ARTÍCULOS

El peronismo mendocino de cara a las elecciones de 19731

Patricia E. Olguín2

Resumen: El retorno a las urnas y el triunfo electoral del peronismo en 1973 clausuraron una etapa marcada por una profunda crisis de legitimidad que había sido abierta por el derrocamiento de Perón en 1955. La reorganización política del “movimiento” en la proscripción, en la provincia de Mendoza exhibió una intermitente tensión entre quienes adherían al peronismo “verticalista” y un grupo de dirigentes que creó partidos llamados “neoperonistas”, cuyo ascenso encontró un límite en las elecciones a gobernador y vicegobernador de 1966. La rehabilitación de la actividad política en 1971 reavivó las rencillas internas entre las distintas fracciones peronistas para obtener un lugar en las candidaturas en vistas del proceso electoral de 1973. La unificación de algunos sectores no terminó con los conflictos intrapartidarios luego de la victoria en las urnas, los cuales salieron a la superficie apenas iniciado el gobierno de Alberto Martínez Baca. El propósito de este trabajo es analizar el proceso de descomposición que sufrió el peronismo mendocino luego del derrocamiento de Perón en 1955, su posterior reorganización de cara a las elecciones generales de 1973 y el resultado de los comicios.

Palabras clave: Peronismo; Mendoza; Elecciones; Partidos neoperonistas.

Peronism of Mendoza in 1973 elections

Abstract: Return to the polls and electoral triumph of Peronism in 1973 closed a stage characterized by a deep legitimacy crisis, which had been opened with Perón overthrow in 1955. The political reorganization of the “movement” in the province of Mendoza showed an intermittent tension between those who adhered to the “verticalist peronism” and a group of leaders who built new political parties called “neo-Peronist”, whose rise found an end in 1966 gubernatorial elections. Rehabilitation of political activity in 1971 revived the internal fighting among the various Peronist factions, looking for a place in the nominations process for the 1973 elections. Despite the unification of some sectors, the conflict within the party did not end after the victory at the polls, but surfaced soon after the start of the Government of Alberto Martinez Baca. The purpose of this paper is to analyze the decomposition process that Peronism of Mendoza suffered after the overthrow of Perón in 1955, its subsequent reorganization to face the general elections of 1973 and the results of the elections.

Key words: Peronism; Mendoza; Elections; Neo-peronist parties.

El peronismo mendocino de cara a las elecciones de 1973

El retorno del peronismo al poder en 1973 clausuró una etapa marcada por una profunda crisis de legitimidad y de reconocimiento mutuo entre los actores políticos, que había sido abierta en 1955 por el derrocamiento de Perón, en manos de un grupo de militares de la autodenominada “Revolución Libertadora” (Amaral, 1997, p. 327). Durante casi dieciocho años, “la proscripción del peronismo, y con él la de los trabajadores, definió una escena política ficticia, ilegítima y constitutivamente inestable, que abrió el camino a la puja no resuelta entre las grandes pujas corporativas” (Romero, 2007, p. 136). Así, además de los actores políticos, las Fuerzas Armadas, la Iglesia Católica, los grupos armados y el sindicalismo -que constituyó la principal expresión del partido en la proscripción- tuvieron un rol protagónico.3
La reorganización política del “movimiento” en la proscripción exhibió una intermitente tensión entre quienes adherían al peronismo “verticalista”, que respondía a las órdenes de los delegados designados por Perón, y un grupo de dirigentes que aceptaba la conducción del líder pero rechazaba las decisiones centralistas de sus emisarios y el voto en blanco, con la intención de participar activamente de las contiendas electorales. El proceso en Mendoza, si bien tuvo características similares a lo ocurrido en el resto del país, mostró particularidades vinculadas a la debilidad del aparato sindical y a la relevancia que adquirieron algunos liderazgos que impactaron sobre la escena política nacional. Así, la provincia se convirtió en uno de los principales bastiones del llamado “neoperonismo”. El ascenso del Movimiento Popular Mendocino (en adelante MPM), liderado por Alberto Serú García, alcanzó un límite en las elecciones para cubrir los cargos de gobernador y vicegobernador en 1966, donde la intervención de Isabel Perón implicó un duro golpe para el vandorismo y terminó con uno de los intentos más serios de establecer un “peronismo sin Perón”.
La rehabilitación de la actividad política en 1971 y la posibilidad del levantamiento de la proscripción al Partido Justicialista y al propio Perón reavivaron las rencillas internas entre las distintas fracciones peronistas para obtener un lugar en las candidaturas, en vistas del proceso electoral de 1973. La unificación de algunos sectores, que no incluyó al MPM, no terminó con los conflictos intrapartidarios, los cuales salieron a la superficie apenas iniciado el nuevo gobierno constitucional. En efecto, el peronismo mendocino proporcionó uno de los ejemplos más conspicuos de las batallas que se libraron en el interior del movimiento por el control de la administración estatal, al utilizar como mecanismo para la resolución de sus conflictos el inicio de un juicio político al gobernador Alberto Martínez Baca, en el marco de la embestida del gobierno nacional contra la izquierda revolucionaria.
El propósito de este trabajo es analizar el proceso de descomposición que sufrió el peronismo mendocino luego del derrocamiento de Perón en 1955, su posterior reorganización de cara a las elecciones generales de 1973 y el resultado de los comicios electorales. En este sentido, se intentará responder las siguientes preguntas: ¿Qué grupos políticos participaron de las disputas por el control de las estructuras partidarias y la atracción del electorado durante el exilio de Perón? ¿Quiénes asumieron la conducción del movimiento en la provincia? ¿Cuáles fueron los factores que explicaron el ascenso del neoperonismo en Mendoza y su posterior fracaso? ¿De qué manera el proceso mediante el cual se resolvieron las candidaturas impactaría en el tercer gobierno peronista?
La literatura académica sobre las particularidades que adquirió el fenómeno peronista en las provincias ha producido importantes avances en los últimos años. Los estudios que han explorado los orígenes del peronismo en el interior del país han abordado las identidades políticas, la conformación de las élites dirigentes, las estructuras sociales y las experiencias partidarias, entre otros aspectos, con atención a múltiples tradiciones y a las especificidades de los diferentes contextos (Tcach, 1991; Macor e Iglesias, 1997; Macor y Tcach, 2003; Aelo, 2010). No obstante, contamos con menos indagaciones sobre el peronismo en tiempos de proscripción y su tercer gobierno constitucional, abocadas generalmente en el escenario nacional, al estudio de las organizaciones armadas (Gillespie, 1987; Pozzi y Schneider, 2000; Altamirano, 2001; Lanusse, 2005), de la protesta social (Gordillo, 1999; Brennan, 1996; Tortti, 1999) y del sindicalismo y la política (De Riz, 2000; Ollier, 2006; Melon Pirro, 2009). La historiografía sobre el peronismo en Mendoza es todavía escasa aunque algunas contribuciones recientes resultan alentadoras. Las investigaciones sobre los orígenes del primer peronismo han explorado la experiencia formativa del Partido Peronista en la provincia (1946-1949) y temas más específicos, como los discursos políticos del gobierno de Blas Brisoli (Garzón Rogé, 2010 y 2012; 2013). Los estudios sobre el período 1955-1973 se han concentrado en revisar los principales hechos que caracterizaron este tiempo de “utopía y resistencia” en la historia de Mendoza, y han puesto el acento en los conflictos políticos y su expresión en la educación, la relación con la Iglesia Católica y las obras públicas (Lacoste, 2004), han examinado el reacomodamiento de los partidos políticos (Lacoste y Moyano, 2001), las contiendas electorales y los conflictos internos de las fracciones peronistas, de los sindicatos, de la Juventud Peronista (JP), de los grupos armados y del Movimiento Sacerdotes para el Tercer Mundo (Álvarez, 2007; 2008). El gobierno de Alberto Martínez Baca (1973-1974), por su parte, ha sido objeto, además de algunos trabajos de divulgación masiva (Micale, 2004), de exploraciones recientes sobre la modalidad que exhibieron las divisiones internas del peronismo, el desarrollo del juicio político al gobernador y la posterior intervención federal a la provincia (Mellado, 2009). Asimismo, el tercer gobierno peronista fue analizado desde una perspectiva que explora las configuraciones políticas y partidarias de los escenarios provinciales, que fueron intervenidos por el gobierno central en el período 1973-1976 -Formosa, Córdoba, Mendoza, Santa Cruz y Salta-, focalizando en su estructura y su dinámica endógena y en su articulación con el escenario político nacional (Servetto, 2010).
Las fuentes que han nutrido esta investigación consistieron, principalmente, en diarios y revistas locales. La consulta de la revista política Claves para interpretar los hechos (en adelante revista Claves) resultó particularmente fecunda. Esta publicación, fundada en Mendoza el 26 de junio de 1970 y editada por un grupo de periodistas asociados entre 1970 y 1974 en forma quincenal, según se consigna en su primer número, luchó por la rehabilitación de los partidos políticos e intentó brindar un espacio de discusión “independiente” que colaborara con el retorno de la democracia.4 La política local, que fue la temática que concentró la mayor atención de sus directores y de sus jefes de redacción,5 fue extensamente abordada a partir de la reorganización de los partidos para enfrentar el proceso electoral de 1973, entre otros recursos, a través de una multiplicidad de entrevistas realizadas a los principales referentes políticos del momento.
La exposición del trabajo se organiza en tres partes. La primera, analiza el peronismo en el escenario político provincial entre 1955 y 1971, con la mirada en el proceso de descomposición del movimiento que favoreció el surgimiento y el ascenso de los partidos neoperonistas y en las causas de su posterior fracaso. La segunda, estudia las divisiones internas y las alianzas estratégicas de los sectores peronistas en vistas del proceso electoral de 1973, con especial interés en la definición de las candidaturas. Y, la tercera, examina los resultados de los comicios y focaliza en los elementos que anticiparon un escenario de conflicto en el interior del partido gobernante. Por último, se presentan algunas reflexiones a modo de conclusión.

