DOI: http://dx.doi.org/10.19137/pys-2019-260105


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ARTÍCULOS

 

La migración de la ciudad a las zonas rurales en Argentina. Una caracterización basada en estudios de caso

Migration from the City to Rural Areas in Argentina. A characterization based on Case Studies

 

Marcelo Enrique Sili*

 

Resumen: El proceso migratorio de la ciudad al campo es un fenómeno reciente en Argentina, a la imagen de lo que sucedía en Europa en las últimas dos décadas. Las evidencias empíricas del mismo son nulas si se observan las estadísticas generales del país, sin embargo, dada la carencia de estadísticas detalladas, es necesario apelar a un exhaustivo trabajo de campo para visualizar este proceso en las áreas rurales. Este proceso de renacimiento rural es analizado en detalle en varios territorios de análisis de la Argentina, identificando formas, mecanismos y lógicas sociales y territoriales de dicho fenómeno.

Palabras clave: Renacimiento rural; Éxodo rural; Cambio tecnológico; Movilidad

Abstract: Migration from the city to the countryside is a recent phenomenon in Argentina which mirrors what has been going on in Europe in the last two decades. By observing the country’s general statistics one concludes that there is no empirical evidence concerning this movement. This situation calls for exhaustive fieldwork so as to be able to visualize the process. This “rural renaissance” is analysed in detail in several territories of Argentina by identifying forms, mechanisms as well as social and territorial logics of the phenomenon.

Key words: Rural rebirth; Rural exodus; Technological change; Innovation

 

Introducción1

En la Argentina la población rural tuvo un notable crecimiento desde fines del siglo XIX hasta mediados de siglo XX, período que podemos señalar como de construcción de la ruralidad. Luego comenzó un lento pero inexorable proceso de despoblamiento que coincide con los procesos de industrialización y urbanización, y posteriormente con procesos de modernización tecnológica en el sector agropecuario. Sin embargo, más allá de las grandes tendencias de éxodo de la población desde el campo hacia las ciudades, en las últimas décadas se visualiza un proceso de migración de población desde las ciudades hacia las áreas rurales.2Generalmente se trata de jóvenes o de jubilados que migran hacia zonas rurales en busca de mayor calidad de vida, contacto con la naturaleza u otras razones personales. Esto como veremos afecta a diferentes zonas rurales del país, pero muy especialmente las áreas de mayor valor paisajístico y áreas con buena conectividad y cercanía a servicios.
Estos procesos de renacimiento rural han sido exhaustivamente analizados en otros continentes, especialmente en Europa y Norteamérica (Berry, 1978; Cloke, 1985; Perry, Dean & Bronwn, 1986; Kayser, 1990; García Bartolomé, 1991). Estos autores muestran como los procesos migratorios han sido responsables de la dinamización de las áreas rurales, cambiando en muchos casos el perfil económico, productivo y social de las áreas rurales (Baños, 2013). Más aún, muchos programas de desarrollo rural toman en consideración estas dinámicas como parte estructural de sus acciones. En el caso argentino, a pesar que este proceso tiene una creciente importancia, el mismo ha sido muy poco estudiado y, aún más, las políticas de desarrollo tampoco han tomado en cuenta la importancia que este renacimiento rural tiene sobre los territorios rurales en términos de generación de nuevos emprendimientos sociales y productivos, diversificación del empleo, nuevas pautas de consumo y tipo de demanda de servicios y renovación de la vida institucional en las áreas rurales, debido a la nueva participación de los migrantes. Es claro que estos procesos de renacimiento rural son muy diferentes entre los países de América Latina y Europa o América del Norte, pues la organización del mundo rural y sus trayectorias productivas y sociales, así como la misma geografía son muy disímiles, por ende también los impactos que estos procesos tienen en las áreas rurales son muy diferentes.
Teniendo en cuenta estas premisas, el objetivo de esta investigación es analizar este incipiente fenómeno de migración de la ciudad al campo tomando como referencia a varios territorios distribuidos en regiones muy diferentes dentro de la Argentina. Esta investigación se desprende claramente de la experiencia europea, experiencia estructurada en torno al concepto de renacimiento rural, el cual ha sido ampliamente analizado especialmente por Cloke (1985) y Kayser (1990), no solo por el valor demográfico del renacimiento rural, sino por la potencialidad de este proceso para dinamizar los territorios rurales. Se pretende aquí caracterizar este fenómeno demográfico, de manera que permita en trabajos posteriores caracterizar los impactos que este proceso tiene sobre el desarrollo rural.
Para poder dar cuenta de esta dinámica, este trabajo presenta en primer lugar la evolución demográfica de la Argentina, en segundo lugar se realiza una revisión del proceso de renacimiento rural o de migración de la ciudad al campo a nivel internacional, entendiendo como se produjo este fenómeno y las principales líneas interpretativas del mismo. En tercer lugar se plantean una serie de consideraciones conceptuales y metodológicas sobre esta investigación. Finalmente se realiza un análisis del proceso de renacimiento tomando para ello diferentes casos de territorios y actores.

La dinámica demográfica en la Argentina rural

La Argentina no escapa a una dinámica global de urbanización y también de renacimiento rural, sin embargo para poder entender estas dinámicas es necesario entender primero como se pobló y se distribuyó la población en el último siglo. La Argentina es un país con una gran extensión y con fuertes desequilibrios demográficos debido a diversos factores que influyeron en su poblamiento. Algunos de estos factores como los climas templados y las llanuras fértiles, estimularon el poblamiento, los climas fríos o muy cálidos, las grandes alturas y la extrema aridez por otro constituyeron barreras al mismo. Otros factores culturales, económicos y políticos también influyeron en el poblamiento, tal como el desarrollo de la ganadería, el avance de la agricultura y la colonización, las grandes oleadas inmigratorias europeas entre otros. Estos factores fueron cambiando radicalmente en la segunda mitad del siglo XX, así la industrialización, el crecimiento del transporte automotor, la mejora sustancial de la calidad de vida en las ciudades y el desarrollo tecnológico en el sector agropecuario, explican las nuevas dinámicas demográficas, entre los cuales sobresale la sistemática disminución de la población rural (especialmente de la población que vive dispersa en el campo), en contraposición al elevado crecimiento de la población urbana.
Así, tal como lo muestra la figura 1, de 6 millones de habitantes rurales en el año 1947, se llega a 3,6 millones en el año 2010, lo que representa menos del 9% de la población total del país, y una disminución de 2,4 millones de habitantes con respecto a 1947. La pérdida de población rural no mantuvo ritmos constantes, sino que disminuyó a través de los años en forma diferencial, aunque con mucha más fuerza en la región pampeana, región que lideró el proceso de modernización agraria de las últimas décadas. El período más crítico en cuanto al éxodo rural se constata en la década del ochenta y noventa, con una caída de la población rural del orden del 13%, en tanto que la disminución de la última década fue del 6%.

Figura 1. Evolución de la población urbana y rural en Argentina


Fuente: Censos nacionales de población de los años 1895, 1914, 1947, 1969, 1970, 1980, 1991, 2001 y 2010. Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC).

