http://dx.doi.org/10.19137/qs.v27i3.6945

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Quinto Sol, vol. 27, nº 3, septiembre-diciembre de 2023, ISSN 1851-2879, pp. 1-20

ARTÍCULOS

¿Unión y concordia? Tensiones y acercamientos entre fascistas y antifascistas en el mutualismo italiano de Bahía Blanca (Argentina, 1929-1932)

Unity and Harmony? Tensions and approaches between fascists and antifascists in Bahía Blanca’s Italian mutualism (Argentina, 1929-1932)

União e concórdia? Tensões e aproximações entre fascistas e antifascistas na Mutual Italiana de Bahía Blanca (Argentina, 1929-1932)

Bruno Cimatti

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

Universidad Nacional del Sur. Centro de Estudios Regionales "Prof. Félix Weinberg”

Argentina

Correo electrónico: bgcimatti@gmail.com

Resumen: En este artículo se analizan los intentos de acercamiento que, desde 1929, los dirigentes antifascistas de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos e Instrucción Italia Unita y el Viceconsulado de Italia en Bahía Blanca (Argentina) llevaron adelante para saldar las desavenencias que las separaban desde 1927. Asimismo, se estudian las consecuencias ulteriores de dichas tentativas, que hacia 1932 culminaron en la imposibilidad de reestablecer relaciones como resultado del devenir político interno de la única entidad mutual italiana en la ciudad. El cuerpo fontanal, compuesto por documentación italiana y argentina, y constituido por prensa, documentación institucional e informes de circulación interna en el Estado italiano, posibilita una yuxtaposición de informaciones que permiten construir una mirada a escala local que da cuenta de la complejidad de la cotidianeidad política de la colectividad italiana.

El abordaje de momentos de cooperación entre fascistas y antifascistas en el marco de una entidad mutual, así como de los elementos que imposibilitaron que esta prosperara, aporta a los estudios sobre la realidad política de la colectividad italiana durante el ventennio fascista, mediante la presentación de matices que otorgan mayor complejidad a aquellas visiones que tiendan a ver a uno y otro grupo ideológico como antagonistas irreconciliables.

Palabras clave: fascismo; antifascismo; mutualismo; colectividad italiana

Abstract: This article analyzes the attempts made from 1929 -in the midst of an increasing economic and institutional crisis of Italian mutualism in Bahía Blanca (Argentina)- by the antifascist leadership of the Sociedad de Socorros Mutuos e Instrucción Italia Unita and the Italian Vice Consulate to settle the differences that had been keeping them apart since 1927. Likewise, the article studies the final consequences of those attempts that, by 1932, led to the impossibility of reestablishing relations, as a result of the political course within the only Italian mutual institution in the city. The source corpus, formed by Italian and Argentine documents, and made up from press, institutional documentation and Italian state’s inner reports, allows for a juxtaposition of information that permits to create a perspective in local scale, which focuses on the complexity everyday politics in the Italian community.

The approach to episodes of cooperation between fascists and antifascists within a mutual institution, as well as the elements that made it impossible to thrive, allows to contribute to the studies of political reality in the Italian community during the fascist ventennio, by tinging views that tend to see both ideological groups as irreconcilable antagonists.

Keywords: fascism; antifascism;  mutualism; Italian community

Resumo: Este artigo analisa as tentativas de aproximação que, desde 1929, os líderes antifascistas da Sociedad Italiana de Socorros Mútuos e Instrucción Italia Unita e do Vice-Consulado Italiano em Bahía Blanca (Argentina) realizaram para resolver as divergências que os separavam desde 1927. Do mesmo modo, estudam-se as consequências ulteriores destas tentativas, que culminou, por volta de 1932, na impossibilidade de restabelecer relações em resultado da evolução política interna da única mutual italiana na cidade. O corpo fontanal, constituído por documentação italiana e argentina, e constituído por imprensa, documentação institucional e relatórios de circulação interna do Estado italiano, possibilita uma justaposição de informações que permite a construção de uma perspectiva local que dê conta da complexidade cotidiana da vida política da comunidade italiana.

A abordagem dos momentos de cooperação entre fascistas e antifascistas no âmbito de uma entidade mútua, bem como dos elementos que a impossibilitaram de prosperar, contribui para os estudos sobre a realidade política da comunidade italiana durante o século XX fascista, através da apresentação de nuances que conferem maior complexidade àquelas visões que tendem a ver a um e a outro grupo ideológico como antagonistas irreconciliáveis.

Palavras-chave: fascismo; antifascismo; mutual; comunidade italiana

Recepción del original: 23 de julio de 2022./ Aceptado para publicar: 06 de marzo de 2023.

¿Unión y concordia? Tensiones y acercamientos entre fascistas y antifascistas en el mutualismo italiano de Bahía Blanca (Argentina, 1929-1932)

Introducción

Un abordaje del impacto del fascismo en la colectividad italiana residente en nuestro país podría tener como foco de su análisis los elementos de división existentes entre sectores de aquella que adscribieron al fascismo y quienes adoptaron una posición antagónica. En efecto, la competencia entre fascistas y antifascistas por el control de las instituciones mutualistas o culturales fue un elemento común allí donde existieron colectividades italianas dotadas de ese tipo de entidades: en esos escenarios, unos y otros buscaron controlar las principales instituciones existentes en cada espacio. Es por ello que ciertos estudios realizados de manera general sobre la inmigración italiana en la Argentina (Devoto, 2006; Bernasconi, 2018), como otros destinados específicamente al accionar del fascismo y el antifascismo en el país,[1] se abocaron a echar luz sobre las distintas manifestaciones que el advenimiento del fascismo en Italia despertó en la colectividad italiana.

Es esperable suponer, por lo tanto, que las relaciones establecidas entre fascistas y antifascistas se hayan visto atravesadas siempre por la lógica de la confrontación y el antagonismo, especialmente si se considera que ambos posicionamientos eran mutuamente excluyentes. Con todo, este trabajo aborda un caso en el que –aunque también mediada por la lógica de la competencia– la relación entre unos y otros se caracterizó por el intento de establecer vínculos de cooperación y de entendimiento, motivados tanto por estrategias políticas como por necesidades coyunturales. Particularmente, nos abocamos al caso de los acercamientos –y las tensiones que provocaron– que, bajo el lema de “Unión y concordia”, intentaron establecer la dirigencia antifascista de la Sociedad de Socorros Mutuos e Instrucción Italia Unita (SIU) y el Viceconsulado de Italia en Bahía Blanca (VIBB), institución rectora del fascismo italiano en la ciudad. El marco temporal inicia en 1929, año en que, tras un bienio de división entre ambas instituciones, comenzaron a reconstruirse ciertos canales de diálogo, y finaliza en 1932, cuando las elecciones de la entidad mutual signaron la derrota de los antifascistas en el contexto de una severa crisis económica de la entidad.

En conjunto, el trabajo examina una faceta de la disputa fascismo-antifascismo que estuvo marcada principalmente por el intento de acercar a ambas partes en un contexto económico de grandes dificultades para la entidad mutual. En última instancia, tanto la interpretación que el fascismo local hizo de su lema “Unión y concordia” como el costo político que los dirigentes antifascistas debieron pagar al interior de sus propias filas signaron el naufragio del proyecto de entendimiento entre el VIBB y el Consejo Directivo (CD) de la SIU. Con todo, consideramos que los intentos de acercamiento brindan elementos de análisis que pueden complejizar los estudios referidos al impacto del fascismo italiano en la colectividad de ese origen en Argentina. En este sentido, lejos de pretender que los alcances de la presente contribución se agoten en el plano local, estimamos que las conclusiones extraídas pueden servir para incentivar investigaciones que, centradas en otros espacios o pensadas desde escalas mayores, permitan recuperar los matices, a veces paradójicos, de la relación entre los sectores fascistas y antifascistas de la colectividad italiana.

