RESEÑAS

Las manos visibles del mercado. Intermediarios y consumidores en la Argentina. Andrea Lluch (editora), Prohistoria/Universidad Nacional de La Pampa, Rosario/Santa Rosa, 2015, pp. 248.

 

Esta compilación acerca un buen muestrario de las investigaciones actuales sobre los procesos de comercialización y consumo en la Argentina entre 1850 y el presente. Se encontrarán análisis de cadenas de comercialización de productos agropecuarios, tanto para el consumo interno como para la exportación, en contextos regionales variados y en diversos recortes temporales: cereales, como harinas o granos (Martirén; Tumini), azúcar (Moyano), leche (Gómez y Zubizarreta), carne (Lluch), vino (Olguín), frutas (Miralles). Además hay capítulos sobre el consumo de productos alimentarios básicos (Ledesma) y sobre los “intermediarios de saberes” agronómicos (Martocci).
Esta compilación pone el foco sobre un conjunto de temas que ha recibido menor atención en la historiografía económica nacional. Es cierto que a veces se han hecho tratamientos importantes de estos temas dentro de investigaciones más vastas o que hacen foco en la producción. Por ejemplo, el lector podrá encontrar puentes en varios capítulos con las precisas páginas que Hilda Sabato le dedicó a la comercialización de la lana en Capitalismo y ganadería en Buenos Aires… De todas formas, el panorama historiográfico en esta temática ha estado fragmentado y es mérito de este libro plantear la necesidad de trazar ciertas líneas comunes de avance.
En efecto, desde la introducción, a cargo de la editora, el libro procura cumplimentar el incentivo generado por los baches historiográficos, con un marco teórico actualizado que se nutre especialmente de los desarrollos de la business history anglosajona. No todos los trabajos hacen uso cabal de este cuerpo teórico. Pero todos comparten la sensibilidad que constituye la propuesta del libro, esto es, interrogarse por la lógica económica de los intermediarios y de los circuitos que llevaban los productos al mercado. Y quienes hacen uso de aquellas opciones teóricas las tamizan con un sentido histórico bien agudo, que busca explicar de forma razonable ciertos procesos antes que encontrar una confirmación empírica de ciertas teorías. Este sentido histórico se muestra con creces en el trabajo creativo con las fuentes documentales, las cuales, como se nos recuerda en varios trabajos, no son siempre accesibles para todas las preguntas que se formulan los historiadores, en particular la documentación comercial de origen privado.
Con estas herramientas, se definen dos grandes conjuntos de problemas que articulan los trabajos compilados.
El primero refiere a la función histórico-económica de los intermediarios (comerciantes mayoristas y minoristas, corredores, consignatarios, fraccionadores, distribuidores, transportistas, etc.). Como se explica en la mayoría de los capítulos, los intermediarios operan brindando servicios en un contexto de información imperfecta y múltiples riesgos. Alertas sobre precios, condiciones de mercado y mejoras técnicas; financiación; búsqueda de consumidores; promoción; almacenamiento: son algunas de las funciones circulatorias por las que reciben una retribución. El corazón de la propuesta de los autores es la descripción de las configuraciones históricas de estas funciones. Los esquemas gráficos de los agentes de las cadenas, de sus relaciones mutuas, y de los bienes y servicios intercambiados, sintetizan la densa labor de los historiadores. Estas descripciones no son usualmente estáticas, sino que buscan marcar cambios y continuidades, e indagar en los factores explicativos de las transformaciones. Esto lleva a miradas amplias que no se restringen a identificar las novedades de cada época, ni a reseñar que sucedía en el centro económico nacional, ni a postular un modelo lineal y único de cambio en las formas de comercialización en el contexto de surgimiento y consolidación del mercado masivo. Esta forma de abordaje ayuda a reducir la abstracción del mercado como la conjunción de oferta y demanda. Se lo entiende, entonces, como una arena institucional histórica, con sus actores concretos y reglas ejecutables: las “manos visibles”.
El segundo grupo de problemas señala los puntos de conflicto distributivo dentro de las cadenas. En varios trabajos vemos que para productores, consumidores, o el Estado, las funciones positivas de los intermediarios no aparecen nada claras, sino que más bien son retratados como factores perturbadores que acaparan beneficios, explican los altos precios que recibe el consumidor o la mala calidad del producto. Y el discurso de vituperio al intermediario recorre muchas de las fuentes que analizan los historiadores. La propuesta de los trabajos aquí reunidos es alejarse de una reproducción acrítica tanto de aquella visión, como de su contraparte, la vindicación. Así, en contextos históricos específicos, observamos a estos intermediarios ejerciendo su poder de mercado, desarrollando estrategias de integración vertical, o acuerdos privados de control de la competencia, adaptándose a las regulaciones, reproduciendo ineficiencias… Por otro lado, se registran los intentos de eludir a los intermediarios, subordinarlos o suplantarlos, regular sus condiciones de acción, e incluso atisbamos a los consumidores como sujetos activos. Como es de esperar, las múltiples formas de la regulación estatal están presentes a lo largo de los capítulos, con sus alcances, efectos y defectos. El capítulo de Tumini se destaca por mostrar los límites de las regulaciones en el contexto de la economía política peronista, que hizo de ellas una marca de su identidad.
Entonces, en las respuestas complejas, históricas, que los autores dan a aquellos problemas se cifra una de las mayores fortalezas de esta compilación. Y por ello no sólo puede interesar a quienes busquen información sobre ciertos períodos, espacios o actividades, sino que ofrece hipótesis que pueden ser atractivas para estudiosos que exploran los fundamentos teóricos, para trabajos comparativos, para aquellos que trabajan en períodos previos a la consolidación de un mercado masivo, o finalmente para aquellos que revisen la cuestión desde enfoques propios de la historia socio-cultural.