El despoblamiento del campo y los pueblos

No obstante, las dinámicas demográficas en las áreas rurales son muy diferentes según se trate de población que vive dispersa en el campo (población dispersa que vive en las fincas o explotaciones agropecuarias) o la que vive en los pueblos. El despoblamiento afecta mayormente a la población que vive en el campo. Según los censos nacionales de población, entre el año 1991 y el año 2010 la población del campo disminuyó en un 25%, y entre el año 2001 y el 2010 la caída fue del 12% (330.000 habitantes menos). Esto muestra que el despoblamiento del campo se va desacelerando (Cuadro 1).
Esta pérdida de población se vincula a tres factores. En primer lugar, el avance tecnológico hace que cada vez se necesiten menos trabajadores (Sili, 2005). En segundo lugar, los cambios en las condiciones económicas provocaron un aumento en las escalas productivas y una reducción del número de productores agropecuarios, se estima que entre la década del ochenta y el año 2010 la cantidad de productores disminuyó en más de 400.000 (Sili, Guibert & Bustos Cara, 2015). Los productores agropecuarios que dejaron sus explotaciones agropecuarias se marcharon a las ciudades cercanas, y en el caso de las regiones más pobres migraron hacia las capitales de provincia. En tercer lugar, la migración se explica también porque muchos habitantes del campo, sin dejar la actividad agropecuaria, se trasladan a los pueblos más cercanos en busca de servicios básicos no disponibles en el campo: escuelas, salas médicas, viviendas sociales, electricidad y agua potable.

Cuadro 1. Evolución de la población urbana y rural de la Argentina

Fuente: Censos nacionales de población 1991, 2001, 2010. Instituto Nacional de Estadísticas y Censos

 

La dinámica de la población en los pueblos es muy diferente, los que tienen menos de 500 habitantes tuvieron una disminución del 4,5%, perdiendo 13.600 habitantes en la última década. Los pueblos que tienen entre 500 y 1.000 habitantes crecieron a razón del 4,29% en todo el período, lo que implica un crecimiento menor que el crecimiento medio nacional. El grupo de pueblos que tiene entre 1.000 y 2.000 habitantes creció en términos absolutos un 5,4%. Así, los pueblos más pequeños van disminuyendo en tanto los de mayor tamaño acrecientan su población pero a ritmos menores que el crecimiento del país.
Sin embargo, lo que interesa observar es que los pueblos tienen un leve crecimiento dado por su crecimiento vegetativo y por la atracción de nueva población, pero por otro lado estos mismos pueblos pierden población que se marcha en busca de nuevas oportunidades hacia ciudades más importantes. De la conjunción de esta doble dinámica de atracción o de migración de su población joven depende la evolución demográfica de las localidades (Esteban, 2003; Sili, 2005; Velázquez & Manzano, 2015).
Con respecto al crecimiento y la atracción de población, los pueblos mantienen una tasa de fecundidad y de nacimientos similares al promedio nacional, además, se nutren con migración de gente del campo o de otras zonas, especialmente los pueblos de más de 1.000 habitantes que cuentan con niveles mínimos de equipamiento y servicios. Muchos otros pueblos que se encuentran en zonas con paisajes atractivos o con buena conectividad se benefician también con la llegada de personas de ciudades medianas o grandes en busca de mejor calidad de vida y de viviendas o terrenos de menor valor que en las ciudades. Con respecto a la pérdida de población, los pueblos tienen un permanente proceso de éxodo de población joven que migra para realizar estudios universitarios o en busca de trabajo; por otro lado, el sector de comercios y servicios para la producción (talleres mecánicos, carpinterías y empresas cerealeras entre otras) muchas veces se deteriora, debido al cambio de escala del negocio agropecuario y al fuerte desarrollo de la movilidad (Sili, Guibert & Bustos Cara, 2015). Esto último ha provocado la reorientación de la demanda de bienes y servicios hacia las medianas y grandes ciudades y el cierre de dichos comercios y servicios, con la consecuente migración de la población (Sili, 2005; Schejtman & Barsky, 2008; Manzanal, 2010, 2013; Ramilo & Prividera, 2013; Cerdá & Muzlera, 2015).

La dinámica demográfica de las ciudades

La contracara de la pérdida de población rural (en términos globales), es el crecimiento de la población urbana en todo el país (Figura 1). Las ciudades continúan creciendo: en el año 1895 representaban el 37% de la población total del país, mientras en el año 2010 constituyen el 91%, aunque la situación de las ciudades difiere mucho según su tamaño. Las 675 localidades que tienen entre 2.000 y 10.000 habitantes suman un total de más de 3 millones de habitantes. Estas localidades crecieron a una tasa del 5%, es decir, al mismo ritmo que los pueblos que tienen entre 1.000 y 2.000 habitantes, lo que permite pensar que siguen la misma lógica de funcionamiento y de crecimiento. Las localidades que tienen entre 10.000 y 50.000 habitantes son las que más crecieron en todo el país, a un ritmo del 14%, es decir, a una tasa de crecimiento bastante superior al promedio nacional, crecimiento que se explica en parte por la llegada de migrantes de ciudades más grandes. Estas 288 localidades suman alrededor de 6 millones de habitantes y juegan un rol clave para las áreas rurales a las que dinamizan: son las que concentran los principales comercios, servicios médicos, educativos, servicios a la producción. Las ciudades que tienen más de 50.000 habitantes crecieron en mayor o menor medida en todo el país, sus tendencias de crecimiento son heterogéneas dependiendo de las características propias y del medio regional en el que se insertan.
Toda esta dinámica demográfica implica un reacomodamiento en la prestación de bienes y servicios a nivel regional y nacional. Las ciudades con crecimiento fuerte (con más del 3% de crecimiento anual) -Córdoba, Neuquén, Resistencia, Tucumán- concentran las infraestructuras, los equipamientos, los servicios administrativos y la prestación de bienes y servicios a las diferentes actividades productivas agropecuarias a nivel regional. Las ciudades más pequeñas, en tanto, actúan cada vez más como intermediarias u organizadoras de la vida local, dependientes de las ciudades de orden regional o nacional. Este proceso de reestructuración coincide con lo que Caravaca & Méndez (1995) señalan como la reestructuración productiva-territorial de los años ochenta y noventa, con tendencias de redistribución espacial de actividades y empleos entre las áreas metropolitanas y ciudades y los asentamientos de menor rango (Caravaca & Méndez, 2003, en Ferras 2007: 8)

El proceso de renacimiento rural

A pesar del despoblamiento y del éxodo rural, existe, al igual que la experiencia señalada en Europa o en Estados Unidos, un fenómeno paralelo de migración de la ciudad hacia las áreas rurales. En líneas generales se observa que se trata de personas de origen rural que en algún momento de sus vidas migraron hacia grandes ciudades (Buenos Aires, Rosario, Córdoba, Mendoza, Tucumán, y ciudades menores) en busca de trabajo o para estudiar y que luego de permanecer allí durante meses o años, regresan a las áreas rurales de origen. Muchos de ellos son jubilados que retornan a sus zonas de origen en busca de mayor tranquilidad, luego de muchos años de trabajar en las ciudades. También son jóvenes que luego de un tiempo de estudiar o trabajar en las ciudades, vuelven a las áreas rurales para dedicarse a su profesión o actividad, o familias rurales que migraron en busca de trabajo en la ciudad y que luego de varios años por diferentes razones retornan a las zonas rurales o a sus pueblos. Muchos otros son también población de origen urbano que migran a las áreas rurales a pesar de no tener relaciones históricas con estas, y que están en la búsqueda de nuevos valores y estilos de vida diferentes del urbano. Los casos analizados en diferentes partes del país muestran estas dinámicas de jubilados, familias de jóvenes profesionales, que regresan a sus zonas de origen o hacia otras zonas rurales en busca de nuevas oportunidades.
Más allá del origen urbano o rural de estos migrantes y de la edad de los mismos, los factores de migración son los siguientes:

1. En primer lugar la búsqueda de mayor tranquilidad y un mayor contacto con la naturaleza y la búsqueda de un lugar con más espacio y tiempo para actividades familiares, sociales y recreativas.
2. El segundo factor que alienta la migración es la posibilidad de contar con servicios que les permita a la población vivir mejor que en las ciudades, esto es la posibilidad de disponer una vivienda, de servicios sanitarios gratuitos o a bajo costo y acceso más fácil a las escuelas para sus hijos),
3. El tercer factor que promueve la migración es la búsqueda de oportunidades profesionales o laborales, y la puesta en marcha de actividades o proyectos innovadores. Así la fabricación de productos electrónicos para el agro, o la producción de software para exportación realizadas por los nuevos migrantes son totalmente innovadores y diferentes a las actividades tradicionales realizadas en la zona.

Claramente este proceso se viabiliza y potencia gracias a la mayor presencia de transportes y comunicaciones (telefonía, televisión, internet, transporte automotor), que permite que los nuevos migrantes desarrollen actividades que muchas veces requieren un contacto con otros lugares, pues en innumerables ocasiones las actividades que estos nuevos habitantes realizan no siempre están vinculadas a las zonas rurales. En otros casos las actividades que realizan son el resultado de una compleja malla de articulaciones que van mucho más allá del espacio local, regional y nacional por lo cual la presencia de una buena conectividad es un factor clave para su permanencia en lo rural.
La experiencia reciente en Argentina muestra que si bien este proceso migratorio de la ciudad a las áreas rurales se está dando en todas las áreas rurales del país, cobra mucha mayor fuerza en: a) áreas rurales de alto valor paisajístico y natural (valles de la cordillera o sierras); b) pequeñas y medianas localidades cercanas a ciudades medianas, donde las vías de comunicación permiten un rápido acceso a ciudades donde se pueden encontrar servicios y equipamientos de mayor complejidad que en las zonas rurales (Sili, 2005); c) localidades pequeñas con alto valor histórico y patrimonial y d) litoral marítimo.
En muchas zonas rurales del país y especialmente en muchos pueblos y pequeñas ciudades, el impacto de la migración urbana ha sido positivo desde dos puntos de vista diferentes. En primer lugar porque el aumento de población potenció la demanda de servicios y equipamientos permitiendo la reapertura de salas médicas, o de aulas en escuelas, y el mantenimiento del comercio minorista local. En segundo lugar porque los nuevos migrantes se involucraron directamente en múltiples aspectos de la vida local, participando en la creación de nuevos emprendimientos, en la revitalización de las organizaciones locales (clubes, asociaciones locales y organizaciones productivas), en la preservación y valorización del patrimonio local (especialmente patrimonio histórico, cultural y paisajístico) y en la creación de nuevas infraestructuras y equipamientos, todos hechos en los cuales los nuevos migrantes urbanos han contribuido, ya sea por la simple participación en estos procesos, o más aún, por ser en la mayor parte de los casos los impulsores y lideres de estas innovaciones y esta transformación (Cognard, 2012).

La migración de la ciudad al campo. Experiencias y debates internacionales

El fenómeno de la migración de la población desde la ciudad al campo y la creciente diversidad del empleo y las actividades económicas en las áreas rurales ha sido un tema recurrente en el mundo científico en las últimas dos décadas, especialmente en Europa y América del Norte, y en forma mucho más tardía fue centro de interés también en América Latina. Los trabajos de Berry (1978) en Estados Unidos, Kayser (1990) en Francia y Cloke (1985) en Gran Bretaña fueron fundantes de esta reflexión sobre este nuevo movimiento migratorio y esta reestructuración territorial dándose lugar a dos conceptos claves, por un lado el concepto de contra-urbanización (Counterurbanisation en lengua inglesa) y de renacimiento rural (renaissance rurale en lengua francesa, rebirth en inglés). Concretamente ambos conceptos hacen referencia al fenómeno de migración desde las ciudades hacia las áreas rurales, y la valorización de estas áreas rurales, ya no como espacio para la producción agropecuaria, como fue históricamente, sino como un territorio donde es posible construir otras alternativas de vida, más cercanas a la naturaleza, sin por ello renunciar a las oportunidades de acceso a bienes y servicios de la ciudad. Este proceso esta explicado desde dos grandes corrientes de pensamiento.
Una primera corriente de pensamiento denominada estructuralista, ligada a la búsqueda de nuevos espacios de reproducción del capital, plantea que la migración se debe a que la transformación tecnológica (nuevas comunicaciones y servicios logísticos, telefonía e internet) y el cambio de industrias pesadas por industrias con nuevas tecnologías permitió que las mismas se desplazaran hacia pequeñas y medianas ciudades, generando nuevas oportunidades laborales en estas pequeñas ciudades y en el medio rural. Esta corriente de pensamiento señala como factor clave la predilección de las industrias por desplazarse hacia zonas de menores costos salariales y menor conflictividad sindical. Esta corriente de pensamiento esta claramente representada por Harvey (1991) específicamente para el caso europeo y norteamericano, para el caso Latinoamericano ver Teubal (2001).
Una segunda corriente de pensamiento, denominada individualista, explica este proceso migratorio por la existencia de costos más bajos de la tierra en las áreas rurales, lo cual hace más favorable la construcción de viviendas, la presencia de un medio ambiente de calidad, una mayor calidad de los asentamientos en lo que se refiere a la estética y el grado de conservación y de infraestructuras disponibles, y una mayor tranquilidad y mejores relaciones humanas. Dentro de esta corriente se debe ubicar a los clásicos pensadores del renacimiento y la contra-urbanización (Cloke, 1985; Kayser, 1990). No obstante, para el caso de América Latina si bien los motivos de este proceso de contra migración son los mismos a los señalados por Cloke y Kayser, otros autores ponen también énfasis en la violencia de las ciudades como un claro factor de expulsión urbana (Ferras, 2007; Sili, Guibert & Bustos Cara, 2015), planteo que también hace Berry (1978) y Champion (1989). Así, como señala Ferras

la polución y el crimen o la segregación social están actuando de factores de repulsa demográfica en las grandes ciudades latinoamericanas, las cuales comienzan a conocer movimientos migratorios desde el centro urbano hacia su periferia o hacia asentamientos urbanos menores como las ciudades medias (Ferras, 2007: 7).

