<

 https://dx.doi.org/10.19137/praxiseducativa-2024-280104


Licencia Creative Commons
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional

ARTÍCULOS

La elección escolar en Córdoba, Argentina. Agencia y condicionamientos en ambos extremos de la estructura social

School choice in Córdoba-Argentina. Agency and constraints at both sides of the social structure

Escolha da escola em Córdoba-Argentina. Agência e condicionamento nos dois extremos da estrutura social

Manuel Giovine

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina

manuel.giovine@unc.edu.ar

ORCID 0000-0002-9330-3136

Valentina Arce Castello

Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina

arcecastellovale@gmail.com

ORCID 0000-0002-8154-7280

Resumen: Las políticas educativas de las últimas décadas en Argentina han modificado profundamente el sistema, la población y las expectativas y demandas hacia la educación. En este marco, la elección de la escuela secundaria se presenta como un aspecto sumamente importante en los procesos de desigualdad socio-educativa. Este artículo se basa en dos proyectos de investigación con abordaje cualitativo sobre la elección de escuela y las estrategias familiares en contextos de clase baja y alta respectivamente en la Ciudad de Córdoba. Los resultados nos permiten dar por tierra algunos supuestos de la tradición académica, como por ejemplo que las familias de clase baja no eligen o que las familias de clase alta tienen todas las opciones. Identificamos que la elección es significada diferencialmente de acuerdo a la clase social y supone estrategias de sondeo, priorización y elección para acortar la distancia entre lo posible y lo deseado.

Palabras clave: elección escolar; clase alta; clase baja; desigualdad educativa; estrategias educativas

Abstract: The educational policies of the last decades in Argentina have profoundly modified the system, the population and the expectations and demands towards education. In this framework, the choice of secondary school appears as an extremely important aspect in the processes of socio-educational inequality. This article is based on two qualitative research projects on school choice and family strategies in lower and upper class contexts respectively in the city of Córdoba. The results allow us to refute some assumptions of the academic tradition, such as the assumption that lower class families do not choose or that upper class families have all the options. We identify that choice is differentially signified according to social class and involves strategies of sounding, prioritizing and choosing in order to shorten the distance between what is possible and what is desired.

Keywords: School choice; upper class; lower class; educational inequality; educational strategies

Resumo: As políticas educativas das últimas décadas na Argentina modificaram profundamente o sistema, a população e as expectativas e exigências em relação à educação. Neste contexto, a escolha da escola secundária aparece como um aspeto extremamente importante nos processos de desigualdade sócio-educacional.Este artigo baseia-se em dois projectos de investigação qualitativa sobre a escolha da escola e as estratégias familiares em contextos de classe baixa e alta, respetivamente, na cidade de Córdoba. Os resultados permitem-nos derrubar alguns pressupostos da tradição académica, como por exemplo, que as famílias de classe baixa não escolhem ou que as famílias de classe alta têm todas as opções. Identificamos que a escolha é diferentemente significada de acordo com a classe social e envolve estratégias de sondagem, priorização e escolha, a fim de encurtar a distância entre o que é possível e o que é desejado.Este artigo baseia-se em dois projectos de investigação qualitativa sobre a escolha da escola e as estratégias familiares em contextos de classe baixa e alta, respetivamente, na cidade de Córdoba.

Palavras-chave: escolha da escola; classe alta; clase baixa; desigualdade educativa; estratègias educativas

Recibido: 2023-09-11 | Revisado: 2023-11-27 | Aceptado: 2023-12- 17

Introducción

Las nuevas políticas educativas en Argentina, especialmente el plan de obligatoriedad de la secundaria en sus dos ciclos, han generado cambios significativos en las expectativas, demandas y actores involucrados (Núñez et al., 2021). Por un lado, se observa una ampliación en la matrícula en el sector estatal (Terigi, 2008) y, paralelamente, un crecimiento acelerado de la oferta privada (Narodowski y Moschetti, 2015) que promueve la metamorfosis de bien común a bien de mercado (Bravslavsky, 1985).

Este aumento masivo de la matrícula, aunque no siempre sostenido (Acosta, 2012), implica un novedoso desafío para la clase baja: elegir la escuela secundaria, cuando muchas veces son la primera generación en dicho nivel (Arce Castello, 2023). Por su parte, la clase alta implementa nuevas estrategias de elección y reacomodación para diferenciarse de otros sectores sociales (Giovine, 2021). Según algunos estudios internacionales, en este sistema de “elección libre”, la clase media es la más beneficiada al tener mayores posibilidades de movimiento y, por ende, acceso a las instituciones más cercanas a sus intereses (Ball, 2003; Hernández y Raczynski, 2015; Van Zanten, 2007).

De acuerdo con la revisión de antecedentes reconstruida, la elección escolar sobresale como uno de los principales mecanismos que motorizan al sistema educativo (Canales et al., 2016). A pesar de que este tema ha sido objeto de importantes investigaciones a nivel internacional, especialmente en Estados Unidos, Francia, Inglaterra y más recientemente Chile, en Argentina, aún existe un amplio campo por explorar.

Estos estudios ponderan los modos de elección específicos en una clase social, siendo escasos los análisis comparativos que busquen las diferencias evidentes y los puntos en común. Nos interesa, particularmente, la presencia de la “otredad” mencionada por Ruiz y Acosta (2017) respecto a los estudios internacionales comparativos. Entendemos que, en las últimas décadas, se ha producido un giro que pone en debate qué se comprende por otredad. En efecto, la comparación se ha convertido en una herramienta valiosa para comprender el contexto dentro de un mismo país y localidad, sin necesidad de recurrir a comparaciones internacionales (Mazzola y Eiros Scopp, 2019). Es interesante considerar que la distancia social es, en ocasiones, más importante que la distancia geográfica.

