajo y otros derivados de la ganadería -grasa, cuernos, astas, cenizas de huesos, cerda, huesos-. No obstante, aunque decrecientes en términos relativos, otras exportaciones pecuarias resistieron y continuaron siendo una parte importante del panorama exportador general, como los casos de las lanas y los cueros. Su pervivencia contribuyó a incrementar la diversidad de la canasta de bienes exportados y también a mantener la presencia de un conjunto mayor de compradores, que de lo contrario no hubieran existido, ya que el patrón de destinos de estas exportaciones no fue el mismo y fue más variado que el de las nuevas exportaciones pecuarias.
Como se ha visto en este trabajo, el mercado de lanas fue fluctuante y muy complejo, ya que varios países compusieron una oferta diversificada en tipos y calidad, y otros tantos conjugaron una demanda igualmente múltiple. La calidad de los productos ofrecidos y su potencial para ser transformados en bienes con valor agregado, marcaron de algún modo la llegada a los mercados externos, a requerimiento y condición de aquellas industrias. La lana argentina, pese a ser sucia y no siempre entregada en óptimas condiciones, concurrió en su segmento con los principales productores del mundo, como Australia o Estados Unidos, arribando directamente a las plazas o haciéndolo mediante puertos intermediarios. Los procesos de refinamiento del ganado así como las mejoras tecnológicas en su producción, las herramientas para su limpieza en los destinos y el conocimiento de las condiciones internacionales de competitividad por parte de los exportadores, ampliaron su entrada más allá de su uso para la producción de alfombras y la lana argentina se transformó en una materia prima muy importante en las industrias textiles europeas.
En términos relativos, este artículo perdió su lugar en el conjunto de las exportaciones argentinas entre finales del siglo XIX y los primeros años de la centuria siguiente. Uno de los motivos obvios fue el crecimiento relativo de las nuevas exportaciones, especialmente las agrícolas que ocuparon progresivamente los primeros lugares en la composición del comercio exportador. Otra de las razones para la pérdida de la preeminencia fue la inclinación de los productores -en particular aquellos localizados en el corazón productivo de la región pampeana- por razas ovinas con aptitudes cárnicas para la exportación de carneros congelados, pero también el desplazamiento de las ovejas a tierras menos fértiles y más alejadas como las del sur bonaerense, las patagónicas o del territorio pampeano.
Sin embargo, una de las principales contribuciones de este artículo radica en demostrar que las lanas sobrevivieron al impacto de las exportaciones modernas, dado que hasta principios del siglo XX continuaron siendo el principal bien vendido al exterior e incluso, durante el período aquí estudiado se produjo un aumento en los volúmenes comerciados. Ello se logró gracias a la apuesta por los mercados que aceptaron las condiciones de la lana argentina. Si bien Francia fue el principal comprador, fue muy destacado el rol de Bélgica y Alemania. Es importante enfatizar esta idea, que se ha corroborado empíricamente con el análisis de las estadísticas comerciales y la consulta de las fuentes diplomáticas. En el caso de Bélgica, se ha señalado que no constituía solo un puerto intermediario con Francia, también las industrias belgas fueron consumidoras. En el caso de Alemania, se transformó en el segundo socio comercial de la Argentina entre la última década decimonónica y los primeros años del siglo XX, en parte por su rol como comprador de lanas, más allá de ser un importante destino de los cereales y del lino.
Por el contrario, tal como se ha probado con el uso de la documentación consular, los intentos por ingresar en el Reino Unido y Estados Unidos chocaron con las producciones locales, las condiciones de calidad de la oferta y la política proteccionista tarifaria y paraarancelaria. Sin embargo, los esfuerzos de diversificación por parte de los diplomáticos que prestaron servicio en estos mercados, fueron una señal de que las lanas eran aún productos de exportación significativos y que se apostaba a su venta en el extranjero. Junto con las lanas, los cueros fueron otros productos ganaderos que coexistieron con los nuevos artículos, puesto que sumados ambos alcanzaron el 35% del valor exportado entre 1890 y 1913, una porción similar a la participación relativa del trigo, maíz y lino, que representaron el 37% de la misma medida durante esos años.
En este trabajo, los cueros han sido estudiados no como un conjunto homogéneo -como generalmente se abordó en la historiografía-, sino por la particularidad de cada uno de los principales rubros -vacunos salados y secos y lanares sucios-, que no agotaron la variedad existente, pues hubo otras especies que tuvieron un impacto muy poco significativo en el total exportado.
Cada tipo de cuero tuvo condiciones de producción y mercados diferentes, regidos en general por las necesidades industriales en sus variantes técnicas locales, específicamente del sector textil, zapatero o talabartero. Del análisis de la serie estadística reconstruida, se desprende que los cueros vacunos tuvieron mayor pluralidad de mercados. Los bovinos salados apuntaron al mercado alemán y también a Bélgica, el Reino Unido y a Estados Unidos en los años pre-bélicos. Mientras que los vacunos secos tuvieron por principal cliente a Estados Unidos, donde sufrieron la política proteccionista, que tomó la forma de medidas tarifarias y paraarancelarias; además se dirigieron a Italia y España, y en menor medida a Alemania, Bélgica, Francia y el Reino Unido. Por el contrario, los cueros lanares tuvieron un mercado central que fue el francés. Otros pequeños compradores aleatorios fueron Italia, Reino Unido, Alemania y Estados Unidos, pero ninguno pudo opacar la demanda gala.
En conclusión, pese a que se trató de dos renglones del comercio de exportación argentino muy importantes y que la historiografía en general los soslayó en este período, las lanas y los cueros, ya presentes en las primeras décadas luego de la Independencia, son la prueba más clara de los rubros pecuarios que resistieron la llegada de los artículos característicos de la gran expansión para no desaparecer en la nueva Argentina.