Más allá de las diferencias entre ambas corrientes de pensamiento, los motivos y las explicaciones planteadas por ambas posturas se refuerzan y se amplifican mutuamente. De acuerdo con Ferrás (1997), el perfil social de los migrantes de la ciudad al campo es muy variada, pueden ser jubilados que dejan la ciudad y buscan lugares tranquilos y con un medio ambiente considerado más sano, pueden ser emigrantes retornados que regresan a sus lugares de origen luego de trabajar años o décadas en la ciudad (Ferrás, 1997), e incluso profesionales liberales de la medicina, administración o educación en busca de nuevas oportunidades laborales y de vida en el medio rural o en pequeñas localidades (Sili, 2005) y por último, grupos sociales con una postura anti-urbanización que aspiran a vivir en el campo, en pueblos o ciudades pequeñas en busca de formas de vida diferentes relacionadas con la naturaleza.
Esta dinámica migratoria y sus consecuencias sobre la relación entre el campo y la ciudad (Tacoli, 2006) y sobre el mundo rural en general han sido analizadas a través de numerosos estudios regionales o comparativos a nivel internacional, especialmente en Estados Unidos y Europa (Mailfert, 2007). La mayor parte de los autores acuerdan que este fenómeno de vuelta al mundo rural responde a un patrón histórico, así de la

concentración de actividades económicas y población en las ciudades, propia de la sociedad industrial se pasa a un escenario de desconcentración de las mismas en la sociedad postindustrial, en relación con un cambio estructural y tecnológico en las economías desarrolladas y una predisposición cultural negativa hacia las grandes aglomeraciones (Ferras, 1997: 20).

Estaríamos iniciando entonces una etapa histórica de desconcentración urbana con una recomposición de las ciudades más pequeñas y el mundo rural.
Así, este proceso de contra urbanización o renacimiento rural se encuentra presente en la mayoría de las sociedades del mundo occidental, tanto en Europa como en América del Norte y en América Latina recientemente, beneficiándose de ello determinadas áreas rurales que conocen un nuevo período de desarrollo económico y de crecimiento demográfico tras una fase de declive y éxodo rural. Para muchos autores estos cambios urbano-rurales se encuentran íntimamente relacionados con las nuevas formas de urbanización difusa y representan la superación de la urbanización industrial (Ferras, 2007), o los impactos propios de la Globalización como lo advierte de Mattos (2002) y Teubal (2001) para el caso de América Latina al reconocer la existencia de un proceso de redistribución de la población y de las actividades industriales en las ciudades medias y pequeñas.
Los beneficios del proceso de renacimiento rural son bien conocidos y documentados: dinamización de la vida rural, nuevos emprendimientos, mantenimiento de los equipamientos y servicios, etc. No obstante, Solana (2008) señala tres grandes tipos de impactos o conflictos de este proceso:
1. El primer conflicto gira en torno al mercado de trabajo, la situación aquí es sumamente compleja y diversa. Más allá de los casos bien reconocidos de aumento del empleo debido a la dinamización del comercio y los servicios, se observa en muchos casos que estos empleos son de poca cualificación y escasa remuneración. Por otro lado, en muchos casos se observa que el proceso migratorio, al generar una mayor oferta laboral genera una mayor competencia en torno a las pocas oportunidades locales de empleo, lo cual no contribuye a dinamizar el mercado local, sino a acentuar en algunos casos el éxodo de la población joven local. Tal como lo plantea Solana,

el debate de fondo se encuentra en si esta migración puede llegar a suponer una revitalización y la generación de un nuevo dinamismo económico en las áreas rurales o, por el contrario, su impacto positivo sobre el mercado de trabajo es escaso, circunscrito a ciertas actividades muy concretas y, en todo caso, el espacio rural se configura cada vez más como un espacio simplemente residencial, en definitiva un espacio de consumo pero no de producción (Solana, 2008: 8).

2. El segundo conflicto se vincula con el mercado de vivienda. La migración hacia las zonas rurales y la mayor demanda ha incrementado sustancialmente el valor de las viviendas, lo cual si bien ha generado nuevas oportunidades de ingresos para familias que rentan las mismas, en muchos casos esto ha impactado en la población local joven que no pueden acceder a la compra de las mismas y por lo tanto a su emancipación, lo cual también constituye un factor expulsor o de marginalización de población rural joven. Así, como lo señalan diversos autores, los jóvenes no solo encontrarían dificultades para desarrollar su carrera profesional debido a la escasez de oportunidades en el medio rural, sino que esta circunstancia se vería agravada por una situación de expulsión como consecuencia de los procesos selectivos del mercado de la vivienda (Fielding, 1990; Champion, Coombes & Fotheringham, 1998).
3. El tercer conflicto derivado de este proceso de renacimiento rural se relaciona con el modelo territorial deseado por los diferentes actores, mientras que la población local desea la implantación de nuevas actividades productivas (más empleos y dinamismo económico), infraestructuras, equipamientos y viviendas sociales, los nuevos migrantes desean mejores condiciones ambientales y paisajísticas, mejores servicios de conectividad y un ambiente social de mayor seguridad.
Más allá de estas posiciones intelectuales y estas consideraciones sobre las dinámicas y los efectos de este proceso de renacimiento rural, es necesario tener en cuenta que esta dinámica es un fenómeno de transformación cultural muy reciente en América Latina, muy diferente al caso europeo. En efecto, América Latina ha construido históricamente políticas y un discurso de desarrollo centrado en la expansión de sus fronteras agrarias, el aumento de la productividad y la producción agropecuaria, y la exportación de bienes primarios como factor clave del desarrollo de los países, dentro de este contexto, cualquier sugerencia sobre la vuelta al campo, el renacimiento rural y la recuperación de valores patrimoniales es visto como una quimera, como una utopía que podría ser negativa para el desarrollo del país, pues la ocupación de tierras y las inversiones para otras actividades o productos, iría en detrimento del proceso de modernización y crecimiento productivo necesario para coadyuvar al desarrollo nacional. Dentro de este contexto el proceso de renacimiento rural ha tenido grandes dificultades para emerger como lo ha hecho ante todo en Europa occidental, consolidándose dos grandes posiciones ideológicas y culturales, una posición promotora de la neo ruralidad, que no tiene ningún tipo de institucionalidad ni movimiento, pero que emerge como un discurso anclado en experiencias personales de la vuelta al mundo rural y la apuesta por nuevos modos de vida y producción (posición anclada en los movimientos de defensa por la tierra, por el agua, por las semillas, movimientos populares de construcción de viviendas ecológicas, nuevos profesionales jóvenes migrantes hacia las zonas rurales), y una posición anti-idílica que se traduce en los discursos técnicos que pregonan la necesidad de la explotación de los recursos naturales hasta límites poco sostenibles, el crecimiento productivo y la modernización como factor clave del desarrollo nacional (este discurso está claramente anclado en las asociaciones productivas más tradicionales de la Argentina como la Sociedad Rural, Coninagro, pero muy especialmente los grupos de apoyo a cadenas como Apreesid, Acsoja, Maizar, etc.). Lamentablemente existe un vacío conceptual y analítico en el contexto de América Latina pues estas posiciones ideológicas no han sido estudiadas ni analizadas como lo ha sido en Europa y en Estados Unidos.