Nuestra tarea consiste, por lo tanto, en adentrarnos en este vacío académico, identificando los aspectos singulares y comunes en el proceso de elección en la clase alta y baja de la Ciudad de Córdoba, profundizando sobre las diversas formas de elección y sus efectos más amplios en torno a las dinámicas de segregación escolar y desigualdad social.

Observamos en ambos lados del extremo social una restricción en las opciones. Si bien resulta más acentuada en la clase baja, identificamos que las familias en este sector recurren a diversas estrategias para achicar la brecha entre sus intereses y las condiciones de su factibilidad, en oposición a la idea de “no elección” sostenida por gran parte de la literatura. En la clase alta, la composición del capital familiar, la exigencia por distinguirse de las familias de clase media y cierto cierre social también restringen considerablemente el abanico de opciones. A pesar de esta limitación, en ambos casos, encontramos un despliegue de procesos de razonamiento y priorización de criterios al momento de elegir.

Este trabajo se divide en los siguientes apartados: i) antecedentes locales e internacionales sobre la elección escolar en diferentes sectores sociales; ii) metodología respecto al enfoque cualitativo y las herramientas que tomamos de los estudios comparados y la teoría fundamentada (Glaser y Strauss, 1967); iii) resultados donde desarrollamos los criterios de elección de la escuela secundaria; y iv) reflexiones finales sobre la interrelación entre la segregación social, institucional y geográfica en las experiencias educativas.

Antecedentes

La elección de la escuela secundaria se constituye en un tema sumamente relevante en el ámbito académico, puesto que permite examinar los procesos de segregación socioeducativa (Bellei et al., 2020; Fernández Llera y Muñiz Pérez, 2012; Santos y Elacqua, 2016; Terigi y Briscioli, 2020), los márgenes y las estrategias de elección en diferentes sectores sociales (Fuentes, 2013; Kozma, 1995; Rambla y Francesc, 2003), las experiencias educativas y laborales posteriores (Hendel y Maggi, 2022; Solís et al., 2013; Santos Sharpe y Núñez, 2023) y, entre otros aspectos, las políticas estatales e institucionales que condicionan o favorecen el proceso de elección (Astin, 1993; Ferreira, 2015; Mancebón Torrubia y Pérez Ximénez de Embún, 2007).

Los estudios informan de diferentes aspectos por tener en cuenta en este proceso. Aspectos institucionales, tales como la propuesta educativa y las prácticas docentes, y aspectos sociales, como la conformación del grupo estudiantil y el entorno escolar (Orozco, 2016). También aspectos económicos y distributivos, como matrículas y subvenciones (Verger y Noschetti, 2016). Aspectos simbólicos, como el imaginario construido acerca de las posibilidades de acceder a determinada institución (Santos-Sharpe y Nuñez, 2023) y la concepción de niñez y, en consecuencia, la autonomía y participación conferidas por los progenitores en esta decisión (Gattou, 2020). En función de ello, la elección de la escuela no puede reducirse a un análisis lineal y unicausal que ignore el complejo contexto histórico, educativo, social y cultural en el que se produce.

Según la revisión de antecedentes, observamos que la clase aparece como un marcador social privilegiado. En algunos casos, con fuertes asociaciones a la raza o etnia (Beech y Princz, 2012; Hernández-Castilla, 2020; Joiko y Vazquez, 2016), mientras que el género aparece soslayado. En efecto, los estudios sociológicos muestran un amplio consenso respecto a que esta elección es una acción de clase, es decir, responde a la distribución desigual de los recursos disponibles en la trama social que la explica (Orellana et al., 2018).

Las investigaciones sobre la clase baja insisten en los escasos márgenes de maniobra con los que opera. En su estudio, Romagnoli y Barreda (2009) advierten una “mano invisible” estatal e institucional que conduce a aquellas familias con mayores adversidades a una “evitación sin posibilidades”. Se trataría de una “falsa opción” (Canevari et al., 2012) o una “decisión entre opciones” (Hendel y Maggi, 2022), ya que, más que realizar una elección activa, las familias se ven obligadas a aceptar la escuela que les fue asignada por dinámicas administrativas que las exceden (Córdoba, 2014; Flores y Carrasco, 2013). El estudio español de Rambla y Francesc (2003) concluye que en la clase baja prevalece una estrategia “reificadora”, en la que se percibe que las intenciones individuales están subordinadas a fuerzas inevitables y externas.

Las fuentes de información utilizadas para “decidir” juegan un importante papel en los estudios recabados. Una serie de investigaciones dan cuenta del papel activo de adultos en la búsqueda de información. Como documenta Córdoba (2014), en los sectores empobrecidos de Chile, las fuentes de información privilegiadas son las experiencias personales, de cercanos y las observaciones diarias de las escuelas de su comunidad. En efecto, al conocerse o consultarse escasamente las fuentes oficiales, se construyen indicadores “subjetivos” que limitan las oportunidades de elegir (Elacqua y Fábrega, 2006; Hernández y Raczynski, 2015).

Las investigaciones sobre la clase alta dan cuenta de la competencia significativa que se desarrolla en el sector privado, principalmente en la oferta académica y las instalaciones institucionales, con el fin de atraer a las familias y, así, mantener o configurar la composición de la matrícula (Bonal y Zancajo, 2020). Los diferentes estudios, en este punto, son coincidentes en que las familias de clase media y alta cuentan con mayores niveles adquisitivos, de instrucción, acceso a la información oficial y mayor nivel de reflexividad, mejorando las oportunidades para realizar una elección acorde a sus intereses, preferencias y expectativas (Bellei et al., 2020; Narodowski y Gottau, 2017; Van Zanten, 2007).