David Aliano (2012) sostiene que una de las mayores particularidades del fascismo all’estero fue que, fuera de las fronteras italianas, se vio forzado a ingresar en espacios en los cuales la pluralidad le representó un desafío. Así, el asociacionismo italiano en Argentina –fuertemente atravesado por una cultura política democrática, tanto en sus estatutos como en las prácticas consuetudinarias que regían la vida cotidiana de las instituciones, incluyendo los conflictos internos– representó un ámbito donde los proyectos fascistas encontraron oposiciones a las que debieron hacer frente estratégicamente. En el caso que analizamos, la flexibilidad que tales condiciones demandaron llevó, por un lado, a la búsqueda de alternativas para la fascistización de la sociedad y, por el otro, a la moderación de lo que la dirigencia fascista de Bahía Blanca –representada fundamentalmente por el vicecónsul de Italia en la ciudad– entendía por fascistización de una entidad mutual. Al mismo tiempo, de cara a las exigencias de la gestión de la SIU durante el período examinado, algunos antifascistas locales propugnaron una manera menos tajante de pensar la rivalidad política, máxime cuando las circunstancias hicieron que el entendimiento con el VIBB pareciera la única alternativa posible a la ruina económica de la institución.

Nuestro análisis se enmarca en una línea, propuesta por Alejandro Cattaruzza (2016), que busca complejizar las visiones dicotómicas centradas en el enfrentamiento entre dos culturas políticas contrapuestas, a partir del estudio de “problemas ubicados en los márgenes de los grandes grupos políticos de los años treinta y a prácticas que, a primera vista, pueden parecer menudas y secundarias” (p. 2). Visto así, el caso que estudiamos se revela marginal en un doble sentido: en primer lugar, por su alejamiento espacial de los centros geográficos más influyentes del país y, en segundo término, por tratarse de un espacio –una entidad mutual italiana– en el cual el conflicto político adoptó características particulares por ser ajeno a la política argentina y desarrollarse en un marco de pretendida apoliticidad. La marginalidad del caso, no obstante, permite ver cómo, en determinados contextos particulares, las formas y modalidades del conflicto ideológico entre fascismo y antifascismo no necesariamente adoptaron las características de un enfrentamiento abierto, sino que llevaron a situaciones de cooperación que, más allá de no prosperar, implicaron la posibilidad de establecer ciertas líneas de diálogo entre ambas partes enfrentadas.

En resumen, buscamos recuperar “las posiciones de coyuntura que afectaron a identidades, tradiciones y culturas políticas” (Cattaruzza, 2016, p. 17), poniendo de relieve las complejas variables que influyeron en los actores involucrados. Así, el VIBB debió acomodar sus estrategias a la realidad de la colectividad italiana bahiense y a una cultura política asociacionista de larga tradición, factores que dieron como resultado una versión del fascismo adecuada al mutualismo italiano que apuntó a una fascistización lograda no a través del conflicto sino de los ideales de unión y concordia de los que nos ocupamos más adelante. Por su parte, varios antifascistas locales, en función de su doble condición de líderes políticos y dirigentes mutualistas, debieron articular sus tendencias ideológicas con sus obligaciones sociales, haciendo primar las segundas en los momentos de mayor fragilidad económica de la SIU.

Para llevar adelante nuestro estudio, consultamos fuentes argentinas e italianas. Entre las primeras se cuentan tanto aquellas locales, tales como la documentación interna de la SIU en el archivo de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos de Bahía Blanca, y la prensa local ubicada en la Hemeroteca de la Biblioteca Popular “Bernardino Rivadavia” –fundamentalmente el principal diario bahiense del período, La Nueva Provincia, y el bisemanario socialista Nuevos Tiempos–, como aquellas de alcance nacional: el diario fascista Il Mattino d’Italia o el antifascista L’Italia del Popolo, localizadas en la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional “Mariano Moreno”. Por su parte, entre las fuentes italianas tenemos los legajos de algunos antifascistas bahienses que figuraron en los registros del Casellario Politico Centrale, disponibles en el Archivio Centrale dello Stato de Roma, y la documentación interna de la diplomacia italiana resguardada en el Archivio Storico Diplomatico del Ministero degli Affari Esteri e della Cooperazione Internazionale de la capital italiana.

En lo sucesivo, articularemos el trabajo de la siguiente manera: en primer lugar, realizaremos una aproximación a los inicios de la disputa fascismo-antifascismo en la colectividad italiana bahiense, a fin de contextualizar nuestro análisis. Seguidamente, articularemos en dos apartados la sección central del artículo: examinaremos en primer término las razones por las que ciertos sectores de la dirigencia antifascista de la SIU contemplaron un acercamiento al VIBB en el marco de una severa crisis económica de la entidad mutual y del programa de “Unión y concordia” de la colectividad italiana propugnado por la diplomacia fascista; por último, nos ocuparemos de los límites de dichas vinculaciones, a la luz de la nueva fragmentación política producida en el marco de las elecciones de la SIU de 1932.

Los orígenes de la disputa fascismo-antifascismo en Bahía Blanca

Una vez finalizado el proceso de inmigración masiva (1880-1914), el 19,71% de la población bahiense era de origen italiano. Esa proporción superaba la de algunas de las mayores ciudades del país, como Rosario (18,49%), La Plata (16,98%), Avellaneda (16,60%) y Córdoba (6,95%). Asimismo, el porcentaje de habitantes italianos era apenas menor que en la ciudad de Buenos Aires (19,83%), principal foco receptor de inmigración ultramarina.[2] En este sentido, el asociacionismo italiano representó tempranamente un área de actividad que revistió gran importancia. En 1882 se fundó la primera Sociedad Italiana de Socorros Mutuos, principal entidad mutualista que funcionó en Bahía Blanca hasta 1912, año en que pasó a constituir la SIU tras fusionarse con otras dos entidades italianas (Crocitto, Crocitto y De Lucia, 1982, p. 48); esta medida respondía a la situación de fragilidad que tenían las sociedades italianas en el país a inicios del siglo XX, y que resultaba de la marcada tendencia a la fragmentación que habían mostrado desde fines del siglo XIX (Devoto, 2006, p. 174).

Así, a partir de 1912, la SIU constituyó la única entidad mutualista italiana en la ciudad. Como en todas las instituciones de este tipo que operaron en Argentina, el estatuto prohibía cualquiera actividad política o religiosa en ellas, y la violación a esta restricción podía ser denunciada (Devoto, 2000, p. 161). Tal prohibición fue la base a partir de la cual las entidades mutuales procuraron constituirse en instituciones de carácter laico y apartidario, y tuvieron como preocupación principal las labores asistenciales y de instrucción. Como veremos, esta pretensión de ubicarse por encima de las diferencias políticas brindó, tanto a fascistas como a antifascistas, una flexibilidad que les posibilitó intentar los acercamientos de los que nos ocupamos en este artículo.

