https://dx.doi.org/10.19137/praxiseducativa-2024-280102


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ARTÍCULOS

Estudiantes en huelga: lucha, resistencia y subjetivación

Students on strike: struggle, resistance, and subjectivation

Estudantes em greve: luta, resistência e subjetivação

Germán Alejandro García Lara

Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, México

german.garcia@unicach.mx

ORCID 0000-0002-7736-9717

Soledad Hernández Solis

Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, México

soledad.hernandez@unicach.mx

ORCID 0000-0001-5621-986X

Oscar Cruz Pérez

Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, México

oscar.cruz@unicach.mx

ORCID 0000-0003-2452-2834

Jesús Ocaña Zúñiga

Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, México

jesus.ocana@unicach.mx

ORCID 0000-0003-0300-0797

Resumen: En este trabajo, se analizan las vivencias de participación en la huelga realizada por estudiantes de la Unidad 071, de la Universidad Pedagógica Nacional de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México. Desde un enfoque reflexivo, se recupera la memoria histórica del proceso a partir del análisis documental, registros de asambleas y marchas, así como entrevistas a estudiantes y líderes del movimiento. La información se agrupó en dos bloques: De la pandemia al paro estudiantil. Subjetivación y trama existencial, en el que se exponen las vicisitudes de organización y acciones realizadas; y La palabra debe valer, que discute el entramado de acciones, sinergias, encuentros y desencuentros entre los estudiantes para acometer las negociaciones con las autoridades educativas y gubernamentales. La confluencia de otros movimientos sociales, la movilización y toma de las calles coadyuvó a la resolución de la huelga, lo que inaugura una experiencia inédita de lucha y resistencia para estos estudiantes.

Palabras clave: movimientos estudiantiles, universidad, educación

Abstract: This paper analyzes the experiences of participation in the strike carried out by students of Unit 071 of the National Pedagogical University of Tuxtla Gutierrez, Chiapas, Mexico. From a reflective approach, the historical memory of the process is recovered from documentary analysis, records of assemblies and marches, as well interviews with students and leaders of the movement. The information was grouped into two blocks: From the pandemic to the student strike. Subjectivation and existential plot; in which the vicissitudes of organization and actions carried out are exposed; and, The word must be worth, which discusses the network of actions, synergies, meetings and disagreements between students to undertake negotiations with educational and governmental authorities. The confluence of other social movements, the mobilization and taking of the streets, contributed to the strike's resolution, which inaugurated an unprecedented experience of struggle and resistance for these students.

Keywords: student movements, university, education

Resumo: Este artigo analisa as experiências de participação na greve realizada pelos estudantes da Unidade 071 da Universidade Pedagógica Nacional em Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México. A partir de uma abordagem reflexiva, recupera-se a memória histórica do processo a partir da análise documental, de registos de assembleias e marchas, bem como de entrevistas com estudantes e dirigentes do movimento. A informação foi agrupada em dois blocos: Da pandemia à greve estudantil. Subjetivação e trama existencial; em que se expõem as vicissitudes da organização e das acções realizadas; e, A palavra deve valer, que aborda a rede de acções, sinergias, encontros e desencontros entre estudantes para empreender negociações com as autoridades educativas e governamentais. A confluência de outros movimentos sociais, a mobilização e a tomada das ruas, contribuíram para a resolução da greve, que inaugurou uma experiência inédita de luta e resistência para esses estudantes.

Palavras-chave: movimentos estudantis, universidade, educação.

Recibido: 2023-09-15 | Revisado: 2023-11-17 | Aceptado: 2023-12-20

Para Alan, Azul, Abril y Emilio

Introducción

En jóvenes que cursan el nivel universitario, la vida escolar acompaña un sinnúmero de experiencias, aprendizajes, relaciones y cambios, cuyas significaciones reconfiguran y forjan nuevas producciones de sentido a su propia vida, desarrollo profesional y futura inserción laboral. Socavan o procuran cambios desubjetivantes de sí, pero también agenciamiento, reconocimiento y resistencia de lo que el orden social espera o demanda de su persona.

El agenciamiento es una categoría desarrollada por Deleuze (citado por Ema, 2004) y  compele a la acción política, subversiva, en la que, para su ocurrencia, es necesaria “la emergencia de un acontecimiento que incorpora novedad ante un trasfondo de sedimentaciones” (p. 3), proceso en el que se omite una referenciación última a la estructura social o al sujeto como el sostén de la acción. Advierte posibilidades de ser e instaurar otras normas, otros órdenes, como potencia y apertura a la existencia de un nuevo orden y constitución de sí; como espacio de inflexiones variables y contingentes a los mandatos del orden social que se resisten o reproducen en distintos niveles y acciones, también presente en el ámbito de las universidades.

En el contexto universitario, la pertenencia a organizaciones políticas y sociales “para el impulso de una ciudadanía participativa y democrática (…), es menor a la que proponen organismos internacionales y nacionales” (Taddei et al., 2020, p. 102), aspecto que limita su ejercicio crítico, analítico y solidario, lo que dificulta su autonomía, la toma de decisiones, la responsabilidad de sus acciones y, con ello, el ejercicio del poder. Aun así, independientemente de que las acciones institucionales los lleven o no a la participación política y, consecuentemente, a ser parte de las decisiones de poder que conciernen a toda la comunidad universitaria, algunos de los sucesos irrumpen y les comprometen a hacerlo. En este proceso, la participación se traduce en la actuación, implicación e intervención que el sujeto realiza en el espacio público, de “procesos instituyentes de subjetivación política de los jóvenes movilizados” (Cubides, 2014, p. 1).

Para Verba (1972), además de las formas de participación ligadas al ejercicio del voto, las campañas políticas y la actividad comunitaria, existe aquella que se realiza cuando concurre un conflicto. Esto coincide con lo referido por Contreras Ibáñez et al. (2005), quienes proponen un tipo de participación no convencional; en esta, se inscriben acciones de protesta, de cambio al orden establecido.