No obstante, estas familias se enfrentan a otro desafío: los rigurosos procesos de selección institucional, en los cuales pueden o no resultar triunfantes. Los antecedentes refieren que las instituciones escolares en el sector privado actúan como agentes activos, empleando diversas estrategias para atraer perfiles específicos de alumnos (Fuentes, 2013; Rambla, 2003). Se produce, así, una doble elección: la familia elige la escuela y, a su vez, la escuela selecciona a las familias (Giovine, 2021; Seoane et al., 2011).

Respecto a los criterios de elección, encontramos que la dimensión moral, social y cultural son claves. Se busca generar procesos de diferenciación al interior de la clase en términos de capital moral (Bellei et al., 2020; Fuentes, 2013). En un estudio local, se señala que la diferenciación es respecto del aumento en el acceso, en los últimos años, de la clase media al sector privado (Giovine, 2021).

Siguiendo con dichas investigaciones, esta configuración posibilita la construcción de un “nosotros” (Fuentes, 2013) y “grupos de status” homogéneos entre estudiantes (Ziegler, 2004), que se condice con la “filosofía de vida” que propone cada institución (Bellei et al., 2020). En consecuencia, se conforman comunidades cerradas en términos económicos, académicos, morales y sociales (Moya Díaz y Hernández Aracena, 2017), que contribuyen a consolidar o acceder a posiciones de poder y estructuran casi la totalidad de la vida académica y social de sus estudiantes, dejando poco margen al azar o lo imprevisible (Ziegler, 2004).

No obstante la segregación socioeconómica por sector de gestión, existen procesos de elección que van en contra de esa tendencia. Estudios informan sobre familias de sectores medios y altos que optan por escuelas de gestión estatal, debido a su tradición y prestigio social (Giovine, 2021; Narodowski y Gottau, 2017; Orozco, 2016). Mientras que algunas familias de clase baja eligen escuelas privadas con subvención debido a la promesa de un futuro mejor, aunque no siempre pueden mantener su permanencia (Arce Castello, 2023; Balarín, 2016).

La elección “no es un privilegio de clase”: es decir, en todos los sectores sociales, se despliegan estrategias familiares, aunque difieren de acuerdo a racionalidades, valores y condiciones externas. Así lo enfatiza, para la Ciudad de Buenos Aires, Gottau (2020), al analizar los procesos de elección escolar en diferentes sectores socioeconómicos.

 

Metodología

Este artículo se basa en dos proyectos de investigación llevados a cabo en el ámbito educativo, enfocados en los extremos del campo social de la ciudad de Córdoba. Desde el paradigma cualitativo (Vasilachis, 2007), ambos exploran la elección de escuela y las estrategias familiares en contextos de clase baja y alta, respectivamente. Para este trabajo, tomamos como antecedente la construcción de clases sociales que se realiza en Gutiérrez y Mansilla (2015) 1 y la clasificación de escuelas secundarias realizada por Giovine y Antolín Solache (2023) 2.

El primer trabajo de Arce Castello, tiene por objetivo analizar las trayectorias escolares secundarias en el interjuego entre desigualdades sociales y procesos de reconocimiento. El trabajo de campo se desarrolló en una escuela secundaria estatal, seleccionada a través de un muestreo cualitativo, gradual y no probabilístico (Flick, 2007). El material empírico se reconstruyó a partir de una triangulación de técnicas de indagación: observación participante, cuestionario autoaplicado, entrevistas biográficas y grupos de discusión con jóvenes y entrevistas semiestructuradas con diversos agentes educativos.

El segundo trabajo de Giovine estudia las estrategias educativas de 36 familias de clase alta en tres generaciones, buscando reconstruir sus trayectorias escolares intergeneracionales. Se basa en el espacio social de Gran Córdoba (Gutiérrez y Mansilla, 2015) para construir una muestra de familias en las dos fracciones de clase alta: profesionales con cargos de alta jerarquía en el Estado y el sector privado y propietarios de empresas con cargos jerárquicos en ellas. El material empírico se reconstruyó a partir de una triangulación de técnicas de investigación cualitativas: observación no-participante, entrevistas en profundidad a las familias y entrevistas semiestructuradas con autoridades, docentes y preceptores.

Aquí, retomamos los principios de la educación comparada como una perspectiva de estudio que nos permite identificar tendencias y procesos de divergencia y convergencia, teniendo en cuenta la complejidad del objeto (Navarrete y Rojas, 2017). Desde esta perspectiva, se comparan fenómenos educativos que se encuentran en contextos geográficos, políticos, sociales o económicos diversos a nivel regional, nacional o local (Celiz Giraldo y Duque Escobar, 2014).

En esta línea, adoptamos el enfoque multinivel de análisis propuesto por Bray y Thomas (1995, en Bray et al., 2010). Los individuos son el nivel geográfico de localización, el aspecto de la educación por analizar es la elección de la escuela secundaria y los grupos se definen en función de la pertenencia a la clase social, específicamente la clase alta y baja (Gutiérrez y Mansilla, 2015).

Para el proceso analítico, recurrimos al método de comparación constante de la teoría fundamentada, ya que posibilita generar conocimientos basados en el análisis inductivo de datos empíricos en tensión con categorías teóricas de partida (Glaser y Strauss, 1967). De acuerdo con este método, codificamos los datos de manera “abierta”, “axial” y “selectiva” al interior de cada clase social. Posteriormente, realizamos una comparación descriptiva para identificar puntos de convergencia y divergencia, que nos permitió delimitar categorías centrales que presentamos a continuación (García, 2023; Jones et al., 2004).