Consideraciones conceptuales y metodológicas para el análisis del proceso de renacimiento rural en Argentina

Para poder dar cuenta de este proceso de renacimiento rural y de nuestra hipótesis de trabajo en Argentina, se analizan diferentes casos en diversas regiones de la Argentina, teniendo en cuenta ciertas consideraciones conceptuales y ciertas precauciones metodológicas.
Desde el punto de vista conceptual, esta investigación se sustenta desde el concepto de dinamización y desarrollo rural, entendidos para este caso específico de áreas rurales de baja población, como el aumento de las oportunidades de empleo local, de la calidad de vida de la población, de mejora del hábitat y de la vida comunitaria, producto entre otras cosas del aumento de la población a niveles o umbrales mínimos que permitan una adecuada escala y gestión de servicios y equipamientos. Esta idea de dinamización rural se asocia directamente como propuesta y como objetivo a territorios que vivieron durante décadas procesos de declinación rural (Gómez-Limón Rodríguez, Atance Muñiz & Rico González, 2007; Renau & Pizarro, 2013), producto del vaciamiento demográfico, de la pérdida de empleos, de servicios y por ende de posibilidades de desarrollo personal y comunitario. De esta manera el sello identitario o el vector de este concepto de dinamización y desarrollo rural no es el aumento de la producción o la productividad de un sector productivo como se lo ha entendido durante décadas en América Latina, sino el aumento de población que haga posible la vida local.
Desde el punto de vista metodológico esta investigación se enfrenta a un problema sustancial que es la inexistencia de información estadística detallada y desagregada sobre procesos migratorios en las zonas rurales, los últimos censos de población de los años 1990, 2001 y 2010 disponibles en Argentina solo ofrecen información general agregada de población urbana y rural que permite observar sólo el volumen total de población por área.
Para poder superar esta limitante de información, se planteó una metodología de carácter cualitativa cuyo principal instrumento fueron entrevistas semiestructuradas. Se realizaron 54 entrevistas a personas que migraron hacia estas zonas rurales. No existió un método de muestreo específico para elegir a los entrevistados, sino que los mismos fueron elegidos a partir de la información brindada por informantes claves de cada uno de los territorios analizados (especialmente extensionistas agrarios y presidentes de comunas, o comisiones de fomento), quienes tenían identificados los casos de migrantes urbanos a estas zonas rurales. Si bien esta estrategia no aparece muy estricta en términos estadísticos, a los efectos prácticos, y dado el profundo conocimiento de los informantes calificados sobre la realidad del territorio de análisis, se puede afirmar que esta ha sido la estrategia más eficaz para identificar los casos de análisis. Las entrevistas fueron del tipo semiestructurada, guiadas por una serie de preguntas que permitieron relevar información sobre: composición familiar del migrante, lugar de procedencia (ciudad, provincia país), actividades que realizaban en su anterior lugar de vida y en la zona rural actual, motivo por los cuales migraron a dicha zona y opinión general sobre su situación en la zona, en especial las problemáticas a las cuales se enfrentaban. Estas entrevistas fueron realizadas entre los años 2013 a 2017 en un período amplio de tiempo, esto se debió a dos grandes razones, en primer lugar porque coincidió con múltiples proyectos de investigación y trabajos de campo que se llevaron a cabo por parte del autor, y en segundo lugar porque las distancias entre los lugares de análisis son muy grandes, e insumen muchos recursos económicos y esfuerzos logísticos, razón por la cual se debieron realizar campañas de campo una o dos veces por año, en cada caso a una región en particular. Se puede asegurar que, si bien se trata de un tiempo extenso, los cambios posibles a nivel social, económico o político del país o de cada territorio no cambiaron las condiciones claves y estructurales que motivaron los procesos migratorios y la situación de los nuevos actores en el medio rural.
Las entrevistas fueron realizadas en pueblos y zonas rurales de población dispersa muy diversas y regiones del país (Figura 1). Estas localidades fueron elegidas por dos razones, en primer lugar porque son espacios muy diversos desde el punto de vista natural, productivo y de trayectoria histórica y con procesos de migración de la ciudad al campo diferentes en sus causas y funcionamiento y que interesa analizar y comparar, y en segundo lugar debido a que estas zonas son casos representativos de las formas cómo se organiza y funciona lo rural de cada una de las grandes regiones de la Argentina (sistemas de producción, tipos de hábitat, lógica de actores, etc.), y constituyen por ende territorios ya analizados y presentados en el Atlas de la Argentina Rural publicado por el mismo autor.
Además de las entrevistas realizadas a los migrantes se realizaron numerosas entrevistas abiertas a referentes locales, con quienes se pudo cruzar información sobre estos casos de migración urbana a la ciudad.
Otra consideración importante desde el punto de vista metodológico es el criterio sobre lo rural utilizado en esta investigación. Estos territorios de análisis son considerados rurales, pero desde una perspectiva amplia y no desde una perspectiva estadística. En efecto, oficialmente Argentina ha seguido históricamente un criterio demográfico para diferenciar lo urbano de lo rural, considerando a éste como el espacio en el cual la población vive dispersa en el campo y en localidades o pueblos que tienen hasta 2.000 habitantes (INDEC, 2017). Más allá de esta concepción poblacional de lo rural, no hay en esta definición ninguna mención a otros criterios como el tipo de vínculos sociales, la relación con la naturaleza, los sistemas productivos y la identidad. Este criterio demográfico, que ha sido muy útil pues ha permitido realizar comparaciones a través de los censos, ha sido definido en momentos históricos en los cuales existía una baja movilidad de la población y una fuerte hegemonía de la actividad agropecuaria por sobre cualquier otra actividad en dichas áreas. Sin embargo, los cambios sociales, productivos y tecnológicos de las últimas décadas definieron nuevas formas de movilidad de la población, una nueva relación campo ciudad y una nueva dinámica productiva.

Figura 1. Localización de las diferentes zonas de análisis de campo en Argentina


Fuente: Personal sobre la base de mapa oficial del Instituto Geográfico Nacional (Argentina).

Todo ello torna muy difusa y controversial la separación neta entre lo rural y lo urbano, razón por la cual este criterio estadístico es muy discutido como criterio de definición de lo rural.3 En función de ello y en vistas a analizar la dinámica de renacimiento rural, en este trabajo se asume esta definición oficial de lo rural, pero se flexibiliza, considerando también como rural a las localidades de mayor cantidad de población pero que tienen una fuerte cultura rural, un estrecho contacto con la naturaleza y están estrechamente ligadas al mundo rural de sus zonas de influencia y sus sistemas económicos y productivos dependen cuasi exclusivamente de la explotación de los recursos naturales. De esta manera pueden entrar dentro de este concepto de rural las localidades que cuentan con más de 2.000 habitantes, llegando en muchos casos a 20.000 o 30.000 habitantes.
La información proveniente de las entrevistas fue organizada a través de una tabla de doble entrada que permitió realizar un análisis sistémico de cada caso, pero también analizar en forma transversal cada una de las variables claves de análisis, lo que permitió llegar a conclusiones sobre las características, modalidades y modelos de migración hacia las zonas rurales. 