La recuperación de la trayectoria del mutualismo local se revela necesaria, además, por el hecho de que este último estuvo fuertemente vinculado a los inicios de la disputa entre fascistas y antifascistas en la ciudad, que comenzó en 1926, año en que se fundaron tanto el Fascio “Giulio Giordani” (FGG), sección del Partito Nazionale Fascista en la ciudad, como el Centro Antifascista “Giacomo Matteotti” (CAGM), surgido como institución satélite del Centro Socialista de Bahía Blanca. La primera entidad, fundada el 15 de mayo de aquel año, se había constituido por iniciativa del vicecónsul Giorgio Foresti[3] y contó entre sus fundadores a varias personalidades ligadas históricamente a la SIU.[4] Este hecho motivó tanto la fundación del CAGM, creado el 10 de junio,[5] como el interés de miembros del socialismo local por disputar la conducción de la entidad mutual a una dirigencia que había manifestado recientemente su acercamiento al fascismo.

Por lo tanto, la contienda entre el antifascismo y el fascismo en Bahía Blanca tuvo su primera manifestación a gran escala durante los comicios electorales de la SIU en enero de 1927 (Cimatti, 2016); en esa ocasión se utilizaron las páginas de Nuevos Tiempos para apoyar la campaña de una lista declaradamente antifascista para alcanzar la dirección de la única entidad mutual italiana de la ciudad. La lista antifascista, que se denominó “Italia Libera” y llevó a Marzio Cantarelli como candidato a presidente y a Celestino Lucchetti como candidato a secretario –ambos eran afiliados del Centro Socialista de Bahía Blanca–, se enfrentaba a la lista oficialista que aspiraba a la reelección del CD y que, si bien no se mostraba abiertamente fascista, contaba entre sus postulantes a varios de los miembros del FGG.[6] La contienda electoral terminó con la victoria de la lista antifascista, este resultado creó un escenario institucional que, hasta el quiebra de la SIU en 1932 y su posterior reconstitución a manos de dirigentes vinculados al fascismo (Cimatti, 2019), estuvo signado por una división de la colectividad italiana bahiense: por un lado la SIU antifascista, por el otro el VIBB y el FGG.

El nuevo CD, integrado en pleno por miembros del antifascismo local, asumió sus funciones el 29 de enero de 1927. Tres días después, las nuevas autoridades procedieron a eliminar los crucifijos en las aulas de las escuelas dependientes de la SIU, en un claro gesto hacia el vicecónsul Foresti, quien previamente había impulsado esa medida.[7] Poco después, Cantarelli, el flamante presidente de la SIU, realizó una reprobación pública al vicecónsul por haberse apersonado en las escuelas para increpar a su directora, alegando su disconformidad ante las medidas que comenzaron a tomarse bajo la nueva gestión antifascista.[8] En lo sucesivo, el cisma entre la entidad mutual y las instituciones fascistas locales –el VIBB y el FGG– se acentuó, y tuvo como escenario principal la disputa entre ambos sectores por erigirse en la parcialidad que el 11 de abril de 1928 realizaría el regalo oficial de la colectividad italiana a la ciudad de Bahía Blanca en ocasión de su centenario. Este proceso, que culminó en otra victoria antifascista –que se materializó en la erección de un monumento a Giuseppe Garibaldi (Cimatti, 2020)–, representó asimismo la última oportunidad en donde la SIU pudo hacer primar su posición frente al fascismo local.

En efecto, con el correr del tiempo, las dificultades económicas de la entidad mutual condicionaron a los dirigentes a moderar sus posiciones en busca de consensos y entendimientos, fundamentalmente con el VIBB, que procuró también promover dicho acercamiento orientado por intereses particulares, de los cuales nos ocupamos en el siguiente apartado.

La Sociedad “Italia Unita” entre la crisis económica y el acercamiento al fascismo local

Ya desde 1929 comenzaron a percibirse los primeros indicios de las dificultades económicas que atravesaba la SIU, particularmente en relación con el sostenimiento de las escuelas que desde 1911 dependían de la entidad mutual, que se encargaba de su gestión y financiamiento parcial.[9] No obstante, es posible suponer que el golpe fatal a la crónicamente frágil economía societaria fue la construcción de una fastuosa sede social en el centro de la ciudad, que albergó tanto a la entidad como al Teatro “Rossini” y fue inaugurada el 30 de agosto de 1929. El edificio se presentó públicamente como una “contribución valiosa al progreso edilicio de la ciudad” y aspiraba a constituirse en “una expresión elocuente del grado de prosperidad alcanzado por la entidad”.[10] Sin embargo, en la propia cobertura de la inauguración realizada por La Nueva Provincia se hacía un análisis de la continua desestimación que había sufrido el proyecto por razones financieras, desde que se había propuesto por primera vez en 1920. La última de las negativas tuvo lugar en diciembre de 1926, justo antes del ascenso al poder de la lista “Italia Libera”, y se había realizado sobre la base del elevado costo de la iniciativa.

Tras efectuar la venta de terrenos colindantes con la antigua sede social para financiar la empresa, la gestión antifascista inició las obras para erigir el nuevo edificio en septiembre de 1926, cuya construcción finalizó en mayo de 1929.[11] La estructura contaba con una sala de teatro con capacidad para unos 400 espectadores y la posibilidad de convertirse en un salón para la concreción de otras actividades; también tenía una biblioteca, dos salas de juego, un buffet y las dependencias administrativas de la entidad mutual.[12] La inauguración del nuevo edificio representó tanto el punto más álgido del prestigio de la gestión antifascista –tanto al interior de la SIU como de cara a la opinión pública bahiense– como el inicio de los problemas financieros que, en última instancia, la llevarían a la quiebra.

En efecto, tiempo después, a fines de 1931 y en medio de la severa crisis económica que atravesaba la entidad, el antifascista –y hasta hacía poco, consejero de la SIU– Alessandro Ruggero[13] publicó una serie de artículos en L’Italia del Popolo donde señalaba los errores que había cometido el antifascismo bahiense en su momento de mayor desarrollo; esto es, tras la victoria en las elecciones de 1927 y en la disputa por el obsequio de la colectividad italiana a la ciudad de Bahía Blanca en su centenario al año siguiente. Las reflexiones de Ruggero permiten reconocer la profunda imbricación que, desde la perspectiva de los sectores más intransigentemente fascistas, tenían las facetas política y administrativa de los dirigentes de la SIU. Así, los errores aludidos por el autor eran fundamentalmente la falta de voluntad o de capacidad del antifascismo de, tras haber accedido al control de la entidad mutual, no proceder a la “transformación de la institución misma, de apolítica en, por lo menos, liberal”.[14] En otras palabras, denunciaba que esos dirigentes no pudieron encuadrar más claramente a la SIU en el entramado organizativo de la ciudad, desde una perspectiva que consideraba a la tradicional apoliticidad del mutualismo como un “sinsentido” y un “absurdo”.

No obstante, el análisis de Ruggero pasó a centrarse en la erección de la nueva sede social, a la que consideraba “la fuente de todo mal actual”[15] y la principal causa de la crítica situación que atravesaba la SIU en 1931. También añadió que esa construcción fue un exceso de ambición por parte del CD –y de Cantarelli en particular–, que había concentrado la atención en esa obra de manera excesiva y sin considerar las posibilidades reales de la entidad, alejándose de sus restantes obligaciones. En este punto, el marcado interés que el presidente habría mostrado por ese edificio se puede explicar a partir de las observaciones realizadas por Alicia Bernasconi (2018, p. 50) respecto a la importancia de las sedes sociales como elementos de prestigio e inversión a futuro, pensando por ejemplo en el alquiler de salones o en los ingresos del teatro.