Resultados. La elección escolar a ambos extremos del espacio social

Antes de comenzar con esta sección, sería conveniente desterrar un mito: que las familias de clase baja no eligen la escuela a la que envían a sus hijas e hijos. La bibliografía citada ha señalado que la elección de la escuela está fatalmente condicionada o sencillamente reducida a la opción más próxima a su lugar de residencia. En nuestras investigaciones, nos hemos encontrado que no sólo las familias de sectores populares eligen y priorizan algunas escuelas sobre otras, sino que también establecen estrategias para acceder a las escuelas que ambicionan.

Un segundo mito por desterrar consiste en que las familias de clase alta tienen todas las posibilidades. Si bien es cierto que cuentan con menores restricciones económicas y culturales para acceder a las escuelas prestigiosas y ambicionadas por la mayoría de las familias de Córdoba, también es cierto que, en su constante ejercicio de distinción, las opciones son bastante acotadas 3, sobre todo en un contexto donde las instituciones de elite están en proceso de formación y consolidación.

En ambos extremos del espacio social, la educación es vista como un instrumento para mantener o mejorar la posición social. En este sentido, las familias siguen apostando por la educación como una de las estrategias principales de promoción económica y cultural. Aunque este significante de ascenso social se vincula a diferentes significados.

En adelante (Cuadro 1), consideramos un conjunto de criterios que intervienen en la elección escolar en ambos extremos del espacio social y que desarrollamos a continuación.

 

Cuadro 1

Criterios de elección escolar en clase baja y alta

Criterios

Clase baja

Clase alta

1-Origen de la información

Información que circula en la comunidad (vecinos, familiares) y sugerencias de maestras de primaria que versan sobre la calidad de la educación, la disciplina y las características del alumnado.

Información reconstruida desde páginas web oficiales, entrevistas institucionales, familiares y colegas y redes sociales; sobre propuesta educativa, experiencias previas, posición institucional a nivel político y religioso.

2-Jerarquización de las Instituciones escolares

Primero las privadas, luego las técnicas, las de centro y por último las de barrio.

Primero las bilingües e internacionales, luego las privadas subvencionadas y las preuniversitarias.

3-Localización urbana

Aspiran a escuelas céntricas o a escuelas cercanas a sus hogares.

Aspiran a escuelas cercanas a sus hogares, alejadas del centro.

4-Propuesta educativa

Se valora la orientación de la escuela (técnica) y la exigencia académica.

Se valora la excelencia académica, los valores, las nuevas pedagogías, la formación bilingüe y las experiencias internacionales.

5-Costos

Económicos y temporales. Funcionan como limitantes en el acceso y permanencia.

Económicos. Funcionan como distintivos en y entre los grupos de elite.

6-Formación en valores

La escuela aparece como un nuevo espacio de socialización donde se pondera la comunicación.

Aspecto inicialmente asociado a la religión. En algunos casos, se sostiene confesional y, en otros,, se apuesta a valores humanistas aconfesionales.

7-Instalaciones y recursos institucionales

Valoran las condiciones edilicias y los equipamientos disponibles.

Ponderan las instalaciones, el equipamiento, el edificio escolar y la pertenencia a una institución mayor.

8-Mecanismos de selección en el acceso

Selección determinada por lógicas administrativas y estatales.

Selección a través de formas de admisión, examen de ingreso o listas de espera y entrevistas.

9-Sociabilidad entre pares

Sociabilidad conflictiva. Grupos áulicos de corta duración. Hay conflictos y a veces enfrentamientos físicos con estudiantes de otros cursos. Relaciones de noviazgo dentro y fuera del curso.

Sociabilidad con violencia simbólica. Grupos cerrados y duraderos: hermandades, cofradías, amistades de por vida. Superposición escuela, club, barrio. Amplia interacción cotidiana. Endogamia.

10-Dinámicas y organización familiar

Valoran la presencia de hermanas/os, la proximidad al lugar de residencia y los horarios para compatibilizar tareas escolares, laborales y hogareñas de las figuras adultas y jóvenes.

Valoran la proximidad al lugar de residencia y la presencia de hermanas/os o familiares en la institución. Los progenitores esperan que la escuela concentre la mayor cantidad de actividades posible para dedicar mayor tiempo al trabajo/socialización.

11-Capacidades demandadas y auto- percibidas

La distancia entre las capacidades exigidas y las propias condicionan las opciones de escuelas.

Las familias y las instituciones consideran múltiples capacidades y expectativas y eligen en función de estas.

12-Deseos y expectativas de estudiantes y progenitores

Los deseos se presentan a partir del cambio de nivel y se tensionan con condicionamientos concretos.

Las expectativas se enfocan principalmente en la preparación para el mundo laboral. Se critica la escasa preparación para los estudios superiores.

Debido a la elección temprana, se concede prioridad al deseo parental. Luego, se valora especialmente la continuidad con el grupo de pares.  

Las expectativas priorizan la preparación para los estudios superiores, para puestos directivos, negocios y formación internacional.

Origen de la información

Al momento de tomar la decisión, la información obtenida en las familias de clase baja surge de las recomendaciones de personas allegadas, es decir, las redes próximas (Van Zanten, 2007), que permiten una estimación global de la escuela. Aquí, prácticamente no se presta atención a las comunicaciones oficiales, sino a las sugerencias de maestras de la primaria, vecinos y familiares sobre la calidad de la educación, la disciplina y las características del alumnado. La aproximación a los requerimientos de la escuela se construye especialmente en torno a las capacidades que aparecen en el imaginario. De este modo, se produce una autoexclusión en función de estas distancias geográficas y simbólicas, antes que se produzca una exclusión por parte del Estado o de la institución.