Territorios y actores del proceso de renacimiento rural en Argentina

Para poder entender las dinámicas de renacimiento rural es necesario ubicar este proceso en el contexto territorial y en el tipo de ruralidad en el cual se produce, por esa razón se presentan a continuación varios ejemplos concretos de migración de la ciudad al campo en diferentes contextos territoriales en Argentina. Se señala en la tabla síntesis de los migrantes de cada caso de análisis, el año de migración, el sexo, la edad que tenían al momento de la migración, el lugar de donde proceden, la ocupación que tenían en dicho lugar, y la residencia y la ocupación actual. La fecha de migración de los casos analizados no son las mismas, pero en general se trata de casos de migración que acontecieron al menos seis meses antes de las entrevistas realizadas.

El caso de los Valles áridos norteños

Las localidades de Seclantas, Luracatao, Los Molinos y Cachi se encuentran en los Valles Calchaquíes. Estos pueblos y sus áreas rurales de influencia cuentan con poblaciones criollas e indígenas de no más de 10.000 habitantes cada una. La base económica es la agricultura campesina, la producción artesanal y recientemente el turismo, el cual valoriza un paisaje de extraordinaria belleza de montañas y valles áridos, con un fuerte patrimonio cultural producto de la ocupación colonial hispánica y la herencia indígena, estas actividades conviven además de grandes fincas ganaderas en vías de diversificación con vitivinicultura y turismos rural, pero en manos de grandes hacendados con relaciones patriarcales, lo cual define un modelo de ruralidad signado por la pobreza y por modelos sociales típicos de estructuras coloniales, y que ha sido históricamente expulsora de población, especialmente hacia la ciudad de Buenos Aires, dinámica que se ha reducido drásticamente en la última década.

Cuadro 2. Migrantes urbano-rurales en los Valles áridos norteños (Provincia de Salta)


Fuente: Elaboración propia sobre la base de entrevistas de campo.

El proceso de migración hacia esta zona es muy diverso (Cuadro 2), son mujeres, especialmente jóvenes con diversas actividades, generalmente profesionales, que migraron de Buenos Aires y que realizan actualmente múltiples tareas ligadas a sus profesiones de origen. En el caso de los hombres también en su mayoría son jóvenes, generalmente profesionales, que residían especialmente en Buenos Aires y migran a la zona para dedicarse especialmente a tareas artesanales o de producción agropecuaria y en un porcentaje menor a sus antiguas actividades profesionales, dado que muchas veces no se encuentran las oportunidades de desarrollar las mismas en dicho territorio. Estos migrantes claramente plantean la necesidad de construir un nuevo proyecto de vida para ellos y sus hijos pequeños en un marco de mayor seguridad y calidad ambiental, aunque en muchas ocasiones esto signifique renunciar (en el caso más específico de los varones) a las actividades profesionales que desarrollaban en las ciudades de donde provenían.

El caso de las áreas rurales del Nordeste argentino

Las localidades de Espinillo, Tres Lagunas, Laguna Blanca, Colonia Apayerey, Laguna Naik Neck, Colonia Isla Azul, Buena Vista, Colonia Villa Real, todas ellas localizadas en la Provincia de Formosa cuentan con una población entre 5.000 y 20.000 habitantes en los pueblos, dedicadas a los servicios, y sobre todo a servicios estatales de muy baja complejidad. El sistema productivo regional es claramente dual, en las zonas de población dispersa se localiza la población campesina que vive en pequeñas explotaciones que tienen entre 5 y 30 has vinculada a la producción de frutos tropicales, banana, cultivos hortícolas y ganadería menor (cabras, aves de corral), constituye la mayoría de la población con una histórica trayectoria de migración de sus hijos hacia otras ciudades y especialmente a Buenos Aires para trabajar en actividades domésticas, en la construcción o muy especialmente en las fuerzas armadas (policía, gendarmería, ejercito). El otro sistema de producción está controlado por explotaciones de mayor tamaño, ganaderas o de producción hortícola y frutícola ligada a la exportación o al mercado nacional, estos productores viven en las localidades o en la capital de la Provincia o en otras ciudades.
El perfil de las personas que migran hacia estos lugares es muy particular (Cuadro 3), las mujeres provienen en su gran mayoría de Buenos Aires donde desarrollaban actividades de empleadas domésticas, se trata por lo general de mujeres jóvenes que tenían bajos ingresos en la ciudad pero que ahora se dedican a estudiar o en empleos locales. Los hombres que migran a estas zonas tienen más edad (promedio de 53 años), mayormente vienen de Buenos Aires o de otras provincias donde trabajaban como policías o militares y ahora están jubilados, o bien han trabajado como albañiles. Muchos de ellos pudieron generar ahorros durante años en las grandes ciudades y ahora vuelven a sus lugares de origen donde instalan pequeños comercios o adquieren un lote o una pequeña finca donde desarrollar actividades agropecuarias. Para las mujeres y los varones la migración de Buenos Aires hacia esta zona implicó un cambio importante en términos sociales y económicos, mejoraron sus condiciones de vida, pudieron adquirir una vivienda o una pequeña explotación agropecuaria (pues además los valores inmobiliarios son relativamente menores que en otros lugares) y viven en un contexto de mayor seguridad y calidad ambiental, pero además encuentran en estas zonas rurales los ámbitos de pertenencia familiar y de relaciones sociales solidarias que les permiten reiniciar más fácilmente sus proyectos de vida. Queda claro entonces que no se trata personas que descubren el territorio, sino de personas que muchas veces crecieron en el lugar y en su juventud migraron, y ahora regresan con otras perspectivas de desarrollo personal.

Cuadro 3. Migrantes urbano-rurales en el nordeste argentino (Provincia de Formosa)


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Fuente: Elaboración propia sobre la base de entrevistas de campo.

El caso de la región pampeana norte

Las localidades de Santa Ana y Avellaneda (otro conjunto de localidades menores zonales), localizadas en el norte de la Provincia de Santa Fe, cuentan con una población que va de los 500 a los 30.000 habitantes, todas ellas son producto de la fuerte corriente migratoria italiana, española y francesa de fines del siglo XIX y principios del siglo XX. La población se asienta principalmente en los pueblos, pero también en algunas explotaciones agropecuarias de 100 has. de tamaño medio, dedicadas a la producción de cereales, oleaginosas y de algodón. Es una región con una elevada calidad de vida y con bajos niveles de pobreza que vio su población decrecer desde mediados de siglo XX pero que aumenta levemente gracias al proceso de migración de jóvenes y jubilados. Las localidades más pequeñas siguen cumpliendo un rol básico de servicios al medio rural, en tanto las más grandes (Avellaneda) constituye un centro industrial y de servicios de importancia regional. Es una zona de fuerte densidad y dinámica productiva y con un fuerte arraigo rural, que se manifiesta en la conservación y desarrollo de sus clubes, asociaciones y fiestas locales, con una fluida relación entre los pueblos y ciudades, lo que permite enlazar cadenas productivas de valor entre el campo y la ciudad como los encadenamientos y complejización de las cadenas apícola, porcina, avícola, ganadera, etc.

Cuadro 4. Migrantes urbano-rurales en la región pampeana norte (Provincia de Santa Fe)


Fuente: Elaboración propia sobre la base de entrevistas de campo.

