http://dx.doi.org/10.19137/qs.v27i2.6553

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ARTÍCULOS

Reformismo en la Universidad Obrera Nacional y en los orígenes de la Federación Universitaria Tecnológica en Argentina (1953-1959)

Reformism at the National Workers University and in the origins of the Technological University Federation in Argentina (1953-1959)

Reformismo na Universidade Obreira Nacional e nas origens da Federação Universitária Tecnológica na Argentina (1953-1959)

Álvaro Koc Muñoz

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

Universidad Nacional de La Plata. Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales

Argentina

Correo electrónico: sebastiankoc84@gmail.com

Resumen: El presente artículo analiza el proceso de transformación del movimiento estudiantil de la Universidad Obrera Nacional desde su incipiente formación, con la aparición de la Federación Argentina de Estudiantes de la Universidad Obrera durante el gobierno peronista, hasta el surgimiento y consolidación de la Federación Universitaria Tecnológica en el marco de la denominada lucha por la autonomía y jerarquización de la Universidad Tecnológica Nacional. Asimismo, reconstruirá cuáles fueron los sucesivos acercamientos entre la organización estudiantil surgida luego del triunfo de la autodenominada Revolución Libertadora en dicha universidad y el movimiento estudiantil reformista. Esta tarea se realizará a partir del análisis de diversas fuentes documentales y de entrevistas a diferentes actores que formaron parte de este proceso.

Palabras clave: Universidad obrera; Estudiantes; Reformismo; Peronismo

Abstract: This article analyzes the process of transformation of the student movement of the National Workers University from its incipient training with the appearance of the Argentine Federation of Students of the Workers University during the Peronist Government, until the emergence and consolidation of the Technological University Federation in the framework of the so-called struggle for the autonomy and hierarchy of the National Technological University. Likewise, we will reconstruct what were the successive approaches between the student organization that emerged after the triumph of the self-styled liberating revolution in that university and the reformist student movement. This task will be carried out based on the analysis of various documentary sources and interviews with various actors that were part of this process.

Keywords: Workers' university; Students; Reformism; Peronism

Resumo: Este artigo analisa o processo de transformação do movimento estudantil da Universidad Obrera Nacional desde sua formação incipiente, com o surgimento da Federação Argentina de Estudantes da Universidad Obrera durante o governo peronista, até o surgimento e consolidação da Federação Universitária Tecnológica no contexto da chamada luta pela autonomia e hierarquização da Universidade Tecnológica Nacional. Da mesma forma, reconstruirá quais foram as sucessivas aproximações entre a organização estudantil surgida após o triunfo da autodenominada Revolução Libertadora na referida universidade e o movimento estudantil reformista. Esta tarefa será realizada com base na análise de várias fontes documentais e entrevistas a diferentes atores que fizeram parte deste processo.

Palavras-chave: Universidade obreira; Estudantes; Reformismo; Peronismo

Recepción del original: 24 de febrero de 2022./ Aceptado para publicar: 10 de agosto de 2022 

Reformismo en la Universidad Obrera Nacional y en los orígenes de la Federación Universitaria Tecnológica en Argentina (1953-1959)

1. Introducción

A más de 75 años de su irrupción en la vida política argentina, el peronismo sigue siendo objeto de controversia y debates en nuestro país. El proceso político abierto con el golpe de Estado de la Revolución de Junio en 1943 –del cual formó parte el entonces coronel Juan Domingo Perón–, que se cerró con otro golpe de Estado, el de la Revolución Libertadora de 1955, es de una complejidad tal que nos obliga a evitar toda simplificación. Frente a la pregunta qué fue (y es) el peronismo, se han ensayado múltiples respuestas y diversas interpretaciones. Caracterizado como un movimiento político “nazi-fascista”, “totalitario”, “bonapartista”, “populista”, “socialista” o, simplemente, “justicialista”, ha sido objeto de una innumerable cantidad de trabajos tanto a nivel nacional como internacional (Del Barco, 1985).

Asimismo, el estudio del peronismo ha generado diversas líneas historiográficas que analizan distintos aspectos de este fenómeno: desde trabajos que centran su atención en las figuras de Juan Perón (Page, 1984; Sidicaro, 1996; Galasso, 2005) y su esposa Eva Duarte (Dujovne Ortiz, 1995; Navarro, 1997; Zanatta, 2011), hasta aquellos que se centraron en el estudio de las “segundas líneas” de liderazgo peronista (Rein y Panella, 2013, 2017); como así también una cuantiosa bibliografía que aborda la relación establecida entre el líder y el movimiento obrero organizado (Doyon, 2006; Murmis y Portantiero, 2011; Del Campo, 2012; Torre, 2012; James, 2013), la compleja relación entre este movimiento político y la Iglesia católica (Bianchi, 2001; Caimari, 2010;  Zanatta, 2013) o su relación con el ejército (Potash, 1980; Rouquié, 1986), entre otros estudios.

Sin embargo, y a pesar del importante acervo bibliográfico expuesto, existen pocas investigaciones que se focalizan exclusivamente en una institución tan emblemática para el peronismo como lo fue la Universidad Obrera Nacional (UON). La mayoría de ellas lo hacen de manera tangencial, en el marco de trabajos más generales en torno a la educación durante el primer peronismo (Wiñar, 1970; Tedesco, 1980; Plotkin, 1993; Bernetti y Puiggrós, 1993; Dussel y Pineau, 1995; Somoza Rodríguez, 1997). Aquellos estudios que centran su atención en la UON, lo hacen en el marco de trabajos institucionales de carácter descriptivo que buscan reconstruir la historia de esta universidad, luego denominada “Tecnológica” (Álvarez de Tomassone, 2000; Nápoli, 2003; Malatesta, 2010). Por último, existe un pequeño número de producciones académicas que examinan el movimiento estudiantil de algunas facultades regionales (Novelli, 1986; Dussel, 1990; Mollis, 1991; Facio, 2014; Rodríguez, 2020). En efecto, el alto grado de fragmentación, discontinuidad y atomización del campo de estudios sobre la UON nos permite afirmar que esta universidad aún no ha sido lo suficientemente analizada ni en extensión ni en profundidad.