Las familias de clase alta, en cambio, le dan mucha importancia a la información oficial provista por las escuelas, a la que acceden mediante reuniones, páginas web, entrevistas con autoridades y comunicaciones con la administración. Observan principalmente la propuesta educativa, las experiencias previas de familiares y colegas, las redes que puedan establecer con la institución y la posición institucional a nivel político y religioso.

En este sentido, las familias eligen entre todas las opciones como si fuera un “casting”. En la situación de entrevista, son las autoridades en las escuelas quienes evalúan a las familias y el grado de desarrollo de las y los hijos, para ver si se adecúan al proyecto institucional. Por ello, las familias no se sienten excluidas a priori de las instituciones, sino más bien eligen perfiles institucionales que les convocan y luego son las mismas instituciones las que eligen a las familias. Cuando los colegios de élite están interesados en que una familia forme parte de su institución, le “venden el producto”.

La jerarquización entre instituciones escolares

Las familias de clase baja, y en particular las y los jóvenes, se posicionan como observadores críticos y construyen jerarquías entre las escuelas en función de: la calidad educativa exigencias curriculares, el alcance del título, la convivencia en las instituciones en función de la flexibilización y el cumplimiento de normas y sanciones, la localización urbana y la población estudiantil que asiste. La jerarquización separa, inicialmente, las escuelas de gestión estatal de las de gestión privada. Para las familias de ambas clases, son estas últimas las mejores conceptuadas en términos de resultados académicos.

Surgen como segunda mejor opción las escuelas técnicas públicas, dado que el título garantiza una inserción laboral rápida y el aprendizaje de ciertas capacidades u oficios que son requeridos por el mercado laboral. Estas aparecen asociadas a una mejora en la futura calificación laboral respecto de sus madres y padres. Las escuelas del centro son otra buena opción para las familias de clase baja. A estas escuelas, se les adjudica un buen clima de convivencia y una mayor exigencia académica, necesarias para enfrentar el mundo laboral o los estudios superiores. En último lugar, están las escuelas de barrio, que se asocian a instituciones con un menor nivel académico y más conflictivas en lo que respecta a la convivencia, indicándose robos, peleas, vandalismo y uso de armas blancas.

En el caso de las familias de clase alta, la crítica también está dirigida hacia las escuelas estatales (llamadas en su conjunto públicas), sólo que no distinguen entre tipos de escuelas; con excepción de los colegios preuniversitarios, que no reconocen como “públicos” o que entienden que “no son públicos del mismo modo que los otros” en tanto dependen de la prestigiada Universidad Nacional de Córdoba. La educación pública aparece asociada a un conjunto de significantes negativos (Giovine, 2022), a pesar de expresar que no tienen un contacto próximo. De este modo, adjudican las peores características de la educación pública a toda la educación de gestión estatal. Características que las familias de los sectores populares asocian sólo a algunas escuelas de barrio.

En ambos extremos del campo social, la educación de gestión estatal es estigmatizada, aunque los efectos de dicho proceso difieren. Nos referimos a que, en la clase alta, ese proceso se transforma en un ennoblecimiento de la educación recibida. Por el contrario, la clase baja avizora un futuro más desolador, dando cuenta del enorme esfuerzo que deberán comprometer para ingresar al mundo laboral o los estudios superiores. Bourdieu (1990) lo entiende como la dimensión política de la lucha simbólica por instalar una visión del mundo. Las familias de clase alta ven a las escuelas públicas como un todo homogéneo y, correlativamente, las de clase baja ven a las de gestión privada como otro todo homogéneo: garantía de un ascenso social que, en otra época, prometía la educación pública y al que no pueden alcanzar por el valor de la cuota.

Las familias de clase alta entrevistadas perciben diferencias entre sus escuelas, si bien no afirman jerarquías en un sentido explícito. Valoran especialmente a las escuelas con formación bilingüe e internacional. En la reconstrucción de las trayectorias educativas de estas familias, se puede distinguir la predominancia de un tipo de escuela en cada generación: en la generación de abuelas/os, las escuelas preuniversitarias y las nacionales (6/6); en la generación de madres/padres, las escuelas privadas confesionales subvencionadas (1/6); y, en la generación de nietas/os, las escuelas con formación bilingüe e internacional, mayormente sin subvención (2/6) 4.

Figura 1

Jerarquización de las escuelas por clase social

Jerarquización de escuelas en Clase Alta

Jerarquización de escuelas en Clase Baja

Localización urbana

La localización geográfica de la escuela es un punto central para las familias de clase baja. Las direcciones pueden ser opuestas: encontrar la escuela más próxima al hogar o, por el contrario, una escuela lejana que permita romper con las barreras simbólicas del origen barrial (di Napoli y Tapia, 2021). Sin embargo, esta segunda opción conlleva esfuerzos desmesurados, que implican largos recorridos en transporte urbano desde muy pequeños y gastos que las familias no pueden garantizar durante todo el trayecto secundario, dada la precariedad en las condiciones laborales.

En la clase alta, la ubicación en el espacio urbano es relevante porque las y los jóvenes realizan sus estudios desde muy pequeños en las mismas instituciones (2-18 años). Se priorizan las escuelas cercanas al hogar, en el marco de una creciente segregación residencial socioeconómica en el corredor noroeste y sur de la ciudad (Giovine, 2022), y se evita, en lo posible, el centro. Esto está produciendo una segregación residencial de las instituciones educativas de elite.

Propuesta educativa

En la clase baja, aparecen con fuerza las representaciones sociales sobre la propuesta educativa y las posibilidades futuras imaginadas o reales que potencia o limita. Se valora fuertemente la orientación de la escuela, la exigencia académica y su correspondencia con el marco convivencial que propone, es decir, se asocia la calidad educativa a la disciplina. El perfil de formación para el trabajo es sumamente ponderado. Es visto como la posibilidad de mejorar la calificación laboral de sus progenitores y de ingresar a empresas o fábricas. Desde la perspectiva de estas y estos jóvenes, la continuidad de los estudios superiores es escasa, pero aumenta en las escuelas del centro.