Notas

1 Instituto de Estudios Histórico–Sociales de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires/Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Argentina. Correo electrónico: agusrayes@hotmail.com.

2 Se denomina “tradicionales”, “clásicos”, “antiguos” y “viejos” a aquellos artículos de los que existía una tradición previa en las exportaciones antes de la década de 1870. Estos términos no aluden de ninguna manera a la forma de producción ni suponen la ausencia de cambios tecnológicos en la elaboración de los mismos.

3 Aunque los estudios sobre exportaciones no dejaron de señalar la continuidad en la exportación de lanas, dado que los trabajos más clásicos sobre la economía lanera se refieren al período anterior a 1880, se ha generado la impresión historiográfica de que aquélla declinó a partir de entonces. Desde luego, esto no incluye a los análisis que abordaron específicamente el área patagónica.

4 Carta del Consulado General (CG) en Alemania al Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto (MREC). Hamburgo, 2 de julio de 1902. Serie Diplomática y Consular (SDC), Caja AH/0789, Exp. 10. Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto (AMREC), Buenos Aires.

5 Informes del Consulado en Alemania al MREC. Bremen, 3 de mayo de 1893. SDC, Caja AH/0523, Exp. 53 1/3 y 14 de agosto de 1894. SDC, Caja AH/0552, Exp. 36; Carta del Consulado en Alemania al MREC. Bremen, 31 de agosto de 1894. SDC, Caja AH/0552, Exp. 39. AMREC, Buenos Aires.

6 Carta del Consulado argentino en Havre al CG en Francia. París, 15 de abril de 1983. SDC, Caja AH/0526, Exp. 68; Carta del CG en Francia al MREC. París, 12 de julio de 1894. SDC, Caja AH/0554, Exp. 74. AMREC, Buenos Aires.

7 Carta del CG en Alemania al MREC. Hamburgo, 29 de mayo de 1899. SDC, Caja AH/0691, Exp. 19; Carta del Encargado de Negocios ad Interin en Francia al MREC. París, 4 de septiembre de 1900. SDC, Caja AH/0717, Exp. 29. AMREC, Buenos Aires.

8 Carta del Consulado en Alemania al MREC. Bremen, 25 de febrero de 1909. SDC, Sección Asuntos Comerciales (SAC), Caja AH/1096, Exp. 12; Carta del Viceconsulado (VC) en Alemania al MREC. Dessau, 22 de mayo de 1909. SDC, SAC, Caja AH/1096, Exp. 38. AMREC, Buenos Aires.

9 Datos estadísticos sobre el crecimiento del stock lanar en Barsky y Djenderedjian (2003, p. 429).

10 Carta del Ministro de Francia en Argentina al MREC. Buenos Aires, 21 de marzo de 1892. SDC, Caja AH/0506, Exp.7. AMREC, Buenos Aires.

11 Carta del CG en Bélgica al MREC. Amberes, 9 de marzo de 1893. SDC, Caja AH/0523, Exp. 13. AMREC, Buenos Aires.

12 Cartas del CG en España al MREC. Barcelona, 1° de mayo de 1892. SDC, Caja AH/0469, Exp. 7 y 28 de febrero de 1893. SDC, Caja AH/0527, Exp. 40½. AMREC, Buenos Aires.