Por otra parte, cabe destacar que existe un conjunto de estudios que ha centrado su atención tanto en las transformaciones de la universidad (Magnone y Warley, 1984; Rein, 1999; Pronko, 2000; Graciano, 2005) como en el movimiento estudiantil durante este período: en la Universidad de Buenos Aires ha sido investigado por Toer (1988), Neiburg (1998), Almaraz, Corchon y Zemborain (2001) y Califa (2014); en La Plata lo estudió pormenorizadamente Pis Diez (2018); en la de Córdoba fue relevado por Ferrero (2009); en la Universidad Nacional del Litoral por Salomón (2014); y en el Instituto Tecnológico del Sur (que en este contexto pasaría a convertirse en la Universidad Nacional del Sur) por Orbe (2008). Sin embargo, hasta el momento no hay trabajos que analicen, de manera focalizada, lo acontecido al interior de la UON.

En este sentido, el presente artículo reconstruirá las trasformaciones que sufrió el movimiento estudiantil de la UON, surgido inmediatamente después del derrocamiento del gobierno peronista. Sostenemos, a modo de hipótesis, que una vez consolidada la Revolución Libertadora, este movimiento atravesó por un proceso al que hemos denominado de “reformización”. Este concepto da cuenta del paulatino acercamiento político por parte de esta nueva vanguardia estudiantil, a partir de la incorporación de posturas políticas cada vez más afines al reformismo, como estrategia para lograr la autonomía y la jerarquización de esta institución en un contexto político atravesado por una violenta “desperonización” de las universidades y por una fuerte ofensiva y fortalecimiento del movimiento reformista. Sin embargo, este concepto no es equiparable a la idea de “peronización” del movimiento estudiantil reformista, observado con posterioridad al golpe de Estado de 1966, mediante el cual se busca dar cuenta del viraje político de actores reformistas hacia posturas peronistas.

Cabe resaltar que no hay investigaciones específicas sobre los orígenes de la Federación Universitaria Tecnológica (FUT). Si bien, como ya se ha señalado, existen algunas producciones académicas en torno al movimiento estudiantil de las distintas facultades regionales de la UON, estas no pretenden dar cuenta de la constitución de esta entidad, como tampoco distinguir la organización creada para llevar adelante la lucha por la autonomía y la jerarquización de esta casa de estudios (Junta General Provisional de Estudiantes de la UTN) de la mencionada Federación.

Por último, destacamos que el presente trabajo se realizará sobre la base de una estrategia metodológica cualitativa, consistente en la triangulación de dos técnicas metodológicas: la investigación documental o “documentación” (Valles, 1999) y la historia oral, entendida como una técnica para obtener información con un objetivo específico y cuya principal herramienta es la entrevista en profundidad, a fin de buscar aquello que no aparece en los documentos escritos; así, se procura recuperar el pasado desde el presente (Folguera, 1994). En suma, se utilizarán distintas fuentes escritas, oficiales e institucionales, como también la información recogida a través de diversas entrevistas realizadas a ex estudiantes de la institución que formaron parte de la UON en el período estudiado.[1]

2. La Universidad Obrera Nacional y la Federación Argentina de Estudiantes de la Universidad Obrera

La UON fue una institución fundada en 1948 a través de la ley 13229 y los cursos fueron inaugurados oficialmente el 17 de marzo de 1953. Entre sus principales finalidades se destacan en el artículo 10: “la formación integral de profesionales de origen obrero destinados a satisfacer las necesidades de la industria nacional”; “asesorar en la organización, dirección y fomento de la industria, con especial consideración de los intereses nacionales”; y “promover y facilitar las investigaciones y experiencias necesarias para el mejoramiento e incremento de la industria nacional.”[2] 

Esta nueva universidad se constituyó como una casa de estudios superiores cuyas características particulares la convirtieron en una institución radicalmente diferente de aquellas existentes en Argentina hasta ese momento. En primer lugar, su estructura contemplaba la existencia de diversas facultades regionales a lo largo del país, radicadas especialmente en los principales centros urbanos. Durante la etapa en la cual la UON estuvo bajo la órbita del peronismo se crearon nueve facultades regionales obreras en: Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe, Rosario, Mendoza, Tucumán, La Plata, Bahía Blanca y Avellaneda. En segundo lugar, su sistema de enseñanza combinaba la asistencia obligatoria a clases –dictadas en horario vespertino, lo cual permitía la integración al sistema universitario de aquellos trabajadores que realizaban sus tareas laborales durante el día– con la experimentación y la obligación impuesta a los estudiantes de tener que trabajar en la misma rama industrial en la cual cursaban sus estudios. Asimismo, el desarrollo de los cursos se realizaba bajo una modalidad didáctica denominada “clase activa”, definida como una cursada de “tipo seminario” y “no conferencial” porque se buscaba que el profesor trabajara junto con los estudiantes. El objetivo era que el alumno aprovechara al máximo el tiempo dentro del aula y estudiara en clase, ya que fuera de ese horario no disponía de tiempo para hacerlo. La experimentación en laboratorios y gabinetes se realizaba los días sábados en el horario posterior a la jornada laboral de los estudiantes. El título que eventualmente expediría la institución a sus egresados era el de “Ingeniero de Fábrica” en la especialización cursada. Por último, se destaca –como una de las principales características de la UON– lo que podría denominarse como el “elemento obrero”, definido como la valoración política positiva de los trabajadores por parte del Estado (Dussel y Pineau, 1995) y cuya máxima expresión dentro de la institución se materializó en el gobierno universitario ejercido por distintos cuadros sindicales de la Confederación General del Trabajo[3] (CGT): tanto el rector como los decanos de las distintas facultades regionales debían ser obreros de esta organización (Koc Muñoz, 2021).

Durante su primer año de funcionamiento (1953), los directivos de esta casa de estudios autorizaron la organización de la única federación estudiantil que sería reconocida por el rectorado: la Federación Argentina de Estudiantes de la Universidad Obrera (FADEUO). Esta entidad se creó con el propósito de propulsar la formación, entre el estudiantado, de una institución que los representara ante las “autoridades superiores” y que desarrollara una campaña de extensión cultural y vinculación social, como así también que “se preocupe por la resolución de las numerosas aspiraciones del alumnado”. La FADEUO se declaraba plenamente identificada con los principios de la doctrina nacional peronista y con la obra de Juan Perón.[4] Una vez hecha esta declaración de principios, el rector de la universidad aprobó a esta organización como la única entidad representativa del estudiantado de la UON en todo el país, e instó a los decanos de las distintas facultades a “atender y reconocer solamente los problemas y aspiraciones estudiantiles emanadas de esta organización” (Koc Muñoz, 2021).