En la clase alta, se valora la excelencia académica y la disciplina, pero no son los factores más relevantes. Aparecen allí las nuevas pedagogías, dando lugar a una formación contenedora, afectiva y desafiante, que posibilite desarrollar las capacidades y potencialidades de las y los jóvenes, sin tener que pasar por el rigor que transitaron sus abuelas y abuelos. Una formación exigente y progresista, donde se combine la buena vida con el deporte y los valores religiosos, morales, humanistas, de superación personal, etc.. En este marco, la formación bilingüe y las experiencias internacionales son especialmente ponderadas.

En términos pedagógicos, la principal diferencia que encontramos en esta comparación es que una de las habilidades más valoradas por las familias de clase baja ees la exigencia académica y la disciplina, un factor común asociado a la movilidad social. En cambio, en las familias de clase alta, este es un factor más entre otros. De hecho, se asocia a la formación tradicional y a las escuelas preuniversitarias y normales de otros tiempos. La nueva oferta educativa permite mantener la posición social o mejorarla sin tener que pasar por una disciplina del cuerpo y la mente como la de generaciones previas.

Costos

En la clase baja, los costos para ingresar (matrícula) o permanecer (materiales, transporte, uniforme y cuotas mensuales) funcionan como claros límites para elegir entre las diferentes opciones institucionales. En este sentido, si bien las escuelas privadas son las mejor ponderadas en el ranking construido desde sus perspectivas, resultan inalcanzables aun cuando la subvención estatal sea total. De allí que la elección se realiza principalmente entre la oferta de gestión pública, que no exige gastos sistemáticos ni abultados. Asimismo, es importante resaltar que, a pesar de la gratuidad de la educación pública a nivel nacional, las familias y jóvenes son beneficiarias de diferentes prestaciones estatales que apuntalan y posibilitan la asistencia y regularidad estudiantil (Beca Progresar, Boleto Educativo Gratuito, Comedor, etc.).

En la clase alta, los costos asociados a la escolarización funcionan como distintivos en y entre los grupos de elite. El valor de la cuota en las escuelas privadas sin subvención puede superar un salario mínimo por hija/o. A ello, hay que agregar los costos de movilidad, indumentaria, materiales, actividades extraescolares, viajes al exterior, entre otros. Estas erogaciones, dependiendo de la fracción de clase alta que se trate, se constituirán en un instrumento de distinción. La fracción de empresarios, quienes reproducen su posición en el espacio social por medio del capital económico, prefieren cuotas elevadas. En cambio, en las familias de profesionales con cargos jerárquicos en el Estado, para quienes la exposición pública implica un “cuidado”, en tanto deben mostrar una imagen de austeridad, optan principalmente por escuelas privadas de elite subvencionadas, con independencia de su capacidad adquisitiva.

En comparación, la gratuidad en la clase baja es condición necesaria y no suficiente para el proceso de escolarización. Por el contrario, en la clase alta, la educación gratuita está asociada a “muchos problemas y pocos recursos”. El gasto en educación es visto como una necesidad.

Formación en valores

La formación en valores en la escuela es un aspecto relevante para las familias de clase alta. En la generación de las y los abuelos, se valoraba, en especial, la exigencia académica y la disciplina de una formación tradicional. La generación de los progenitores se formó principalmente en escuelas confesionales en el contexto de dictadura y de reciente escolarización secundaria femenina, y asocia esta formación a un cierto cuidado de sí y de los otros. En algunas familias, la instrucción religiosa es ponderada por su capacidad de formación humana; en otras, se va a evitar para las nuevas generaciones por experiencias previas en órdenes muy ortodoxas, buscando una nueva oferta de formación en valores humanistas no confesionales.

Las instituciones de formación confesional de elite, que formaron predominantemente a la generación de madres y padres, siguen presentes en la actualidad, pero se enfrentan a dos desafíos: uno tiene que ver con el retroceso de la religiosidad, en general, y, en particular, con la conformación de nuevos formatos familiares diferentes al de papá, mamá e hijos con todos los sacramentos del caso. El otro está relacionado con la incorporación de la internacionalización de sus currículums y las nuevas pedagogías, en tanto formación en idiomas y modalidades educativas.

Para muchas de las y los jóvenes de clase baja entrevistada, la escuela tiene por función lo que mencionan como la “formación de personas”, que condice con el discurso institucional. Manifiestan que, más allá de los saberes y conocimientos disciplinarios, la escuela, en su función subjetivante, debería posibilitar la construcción de otros modos de comunicación y vinculación cercanos al uso de la palabra como vía de encuentro, instalándose ciertas prácticas y representaciones sobre el manejo de las emociones en términos de gestión. En este sentido, aquellas y aquellos estudiantes que, al interior de la escuela, recurren a la violencia física, son menospreciados y señalados por sus pares en su falta de blanquitud (son “los negros”).

Para ambas clases, la formación en valores es un aspecto sumamente importante en la elección escolar, sin embargo, las significaciones atribuidas varían. El disciplinamiento del cuerpo y de la mente como un dispositivo moderno pierde prioridad en las nuevas generaciones de la clase alta y, por el contrario, dado que buena parte de las y los jóvenes de clase baja son primera generación, las expectativas apuntan a una educación tradicional semejante a la que recibieron esas y esos abuelos de clase alta. El ideal parecería jugarse entre el rigor de la educación y la movilidad ascendente que otrora prometió la escuela secundaria.

