DOI: http://dx.doi.org/10.19137/qs.v24i1.2314


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ARTÍCULOS

 

Salir al mundo en tiempos de dictadura: Abuelas de Plaza de Mayo y las redes transnacionales de derechos humanos (1977-1983)

Going out into the World in Dictatorship’s Times: The Grandmothers of the Plaza de Mayo and Transnational Advocacy Networks for Human Rights (1977-1983)

Sair ao mundo em tempos de ditadura: Avós de Praça de Maio e as redes transnacionais de direitos humanos (1977-1983)

 

Fabricio A. Laino Sanchis

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
Universidad de Buenos Aires. Instituto de Investigaciones Gino Germani
Universidad Nacional de San Martín
Universidad Nacional de Avellaneda
Argentina
Correo electrónico: fabricio.laino@gmail.com

 

Resumen: En el presente artículo se analiza la interacción de Abuelas de Plaza de Mayo con las redes transnacionales de defensa de los derechos humanos durante la última dictadura militar argentina. En primer término, se reconstruyen las principales características y actores de estas redes y el proceso por el cual dicha organización pudo insertarse en ellas. En segundo lugar, se indaga en el repertorio de acción y las diferentes formas de colaboración que en favor de esta desplegaron los organismos extranjeros. Por último, se analizan los efectos de mediano y largo plazo que la vinculación con estas redes tuvo para Abuelas de Plaza de Mayo, tanto para la difusión de su causa como para su consolidación como un organismo independiente.

Palabras clave: Dictadura militar; Abuelas de Plaza de Mayo; Redes transnacionales; Derechos humanos

Abstract: In this article we analyze the interaction between the Grandmothers of the Plaza de Mayo and the transnational advocacy networks for human rights during the years of the last military dictatorship in Argentina. In the first place, we analyze the main characteristics and actors of these networks and reconstruct the process and the modalities of insertion of the Grandmothers of the Plaza de Mayo in them. Secondly, we inquire into the repertoire of action and the different forms of collaboration of international human rights organizations with the Argentinian group. Finally, we discuss the medium and long-term effects that these relationships had for the Grandmothers of the Plaza de Mayo, both for the dissemination of its cause and for its consolidation as an independent organization.

Keywords: Dictatorship; Grandmothers of the Plaza de Mayo; Transnational networks; Human rights

Resumo: Este artigo analisa a interação das Avós de Praça de Maio com as redes transnacionais de defesa dos direitos humanos durante a última ditadura militar argentina. Em um primeiro momento, reconstroem-se as principais características e atores destas redes e o processo pelo qual dita organização conseguiu insertar-se nelas. Em segundo lugar, indaga-se no conjunto de ações e as diferentes formas de colaboração que em favos destas realizaram os organismos estrangeiros. Por último, analisam-se os efeitos de médio e largo prazo que a vinculação com estas redes teve para as Avós de Praça de Maio, tanto para a difusão de sua causa como para a sua consolidação como organismo independente.

Palavras-chave: Ditadura militar; Avós de Praça de Maio; Redes transnacionais; Direito humanos

 

Salir al mundo en tiempos de dictadura: Abuelas de Plaza de Mayo y las redes transnacionales de derechos humanos (1977-1983)
Introducción

Durante la última dictadura militar en Argentina (1976-1983), el movimiento de derechos humanos tuvo como principal objetivo la denuncia de los crímenes cometidos por el régimen militar, con el fin de poner un freno a la represión, obtener respuestas sobre el paradero de los/as desaparecidos/as y, eventualmente, conseguir su liberación. Estas tareas de denuncia se desarrollaron en el territorio argentino pero rápidamente se expandieron más allá de la frontera, en busca de atraer la atención de la opinión pública internacional (Brysk, 1994; Jelin, 1995; Tahir, 2015).
Uno de los organismos que surgió en aquellos años y que emprendió este tipo de acciones en el exterior fue Abuelas de Plaza de Mayo (Abuelas), creada en octubre de 1977 como una agrupación dentro de Madres de Plaza de Mayo (Madres), autodenominada en un principio simplemente como grupo de “madres-abuelas” y que en los años siguientes se fue autonomizando hasta convertirse en una organización independiente.
Como se desprende del análisis de sus documentos y publicaciones, hacia el final de la dictadura, Abuelas había logrado consolidar relaciones con numerosos organismos internacionales, muy diversos entre sí: gubernamentales y no gubernamentales; de alcance nacional, regional e internacional; laicos y confesionales. En sus memorias actuales, las primeras integrantes de la organización destacan la importancia que, en plena dictadura, tuvieron estos contactos con el exterior, como señalaba Rosa Tarlovsky de Roisinblit en una entrevista: “No sabíamos nada, éramos crudas totalmente. Lo que hacíamos era lo que resultaba de nuestra propia creatividad....Resolvimos que íbamos a salir al extranjero, porque acá no había nada que hacer. El extranjero nos recibió con mucha solidaridad, con mucha afabilidad.1
En este artículo2 nos proponemos analizar el proceso de inserción y las modalidades de interacción de Abuelas (primero como grupo interno dentro de Madres, luego como organismo independiente) con las redes transnacionales de defensa de los derechos humanos. En primer término, analizaremos las principales características y actores de estas redes y reconstruiremos el proceso de inserción de Abuelas en ellas. En segunda instancia, indagaremos en el repertorio de acción y las diferentes formas de colaboración con la agrupación argentina que desplegaron los organismos extranjeros. Por último, discutiremos los efectos de mediano y largo plazo que esas relaciones tuvieron para Abuelas, tanto en la difusión de su causa como en su consolidación como un organismo independiente.
Para esta investigación se ha relevado un corpus documental amplio y heterogéneo. Por un lado, para reconstruir las acciones de Abuelas de cara al extranjero hemos trabajado con documentos producidos por la organización en dicho período (comunicados, solicitadas, boletines), con entrevistas a sus integrantes (algunas, propias; otras, relevadas en el Archivo Oral de Memoria Abierta) y con prensa de la época.
Sin embargo, para comprender el funcionamiento de estas interacciones con las redes transnacionales de derechos humanos resulta indispensable conocer también las actitudes y respuestas de los organismos extranjeros con los que Abuelas se vinculó. Por ende, hemos relevado documentos de estas organizaciones (como folletos, boletines y correspondencia con Abuelas y otros destinatarios) y testimonios de sus antiguos activistas. Sobre todo, el trabajo se nutre de casos provenientes de acciones realizadas con (o por) tres organismos en particular: el Comité de Defensa de los Derechos Humanos para el Cono Sur (conocido como CLAMOR), Amnistía Internacional (AI) y la Organización Católica Canadiense para el Desarrollo y la Paz (Desarrollo y Paz). La elección de estos casos no es aleatoria: se trata de tres de las organizaciones que más activamente colaboraron con Abuelas, como recuerdan en los testimonios actuales sus integrantes y como ya destacaban en los documentos de la época.3 Nos detendremos en algunas de estas acciones para ver las dinámicas de interacción con Abuelas, los actores involucrados en estos procesos y la circulación de ideas, información y personas en estas redes, que muchas veces excedía a la capacidad de agencia del propio organismo argentino.