3. La universidad reformista, la caída de Perón y la disolución de la FADEUO

Entretanto, la relación del gobierno peronista con el resto de las universidades del país –que adherían a los principios de la Reforma Universitaria de 1918– fue de abierto enfrentamiento. Es posible destacar dos etapas de este vínculo. La primera estuvo caracterizada por la “despolitización” de las universidades nacionales a través de la sanción de la ley 13031/47. Esta normativa no contemplaba el principio de autonomía universitaria y, prácticamente, suprimía la participación estudiantil en el gobierno de las casas de estudios superiores. De acuerdo con lo establecido por las nuevas disposiciones, los rectores serían designados directamente por el Poder Ejecutivo y los decanos por el Consejo Directivo, pero a partir de una terna elevada por el rector. La segunda etapa, en cambio, estuvo signada por la “politización” de la universidad y por el intento de “peronizarla”, que se correspondía además con una intencionalidad general por politizar al conjunto del sistema educativo. En este marco, el gobierno instauró la Confederación General Universitaria (CGU) y los llamados “cursos de formación política”, que fueron instrumentados a partir de 1952. El propósito final de estos era formar “argentinos dirigentes para salvar nuestro ser nacional, consolidar un orden social justo, afianzar la libertad e independencia del país en sus decisiones” (Buchbinder, 2005, p. 165). Pero dichos cursos fueron resistidos activamente por los militantes estudiantiles: el ensayo de “peronizar” la universidad provocó una fuerte reacción negativa por parte de los estudiantes. Por último, cabe señalar que ambas etapas estuvieron atravesadas por un proceso de expulsión masiva, tanto de docentes como de estudiantes, que no adherían e, incluso, enfrentaban abiertamente al gobierno peronista. En efecto, la “peronización” en las universidades nacionales estuvo asociada principalmente tanto a la forma en la que el peronismo había “purgado” de ellas a los distintos actores que no eran afines a las ideas del nuevo gobierno como a la creación de la CGU y la imposición de los mencionados cursos (Buchbinder, 2005).

En relación con la CGU, cabe destacar que su fundación tuvo lugar a fines de noviembre de 1950, cuando se reunió su primer congreso en el Teatro Colón, al que asistieron representantes de federaciones gremiales de las seis universidades nacionales entonces existentes: Buenos Aires, Litoral, Tucumán, Cuyo, Córdoba y La Plata. El discurso sobre el cual sostenía su autolegitimación subrayaba que su accionar venía a contrarrestar a la Federación Universitaria Argentina (FUA) como “organismo opositor y defensor de valores caducos”. La entidad se proclamaba “sindical, federal, asistencial, antiliberal, cristiana y revolucionaria” y su “idealismo” era “jerárquico” y no disolvente como el de la FUA; se ubicaba así en las antípodas del reformismo universitario al no excluir la “participación jerárquica”, incompatible con la “intrusión de la política” en los claustros (Acha, 2011, p. 79). Tanto la apertura de la UON como la constitución de la FADEUO corresponden a la segunda etapa.

Además del conflicto con los estudiantes, al gobierno peronista se le sumó –hacia fines de 1954– el enfrentamiento con una de las instituciones que más fuertemente había apoyado a Perón en su ascenso político: la Iglesia católica. La tensión llegó al máximo luego de la procesión del Corpus Christi del 11 de junio de 1955. Esta manifestación, organizada frente a la Catedral Metropolitana, terminó por convertirse en una expresión político-religiosa. La procesión comenzó a entonar cánticos y estribillos contra el gobierno, en una marcha que se desarrollaba por la céntrica Avenida de Mayo en dirección al Congreso Nacional. En ella estuvieron representadas todas las fuerzas opositoras, fueran o no creyentes, y sirvió para que los descontentos más diversos se expresaran públicamente. Según la policía, algunos manifestantes se dirigieron al Congreso, arriaron la bandera argentina y, antes de quemarla, la reemplazaron por una del Vaticano (Rouquié, 1986). Fue notoria entonces la presencia de militantes antiperonistas y de muchos ateos acérrimos, como era el caso de socialistas y comunistas, quienes se sumaron a la lucha contra el gobierno. Al llegar a la escalinata del Parlamento, un grupo de jóvenes de la Acción Católica trepó hasta la puerta principal y comenzó a proferir gritos contra el gobierno, aprovechando la ausencia de policías. La gran columna se disolvió después de un rato sin mayores incidentes, pero al otro día los diarios informaron que, al mismo tiempo que se izaba en dos mástiles una bandera extranjera, se quemaba una bandera argentina. Según el comunicado oficial, “los manifestantes izaron la bandera papal en los mástiles del parlamento y prendieron fuego a la insignia nacional que ondeaba en uno de ellos”[5] (Gambini, 2014, p. 360).

Sobre lo acontecido en esos días, el ex estudiante de la Facultad Regional Buenos Aires (FRBA) Francisco Aristeguieta recordó que el gobierno hizo distintos actos de desagravio que sirvieron para “excitar aún más los ánimos de la población”. La UON organizó uno de esos actos y su rector pronunció palabras muy encendidas, incluso afirmó que “con mis propias manos les haría pagar caro a los ejecutores de esta fechoría” (Aristeguieta, 1999, p. 28).

El día 16 de ese mismo mes, un sector de las Fuerzas Armadas atacó la Casa Rosada y sus alrededores. Por primera vez en la historia argentina, una fracción de esta institución embistió masivamente a la población civil sin obedecer órdenes del gobierno y sublevándose contra él. Tanto las bombas que cayeron sobre el edificio presidencial, el Ministerio de Hacienda, la Plaza de Mayo y zonas aledañas, como los aviones que ametrallaron a la población civil, provocaron una masacre que alcanzó grandes dimensiones (Spinelli, 2005). Aristeguieta destacó que, luego de los bombardeos, se realizaron nuevos actos de desagravio y el rector, con un tono distinto al utilizado en el discurso anterior, reconoció que había una gran distancia –en términos políticos– entre él y los estudiantes, y solicitó que, guardando las diferencias, “nos respetemos” (Aristeguieta, 1999, p. 28).