Tomás Guzmán
Instituto Ravignani – UBA - CONICET

 

Tukuma – Tukuymanta. Los pueblos del Búho. Santiago del Estero antes de la conquista. Ana María Lorandi, Subsecretaría de Cultura de Santiago del Estero/ Talleres del Boletín Oficial, Santiago del Estero, 2015, pp. 224.

 

Centrado en las sociedades que poblaron el actual territorio de Santiago del Estero entre los siglos IX y XV, este libro constituye un valioso aporte a los estudios arqueológicos y etnohistóricos del norte de la Argentina, ya que presenta un vasto campo de interrelaciones con el contexto regional que no dejarán del apreciar los lectores interesados. Los primeros tres capítulos se dedican al método arqueológico, la historia de la arqueología en Santiago del Estero y el medio ambiente, respectivamente. En el cuarto, “Etnografía de Santiago del Estero”, define los alcances de la etnohistoria y su indispensable aporte para reconstruir identidades étnicas y denominaciones territoriales a través de las fuentes del período colonial. Por su aparato de lectura crítica y las conclusiones a las que arriba, esta sección constituye una pieza valiosa en la disciplina, y muestra que la autora ya ha dado pasos importantes para su renovación. Deja allí planteado sobre nuevas bases el viejo tema de los vínculos entre la administración incaica del Tawantinsuyu y los pueblos de la frontera oriental, que en su interpretación fueron crecientes entre los siglos XII y XV. La indagación lingüística está ya expresada en el título: la voz Tucumán contendrá tanto al búho (tuku) como a la cabeza (uma), entendiendo por tal al cacique de uno a más pueblos que adoptaron este pájaro como símbolo en la representación cerámica. 
Los capítulos siguientes están dedicados a “El proceso socio-cultural pre-hispánico en Santiago del Estero”. En el V presenta “El problema de la cultura Las Mercedes” como una fase previa de la tradición cultural Chaco-Santiagueña propiamente dicha, a la que dedica el capítulo VI, la parte sustancial de su tesis, que propone una nueva cronología para el período 1000-1600 a través de tres fases: Las Lomas, Quimili Paso y Oloma Bajada-Icaño. Los hallazgos realizados en estos sitios ofrecen un nuevo cuadro de las sociedades del período, mostrando procedencias y contactos, hábitat y estilos productivos, asociados a complejos procesos migratorios que hablan de etnias y niveles tecnológicos diferentes. De este modo, retoma un tema largo tiempo abandonado luego de los estudios pioneros de Emilio y Duncan Wagner en 1934, y de Henry Reichlen en 1940. La producción cerámica es analizada en un cuadro que expresa la capacidad heurística de su marco conceptual, la amplitud de fuentes y el trabajo de laboratorio consiguiente.
Según esta interpretación, los estilos cerámicos hasta ahora llamados Sunchituyoj y Averías, se diferencian por su tiempo y origen –más temprano, local y amazónico el primero, más tardío, de alcance regional y andino el segundo- señalando también el importante dato de que ambos coexistieron, en espacios diferenciados y quizá complementarios, hasta el momento de la conquista española. Los resultados comprenden un amplio repertorio de evidencias geo ambientales y datos arqueológicos. La autora había publicado ya en 1970 los primeros fechados por radiocarbono referidos a Santiago del Estero; entre sus hallazgos más importantes cabe citar tres marlos de maíz del período 1000 a 1260, hasta el momento la primera evidencia arqueológica del cultivo de esta especie en el territorio provincial.