Las redes transnacionales de derechos humanos: actores y dinámicas

Como hemos señalado, la denuncia de la desaparición de personas y de los otros crímenes cometidos por las fuerzas armadas y de seguridad fue una de las principales tareas emprendidas por los organismos de derechos humanos argentinos durante la última dictadura. Esta denuncia no se ciñó a Argentina sino que, por el contrario, buscó expandirse hacia el exterior (Jelin, 1995; Tahir, 2015). En un contexto interno que presentaba una estructura de oportunidades políticas muy restringidas, los organismos y familiares optaron por concitar la atención en el extranjero como una forma de saltar el cerco impuesto por el régimen militar y lograr, desde afuera, una presión que pudiera frenar la represión (Brysk, 1994). Esta estrategia era posible ya que, como han señalado Margaret Keck y Kathryn Sikkink (2000), existían redes transnacionales de activistas en derechos humanos con capacidad de circular demandas más allá de los límites nacionales y de ejercer reclamos sobre estructuras estatales y supraestatales, como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Organización de Estados Americanos (OEA).
¿Cómo estaban conformadas estas redes? ¿De qué manera un organismo argentino como Abuelas logró insertarse en ellas, contar con el apoyo de sus integrantes y articular acciones diversas? Si nos atenemos a las memorias de sus integrantes o incluso a las primeras publicaciones de la organización, pareciera que esa inserción fue simplemente fruto de su acción decidida, que por medio de  diferentes estrategias les permitió construir una vasta red de vínculos. Delia Giovanola lo menciona en una entrevista como la tarea de “escribirle al mundo”:

Una de las primeras medidas, muy acertadas, fue escribir al mundo...se hizo una carpeta y se pegaron fotos, que podríamos buscar. Fotos de Virginia de chiquita, fotos de Stella embarazada, fotos de ellos…las pegábamos y eso se mandó a los organismos de derechos humanos del mundo.4

En el testimonio de Giovanola, los vínculos con el extranjero aparecen como una construcción realizada de forma directa por las integrantes de la organización. Esta misma imagen ofrecía en abril de 1982 el primer número del primer boletín de Abuelas, Informaciones. En las páginas centrales de esta publicación se exhibía una red con países extranjeros y organismos internacionales, en la que Abuelas se ubicaba en el centro (como se observa en la siguiente imagen). Así presentado, este esquema podría dar la idea de que la entidad, siendo una organización bien definida y claramente delimitada de otros organismos, entabló vínculos de forma directa con cada una de las instituciones mencionadas, a las que simplemente les había “escrito”.

Vínculos de Abuelas con el extranjero, parte inferior del esquema, a comienzos de 1982


Fuente: Sin título (abril de 1982). Informaciones, pp. 2-3. Boletín de Abuelas.

Sin embargo, un examen detenido de la documentación y de los testimonios nos permite ver que la inserción en estas redes involucró a múltiples actores y supuso una serie de interconexiones entre las organizaciones que, en muchos casos, escapaban al conocimiento de la propia Abuelas. Para entender estas dinámicas y las modalidades de construcción de vínculos con el extranjero, debemos presentar primero las principales características de esas redes transnacionales con las que el pequeño grupo de “madres-abuelas” comenzó a interactuar.
Las redes transnacionales de activismo en defensa de los derechos humanos habían comenzado a urdirse en la década de 1960, en un contexto de globalización de la cultura de los derechos humanos que caracterizó a la segunda posguerra (Ryfman, 2008; Hunt, 2010). En este marco, surgieron organizaciones de cariz diverso que centraron su activismo en la denuncia de las violaciones a los derechos humanos, no solo ni principalmente en sus países, sino en cualquier parte del mundo. La base de su acción fue un lenguaje humanitario, de espíritu universalista, que se asumía no fundado en posturas políticas sino éticas y ubicaba a las “víctimas” (e incluso solo a sus “cuerpos”) en el eje de su accionar, sin importar ninguna consideración política, étnica o religiosa, sino únicamente las pruebas objetivas de las ofensas cometidas contra aquellas (Laqueur, 1989; Crenzel, 2008).
Estos activistas comenzaron a vincularse entre sí y formaron redes, es decir, crearon estructuras de conexiones flexibles, sin jerarquías internas formales, con distinta intensidad de vinculación entre sus componentes y con puntos de contacto con otros sujetos, instituciones y redes (Keck y Sikkink, 2000). En ellas había organizaciones de carácter diverso: organizaciones no gubernamentales de alcance nacional, regional e internacional (laicas o confesionales); iglesias de diverso signo; instituciones estatales; y por último, dependencias de organismos gubernamentales internacionales, como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA y la Comisión de Derechos Humanos (CDH) de la ONU.
Durante los años sesenta y setenta, en América Latina se crearon numerosos organismos de derechos humanos que rápidamente se vincularon con estas redes. Estos grupos tuvieron identidades muy diversas: surgieron agrupaciones laicas (algunas vinculadas a un partido político; otras multisectoriales o apartidarias) y también confesionales (unas ligadas a un determinado credo; otras ecuménicas) (Sikkink, 1996; Keck y Sikkink, 2000; Tahir, 2015). Es importante destacar, empero, que una parte considerable del entramado regional del activismo humanitario estuvo sustentado en organismos religiosos, principalmente católicos, pero también protestantes, ecuménicos y, en menor medida, judíos. Estos fueron clave en las tramas regionales de denuncia a las violaciones de los derechos humanos cometidas por los regímenes militares de la región en los años setenta. Los más destacados fueron la Vicaría de la Solidaridad de Chile, el Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ), la venezolana Fundación Latinoamericana para el Desarrollo Social (Fundalatin) y la brasileña CLAMOR. A su vez, todas estas entidades mantenían fluidos vínculos con otras de América del Norte y Europa, donde también se había desarrollado una profusa red de colectivos confesionales, entre ellos el Consejo Mundial de Iglesias (CMI), Justicia y Paz del Vaticano, la francesa Acción de los Cristianos para la Abolición de la Tortura (ACAT), numerosas organizaciones católicas y protestantes estadounidenses y la canadiense Desarrollo y Paz (Cruz, 2013; Catoggio, 2014 y 2016; Kelly, 2015).
El auge del activismo humanitario tuvo también su dimensión nacional. Así fue que en la década de 1970 surgieron organismos de derechos humanos en distintas ciudades de Argentina (Alonso, 2008). En el Área Metropolitana de Buenos Aires, donde Abuelas concentró su actividad en sus comienzos, los más importantes fueron el SERPAJ, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), el Movimiento Ecuménico por los Derechos del Hombre (MEDH) y, más adelante, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), creado en 1980. A partir de las redes personales de sus miembros, estas entidades construyeron rápidamente lazos con las redes regionales y transnacionales de derechos humanos, e incorporaron a través de ellas el modelo de denuncia del activismo humanitario (Basualdo, 2011; Tahir, 2015).