Instalaciones y recursos institucionales

En ambos extremos del espacio social, las instalaciones y los equipamientos, así como el mantenimiento edilicio, son criterios importantes para elegir la escuela. Sin embargo, lo que se entiende por un buen espacio para estudiar o los recursos que se requieren varían ampliamente entre una clase y la otra. Mientras que,, en el ámbito de gestión estatal, las familias y estudiantes demandan por papel higiénico en el baño o internet en las aulas, las familias de clase alta presuponen estos elementos y valoran más la arquitectura del edificio, la disponibilidad de recursos informáticos de última tecnología, los campus de deportes equipados, laboratorios, anfiteatros y salones de reuniones y eventos. De este modo, la desigualdad se hace palpable no sólo en cuanto a las condiciones materiales concretas en las que suceden las escolarizaciones, sino en las posibilidades de demandar y exigir para su mejoramiento.

Asimismo, un punto fundamental se refiere al equipo docente. Las y los jóvenes de clase baja se muestran muy críticos con sus docentes no todos, respecto al alto ausentismo y la calidad de sus enseñanzas. Más aún, algunas y algunos jóvenes manifestaron que había educadores que no querían enseñar en su escuela, vinculado con la alta rotación y pérdida de horas de clase.

En las escuelas de elite, el equipo docente es elegido con criterios sumamente selectivos. Se busca que se adecúen al proyecto institucional, las características de las familias y que tengan un buen nivel académico y formación pedagógica. Además, se les demanda un compromiso institucional que excede ampliamente las horas de clase, con múltiples reuniones, planificaciones, capacitaciones y participación en todo tipo de eventos. El estudiantado pone en tensión a las y los educadores de clase media que no logran adaptarse a sus maneras de percibirlos y valorarlos, que fluctúa entre una demanda afectiva de su posición de adultos a una exigencia en tanto son prestadores de un servicio pago.

En ambos casos, encontramos que el grupo docente es exigido en términos de saberes y de disposición afectiva. Las y los estudiantes esperan ser escuchados, contemplados, cuidados y reconocidos en tanto sujetos, más allá de su rol en el ámbito escolar. Sin embargo, mientras que, en la clase baja, el discurso es más cercano a una perspectiva de derechos, en la clase alta, la demanda se instaura en términos de servicios.

Mecanismos de selección en el acceso

Las posibilidades de acceso a la escuela secundaria están mediadas por procesos de selección que llevan a cabo las instituciones escolares o el Estado. Esos procesos son tenidos en cuenta por las familias como otro criterio al momento de elegir. Se hace necesario comprender que el ingreso a las escuelas de elite es restricto porque estas aplican instrumentos para seleccionar a las familias. Quizás las más abiertas sean las escuelas preuniversitarias, que gozan de mayor heterogeneidad social, producto de la modalidad de examen de ingreso, la gratuidad y la gradual retirada de las familias de clase alta. El examen de ingreso se presenta originalmente como un mecanismo de selección en el acceso, democratizador respecto del viejo sistema por sorteo y por herencia familiar. Sin embargo, se pervierte rápidamente con las academias que preparan a aspirantes que pueden pagarlas y, de este modo, garantizarse más probabilidades de ingresar.

Otro mecanismo de selección en el acceso es el que surge de anotarse en las listas de espera por bancos en las escuelas privadas. Es complementario con las entrevistas, donde se evalúa el perfil de la familia, del estudiante y se coteja con el proyecto institucional. El mecanismo, como aparece en las narraciones, puede ser complejo y opaco porque el manejo de las plazas no las realiza el Estado, sino cada institución, pudiendo, en caso de conflicto, reclamar ante la justicia.

Así como en la gestión privada existen mecanismos institucionales de selección, en la gestión estatal, encontramos mecanismos burocráticos y administrativos específicos. En la provincia de Córdoba, desde hace unos años, la inscripción para el primer año de la secundaria se produce de la siguiente manera: i) las familias, a través del Ciudadano Digital (página web oficial del gobierno), se preinscriben, completando un formulario, donde eligen cuatro escuelas en orden decreciente de interés; ii) el Ministerio de Educación, una vez cerrado dicho periodo, realiza un proceso de designación teniendo en cuenta los siguientes criterios: primero, a quienes tienen hermanas/os en la escuela, segundo, para quienes provengan de instituciones educativas asociadas o que pertenezcan a la misma unidad académica y, tercero, para quienes tengan domicilio en el mismo barrio. Si sobran vacantes, se produce un sorteo entre las y los interesados que no cumplan con los requisitos previos.

En suma, encontramos que, en ambos extremos, las elecciones familiares se ven condicionadas por procesos de selección que despliegan las instituciones y el Estado. Frente a ello, las familias pueden interponer estrategias para sortear o revertir dichos condicionamientos. En ambos casos, la presencia de un/a hermano en la institución da mayores posibilidades de acceso. Es por ello que los mayores dilemas, desafíos y el diseño de estrategias se hace principalmente para los primogénitos o cuando se producen discontinuidades o rupturas dentro de la trayectoria educativa familiar.

Sociabilidad entre pares

De acuerdo con las narraciones juveniles, en la clase baja, la sociabilidad resulta conflictiva. Por un lado, los grupos áulicos enfrentan serias dificultades para consolidarse por la alta rotación (repitencia, abandono y cambios de escuela). Por otro lado, las relaciones juveniles resultan hostiles y amenazantes, siendo los enfrentamientos físicos inminentes, particularmente con estudiantes de otras divisiones o turnos.