La reorganización del movimiento peronista mendocino luego de la caída de Perón en 1955

El proceso de disgregación interno que sufrió el peronismo luego de la exclusión de Perón y del Partido Peronista de la actividad política, colocó nuevamente a radicales y conservadores en el centro del escenario político provincial, quienes, sin embargo, no habían estado del todo ausentes durante la década peronista. En efecto, el origen del peronismo en Mendoza estuvo ligado a la debilidad de la clase de la obrera, por el menor grado de sindicalización de la agroindustria vitivinícola -principal actividad generadora de riqueza de la economía mendocina- y al peso de las fuerzas políticas más influyentes en las décadas anteriores, especialmente del radicalismo yrigoyenista.6 El peronismo mendocino, que en sus inicios mostró disidencias entre fracciones heterogéneas provenientes del Partido Laborista y de la Unión Cívica Radical Junta Renovadora, se alineó a la conducción nacional, fruto del creciente verticalismo cultivado por Perón.7 Los sectores radicales unionistas y demócratas, que habían engrosado desde temprano la oposición política de los gobiernos peronistas (1946-1955), contribuyeron a conformar el amplio “arco antiperonista” (Spinelli, 2005, pp. 54-56), el cual se condensaría favoreciendo el aglutinamiento de los distintos sectores durante el conflicto con la Iglesia Católica que derivaría en el derrocamiento de Perón (Caimari, 1997, pp. 311, 318-320).8
La “Revolución Libertadora” reconoció entonces como fuerzas políticas legítimas en Mendoza a la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI) y al Partido Demócrata (PD) y les cedió el control del poder, como permite advertir la conformación del Poder Ejecutivo provincial (ver Cuadro n°1* del Apéndice). 9 Así, entre 1955 y 1966, la alianza “intermitente” entre estos dos partidos -con las interrupciones de las intervenciones federales-, que habían gobernado la provincia desde la aplicación de la Ley Sáenz Peña y hasta la revolución militar de 1943,10 se evidenció en el desempeño de las principales funciones de gobierno (Lacoste, 2004, p. 342).
Los peronistas, en un contexto de persecución que frecuentemente incluyó procesos investigativos y el encarcelamiento de sus principales referentes, expresaron su oposición al régimen militar.11 La “resistencia” en Mendoza, al igual que en el resto del país, no contó con una organización. Por un lado, se encontraba la dirigencia política y gremial que propició una acción pacífica a través de la publicación de periódicos12 y de panfletos, la realización de reuniones clandestinas y la creación de partidos alternativos. Y, por otro, se ubicaba una fracción más radicalizada, de origen obrero, que propiciaba el ejercicio de la violencia pero que actuaba sin dirección unificada y mostraba escasa efectividad (Álvarez, 2007, pp. 62-63).
La resistencia encauzada por carriles políticos estuvo a cargo de los grupos más leales a la conducción del líder, vinculados al peronismo tradicional o “verticalista”, que continuaron dentro de la estructura del movimiento o del Partido Justicialista (PJ) -creado en 1964-, en tanto que otros grupos fundaron sus propios partidos y, con frecuencia, se rebelaron a la conducción partidaria. Estos nuevos partidos fueron creados por dirigentes de larga trayectoria en el “peronismo clásico”, buscaron ganar cierta autonomía respecto a los delegados del poder central, y propiciaron la toma de decisiones en relación con las candidaturas “de abajo hacia arriba”. Surgieron así diversas agrupaciones locales, entre las cuales se destacaron el Partido Laborista (PL) (1956) presidido por José Javier Zuloaga, la Unión Popular (UP) (1957) –ya existente en Buenos Aires-13, liderada por Arturo Ruiz Villanueva, el Partido Blanco (PB) (1957) encabezado por Enrique Mariano Cherubini e integrado por Ernesto Corvalán Nanclares, Tres Banderas (TB) (1961) bajo la presidencia de Alberto Serú García y el Movimiento Popular Mendocino (MPM) (1963)14, surgido de la fusión entre los dos últimos luego del éxito obtenido en los comicios de 1963. TB y el MPM cobraron trascendencia nacional al inspirar fuerzas políticas similares en otras provincias, el primero en Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe, y el segundo, en Neuquén y Salta, entre otras.
Los partidos “neoperonistas” ganaron un importante terreno en la arena política mendocina, especialmente en los comicios que se desarrollaron entre 1961 y 1965, y llegaron a desafiar el liderazgo de Perón. Así, mientras en las elecciones desarrolladas entre 1957 y 1960 los nuevos partidos mayoritariamente acataron la orden de Perón de votar en blanco, en las realizadas entre 1961 y 1966 los más influyentes se presentaron con candidatos propios. El posicionamiento del peronismo “verticalista” y de las fracciones peronistas en cada uno de los procesos electorales que se llevaron a cabo entre 1957 y 1966, se presenta en el siguiente cuadro.

Cuadro n° 1: Posicionamiento de los partidos políticos en las elecciones desarrolladas entre 1957 y 1966 en Mendoza.