Esta obra contribuye a restituir el carácter complejo de sujeto histórico a las comunidades de este período, a menudo “subalternizadas” o reducidas a condiciones de producción elementales apenas superiores al salvajismo. Por el contrario, revela un escenario de redes aldeanas, gobierno, economía y conflicto, así como relaciones exteriores con los funcionarios andinos que reclamaban tributo en bienes y personas, pero también reconocían a los señores locales como aliados. No menor será su aporte en otros trabajos, que contribuyeron a mostrar bajo otra faz los primeros ciento cincuenta años de la conquista española y su impacto destructor de culturas locales, aldeas y economía a través del vasallaje forzoso, la explotación y los traslados de pueblos.
El libro tiene también su propia historia, más breve y reciente: la investigadora nos dice que fue concluido hace treinta años, cuando se despedía de su vida como arqueóloga para iniciarse en la etnohistoria, pero por distintas razones no llegó a publicarse. El prefacio y las advertencias de la versión original, que se incorporan en esta edición, exponen sus propósitos y su experiencia de investigación en Santiago del Estero, iniciada en 1965 en las sierras de Guasayán. En los años siguientes, con el apoyo de la UBA y el CONICET, realizó numerosos viajes de campo, centrados ahora en el tramo medio del río Salado. Entretanto, profundizaba su lectura de los documentos coloniales que en el futuro serían su campo de trabajo. Ahora puede ver la luz, impulsado por Constanza Taboada, responsable de la revisión técnica y el prólogo que sitúa a esta obra en su tiempo y en el marco de los estudios sobre el tema.
Algunos avances de esta tesis fueron publicados desde 1966 en actas de congresos y revistas académicas de Argentina y Francia. Sin embargo, ninguno de sus artículos de entonces tuvo difusión en la provincia, por lo que un vasto número de lectores interesados en el tema se vio privado de acceder a su pensamiento. Creo que la obra configura un hito en la investigación de campo y los criterios de interpretación, pues combina con acierto el archivo y el terreno, manejando con rigor los datos, apreciando sus límites, y exponiendo con prudencia y solidez sus hipótesis. Cabe destacar el carácter interdisciplinar de su enfoque, sumando a su perspectiva de historiadora y arqueóloga las ciencias de la tierra y el ambiente, relevamientos de flora y fauna, hidrología, alimentación, lingüística, antropología y sociología.
Lorandi contribuyó a que la etnohistoria adquiriera el espacio académico que hoy ocupa en nuestro país. Esta ampliación de mirada no resultó sencilla, considerando los obstáculos que enfrenta una lectura poscolonial en tiempos en que memorias generales, universalistas y globales dificultan a las sociedades y sus sujetos verse en la trama de la propia. Esta edición, realizada por la Subsecretaría de Cultura de Santiago del Estero, contribuye a saldar una deuda, no por simbólica menos real, con la obra de una investigadora y maestra que marcó rumbos en la investigación de las culturas del chaco-santiagueño.

Alberto Rodolfo Tasso
INDES – FHCSyS - UNSE

 

“El sueño de los perdedores”. Cuatro décadas de migraciones de argentinos a España (1970-2010). Fernando Osvaldo Esteban, Editorial Teseo, Buenos Aires, 2015, pp. 338.