 

Los ejemplos relevados muestran dos tipos de migrantes (Cuadro 4), un primer perfil corresponde con jóvenes profesionales que dado algún contacto familiar o por ser originario de la zona, vuelven a la misma para continuar con su actividad profesional, la cual desarrollaban en otras ciudades, un segundo perfil corresponde a empresarios de mayor edad, que migran a las zonas rurales para continuar con sus actividades empresariales o como jubilados. El motivo clave de la migración a estas zonas es la construcción o continuidad de un proyecto profesional o económico, pero en un cuadro de vida de mayor tranquilidad en la naturaleza, con vínculos con su tierra y familias de origen.

El caso del sur de la región pampeana

Las localidades de Pigue, Saavedra, Colonia San Pedro, Colonia San Martín se localizan en el Sudoeste Bonaerense. Enmarcadas en plena llanura pampeana, es un área de producción de cultivos extensivos de trigo, girasol y ganadería, con explotaciones que cuentan en promedio con 400 o 500 has. de superficie. Las localidades son centros de servicios rurales, con una elevada calidad de vida y con los menores niveles de pobreza del país, cuentan entre 500 habitantes las menores, hasta 15.000 habitantes, en tanto el campo se presenta como un espacio vacío donde sólo transitan los dueños de las explotaciones agropecuarias. Desde mediados de siglo XX estas localidades fueron perdiendo población debido al proceso migratorio hacia las ciudades más grandes, no obstante en la última década todas ellas manifiestan un leve crecimiento, especialmente en las más pequeñas (Colonias Agrícolas) por el proceso de renacimiento rural, situación que dada la poca cantidad de población de las mismas ha podido ser relevado y validado en forma directa. En el caso de las localidades de mayor tamaño también han tenido un crecimiento, en estos casos el crecimiento vegetativo es importante pero también la llegada de los nuevos migrantes ha sido un factor muy importante de crecimiento. Es de esperar que nuevos datos censales permitan identificar la contribución real de estos factores (crecimiento vegetativo o migración de la ciudad a las zonas rurales).
El patrón migratorio hacia el mundo rural es similar al del norte de la Región Pampeana, las entrevistas realizadas muestran que la mayor parte de las personas vienen de ciudades de importancia regional y de Buenos Aires, los migrantes más jóvenes son profesionales que llegan para dedicarse a la profesión que estudiaron y desarrollaron algunos años en las ciudades más grandes de origen (ver cuadro 5). Los migrantes de más de cuarenta años son personas que ya tenían sus propias actividades o empleos y que migran hacia los pueblos o al campo en busca de una mejor calidad de vida, manteniendo actividades agropecuarias o como jubilados.

Cuadro 5. Migrantes urbano-rurales en la región pampeana sur (Provincia de Buenos Aires)



Fuente: Elaboración propia sobre la base de entrevistas de campo.

El caso de la Patagonia andina

Epuyén, El Maitén, El Coiheu, Pedrego, El Hoyo, Cholila, Golondrinas se encuentran en la Patagonia Andina en el límite entre las Provincias de Río Negro y Chubut. Estas localidades cuentan entre 5.000 y 30.000 habitantes, enmarcado en un paisaje de gran belleza de montañas y valles húmedos de los Andes patagónicos. Son las áreas que vivieron el auge de la migración hippie de los años setenta, especialmente de jóvenes de Buenos Aires y que durante las últimas décadas no han cesado de crecer gracias al proceso de renacimiento rural, con personas que migran de diferentes partes del país en busca del contacto con la naturaleza y de un nuevo modo de vida. La región y estas localidades tienen un fuerte desarrollo de la actividad artesanal, del turismo y de cultivos de frutas finas.
El perfil migratorio es muy particular aunque guarda relación también con la situación de los valles áridos norteños (Cuadro 6). En el caso de las mujeres se trata de profesionales o docentes que dejan Buenos Aires para continuar ejerciendo las mismas tareas más otras actividades ligadas a la producción artesanal o del campo (huerta y producción de alimentos). En el caso de los hombres, se trata principalmente de personas que provienen de Buenos Aires, con diversas actividades y que se dedican ahora a múltiples actividades, pero muy especialmente a actividades agropecuarias y de producción agroartesanal. Los motivos de este proceso migratorio son la búsqueda de un mayor contacto con la naturaleza, lo cual los vincula principalmente con actividades vinculadas a la agricultura y el artesanado.

Modelos de migración hacia las zonas rurales

La información empírica recopilada permite observar ciertas características o patrones básicos del proceso de migración de la ciudad al campo en Argentina. Este análisis puede realizarse desde dos puntos de vista, desde una lógica territorial, y desde una lógica social-familiar.

La lógica territorial en la migración de la ciudad al campo

Tres situaciones bien claras pueden observarse:
1. Migración hacia las zonas de alto valor paisajístico. Esto corresponde al caso de los valles áridos norteños y a la Patagonia Andina, los migrantes son por lo general jóvenes, la mayor parte de ellos profesionales o con empleos previos de calidad, que están en la búsqueda de lugares de alto valor ambiental en donde construir un estilo de vida muy diferente al que tenían en sus ciudades de origen, que generalmente en la mayor parte de los casos es Buenos Aires. Las nuevas actividades a desarrollar son por lo general las mismas actividades profesionales que realizaban en las ciudades complementadas con emprendimientos vinculadas a la naturaleza, especialmente en las mujeres. En el caso de los hombres, las actividades pueden ser muy variadas, pero generalmente vinculadas a la naturaleza y las artesanías.

Cuadro 6. Migrantes urbano-rurales en la Patagonia Andina (Provincia de Río Negro y Chubut)



Fuente: Elaboración propia sobre la base de entrevistas de campo.

2. Migración hacia zonas de elevada calidad de vida de la región pampeana. Este modelo corresponde a los casos analizados del norte y del sur de la región pampeana, en donde se visualizan dos modelos muy claros, por un lado los jóvenes profesionales que migran hacia las zonas rurales, especialmente localidades de diferentes tamaños para desarrollar una actividad profesional vinculada a sus estudios, y por otro lado personas que tienen más de 50 años en promedio que desarrollan sus actividades profesionales o se encuentran jubilados. En ambos casos el motivo de la migración es la búsqueda de un ámbito de elevada calidad de vida que les permita desarrollar sus actividades profesionales o comerciales.
3. Migración hacia zonas de bajo nivel de desarrollo relativo. El último modelo migratorio corresponde a las personas que migran hacia las zonas rurales, que tienen un grado de desarrollo y de calidad de vida mucho menor que otras zonas rurales del país en términos de infraestructuras y equipamientos, no obstante estas zonas poseen tres recursos claves que constituyen un atractivo para los nuevos migrantes, son zonas en donde las propiedades tienen un valor mucho menor que en las ciudades desde donde migran, tienen un contexto de seguridad y calidad ambiental, y tienen una red de contención social y familiar, dado que se trata de sus zonas de origen, de las cual partieron hace décadas buscando oportunidades en la ciudad.
De esta manera se trata de modelos migratorios diferentes, que responden a las características de los migrantes, pero por sobre todo condicionado por el tipo de territorio de destino. Teniendo en cuenta estos modelos, se considera clave buscar en los diferentes tipos de territorios los factores que pueden inhibir o limitar los procesos de dinamización rural al cual estas nuevas corrientes migratorias podrían contribuir.