En el Cuadro nº 1 se observa que en las elecciones de convencionales constituyentes de 1957, en las elecciones generales de 1958 y en las legislativas y municipales de 1959 y de 1960, los votos peronistas se dirigieron al voto en blanco y a la UCRI15, tal como había sido ordenado por Perón unos días antes de cada comicio. Sólo el PL en 1957, el Partido de los Trabajadores y la UP en 1958 presentaron fórmula propia (Álvarez, 2007, pp. 70-71, 74-75).
Sin embargo, el desgaste sufrido por los seguidores peronistas, a causa del incumplimiento por parte de Frondizi del acuerdo preelectoral realizado con Perón, de la percepción de la mala administración del gobernador Ernesto Uelschi (1958-1961) que condujo a la UCRI a seis derrotas consecutivas (Lacoste, 2004, p. 345), de los enfrentamientos en el interior del peronismo que ocasionaron una continua pérdida de dirigentes y del vaciamiento de sentido del voto en blanco, habría estado estrechamente vinculado al debilitamiento de la capacidad del líder exiliado para dirigir la masa de votantes. Esto último se tradujo en la pérdida de posicionamiento relativo del voto en blanco peronista en las elecciones de 1959 y de 1960, a pesar de que todos los sectores se habían alineado (sólo el PL presentó candidatos propios). De esta forma, el voto en blanco se ubicó en el segundo y en el tercer puesto, detrás del PD que ocuparía la posición de liderazgo dejada por la UCRI.
Esta situación fue percibida por dos lúcidos dirigentes “neoperonistas”, Alberto Serú García, presidente del recientemente creado partido TB, y Ernesto Corvalán Nanclares, dirigente del PB, presidido por Ítalo Cremaschi. Por ello, en las elecciones gubernativas, legislativas y municipales de 1961, TB desobedeció la orden de Perón de votar en blanco y decidió presentar candidatos propios, con el apoyo del PL. Sorpresivamente, se posicionó en 3° y 4° lugar, superando al peronismo “verticalista” que se expresó a través del voto en blanco.
En las elecciones legislativas de 1962 y en las generales de 1963, a pesar de los intentos de unificación llevados adelante para formar un solo frente16 en el cual confluyeran todos los sectores, TB y el PB se presentaron por separado. Las disputas por el ascenso de posiciones políticas salieron a la luz en 1962, por medio del rechazo del partido TB al apoyo brindado por el Consejo Superior del Justicialismo al PB para que impusiera la sigla que identificaría al frente. Serú García entendía que la unificación del peronismo se había iniciado gracias al partido que él presidía por la performance obtenida en las elecciones de 1961 y que, por lo tanto, correspondía que TB fuera la sigla utilizada. Finalmente, el peronismo apoyó a Corvalán Nanclares y ordenó votar al PB en 1962, mientras que en 1963 retornó a la estrategia de repudio a su exclusión de la actividad política a través del voto en blanco (Álvarez, 2007, p. 109). Sin embargo, los partidos “neoperonistas” volvieron a superarlo. El partido TB se ubicó en el 2° puesto en los comicios de 1962 y en el 3° en los de 1963, mientras el PB alcanzó el 3° y 4° lugar, respectivamente. Además, lograron representación en el Congreso Nacional.17
Los resultados de los comicios pusieron en evidencia que TB y el PB juntos superaron en votos al PD, principal fuerza política de la provincia desde 1959, luego del fracaso de la gestión de gobierno de la UCRI. En consecuencia, poco después de las elecciones, TB y el PB se fusionaron en el MPM. Años después, Serú García recordó que TB “sacó muchos más votos que el Partido Blanco….y fue así que propuse la unidad creando el MPM”.18 Serú García y Corvalán Nanclares justificaron su decisión al expresar que ambas agrupaciones perseguían los mismos objetivos: independencia económica, soberanía política y justicia social. El PJ también emprendió su reorganización para unificar a todos los sectores y formó en San Rafael el Movimiento Justicialista de Mendoza. Sus promotores fueron Alberto Martínez Baca, Miguel Allende, Chafi Félix y Guillermo Catalán (Álvarez, 2007, pp. 121-130).
Las elecciones legislativas y constituyentes de 1965 tuvieron importantes consecuencias políticas para el futuro del MPM. Por primera vez en diez años el PJ participó de elecciones abiertas, aunque la proscripción no fue levantada a nivel nacional. En Mendoza, el peronismo se presentó a las urnas dividido en tres -PJ, UP y MPM- pero el MPM se constituyó en la segunda fuerza política y logró una banca en la Cámara de Diputados de la Nación.19 Esta situación implicó, por una parte, que el partido “neoperonista” era capaz de disputarle la masa de votantes al PJ y, por otra, que si los tres partidos se unificaban superarían en votos al tradicional PD. Frente a estas posibilidades, la reacción de demócratas y radicales fue enérgica. Para impedir el triunfo peronista en las elecciones gubernativas de 1966 acordaron declarar soberana a la Convención Constituyente, a fin de reformar el artículo 120 y establecer así la elección indirecta de gobernador y de vicegobernador.20 El 1° de diciembre de 1965 lograron la reforma (Álvarez, 2007, pp. 147-148; Egües, 2008).
Las elecciones gubernativas y legislativas de 1966 dieron cuenta del enfrentamiento en el PJ, que representaba a los sectores ortodoxos que respondían a Isabel -enviada a la Argentina por Perón- y al MPM, apoyado por el vandorismo (De Riz, 2000; James, 1990). El origen de esta relación fue expresada de la siguiente manera por Serú García:

“Ellos [el grupo de Vandor] habían venido en más de una ocasión a Mendoza, a enfrentar al partido Tres Banderas, pero a partir de la elección del 14 de marzo de 1965, donde obtuvimos muchos votos en el Movimiento Popular Mendocino, entramos segundos a muy pocos votos de diferencia de los Conservadores, y ganándole por mucha diferencia al radicalismo. Entonces a partir de ese momento hicimos un acuerdo, coincidimos con el grupo de Vandor, con los compañeros de las 62 organizaciones, y se incorporaron a la Cámara de Diputados muchos diputados peronistas que habían cambiado de enfoque y habían resuelto, del 63 al 65, concurrir a elecciones”.21

La provincia se convirtió en un campo de batalla donde las disputas por el ascenso de posiciones políticas y la ocupación de cargos en la administración pública se dirimieron a favor de la conducción “verticalista” de Perón. En definitiva, “lo que estaba en juego era el control de las masas populares peronistas” (Lacoste, 2004, p. 348). En efecto, los nuevos intentos de reunificación del peronismo se diluyeron con el conflicto desatado en la interna partidaria entre Corvalán Nanclares, candidato del justicialismo a la gobernación de la provincia, y Serú García, candidato del MPM para el mismo cargo, quienes finalmente se presentaron por separado. Así lo explicó Serú García:

“Lamentablemente, el doctor Corvalán se alejó del partido y en esas condiciones fuimos a las elecciones de abril de 1966 con el apoyo de la CGT nacional, que conducía el gremialismo vandorista con el apoyo del sindicalismo mendocino y de las 62 Organizaciones mendocinas y nacionales. También tuvimos el apoyo del MID (frondicista), que lo hizo con una gran solicitada en Los Andes” .22