13 En el caso de Italia, las lanas fueron requeridas por las industrias textiles de otros países como Suiza y Austria, y no solo compraron el material para abastecer la demanda local, transformándose como algunas ciudades francesas en lugares de de 1892 y 1° de abril de 1902. MREC, 1893 y 1904, p. 171.

14 Carta del CG en Estados Unidos al MREC. Nueva York, 28 de febrero de 1896. SDC, Caja AH/0598, Exp. 19. AMREC, Buenos Aires.

15 Carta del CG en Bélgica al MREC. Amberes, 11 de marzo de 1890. SDC, Caja AH/0440, Exp. 9. AMREC, Buenos Aires.

16 Carta del Cónsul en Alemania al CG. Hamburgo, 8 de febrero de 1893. SDC, Caja AH/0523, Exp. 531/3. AMREC, Buenos Aires.

17 Carta del Cónsul argentino al MREC. Havre, 30 de marzo de 1901. SDC, SAC, Caja AH/0765, Exp. s/d. AMREC, Buenos Aires.

18 Carta del CG en Bélgica al MREC. Amberes, 7 de junio de 1893. SDC, Caja AH/0523, Exp. 26. AMREC, Buenos Aires.

19 Carta del CG en Francia al MREC. Marsella, 16 de noviembre de 1893. SDC, Caja AH/0526, Exp. 155. AMREC, Buenos Aires.

20 Carta del CG en Francia al MREC. París, 25 de marzo de 1896. SDC, Caja AH/0602, Exp. 38. AMREC, Buenos Aires.

21 Informes del Ministro argentino en Francia al MREC. París, 13 de julio de 1897. SDC, Caja AH/0623, Exp. 13 y 12 de octubre de 1903. SDC, SAC, Caja AH/0826, Exp. 60. AMREC, Buenos Aires.

22 Carta del CG en Francia al MREC. París, 16 de noviembre de 1891. SDC, Caja AH/0467, Exp. 153. AMREC, Buenos Aires.

23 Cartas del CG en Francia al MREC. París, 22 de abril de 1897. SDC, Caja AH/0627, Exp. 74 y 28 de febrero de 1901. SDC, Caja AH/0765, Exp. 21. AMREC, Buenos Aires.

24 Cartas del Consulado en Francia al MREC. Havre, 20 de febrero de 1890. SDC, Caja AH/0442, Exp. 34½ y París, 15 de abril de 1893. SDC, Caja AH/0526, Exp. 68; Carta del CG en Francia al MREC. París, 12 de julio de 1894. SDC, Caja AH/0554, Exp. 74; Carta del Consulado en Francia al CG. París, 25 de marzo de 1896. SDC, Caja AH/0602, Exp. 38; Cartas del CG en Francia al MREC. París, 30 de marzo de 1898. SDC, Caja AH/0657, Exp. 43; 30 de abril de 1899. SDC, Caja AH/0693, Exp. 63½ y 28 de febrero de 1901. SDC, Caja AH/0765, Exp. 21. AMREC, Buenos Aires.

25 Carta del Consulado en Francia al MREC. Havre, 28 de enero de 1907. SDC, SAC, Caja AH/0985, Exp. 11. AMREC, Buenos Aires.

26 Carta del Consulado en Francia al CG. Burdeos, 12 de febrero de 1896. SDC, Caja AH/0602, Exp. 38; Carta del Consulado argentino al MREC. Burdeos, 15 de febrero de 1901. SDC, ACC, Caja AH/0765, Exp. s/d. AMREC, Buenos Aires.

27 Carta del CG en Francia al MREC. París, 30 de marzo de 1898. SDC, Caja AH/0657, Exp. 43. AMREC, Buenos Aires.

28 Carta del Consulado en Francia al MREC. Marsella, 15 de marzo de 1910. SDC, División Europa y América (DEA), Caja AH/1186, Exp. 43 A. AMREC, Buenos Aires.

29 Carta de la Legación argentina en Alemania al MREC. Berlín, 1º de septiembre de 1904. SDC, SAC, Caja AH/0859, Exp. 27. AMREC, Buenos Aires.

30 Carta del Ministro en Alemania al MREC. Berlín, 30 de marzo de 1899. SDC, Caja AH/0684, Exp. 10. AMREC, Buenos Aires.

31 El CG argentino en Hamburgo escribió un texto llamado “La industria lanar argentina como potencia económica”. No se ha podido encontrar el documento, sin embargo, se ha indicado su existencia en la carta del CG en Alemania al MREC. Hamburgo, 15 de marzo de 1894. SDC, Caja AH/0552, Exp. 14. AMREC, Buenos Aires.