La lógica social familiar en la construcción de la migración de la ciudad al campo

Teniendo en cuenta las relaciones sociales o familiares, hay dos grandes modelos que interesa entender:
A. Migración movilizada por raíces familiares y territoriales directas. Esta lógica migratoria responde a los casos de los migrantes que van hacia zonas rurales dada la presencia de familiares directos, padres, hermanos, tíos, sobrinos, o porque este ha sido el lugar donde nacieron y pasaron su juventud. Más allá del arraigo y la identidad que los nuevos migrantes puedan tener con estos lugares, la presencia de las familias es el factor clave pues estos constituyen la red de contención de los nuevos proyectos de vida, ya sea porque residen en las mismas casas, o porque se insertan en actividades familiares o en actividades que las familias les han ayudado a construir. En estos casos la estrategia familiar es muy clara, constituir una red de anclaje para recuperar a integrantes de las familias que migraron en décadas pasadas, lo que permite asegurar la continuidad de las pequeñas explotaciones, o de la casa paterna, o de otras actividades laborales de la familia. Es muy claro este modelo migratorio en las zonas rurales que fueron históricamente expulsoras de población, tal como el Noroeste y el Noreste del país.
En regiones más ricas y con mayor calidad de vida, que también sufrieron procesos migratorios importantes en las décadas de los ‘80 y ‘90 también se producen estos procesos migratorios de regreso de familiares, no obstante en estos casos la familia no cumple el mismo rol de soporte económico, residencial o laboral, pues muchos de los nuevos llegados vienen con recursos y formación profesional que les permite autonomizarse más rápidamente de las familias. Este es un caso muy claro en las experiencias de Pigue, Avellaneda, donde los migrantes ya poseen títulos o diplomas que les permiten desarrollar una actividad profesional independiente.
En todos los casos la lógica de los jubilados es la misma, todos ellos migran hacia los lugares donde se encuentran sus familias de origen y especialmente sus hijos y nietos. Esto es muy común en todos los casos analizados, pero mucho más llamativo en la región andina pues este proceso migratorio se produce en los últimos años en una etapa familiar donde los hijos, que fueron los que migraron en la década ya tienen hijos, por lo tanto pues se reconstruye así una relación abuelos (jubilados y nuevos migrantes), padres (migrantes de los ‘90 y 2000) que ya tuvieron hijos nacidos en ese mismo lugar. De esta manera, este proceso migratorio de jubilados hacia la zona andina permite integrar tres generaciones familiares en un territorio donde hace 30 años atrás no existían.
B. Migración movilizada por vínculos sociales. Muchos otros casos de migraciones se producen por relaciones de amistad dado que los nuevos migrantes conocen a otros migrantes ya instalados en el lugar quienes colaboran con los nuevos migrantes generándoles oportunidades de residencia y de trabajo, apoyando así la migración de amigos o colegas provenientes de otras ciudades. Este fenómeno alimenta redes de amistad o de colegas que se apoyan mutuamente en la construcción de un itinerario migratorio que funciona por el boca a boca y que se retroalimenta y apoya cuando los migrantes vuelven de visita a sus lugares de origen y reencuentran a otros amigos y colegas que en muchos casos comienzan a adherir a esta propuesta migratoria y a estos nuevos proyectos de vida en el mundo rural. Esta lógica es muy clara en territorios con alto valor paisajístico y donde existe una representación y un imaginario de territorios donde todo esta por construir, caso del Bolsón y localidades cordilleranas, valles cordobeses, etc.).

Conclusión

El análisis realizado permite entender cómo se producen y por qué causas el fenómeno migratorio de la ciudad al campo, al cual hemos denominado proceso de renacimiento rural. Cuatro grandes elementos conclusivos pueden considerarse.
En primer lugar, el proceso de renacimiento rural en Argentina es un fenómeno reciente en Argentina. Luego del período de fuerte despoblamiento rural que se acentuó hasta la década de los ‘90, comienza un nuevo ciclo de recuperación demográfica en parte por el crecimiento vegetativo, pero también por esta dinámica de renacimiento rural dependiendo el tamaño de la localidad o zona rural. Las entrevistas de campo a diferentes actores en varias partes del país permitirían pensar que esta dinámica demográfica se ha transformado en una tendencia sostenida de búsqueda de nuevos territorios para la construcción de un proyecto personal, ya sea generando nuevas actividades productivas, como jubilado o como profesional. Sería de esperar a partir del nuevo censo de población programado para el año 2020 mayor luz y mayores detalles sobre la evolución de este fenómeno.
En segundo lugar, la observación de campo permite observar que las dinámicas migratorias no son unívocas ni lineales, sino que obedecen a un complejo conjunto de factores que se condicionan mutuamente como son la edad de los migrantes, su situación social y profesional, su red de contención familiar, sus proyectos productivos y los territorios de destino. Las evidencias muestran que los jóvenes originarios de zonas rurales más pobres, regresan a dichas zonas luego de muchos años en la ciudad, gracias al apoyo de redes familiares, siendo este un factor clave para la dinámica migratoria. En tanto los jóvenes con mayor formación profesional o mayores recursos migran hacia zonas donde existen también relaciones sociales previas, pero principalmente condiciones ambientales y paisajísticas y de desarrollo profesional más interesantes para ellos (valles andinos por ejemplo). En tanto los jubilados tienen un comportamiento migratorio condicionado por las redes familiares existentes.
En tercer lugar, consideramos que toda esta dinámica podría tener implicancias importantes en términos de reconfiguración de las condiciones sociales y productivas en el mundo rural, ya sea por la generación de nuevas inversiones y empleos, como por el involucramiento de los nuevos migrantes en la vida social local. Realizar investigaciones más detalladas y específicas sobre el impacto de los nuevos migrantes en los espacios rurales es un desafío de futuro para poder clarificar el futuro de este tipo de territorios.
Finalmente, y ligado a este último elemento, consideramos que una política de desarrollo rural podría aprovechar estas dinámicas migratorias para que las mismas puedan contribuir ciertamente a revitalizar áreas que vienen sufriendo la pérdida de población y el declive desde hace muchas décadas.

Notas

*Marcelo Sili es Doctor en Desarrollo Rural por la Université Toulouse. Investigador Independiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas en el Departamento de Geografía de la Universidad Nacional del Sur. Profesor de grado y posgrado en la Universidad Nacional del Sur y en otras Universidades de Argentina y el exterior. Especialista en temas territoriales y Rurales. Correo electrónico: sili.marcelo@gmail.com.

1Esta investigación ha sido realizada gracias al aporte del Proyecto Proyectos de Investigación Científica y Tecnológica (PICT) de la Agencia Nacional de Investigaciones Científicas y del Proyecto de Grupos de Investigación (PGI) de la Universidad Nacional del Sur, ambas de la República Argentina.

2En este trabajo se utiliza el concepto de áreas rurales en sentido extenso, considerando el hábitat de población dispersa (campos) y las localidades (pueblos y pequeñas ciudades estrechamente ligados al sector agropecuario). Una definición más detallada del significado de lo rural se realiza en el planteo metodológico.

3Para un análisis exhaustivo y detallado del sentido y los criterios de lo rural en Argentina y en América Latina ver el Atlas de la Argentina Rural (Sili, Guibert & Bustos, 2015).

 

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Recibido: 17/09/2018
Aceptado: 16/01/2019