El golpe de Estado a Perón triunfó finalmente tres meses después, el 16 de septiembre de 1955. Las nuevas autoridades establecieron el estado de sitio y el toque de queda, por ende, estaba terminantemente prohibido todo tipo de reuniones y otras actividades. Cuando esa medida se levantó, alrededor de 300 estudiantes de la UON se presentaron en el rectorado, ocuparon las dependencias y, desconociendo a las autoridades, se hicieron cargo del gobierno de la universidad, de manera similar a lo acontecido en las distintas universidades del resto del país. En este contexto, la FADEUO y los estudiantes antiperonistas protagonizaron un enfrentamiento “muy desagradable, que al fin acaba gracias al buen criterio de los actuantes” (Aristeguieta, 1999, p. 29). Respecto a estos sucesos, el ex alumno de la UON Harry Ingham[6] expresó que la gran preocupación de los estudiantes era “no politizar” la universidad, ni ser “rencorosos”. Asimismo, señaló que al volver al edificio de la calle Medrano 951 –donde funcionaban la Regional Buenos Aires y el Rectorado–, algunos estudiantes querían expulsar a los dirigentes de la FADEUO y manifestó que, a pesar de su condición de “gran antiperonista”, se opuso totalmente y argumentó que a él nadie lo había perseguido en la época de Perón, por lo tanto, no había razón para perseguir a los que “venían atrás”. Por último, destacó que todos los miembros de la FADEUO pudieron recibirse tranquilamente y que no hubo ninguna expulsión de profesores ni de alumnos.[7] En efecto, luego de la autodenominada Revolución Libertadora y de diversos enfrentamientos entre los estudiantes, la FADEUO quedó disuelta; tiempo después se constituyó una nueva organización estudiantil al interior de la UON.

4. La “reformización” del estudiantado de la UON y el surgimiento de la FUT

A partir de la disolución de la FADEUO y al surgimiento de una nueva vanguardia estudiantil que buscaba preservar la existencia de la UON en un contexto de abierta “desperonización” de la sociedad, se constituyó la Junta Provisional de Estudiantes de la Facultad Regional Buenos Aires (JPE).

La primera medida llevada adelante por esta nueva organización estudiantil consistió en ocupar las dependencias del establecimiento.[8] También, la JPE dirigió una nota al nuevo ministro de Educación en cual solicitaba el nombramiento del ex vicerrector de la UON Pascual Pezzano[9] como interventor, la autonomía y la modificación del nombre por el de “Universidad Técnica Nacional”, que fue la primera denominación que recibió la institución por parte de los estudiantes.[10] El ex alumno Ingham sostuvo que, si bien este fue el primer nombre con el cual renombraron a la casa de estudios, luego de varias asambleas finalmente se optó por el de “Universidad Tecnológica Nacional”. La nueva organización estudiantil estableció contacto con sus pares de las facultades del interior del país con la finalidad de unificar criterios y organizar una entidad a nivel nacional. Por último, se resolvió solicitar una entrevista al ministro de Educación para manifestarle la preocupación por las reacciones negativas en torno a las distintas creaciones institucionales del gobierno peronista, señalando al mismo tiempo el carácter demagógico del nombre de la universidad. Finalmente, la Junta Provisional asumió el gobierno de esta casa de altos estudios el 28 de septiembre de 1955 (Aristeguieta, 1999). En los días siguientes, se sumaron a estas acciones los alumnos de las regionales de Rosario, Avellaneda, Mendoza, Córdoba y La Plata a través de diversas medidas, entre las que se destacan: la concreción de asambleas, la ocupación de edificios y la toma del gobierno por parte de los estudiantes en las distintas facultades regionales.

En la regional Rosario, en una asamblea organizada la noche del 28 de septiembre, quedó constituido el Centro de Estudiantes de la Facultad Regional Rosario de la UON, con la participación de una amplia pluralidad ideológica: peronistas, radicales, demócrata-progresistas, comunistas e integrantes de la Acción Católica (Novelli, 1986). Según el ex estudiante Alfonso Silva de la Facultad Regional Avellaneda, después de la Revolución Libertadora, los estudiantes se reunieron con el decano y, en una conversación de carácter cordial, acordaron llamar a un escribano para hacer mediante un acta la entrega del patrimonio de la facultad a los alumnos.[11] El 3 de octubre, se constituyó el Centro de Estudiantes Libres de la Facultad Regional Mendoza e indicaron –ante un escribano público– que tomaban posesión del local, de los muebles y los útiles; además, una comisión mixta se hizo cargo del gobierno de la facultad.[12] La noche del 4 de octubre, los alumnos de la Facultad Regional Córdoba realizaron una asamblea en el salón de actos del establecimiento, resolvieron separar de su cargo al decano y entregar el decanato provisionalmente al secretario técnico, el ingeniero Adalberto Coneh. Después de la asamblea, se labró un acta ante un escribano público y se enviaron telegramas para informar lo ocurrido al Interventor Federal y al ministro de Educación de la nación.[13] Por último, el 5 de octubre, el estudiantado de la Facultad Regional La Plata ocupó el edificio y, en una asamblea organizada a tal efecto, quedó constituida una Junta de alumnos que dispuso tomar bajo su control la facultad hasta tanto las respectivas autoridades procedieran a la designación del interventor de ese establecimiento.[14] 

El gobierno estudiantil llegó a su fin cuando las autoridades interventoras asumieron sus cargos el 17 de octubre de 1955.[15] 

Ese año terminó con una preocupación angustiante para el estudiantado de la UON: no existía prácticamente comunicación entre las facultades y circulaba insistentemente la versión de que serían cerradas. Sin embargo, pese al difícil momento que se vivía, un grupo de estudiantes de Rosario acordó un encuentro de carácter comunicacional en aquella ciudad, para esbozar alguna idea que diera claridad al complejo contexto que se vivía y, “a pesar de la temporada estival, en enero, estuvieron presentes estudiantes de Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires y Avellaneda” (Vilella, 2015, p. 161). Una de las primeras medidas adoptadas al comenzar el mes de febrero fue la de constituir una organización política capaz de nuclear a los estudiantes de las distintas facultades regionales diseminadas a lo largo de todo el país. En la primera asamblea general a nivel nacional, celebrada en la FRBA el día 3 de ese mes, se constituyó la Junta General Provisional de Estudiantes de la UTN (JGPE), integrada por dos delegados de cada facultad y cuyo Secretariado Ejecutivo Nacional (SEN) estaba constituido por un presidente y un secretario: Israel Mahaler y Francisco Aristeguieta respectivamente (Vilella, 2015).