Ejemplos emblemáticos de este tipo de participación en México, realizados por jóvenes de instituciones de educación superior, son los de YoSoy 132 en el 2012, movimiento que se genera a partir del 11 de mayo, posterior a la visita que Enrique Peña Nieto, entonces candidato a la presidencia de la república, realizará a la Universidad Iberoamericana. En ella, fue severamente cuestionado por estudiantes sobre su proceder y responsabilidad de cuando fue gobernador del Estado de México y ordenó la acción policiaca que llevó a la matanza en San Salvador Atenco en el 2006 (Kuri, 2010; Cubides, 2018; Gómez, 2019). Los estudiantes fueron acusados de porros (grupos de choque estudiantiles) y acarreados, por lo que, a través de redes sociales, 131 de ellos mostraron su credencial, acción a la que sumaron miles de estudiantes más en toda la república mexicana, además de grupos de autodefensa comunitaria. La desaparición de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, México, ocurrida el 26 de septiembre de 2014, cuyo movimiento social fue generado por los padres de familia de los estudiantes desaparecidos, estudiantes de la misma Normal y de otras instituciones de educación superior, así como personas vinculadas con asociaciones y organizaciones de la sociedad civil, enmarca un profundo cuestionamiento al Estado mexicano (Rojas, 2014) que alcanzó el ámbito internacional. O las denuncias y movimiento feminista en 2016, que cristalizaron en los famosos “tendederos” y dieron paso a marchas cada vez más concurridas los días 8 de marzo de cada año. Dichas expresiones denotan un complejo entramado entre las expresiones de protesta y participación política juvenil y las acciones de represión, negación, olvido o indiferencia de las que son objeto por parte del Estado y las autoridades gubernamentales en turno.

En América Latina, los movimientos estudiantiles han sido sumamente destacados a partir de la segunda década de este siglo, como el movimiento estudiantil secundario y universitario de los pingüinos en Chile, que desde el 2006 y en distintos periodos desde entonces ha abogado por una educación pública de calidad y sin fines de lucro (Rojas y Araujo, 2017); la Confederación de estudiantes de Chile, que articuló el movimiento estudiantil de ese país en 2011 (Cubides, 2014); la Mesa Amplia Nacional Estudiantil en Colombia, que aglutinó diversas demandas estudiantiles y sociales, también en 2011 (Cubides, 2014); el movimiento de estudiantes brasileños denominado #OcupaScola en demanda de mejores servicios educativos (Da Silva y Gómez, 2018); y el papel de los estudiantes en las protestas realizadas en Honduras (Vommaro y Briceño, 2018) y Nicaragua. Todos estos movimientos contradicen la idea de apatía y falta de crítica del estudiantado universitario (Orellana, 2017).

Al respecto, tal como expone Meyer (2004), las condiciones contextuales en que emerge la protesta son claves para entender su curso, ya que lo facilitan o lo inhiben. De igual modo, las acciones que el Estado decida realizar llevan a una mayor aceptación del movimiento, tanto por los propios estudiantes como por la sociedad civil, ya que existe la disyuntiva de que el rechazo por las acciones realizadas legitime el movimiento (Flesher y Wood, 2011).

La vida universitaria es uno de los ámbitos de reproducción cultural, integración social y socialización en que se suscitan conflictos derivados de las tensiones entre el sujeto y el Estado y sus instituciones (Habermas, 1981). De manera que el movimiento social que surge de esta forma parte de la sociedad civil, con incidencia en la cultura y la vida social, conformada de manera heterogénea, a partir de múltiples liderazgos y oposición al Estado y los gobiernos (Aranda, 2000). La protesta se concreta en demandas diversas; desde aquellas relacionadas con el homicidio de estudiantes mientras realizan actividades de servicio social o prácticas profesionales, las denuncias por acoso sexual, hasta la exención de pagos por concepto de inscripción, el contar con servicios médicos, transporte, la elección de representantes, entre muchos otros, como la falta de gestión para la obtención de becas, equipamiento para el trabajo académico o la mejora de la infraestructura, cuestiones, estas últimas, demandadas por el estudiantado de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 071.

La Universidad Pedagógica Nacional, unidad 071, con sede en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, es una de las 70 unidades y 208 subsedes distribuidas en los Estados de todo el país. Con más de 40 años de trayectoria, los retos y la falta de un proyecto, no solo de largo alcance, sino a corto plazo, son parte de su devenir histórico. A ello, contribuye la indefinición de un marco legal que regule e incentive la vida académica y, por ende, la condición laboral del profesorado, lo que acaece en acciones preeminentemente orientadas hacia la docencia, mínimas en el ámbito de difusión y vinculación y casi nulas en la investigación.

Desde mediados de los noventa, el proceso inconcluso de descentralización realizado a partir de la reforma educativa ha coadyuvado a la indefinición jurídica y de los problemas financieros y administrativos en esta universidad, aspectos que año tras año y gobierno tras gobierno, estatal y federal, tensan la vida organizacional y administrativa de la institución. Al depender de la Dirección de Secundaria y Normales, se coartan otras funciones que no sean las de docencia, las que incluso se ven seriamente afectadas ante las decisiones de cierre o apertura de los programas, lo que se acompaña de políticas centrales que no siempre consideran las condiciones socioculturales y problemáticas educativas de la entidad.

En la Unidad 071, se ofertan los programas de licenciatura en Educación Preescolar y Primaria para el Medio Indígena (LEPEPMI); licenciatura en Educación (LE 94); licenciatura en Intervención Educativa (LIE) y licenciatura en Psicología Educativa (LPE). Y, en el posgrado, la maestría en Educación y Diversidad Cultural y la maestría en Educación Básica.

Sus estudiantes egresados de tres programas de pregrado, LE 94, LEPEPMI y LIE, pueden participar en el Proceso de Selección para la Admisión en Educación Básica de plazas docentes en el sistema educativo estatal. Para ello, deben contar con el título de licenciatura o hacer constar que este se encuentra en trámite. Desde hace más de dos décadas, las autoridades educativas del Estado han amagado con el cierre de los programas de la LE 94 y de la LEPEPMI, y, para el 2022, hubo una severa restricción para la apertura de una nueva promoción en estos programas, de la LIE y el de Psicología Educativa, además de que se limitó el número de matriculados en aquellas subsedes en que las autoridades así lo establecieron. Aunado a ello, el director en turno, quien fue designado por las autoridades correspondientes de la entidad, fue severamente cuestionado desde su toma de posesión, en enero de 2021 ante la falta de un ejercicio democrático y transparente en la elección.