 

El “Sueño de los perdedores” es una investigación sociológica sobre la emigración de argentinos a España entre 1970 y 2010.  Un período que abarca un ciclo migratorio, es decir, una etapa que comenzó con el exilio político en los años setenta y se cerró con el retorno reciente de los emigrados durante la crisis económica de 2001. En términos generales, el trabajo enfoca tres aspectos cruciales de las migraciones: las características demográficas de los migrantes, los motivos para realizar el desplazamiento y la inserción económica en destino.
El atractivo título del libro adelanta la principal conclusión de la obra. El autor sostiene que las migraciones estuvieron motivadas por diferentes tipos de pérdidas en Argentina (materiales, simbólicas, afectivas…). Luego, en España, éstas no pudieron ser retribuidas, sino al contrario, en muchos casos se reprodujeron (pobreza, desempleo, rupturas de pareja, frustración…). Pero por otra parte, y en oposición a la corriente mayoritaria en la bibliografía específica, encontró que los desplazamientos también estuvieron motivados por sueños de progreso. Desde este punto de vista, la migración también fue una oportunidad para que muchos argentinos concretaran antiguos anhelos o crearan expectativas nuevas.  El autor pone de relieve, así, las luces y sombras de un proceso complejo, difícil de explicar en trazos gruesos y en blanco y negro.
Desde un punto de vista metodológico, la investigación se apoyó en la explotación de fuentes estadísticas y en datos primarios procedentes de entrevistas y observaciones. La triangulación metodológica resultó oportuna no sólo porque el objeto de estudio es particularmente complejo sino, y sobre todo, porque los estudios previos eran escasos. No obstante, debe advertirse que los datos han quedado algo desfasados a partir del cambio de ciclo migratorio acaecido tanto en Argentina como en España en los últimos años, aunque también es cierto que la perspectiva temporal ha contribuido a una visión más holística del fenómeno.
El autor estructuró el libro en dos partes. La primera está dedicada a varios aspectos demográficos de los movimientos migratorios. Esteban busca responder aquí cuántas personas emigraron, cuándo lo hicieron, qué características demográficas tenían, cómo y con quién se trasladaron y por qué decidieron hacerlo. En la segunda parte investiga cómo se insertaron y progresaron los argentinos en el mercado de trabajo en España.  Los temas abordados permiten observar que este grupo presenta especificidades respecto a otros colectivos de inmigrantes extranjeros en España, en particular latinoamericanos. 
Los hallazgos más significativos de la obra pueden agruparse en cinco temas. El primero es la identificación de seis flujos migratorios desde Argentina hacia España desde la postguerra hasta la actualidad. A partir de los datos disponibles, el autor dibuja un panorama de las características sociodemográficas más sobresalientes de cada uno, sistematizándolos cronológicamente.
El segundo aporte se deriva del análisis de las trayectorias migratorias de la población emigrada antes de radicarse en España. El autor concluye que si bien la mayoría de los inmigrantes argentinos se desplazó directamente desde Argentina, existió una minoría que poseía experiencia migratoria internacional previa, en algunos casos, múltiple. Ello revela la existencia de distintos sistemas migratorios que vinculan a la Argentina con varios países de destino, entre los que destacan Estados Unidos e Italia, y en menor medida Alemania y Reino Unido en Europa, Brasil y Chile en América Latina. Otro hallazgo interesante en este aspecto es que prevalecieron dos tipos de migraciones según las responsabilidades familiares de los migrantes: el desplazamiento de núcleos familiares completos y el de personas solas. A consecuencia de ello, puede decirse que fueron pocas las familias divididas por la emigración, lo cual constituye un caso singular en el marco de las migraciones de latinoamericanos a España.
El tercer aporte se deriva del análisis de la composición sociodemográfica de la población nacida en Argentina residente en España. Los resultados destacan, en primer lugar, la paridad entre la cantidad de hombres y mujeres, lo que representa una diferencia notable respecto a otros grupos de inmigrantes latinoamericanos fuertemente feminizados. En segundo término, la estructura etaria de los argentinos refleja la huella demográfica de la inmigración en la que predomina un elevado componente de población activa, aunque se encuentran entre los colectivos de inmigrantes más envejecidos. En tercer lugar, el autor demuestra que los argentinos presentan un mejor perfil educativo que el total de la población residente en Argentina y en España, especialmente entre las mujeres.
Otro hallazgo de la obra que aporta elementos nuevos es la identificación de cuatro proyectos migratorios. Dos están asociados a motivos económicos, aunque el autor distingue entre los emigrantes que huyeron de la pauperización y los que se fueron de Argentina por miedo a padecerla. Los otros dos proyectos, en cambio, tienen una relación tangencial con el contexto histórico. Por un lado, personas que emigraron como acompañantes y, por otro, jóvenes que buscaban nuevas experiencias. El estudio de la elección del destino (Madrid, España) llama la atención sobre un tema poco estudiado hasta el momento, pero sumamente importante para comprender luego la inserción socioeconómica de los migrantes: las representaciones sociales sobre España que se construyeron en Argentina a partir de los años ´80.
El quinto y último aporte del libro aborda un aspecto central en el estudio de los movimientos migratorios. El autor realiza una descripción completa de la inserción laboral de los inmigrantes en tres episodios clave de la trayectoria laboral y migratoria: antes de emigrar de Argentina, el primer empleo en España y el último. Este ejercicio demuestra que el saldo de movilidad social transnacional produjo un desclasamiento hacia abajo, sobre todo en amplios segmentos de las clases medias. Los inmigrantes argentinos llegaron a España soñando con una vida mejor, pero en muchos casos encontraron la misma desdicha que habían dejado atrás. Por eso, señala el autor, la emigración fue un sueño de perdedores.