La JGPE elevó una nota al ministro de Educación Atilio Dell’Oro Maini para pedirle que concediera la autonomía a la institución y también un memorial al rector referido a la denominación del título profesional que habría de otorgar la universidad a sus egresados, y a la orientación general de los programas y planes de estudio. En este sentido, en la misiva se destacaba la incertidumbre que existía al no saber cuál sería la jerarquía del título que obtendrían al finalizar sus estudios, ya que durante el gobierno peronista nunca se había establecido el alcance y la jerarquía del título de “Ingeniero de Fábrica”. Asimismo, se resaltaba que la denominación “de Fábrica” carecía de sentido en algunas especialidades y, por lo tanto, peticionaban la supresión de dicho agregado. Además, en el documento se afirmaba que la única diferencia fundamental entre la UON y la universidad tradicional era que la enseñanza que existía era mucho más especializada y profunda dentro de cada orientación. En consecuencia, solicitaban que el título profesional que habrían de obtener tuviera la misma categoría que aquellos expedidos por las demás universidades. Por último, los alumnos manifestaron que estaban dispuestos a realizar los cambios pertinentes en los programas de estudio que les permitiera alcanzar el nivel cultural y científico deseado. Así comenzaba el proceso que los estudiantes de la UON denominaron la “lucha por la UTN” (Aristeguieta, 1999, p. 25).

Por otra parte, en el marco de un contexto político atravesado por el regreso del funcionamiento de las universidades bajo las premisas del reformismo –mediante la sanción del decreto-ley 6403/55–, el 14 de junio de 1956 se produjo el primer aniversario de la Reforma Universitaria luego de la caída del peronismo. Aristeguieta señaló que la mayor parte de los postulados de dicha reforma eran compartidos por los estudiantes de la UTN y los reclamaban para su casa de estudios. Asimismo, destacó que el SEN consideraba que no podía estar ausente de esta conmemoración, por lo tanto envió un telegrama a los centros de estudiantes de las distintas regionales para que adhirieran a esta celebración, la invitación encontró apoyo en casi todas las regionales (Aristeguieta, 1999).[16] Este hecho marcó un hito importante en la lucha estudiantil de la UTN, ya que constituyó el reconocimiento de la identificación de los postulados de este movimiento estudiantil con los de la Reforma Universitaria, estableciéndose el primer acercamiento político entre ambos movimientos estudiantiles.

El segundo acercamiento político se produjo en ocasión de la II Convención Nacional de Centros de Estudiantes de Ingeniería de la Federación Universitaria Argentina (FUA), celebrada en la ciudad de La Plata entre los días 7 y 14 de octubre de 1956 (Aristeguieta, 1999).

En forma unánime, las asambleas de las diferentes facultades regionales de la UON acordaron pedir a todos los centros estudiantiles de las facultades de ingeniería del país el apoyo nacional para lograr el: reconocimiento a la existencia de la universidad y de las distintas facultades regionales, cambio de nombre de la Universidad Obrera por el de Universidad Tecnológica, jerarquización de los títulos para que tuvieran “mayor jerarquía” y el mantenimiento del sistema de enseñanza adoptado por la UON (Vilella, 2015, p. 177).

El único centro de estudiantes que impugnó la presencia de los alumnos de la UON fue el de la Facultad de Ingeniería de la UBA, “La Línea Recta”, que señaló que en toda la documentación relacionada con esta convención figuraba la sigla FUA y que este hecho daba la impresión de que el estudiantado tecnológico estaba afiliado a dicho organismo, “cosa que no era cierta, salvo que a partir de ese momento admitiéramos nuestra incorporación a la FUA” (Aristeguieta, 1999, p. 67).

La convención llamó a un cuarto intermedio para discutir la participación de la delegación de la UON. El dictamen elaborado por esta comisión fue aprobado por unanimidad en el plenario y establecía que, a partir de ese momento, todos los despachos de la convención dirían: “II Convención de Centros de Estudiantes de Ingeniería adheridos a la FUA y de Representantes de la UTN”. De este modo, se daba lugar al pedido realizado por “La Línea Recta” y se acordaba también la participación del estudiantado de la UON (Aristeguieta, 1999). En efecto, se permitió la participación de los representantes del estudiantado de la “Universidad Tecnológica” con un solo voto; por ende, los delegados presentes de las distintas facultades regionales tuvieron que agruparse en una sola organización que los representara en ese momento. De esta manera improvisada se constituyó la Federación Universitaria Tecnológica (FUT).  

Finalmente, la convención produjo dos despachos en torno al problema de la UON. El de la minoría solicitaba la anexión de las facultades regionales a las universidades tradicionales, sin ningún tipo de garantía respecto a la preservación del sistema de enseñanza de la institución. El despacho de la mayoría apoyaba el cambio de nombre de la UON y la jerarquización de los títulos que otorgaría; además, señalaba que si las facultades regionales eran anexadas se debería garantizar el sistema pedagógico de la universidad. Se aprobó este último despacho, que estaba en línea con las reivindicaciones del estudiantado de la UTN; en consecuencia, “La Línea Recta” terminó retirando su delegación de la convención.[17] 

La FUT quedó constituida oficialmente en la Asamblea Nacional de Estudiantes de la UTN celebrada el 5 de noviembre de 1956 y allí se organizó una comisión encargada especialmente de estudiar y redactar los anteproyectos de su estatuto.[18] 

El tercer acercamiento entre el movimiento estudiantil “tecnológico” y el reformista se produjo en el marco del conflicto universitario denominado “laica o libre”.[19] Este conflicto había adquirido características insurreccionales y tuvo movilizada a la comunidad de las universidades nacionales reformistas. La disputa se había originado el 23 de diciembre de 1955, cuando a través del decreto-ley 6403/55 se estableció que la iniciativa privada podía crear universidades libres facultadas para expedir diplomas y títulos habilitantes, siempre que se sometieran a las condiciones expuestas por una reglamentación que se dictaría oportunamente. Este artículo nunca fue reglamentado por el gobierno militar de la Revolución Libertadora, que le transfirió el problema al gobierno constitucional de Arturo Frondizi. El principal foco de tensión estaba dado por la existencia de “universidades libres”, privadas y de carácter confesional con capacidad para otorgar títulos habilitantes.[20]

El estudiantado de la UON no fue ajeno a esta confrontación. Al ser consultado sobre la posición oficial del movimiento estudiantil, el primer presidente de la FUT, Juan Leis, recordaba que la federación no tomó ninguna posición oficial porque Frondizi durante su campaña presidencial se había comprometido a apoyar la ley de autonomía de la UTN. Por lo tanto, la organización consideró que participar en dicha disputa podría traer como consecuencia que se frenara el proyecto de ley y, al respecto, Leis sostuvo que fue una decisión táctica. Asimismo, Aristeguieta destacó que las opiniones en torno a la discusión “laica o libre” estaban divididas: unos querían forzar a la junta de estudiantes para que emitiera un comunicado de apoyo a la enseñanza libre, otros se oponían a esa resolución y también hubo quienes no querían intervenir en el conflicto (Aristeguieta, 1999).