El 8 de agosto de 2022, mediante asamblea ordinaria, un grupo de docentes y personal administrativo desconoció al entonces director, acusándolo de presuntas prácticas de corrupción, acoso laboral, sospecha de desvío de recursos, nepotismo e incumplimiento a la ley federal del trabajo, situación por la que, actualmente, se encuentra en proceso en la Auditoría Superior del Estado de Chiapas. Días después, el 15 de agosto, iniciaron un paro de labores.

En ese momento, el grupo disidente contó con el apoyo de algunos estudiantes, la mayor parte de ellos de la sede Tuxtla Gutiérrez y la subsede San Pedro Buenavista (ubicada a aproximadamente 100 kilómetros de la sede). Como resultado, se mantuvo una huelga, que tuvo como una de sus manifestaciones la marcha realizada el 15 de septiembre de 2022, quizá poco relevante en el contexto de los movimientos sociales y universitarios, pero altamente representativa de una universidad en la que sus agentes educativos no lo han hecho en 40 años. A partir de las negociaciones realizadas, el 5 de octubre de ese año, se dio por terminada la huelga, acordándose la destitución del director de la unidad y el nombramiento de dos personas, quienes fungirían como enlaces, a fin de dar estabilidad a la actividad universitaria y gestionar diversas demandas relativas a la firma de documentos de los estudiantes, tanto de títulos como de participación en los procesos de selección a plazas de educación básica, así como de la convocatoria para la elección de la dirección de la unidad. La incertidumbre de la temporalidad de su ejercicio y la continuidad en los procesos anteriormente demandados por el personal en paro generó un nuevo movimiento para destituir a los enlaces, ahora encabezado por los estudiantes y, casi al final del movimiento, con apoyo de los docentes y personal administrativo.  

En este contexto, el presente trabajo tiene como propósito analizar las vivencias de participación política en la huelga realizada por estudiantes de la Unidad 071, de la Universidad Pedagógica Nacional de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México.

Proceso metodológico

El estudio se realiza desde un enfoque reflexivo, dialéctico, en que los sujetos y acciones se analizan a partir de sus relaciones y prácticas sociales, lo que incluye a los propios investigadores en su función mediadora del proceso (Canales, 2006). En este, se asiste a posiciones sobre el mundo y la realidad, que se despliegan en entramados de acción en los que se toman decisiones, donde el proceso investigativo plantea generar nuevas prácticas (Canales, 2006).

Técnicas e instrumentos

El trabajo se realizó mediante el análisis documental de diversos textos generados en el movimiento de huelga, notas de prensa, boletines; así como de entrevistas a estudiantes que participaron en este movimiento, registros de lo compartido en marchas, asambleas y en un panel organizado en octubre de 2023 ante la comunidad universitaria, en el que algunos de los integrantes del actual comité central compartieron su experiencia durante la huelga. La mayor parte de las entrevistas tuvieron un carácter informal, se realizaron mientras los estudiantes participaron en la huelga, durante las marchas y las guardias en la propia universidad. Algunas más fueron entrevistas abiertas, en las que se compartió información sobre el acontecer de las acciones y como recuperación de lo ocurrido durante el movimiento.

El texto, producto del estudio, así como el análisis realizado, fue devuelto a las y los participantes, quienes avalaron lo referido en el reporte; con ello, se produjo conocimiento social, de análisis de su propia realidad, en el marco de sus contradicciones y posibilidades de cambio (Canales, 2006).

Sujetos y contexto

Se entrevistaron 16 estudiantes, algunos integrantes del Comité Central, mismo que organizó el paro estudiantil. Los y las participantes estudian en la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad 071, predominantemente en la licenciatura en Intervención Educativa y la licenciatura en Psicología Educativa, quienes cursan estudios de forma escolarizada, de lunes a viernes; y un poco menos de estudiantes de la LE 94. Además de los estudiantes de la sede en Tuxtla Gutiérrez, los de la subsede de San Pedro Buenavista fueron quienes tuvieron una participación más activa en las distintas acciones realizadas, de marchas, plantones y guardias nocturnas en la sede de la universidad, agenciándose sus propios recursos para acudir a Tuxtla Gutiérrez. Estos también contaron con el apoyo de padres de familia y de los docentes de dicha subsede.

Resultados

La información compilada se agrupó en dos bloques temáticos. El primero de ellos, De la pandemia al paro estudiantil. Subjetivación y trama existencial, expone el desconcierto, desinformación y distanciamiento con que los estudiantes asumen el conflicto iniciado en el segundo semestre de 2022, por la mayor parte de docentes y personal administrativo, toda vez que, cuando este ocurre, recién se transitó de un modelo de educación a distancia a uno presencial. Asimismo, se describe la anarquía, vicisitudes de la organización y acciones realizadas por los estudiantes al inicio del movimiento. Un segundo bloque, denominado La palabra debe valer, discute el entramado de acciones, sinergias, encuentros y desencuentros entre los estudiantes para acometer las negociaciones con las autoridades educativas y gubernamentales, las acciones de diálogo, la toma de calles y del propio palacio de gobierno, y su significación sobre la movilización social.  

De la pandemia al paro estudiantil. Subjetivación y trama existencial

El paro estudiantil no fue un proceso ampliamente consensuado, ni siquiera se avizoraba en el horizonte de los estudiantes, después de la huelga iniciada por el personal docente y administrativo que llevó a la suspensión de actividades de agosto a octubre de 2022, en que, como narran dos integrantes del comité central: “no sabíamos, no entendíamos nada, había un bando de ‘malos’ y otro de ‘buenos’ y nos confundieron, decidimos ¡no participar y apartarnos de la problemática! (Naomi, panel sobre el movimiento estudiantil, 26 de octubre de 2023); “al principio, la mayoría de la comunidad no entendía el conflicto y las consecuencias que podía generar, no solo a los maestros, sino a los estudiantes” (Daniel, panel sobre el movimiento estudiantil, 26 de octubre de 2023).