María Eugenia Bayona Escat
Departamento de Sociología y Antropología Social - Universidad de Valencia

 

Gobierno, justicias y milicias. La frontera entre Buenos Aires y Santa Fe (1720-1830). Darío G. Barriera y Raúl Osvaldo Fradkin (coordinadores), Universidad Nacional de la Plata/EDULP, La Plata, 2014, pp. 350.

 

Sólo un trabajo en equipo, sostenido en el tiempo, coordinado por consolidados investigadores de sobrada experiencia y enriquecido por el debate que supone la construcción colectiva del conocimiento, puede garantizar un producto con la profundidad y calidad historiográfica del libro que aquí reseñamos. En efecto, Gobierno, justicias y milicias es el resultado de un proyecto de investigación plurianual financiado por el CONICET entre 2010 y 2012, cuyo objetivo central giró en torno al análisis de las relaciones de poder y la construcción de liderazgos locales en un espacio fronterizo (Santa Fe-Buenos Aires) durante poco más de un siglo (1720-1830). Dentro de ese marco temporo-espacial, convergen en esta publicación diez trabajos entre los que discurren una diversidad de sujetos de estudio, recortes cronológicos, metodologías de abordaje y miradas de análisis, pero que comparten un eje articulador que ninguno de ellos pierde de vista: la territorialidad y el reordenamiento espacial en constante e íntima relación con el proceso de transformación del andamiaje de poder que sostuvo a las autoridades jurisdiccionales. De este modo, nociones como frontera, gobernabilidad, liderazgos, jurisdicción o autoridades locales, atraviesan a todos los estudios aquí reunidos, del mismo modo que la preocupación por indagar su vinculación con las tramas sociales en los diferentes recortes de tiempo y de espacio que se delimitan en cada uno de los trabajos.
Los sujetos de análisis a partir de los cuales cada uno de los autores se introduce en la problemática vertebradora del libro, permiten agrupar los artículos según los actores sociales a los que se indaga para desentrañar las relaciones entre gobernantes y gobernados.  Carlos M. Birocco, Paula Polimene y Darío Barriera lo hacen a través del estudio de las autoridades políticas y judiciales locales (Alcaldes de Hermandad y auxiliares de justicia), en la campaña de Buenos Aires a lo largo del siglo XVIII, en el Pago de Bajada en el último cuarto del mismo siglo y en Coronda entre 1789 y 1808, respectivamente. El primero de ellos repara en las tensiones en la reconfiguración del espacio jurisdiccional bonaerense y desentraña el conflictivo proceso que puso fin a las pretensiones del cabildo de Buenos Aires de ejercer su jurisdicción sobre toda la campaña. En esta misma sintonía, pero para otro espacio, Polimene indaga el modo en que, desde la ciudad de Santa Fe, se organizó políticamente a la campaña, haciendo jugar las nociones de proximidad/lejanía como claves explicativas que deben problematizarse y ponderarse según cada caso. Darío Barriera, en cambio, desplaza el eje de atención desde los Alcaldes hacia los auxiliares de justicia (jueces pedáneos y jueces comisionados), y logra a través de un exhaustivo análisis esclarecer el proceso de capilarización de la organización territorial santafesina y la subdivisión de partidos, en tanto fenómenos impulsados “desde abajo” por la presión de los mismos pobladores sobre las autoridades locales.
En esta misma línea de interés, pero en los confines cronológicos del período abordado en el libro, Vicente Galimberti centra su análisis en las autoridades locales de la frontera norte bonaerense en los albores de la vida independiente (1815-1828). Examina entonces, la participación y peso relativo de jueces, comandantes y curas en las elecciones de la campaña, determinando etapas de mayor o menor incidencia de una u otra autoridad y tomando en cuenta el nivel de arraigo local e inserción en las redes sociales preexistentes de cada uno de estos actores.