“Madres-abuelas” argentinas en las redes de activismo en derechos humanos

La breve caracterización de estas complejas redes que funcionaban en múltiples niveles de acción (nacional, regional e internacional) nos permite volver a la pregunta inicial: ¿de qué manera Abuelas, una agrupación que en sus comienzos contaba con poco más de una decena de integrantes, pudo insertarse e interactuar con ellas? La primera clave está en el rol de los organismos de derechos humanos argentinos preexistentes, como el SERPAJ y luego CELS. Desde el comienzo de la dictadura, estos impulsaron a los familiares de los/as presos/as políticos/as y de los/as desaparecidos/as a agruparse por su filiación con las víctimas (Tahir, 2015). Asimismo, los incentivaron a realizar denuncias en el exterior, vinculándose con sus propios contactos. Funcionaron así como nodos locales que permitieron a las agrupaciones de familiares interactuar con las redes transnacionales para lograr una tribuna internacional donde poder presentar sus denuncias.
El otro actor clave en la articulación con los organismos extranjeros y la difusión internacional de estas denuncias fueron las comunidades exiliares argentinas, que permitieron instalar en la opinión pública internacional las denuncias relativas a violaciones de los derechos humanos cometidas en el Cono Sur. Como señala Vania Markarian (2004), en el exilio, los/as militantes de las organizaciones de izquierda revolucionaria se acercaron progresivamente al lenguaje y a las prácticas del activismo humanitario. En esta línea, numerosos/as argentinos/as en el exterior desarrollaron una intensa actividad política orientada a denunciar a la dictadura y a apoyar a los familiares, en función de lo cual se relacionaron en diferentes grados con las redes de organismos de derechos humanos (Franco, 2008; Yankelevich, 2009; Jensen, 2010; Ayala, 2014).
La participación de estos actores puede verse en el proceso de vinculación con el extranjero de Abuelas, que comenzó a fines de 1977, con el envío de cartas a organismos gubernamentales internacionales, a organizaciones de derechos humanos y a referentes políticos y religiosos (Nosiglia, 1984). A estas primeras comunicaciones epistolares se les sumó un viaje a Italia en 1978 que María Isabel “Chicha” Chorobik de Mariani, la principal referente del grupo, realizó con otras integrantes de Madres. Debemos recordar que en ese momento, la actual “Asociación Abuelas de Plaza de Mayo” no existía como tal, sino que era una pequeña agrupación de mujeres pertenecientes a Madres. Sin escindirse ni dejar de participar en Madres, este grupo había comenzado a reunirse en octubre de 1977 para pensar y articular estrategias de denuncia y de búsqueda de sus nietos/as desaparecidos/as.5 La conformación de Abuelas como una entidad autónoma fue el producto de un proceso histórico, no exento de tensiones y contramarchas, en el que múltiples factores fueron coadyuvando para que se independizara de Madres. Uno de ellos fue la progresiva vinculación directa con las organizaciones extranjeras (Laino Sanchis, 2018).6
El primer contacto directo entre el grupo de “madres-abuelas” y un organismo extranjero se produjo recién a fines de 1979. En esa oportunidad, Mariani y Alicia Zubasnabar de De La Cuadra decidieron viajar a Brasil porque se habían enterado por medio de la prensa de que CLAMOR había logrado ubicar en Chile a dos hermanos que habían desaparecido en Argentina (Regueiro, 2014). Este viaje y el contacto con los referentes de CLAMOR (el arzobispo de San Pablo, Paulo Evaristo Arns, y el reverendo Jaime Wright, secretario general de la Iglesia Presbiteriana Unida de Brasil) y con otras organizaciones brasileñas fueron posibles gracias a la ayuda de Adolfo Pérez Esquivel, presidente del SERPAJ, según rememoraba Mariani en una entrevista del año 2002:

La primera vez que fuimos a Brasil, nos había dicho Pérez Esquivel, nos había dado una carta para una persona, Fray Alamiro, de Justicia y Paz. [Era] la primera entrada allí, porque sabíamos que habían encontrado a los chicos en Chile y queríamos tomar contacto con la gente allí...después conocimos en esa oportunidad a Jaime Wright, al cardenal Arns que tanto ha hecho por los desaparecidos....Y bueno, ahí hicimos nuestras primeras incursiones.7

El vínculo con CLAMOR se consolidó con el tiempo y fue muy importante para Abuelas, no solo por su activa colaboración sino porque les tendió un puente con otras organizaciones internacionales de derechos humanos:

Siguió esta amistad y se convirtió en una hermosa amistad, con Jaime Wright, hasta siempre, hasta que murió hace dos años. Que nos ayudó muchísimo, él nos abrió el panorama de qué hay en el exterior, por ejemplo. Nos contactó con el Consejo Mundial de Iglesia.8

Pérez Esquivel también vinculó a la agrupación con Defence for Children, un organismo dedicado a la defensa de los derechos del niño que le habilitó a Abuelas una serie de conexiones con organizaciones europeas afines.9 Además del SERPAJ, el otro organismo argentino que funcionó como un nodo local de acceso a estas redes transnacionales fue el CELS, por cuya intermediación pudieron relacionarse con AI, que, como veremos, realizó varias acciones de apoyo a Abuelas. También gracias al CELS (y a Víctor Penchaszadeh, un genetista argentino exiliado en Nueva York) se vincularon con la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia, que, junto con investigadores de la Universidad de California y de otras instituciones académicas desarrollaron, en menos de dos años, estudios hematológicos capaces de identificar la pertenencia de un/a niño/a a un grupo familiar aun en ausencia de sus padres (descubrimiento que se conoció como el “índice de abuelidad” y que a la postre fue determinante para la lucha de Abuelas).10
A partir de estos primeros contactos, habilitados por los organismos que funcionaban como nodos locales, la red de relaciones propias de la organización comenzó a crecer. Entre fines de 1980 y comienzos de 1981, Estela Barnes de Carlotto y Mariani emprendieron un viaje en el que recorrieron trece países de Europa y América del Norte, fueron recibidas por diferentes organismos internacionales y realizaron presentaciones en la ONU y la OEA.11 Para ese entonces, la organización ya se presentaba como “Abuelas de Plaza de Mayo” en comunicados, solicitadas y también en el exterior.12 Este acelerado proceso de autonomización que vivía el grupo fue reforzado por la vinculación de forma directa con las redes transnacionales y por la creación de una red propia de contactos. Así quedó de manifiesto en el II Congreso Latinoamericano de Familiares Desaparecidos, llevado a cabo entre el 24 y 28 de noviembre de 1981. Este congreso, promovido por Fundalatin, fue un verdadero hito en la historia de la construcción de redes regionales de solidaridad entre organizaciones de derechos humanos, pues nucleó a organismos de familiares de víctimas de las distintas dictaduras de la región y dio como resultado la creación de la Federación Latinoamericana de Familiares de Desaparecidos (FEDEFAM) (Ayala, 2014). En este encuentro, el otrora grupo de “madres-abuelas” participaba de manera independiente, como lo hacía constar en su presentación:

Desde 1980 nuestra Asociación dejó de llamarse ‘Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos’ para denominarse ‘ABUELAS DE PLAZA DE MAYO’, compartiendo con Madres de Plaza de Mayo sus estatutos y principios, también su sede.
Nuestra solidaridad es total con ellas e idéntico nuestro reclamo pues somos madres con hijos desaparecidos. Como "Abuelas" mantenemos total independencia de acción y criterios, así como económica.13

Esta cita muestra la persistente imbricación entre la nueva organización y aquella de la cual había surgido, al punto de mostrar cierta ambigüedad en su discurso: se presentaban como una organización con “total independencia” pero a la vez afirmaban compartir con Madres “sus estatutos y principios, también su sede”. En los años venideros, Abuelas fue terminando de definir sus propios contornos institucionales. Algunos hitos de este proceso fueron la publicación de su órgano de prensa, Informaciones, a partir de abril de 1982; el alquiler de una sede provisoria a comienzos de ese año y la posterior compra de un local propio en diciembre; y, finalmente, su constitución como asociación civil en septiembre de 1983.14 También la vinculación con el extranjero muestra las marcas de esta institucionalización: los viajes de sus integrantes se hicieron más frecuentes (dos o más al año) y más asiduo el intercambio epistolar. Para 1984, mantenía contactos directos y frecuentes con más de una decena de organismos extranjeros, se presentaba de forma independiente ante la CIDH y la ONU y era invitada con regularidad a participar en diversos foros y congresos internacionales.15
En la vinculación con el extranjero también fue importante el aporte de los/as exiliados/as argentinos/as, que individualmente o por medio de las organizaciones que habían creado en los países de emigración, motorizaron la difusión de las denuncias de Abuelas. Agrupaciones de exiliados/as argentinos/as en México, Brasil, Canadá y Estados Unidos; y en países de Europa como España y Francia, entre otros, publicaron folletos, realizaron acciones de difusión, recibieron a las integrantes de Abuelas y compartieron información y testimonios con ellas (Nosiglia, 1984; Abuelas de Plaza de Mayo, 1984).
Uno de los casos más notables de colaboración de los/as exiliados/as argentinos/as fue la “Campaña de cartas” que patrocinó la entidad canadiense Desarrollo y Paz en 1979. Esta consistió en que los adherentes y miembros de la organización enviaran una postal para Navidad “a una de las 33 abuelas cuyos hijos y nietos han sido secuestrados por la policía y las Fuerzas Armadas de Argentina.”16 Lo interesante de esta campaña (que tuvo una enorme adhesión entre las comunidades católicas canadienses)17 es que no fue el producto de una acción coordinada de forma directa entre el grupo de “madres-abuelas” argentinas y Desarrollo y Paz. De hecho, la llegada masiva de cartas tomó por sorpresa al grupo, ya que hasta ese momento no tenían ningún contacto con la organización canadiense.18 Según recuerda Mike Flynn, antiguo coordinador de campañas internacionales de Desarrollo y Paz, los ideólogos e impulsores de esta iniciativa fueron los miembros del Comité por la Defensa de los Derechos Civiles en Argentina, una agrupación de exiliados/as argentinos/as con sede en Toronto que era muy activa en la denuncia de la dictadura militar:19