El semestre enero-junio de 2023, iniciado el 30 de enero, mantenía la expectativa de continuidad académica. No obstante, los conflictos entre los docentes, de grupos afines al exdirector y de aquellos que participaron o coincidían con el movimiento de 2022, configuró una situación insostenible, falto de acuerdo para el desarrollo del trabajo académico. Los segundos desconocieron a aquellos que fungían como coordinadores de los programas impartidos en la sede y subsedes afines al primero de estos grupos, con lo que la definición de horarios de clase y la carga académica asignada a cada docente tuvo dos fuentes, la de la coordinación no reconocida y la del grupo opositor, siendo estos últimos muy amplia mayoría en los programas impartidos en la sede Tuxtla Gutiérrez y otras subsedes. Además, uno de los acuerdos previos entre docentes y las autoridades educativas, con los que se dio término al movimiento de 2022, consideró la emisión de la convocatoria para la elección del director, lo que el 26 de enero de 2023 fue reiterado mediante oficio a dichas autoridades. La falta de respuesta a este acuerdo y petición formal también fue uno de los argumentos esgrimidos por los estudiantes, quienes conocían de dicha solicitud.

En este entorno convulso, los estudiantes mostraban alianzas y apoyo al grupo opositor, sin tomar partido como bloque. Algunos de ellos, como Daniel o Andrés, de la LIE y la LPE, estudiantes quienes cursaban los semestres finales de su formación, como representantes de sus respectivos grupos, contactaron a otros representantes para discutir sobre su participación:

Como veníamos de una educación a distancia por la pandemia, había mucha confusión, logramos tener un primer acercamiento con todos y ver la situación académica de los estudiantes, muchos tenían miedo de represalias, tenían miedo de los maestros que no estaban en el movimiento, que los reprobaran. (Daniel, panel sobre el movimiento estudiantil, 26 de octubre de 2023)

Sin embargo, el 31 de enero, el Consejo de Estudiantes tomó las instalaciones de la universidad en su sede Tuxtla Gutiérrez. Su acción no fue en absoluto planificada: “en ningún momento pasó por mi mente llegar a esta situación, en ningún momento pensé que la institución sería tomada por nosotros los estudiantes” (Geily, comunicación personal, 13 de febrero de 2023);

Al principio, este movimiento estudiantil no era el pensado, el plan era elaborar un plan para que buscáramos un director, para que la escuela estuviera en orden, ya que ha habido percances con el horario; queríamos un director, pero las decisiones que dieron los enlaces en esa reunión no fue la correcta y pues se subieron los ánimos y se dio la toma de la escuela. (Elke comunicación personal, 17 de febrero de 2023)

Los conflictos de los adultos, cuya condición está en vías de construcción, de un medio social hostil y falto de respuestas, les interpela, les demanda actuar sobre quienes debían ser fuente de su estabilidad, esta es la paradoja, atienden y asisten a quienes debieran hacerlo con ellos. Uno de los argumentos que citaron en sus demandas fue el rechazo a las figuras de los enlaces como responsables de la institución, la designación de un director definitivo o interino con legalidad jurídica para expedir los documentos requeridos en los trámites de titulación de estudiantes de las últimas tres generaciones, así como de oficios para participar en la convocatoria de plaza docente que emite la Secretaría de Educación:

Como alumnos, quisiéramos participar en el proceso de admisión de plazas que anualmente se realiza, pero se requiere de cierta documentación, entre ellos, una constancia que tiene que ser expedida por nuestra institución educativa, tiene que estar firmada, legalizada y autorizada por una figura directiva. ¡Todo inicia por ahí!, porque las fechas estaban por cumplirse y no había respuesta por parte del personal escolar, educativo y demás, solo había respuestas negativas y no nos daban una resolución (…), aunado a estas situaciones, nos enteramos que desde hace ya tres generaciones atrás vienen rezagando los títulos profesionales de egresados. (Saraí, comunicación personal, 13 de febrero de 2023)

Hay compañeros que ya tienen más de tres años esperando su documento, ya vienen los compañeros de octavo semestre y se van a acumular más solicitudes, algunos tienen familia y necesitan postularse para ocupar una plaza y sin ese documento la Secretaría no nos deja participar. (González, 2023)

Para los líderes del movimiento, las demandas incluyeron, además, el desarrollo de la infraestructura, de materiales y la resolución de los conflictos entre maestros y el personal en general. La disidencia estudiantil, en este caso, no cuestiona de fondo las condiciones de elección de la autoridad educativa, se implica articulando sus propios intereses de participación en convocatorias para emplearse como docentes en el sistema educativo. Como expresa Aranda, “la preocupación de su futuro laboral, la responsabilidad social y las posibilidades de éxito o fracaso, están estrechamente relacionadas con sus estudios y la capacidad para resolver los problemas respectivos” (2000, p. 243). Esta es una expresión de los movimientos estudiantiles, de identidad ideológica, demandas y desempeño.