Las tensiones latentes en el proceso de construcción de los territorios de Santa Fe y Buenos Aires en el temprano siglo XVIII (1700-1745), son abordadas por Griselda Tarragó a partir del análisis de los efectos beneficiosos que las medidas tomadas por la corona hispánica tuvieron sobre un reducido grupo de acaudalados santafecinos, así como sus repercusiones en la trasformación de un territorio fronterizo en un nodo de la nueva organización virreinal.
Un nuevo actor entra en escena con el trabajo de Miriam Moriconi. Los curas, las capillas y los agentes eclesiásticos son estudiados por la autora en tanto herramientas de reordenamiento espacial en el sur santafecino durante las cuatro primeras décadas del siglo XVIII.
María Eugenia Alemano y Raúl Fradkin exploran, en sendos trabajos, la problemática de la militarización y la defensa de dos espacios fronterizos diferentes (Arrecifes y Buenos Aires-Santa Fe), a través del estudio de las fuerzas militares y milicianas a fines del siglo XVIII (Alamano) y hasta la segunda década del XIX (Fradkin). De la mano de estos trabajos nos adentramos en otra vía de inserción de los individuos en el cuerpo político.: las milicias. Cómo se construyó territorialmente ese poder miliciano en la frontera es la preocupación central de Alemano quien logra periodizar y caracterizar el proceso entre 1765 y 1779. Raúl Fradkin, por su parte, ofrece un detenido análisis del rol de las milicias en la frontera Norte y Sur de Buenos Aires desde fines de la Colonia hasta el período republicano. A través de la extrema variabilidad que presentaban las formaciones militares en esos espacios, advierte que las milicias de frontera se convirtieron en fuerzas de servicio discontinuo, difíciles de reunir y proclives a una rápida dispersión. A pesar de ello, se fueron consolidando a lo largo de la segunda mitad del siglo XVIII hasta convertirse en la estructura más importante del gobierno de las campañas.
Las relaciones interétnicas ocupan el centro de atención de las investigaciones de Florencia Carlón (los malones en Buenos Aires en el siglo XVIII) y de Silvia Ratto (la diplomacia en la frontera bonaerense a comienzos del siglo XIX), problemáticas que les permiten revelar un mundo de conflictividades superpuestas entre la sociedad criolla y la indígena en torno a la territorialidad en los espacios fronterizos.
Así, la fina tarea de búsqueda, rescate y visibilización de una multiplicidad de actores que participaron activa o pasivamente en la construcción de la autoridad y de liderazgos en los diferentes espacios de gobierno, queda plasmada en esta obra colectiva que deja en claro, una vez más, que toda Historia es Historia Social. En definitiva a través de las “pequeñas historias” -de jueces, alcaldes, curas, milicianos, comerciantes, grupos étnicos- aquí recuperadas, es posible recorrer la compleja trama de relaciones entre “quienes fabricaban políticas para gobernar y quienes, desde el llano, hicieron lo propio para incidir sobre cómo querían ser gobernados”, tal como se lo propuso el equipo y lo expresa el director del proyecto –Darío Barriera- en la presentación del libro. Empresa alcanzada con rotundo éxito.

María Paula Parolo
ISES - CONICET - UNT

 

Candidata a la corona. La infanta Carlota Joaquina en el laberinto de las revoluciones hispanoamericanas. Marcela Ternavasio, Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2015, pp. 288.