Dos miembros del grupo argentino se acercaron a mi oficina a presentar su caso y pedir ayuda. Fue una feliz coincidencia, porque nosotros queríamos hacer alguna campaña sobre la militarización en el mundo. Ahí nos pusimos a pensar algo en conjunto y surgió la idea de la campaña por los niños desaparecidos.20

Este caso no solo muestra la importancia de las comunidades de exiliados argentinos y la interacción entre estas y los organismos ubicados en distintos niveles de las redes de activismo humanitario (local, nacional, regional y transnacional), sino que además pone de manifiesto la limitada capacidad de agencia que podía llegar a tener una pequeña agrupación de familiares –como la del grupo originario de “madres-abuelas”– para promover por sí sola sus denuncias y construir vínculos con el extranjero. Como han señalado Keck y Sikkink (2000) y Markarian (2004), las redes transnacionales humanitarias tenían dinámicas complejas, en las que detrás del discurso común de los derechos humanos –universalista pero relativamente flexible y hasta ambiguo– interactuaban grupos diversos con intereses propios y expectativas diferenciadas, cuyos objetivos podían converger pero también entrar en conflicto. Para una agrupación con una agenda de reclamos específica era menester movilizar estos intereses diversos en su favor. Podía pasar que este intento, realizado de forma directa y premeditada, no resultara exitoso, como le había ocurrido a Abuelas con Fondo Internacional de Emergencia de las Naciones Unidas para la Infancia –UNICEF–, que en un principio rechazó apoyar su reclamo por considerar que se trataba de un “asunto político” –afirmación que, desde la lógica moralizante y “no-política” del lenguaje de los derechos humanos, suponía poner un manto de sospecha sobre su legitimidad ética (Moyn, 2010)–.21 En el otro extremo, los propios flujos de interacciones y circulación de información podían producir, sin ninguna intervención directa de la agrupación argentina, una “feliz coincidencia” como la que relataba Flynn: el interés de Desarrollo y Paz de concientizar a los canadienses sobre la “militarización en el mundo” y el más específico de la organización de exiliados argentinos de denunciar a la dictadura en su país, permitieron realizar una acción conjunta que difundió el reclamo por los “niños desaparecidos” a lo largo del vasto territorio canadiense.

Repertorio de acción y formas de colaboración de los organismos extranjeros

Los organismos de derechos humanos internacionales con los que se vincularon las integrantes del grupo de “madres-abuelas” –luego transformado en Abuelas– desplegaron un amplio repertorio de acciones para apoyar su causa, que, podemos agrupar en tres grandes categorías. En primer lugar, encontramos aquellas destinadas a difundir el reclamo por los “niños desaparecidos” en el extranjero para generar presión directa o indirecta sobre el gobierno militar argentino. Otras acciones, en cambio, apuntaban al sostenimiento y fortalecimiento de la organización y de sus respectivas integrantes. Por último, existieron también otras directamente vinculadas con la búsqueda de esos niños.
Sin dudas, la integración a las redes transnacionales de derechos humanos fue, para el grupo de “madres-abuelas” (como para los otros organismos argentinos), una excelente plataforma para difundir en el extranjero sus denuncias. Las acciones promovidas por las organizaciones internacionales sirvieron de vaso comunicante para hacer llegar su reclamo a organismos gubernamentales e instituciones religiosas y para movilizar el apoyo de personalidades de la política y la cultura.
La mayoría de las campañas seguían el modelo que había desarrollado Amnistía Internacional a partir de la “Campaña contra la Tortura de Uruguay” en 1976. Según este modelo, además de difundir denuncias de casos individuales graves y bien documentados, se recogían firmas en petitorios dirigidos al régimen militar o a un gobierno extranjero; también se solicitaba a los/as activistas que escribieran de forma masiva a las autoridades del país que era el centro de la campaña; o bien se “apadrinaba” o “adoptaba” presos/as políticos/as (“prisioneros de conciencia”, en el discurso de AI) o desaparecidos/as; en muchas ocasiones, se realizaban todas o varias de estas acciones al unísono (Buchanan, 2002; Markarian, 2004).
En las campañas de los organismos extranjeros en apoyo de Abuelas aparecen todas estas actividades. La difusión de denuncias individuales de “niños desaparecidos” es algo a lo que CLAMOR se abocó especialmente tanto en el Boletim Clamor  como por medio de solicitadas en la prensa argentina y brasileña.22 Por su parte, la recolección de firmas estuvo presente en muchas campañas de AI. En particular, tuvo gran repercusión un petitorio dirigido al presidente de facto Reynaldo Bignone, organizado por las secciones europeas de AI en 1982. La sección francesa –la más activa– juntó más de 14.000 firmas, entre ellas las de personalidades como Simone de Beauvoir, Constantin Costa Gavras y Eugene Ionesco.23
Asimismo, hubo numerosas campañas de “padrinazgo” de “niños desaparecidos” y de sus abuelas. Las secciones de Francia y Bélgica de AI comenzaron con los padrinazgos en 1980. De forma independiente, en 1981 esta acción fue replicada por otras organizaciones, como la Liga de Mujeres Católicas de Canadá y la ACAT de Francia, que sostuvo la iniciativa hasta 2010.24 Según afirma María Cecilia Gómez Pinilla, antigua activista de la ACAT, los padrinos debían:

Contactar a las familias y decirles que ellos eran solidarios y que estaban haciendo todo lo posible para encontrar a su nieto o nieta. También escribían, porque Abuelas mandaba toda la lista de las comisarías, de los hospitales, de ministerios, de los jueces de menores, a donde los grupos escribían preguntando por cada niño.25

Escribirles directamente a las autoridades militares, a los jueces de menores o a otras instituciones argentinas, como hacían los “padrinos” de ACAT, también fue una acción de apoyo bastante común. Tanto es así que en una carta de mayo de 1982, Abuelas le comentaba a CLAMOR que llegaban al Juzgado N° 2 de San Isidro cartas de este tipo, provenientes de Canadá, Francia, Dinamarca y Brasil.26 Por cierto, no era infrecuente que una campaña presentara todas estas acciones juntas. Así ocurrió, por ejemplo, en la “Campaña de Cartas” de Desarrollo y Paz, en la cual además de mandarle una postal navideña a una de las abuelas, se les proponía a los/as activistas escribirle a la esposa de Videla “para pedirle su intercesión en nombre de los desaparecidos” y también firmar un petitorio para que las autoridades canadienses presionaran al gobierno argentino.27
Los/as activistas de estos organismos internacionales operaron también como mediadores culturales, sobre todo para traspasar las barreras idiomáticas. Así recuerda Roisinblit la ayuda brindada por unas activistas de la sección francesa de AI:

Fuimos a París a un Congreso. Llegamos allá con unos documentos para presentar en ese Congreso, todo escrito en español....Apenas llegábamos nos agarraron esos documentos, y al día siguiente estaban todos traducidos al francés. ¿Quiénes agarraron eso? Las mujeres de Amnesty International. Cada ciudad donde hay Amnesty International es gente solidaria nuestra y nos ayudan. 28