Existe un consenso entre los actores políticos de la época sobre la importancia decisiva que tuvo en los resultados de la elección la presencia de Isabel en el cierre de campaña de Corvalán Nanclares y el mensaje de Perón transmitido por LV10 Radio de Cuyo –propiedad del presidente de la UCRP, Leopoldo Suárez-, donde el “viejo caudillo” embistió contra los “neoperonistas” y llamó a sus seguidores a votar por el justicialismo. Si bien el MPM también recibió personalidades en su campaña, entre las que se encontraba Augusto Vandor, las palabras de Perón habrían contribuido a definir la contienda.
De este modo, para Serú García con la “gran conmoción política por la llegada nada menos que de la esposa de nuestro líder, el resultado de la elección terminó favoreciendo a los conservadores y los demócratas, que además habían pactado para ganarnos en el Colegio Electoral”.23 El mismo Francisco Gabrielli, candidato a gobernador por el PD, admitió: “sí aquí en Mendoza yo gané porque el peronismo fue dividido, con Corvalán Nanclares y Serú García por el peronismo….peronismo sin Perón”.24 De este modo, la división del peronismo habría favorecido el triunfo del PD y el derrumbe del MPM, que sólo alcanzó el 4° lugar, detrás del 2° puesto obtenido por el PJ. No obstante, los candidatos electos no llegaron a asumir en sus funciones. Un golpe de Estado, cuyos autores habían llegado al poder para conducir el paso “del antiperonismo a la antipolítica” (Tcach, 2007, p. 49), derrocó al presidente Arturo Illia. La prescindencia de la política instaurada por la “Revolución Argentina”, que suprimió los partidos y los canales de representación institucional (De Riz, 2000, p. 183), provocó el alejamiento de radicales y demócratas de los cargos de mayor jerarquía -que fueron asignados a militares-, dejándoles los de carácter técnico para dotar de continuidad a la gestión pública. El peronismo, en cambio, emprendió su reorganización en la clandestinidad y dejó fuera a los dirigentes neoperonistas. La correspondencia que el general retirado Horacio Farmache, designado delegado del Movimiento Nacional Justicialista en Mendoza, recibía de Perón exhortaba a desgastar al enemigo con una resistencia “elástica”, con miles de pequeños combates todos los días, con organización, conducción apropiada y descentralización, frente a la existencia de demasiados dirigentes con ambiciones personales y a la necesidad de incorporar a la juventud en el movimiento.25 Más aún, los cruces que publicó la prensa local en marzo de 1970 entre el delegado del movimiento y Corvalán Nanclares, a causa de las declaraciones de este último en las que reivindicaba a los partidos “neoperonistas”, terminaron con su expulsión del justicialismo por “inconducta política”, medida que fue aprobada por Perón (Álvarez, 2007, pp. 171-174).
El justicialismo cuestionó el nombramiento de Francisco Gabrielli como interventor federal en 1970, por decisión del gobierno del presidente Roberto M. Levingston. La designación de Gabrielli formó parte de los intentos de la cúpula militar por reunir políticos con cierta capacidad y atractivo personal para producir aperturas y convocar a la participación de diferentes sectores, y así construir cierto consenso civil y continuar con la “revolución” (Ollier, 2006, p. 85). En efecto, el dirigente demócrata era considerado un “gobernador natural”. Este hecho constituyó una importante diferencia en relación con otras provincias, donde el neoperonismo fue un vehículo para que sus dirigentes alcanzaran esa categoría, como ocurrió con Sapag en Neuquén (Favaro, 1999; Favaro y Iuorno, 1999), o para desempeñarse como funcionarios de los gobiernos de la “Revolución Argentina”, como fue el caso de Ruperto Godoy, quien llegó a ser ministro de Levingston (Arias y García Heras, 1993, pp. 116-117). La fuerza política liderada por Perón desde el exilio también denunció la participación de ex dirigentes del MPM en el gobierno militar.26
En un clima de radicalización política, “Mendoza, al igual que otros centros urbanos del país como Córdoba y Rosario, experimentó fenómenos de protesta social y movilización política con altos grados de violencia” (Mellado, 2009, p. 127). La revuelta social contra el gobierno militar que se desencadenó con el aumento de la tarifa de la luz en abril de 1972, conocida como el “Mendozazo”, precipitó la renuncia de Gabrielli. Si bien tuvo similitudes con el “Cordobazo”, que a fines de mayo de 1969 había inaugurado una ola de movilización social (Brennan, 1996), también exhibió algunas diferencias basadas, entre otros aspectos, en la composición social de quienes se movilizaron. Mientras en el primer caso fue mayoritaria la participación del gremio docente, en el segundo sobresalió la representación obrera y la universitaria (Mellado, 2009, pp. 127-128).
El fracaso de los gobiernos de la “Revolución Argentina” en el cumplimiento de sus objetivos de pacificar y de modernizar al país (De Riz, 2000, p. 35), llevó a las Fuerzas Armadas a negociar una salida electoral con las fuerzas políticas y sociales y con el propio Perón. Así, en marzo de 1971, el presidente Agustín Lanusse dispuso el restablecimiento de la actividad política partidaria y la convocatoria a elecciones generales, subordinadas a un Gran Acuerdo Nacional que había estado negociando con los dirigentes de “La Hora del Pueblo”. Con la mayor injerencia de los partidos en el gobierno de cara a las elecciones generales de 1973, algunos de los políticos más influyentes del PD volvieron a cobrar protagonismo (Lacoste, 2004, pp. 342, 351) (ver Cuadro n°1 ** del Apéndice). Finalmente, el 1° de abril, el ministro del Interior, Arturo Mor Roig, anunció el fin de cinco años de proscripción (Gordillo, 1999; Tortti, 1999 y Altamirano, 2001).