Si bien la FUT como tal no tomó posición oficial, lo cierto es que los estudiantes que tenían una postura tomada en torno a esta polarización participaron activamente en las distintas protestas, tal como fue el caso de Leis. En este sentido, el ex estudiante de la Facultad Regional Córdoba Víctor Vilella señaló que una importante manifestación realizada por los opositores a la “enseñanza libre” ocupó la esquina de las avenidas Colón y General Paz (por entonces la Casa de Gobierno provincial), encabezada por centros estudiantiles y universitarios, y que “los medios de prensa testimoniaban la presencia de pancartas de la ‘UTN’, adherida a la misma” (Vilella, 2015, p. 227).

En este contexto, el jueves 25 de septiembre de 1958, la junta estudiantil de la FRBA convocó a una asamblea para tratar el tema y se produjo un debate de tono muy beligerante en torno a este conflicto. Cuando se votó, por abrumadora mayoría ganó la posición de mantenerse al margen y no ocupar los edificios de las facultades (Aristeguieta, 1999). Sin embargo, el bando perdedor, disconforme con lo resuelto, al finalizar la asamblea optó por quedarse en el establecimiento y, una vez retirada la mayor parte de los estudiantes, esta fracción concurrió al Aula Magna, se autoconvocó en una nueva asamblea con 47 estudiantes presentes y decidió –con una mayoría superior a los dos tercios– rever los acuerdos tomados en la instancia anterior (con más de 300 estudiantes) celebrada apenas dos horas antes. De esta manera, quedó aprobada la nueva resolución que establecía la toma de la facultad y en forma inmediata se procedió a la ocupación del establecimiento (Aristeguieta, 1999). Luego de dos días transcurridos desde la toma, el 27 de septiembre de 1958, el juez Ovidio Fernández Alonso concurrió al lugar acompañado por fuerzas policiales de la comisaría 9ª e indicó que desalojaran el edificio. Los estudiantes no acataron esa orden, fueron detenidos siete de ellos y se los procesó por usurpación y desobediencia a la autoridad.[21]

Estos sucesos se desarrollaron al mismo tiempo que otro grupo de estudiantes se encargaba de entrevistar a distintos legisladores para convencerlos de votar a favor del proyecto que confería autonomía a la UTN, lo cual ocurrió finalmente el 28 de septiembre de 1958 cuando el Senado otorgó media sanción a la ley. En referencia a lo acontecido durante esos días, Leis expresó que este hecho buscaba “compensar” la aprobación de la “enseñanza libre”, ya que todos los diputados de Frondizi se habían comprometido a votar en contra de esta última, pero esto finalmente no ocurrió porque “habrían recibido instrucciones por parte del presidente” –a último momento– de votar a favor de la “enseñanza libre”.[22] A pesar de que ninguna de las entidades que nucleaban a los estudiantes tecnológicos expresó abiertamente una posición en torno a este conflicto, las acciones políticas registradas sugieren que un sector importante se inclinó a favor de las posturas sostenidas por los estudiantes reformistas de las universidades nacionales.

Luego de la media sanción de la ley de autonomía de la UTN y del congreso nacional de delegados celebrado los días 4 y 5 de octubre de 1958, en el cual finalmente se aprobaron sus estatutos y se designaron las primeras autoridades,[23] la FUT se consagró como el organismo oficial de representación estudiantil que nuclearía permanentemente al conjunto de los estudiantes tecnológicos; así, se dejaba atrás a la Junta General Provisional de Estudiantes de la UTN (Aristeguieta, 1999). En efecto, este último organismo, surgido al calor de la lucha estudiantil, se limitó solo a cumplir la función de organizar al alumnado en la lucha por la autonomía y la jerarquización de la universidad.

El conflicto de la UTN quedaría saldado el 14 de octubre de 1959, cuando la Cámara de Diputados aprobó el proyecto. Mediante la ley 14855 se estableció que la UON quedaba oficialmente desvinculada de la Comisión Nacional de Aprendizaje y Orientación Profesional (CNAOP) –organismo del cual dependía– y funcionaría dentro del régimen jurídico de autarquía con el nombre de “Universidad Tecnológica Nacional”. De ese modo, se consagraron los anhelos del estudiantado tecnológico.

5. A modo de cierre: la “reformización” del movimiento estudiantil de la UON

La organización política estudiantil FADEUO, que el peronismo instituyó con la finalidad de que fuera la única organización representativa de los estudiantes dentro de la UON, quedó disuelta tras el derrocamiento de Perón. La Revolución Libertadora abrió paso a una nueva vanguardia estudiantil cuya principal preocupación fue la supervivencia de su casa de estudios en un contexto signado por una fuerte ofensiva de los sectores antiperonistas instalados en el poder. Es, en este contexto, que quedó constituida la Junta Provisional de Estudiantes de la Facultad Regional de Buenos Aires. A la conformación de esta entidad se sumaron las nuevas juntas y centros estudiantiles creados en las distintas facultades regionales luego del golpe de Estado. Asimismo, estas organizaciones quedaron nucleadas en la Junta General Provisional de Estudiantes de la UTN, integrada por dos delegados de cada facultad regional y cuyo Secretariado Ejecutivo Nacional estaba a cargo de un presidente y un secretario. Si bien a los estudiantes que formaron parte de la FADEUO no se les prohibió la participación en la Junta, lo cierto es que la defensa de la institución no se realizó sobre la base de la defensa al peronismo, sino más bien todo lo contrario. La nueva entidad estudiantil, lejos de “peronizarse” y convertirse en una organización de la “resistencia peronista”, fue acercándose paulatinamente al movimiento estudiantil reformista. Tres fueron los momentos clave de ese acercamiento. El primero estuvo signado por la identificación con los postulados reformistas y el consecuente saludo a la conmemoración del 38º aniversario de la Reforma, en 1956. El segundo momento se caracteriza por la participación en la II Convención de Centros de Estudiantes de Ingeniería adheridos a la FUA organizado en La Plata, donde participaron por primera vez como “Federación Universitaria Tecnológica” y fueron reconocidos y apoyados en sus reclamos por la mayoría de los centros de estudiantes reformistas de las facultades de Ingeniería del país. El tercer momento estuvo atravesado por el apoyo de un sector del estudiantado tecnológico, a través de acciones focalizadas, al movimiento estudiantil reformista durante el conflicto denominado “laica o libre”.