Este tipo de mediación le permitió al grupo de “madres-abuelas” llegar con su mensaje a la población de regiones del mundo que de otra forma habrían resultado inaccesibles, no solo por cuestiones financieras sino también culturales y lingüísticas.
Un segundo grupo de acciones desplegadas por los organismos que se vincularon con el grupo de “madres-abuelas”, y luego con Abuelas como una organización ya independiente, fueron aquellas orientadas a sostener y fortalecer material e institucionalmente a la organización y sus integrantes. Esto supuso, ante todo, un importante apoyo financiero. Los organismos extranjeros organizaron colectas y realizaron donaciones gracias a las cuales Abuelas pudo financiar sus viajes por América y Europa, publicar solicitadas en medios de comunicación nacionales e internacionales, imprimir y distribuir folletos, postales, almanaques y otros materiales de difusión y hasta alquilar su primera sede provisoria, y luego, a los pocos meses, comprar el local definitivo de la calle Montevideo de la ciudad de Buenos Aires.29
Por otro lado, gracias a sus propias redes y vinculaciones institucionales, estas organizaciones le posibilitaron a Abuelas tomar contacto con diversas personalidades y funcionarios de organismos nacionales y multilaterales, también participar e intervenir en numerosos foros, congresos, asambleas y comisiones de organismos gubernamentales, como la CIDH-OEA, la CDH-ONU y la Asamblea Nacional Francesa.30
Por último, algunos organismos internacionales emprendieron por su cuenta investigaciones en pos de localizar a los “niños desaparecidos”. El caso más resonante, que hemos mencionado anteriormente, fue el de la localización de dos hermanos argentinos hallados en Chile gracias a las gestiones de la organización brasileña CLAMOR. En 1979 la entidad recibió la denuncia de una asistente social chilena que afirmaba reconocer a dos de los niños que habían aparecido en las fotos de un informe sobre “niños desaparecidos en Uruguay”, publicado en el número de diciembre de 1978 del Boletim Clamor. Se trataba de Anatole y Victoria Julien Grisonas, quienes habrían sido encontrados “abandonados” en una playa de Valparaíso en la noche del 23 de diciembre de 1976. Gracias a una serie de acciones realizadas a partir de ese momento, coordinadas con otros organismos regionales de derechos humanos (la Vicaría de la Solidaridad y la sección latinoamericana de ACNUR), la denuncia se confirmó y pudieron reencontrarse con su familia biológica, aunque después de varias disputas judiciales, siguieron viviendo con los padres adoptivos en Chile (Lima, 2004; Catoggio, 2014; Regueiro, 2014).
Muchos activistas de AI que participaban de las campañas de “padrinazgo” también se comprometieron de forma directa en la búsqueda de los “niños desaparecidos” apadrinados. Para emprender esta tarea, trataron de conectarse con otros organismos abocados a la defensa de los derechos humanos, entre ellos, CLAMOR. Esta organización recibió consultas de las secciones de Bélgica, Francia y Suiza de AI, según ha quedado constancia en sus archivos.31 Estos intercambios permiten observar cómo circulaban denuncias e información por las redes transnacionales de derechos humanos y se realizaban acciones conjuntas en pos de ubicar el paradero de adultos/as y niños/as desaparecidos/as. Si bien la mayoría de estas iniciativas no tuvieron éxito, permitieron acumular una información que fue centralizada por CLAMOR y que, a la larga, terminó siendo muy valiosa para Abuelas, como veremos en el último apartado.32

Efectos del acompañamiento del activismo transnacional

En última instancia, ¿cómo contribuyeron todas las acciones examinadas en el apartado anterior en la lucha de Abuelas? ¿Qué efectos de corto y mediano plazo tuvo el apoyo del activismo transnacional para la organización argentina y para su reclamo por los “niños desaparecidos”? Distintas investigaciones han intentado analizar el impacto que tuvo la elaboración de estrategias para trascender las fronteras nacionales en las luchas por los derechos humanos en Argentina. Keck y Sikkink (2000) han planteado que la integración a las redes transnacionales de derechos humanos permitió a los organismos argentinos generar lo que han denominado “efecto boomerang”. En un contexto de represión y clausura política interna, dicho efecto consistiría en la capacidad de las organizaciones de la sociedad civil para saltar por encima de las instancias estatales nacionales y buscar aliados en la arena internacional para generar “desde arriba” una presión sobre el gobierno dictatorial. Esta forzaría cambios en la política interna de los regímenes militares, que habilitarían a su vez una presión “desde abajo” de la sociedad civil y de los organismos locales (Keck y Sikkink, 2000).
¿Hasta qué punto el acceso a audiencias internacionales produjo este “efecto boomerang”? Resulta difícil precisarlo. Por un lado, la presión generada por las campañas de denuncia, sobre todo aquellas vinculadas a la desaparición de ciudadanos/as extranjeros/as en Argentina, impactaron en los organismos internacionales y regionales e indudablemente produjeron cierta “presión desde arriba” sobre el gobierno militar argentino, que debió aceptar la visita de la CIDH en 1979 (D’Antonio, 2010; Basualdo, 2011). Sin embargo, la capacidad real de esta “presión desde arriba” para lograr una movilización social más amplia o al menos algún tipo de respuesta del gobierno militar a las demandas de los organismos de derechos humanos ha sido matizada. Diversos/as autores/as señalan que la capacidad de recuperar el espacio público y de movilizar a una parte de la sociedad en contra del régimen militar estuvo dada por una serie de factores coadyuvantes, entre ellos, la profunda crisis económica en que se sumió el país desde 1981 y la derrota en la Guerra de Malvinas en 1982 ocuparon un lugar más importante que la presión ejercida por las organizaciones de derechos humanos y los organismos internacionales (Palermo y Novaro, 2003; Canelo, 2006; O’Donnell y Schmitter, 2010; Feld y Franco, 2015; Franco, 2018).
En el caso de la lucha de Abuelas, los organismos que la apoyaban parecían estar convencidos de que su acción era decisiva para el avance del reclamo de la organización. Así, cuando las hermanas Tatiana Ruarte Britos y Laura Jotar Britos fueron localizadas en marzo de 1980, Desarrollo y Paz publicó en su periódico una noticia que afirmaba que “las personas que participaron en la campaña de Desarrollo y Paz...pueden haber sido parcialmente responsables por la localización de dos niñas desaparecidas”.33 Sin embargo, la reaparición de estas dos niñas resultó ser excepcional. Tuvo mucho peso la decisión de los padres adoptivos de averiguar el origen de sus hijas adoptadas, incluso a pesar de las trabas interpuestas por el juez que las había dado en adopción.34 Hasta comienzos de 1983, cuando la dictadura militar se encontraba debilitada y en retirada, no se produjeron nuevas localizaciones de niños/as desaparecidos/as.35
De todas maneras, más allá de la discusión sobre su impacto político o su capacidad de presión hacia el gobierno dictatorial, el apoyo obtenido desde los organismos regionales e internacionales de derechos humanos tuvo para Abuelas otros efectos de corto y mediano plazo. En primer lugar, ayudó a consolidar organizativamente a las “madres-abuelas”, al contribuir a su proceso de autonomización y su transformación institucional en “Abuelas de Plaza de Mayo”. Ante todo, por los recursos financieros que pudieron aportar las entidades, que fueron vitales para sostener las actividades de denuncia e investigación que iban en aumento y se complejizaban, a la par que crecían los casos reportados de “niños desaparecidos” y se sumaban más familias a su búsqueda (Nosiglia, 1984).
Pero este fortalecimiento fue mucho más allá de la indispensable ayuda financiera: el apoyo brindado por los organismos internacionales también contribuyó a contenerlas y a sostenerlas emocional y anímicamente. Muestras masivas de solidaridad como la “Campaña de Cartas” de Desarrollo y Paz funcionaban como un importante sostén afectivo:

Campaña de cartas, Canadá nos mandó...las mías son 4300. Postales para Navidad. Fue terrible porque era una de las primeras navidades en las que ya uno tenía conciencia de que no íbamos a recuperar fácilmente a los chicos. Porque al principio creíamos que solo era buscarlos y encontrarlos. Y recibir esas cajas...porque al final las traían en cajas a las cartas. Miles y miles de postales, esa solidaridad fue muy, muy importante.36

En este testimonio, Mariani rememora cómo las 4300 cartas aproximadamente que recibió de Canadá la ayudaron a atravesar un momento anímicamente difícil como podía ser una Navidad sin su nieta (y con la conciencia de que sería difícil recuperarla). Se ha señalado que la contención a los familiares fue, junto con la difusión de las denuncias, una de las tareas centrales de los organismos de derechos humanos argentinos durante la dictadura (Jelin, 1995; Alonso, 2008; Zubillaga, 2016). Sin embargo, este aspecto no se ha tenido en cuenta al evaluar el aporte de las entidades internacionales, respecto de las cuales se ha ponderado su capacidad de movilizar denuncias, presionar sobre los gobiernos militares o proveer recursos financieros. Los testimonios nos muestran, empero, que los organismos y activistas de las redes transnacionales no fueron solo un canal para difundir demandas; también jugaron un papel importante en el acompañamiento afectivo. Otro testimonio de Mariani insiste en esta idea:

Y ahí vino la lucha enorme de Abuelas y la extensión en el mundo. Nos ayudó muchísimo la recepción que recibíamos en todos lados como solidaridad, como ayuda, como apoyo. El solo hecho de saber que había gente lejos que recién se enteraba de lo que nos pasaba y que se interesaban en ayudarnos nos levantó mucho, nos ayudó mucho para seguir adelante.37

Mientras que en el país eran perseguidas por el régimen dictatorial e ignoradas por gran parte de la sociedad, el apoyo del extranjero las hacía sentir acompañadas incluso por desconocidos/as que vivían en zonas alejadas del mundo, las “levantó” y “ayudó mucho para seguir adelante” y, en cierta medida, les permitió reafirmar que estaban  emprendiendo una causa que gran parte del mundo consideraba justa.
Por último, los contactos con el extranjero y la integración en redes regionales e internacionales de derechos humanos generaron otro aporte crucial para la causa de Abuelas: ayudaron a la construcción de saberes y a la reelaboración de su discurso. Por medio de las redes transnacionales, se logró el acceso a información fidedigna sobre el destino de muchas mujeres embarazadas y sus hijos/as. Hemos señalado ya el papel de CLAMOR y de otras organizaciones en la centralización y acumulación de datos y denuncias. También a través de estas redes las integrantes de Abuelas pudieron entrar en contacto con los/as sobrevivientes de los centros clandestinos de detención que se encontraban en el exilio. En el extranjero, y en el marco de contención provisto por las redes de activismo humanitario, los/as sobrevivientes podían ofrecer testimonio sobre su cautiverio y sus compañeros/as de detención. La información de estos/as exiliados/as permitió construir un conocimiento respecto a la existencia de “maternidades” clandestinas, la sustracción de los bebés nacidos en cautiverio y la posterior desaparición de sus madres.38 Sobre la base de este saber, la organización comenzó a utilizar conceptos como “apropiación”, “robo de bebés” y “botín de guerra”, nociones que no aparecían en su discurso inicial (Quintana, 2015).
Asimismo, esos vínculos habilitaron el contacto con saberes profesionales, principalmente provenientes de los campos jurídicos y psicológicos, que favorecieron la densificación conceptual del discurso de la entidad. Sin dudas, también pesó en esta transformación la incorporación de diversos profesionales (abogados, psicólogos y médicos) que constituyeron un equipo jurídico y otro médico-psicológico.39 Pero la participación en congresos internacionales y foros de organizaciones que promovían un nuevo paradigma sobre la protección de la niñez, de acuerdo con el cual los/as niños/as y adolescentes eran considerados como sujetos de derecho, contribuyó a la elaboración de la noción de “derecho a la identidad”, que se transformaría en un concepto nodal en el discurso de Abuelas.40

 A modo de conclusión

La persecución política, la falta de respuestas oficiales y las dificultades para incidir en la opinión pública nacional en el contexto represivo dictatorial, impulsaron a la incipiente agrupación de “madres-abuelas” a encarar la estrategia política de “salir al extranjero” para denunciar la desaparición de niños/as. Esto significó insertarse en las redes transnacionales de defensa de los derechos humanos que estaba en constante crecimiento desde la década de 1960. Muchas de las organizaciones en estas redes eran de origen religioso; de hecho, como vimos, varios de los organismos que colaboraron más activamente con Abuelas (como CLAMOR, Desarrollo y Paz) eran confesionales, esto reafirma la importancia que numerosos/as autores/as han concedido a las tramas religiosas en estas redes de activismo humanitario.
La integración en estas redes transnacionales fue una estrategia adoptada por el conjunto del movimiento de derechos humanos. De hecho, aquellos que tenían más trayectoria y vínculos ya construidos, como el SERPAJ y el CELS, operaron como nodos entre Abuelas y los organismos internacionales. De la misma manera, las comunidades exiliares argentinas tuvieron un lugar destacado, tanto en la generación de vínculos con las entidades locales, como en la difusión de las denuncias de Abuelas. Con todo, las interacciones entre los actores que componían estas redes eran complejas y multidireccionales, por ende, la circulación de denuncias y el despliegue de acciones en muchos casos excedían al propio conocimiento de la organización argentina, lo cual muestra los límites de su capacidad de agencia.
En sus inicios, la actual Abuelas era una pequeña agrupación al interior de Madres. En los años siguientes, este grupo vivió un proceso de autonomización e institucionalización que lo terminó convirtiendo en un organismo independiente. La vinculación con las redes transnacionales de derechos humanos abonó ese cambio. Al construir una red propia de relaciones y posicionar su agenda específica de denuncias y reclamos, se fue constituyendo, hacia fuera y hacia dentro del país, como una entidad distintiva y distinguible.
Los organismos que interactuaron con Abuelas apoyaron su reclamo con campañas de difusión, con acciones de acompañamiento y sostenimiento institucional e incluso con tareas de búsqueda de los “niños desaparecidos”. Aunque su capacidad de generar presión sobre el gobierno militar pudo haber sido limitada, estas acciones tuvieron efectos relevantes a otros niveles. En primer lugar, ayudaron al fortalecimiento de la entidad, no solo mediante la ayuda financiera, sino también sosteniendo anímicamente a sus integrantes. La solidaridad proveniente de sociedades y culturas distantes era un estímulo y una legitimación de su reclamo, las ayudaba a seguir adelante a pesar de la falta de apoyo y la represión a nivel nacional.
No menos importante, la información aportada por organismos de derechos humanos internacionales (como CLAMOR) y los testimonios recabados por medio de los/as sobrevivientes en el exilio, contribuyeron a la elaboración de un conjunto de saberes sobre la desaparición de niños. Este cúmulo de información permitió arribar a la convicción de que los niños/as nacidos/as en cautiverio habían sido sistemáticamente apropiados/as por el personal de las fuerzas armadas y de seguridad. La construcción de este conocimiento y los aportes de diferentes saberes profesionales con los que también entraron en contacto a través de las redes transnacionales (como la genética, la psicología y el derecho), transformaron las prácticas discursivas de Abuelas, que se desplazaron desde la noción de “niños desaparecidos” y de la “restitución” como simple devolución a las familias, hacia las de “botín de guerra”, “apropiación” y la “restitución” amparada en el “derecho a la identidad” de los niños/as (Quintana, 2017; Laino Sanchis, 2018).