 

Este libro, lejos de ser una biografía de la infanta Carlota Joaquina de Borbón, se ocupa de restaurar en una narración histórica los derroteros seguidos por las revoluciones hispanas. Derroteros en plural, porque al recorrer alguno de los caminos que  abrió la crisis de las monarquías ibéricas entre 1808 y 1814 a escala inter-imperial, el “carlotismo” se constituyó en un mirador privilegiado para la comprensión de los múltiples escenarios en los que se desarrollaron las disputas por el poder. Una coyuntura convulsionada que comienza como el libro con el viaje de la Corte de Braganza a tierras americanas, huyendo de Napoleón y finaliza con el retorno de Fernando VII al trono. La restauración del absolutismo significó, por lo tanto, el final de las acciones desplegadas por la infanta Carlota y sus agentes en relación a sus planes de ocupar la regencia española pero, no por eso, el alejamiento de los asuntos políticos de la región, como bien se analiza en el Epílogo del libro.
En medio de estos dos acontecimientos principales (la invasión de Napoleón Bonaparte a la península ibérica y el retorno de Fernando VII al trono)  la autora  selecciona otros  acontecimientos significativos para formular la hipótesis principal de su libro: “al producirse la vacancia real española por las abdicaciones reales en Bayona, los planes de Carlota de asumir la regencia pusieron en entredicho la cuestión americana en el seno de la monarquía  española y tensionaron las relaciones  entre los nuevos aliados”.
Ciertamente, los proyectos presentados por la infanta fueron los que dispararon, en el seno de la monarquía la pregunta acerca de qué hacer con los dominios ultramarinos, produciendo temores en diversos frentes. La figura de los fantasmas, como en el cuento “El cazador de fantasmas” de Manuel Mujica Láinez -en el que cientos de familias abandonan Lisboa como fugitivos, escapando de Napoleón- constituye un buen recurso para pensar los temores que puso de manifiesto la posibilidad de americanizar la monarquía española: huyeron del peligro pero no de los miedos que los acompañaron hasta su regreso a Lisboa en el año 1821.  Las pretensiones de Carlota de ocupar la Regencia española se convirtió así en un tema recurrente a ambos lados del Atlántico y actualizaron diferentes alineamientos en el abanico de variantes políticas surgidas al calor del proceso de disolución de los imperios ibéricas y, también, se convirtió en el tema central de este libro que recoge el enorme avance producido por la historiografía en los últimos años. 
A continuación, pondremos de relieve las contribuciones de este libro al campo de la historia política y, asimismo, las líneas de investigación que deja abiertas para avanzar en la comprensión de las complejas y cambiantes tramas de poder que articularon los procesos revolucionarios, en particular, en el Rio de la Plata. Si bien la historiografía cuenta con trabajos que destacan la simultaneidad y el entrelazamiento de ambas monarquías en los acontecimientos del XVIII, necesitamos saber más de lo ocurrido en la primera década revolucionaria  en torno a  lo  que Joao Paulo Pimenta denominó espacio rioplatense, una región que vinculaba el Río de la Plata con el centro-sur de la América portuguesa para la circulación de  bienes y personas, pero envueltos en las continuas disputas políticas y territoriales que enfrentaban.
Las cuestiones historiográficas centrales que atraviesan la narración provienen de los aportes de la historia política dedicada a los procesos revolucionarios tanto hispanoamericanos como del área lusitana y para el espacio atlántico en general. Estas líneas de trabajo sobre la Monarquía Hispánica se inscriben en la renovación profunda de la historia de las instituciones y la problemática del Estado, que en los últimos veinte años ha contribuido a precisar mejor importantes temas y problemas. Cabe mencionar, dentro del gobierno de las instituciones reales, estudios como los de Pablo Fernández Albadalejo, Salustiano de Dios y Antonio Hespanha, que permitieron tomar conciencia del papel fundamental de la Cámara de Castilla, encargada de administrar los flujos de relaciones y descubrir en los escritos de los moralistas y de los teóricos de la época las reglas que los regían. El marco historiográfico elegido para este libro brinda, por lo tanto, dos grandes ventajas. La primera es que permite integrar los textos normativos con la actuación de los organismos públicos. Compaginar ambos aspectos era una de las principales dificultades que encontraba la teoría clásica del desarrollo del Estado. La segunda ventaja es que permite integrar todos los territorios de la monarquía dentro de un mismo esquema explicativo que entiende que la Monarquía Hispánica del siglo XVIII ya no se presenta como un modelo de centralización política. La idea de un diálogo fluido entre el rey y los reinos, las ciudades y la Corte de Castilla en un plan de igualdad, se constituyó en el elemento central del nuevo paradigma politico, al poner en evidencia que los intercambios de servicios y favores eran la clave del sistema. Los intercambios de servicios y favores se efectuaban entre el rey, las instituciones y, asimismo, los hombres que administraban las mismas. De esta forma, el individuo se proyectó al primer plano como constructor, creador y hacedor de esas dinámicas y es esta perspectiva historiográfica la que, sin lugar a dudas, atraviesa la presente producción de Ternavasio.