El paro estudiantil en esta unidad de la UPN es un hecho inédito. En sus más de 40 años de historia, nunca se había presentado una acción de esta índole y la marcha realizada el martes 7 de febrero de 2023 fue la más emblemática de su incipiente historia como grupo contestatario. Los estudiantes de la universidad, previamente, participaron como un grupo muy pequeño en marchas, toma de edificios, volanteo, de acciones encabezadas por el magisterio chiapaneco, al cual siempre aspiran a formar parte, pero nunca habían sido los protagonistas de este tipo de actos. Al inicio de la huelga y la toma de las instalaciones lo narra así uno de los representantes del comité central:

 

Estando en la junta inicial, estamos los dos octavo nada más: “sabes qué, ya viene nuestra participación de la USICAM” (Unidad del Sistema para la Carrera de Maestras y Maestros, instancia, entre cuyas funciones se encuentra la gestión de las convocatorias a plazas docentes en la entidad), también dijeron de la falta de becas e infraestructura, de un director y, “den sus propuestas, ¡participen!”, no que “hagamos una junta general”, “¿quieren una junta general?, ¡perfecto!”; y voy de salón en salón, pasé en todo los grupos y se da la junta… Me di cuenta de que posiblemente íbamos a paro, no iba a empezar ese mismo día, iba a empezar al día siguiente, un maestro nos dijo: “no se puede hacer a la carrera, hay que pensarlo”, pero en ese momento a una maestra le llegó el mensaje, diciendo que el Enlace ya era director, que, porque nosotros lo escogimos, y que nos tomaron una foto, que estábamos juntados ahí, que por eso estaba la reunión (…). Yo estaba en el aula magna y escuché que estaban sacando papeles y vi que unos compañeros estaban cerrando el portón y pues se da todo eso, eran como a las 9 de la mañana; ¡y esto ya fue! Como no se estaba dejando salir ni un carro, me dijeron: “¿qué hacemos?”, todos y ¡yo no sabía ni qué hacer!, así que “estemos en junta, lo platiquemos con unos compañeros”, y algunos maestros querían salir, decían que podían decir que era un secuestro, así que les dije: “déjenlos salir y se cierra el portón, pero ya no van a poder entrar”. Se da eso y ya vine con la base para empezar a organizarnos, cómo se van a cubrir guardias, en dónde se va a hacer el paro, en la escuela, afuera o adentro, esa decisión fue en la asamblea. Algunos compañeros marcaron su distancia, si acaso estuvieron una vez. Mientras, se preparó rápidamente el manifiesto de huelga. Después, salimos de la junta del aula y vinimos a la plaza todos, dije: “estamos en paro” y se hace la lectura. Lo pienso, esto es la primera vez que pasó, es algo histórico, al momento de estar leyendo, ¡ya está! y a aguantarse. (Nicolás, comunicación personal, 13 de marzo de 2023)

Un aspecto que configura la identidad e ideología de un movimiento estudiantil es la oposición a toda forma de corrupción, malos manejos o hipocresía, “desconfianza con respecto a las autoridades y cualquier forma de imposición” (Aranda, 2010, pp. 245-246). Las decisiones sobre un movimiento se forjan a partir de diversos procesos de intermediación y escenarios, en que la solidaridad emerge en procesos de micromovilización que significan su participación y acción colectiva. La asamblea se constituye en la máxima autoridad, toman las decisiones y existe un ejercicio de la vida democrática, la división de trabajo y el compromiso compartido, desarrollo del comunitarismo que da cohesión a sus miembros.

Una vez protagonistas del paro estudiantil, no hubo perspectivas de abandono o desistimiento: “yo le había dicho al grupo: ‘estar aquí es estar hasta el final’, sé que es desgastante física y emocionalmente, pero si ya iniciamos la lucha, tendremos que terminar” (Elke, comunicación personal, 9 de marzo de 2023). El curso de la huelga fue azaroso, difícil y complejo, como lo narran, por ejemplo, ante la falta de respuesta por las autoridades: “eso creó un sentimiento de frustración, ¡de molestia, de enojo, de tristeza!, esperando con la lucha una pronta solución, que nuestra solicitud pueda ser atendida, que como alumnos universitarios podamos, ¡por fin!, ¡ser escuchados!” (Saraí, comunicación personal, 13 de febrero de 2023).

Quien padece no necesariamente es escuchado o atendido, el diálogo no parece tener cabida en este soliloquio, encuentro indispensable para resolver los conflictos. No ser escuchado detona en hastío, pero también da cuenta de la verticalidad con que se enuncian hechos, se comparte información, habida cuenta de que el otro (estudiantes, docente o trabajador administrativo) debe entender y asumir sin contravenir las disposiciones emitidas. Este autoritarismo que prima en los servidores públicos, situación particular del poder social y político, denota lo que Stoppino (citado por Lhullier, 1995) denomina: “Como una relación de poder establecida e institucionalizada en la que los súbditos prestan una obediencia incondicional basada en la creencia de la legitimidad del poder ejercido” (p. 70); “el problema fundamental pasa a ser la relación de dominación basada en la creencia de que la autoridad tiene el derecho a prescribir el comportamiento de los subordinados y éstos tienen la obligación moral de obedecer” (p. 72).

Las guardias son acciones que ponen a prueba la entereza de los estudiantes, las condiciones e incertidumbre del devenir, templa los cuerpos y las voluntades: “Hemos pasado frío, hambre, nos vemos afectados en lo académico” (Ingrid, comunicación personal, 17 de febrero de 2023); “también hubo mucha convivencia, pleitos, estábamos cansados y estresados, faltó ser más solidarios entre nosotros” (Wendy, panel sobre el movimiento estudiantil, 26 de octubre de 2023);

Hacer guardias nocturnas (…), sí provoca un desgaste físico, por no dormir las horas acordes, desvelarnos (…), con el hambre, todo es cansado y no dormir, sino en un pedazo de cartón, con una sábana encima para cubrirnos del frío del sereno, ¡es complicado!, y no solo eso, sino que nos ponemos en riesgo, estamos inseguros y, a pesar de ello, ¡continuamos en la lucha!, continuamos esforzándonos como comunidad estudiantil. (Zaira, comunicación personal, 20 de febrero de 2023)

El desgaste físico para mí ha sido demasiado, desde el primer día que me quedé a dormir aquí me enfermé, al día siguiente tuve mucho dolor de cabeza, de cuerpo y un poco de fiebre; dolor de espalda por estar mucho tiempo sentada o tener que descansar en el piso. (Sury, comunicación personal, 24 de febrero de 2023)

Para uno de los líderes del movimiento, ello fue aún más demandante:

Se daban juntas, con lo del movimiento, me daban las 3, las 4 o las 7 de la noche y estaba ¡bastante cansado! (…), organizar a los compañeros a las guardias, tener que convencerlos y motivarlos, buscar quién nos podía ayudar con comida o cena en las noches. Venía en la tarde, en la noche, platicaba con ellos, por así decirlo, ¡ya vivía aquí en la escuela!, a mi cuarto solo a comer o a bañarme, a veces dormía acá. (Nicolás, comunicación personal, 16 de marzo de 2023)

Otros procesos y actividades académicas no fueron dejados de lado, así, las prácticas profesionales o el avance del trabajo de titulación se mantuvo como una de sus ocupaciones y preocupaciones, difícil de solventar ante las demandas y condiciones generadas con la realización de guardias, marchas y otras acciones del movimiento: “lo que más nos preocupa ¡es la tesis!, pero tenemos esperanza” (Elke, comunicación personal, 17 de febrero de 2023);

Estar pensando ¿qué va a pasar después con las materias?, con la tesis, porque el semestre es más cortito y con esto [el paro], aunque pareciera que tuviéramos más tiempo, pues es desgastante estar despierto toda la noche, al día siguiente tenemos que descansar para recuperar fuerzas, hacer las demás actividades como son las prácticas o el servicio (social), que de igual manera tenemos que estar cumpliendo con eso, estar avanzando, igualmente con lo de la tesis para no retrasarnos, ¡es un poquito estresante! (Sury, comunicación personal, 24 de febrero de 2023)

La casi totalidad de los estudiantes proviene de sectores socioeconómicos carentes, por lo que estudiar una licenciatura constituye quizá la única posibilidad formativa, muchos de ellos trabajan para apoyarse en sus gastos, en empleos con muy bajos salarios. Otros más proceden de comunidades cercanas a la capital y, para ello, tienen que tomar transporte público dos o tres horas antes del inicio de clases. Los gastos que ello implica son, para algunos, motivo de abandono o suspensión temporal de sus actividades. Por ello, su situación económica es un factor de suma relevancia para el mantenimiento o continuidad de sus estudios:

Y aparte del desgaste físico y emocional también el económico, al menos de mi parte cuando se me hace algo tarde llegar a la escuela [para las guardias], porque nosotros es de 10 [de la noche] a 7 [de la mañana] pues tengo que pagar taxi, por seguridad, para no caminar, pues colectivos a esa hora ya no hay. (Sury, comunicación personal, 24 de febrero de 2023)

La experiencia deja huella y registra en su historia lo que ya no son, desubjetivación- subjetivación como procesos que los acompañan en nuevas tramas de vida, del no saber o querer implicarse a saber e implicarse:

Creo que, por las cosas que he vivido, creo que he madurado bastante rápido, a veces me gusta y a veces me arrepiento que no he ido con la edad que debo tener (…). ¿Qué va a pasar cuando tenga 21, cuando tenga 22?, y yo no tengo nada, ¿qué hago?, necesito esforzarme para salir adelante. (Nicolás, comunicación personal, 7 de marzo de 2023)

El proceso de subjetivación por el que los estudiantes interiorizan sus experiencias y son capaces de comprender su mundo y mediación de la vida social y las tensiones que devienen para sí y les reconfigura como sujetos son, sin duda, fragmentos de la trama existencial por la que eventos tan significativos como su incursión en una huelga irrumpen para construirse a sí mismos.

La palabra debe de valer

El estallamiento de la huelga ocurre en un entorno de cambio en la sección VII del magisterio estatal, ampliamente referido por la lucha y resistencia a las políticas del Estado; pero también por la lucha que inician estudiantes de la Escuela Normal Rural Mactumactzá (ENRM), quienes se niegan a que 63 trabajadores sean reinstalados en dicha escuela y algunos más sean expulsados de ella. Este contexto es proclive a llevar con tiento las decisiones y respuestas de la autoridad ante las demandas compartidas por ambos grupos, que, si bien no muestran alianzas explícitas, sus luchas acontecen en un mismo momento y se entrelazan unas con otras. Un ejemplo de ello ocurrió mientras los estudiantes de la UPN se entrevistaron con autoridades del gobierno del Estado en palacio estatal y el edificio fue tomado por los estudiantes de la ENRM. En este aspecto, Gómez (2019) destaca la influencia recíproca entre represión y movilización, ámbito en que aún es importante profundizar en la investigación, pues la inacción gubernamental también tiene como lectura una “señal de debilidad en la aplicación de la ley o bien de ingobernabilidad” (Kuri, 2010, p. 326).

La primera marcha convocada por el estudiantado se realizó desde las instalaciones de la UPN, unidad 071, hasta las de la Subsecretaría de Educación Secundaria y Superior, en un recorrido de aproximadamente un kilómetro y medio. Una vez ahí, algunos de los estudiantes y docentes se dirigieron a Palacio de Gobierno, ubicado a dos kilómetros de ese espacio, donde solicitaron ser atendidos y acordar una reunión. Sin embargo, el líder del Consejo y estudiantes de la subsede Buenavista, quienes habían acudido con docentes y padres de familia, estuvieron a punto de tomar el edificio:

Los compañeros de mi Consejo se fueron a palacio [de gobierno del Estado] y yo me quedé ahí en la subsecretaría ¡y ya!, estamos a punto de ¡ya vamos a entrar!, y todos me decían ¡sí, sí! [se refiere a los alumnos, padres de familia e incluso personal de la UPN]. Me marcan [compañeros del Consejo que habían ido a palacio], “¿qué estás haciendo, no hagas así?”, ya, ya, “y ustedes, ¿qué dicen, compañeros?”, yo todavía seguía, no, dicen: “nos van a atender el día miércoles o mañana, a las 9 de la mañana, pero quieren que nos retiremos”. “Y ¿qué pasa?, ¡no nos vamos a mover!”, “¡nos pueden atender hoy!”, “no porque vamos a perder la oportunidad de la junta”.