Notas

1 Entrevista a Rosa Tarlovsky de Roisinblit (Rosa) realizada por Fabricio Laino Sanchis el 20 de septiembre de 2016 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Rosa es la vicepresidenta de Abuelas. Nació en 1919 en Moisés Ville (provincia de Santa Fe), estudió obstetricia en la Universidad Nacional del Litoral y ejerció la profesión por varios años. El 6 de octubre de 1978 su hija, Patricia Roisinblit, embarazada de ocho meses, fue secuestrada junto con su hija Mariana Eva Pérez, de un año y tres meses de edad. Ese mismo día, en otro domicilio, secuestraron a su compañero, José Manuel Pérez Rojo. La niña fue devuelta a la familia paterna, pero sus padres continuaron desaparecidos. Por testimonios de sobrevivientes se pudo saber que la pareja fue secuestrada por un grupo de tareas de la Fuerza Aérea y que, posteriormente, Patricia dio a luz a un varón en el Centro Clandestino de Detención (CCD) que funcionaba en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada –ESMA–. El niño fue apropiado por un agente civil de la Fuerza Aérea. En el año 2000 pudo ser identificado gracias a una denuncia anónima. Los análisis realizados por el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) confirmaron su filiación en el 2004.

2 Agradezco a Emilio Crenzel, Valeria Manzano, Marina Franco y Verónica Perera, así como a los/as colegas de los grupos de investigación que dirigen, por haber leído atentamente las versiones preliminares de este trabajo, al que aportaron valiosas ideas y sugerencias. Asimismo, agradezco las devoluciones de los/as evaluadores/as anónimos/as de la revista, cuyos comentarios fueron muy importantes para enriquecer el artículo.

3 En abril de 1982, en el primer número de su primer periódico, el boletín Informaciones, Abuelas mencionaba explícitamente el apoyo de estas tres organizaciones: “Para localizar estas criaturas y ante la falta de respuestas en nuestro país, hemos recurrido a organismos internacionales. Es así como la OEA dio el número 3459 al caso de los niños desaparecidos. Naciones Unidas ha dedicado especial atención a este drama inédito, en la Asamblea de febrero de este año. Los padrinazgos de Amnesty International en toda Europa están realizando un intenso reclamo. Miles de cartas nos ha enviado el pueblo canadiense. Las iglesias de todos los credos nos hacen llegar su apoyo. CLAMOR en San Pablo (Brasil), inició una campaña mundial de búsqueda y logró localizar a dos de los niños, ya dados en adopción...en Chile”. Sin título (abril de 1982). Informaciones, p. 4. Caja Publicaciones. Archivo Histórico de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo (AH-AAPM). Buenos Aires, Argentina. También las mencionan en sus testimonios Delia Giovanola, María Isabel Chorobik de Mariani y Rosa Roisinblit.

4 Entrevista a Delia Giovanola de Califano (Delia) realizada por Fabricio Laino Sanchis el 17 de septiembre de 2016 en CABA. Delia es una de las doce primeras integrantes del grupo de “madres-abuelas” que se convertiría en Abuelas. Nació en La Plata en 1926 y fue maestra, bibliotecaria y directora de escuela primaria. El 16 de octubre de 1976 las fuerzas armadas secuestraron a su hijo, Jorge Ogando, junto con su compañera, Stella Maris Montesano, embarazada de ocho meses. Delia se hizo cargo de su nieta de tres años que no fue secuestrada. Su nieto, que vivía en el exterior desde el año 2000, se contactó de forma espontánea con Abuelas en el 2015. Su identidad fue confirmada ese mismo año por el BNDG.

5 Como ejemplo de esta pertenencia a Madres, podemos citar la carta de agradecimiento enviada a la organización canadiense Desarrollo y Paz después de su primera campaña de difusión, de 1979. La misiva era remitida por “Madres de Plaza de Mayo” y nombraba al grupo de Abuelas como una “subcomisión”: “En el nombre de las Madres y de la subcomisión de abuelas, queremos agradecerles por la magnífica campaña que han lanzado en nombre de nuestros pequeñitos que están perdidos”. Argentina mothers say cards may total 170.000 (enero/marzo de 1980). The Global Village Voice, p. 1. Development and Peace-Caritas Canada Archives, Montreal, Canadá. El destacado en cursiva en la cita es nuestro.

6 Entre las otras variables que confluyeron en este proceso, podemos señalar brevemente la especificidad del repertorio de acción implicado en la búsqueda de los “niños desaparecidos”; la progresiva consideración de que los adultos desaparecidos podían estar muertos mientras que los niños se encontraban vivos; el aumento del número de denuncias de “niños desaparecidos” recibidas; y, por último, las tensiones que se fueron generando entre las referentes de Madres y las del grupo de “madres-abuelas” por diversos motivos, como los modos de acción y las formas de organización (Laino Sanchis, 2018).

7 Entrevista a María Isabel Chorobik de Mariani (Chicha) realizada por Pablo Palomino el 10 de diciembre de 2002. Memoria Abierta. Archivo Oral (MA-AO), CABA, Argentina. Chicha, como era llamada por sus allegados/as y compañeros/as, fue una de las doce primeras integrantes de Abuelas y su presidenta hasta 1989, cuando se alejó de la organización. Nació en San Rafael de Mendoza en 1923 y falleció en La Plata en 2018. Estudió Bellas Artes en la Universidad Nacional de La Plata y ejerció como profesora de educación visual e historia del arte en diferentes escuelas secundarias de esa ciudad. El 24 de noviembre de 1976, las fuerzas conjuntas atacaron la casa en La Plata donde vivían su hijo Daniel Mariani y su nuera Diana Teruggi, militantes de Montoneros, quienes tenían una hija de tres meses, Clara Anahí. En el ataque fueron asesinados su nuera y otros cuatro militantes, mientras que la niña fue secuestrada. Un año después, el 1° de agosto de 1977, también fue asesinado su hijo. Desde que tuvo noticias de que su nieta había sobrevivido al operativo militar inició su búsqueda, que continuó hasta el final de sus días. En 1996 fundó en La Plata la Asociación Anahí, que prosigue la búsqueda de Clara Anahí, además de promover la memoria sobre los crímenes de la dictadura y la vigencia de los derechos humanos.

8 Entrevista a María Isabel Chorobik de Mariani (2002).

9 Congresos internacionales (septiembre de 1982). Informaciones, p. 6.

10 Entrevista a María Isabel Chorobik de Mariani realizada por Victoria Alvarez, Erandi Mejía Arregui y Fabricio Laino Sanchis el 6 de julio de 2016 en la ciudad de La Plata, Buenos Aires; Banco Nacional de Datos Genéticos (2017).

11 Entrevista a María Isabel Chorobik de Mariani (2016).

12 El primer documento firmado con esta denominación es un comunicado de enero de 1981 que llevaba por título “Niños y bebés desaparecidos en la República Argentina desde 1976” (reproducido en Amorós, 2011, pp. 304-305).

13 Abuelas de Plaza de Mayo. Informe presentado para el II Congreso Latinoamericano de Familiares de Desaparecidos. 24 de noviembre de 1981. Caja Organismos. AH-AAPM. Mayúsculas en el original. Con respecto al nombre “Abuelas Argentinas con Nietitos Desaparecidos”, a partir de las fuentes solo se puede constatar su uso público en algunas solicitadas de 1980.

14 Abuelas de Plaza de Mayo (1984); Abuelas de Plaza de Mayo. Invitación a inauguración de nueva sede. 2 de diciembre de 1982. Cajas Solicitadas. AH-AAPM.