En el contexto que había motivado las reflexiones de Ruggero, más precisamente en septiembre de 1931, y con la intención de rescatar financieramente a la SIU luego de las grandes erogaciones que implicó el proyecto de su nueva sede, se iniciaron los debates para realizar un acercamiento al VIBB,[16] aprovechando a tal efecto la llegada al cargo de un nuevo funcionario: el teniente coronel Cesare Afeltra, quien desempeñaba esa función desde el 1 de septiembre.[17] Esa idea dividió inmediatamente a los miembros del CD, por un lado, estaban aquellos que privilegiaron las necesidades económicas de la entidad y, por otro, quienes manifestaron su deseo de mantenerse ajenos a la representación del gobierno italiano en la ciudad.

En ese marco, Lucchetti argumentó a favor del acercamiento aduciendo la crítica situación de la entidad, mientras que el entonces secretario Giovanni Città declaró no creer en la eficacia esa proximidad, propuso convocar a una asamblea para tratar la cuestión y formar un nuevo CD “de colaboración”, ya que muchos miembros del vigente no estaban dispuestos a permitirse “aceptar imposiciones como lo sería el reingreso del representante de Italia en la sociedad”.[18] En sintonía, Ruggero –que se desempeñaba como consejero– ofreció su renuncia “por razones de ideología” y para no perjudicar a la SIU por su intransigente oposición al restablecimiento de relaciones con el VIBB.[19]

En la vereda opuesta, el vicepresidente de la entidad Oribio Parenti proponía reconocer al VIBB y participar conjuntamente en eventuales actividades sociales. Finalmente, las votaciones revocaron el llamado a asamblea planteado por Città y, a la inversa, aprobaron la propuesta de Parenti, que se materializó en la creación de una comisión que él mismo integró, junto con el presidente Cantarelli, para entrevistar al vicecónsul Afeltra. En cuanto a Parenti, cabe destacar que las propias autoridades italianas, que lo consideraban “antifascista más por coherencia que por convicción”,[20] señalaban que en esa ocasión, “despertando la ira de los intransigentes, no tuvo escrúpulos en acercarse a la autoridad consular para pedir apoyo moral, entendido en el sentido de la restauración de las finanzas” de la entidad.[21] Como resultado, Afeltra recibió a los representantes de la SIU e indicó que, para subsanar cualquier error que hubiera cometido Foresti, se comprometía a reintegrar a la sociedad el subsidio que les correspondía, y que no habían recibido las escuelas desde que Foresti lo suspendiera en 1927 como resultado del conflicto iniciado ese año entre la entidad mutual y el VIBB.[22]

La entrevista con el vicecónsul derivó en las renuncias indeclinables del secretario Giovanni Città y del vicesecretario Otello Montecchiari,[23] quienes pusieron de relieve las tensiones internas del antifascismo italiano en Bahía Blanca, particularmente entre los sectores más intransigentes y aquellos más pragmáticos, que, para mantener su posición de poder, debían cumplir funciones protocolares y negociar con las autoridades consulares fascistas. En este sentido, el 11 de noviembre de 1931 tuvo lugar la celebración del aniversario del armisticio de Compiègne, evento que en 1918 puso fin a la Primera Guerra Mundial. El acto, realizado a beneficio de las arcas de la SIU, contó con la presencia del vicecónsul de Italia, de los representantes de instituciones locales vinculadas al fascismo –como el Instituto Ítalo-Argentino de Cultura “Umberto di Savoia” y la Casa del Italiano–, de los presidentes de distintas entidades bahienses –Club Argentino, Rotary Club, Asociación Médica, Sociedad de Damas Cooperadoras Salesianas, Patronato de la Infancia–, de los representantes consulares del Reino Unido y de Francia, potencias aliadas de Italia durante la Gran Guerra, y de excombatientes de esos países.[24] La nota distintiva de las celebraciones fue la ofrenda floral obsequiada por la hija de Cantarelli al vicecónsul Afeltra.[25] 

Consideramos que el rol de Afeltra en el proceso de acercamiento entre la SIU y el VIBB no respondió a una voluntad personal de dejar atrás los desacuerdos institucionales, sino a un proyecto del fascismo en Argentina que Il Mattino d’Italia, principal órgano de prensa del régimen en el país, promocionaba a nivel nacional, y que adoptó el lema de “Unión y concordia”. El programa consistía en una manipulación de las nociones de apoliticidad y de patriotismo, basada en la pretendida correspondencia unívoca entre el fascismo y la supuesta esencia de la nación italiana. Tal maniobra era advertida desde el antifascismo a partir de su crítica a la apoliticidad mutualista. Ruggero señalaba que “La apoliticidad… no sirve sino al fascismo. El cual, autoproclamado principio, Estado y nación, apela a la apoliticidad de ciertas instituciones para su propio beneficio propagandístico y moral”.[26]

Así, el primer punto del programa fascista sancionaba la “libertad de opiniones políticas y creencias religiosas”, siempre y cuando sus divergencias no se transfirieran al plano de la vida colectiva, donde debía imperar “únicamente y exclusivamente, la augusta imagen de Italia”. El segundo punto no dejaba lugar a vacilaciones, ya que establecía la:

aceptación pura y simple de la situación política existente de hecho en Italia,… sin que la colectividad pretenda meterse a seis mil millas de distancia en aquello que la Monarquía decide, que las Cámaras sancionan y que el pueblo quiere y acepta.[27] 

La difusión del mencionado programa se puede entender en el marco de la estrategia que desde fines de los años veinte el titular de la Direzione Generale degli Italiani all’Estero e Scuole, Piero Parini, había desarrollado con el propósito de intensificar “el esfuerzo por hegemonizar los círculos mutualistas y recreativos”, y para concentrar el “control sobre las diversas realidades asociativas” que articulaban a las colectividades italianas en el extranjero (Fotia, 2019, p. 96).

Un antecedente de la idea de concordia que propugnaba Afeltra frente al supuesto sectarismo en el que habían incurrido los antifascistas locales se puede rastrear en el discurso que, en ocasión de la partida de Raffaele Casertano –antecesor de Afeltra al frente del VIBB–, ofreció el secretario del FGG Lorenzo Pucci al vicecónsul saliente cuando contrapuso las actitudes de uno y otro bando:

Nuestros adversarios políticos…. pueden sentirse satisfechos por habernos cerrado la puerta de una supuesta Sociedad Italiana, convertida actualmente en un refugio de sectarios de todo color, a causa de la indiferencia y apatía de numerosos socios,… pero usted puede responderles…. que su puerta, aquella del Consulado de Italia, la puerta de la patria, estuvo siempre y constantemente abierta a todos los italianos, también a aquellos que, por ignorancia, por tomar partido o por mala fe combaten en usted al espíritu innovador de la nueva Italia.[28] 

Las palabras de Pucci indican que tanto desde el VIBB como desde el FGG se quería llevar adelante un proceso de unidad de la colectividad bajo los preceptos del fascismo. Dicha propuesta, que pretendía poner fin al cisma que atravesaba la vida institucional desde 1927, llevaba implícita la idea de que tal división era responsabilidad de los antifascistas que dirigían la SIU. La receptividad que tuvo el programa propulsado por Afeltra en ciertos sectores de la dirigencia mutualista se puede observar en los dichos del consejero Ernesto Accini,[29] quien en una asamblea de socios realizada en enero de 1932, expuso los aspectos que la gestión de la SIU consideraba como los principales avances del año precedente, entre ellos se contaba “el intento de Unión y Concordia entre los socios y la colectividad italiana”.[30] En consonancia, entre los logros que dos años después destacó de su gestión el entonces cónsul Paolo De Simone, en La Plata, se encontraban dos vinculados al proceso desarrollado hasta aquí:

[E]liminación de los fortísimos desacuerdos entre la más importante de las Sociedades Italianas de M. S. y las Demás Asociaciones; encarrilamiento de la misma Sociedad, ya hacía mucho tiempo sede y forja de antifascismo, hacia comportamientos y acciones de sincera simpatía hacia el régimen.[31]

Cabe en este punto preguntarnos de qué manera se lograron saldar las desavenencias institucionales y “encarrilar” el mutualismo italiano en Bahía Blanca hacia el fascismo. A continuación, se puede apreciar cómo el proceso de eliminación de los desacuerdos no fue resultado de un acercamiento voluntario entre las partes enfrentadas, sino que se vio precipitado por la frágil situación económica de la SIU. De hecho, el proceso finalizó con la derrota del antifascismo en las elecciones de 1932 y con la victoria de una lista en apariencia ligada al fascismo pero que en definitiva no manifestaba un grado de fascistización tan abierto como el que sugería De Simone a sus superiores en Roma.

Ni unión ni concordia: las elecciones de la Sociedad “Italia Unita” de 1932

En 1932 estalló un conflicto, vinculado a la situación financiera de la SIU, entre el presidente de la comisión de finanzas Oreste Catellani, de orientación fascista,[32] y la dirigencia de la entidad. La disputa se puede reconstruir a través de la crítica realizada en las páginas de Nuevos Tiempos a una nota publicada por el diario fascista Giornale d’Italia el 16 de enero, y que el periódico socialista reprodujo en su totalidad. El artículo llamó la atención en torno a dos situaciones: en primer lugar, denunciaba “la farsa indecente de las elecciones en la Sociedad Italia Unita” que se debían realizar ese mismo año, y que vaticinaba serían las últimas, dado que la entidad estaba en bancarrota como resultado del supuesto fracaso de una campaña de emisión de bonos. Luego, señaló que Catellani había sido “expulsado violentamente” de la asamblea societaria en enero de ese año “por una turba de facinerosos asambleístas” cuando acusó al CD de malversación de fondos. Por su parte, la respuesta de Nuevos Tiempos mencionó que Catellani había sido expulsado de la comisión que presidía pero no de la asamblea, porque se lo consideraba “indigno” por no presentarse a sostener sus acusaciones ante el CD.[33] Por su parte, en lo relativo a las finanzas de la SIU, se sostenía que la mayor parte de los bonos fueron suscriptos por los miembros del CD, a quienes desde Giornale d'Italia se los calificaba de "facinerosos".

Sin embargo, la respuesta del periódico socialista se centró en un elemento que nos permite tener en cuenta que desde los sectores más intransigentes del antifascismo se percibía a la política de “unión y concordia” como una clara estratagema fascista para hacerse con el control de la colectividad. En este caso el detonante fue la celebración de kermeses, organizadas por la Comisión de Damas de la SIU, en beneficio de la sección local de la Associazione Nazionale Combattenti de tendencia filofascista: se denunciaba que, lejos de beneficiar a todos los excombatientes por igual, la suma de 600 pesos aproximadamente se había destinado “a engordar la caja desfallecida del fascio para proseguir la campaña en contra de los italianos que no doblan el espinazo”. De esta manera, al descartarse toda posibilidad de contar con los fascistas para salvar financieramente a la SIU, se los condenó públicamente como “los más enconados contra esta”, como una “turba de limosneros” cuya única preocupación era explotar a la sociedad. El periódico socialista sentenciaba: “Si los dejáramos, sus mandíbulas les permitirían comerse hasta el último ladrillo de la Sociedad Italiana”.[34]

En este contexto, en febrero de 1932 se realizó una asamblea extraordinaria con el fin de tratar la constitución de un crédito hipotecario sobre la nueva sede de la SIU. En la asamblea, que reunió a los dirigentes antifascistas, a algunos referentes ligados al fascismo local –como Luigi Godio o el propio Catellani– y a otros socios que no pudimos identificar políticamente, Catellani manifestó su oposición al proyecto por considerar que los bonos emitidos en mayo de 1928 para la construcción del local componían un derecho real sobre el bien y, por lo tanto, no era factible hipotecarlo, aunque esto no impidió que la asamblea por mayoría decidiera autorizar al CD a constituir la hipoteca.[35]

No obstante, y pese a que la autorización de tomar el crédito implicó una victoria de la dirigencia sobre sus opositores, la situación cambió bruscamente poco después en el marco de otra asamblea extraordinaria celebrada con motivo de la presencia de Carlo Demaria, inspector de la Dirección Provincial de Personas Jurídicas. Catellani presentó su informe financiero del año 1931 e interpeló al CD por: no llamar a elecciones complementarias ante la serie de renuncias suscitadas, no dar a publicidad los balances trimestrales como lo exigía la ley e incumplir con las prestaciones médicas que correspondían a los socios.[36] La piedra de toque, tras las discusiones entre los socios por el contenido del informe de Catellani, fue la propuesta de un socio vinculado al fascismo[37] de realizar un voto de censura al CD; ante esa proposición, los miembros de este último renunciaron en pleno.[38]

Finalmente, el 10 de abril, en el marco de una tercera asamblea extraordinaria, se resolvió aceptar la renuncia del CD por un total de 155 votos a favor frente a 144 en contra.[39] Acto seguido, asumió la presidencia Felice Viggiano, presidente del Jurado de Honor, y se procedió a realizar un llamado a elecciones para renovar las autoridades societarias. La relevancia que tuvo el nuevo acto eleccionario en la ciudad motivó que incluso La Nueva Provincia se manifestara, al respecto destacaron “la cordura de los asociados” para salvar la existencia de la cincuentenaria institución e instaron a “deponer intransigencias” y “suavizar asperezas” en pos de garantizar una “gestión progresista” de la institución.[40]

Las elecciones de mayo de 1932 representaron la primera contienda, desde los comicios de enero de 1927, en que dos listas compitieron por la gestión de la SIU.[41] En las páginas de Nuevos Tiempos la campaña adoptó un tono de alarma, ante el peligro de que la SIU cayera “en las garras de esos cuervos rapaces en camisas negras, como sus almas”. Asimismo, desde el periódico socialista se denunciaba el apoyo del vicecónsul Afeltra a los “irresponsables… [que] a base de mentiras y sin ningún fundamento” habían forzado la renuncia en pleno del CD.[42]

En cambio, desde La Nueva Provincia se pretendía moderar las desavenencias y se indicaba que entre los socios existía una “fuerte corriente unionista, que trabaja[ba] para llevar una lista mixta” que fuera capaz de dejar atrás los desacuerdos y marcar “rumbos de concordia, de trabajo y de orden a la sociedad”.[43] Con todo, poco después se anunció la conformación de una lista llamada “Comité Electoral Libertad”, encabezada por Dionisio Bruzzone y Oribio Parenti, que además contaba entre los candidatos al ya mencionado Lucchetti y al dirigente socialista Julio César Martella, que ese mismo año sería electo diputado nacional por la provincia de Buenos Aires (Cimatti, 2014, p. 104). Al mismo tiempo, el bando opuesto conformó una lista que proponía la candidatura a la presidencia de Giovanni Colli y Domenico Moggia, también llevaba como candidatos a miembros del FGG como Giovanni Isoardi y Felice Cantarelli. La lista presidida por Colli estableció un programa de acción basado en “la rigurosa observancia de los principios básicos” de la sociedad, que se centraba, entre otros elementos, en el socorro mutuo a los socios enfermos, la creación de una oficina gratuita de colocación de trabajo, la reapertura de las escuelas y la normalización de la caja mutual de seguros por fallecimientos o accidentes.[44]