32 Carta del CG en Alemania al MREC. Hamburgo, 29 de mayo de 1899. SDC, Caja AH/0691, Exp. 19. AMREC, Buenos Aires.

33 Carta del Consulado en Alemania al CG en Alemania. Bremen, 11 de mayo de 1894. SDC, Caja AH/0552, Exp. 23. AMREC, Buenos Aires.

34 Cartas del CG en Alemania al MREC. Hamburgo, 4 de mayo de 1893. SDC, Caja AH/0523, Exp. 32; 19 de marzo de 1897. SDC, Caja AH/0628, Exp. 12; 29 de mayo de 1899. SDC, Caja AH/0691, Exp. 19 y 30 de junio de 1900. SDC, Caja AH/0724, Exp. 9; Informe del CG en Alemania al MREC. Hamburgo, 6 de junio de 1901. SDC, Caja AH/0760, Exp. 24; Carta del CG en Alemania al MREC. Hamburgo, 2 de julio de 1902. SDC, Caja AH/0789, Exp. 10. AMREC, Buenos Aires.

35 Carta del VC en Alemania al MREC. Bremen, 31 de enero de 1908. SDC, SAC, Caja AH/1036, Exp. 3. AMREC, Buenos Aires.

36 Carta del CG en Alemania al MREC. Hamburgo, 21 de marzo de 1898. SDC, Caja AH/0653, Exp. 8. AMREC, Buenos Aires.

37 Carta de la Legación argentina en Alemania al MREC. Berlín, 6 de octubre de 1890. MREC, 1891. AMREC, Buenos Aires.

38 Carta del Consulado argentino en Inglaterra al MREC. Liverpool, 4 de enero de 1890. SDC, Caja AH/0443, Exp. 6. AMREC, Buenos Aires.

39 Informe del Consulado argentino en Inglaterra al CG en Londres. Liverpool, 1° de enero de 1890. SDC, Caja AH/0443, Exp. 24; Carta del CG en Inglaterra al MREC. Londres, 26 de febrero de 1896. SDC, Caja AH/0603, Exp. 19. AMREC, Buenos Aires.

40 Carta del CG en Inglaterra al MREC. Londres, 11 de febrero de 1890. SDC, Caja AH/0443, Exp. 24. AMREC, Buenos Aires.

41 Carta del CG en Reino Unido al MREC. Londres, 3 de marzo de 1897. SDC, Caja AH/0625, Exp. 23. AMREC, Buenos Aires.

42 Carta del Encargado de Negocios ad Interim en Estados Unidos al MREC. Washington, 11 de julio de 1895. SDC, Caja AH/0568, Exp. 30¼; Carta del CG en Estados Unidos al MREC. Nueva York, 28 de febrero de 1896. SDC, Caja AH/0598, Exp. 19; 1° de marzo de 1897. SDC, Caja AH/0621, Exp. 44½; 28 de febrero de 1898. SDC, Caja AH/0649, Exp. 33; 28 de febrero de 1899. SDC, Caja AH/0681, Exp. 27; 28 de febrero de 1900. SDC, Caja AH/0715, Exp. 14 y 28 de febrero de 1902. SDC, SAC, Caja AH/0792, Exp. 15. AMREC, Buenos Aires.

43 Cartas del CG en Estados Unidos al MREC. Nueva York, 7 de enero de 1893. SDC, Caja AH/0519, Exp. 10 y 28 de febrero de 1899. SDC, Caja AH/0681, Exp. 27. AMREC, Buenos Aires.

44 Carta del CG en Estados Unidos al MREC. Nueva York, febrero de 1894. Serie Embajada en Washington, Caja AH/0123, Exp. s/d. AMREC, Buenos Aires.

45 Carta del CG en Estados Unidos al MREC. Nueva York, 14 de febrero de 1903. SDC, SAC, Caja AH/0824, Exp. 28. AMREC, Buenos Aires.

46 Esta fue una cuestión harto señalada en todos los informes anuales del CG en Nueva York desde la década de 1890 hasta entrado el siglo XX.

47 Carta del CG en Reino Unido al MREC. Londres, 21 de febrero de 1895. SDC, Caja AH/0580, Exp. 12; 29 de febrero de 1896. SDC, Caja AH/0603, Exp. 19; 3 de marzo de 1897. SDC, Caja AH/0625, Exp. 23 y 3 de marzo de 1897. SDC, Caja AH/0625, Exp. 23. AMREC, Buenos Aires.