Divisiones y alianzas estratégicas en vistas del proceso electoral de 1973

Con el renacer de la actividad política en el país, en un marco de escepticismo, el PJ intentó aunar fuerzas para enfrentar el proceso electoral. Carlos Evans, dirigente del peronismo histórico y ex gobernador de Mendoza, reemplazó a Pedro Cámpora, hermano de Héctor, como delegado del Movimiento Nacional Justicialista en Mendoza y promovió en la provincia “La Hora del Pueblo”. Esta iniciativa se concretó en julio de 1971 y quedó integrada por Evans, Alfredo Mosso, presidente de la UCRP, Juan José Ruiz Garasino, secretario general del Partido Demócrata Progresista y Federico Monfort, secretario general del Partido Socialista Argentino (Álvarez, 2007, pp. 178-179).
Una pregunta recurrente apareció entonces en las páginas de la revista Claves: “¿Cómo hará el justicialismo para unir su rompecabezas?” Evans convocó a todos los sectores, con excepción de los “neoperonistas”, para lograr la unidad del partido en Mendoza. A fines de 1971, luego de que Héctor Cámpora sustituyera a Paladino como delegado de Perón a nivel nacional y confirmara a Evans en sus funciones, surgieron nuevas líneas internas para las elecciones partidarias del 7 de mayo de 1972. Estas eran: el ateneo “De pie junto a Perón”, orientado por Ernesto Corvalán Nanclares -reincorporado al justicialismo- y Aliberto César, “Leales a Perón”, línea ortodoxa y revolucionaria encabezada por Manuel Castelló y la línea que respondía a Horacio Farmache, figura destacada del movimiento obrero que ingresó al Consejo Superior del Justicialismo en 1972. A pesar de los esfuerzos de Evans y de Cámpora por lograr una lista única, se presentaron tres: la oficial, Unidad, Solidaridad y Organización (identificada con el color verde), cuyo candidato a secretario general era Pedro Cámpora, el ateneo “De pie junto a Perón” (de color blanco) que proponía a Alberto César y Unidad y Acción, Línea Ortodoxa y Revolucionaria (de color celeste), cuyo candidato era Manuel Castelló. Evans, que apoyaba la lista verde, renunció por las divisiones internas. Finalmente, en las elecciones participaron las listas verde y blanca, se impuso la primera y Pedro Cámpora asumió como secretario general del PJ. El proceso de reorganización continuó a principios de agosto con la formación del Frente Cívico de Liberación Nacional, integrado por el PJ, el Movimiento de Integración y Desarrollo, el Partido Conservador Popular y el Partido Popular Cristiano, la comisión de enlace estuvo encabezada por Cámpora (Álvarez, 2007, pp. 179-186).
Sin embargo, luego de la formación del Frente Justicialista de Liberación Popular (FREJULI), integrado por el Frente Cívico de Liberación Nacional y el Frente Unido de la Juventud, el PJ reformó la carta orgánica, con lo cual el Congreso provincial designó a los candidatos y no los afiliados. La repartición del 25% entre las cuatro ramas del peronismo (política, gremial, de la juventud y femenina) generó disputas internas, sobre todo para respetar la participación que le correspondía a la JP.27
El congreso partidario del 17 de diciembre de 1972 determinó la lista de candidatos a intendentes municipales y a legisladores provinciales sin mayores dificultades, pero se produjo una dura lucha por la designación del candidato a gobernador (Servetto, 2010, p. 38). Cinco dirigentes se disputaron la candidatura: Ernesto Corvalán Nanclares, Carlos Evans, Pedro Cámpora, Horacio Farmache y Alberto Martínez Baca.28 La fórmula electoral elegida fue Alberto Martínez Baca-Carlos Mendoza, ambos contaban con una larga militancia política en las filas del movimiento. Martínez Baca tenía el apoyo de la JP, con la cual no tenía vínculos directos, y utilizó un discurso “revolucionario” que proclamaba la construcción de un “socialismo nacional, popular y humanista”, impregnado de conceptos vinculados al cambio de estructuras y del orden social vigente.29 La revista Claves afirmaba que “su arraigo en el peronismo «más leal» es lo que ha atraído a los sectores juveniles que están consagrados a sellar la unión en torno a Perón”.30 También en Mendoza, como señaló Romero (2007) la JP “dio el tono a la campaña electoral, que permanentemente rozó los límites de los acuerdos de garantías entre los partidos y constituyó una verdadera culminación de la polarización de la sociedad contra el poder militar” (p. 189). Perón lo habría aceptado por su trayectoria en el movimiento y por su actuación en el enfrentamiento electoral con Augusto Vandor en 1966. Por su parte, Carlos Mendoza era secretario de previsión de la Unión Metalúrgica de Mendoza y un dirigente de gran peso en el sindicalismo.31
El PJ había rechazado enérgicamente la incorporación de los partidos “neoperonistas” al FREJULI. Sin embargo, a pesar de que éstos habían sufrido un “vaciamiento” frente a la posibilidad del regreso de Perón, reaparecieron para participar de la contienda electoral como TB, UP y PL. El MPM y TB se fusionaron pero UP y el Laborismo se quedaron sin personería (Álvarez, 2007, p. 180). A pesar de la pérdida de gravitación del “neoperonismo” en la escena política provincial, sus dirigentes continuaron siendo entrevistados por la revista Claves. Sus columnistas, vinculados a la JP y al PJ, preguntaron sobre los motivos de la renuencia para reincorporarse al partido. Así, con relación a la pregunta ¿cuál es la posición actual del neoperonismo?, formulada cuando todavía no se había lanzado la campaña electoral, Serú García respondió: “Somos parte del Movimiento peronista y hemos acatado las consignas del general: unidad, solidaridad, organización. Tenemos un solo candidato y se llama Juan Domingo Perón”. En consecuencia, no se afiliarían al PJ porque:

“Como dice Perón cada uno trabajará encuadrado en sus respectivas organizaciones. Las nuestras son los partidos federales. La unidad se da en Perón que es el vértice y conductor del movimiento; paradójicamente, esta unidad comienza con una división en la base de la pirámide: los distintos sectores (gremial, partido femenino, juventud, formaciones especiales) mantienen su autonomía. La coincidencia se da en Perón y en la ideología”.32

La firme posición del MPM en relación con la intención de mantener su autonomía contrastó con las declaraciones realizadas por Evans en una entrevista publicada en la misma revista, en momentos en que se intentaba lograr la lista única para las elecciones partidarias internas.

“Dr. Evans, ¿en la lucha interna apoyaría usted a los neoperonistas o a los ortodoxos? - Vea…yo sé los rumores que corren, pero tengo una sola verdad. Nunca fui candidato por el Partido Blanco, ni por 3 Banderas, ni por el Movimiento Popular Mendocino. Nunca estuve en el neoperonismo….Una cosa es segura, el único que no será candidato a gobernador de la provincia será Carlos Horacio Evans. Soy peronista y hablo con todo el mundo. Por eso, al ser designado delegado mi preocupación fue buscar una casa para todos los peronistas. Aquí se encuentran a veces en un pasillo un neo y un ortodoxo. Se miran mal, pero es un problema de ellos y no mío. Yo soy amigo de los dos”.33

Las palabras de Evans daban cuenta de los conflictos existentes entre los sectores alineados con los delegados de Perón y los “neoperonistas”, pero también de su intención de lograr un acercamiento para tener más probabilidades de éxito en la contienda electoral. No obstante, lo cierto es que ni los dirigentes “neoperonistas” retornaron al PJ ni los partidos “neoperonistas” formaron parte del FREJULI. La UP no intentó participar de él porque sus integrantes lo desconocieron como partido político pero el MPM, si bien había constituido el FREJULI, se enfrentó a la oposición del PJ que señaló la incompatibilidad entre el peronismo ortodoxo y la cúspide del MPM. El justicialismo incluso rechazó el apoyo del MPM a la fórmula Cámpora-Solano Lima. De este modo, el “viejo caudillo” les dejó en claro que no estaba dispuesto a compartir su poder.
En estas circunstancias, el MPM concurrió en forma separada a las elecciones pero el juez electoral no autorizó sus candidaturas a senadores y diputados nacionales, con el argumento de que había obtenido su reconocimiento definitivo luego del vencimiento del plazo para presentar candidatos y éstos habían sido elegidos violando la carta orgánica que disponía el voto directo de los afiliados. Este conflicto provocó la renuncia de los candidatos y una migración de dirigentes al justicialismo. La fórmula gubernativa del MPM fue Alfonso Martínez Caballero-Juan Navarro Jury (Álvarez, 2007, pp. 191-192). Este desenlace fue interpretado en términos muy duros por la revista Claves. Así, afirmó que como el Frente Justicialista de Mendoza no quiso saber nada con los dirigentes del MPM tuvieron que ir a los comicios con sus candidatos propios y, con más dureza, que “es difícil que Martínez Caballero sea gobernador pero no es utópico que Serú García sea diputado nacional. A lo mejor aquí está la clave de todo”.34 De igual modo, cuestionó la colaboración de hombres del MPM con los gobiernos militares, como fueron los casos de Fluixá y del Partido Demócrata (fundamentalmente, la de Francisco Gabrielli como gobernador interventor).35
El PD definió sus candidatos por medio de un acuerdo interno. Los representantes de las fuerzas que polarizaban el partido, Eduardo Vicchi y Amadeo Frúgoli, fueron proclamados candidatos a gobernador -Manlio Ardigò lo acompañó como candidato a vicegobernador- y a senador nacional respectivamente. En cambio, la UCR recurrió a elecciones internas para dirimir las candidaturas. La fórmula Alfredo Mosso-Erminia Ramos de Vázquez del sector balbinista, que era ampliamente mayoritario, se impuso en las contiendas partidarias ante la oposición alfonsinista, liderada en la provincia por Santiago Felipe Llaver, quien había ocupado el cargo de diputado nacional durante el gobierno de Illia (Mellado, 2009, pp. 128, 129).
Las propagandas electorales publicadas en el diario Los Andes en marzo de 1973, grafican con claridad el perfil de los votantes que cada partido quería convocar.36 El PJ contraponía las conquistas sociales de los gobiernos de la década peronista con los desaciertos y las injusticias de ese momento histórico. Así, planteaba la disyuntiva entre “liberación o dependencia”, “justicia social o explotación”, “participación popular en el gobierno o por el gobierno de la oligarquía”, “época peronista o época del desastre”, “el bienestar o el desastre” y otros. El PD, por el contrario, instrumentó un discurso que evocaba los gobiernos demócratas de los años treinta de “orden y progreso” y destacaba la defensa del federalismo, la profesionalización y la experiencia de sus dirigentes en la función pública, la construcción de obras públicas, la preocupación por la educación, la salud, la cultura y el trabajo. Intentaba así exponer un programa de gobierno “modernizante y eficiente” y desligarse de su participación en las dictaduras militares. La UCR, por su parte, realizaba una convocatoria por la paz, resaltaba su actitud de “resistencia, conducta y responsabilidad” y difundía en detalle su programa de gobierno. El MPM utilizaba las categorías que lo identifican con la doctrina peronista, como “contra el imperialismo y los monopolios”, “creemos en el hombre y luchamos por liberarlo del privilegio, la miseria y la injusticia”, al mismo tiempo intentaba diferenciarse del centralismo del justicialismo “verticalista” con su promesa de defender el “federalismo” (algunos ejemplos se presentan en el Apéndice).