El día de la elección La Nueva Provincia publicó un reportaje a Bruzzone,[45] allí  se recuperaba su larga trayectoria mutualista, iniciada antes de la conformación de la SIU, que por esos momentos atravesaba una difícil situación “no precisamente por falta de capacidad o de honestidad de sus administradores” sino porque muchos de los que querían “aparentar cariño e interés por la sociedad” la habían abandonado “en los momentos de mayor necesidad”.[46] Además, y posiblemente en respuesta al programa de la lista rival, Bruzzone sostuvo que era fácil presentar propuestas para atraer votos y que, por lo tanto, su lista se comprometía únicamente a hacer aquello que la situación económica permitiera. Así, sostenía que la oficina laboral, en funcionamiento hasta hacía poco, seguramente reanudaría sus funciones; y las escuelas, que tuvieron que cerrarse “por haber negado el gobierno italiano el subsidio que las alimentaba”, volverían a abrirse cuando la situación financiera mejorara. Por último, al ser interrogado sobre la situación política de la colectividad, el candidato indicó que la política en las instituciones de socorros mutuos no le gustaba, y que la SIU reencauzaría su rumbo “el día en que sus asociados… se despojen de sus pasiones, de sus ideales políticos, y se consideren italianos, nada más que italianos, huéspedes en esta generosa tierra argentina”. La negativa de Bruzzone a la práctica de la política en la SIU se mostraba compatible con las declaraciones vertidas desde Nuevos Tiempos, que apuntaban a combatir “toda clase de política” en la colectividad italiana y a acusar y desenmascarar ante la opinión pública a aquellos a quienes describían como “vividores de la política”.[47]

Así, las elecciones llegaron en un contexto que las convirtió, ante la opinión pública bahiense, en un “acto de trascendental importancia” en un momento en que, según La Nueva Provincia, era “indispensable estrechar filas, deponer intransigencias personales y trabajar por el afianzamiento de los prestigios de la institución”. El diario llegó incluso a reducir las diferencias entre ambas listas a una simple cuestión de nombres, al caracterizar a una como la que quería un “completo cambio de nombres en el Consejo Directivo” y a la otra como la que, “señalada cierta solidaridad con las autoridades anteriores,… juzga[ba] conveniente y necesaria una discreta renovación” del CD.[48]

Las elecciones del 15 de mayo de 1932 contaron con la participación de 837 socios y le otorgaron la victoria a Colli por un total de 440 votos, contra 395 a favor de Bruzzone.[49] El ascenso de la lista vencedora implicaba, en cierto sentido, el retorno a la dirigencia mutualista de la colectividad italiana de sectores afines al fascismo. Esta fue también la apreciación del socialismo local, que relacionó el triunfo de los fascistas con la presencia de “caballos troyanos” en el CD de la SIU, que se habían prestado al “juego intencional de los fascistas para que les sirvieran de vanguardia en su ingreso a la Italia Unita, a la que [querían]… convertir en ‘fascio máximo”.[50] 

La derrota sufrida por los antifascistas motivó prontamente un movimiento tendiente a alcanzar una mayor unidad del campo antifascista. En este sentido, la denominada inicialmente “Agrupación Libertad” se proponía la unificación de las distintas entidades antifascistas en la ciudad, con el fin de oponerse de manera organizada a la infiltración del fascismo “en el seno de las instituciones mutuales y culturales italianas para luego utilizarlas con fines de propagación política fascista”.[51] Es posible considerar, por lo tanto, que la “Agrupación Libertad” acabó por convertirse en el Centro Liberal Italiano, entidad que desde 1932 congregó a la mayoría de los antifascistas italianos de Bahía Blanca y tuvo entre sus ideólogos a Ruggero, quien fue uno de los principales referentes hasta su muerte, en abril de 1936.[52] 

En cuanto a su vinculación con el mutualismo, las elecciones de 1932 implicaron un quiebre para el antifascismo local. En efecto, sus referentes no volvieron a participar en la vida institucional de la colectividad ni intentaron volver a hacerse del control del mutualismo local: desde entonces, la dirección de la sociedad permaneció a cargo del grupo que llegó al poder en las elecciones de 1932 y que procedió, como primera acción, a disolver la SIU y formar, el año siguiente, una nueva entidad mutual (Cimatti, 2019, p. 128). Por su parte, los fascistas locales retomaron el control de la institución, situación que era percibida de este modo tanto por sus adversarios como por las propias autoridades fascistas, como observamos más arriba en el informe de De Simone referidas a las actividades de Afeltra.

Cabe señalar que, más allá de la percepción que propios y extraños tenían de la “vuelta” del fascismo a la dirigencia del mutualismo italiano en la ciudad, si se analizan comparativamente la lista derrotada en 1927 y la que obtuvo la victoria en 1932, se aprecia que únicamente se repiten seis nombres, entre los cuales reconocemos tan solo a un fascista activo: el ya mencionado Isoardi. De hecho, en 1932 no formaron parte de la lista caracterizada como fascista exponentes importantes de la colectividad italiana que sí lo habían hecho en 1927. Frente a este panorama y en el marco de la contienda, Nuevos Tiempos sostuvo que no pocos de “los fascistas más caracterizados” se habían “alejado del fascio y del cónsul fascista, indignados comprobando la bajeza de una campaña” que no implicaría sino el perjuicio de la institución.[53] 

Por ello, en la práctica no se pudo percibir un grado evidente de fascistización de la lista encabezada por Colli o de su programa, más allá del que alegaban sus opositores y las propias autoridades fascistas. En este sentido, cabe realizarse una segunda pregunta en función de las palabras del cónsul italiano en La Plata citadas más arriba: ¿hasta qué punto se puede hablar de un “encarrilamiento” hacia el fascismo del mutualismo italiano producido después de 1932? En efecto, como se ha mencionado en otros trabajos (Cimatti, 2019), la gestión de Colli estuvo atravesada por una tensión constante entre cierto acercamiento al fascismo y una pretensión de autonomía frente a este, que terminó prevaleciendo cada vez que ambas orientaciones se enfrentaron directamente.

Reflexiones finales

En última instancia, ni la unión ni la concordia predominaron en el seno de la colectividad italiana más allá de los intentos, tal vez nunca desinteresados, de fascistas y antifascistas. En efecto, como vimos, es posible suponer que ni unos ni otros vieron en dichos preceptos verdaderos ideales a perseguir, sino que los interpretaron en función de sus propios intereses: si para el VIBB, la unión y la concordia representaban la posibilidad de atraer a una entidad díscola al redil de las instituciones que –aunque mínimamente– aceptaban y reconocían la realidad política de la península, para la dirigencia de la SIU, dichas palabras representaban la oportunidad de reestablecer el flujo monetario desde el VIBB a las arcas sociales, para recuperar los subsidios adeudados y de ese modo intentar sanear las frágiles finanzas de la institución.