48 Carta del Consulado argentino en Inglaterra al CG en Londres. Birmingham, 31 de diciembre de 1889. SDC, Caja AH/0443, Exp. 24. AMREC, Buenos Aires.

49 Carta del Cónsul en Alemania al CG. Hamburgo. 8 de febrero de 1893. SDC, Caja AH/0523, Exp. 531/3. AMREC, Buenos Aires.

50 Carta del CG en Alemania al MREC. Hamburgo, 21 de marzo de 1898. SDC, Caja AH/0653, Exp. 8. AMREC, Buenos Aires.

51 Carta del Consulado en Alemania al MREC. Bremen, 31 de octubre de 1983. SDC, Caja AH/0523, Exp. 67. AMREC, Buenos Aires.

52 Carta del Consulado en Alemania al MREC. Bremen, 1° de enero de 1893. SDC, Caja AH/0523, Exp. 1. AMREC, Buenos Aires.

53 Carta del Encargado de Negocios ad Interim en Alemania al MREC. Berlín, 26 de febrero de 1898. SDC, Caja AH/0651, Exp. 4½. AMREC, Buenos Aires.

54 Carta del CG en Bélgica al MREC. Amberes, 25 de febrero de 1894. SDC, Caja AH/0553, Exp. 39; Carta del Ministro de Francia al MREC. Buenos Aires, 15 de abril de 1899. SDC, Caja AH/0697, Exp. 13; Carta del CG en Francia al MREC. París, 28 de febrero de 1901. SDC, Caja AH/0765, Exp. 21. AMREC, Buenos Aires.

55 Cartas del CG en Bélgica al MREC. Amberes, 11 de marzo de 1890. SDC, Caja AH/0440, Exp. 9; 6 de febrero de 1893. SDC, Caja AH/0523, Exp. 9; 17 de agosto de 1901. SDC, Caja AH/0760, Exp. 25 y 5 de octubre de 1908. SDC, SAC, Caja AH/1043 BIS, Exp. 41. AMREC, Buenos Aires.

56 Carta del CG en Bélgica al MREC. Amberes, 6 de agosto de 1894. SDC, Caja AH/0554, Exp. 37. AMREC, Buenos Aires.

57 Carta del Consulado en Francia al MREC. Havre, 20 de febrero de 1890. SDC, Caja AH/0442, Exp. 34½; Cartas del CG en Francia al MREC. París, 15 de abril de 1893. SDC, Caja AH/0526, Exp. 68 y 12 de julio de 1894. SDC, Caja AH/0554, Exp. 74; Carta del Consulado en Francia al CG. París, 25 de marzo de 1896. SDC, Caja AH/0602, Exp. 38; Cartas del CG en Francia al MREC. París, 30 de marzo de 1898. SDC, Caja AH/0657, Exp. 43 y 28 de febrero de 1901. SDC, Caja AH/0765, Exp. 21. AMREC, Buenos Aires.

58 Informe del CG en Francia al MREC. París, 30 de abril de 1899. SDC, Caja AH/0693, Exp. 63½. AMREC, Buenos Aires.

59 Carta del CG en Francia al MREC. París, 7 de mayo de 1902. SDC, SAC, Caja AH/0794, Exp. 32. AMREC, Buenos Aires.

60 Carta del Consulado en Francia al CG. Burdeos, 12 de febrero de 1896. SDC, Caja AH/0602, Exp. 38; Carta del CG en España al MREC. Barcelona, 22 de febrero de 1894. SDC, Caja AH/0553, Exp. 39. AMREC, Buenos Aires.

61 Carta del CG en España al MREC. Barcelona, 15 de mayo de 1890. SDC, Caja AH/0441, Exp. 22 y 1° de mayo de 1892. SDC, Caja AH/0469, Exp. 78. AMREC, Buenos Aires.

62 Carta del CG en Francia al MREC. París, 30 de marzo de 1900. SDC, Caja AH/0729, Exp. 38. AMREC, Buenos Aires.

63 Carta del CG en Francia al MREC. París, 30 de marzo de 1898. SDC, Caja AH/0657, Exp. 43 y 7 de mayo de 1902. SDC, SAC, Caja AH/0794, Exp. 32; Carta del Consulado en Francia al MREC. Marsella, 15 de marzo de 1910. SDC, DEA, Caja AH/1186, Exp. 43 A. AMREC, Buenos Aires.

64 Carta del Consulado argentino al MREC. Burdeos, 15 de febrero de 1901. SDC, ACC, Caja AH/0765. AMREC, Buenos Aires.

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Fecha de recepción de originales: 11/03/2013.
Fecha de aceptación para publicación: 08/07/2013.