Los resultados del proceso electoral

Como estaba previsto, los comicios se desarrollaron el 11 de marzo. El FREJULI fue el vencedor en las elecciones gubernativas de la provincia, de modo que el PJ, por primera vez desde el levantamiento de su proscripción en 1965, se impuso sobre el PD. Con un amplio margen de ventaja en primera vuelta (48,21% de los votos frente al 21,85% de este último), el peronismo verticalista logró desplazar a los demócratas de la posición hegemónica que venían ejerciendo desde 1959, cuya imagen se habría visto afectada por su apoyo a los gobiernos de la “Revolución Argentina” y los sucesos del “Mendozazo” (Servetto, 2010, pp. 39-40), y dio el golpe de gracia a los partidos “neoperonistas” de Mendoza, que habían ascendido estrepitosamente posiciones políticas entre 1961 y 1965.37 Sin embargo, la obtención del justicialismo de menos del 50% de los votos para los cargos de gobernador y de vicegobernador y para senadores nacionales, llevó a realizar una segunda vuelta. La posición del radicalismo en esta coyuntura fue diferente a la asumida en elecciones anteriores. Rompió la “alianza” tradicional con el PD y se volcó al voto peronista, para lo cual puede haber influido el abrazo entre Perón y Balbín.38 El PJ, finalmente, se quedó con el 71% de los votos. El desempeño de cada fuerza en las elecciones generales de 1973 se presenta en el siguiente cuadro.

Cuadro n° 2: El posicionamiento de los partidos políticos de Mendoza en las elecciones generales de 1973.


Fuente: Elaboración propia en base a Álvarez (2007, pp. 193-195 y 197).

De acuerdo a las posiciones representadas en el Cuadro n° 2, el resultado electoral constituyó, por una parte, un claro mensaje para los propios actores del peronismo local: el liderazgo de Perón estaba vigente, construido en torno al recuerdo de un pasado que implicó la reivindicación de un sector de la sociedad que había sido “invisible” hasta el 17 de octubre de 1945 (Caimari, 1997, p. 304). Por otra parte, la contienda electoral ratificó el liderazgo de Perón y selló el derrumbe de los partidos “neoperonistas” mendocinos. Su identificación con los pilares de la doctrina peronista (independencia económica, soberanía política y justicia social), las bases de la constitución de TB y de la formación del MPM y su incapacidad para construir una identidad política propia, condenaron su existencia a la imposibilidad del justicialismo de participar en los procesos electorales. Con el retorno del líder al país y a la conducción directa del partido, los dirigentes se enfrentaron a dos alternativas: regresar a las filas del justicialismo o desaparecer de la escena política.
Las disputas en el interior del movimiento peronista estuvieron lejos de desaparecer luego de la asunción de Alberto Martínez Baca como gobernador de la provincia el 25 de mayo de 1973. La reconstrucción de un sistema político en el cual los partidos y las organizaciones de interés tuvieran participación, es decir, en base a lo que Perón llamó una “democracia integrada” (De Riz, 2000, p. 145), no pudo contrarrestar las pasiones despertadas por el largo período de exclusión de representación institucional de una parte importante de la sociedad, que encontró en la violencia una vía para canalizar la protesta social. Ni siquiera el arbitraje de Perón, en quien las “clases dominantes”, la jerarquía eclesiástica y los militares percibían “el último dique de contención a la oleada de radicalización política” (Tcach, 2007, p. 60), pudo controlar los enfrentamientos que se desataron en el seno de su “movimiento”. Por el contrario, los intentos por equilibrar las distintas fuerzas exacerbaron los conflictos que tuvieron como “protagonistas a la «derecha» y la «izquierda», a los «leales» y a los «traidores», a los «infiltrados» y a la «burocracia sindical»” (De Riz, 2000, pp. 127-130).
Las batallas que libraría Martínez Baca fueron anticipadas con claridad por la revista Claves. Según esta publicación, con la candidatura de Martínez Baca-Mendoza la unidad del partido estaba lograda. Sin embargo, existía una “discrepancia” sobre lo que había que hacer una vez en el gobierno entre dos sectores: “los veteranos”, que habían ejercido el poder y “la juventud”, sin experiencia en el desempeño de cargos públicos. Mientras los primeros pensaban que el “socialismo nacional” estaba implícito en el quehacer del justicialismo y que deberían repetirse las medidas de 1946-1955, los segundos entendían el socialismo como una “segunda revolución justicialista”. El nexo entre estos dos sectores era la figura de Martínez Baca, que había salido de las filas de la rama política del partido pero que tenía el apoyo de la Juventud, motor de la actividad del momento. Sobre el gobernador se dirigieron entonces las presiones más intensas para volcar su gobierno hacia la izquierda o hacia la derecha.39
En efecto, el peronismo mendocino proporcionó uno de los ejemplos más conspicuos de las formidables disputas que se libraron en el interior de esa aglomeración de fuerzas. Martínez Baca sufrió desde temprano los embates de la derecha peronista y de la “burocracia sindical”, propiciados por el propio vicegobernador Carlos Mendoza, junto a los ataques de la oposición política, particularmente del PD (Lacoste y Moyano, 2001, pp. 144-147). La agudización de los conflictos, las luchas intestinas en el oficialismo y las disputas con la oposición invadieron todas las dependencias estatales. Este fue el caso de la empresa “Bodegas y Viñedos Giol”, donde el recambio de los miembros de la cúpula directiva, la intervención de la firma por el Poder Ejecutivo provincial, un breve período de acefalía y las denuncias de actos de corrupción formuladas contra el gobernador, colocaron a la “bodega estatal” al borde de la parálisis operativa y afectaron seriamente el programa económico concebido para conjurar la crisis vitivinícola. Más aun, poco antes de la muerte de Perón, estas acusaciones, promovidas por el sector “ortodoxo” del bloque peronista, por los legisladores demócratas y por algunos de los radicales, fueron utilizadas para sostener un juicio político contra el gobernador, en el marco de la ofensiva lanzada por Perón hacia los sectores de izquierda de su partido. El conflicto político provincial concluyó en la intervención federal a la provincia durante el gobierno de Isabel Perón, que, al igual que las establecidas en Formosa, Córdoba, Santa Cruz y Salta, fue el resultado de un proceso en el cual ninguno de los grupos peronistas pudo monopolizar los recursos de poder organizativo y, en consecuencia, constituir “una coalición dominante fuerte y estable”. Así, la ilegitimidad del ejercicio, vinculada a las constantes denuncias sobre la incapacidad administrativa, se impuso sobre la legitimidad de origen del mandatario, que había triunfado en elecciones libres. Las intervenciones federales, utilizadas para frenar la movilización social y disciplinar a las fuerzas políticas para dirimir la contienda intraperonista, debilitaron la democracia y coadyuvaron al proceso de descomposición de las instituciones democráticas que concluyó con el golpe de Estado de 1976 (Servetto, 2010, pp. 16, 17-19).