Nos retiramos, se cancela todo y nos vamos a la escuela, muchos compañeros se enojaron: “podríamos haber hecho la presión ese día, éramos bastantes”, pero mi Consejo no quería, me decían: “oye son más mujeres, sé consciente de eso”, “pero sí, ya lo sé, compañeros, pero por eso se habló antes de qué medidas se iban a hacer”, pero nunca llegamos a nada. (Nicolás, comunicación personal, 13 de marzo de 2023)

Otra de las integrantes del comité central refiere sobre este hecho: “La primera marcha fue el momento de aprovechar nuestra fuerza, estábamos dos sedes unidas y éramos muchos y no sé si fue falta de organización o de voluntad” (Wendy, panel sobre el movimiento estudiantil, 26 de octubre de 2023).

La movilización y las acciones se supeditan a la orientación ideológica del núcleo activista y las posiciones en este movimiento. Por una parte, se privilegia la comunicación y mediación con las autoridades y, por otra, las confronta y exige acuerdos; la asunción a una u otra genera solidaridad, identidad y lazos fraternos entre los estudiantes. A partir de la movilización, fueron mucho más recurrentes las reuniones de negociación entre representantes de la Dirección de Educación Secundaria y Superior de la Secretaría de Educación y de la Subsecretaría de Gobierno, los enlaces, los estudiantes y los docentes de la UPN, así como otros representantes del Congreso del Estado de Chiapas y la Auditoría Superior del Estado de Chiapas. En algunos casos, de forma consecuente, se escuchaba a los estudiantes y docentes y se acordaban sesiones posteriores:

En las juntas del transcurso del movimiento, yo tampoco coincidía mucho con lo que me decía el subsecretario de gobierno, porque nos salían con que tendríamos una junta el miércoles, era lunes y ¡no me gustaba!, pero mi Consejo [estudiantil], bueno, ellos apoyaban la idea de, “esperemos”, yo les decía: “tenemos la fuerza, hagámoslo de una vez”, y no pues “vamos a respetar la situación de la junta [entre estudiantes, docentes y autoridades educativas o gubernamentales]”, y pues, “está bien, compañeros”, pero de ese modo no lográbamos nada. (Nicolás, comunicación personal, 13 de marzo de 2023)

En otras, había un entorno ríspido, como en una ocasión en que Nicolás solicita al subsecretario de gobernación información o en que no se realiza una reunión de acuerdo a lo convenido:

Yo le dije: “¿qué información le puedo dar a mis compañeros?”, pero él pensó que yo le estaba diciendo que, si no le daba información, íbamos a tomar otra vez las calles, algo así, “no, no —dijo—, con amenazas no, no valemos”.

Se los dije a los compañeros, en el encuentro anterior, habíamos quedado de 4 o 5 maestros y un alumno, la autoridad del subsecretario y otra, pero llegaron los enlaces, los coordinadores y maestros que no son coordinadores, dije: “¡no se vale!, ¡no es justo!, compañeros, en ese momento, hubieran mandado un mensaje y hubiéramos pedido entrar otras personas para poder apoyarles a ustedes, si no, se hubieran retirado, porque no se estaba respetando el acuerdo”, pero por la relación que tienen ellos [los maestros y otros integrantes del Consejo], no querían romper el acuerdo (…). Pensé que era lo más razonable y pues se hubieran retirado, en la parte de gobierno no querían respetar lo que se había dicho y pues ¡la palabra debe de valer! (Nicolás, comunicación personal, 13 de marzo de 2023)

Esta acción maniquea devela “las formas opresivas del ejercicio del poder político” (Lesgart, 2020, p. 350), en prácticas dilatorias o bien del empleo de acciones arbitrarias. En este proceso,

La legitimidad de la autoridad se fundamenta en la creencia de que ella tiene derecho a prescribir el comportamiento de los subordinados. Tal legitimidad se establece a partir de una competencia o aptitud especial para la autoridad o de la mediación de las instituciones sociales. (Lhullier, 1995, p. 70)

Esto ocurre porque las decisiones o acciones devenidas por quienes representan una autoridad, la verticalidad y naturalización de las relaciones de dominación mantienen una esfera de poder real o imaginario en que dichas decisiones o acciones son establecidas o aceptadas.

El día decisivo, en que fue posible establecer acuerdos que llevaron a la resolución del paro estudiantil y docente, las posiciones encontradas de los líderes del movimiento encapsularon en las decisiones tomadas. Ante la falta de diálogo o su postergación, otras medidas fueron necesarias para socavar la negativa o respuesta tangencial a las peticiones realizadas. En este proceso, la decisión tomada por el líder del Consejo estudiantil detonó o aceleró la respuesta de la autoridad a las demandas.

A las 9:15 me junté con todos y cuando estuvimos reunidos ya eran más de las 9 y media. Hablo con los compañeros: “miren, compañeros, este es el movimiento decisivo, si ahora no logramos nada, ya no vamos a hacer nada, ¡debemos ser firmes!, ¡ser conscientes!”, yo les dije: “siempre debemos pensar en lo peor, para que si pasa no lo sintamos tanto, ¿qué podía pasar?, váyanse preparando compañeros, lleven su trapito porque nos pueden aventar gas y su agua para lavarse la cara”. Nos juntamos, hablamos con los compañeros, y salen los del Consejo otra vez, dicen: “no somos muchos, mejor vamos otro día”, yo les digo: “¡no, ya estamos acá!”, yo no coincidía con ellos, creo que los compañeros de Buenavista decían: “no que sí se puede hacer algo”, “excelente, compañeros, ¡lo hagamos!”, y los del Consejo se enojaron, que porque yo tomé la decisión. En ese momento, yo les pregunté si querían ir, pues me iban a apoyar los alumnos, como a las 9:40 fue que decidí: “Miren, compañeros, nos vamos a plantar delante del palacio y vamos a tapar las dos calles, nos dividimos mitad y mitad”, y estuve en esa parte. Los muchachos estaban de acuerdo, y ahí me dio un poquito más de confianza en decirles que si no nos iban a atender no nos íbamos a mover. Los compañeros del Consejo decían: “liberemos o nos van a atender”, “¡no nos vamos a mover!, ¡vamos a seguir acá!”, “no íbamos a dejar las calles”, a los 15 minutos salen que ya nos van a atender. Ya al final, cuando logramos conseguir la junta, les dije: “nos van a atender con nuestras condiciones”. (Nicolas, comunicación personal, 13 de marzo de 2023)

En acciones de este tipo, la esfera de poder de quien forma parte de la autoridad legalmente constituida no se acepta o, al menos, se cuestiona. Estas formas posibles, para Heller (1989), dependen de ciertas circunstancias sociales y humanas, mediadas por las relaciones y decisiones que se corresponden a ciertos momentos de vida, en los que entrecruzan la propia historia y sus determinantes y las posibilidades del presente.