15 Entre las organizaciones de esta red de contactos de Abuelas había algunas laicas, como la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia, Defence for Children, Terres des Hommes (Alemania y Suiza), L'Union Fraternelle entre les Races et les Peuples (Suiza), AI y la Asociación Iberoamericana sobre Niños Maltratados y Abandonados. Muchas más eran las confesionales, como CLAMOR, Desarrollo y Paz, la Liga de Mujeres Católicas de Canadá, el Consejo Mundial de Iglesias, la ACAT, el Comité Católico contra el Hambre y por el Desarrollo (Francia), el Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz (Vaticano), Entraide Protestante Suisse (Suiza), Dan Church Aid (Dinamarca), Save the Children (Suecia) y distintas iglesias protestantes de Alemania, Austria y Noruega (Abuelas de Plaza de Mayo, 1984, 2007; Nosiglia, 1984). Además, como hemos mencionado, la organización era miembro de la FEDEFAM.

16 Cry for them, Argentina (septiembre/octubre 1979). The Global Village Voice, pp. 4-5. Inglés en el original, traducción propia.

17 Según las estimaciones de diversas fuentes, se habrían enviado a Argentina entre 60 mil y 170 mil cartas y postales. Argentina: motherssaycardsmay total 170.000 (enero/marzo de 1980). The Global Village Voice, p. 1.

18 Entrevista a María Isabel Chorobik de Mariani (2002); entrevista a Delia Giovanola de Califano.

19 Héctor Rombola, un argentino que se exilió en Canadá con su familia en 1979 e integró este Comité, recuerda que estaba compuesto por una decena de exiliados/as y algunos colaboradores canadienses que realizaban distintos tipos de acciones de denuncia y publicaban con cierta regularidad un folletín titulado Canada-Argentina Bulletin. La agrupación logró el apoyo de diferentes organizaciones locales, entre ellas el Congreso Canadiense del Trabajo y la Confederación Nacional de Sindicatos. Entrevista a Héctor Rombola realizada por Fabricio Laino Sanchis el 4 de enero de 2017 en CABA.

20 Entrevista a Mike Flynn realizada por Héctor Rombola el 15 de mayo de 2017 para el documental La lucha escrita (en proceso de realización), en la ciudad de Toronto, Canadá. Agradezco a Rombola por haberme permitido consultar esta entrevista completa y otros documentos relacionados con la “Campaña de cartas” de Desarrollo y Paz, así como por su colaboración para poder acceder a los archivos de dicha institución.

21 Síntesis de la conferencia de prensa con el exilio argentino de las Abuelas de Plaza de Mayo, 1981 (reproducido en Amorós, 2011, pp. 478-482).

22 Mãe denuncia o desaparecimento da sua filha grávida (julio de 1978). Boletim Clamor, p. 13; Crianças desaparecidas no Uruguai (diciembre de 1978).Boletim Clamor, pp. 15-17; Dossier Argentina: Crianças e adolescentes desaparecidos Argentina (1980). Boletim Clamor; CLAMOR (s.f.) Argentina: também as crianças desaparecem. Caja CLAMOR. AH-AAPM. Niños desaparecidos en Argentina (4 de abril de 1982). La Prensa, p. 5. Biblioteca Nacional Mariano Moreno, CABA, Argentina.

23 Petición por los niños desaparecidos desde Francia (agosto de 1982). Informaciones, p. 5.

24 CWL asked to “adopt” Grandmother (octubre de 1981). The Global Village Voice, p. 1.

25 Entrevista a María Cecilia Gómez Pinilla realizada por Fabricio Laino Sanchis el 17 de noviembre de 2017 en la ciudad de París. María Cecilia Gómez Pinilla es una activista colombiana que reside en Francia desde 1972. Ingresó a trabajar en la ACAT en 1987, donde se desempeñó como archivista, intérprete y asesora de campañas sobre América Latina hasta su jubilación en 2010.

26 Carta de Abuelas de Plaza de Mayo a CLAMOR. Mayo de 1982. Carpeta Correspondencia Recibida (CCR), f. 191, Fondo Clamor. Archivo Nacional de la Memoria, CABA, Argentina.

27 Cry for them, Argentina (septiembre/octubre 1979). The Global Village Voice, pp. 4-5. Traducción propia.

28 Entrevista a Rosa Tarlovsky de Roisinblit.

29 Entrevista a Rosa Tarlovsky de Roisinblit; Entrevista a María Isabel Chorobik de Mariani (2002); ‘Deepestgratitude’ (enero/marzo 1981). The Global Village Voice, p. 4; Abuelas de Plaza de Mayo (1984).

30 Entrevista a María Isabel Chorobik de Mariani (2002); Organismos internacionales (octubre de 1982). Informaciones, p. 5; La iglesia: el Papa (junio de 1982). Informaciones, p. 1.

31 Cartas de V. F. a Paulo Arns. Bruselas, 16 de noviembre de 1979 y 2 de enero de 1980. CCR, fs. 92, 101, 102; Carta de A. D. a CLAMOR. Ginebra, 4 de octubre de 1980. CCR, f. 201.

32 CLAMOR había logrado reunir más de 7000 denuncias de personas desaparecidas en Argentina, incluyendo las de muchos/as niños/as. En 1979, en un viaje realizado a Brasil, dos integrantes de Abuelas consiguieron una copia de este extenso archivo de denuncias, que ingresaron secretamente a Argentina (Nosiglia, 1984; Lima, 2004; Cruz, 2013).

33 Two ‘disappeared’ children found; campaign helped (mayo-junio de 1980). The Global Village Voice, p.1. Traducción propia.

34 Entrevista a Tatiana Ruarte Britos Sfiligoy realizada por Fabricio Laino Sanchis el 19 de julio de 2017 en CABA. Tatiana es hija de Mirta Britos Acevedo y Oscar Ruarte, ambos detenidos-desaparecidos durante la última dictadura. Tatiana, su madre, su segunda pareja y la hija de ambos, Laura, fueron secuestrados por un grupo de tareas el 31 de octubre de 1977 en Villa Ballester. Las niñas fueron abandonadas en una plaza después del operativo por las fuerzas intervinientes. Por intermedio del Juzgado de Menores de San Martín fueron dadas en adopción a una familia que desconocía su origen. Gracias a diversas informaciones y a la propia voluntad de la pareja adoptante de conocer de dónde provenían las niñas, Abuelas pudo localizarlas en marzo de 1980. Por mutuo acuerdo con las familias biológicas, las niñas siguieron viviendo con sus padres adoptivos pero con conocimiento de su historia y en contacto con sus abuelas y parientes biológicos.

35 Denuncian que fueron localizados cinco niños desaparecidos (16 de marzo de 1983). Clarín, p. 4; Grandmums finds 5 missing grandkids; demand other (16 de marzo de 1983). The Buenos Aires Herald, p. 8. Biblioteca Nacional Mariano Moreno.

36 Entrevista a María Isabel Chorobik de Mariani (2002).

37 Entrevista a María Isabel Chorobik de Mariani (2016).

38 Abuelas de Plaza de Mayo (1984); Carta de Rosa Roisinblit al Rev. Jaime Wright. Roma, 1° de octubre de 1982. CCR, fs. 206-207; Entrevista a Alcira Ríos realizada por Vera Carnovale el 11 de septiembre de 2003, MA-AO.

39 Entrevista a Norberto Liwski realizada por Fabricio Laino Sanchis el 8 de septiembre de 2018 en CABA; Abuelas de Plaza de Mayo (1984). Norberto es médico y docente. Durante la dictadura fue secuestrado, detenido en un CCD y luego puesto a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. En 1982, tras su liberación, entró en contacto con los organismos de derechos humanos. De esta forma conoció a Chicha, presidenta de Abuelas, que lo convocó para que conformara un equipo profesional dentro de la organización con especialistas de diferentes disciplinas. Norberto aceptó y coordinó hasta 1989 este primer equipo interdisciplinario, conformado por médicos/as, psicólogos/as, genetistas y abogados/as.

40 Congresos internacionales (septiembre de 1982). Informaciones, p. 6.

 

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Recepción del original: 04 de febrero de 2018.
Aceptado para publicar: 24 de diciembre de 2018.