Esta suerte de “reformización” del movimiento estudiantil tecnológico fue la estrategia política que les permitió a los estudiantes de esta casa de estudios, no solamente sobrevivir a la Revolución Libertadora, sino también obtener la sanción de la ley mediante la cual se legalizó el nombre otorgado por ellos en 1955 y se le confirió autarquía a la institución, poniéndola a la par de las demás universidades nacionales. Asimismo, cabe destacar que la FUT reconoce su origen en el mencionado proceso de “reformización” del estudiantado tecnológico. Esta nueva federación buscó reproducir el formato de las organizaciones estudiantiles reformistas, como por ejemplo, la anteriormente mencionada Federación Universitaria Argentina.

Una de las características particulares a resaltar del proceso analizado es el hecho de que, a diferencia de lo acontecido en el resto de las universidades nacionales, el “antiperonismo” expresado por los estudiantes de la UON luego de la Revolución Libertadora tuvo una menor intensidad: los estudiantes peronistas no fueron expulsados ni perseguidos por sus compañeros y tampoco se les prohibió la participación política, incluso se les permitió seguir estudiando hasta recibirse. Asimismo, no se registra en la UON un proceso de “depuración” de profesores afines al peronismo ni impugnaciones estudiantiles en concursos docentes realizados inmediatamente después del golpe de Estado, tal como menciona Federico Neiburg (1998) para el caso de la UBA.

Si se compara con lo acontecido en otras universidades –tales como el caso de la UBA, la Universidad Nacional de La Plata o la Universidad Nacional de Córdoba, analizadas por Juan Califa (2014), Nayla Pis Diez (2018) y Roberto Ferrero (2008) respectivamente–, el movimiento estudiantil tecnológico no parece haber estado atravesado por un proceso de fragmentación política, caracterizado por el surgimiento de nuevas tendencias y agrupaciones universitarias que expresaban diferentes intereses e ideologías políticas. Más bien todo lo contrario. En este sentido, y luego de la Revolución Libertadora, mientras que al interior de las universidades nacionales mencionadas se observa una marcada fragmentación del estudiantado –producto de la ruptura del “consenso antiperonista” señalado por Pis Diez (2018)– y una acentuada propagación de corrientes estudiantiles, como el trotskismo, el comunismo, el humanismo o el frondicismo entre otras, en el estudiantado de la UON se puede observar un proceso distinto. El movimiento estudiantil tecnológico permaneció ajeno a estas discusiones y buscó aglutinarse en torno a la adhesión a un “reformismo genérico” –que no estaba atravesado por las discusiones presentes en las demás universidades– como estrategia para conseguir sus reivindicaciones. En efecto, mientras que en el resto de las casas de estudio el reformismo parecía atomizarse, en la UON este “reformismo genérico” funcionó como una ideología que cohesionó al movimiento estudiantil en pos de la obtención de la autonomía y la jerarquización de la institución.  

Por último, resta indicar que, si bien existió un breve acercamiento entre este estudiantado y Frondizi quien abiertamente apoyó la autonomía para esa universidad, esta proximidad no se tradujo en una adhesión abierta a su gobierno ni en la consolidación de una agrupación estudiantil frondicista, tal como ocurría en otras universidades. En suma, dentro del estudiantado tecnológico no se registra ningún tipo de discusión relativa a tópicos tales como la Guerra Fría, el antiimperialismo, la reforma agraria o la defensa de las riquezas nacionales, temas que formaron parte del programa del mencionado gobierno y que decantaron tanto en la organización de distintas agrupaciones estudiantiles que adherían a él, como en el posterior desencanto producto de la sanción de la ley Domingorena y de los acuerdos con capitales extranjeros para la explotación del petróleo, entre otras medidas.

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Notas

[1] Cabe destacar que para la redacción de este artículo no se pudieron relevar los diarios de circulación local, los cuales seguramente podrían contribuir con un caudal de información superior al que figura en los diarios nacionales. Asimismo, debe señalarse la distancia histórica existente entre los eventos analizados y los testimonios recogidos. Esta brecha temporal histórica (en este caso, de sesenta años) muchas veces puede conspirar contra la densidad y precisión de los acontecimientos que se busca reconstruir y analizar, entre otras dificultades relevantes.

[2] Congreso de la Nación Argentina (1948, 19 de agosto). Ley 13229. Creación de la Universidad Obrera Nacional (Universidad Tecnológica Nacional) y Cursos de Perfeccionamiento Técnico para Obreros. https://www.argentina.gob.ar/normativa/nacional/ley-13229-295701/texto

[3] La Confederación General del Trabajo es la principal central sindical en Argentina. Fue fundada el 27 de septiembre de 1930 como consecuencia de un acuerdo entre socialistas, sindicalistas revolucionarios, comunistas e independientes para generar una estructura sindical unitaria y plural. Cuando Perón fue encarcelado en octubre de 1945, la CGT convocó a un paro general para el 18 de ese mes. Un día antes, el 17 de octubre de 1945, una importante manifestación popular en Plaza de Mayo logró su liberación y el llamado a elecciones democráticas. El sindicalismo organizó el Partido Laborista, que resultó decisivo para la victoria de Perón en los comicios presidenciales. Una vez en el poder, el mandatario unificó al conjunto de los partidos políticos que lo apoyaron –incluido el Laborista– y constituyó el Partido Peronista. Desde ese momento, la CGT se convirtió en “la columna vertebral” del movimiento peronista (Little, 1979).

[4] Ministerio de Educación de la Nación. Comisión Nacional de Aprendizaje y Orientación Profesional. (1953).Revista de la Universidad Obrera Nacional, p. 26. Hemeroteca de la Facultad de Derecho y Ciencias Jurídicas de la Universidad Nacional de La Plata, La Plata, Argentina.