Este paradigma hace imprescindible, asimismo, tomar en cuenta el conjunto de las relaciones que afectan a los actores de América y de la península e incluir en el campo de la historia política el campo entero de lo social, ya que el nexo entre lo político y lo social reside básicamente en un juego generalizado de relaciones interpersonales.  Como un campo de fuerzas que relaciona a los actores en configuraciones cambiantes, algunas relativamente estables, otras meramente circunstanciales, puras “agrupaciones de la acción que sólo tienen vigencia hasta la consecución del objetivo para el que se crearon”, esta mirada es tomada y aplicada exitosamente por Ternavasio en este libro.
A partir de las herramientas conceptuales y metodológicas que esta historiografía provee, la autora reconstruye las cambiantes estrategias del “carlotismo”, las alianzas y amenazas que potenció; y su incidencia en los cursos de acción abiertos en el marco de la crisis de las monarquías ibéricas. Estrategias, que son analizadas por la autora en los distintos planos de competencia que orientaron las opciones en juego. Tanto, las que se dirimieron en el marco de la Monarquía Hispánica como las que se dieron como resultado de las disputas inter-imperiales, y cómo se expresaron en el juego político de las distintas coyunturas. En ciertos momentos el día a día es seguido cuidadosamente.
Esto último, me permite destacar la opción de una perspectiva de análisis que privilegia la relación entre diversas escalas regionales y de poder: la imperial, la inter-imperial y la local o iberoamericana. El “carlotismo” jugó sus cartas en las tres, simultáneamente, e imaginó primero la posibilidad de obtener la regencia en suelo americano. Luego desplazó la estrategia hacia la península, haciendo intervenir indirecta o directamente a las potencias europeas, precisamente, porque desató el fantasma de una unidad ibérica que desequilibraba el orden internacional que tenía como paladín a Gran Bretaña. La cuestión dinástica está en la base de los reclamos de Carlota, primero con sus pretensiones de ocupar la regencia y luego exigiendo sus derechos sucesorios a la corona en las Cortes gaditanas.
Para finalizar, me voy a detener en el Epílogo del texto, elaborado a partir del intercambio epistolar entre Carlota y su hermano Fernando VII. En primer lugar, porque en los entretejidos de esa correspondencia y de las fuentes que la complementan, Ternavasio recorre los sucesos más importantes ocurridos entre 1814 y 1830, año de la muerte de Carlota. En segundo lugar, porque mediante esa estrategia la autora nos hace regresar al universo de la  política regulada por el principio dinástico, la primacía del linaje y las estrategias matrimoniales de las casas soberanas, dejando al descubierto episodios y detalles que iluminan temas historiográficos centrales.  El de las bodas reales, por ejemplo, es uno de los temas preferidos de Carlota, según lo exhibía su secretario privado José Presas.
Ciertamente, a partir del momento que Fernando VII volvió al trono en 1814 las fantasías de Carlota cambiaron de la escala americana a la peninsular. A través de la correspondencia Ternavasio reconstruye sus ambiciones de participar en la política fernandista en América, pretendiendo constituirse en la principal informante de su hermano acerca de la insurgencia americana. Asimismo, destaca el empeño puesto en concertar las alianzas dinásticas que se correspondan al rango y la continuidad de ambas casas reinantes. Carlota ofreció a dos de sus hijas para unirse en matrimonio con sus hermanos, uno de ellos Fernando VII, que había quedado viudo en 1806. La autora, nos lleva a conocer los pormenores de los preparativos de las bodas reales ofreciendo una estimulante representación acerca de las prolongadas tratativas diplomáticas y las dilaciones provocadas por la propia Carlota, siendo que ella era la más interesada en concertar dichas bodas. Advirtiendo en estos y otros comportamientos, la reedición de aquél “sueño del viaje” ahora para acompañar a sus hijas en la ceremonia nupcial y volver a su tierra natal.  Nuevamente aquí, como en páginas anteriores, Ternavasio descubre esos comportamientos característicos de la princesa: la intriga, la manipulación, la desconfianza que junto con su comportamiento conspirativo, atravesaron todos y cada uno de sus planes que, por terminar mal, quedaron en la sombra.

Elsa Caula
Universidad Nacional de Rosario