El desenlace final del proceso estudiado nos permite ratificar que el programa de “unión y concordia”, propugnado por el fascismo en Argentina y articulado en el plano bahiense por el VIBB, nunca fue objeto de un compromiso por parte de sus antagonistas ideológicos. En efecto, la derrota antifascista en las elecciones societarias de 1932 tuvo como consecuencia una revitalización y reagrupación del antifascismo, articulado en torno al Centro Liberal Italiano. Mientras que para el caso del fascismo, resulta interesante constatar que la morigeración de sus principios ideológicos, como estrategia para representar una alternativa política aceptable en el marco del mutualismo italiano en la ciudad, dio como resultado una dirigencia mutualista que, aunque de simpatías filofascistas, fue igualmente cerrada a los intentos de fascistización; aspecto que plantea en este punto una continuidad con su antecesora antifascista.

De esta manera, el resultado del programa de “unión y concordia”, que fue orquestado con el fin de saldar las divergencias ideológicas de la colectividad italiana en el marco de un patriotismo que incorporaba al fascismo como etapa contemporánea de la vida nacional de la península, arrojó un resultado absolutamente inesperado: la revitalización del antifascismo y su orientación “hacia afuera” de la propia colectividad, el origen de una disputa larvada entre los fascistas locales nucleados en el VIBB y el FGG, y una dirigencia mutualista que, aunque indudablemente filofascista, defendería continuamente su autonomía respecto de la jerarquía fascista en la ciudad.

En resumen, consideramos que un análisis a ras del suelo de las luchas políticas internas de la colectividad italiana bahiense en el período examinado nos permite alejarnos de visiones dicotómicas abstractas para poner de relieve, en toda su complejidad, los aspectos coyunturales y estratégicos de la disputa fascismo-antifascismo al interior del mutualismo italiano en la ciudad. Esta perspectiva, así como su replicación en investigaciones en otros espacios asociativos relativos a diversas regiones argentinas –tarea que no buscamos reservarnos de manera exclusiva sino que esperamos sea fruto colectivo de futuros trabajos realizados por colegas de distintos puntos del país–, contribuirá indudablemente a enriquecer los estudios vinculados a la historia política argentina de entreguerras, particularmente en función de los modos en que una de las principales corrientes migratorias que se asentaron en Argentina tramitó los eventos políticos que atravesaron a su país de origen.

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Notas

[1] Se han producido estudios ceñidos particularmente al fascismo (Gentile, 1986; Newton, 1994; Zanatta, 2003; Grillo, 2006; Scarzanella, 2007; Prislei, 2008; Finchelstein, 2010; Aliano, 2012; Fotia, 2019; Fotia y Cimatti, 2021; Cimatti, 2023), al antifascismo (Fanesi, 1989; Bisso, 2001, 2009; Grillo, 2004; Pasolini, 2004, 2009, 2013, 2015; Ardanaz, 2013, 2017) y a ambos expresiones en conjunto (Sergi, 2007; Cimatti, 2016).

[2] Todas las proporciones fueron obtenidas a través de la consulta del Tercer Censo Nacional de 1914, Tomo II, pp. 148-50, 153-56, 168, 188-89, 213-14, 216-17, 219-20, 230-31, 260-61, 395-96. https://deie.mendoza.gov.ar/#!/censos-nacionales-de-poblacion/1914-tercer-censo-nacional-38 

[3] Foresti se desempeñó como titular del VIBB entre noviembre de 1925 y febrero de 1928. Por su parte, en el período que aborda este artículo se desempeñaron como vicecónsules de carrera Raffaelle Casertano (agosto de 1928 a julio de 1930), Paolo De Simone (julio de 1931 hasta agosto del mismo año) y Cesare Afeltra (agosto de 1931 a mayo de 1937). Entre julio de 1930 y el mismo mes del año siguiente, la regencia del VIBB recayó en Giulio Leporace, quien previamente fue secretario del FGG. Dir. Personale, Serie II: Consolati, b. “Argentina B/39”. Archivio Storico del Ministero degli Affari Esteri (ASMAE), Roma, Italia.

[4] Entre 1912, año de la fundación, y 1926, año de la constitución del FGG, se desempeñaron como dirigentes varios individuos que tendrían una participación activa en el fascismo local. Entre ellos: Luigi Godio, Luigi Salvadori, Ubaldo Monacelli, Giovanni Isoardi, Ciro Arena, Felice Cantarelli, Umberto Oliva, Paolo Zichella, Riccardo Gerardi y Juan Antonio Canessa (Cimatti, 2023, pp. 88-89).

[5] Estatuto del Centro Antifascista “Giacomo Matteotti” (23 de agosto de 1926). Nuevos Tiempos, p. 2. Hemeroteca de la Biblioteca Popular “Bernardino Rivadavia” (HBPBR), Bahía Blanca, Argentina.

[6] Entre ellos se encontraron como candidatos: Giovanni Isoardi a vicepresidente, Domenico Lamonea a síndico, y Luigi Godio, Juan Antonio Canessa, Alberto Rabino y Adolfo Robotti como postulantes al Jurado de Honor. Cabe señalar que, mientras muchos de los fascistas locales eran socios de la SIU desde sus primeros años de funcionamiento, no hemos podido identificar a los antifascistas en las nóminas de socios disponibles, que cubren el lapso comprendido entre 1912 y 1922, lo cual permite suponer que estos se asociaron luego de este último año, y que eran, por lo tanto afiliados recientes. Libro Matricola nº 1 y nº 2. Archivo de la Sociedad Italiana de Socorros Mutuos de Bahía Blanca (ASISMBB), Bahía Blanca, Argentina.

[7] Sesión ordinaria del 2 de febrero de 1927. Verbali del Cons. Dirett. Redatti in Italiano-abril de 1925 a 26 noviembre de 1928, pp. 115-116. ASISMBB.

[8] Sesión ordinaria del 11 de marzo de 1927. Verbali del Cons. Dirett. Redatti in Italiano-abril de 1925 a 26 noviembre de 1928, p. 130.

[9] Hacia 1926, las escuelas dependientes de la SIU contaban con seis grados que reunían a un total de 148 alumnos/as (80 varones y 68 mujeres). Ver Nota del vicecónsul Giorgio Foresti al cónsul de Italia en La Plata. 20 de mayo de 1926. Archivio Scuole 1923-1928, b. 636, f. “Bahía Blanca, 1928”. ASMAE.

[10] Teatro Rossini (30 de agosto de 1929). La Nueva Provincia, p. 16. HBPBR.

[11] Por los teatros (31 de agosto de 1929). La Nueva Provincia, pp. 9 y 12.

[12] Teatro Rossini (30 de agosto de 1929). La Nueva Provincia, p. 16.

[13] Arribado a la ciudad en 1929, Ruggero fue un destacado dirigente del Partito Repubblicano Italiano y de la Lega Italiana per i Diritti dell’Uomo en Bahía Blanca. Ver Ministero dell’Interno, Direzione Generale di Pubblica Sicurezza, Divisioni Affari Generali e Riservati, Uffici dipendenti dalla Sezione Prima, Casellario Politico Centrale, Fascicoli Personali, b. 4487, f. 32432 (“Ruggero, Alessandro”). Archivio Centrale dello Stato (ACS), Roma, Italia.

[14] Primi errori dell’antifascismo bahiense (5 de diciembre de 1931). L’Italia del Popolo, p. 3. Hemeroteca de la Biblioteca Nacional “Mariano Moreno” (HBNMM), Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.

[15] Illusioni e realtà dell’antifascismo (7 de diciembre de 1931). L’Italia del Popolo, p. 3.

[16] Sesión ordinaria del 26 de septiembre de 1931. Verbali del Cons/Dirett. redatti in Italiano, pp. 229-230.