A modo de conclusión

La elecciones generales de 1973 pusieron fin a un período signado por la intolerancia entre los actores políticos y la exclusión de Perón del sistema político argentino. Con la ausencia del líder, las disputas sobre quien sería el depositario de “la segunda palabra” de Perón, que permitía infinitas reinterpretaciones, fue un conflicto que debió afrontar el peronismo (Sigal, 1986, p. 124). En Mendoza, el reacomodamiento de fuerzas frente a la posibilidad cada vez más distante del regreso del “tirano prófugo”, colocó en el centro de la escena a dirigentes de trayectoria en el peronismo, que buscaron una participación activa en la política. Las tensiones que se produjeron entre los delegados designados por Perón y las agrupaciones partidarias “neoperonistas”, que sentían demasiado lejano el centro de toma de decisiones de la realidad provinciana, se reflejaron claramente en el espejo de las contiendas electorales desarrolladas entre 1957 y 1973. El debilitamiento de la estrategia del voto en blanco y la mala imagen del gobierno de la UCRI -que dejó la posición de liderazgo al PD principalmente-, brindaron un espacio privilegiado a los partidos “neoperonistas” para ganar posiciones políticas. El ascenso de TB, conducido por Alberto Serú García, y del PB, presidido por Ítalo Cremaschi y con la participación de Ernesto Corvalán Nanclares, superaron juntos en votos al PD y llevaron las disputas por ocupar posiciones políticas a un punto de máxima tensión. La alianza de Serú García con Vandor, quien intentó instaurar un “peronismo sin Perón”, convirtió a las elecciones a gobernador de 1966 en una contienda en donde se puso en juego el control de la masa de votantes peronistas y la autonomía de estas organizaciones partidarias, ideológicamente coincidentes con el peronismo pero estructuralmente independientes. Perón ganó la partida e hirió de muerte al “neoperonismo”, que, sin embargo, en otras provincias pudo ser el canal de algunos dirigentes políticos para convertirse en gobernadores constitucionales.
La reorganización del PJ en la provincia de cara a los comicios de 1973 intentó aglutinar a los distintos sectores del peronismo bajo la estructura del FREJULI. Ante la negativa de los “neoperonistas” de reincorporarse al justicialismo, fueron excluidos. Las luchas entre grupos internos y el crecimiento del peso relativo de la JP marcaron el ritmo de la reanudación de la actividad partidaria en 1971 y de la campaña electoral iniciada a principios de 1973. La posibilidad de realizar elecciones internas para la selección de los candidatos abrió un campo de batalla y dio cuenta de un proceso de radicalización de la política, en el cual se dilucidaron los liderazgos y emergió el de Pedro Cámpora como uno de los más visibles y sólidos. Sin embargo, su vinculación familiar con Héctor Cámpora, candidato a presidente de la Nación, le impidió postularse como gobernador. Su lugar fue ocupado por Alberto Martínez Baca, peronista histórico que gozaba de un fuerte apoyo de los sectores juveniles del “movimiento”.
Luego del triunfo electoral, los conflictos internos del justicialismo se trasladaron al seno del gobierno, reflejando las disputas entre fracciones de la izquierda y de la derecha. Una serie de acusaciones formuladas sobre la gestión de la empresa estatal “Bodegas y Viñedos Giol”, promovidas por el sector “ortodoxo” del bloque peronista, por los legisladores demócratas y por algunos de los radicales, fueron utilizadas para sostener un juicio político contra el gobernador. El conflicto político mendocino finalizó en la intervención federal a la provincia durante el gobierno de Isabel Perón, que junto con las establecidas en Formosa, Córdoba, Santa Cruz y Salta, contribuyó al proceso de descomposición de las instituciones democráticas que concluyó con el golpe de Estado de 1976.

Notas

1 Este trabajo forma parte de una investigación más amplia sobre la intervención del Estado en la industria vitivinícola de Mendoza, particularmente, sobre la vinculación entre las crisis políticas y la gestión de la empresa estatal “Bodegas y Viñedos Giol” entre 1954 y 1974, que ha recibido financiamiento del CONICET. Una versión preliminar de este trabajo fue presentada en el seminario de doctorado “El peronismo en el orden político inestable: 1955-1973”, dictado por Julio César Melon Pirro.

2 Universidad Nacional de Cuyo. Argentina. Correo electrónico: patricia.elizabeth.olguin@gmail.com.

3 Sobre este tema, véase James (1990; 2007); Torre (2004) y Melon Pirro (2009).

4 Revista Claves para interpretar los hechos. (1971-1973). Biblioteca San Martín, Mendoza.

5 El cargo de director fue desempeñado por Fabián Calle, quien pertenecía a la familia propietaria del diario más tradicional de Mendoza, Los Andes, y por Carlos A. Quirós, quien fue designado director de prensa y difusión del gobierno de Alberto Martínez Baca en octubre o noviembre de 1973. En tanto que el cargo de jefe de redacción fue responsabilidad de Dante Di Lorenzo, de Carlos Quirós (antes de asumir el cargo de director) y de David Eisenchlas.

6 Como afirman Macor y Tcach (2003, pp. 25 y 30), Yamile Álvarez sostiene que el surgimiento de este movimiento no se sustentó en los sectores obreros del Partido Laborista ni en la experiencia populista previa del “lencinismo” -corriente política de la Unión Cívica Radical creada por José Néstor Lencinas, quien gobernó la provincia entre 1918 y 1919, y fue continuada por sus hijos-, sino en los “sectores conversos del radicalismo yrigoyenista tradicional”.

7 Las transformaciones producidas en la organización partidaria entre 1946 y 1949 mostraron el ocaso del predominio de un grupo de radicales renovadores y el avance del laborista, con la llegada de un “ultraleal” al gobierno, el teniente coronel Blas Brisoli, quien había entablado lazos estrechos con Perón desde 1945. Trabajó con él en el Ministerio de Guerra, presidió la Dirección General de Asistencia y Previsión Social para Ferroviarios y fue secretario privado durante su presidencia (Garzón Rogé, 2010, pp. 2, 20). Luego, a la hora de designar el candidato a gobernador para las elecciones de 1951, prevaleció la extracción de origen renovador, frente a la “preocupación por el avance del sindicalismo corporativista”. Carlos Evans, que había sido convencional constituyente en 1948, fue “ungido” con la candidatura, favorecido por su estilo moderado (Cuadra Zúñiga, 1998, pp. 15-19).

8 Los principales grupos opositores al gobierno de Perón eran “simpatizantes radicales”, docentes, periodistas, profesionales universitarios, empleados públicos, estudiantes universitarios y oficiales de las Fuerzas Armadas, que rechazaban un “sin número de imposiciones –algunas graves, otras simplemente exasperantes- que la era de la justicia social les había deparado” (Caimari, 1997, p. 311).

9 El Partido Demócrata de Mendoza “hunde sus raíces en el viejo y tradicional partido liberal”. Sus dirigentes, formados principalmente en Buenos Aires, La Plata y Córdoba, provenían en su mayoría de familias patricias o de inmigrantes con una trayectoria exitosa (Mellado, 2008, p. 3).

10 Gobernadores radicales lencinistas: José Néstor Lencinas (1918-1919), Carlos Washington Lencinas (1922-1924) y Alejandro Orfila (1926-1928). Gobernadores demócratas: Ricardo Videla (1932-1935), Guillermo Cano (1935-1938), Rodolfo Corominas Segura (1938-1941) y Adolfo Vicchi (1941-1943).