[5] Ese crimen de lesa patria se convirtió en un asunto de Estado que el gobierno tomó muy en serio. El poder trataba de manejar la indignación pública volcándola contra ese “acto incalificable” que debía demostrar en principio que los católicos, como antes los radicales, los conservadores o los comunistas, eran agentes de la antipatria. Pero era un procedimiento grosero que no convenció a una opinión pública cansada de esas comedias. El Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas llevó a cabo una investigación y el 10 de julio comunicó al presidente que “la orden de quemar la enseña patria” emanó de la Policía Federal. Los culpables eran, pues, el ministro del Interior y el jefe de la Policía, quienes acababan de renunciar. De todas maneras, el asunto deterioró la imagen y quitó apoyo, particularmente en el Ejército, a un régimen que parecía haber perdido la serenidad. La Argentina avanzaba a pasos agigantados hacia un enfrentamiento violento (Rouquié, 1986, p. 107).

[6] Harry Ingham, alumno de la Universidad Obrera Nacional entre los años 1955 y 1957. Entrevista realizada por el autor el 19 de mayo de 2016 en la Cuidad Autónoma de Buenos Aires.

[7] La posición política de Harry Ingham en torno a qué actitud tomar frente al estudiantado peronista en este contexto, guarda mucha similitud con aquella sostenida por los militantes del Partido Comunista Argentino en la Universidad de Buenos Aires (UBA), quienes respaldaron al sector menos liberal del gobierno, es decir, aquel representado por Eduardo Lonardi (Califa, 2014).

[8] Un alumno entrevistado en 1956 por la revista Mundo Argentino destacó que, una vez levantado el toque de queda, tomaron las dependencias de la FRBA y que “les pedimos a los profesores que siguieran dictando los cursos… Nosotros mismos pasamos lista, barrimos los pisos, limpiamos las aulas y organizamos el pago de jornales a los empleados (la caja de caudales tenía $ 25.000), aunque éstos no concurrían a sus trabajos específicos. Las autoridades militares de la zona y de la comisaria nos felicitaron por la disciplina demostrada”. Mundo Argentino, 8 de agosto de 1956, p. 13. Hemeroteca de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.

[9] La renuncia de Pezzano como vicerrector de la UON fue aceptada por el rectorado el 18 de abril de 1955, a través de la Resolución 91 de la UON, es decir, algunos meses antes del golpe de Estado.

[10] En la Universidad Obrera Nacional (28 de septiembre de 1955). La Nación, p. 7. Hemeroteca de la Universidad Nacional de La Plata, Buenos Aires, Argentina.

[11] Alfonso Silvia, egresado de la Universidad Tecnológica Nacional Facultad Regional Avellaneda, integró la primera colación de egresados de dicha universidad. Entrevista realizada por el autor el 19 de julio de 2016 en la ciudad de Avellaneda, Buenos Aires.

[12] En la Facultad Regional de la Universidad Obrera (4 de octubre de 1955). La Nación, p. 4.

[13] Alumnos tomaron posesión de la Universidad Obrera (5 de octubre de 1955). La Nación, p. 5.

[14] Ocuparon los alumnos la Universidad Obrera (6 de octubre de 1955). La Nación, p. 7.

[15] Asumirá hoy el nuevo rector de la Universidad Obrera Nacional (17 de octubre de 1955). La Nación, p. 2.

[16] La provincia de Córdoba fue la única excepción (Aristeguieta, 1999).

[17] Con respecto a este punto, el primer presidente de la FUT destacó que “con La Línea Recta teníamos vínculos pero que no eran muy profundos, digamos. Había voces a favor y voces en contra. Es lo que yo recuerdo; que ni eran opositores extremos ni tampoco teníamos adherentes muy convencidos”. Juan Leis, alumno de la Universidad Obrera Nacional Facultad Regional Avellaneda entre 1956 y 1959 y primer presidente de la FUT en 1958. Entrevista realizada por el autor el 23 de agosto de 2017 en la ciudad de Avellaneda, Buenos Aires.

[18] Reseña histórica de la Federación Universitaria Tecnológica y su importancia como entidad federativa. Boletín de la Federación Universitaria Tecnológica (1963). Universidad Tecnológica Nacional, Buenos Aires, Argentina.

[19] En relación con este conflicto, existen diversos trabajos que tratan ese tema: Horacio Sanguinetti (1974), José Zanca (2006), Juan Califa (2014) y Nayla Pis Diez (2016, 2018).

[20] Durante el gobierno de la Revolución Libertadora, el conflicto “laica o libre” alcanzó su punto máximo de confrontación en los meses de abril y mayo de 1956, de manera paralela con las iniciativas del estudiantado de la UON/UTN para evitar el cierre de su universidad y jerarquizarla. Sin embargo, ninguno de los entrevistados mencionó estos sucesos que terminaron con la renuncia del ministro de Educación Atilio Dell’Oro Maini.

[21] En la Universidad Tecnológica (28 de septiembre de 1958). La Nación, p. 4.

[22] El conflicto entre “laica o libre” finalmente tuvo su desenlace parlamentario con la sanción de la denominada ley Domingorena el 30 de septiembre de 1958 y promulgada el 17 de octubre de ese año. El trámite parlamentario se inició con un proyecto despachado por la mayoría de la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados, el texto fue discutido y aprobado por mayoría simple (más del 51% de los votos presentes) los días 24 y 25 de septiembre de 1958. Mientras que el Senado lo aprobó también por mayoría simple con modificaciones el 28 de septiembre, aunque esos cambios fueron análogamente rechazadas por la Cámara de Diputados por nueva mayoría simple. Entonces, el Senado insistió y alcanzó los dos tercios (30 de septiembre de 1958), proporción de votos que no pudo conseguir la Cámara de Diputados para rechazar las modificaciones introducidas (que garantizaban la libertad de enseñanza universitaria). De esta manera curiosa quedó sancionada la ley 14557/58, con la oposición expresada dos veces de la Cámara de Diputados, que, casi por dos tercios de sus miembros, se oponía a que la iniciativa privada pudiera fundar universidades (Giménez Rebora, 1999).

[23] En este congreso se designó al Centro de Estudiantes de la Facultad Regional Avellaneda para que nombrara a las primeras autoridades de la federación, responsabilidad que recayó en: Juan Leis presidente, Alberto Barala secretario general, Oscar Pereyra secretario de Actas y Héctor Caminada como secretario de Hacienda (Aristeguieta, 1999, p. 132).