Sobre su participación en esta acción, medita y expresa:

¡Tomamos las calles y no podía retirarme!, ¡tenía que estar ahí! Si no se toman las calles, hubieran quedado solo los maestros y los alumnos [de la comisión]. No nos hubieran hecho caso, parados no afectamos a nadie, paramos el tráfico, ¡exagerado el tráfico!, también la parte de adentro [del palacio] que estábamos encerrados, a pesar de que está grande, no deja de ser encierro, y gracias a eso se logró todo.

Pienso que ellos [los compañeros del Consejo] piensan que se hubiera logrado algo, porque desde un principio habían hablado con el diputado y ellos decían que nos iban a atender a las 12 y media… Tal vez si nos hubieran atendido, pero luego nos hubieran dado largas, porque hubiéramos estado adentro escuchando la junta y nos hubieran dado más larga —lo piensa—, tristemente, en la actualidad, hablando no vamos a lograr nada, como yo les digo, “compañeros, hablando solo de boca, no pasa nada…”, es ¡hacer un movimiento, no solo platicarlo!, a veces con el diálogo no se logra nada. (Nicolás, comunicación personal, 13 de marzo de 2023)

En la asamblea del sábado 4 de marzo, dos días después de obtenerse el acuerdo de un director interino en que docentes, personal administrativo y estudiantes estuvieron de acuerdo, el invitado especial, un diputado local, expresó de los estudiantes:  “Me dijeron del plan de acción [les dije]; ‘pues marchen y tomen la plancha’ (…), si no se hubieran movilizado, no hubiera pasado nada. La movilización nunca va a perder vigencia cuando la autoridad sigue sorda” (Carlos, asamblea, 4 de marzo de 2023.

El recuerdo y el recuento de las acciones no hubiese sido posible sin la insubordinación de las mujeres. Una de ellas, desde la última negociación con las autoridades a partir de la toma de calles, asumió el liderazgo del comité; otra más forma parte de su organización. Una de ellas refiere sobre su experiencia: “fuimos valientes, porque muchas de aquí somos mujeres y nos daba miedo de que fuéramos violentadas, muchas se unieron a la causa y todas estuvimos ahí” (Wendy, panel sobre el movimiento estudiantil, 26 de octubre de 2023). No obstante, con cierto pesar, pero también conocedora de su recién aprendido potencial de resistencia social, comenta:

Molestó mucho las promesas que se hicieron a los que participaron en el paro, hay promesas que no se cumplieron, otras que sí; debemos tomar esto como una experiencia, que esperamos nunca vuelva a pasar, para que, si nuestros derechos son violentados, que sepamos cómo actuar de una mejor manera la próxima vez que esto pase.

Conclusiones

Los avatares de la lucha y movilización estudiantil amalgaman vivencias y escenarios donde se dirimen posicionamientos y se toman decisiones que configuran nuevas producciones de sentido, que, en el marco de las universidades y de los movimientos sociales y el ejercicio reflexivo de la experiencia, conforman subjetividades que se resisten a las imposiciones y mecanismos de poder de las instituciones y sus agentes. Pero, a la vez, sedimentan otros procesos de conciencia grupal, de solidaridad y de respeto a sus derechos.

Su presencia en el espacio público, a través de la intervención política, les implica y les compromete. En este contexto, su participación no convencional considera acciones de protesta y demanda, cuya materialidad sitia los ideales y les confronta a rutinas y acciones de marcha, la guardia y vigilancia nocturna del espacio institucional tomado, el descanso a la intemperie, en el suelo, con calor en el día y frío por las noches, de afectación a su salud por enfermedades gastrointestinales y tractorespiratorias; hasta de aquellas que violentan el orden público al tomar la universidad, las calles o bloquear el acceso al palacio de gobierno. Aunado a ello, muchos de los estudiantes no pueden olvidar los pendientes académicos de la tesis o proyecto de egreso, el asedio de la propia familia, quienes les cuestionan y, en algunos casos, poco apoyan a su participación en el movimiento, además de las precarias condiciones económicas que la mayor parte de ellos mantiene y les limitan.

La diáspora en torno a los mecanismos de presión social es parte de la experiencia de estudiantes de 2° a 8° semestres de licenciatura, algunos defienden el diálogo y comunicación como estrategia para la resolución de conflictos de esta índole. No obstante, la validez de los argumentos racionales y justificables, tal como propone Habermas (1981), poco tienen de pertinentes en las acciones en que los servidores públicos expresan unilateralmente el poder social y político. De ahí que tomar las instituciones, las calles o bloquear accesos son tácticas de fuerza que equiparan el poder, aunque el riesgo, siempre presente, es la represión por el Estado, a través de sus instituciones y agentes.

Esta experiencia tuvo como telón de fondo otros movimientos, uno de ellos mucho más radical en su expresión, el de los estudiantes de la ENRM y otro latente en la elección de la dirigencia estatal de una de las secciones del gremio de maestros, que aglutina a más de 60.000 trabajadores. Las tensiones, traslapes, negociaciones políticas y coyunturas de presión significaron para los estudiantes de la UPN y con ello a todos los trabajadores de la institución, pero también a las autoridades implicadas en las negociaciones, transitar hacia respuestas que, al menos al día de hoy, permiten el reconocimiento y respeto mutuo.

El reclamo de una universidad sin condición (Derrida, 2010), lugar de resistencia crítica —lo que se apela por su historia—, es un lugar donde las voces puedan expresarse públicamente e inaugurar experiencias de lucha y disidencia.

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Pintura 77, técnica mixta. Amílcar Evangelista

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