11 Entre las detenciones que se realizaron fruto de la actuación de la Junta Consultiva Provincial, podemos destacar la de Carlos Evans, gobernador de Mendoza (1952-1955), y la de su ministro de Hacienda, Benedicto Caplán, por supuestas irregularidades en la operación de compra de la empresa “Bodegas y Viñedos Giol”.

12 Un grupo de dirigentes de las ramas política (Alberto Serú García, Ernesto Corvalán Nanclares, Madariaga, Alliaga Moyano, José y Julio Villanueva) y gremial (Ignacio Gómez, Decio Naranjo y otros) crearon el diario Tres Banderas. El periódico fue dirigido por Serú García entre noviembre y diciembre de 1955, en que fue detenido junto a José Villanueva, Corvalán Nanclares, Madariaga y otros, a causa de las críticas que realizaban al gobierno de Aramburu. Desde entonces y hasta enero de 1956, año en que la imprenta fue quemada, la función de director fue desempeñada por Julio Villanueva. Testimonios de Julio Villanueva y Decio Naranjo en Álvarez (2007, pp. 63-64).

13 El Partido Unión Popular fue fundado por Juan Atilio Bramuglia, ex abogado sindical de la Unión Ferroviaria y ministro de Relaciones Exteriores de Perón entre 1946 y 1949.

14 Tanto Corvalán Nanclares como Serú García fueron diputados provinciales durante la segunda presidencia de Perón.

15 El radicalismo mendocino desconoció la candidatura de Frondizi, participando así en la escisión entre la UCRI y la UCR del Pueblo (que apoyaba a Balbín). En Mendoza, el 90% del radicalismo se volcó al balbinismo (Lacoste, 2004, p. 343).

16 El frente estaría integrado por el PJ, el PB, la UP, el PL, Liberación Popular y TB.

17 Diputados nacionales electos el 7 de julio de 1963: Guillermo Catalán (PB), Alberto Serún García (TB), Julio A. Villanueva (TB).

18 Serú García recuerda la política local en los convulsionados ’60. (2009, setiembre 6). Uno. Disponible en: www.diariouno.com.ar.

19 Diputado nacional electo el 14 de marzo de 1965: Wenceslao E. Fluixá (MPM).

20 La distribución de convencionales por partido era la siguiente: 21 PD, 17 UCRP, 19 MPM, 6 PJ, los dos últimos formaron el bloque de convencionales peronistas.

21 Entrevista a Serú García, en Tcach y Rodríguez (2006, p. 258).

22 Serú García recuerda la política local en los convulsionados ’60. (2009, setiembre 6). Uno. Disponible en: www.diariouno.com.ar.

23 Serú García recuerda la política local en los convulsionados ’60. (2009, setiembre 6). Uno. Disponible en: www.diariouno.com.ar.

24 Entrevista realizada a Francisco Gabrielli, en Tcach y Rodríguez (2006, p. 295).

25 Farmache era un dirigente que contaba con una destacada trayectoria política dentro del partido. En 1955 defendió al gobierno peronista frente a la “Revolución Libertadora” y ocupó cargos de importancia dentro del justicialismo.

26 Entre ellos se encontraban Ramón Juárez, designado presidente del Banco de Previsión Social, e Ítalo Cremaschi, integrante del directorio de la empresa estatal “Bodegas y Viñedos Giol” (Álvarez, 2007, p. 176).

27 Sobre los orígenes de la división del partido en “ramas”, véase Makinnon (2002).

28 Para un detalle sobre los motivos por los cuales se descartaron las primeras cuatro candidaturas, véase Mellado (2009, p. 129). Cfr. Servetto (2010, pp. 37-39).

29 Martínez Baca fue un farmacéutico de San Rafael, concejal, legislador y candidato a vicegobernador en 1966, secundando a Ernesto Corvalán Nanclares.

30 Revista Claves para interpretar los hechos. 26 de enero de 1973, año III, N° 63, p. 5. Biblioteca San Martín, Mendoza.

31 Mendoza fue un obrero metalúrgico antivandorista, secretario gremial de la Unión Obrera Metalúrgica de Mendoza desde 1957, secretario general de las 62 Organizaciones (1964-1966), secretario adjunto de la Confederación General del Trabajo (CGT), regional Mendoza (1966) y senador provincial por el Partido Justicialista (1965-1966). Estuvo detenido bajo el plan CONINTES (1960-1963). Revista Claves para interpretar los hechos. 26 de enero de 1973, año III, N° 63, pp. 5 y 6. Biblioteca San Martín, Mendoza.

32 Entrevista a Alberto Serú García realizada por José Blas Made en Revista Claves para interpretar los hechos. 26 de noviembre de 1971, año II, N° 35, p. 7. Biblioteca San Martín, Mendoza.

33 Entrevista a Carlos Evans realizada por Norma Sibilla, en Revista Claves para interpretar los hechos. 13 de marzo de 1972, año II, N° 42, p. 4. Biblioteca San Martín, Mendoza.

34 Revista Claves para interpretar los hechos. 12 de enero de 1973, año III, N° 62, p. 8. Biblioteca San Martín, Mendoza.

35 Entrevistas a Serú García en Revista Claves para interpretar los hechos. 26 de noviembre de 1971, año II, N° 35, p. 7. Biblioteca San Martín, Mendoza, y a Martínez Caballero -candidato a gobernador por el MPM en 1973-, en Revista Claves para interpretar los hechos. 12 de enero de 1973, año III, N° 62, p. 41. Biblioteca San Martín, Mendoza.

36 Este diario ha sido el más importante de la provincia. Fue publicado en forma ininterrumpida desde su fundación en 1882 por Adolfo Calle. Los Andes (1973). Mendoza: Biblioteca San Martín.

37 Esta situación contrastó con los resultados electorales en la provincia de Neuquén, donde resultó vencedor el Movimiento Popular Neuquino (Favaro y Iuorno, 1999).

38 Entrevista al dirigente radical José Genoud realizada por Virginia Mellado en Mendoza, el 25 de setiembre de 2007. Alberto Day, al momento de discutirse la intervención de Mendoza, vertió el mismo argumento en el Congreso de la Nación.

39 Revista Claves para interpretar los hechos. 12 de enero de 1973, año III, N° 62, pp. 5 y 6. Biblioteca San Martín, Mendoza.

Apéndice

(*) (**) Cuadro nº 1 : Integrantes del Poder Ejecutivo de Mendoza (1955-1973).


Fuente: Elaboración propia en base a Cueto, Romano y Sacchero (1999).

Imágenes de propaganda política Imagen n° 1: Partido Justicialista


Fuente: Los Andes, 4 de marzo de 1973, p. 8.

Imagen n° 2: Partido Justicialista


Fuente: Los Andes, 3 de marzo de1973, p. 9.

Imagen n° 3: Partido Demócrata


Fuente: Los Andes, 3 de marzo de 1973, p. 7

Imagen n° 4: Partido Demócrata


Fuente: Los Andes, 9 de marzo de 1973, p. 6.

Imagen n° 5: Partido Radical


Fuente: Los Andes, 3 de marzo de 1973, p. 1.

Imagen n° 6: Partido Radical


Fuente: Los Andes, 6 de marzo de 1973, p. 1.

Imagen n° 7: Movimiento Popular Mendocino


Fuente: Los Andes, 7 de marzo de 1973, p. 2.

Imagen n° 8: Movimiento Popular Mendocino


Fuente: Los Andes, 8 de marzo de 1973, p. 11.

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Fecha de recepción de originales: 5/5/2011.
Fecha de aceptación para publicación: 22/8/2012.