[17] Nota informativa del cónsul de Italia en La Plata Paolo de Simone al Ministero degli Affari Esteri (MAE). 1 de mayo de 1933. Dir. Personale, Serie II: Consolati, b. “Argentina L/16”, f. 1. ASMAE.

[18] Sesión ordinaria del 26 de septiembre de 1931. Verbali del Cons/Dirett. redatti in Italiano, p. 229.

[19] Sesión ordinaria del 26 de septiembre de 1931. Verbali del Cons/Dirett. redatti in Italiano, p. 229.

[20] Carta de la Regia Ambasciata d’Italia en Buenos Aires al MAE. 14 de junio de 1939. Ministero dell’Interno, Direzione Generale di Pubblica Sicurezza, Divisioni Affari Generali e Riservati, Uffici dipendenti dalla Sezione Prima, Casellario Politico Centrale, Fascicoli Personali, b. 3732, f. 10190 (“Parenti, Oribio”). ACS.

[21] Carta de la Regia Ambasciata d’Italia en Buenos Aires al MAE. 28 de agosto de 1933. Ministero dell’Interno, Direzione Generale di Pubblica Sicurezza, Divisioni Affari Generali e Riservati, Uffici dipendenti dalla Sezione Prima, Casellario Politico Centrale, Fascicoli Personali, b. 3732, f. 10190 (“Parenti, Oribio”).

[22] Sesión extraordinaria del 1 de octubre de 1931. Verbali del Cons/Dirett. redatti in Italiano, p. 230.

[23] Sesión extraordinaria del 15 de octubre 1931. Verbail del Cons/Dirett. redatti in Italiano, p. 235.

[24] Ecos de la celebración del armisticio (13 de noviembre de 1931). La Nueva Provincia, p. 6.

[25] Cabe llamar la atención sobre el fuerte contenido simbólico de la escena, sobre todo si se considera que Afeltra cargaba con la acusación de ser torturador de anarquistas y antifascistas en Italia, hecho que le valió ser víctima de un atentado por parte del anarquista Severino Di Giovanni, quien en 1928 atacó su vivienda en el barrio porteño de Almagro (Bayer, 2013, p. 36).

[26] Primi errori dell’antifascismo bahiense (5 de diciembre de 1931). L’Italia del Popolo, p. 3.

[27] Unione e Concordia (14 de febrero de 1931). Il Mattino d’Italia, p. 4. HBNMM.

[28] Bahía Blanca. Il saluto del Fascio al V. Console dott. Casertano (13 de julio de 1930). Il Mattino d’Italia, p. 7.

[29] La mención explícita de Accini del eslogan que Afeltra propulsaba en la colectividad italiana bahiense cobra especial relevancia si se tiene en cuenta su abierto compromiso antifascista, tanto por su participación en la Logia Masónica Italiana “Nadir” como por la propaganda antifascista que realizaba en el ambiente político argentino, en su condición de afiliado a la Unión Cívica Radical. Ver nota de la Regia Ambasciata d’Italia en Buenos Aires a la Direzione Generale della Pubblica Sicurezza. 27 de marzo de 1931. Ministero dell’Interno, Direzione Generale di Pubblica Sicurezza, Divisioni Affari Generali e Riservati, Uffici dipendenti dalla Sezione Prima, Casellario Politico Centrale, Fascicoli Personali, b. 10, f. 11002 (Accini, Ernesto). ACS.

[30] Asamblea ordinaria del 10 de enero de 1932. Verbali d’Assemblee in Italiano-20 abril 1919 a 9 mayo 1932, p. 251.

[31] Nota informativa sobre Cesare Afeltra del cónsul de Italia en La Plata Paolo de Simone al MAE. 1 de mayo de 1933. Dir. Personale, Serie II: Consolati, b. “Argentina L/16”, f. 1. ASMAE.

[32] Catellani había sido presidente del FGG entre diciembre de 1926 y septiembre de 1928. La inclusión de un fascista en la comisión de finanzas de la SIU que presidía Cantarelli pudo ser resultado de las negociaciones que los dirigentes antifascistas debían realizar con sus adversarios políticos en el seno de la entidad mutual a la hora de formar las diversas comisiones.

[33] Hay que leer para creer (2 de febrero de 1932). Nuevos Tiempos, pp. 1-2.

[34] Hay que leer para creer (2 de febrero de 1932). Nuevos Tiempos, p. 2.

[35] Asamblea extraordinaria del 21 de febrero de 1932. Verbali d’Assemblee in Italiano-20 abril 1919 a 8 mayo 1932, pp. 258-259.

[36] Asamblea extraordinaria del 13 de marzo de 1932.Verbali d’Assemblee in Italiano-20 abril 1919 a 8 mayo 1932, p. 262.

[37] Si bien la fuente no especifica su nombre y lo refiere como “Sr. Del Punta”, estimamos que pudo tratarse de Emilio Del Punta, miembro del FGG desde septiembre de 1928.

[38] Asamblea extraordinaria del 13 de marzo de 1932.Verbali d’Assemblee in Italiano-20 abril 1919 a 8 mayo 1932, p. 263.

[39] Asamblea extraordinaria del 10 de abril de 1932. Verbali d’Assemblee in Italiano-20 abril 1919 a 8 mayo 1932, p. 265.

[40] Asamblea de la Sociedad “Italia Unita” (11 de abril de 1932). La Nueva Provincia, p. 8.

[41] Durante los años de gestión antifascista, a las elecciones anuales había concurrido siempre de manera única una lista oficialista.

[42] ¡Alerta, italianos de Bahía Blanca! (4 de mayo de 1932). Nuevos Tiempos, p. 3.

[43] La Sociedad Italia Unita (11 de mayo de 1932). La Nueva Provincia, p. 8.

[44] Sociedad de Socorros Mutuos Italia Unita (14 de mayo de 1932). La Nueva Provincia, p. 9.

[45] El hecho de que en el principal diario bahiense no se reprodujera un reportaje similar a Colli se puede interpretar como cierto apoyo al “Comité Electoral Libertad”. En este caso, y a diferencia de lo ocurrido en las elecciones de enero de 1927 (Cimatti, 2016), se aprecia una sintonía con Nuevos Tiempos en el apoyo a una candidatura en particular.

[46] En el ambiente de la colectividad italiana (15 de mayo de 1932). La Nueva Provincia, p. 7.

[47] ¡Alerta, italianos de Bahía Blanca! (4 de mayo de 1932). Nuevos Tiempos, p. 3.

[48] En el ambiente de la colectividad italiana (15 de mayo de 1932). La Nueva Provincia, p. 7.

[49] En la Sociedad Italia Unita (16 de mayo de 1932). La Nueva Provincia, p. 5.

[50] Los caballos entraron (18 de mayo de 1932). Nuevos Tiempos, p. 1. No hemos podido identificar a qué miembros del CD se identificaba de tal manera.

[51] Agrupación Libertad (28 de mayo de 1932). Nuevos Tiempos, p. 1.

[52] Recorte de L’Italia del Popolo, 16 de abril de 1936, p. 3. Ministero dell’Interno, Direzione Generale di Pubblica Sicurezza, Divisioni Affari Generali e Riservati, Uffici dipendenti dalla Sezione Prima, Casellario Politico Centrale, Fascicoli Personali, b. 4487, f. 32432 (Ruggero, Alessandro). ACS.

[53] ¡Alerta, italianos de Bahía Blanca! (4 de mayo de 1932). Nuevos Tiempos, p. 3.