No obstante, se logran establecer relaciones íntimas y de confianza en grupos reducidos que funcionan como soporte subjetivo, educativo y, en ciertas ocasiones, extraescolar (salidas nocturnas, deportes, etc.). En otros casos, se establece una clara diferenciación entre el compañerismo y la amistad. Las y los amigos son quienes están en el barrio y se comparte la vida. En cuanto a los vínculos amorosos, los límites son más difusos, suceden tanto dentro como fuera del aula y de la escuela y, a veces, son causantes de la violencia física mencionada.

En las familias de clase alta, la socialización entre pares es fundamental para comprender los mecanismos de selección en el acceso y durante el cursado. A lo largo del proceso de escolarización, se configuran grupos cerrados, reducidos y duraderos (en ocasiones, desde los dos años): hermandades, cofradías, amistades de por vida. A partir de la creciente cantidad de actividades extracurriculares que se realizan en la misma institución, se promueve una sociabilidad cada vez más centrada en las y los compañeros de la escuela, lo que algunas/os estudiantes perciben como estar en “un termo”. Esto también incide en las amistades y las relaciones de pareja fuera de la escuela, dado que los espacios de sociabilidad, como clubes, boliches y campos de deportes, se frecuentan entre estudiantes de instituciones de elite afines. De este modo, se genera una endogamia y una clausura social. Si bien se observa una fuerte cohesión entre estudiantes, también se generan grupos por mayor afinidad de gustos y capitales (económico, cultural, étnico, religioso y erótico), ejerciéndose la violencia simbólica como mecanismo de identificación y diferenciación.

Dinámicas y organización familiar

La participación juvenil en la elección de la escuela secundaria en la clase baja es mayor que en la alta. En la clase baja, es una decisión que suele efectuarse en los últimos meses de la primaria y, en algunos casos, semanas o meses luego de iniciado el ciclo escolar. Al existir mayor movilidad institucional entre la primaria y la secundaria y, por ende, estar en otra posición etaria, las y los estudiantes tienen un mayor protagonismo al momento de decidir. De este modo, fantasean y especulan con asistir a instituciones prestigiosas céntricas, técnicas, aunque muchas veces prima la organización y dinámica familiar como criterio en la elección. Es decir, en ocasiones, jóvenes y familias coinciden respecto a la valoración de determinada institución escolar (por su calidad académica, por la preparación de oficio, etc.), sin embargo, los progenitores deciden de acuerdo con las posibilidades concretas de traslado, de costos, etc., quedando soslayados los anhelos juveniles. Las familias valoran fuertemente la herencia del banco, la proximidad al lugar de residencia, el turno de cursado disponible y los horarios para compatibilizar tareas escolares, laborales y hogareñas (tareas de cuidado, limpieza o actividades laborales retribuidas económicamente).

En esto, se diferencian de las familias de clase alta, donde la elección de la escuela suele realizarse con muchísima antelación, con el objeto de reservar los lugares disponibles (existen instituciones que ofrecen trayectos desde el nivel inicial al secundario) o debido a la preparación para los exámenes de ingreso. La participación de jóvenes es un punto delicado para comparar porque, si bien es cierto que participan, la familia condiciona fuertemente por dos razones: hacen todos sus trayectos escolares obligatorios en la misma institución y sus progenitores la eligen desde su corta edad.

En la clase alta, también se valoran la proximidad al lugar de residencia y la presencia de hermanas/os o familiares en la institución. Los progenitores esperan que la escuela concentre la mayor cantidad de actividades posible para dedicar mayor tiempo al trabajo y la socialización. De este modo, buscan disminuir el tiempo implicado en los traslados de una institución a otra (por ejemplo, escuela-inglés-club) y garantizar una socialización intensa y ampliada entre pares.

Capacidades demandadas y autopercibidas

En la clase baja, las familias también evalúan las afinidades, capacidades y deseos de los niños y las niñas hacia determinada orientación o especialidad, más ligados a la proyección de carrera u oficio en la que se quiere continuar. Las expectativas acerca de las capacidades que se requieren para ingresar y permanecer en un determinado espacio educativo juegan un papel central en la elección, en función de las valoraciones que se hacen de las demandas académicas sobre tiempos y ritmos de estudio. En algunos casos, la distancia (autopercibida) entre las capacidades exigidas y las propias condicionan las opciones de escuelas. La dimensión simbólica sobre las posibilidades futuras es asumida, muchas veces, en primera persona, desentendiendo la implicancia de la escuela primaria en la formación a nivel académico y, particularmente, en la potenciación de la autoestima del yo.

La elección de la escuela, en la clase alta, se realiza a temprana edad en función de los condicionamientos y las experiencias previas de los progenitores y sus expectativas para la educación y la vida de sus hijas/os. Allí, intervienen las proyecciones, la especulación sobre el devenir social y una observación atenta de las capacidades e intereses del infante. En ocasiones, se elige la misma institución para hijas e hijos y, en otros casos, la elección está condicionada por el género, teniendo más peso las madres en la elección de la escuela para sus hijas y viceversa, respetando la capacidad de anticipación de los requerimientos futuros de cada género. Las escuelas privadas también realizan evaluaciones de las familias y de las capacidades e intereses de las y los estudiantes para ver si se adecúan a su proyecto institucional.

En ambos casos, se observa una matriz adultocéntrica en la elección, donde se le da prioridad al deseo parental respecto de las expectativas para sus hijas/os (clase alta) o a los condicionamientos materiales y simbólicos que, desde la perspectiva adulta, parecerían distanciarse del deseo utópico de las y los jóvenes (clase baja).

Reelegir la escuela

La elección se da también durante el mismo trayecto secundario, producto de los cambios de institución educativa, por diferentes razones. En la clase alta, los deseos y las capacidades juveniles pueden ocasionar cambios de institución. En ocasiones, se decide pasar a una escuela preuniversitaria o una escuela técnica de elite. En estos casos, se evalúa, con apoyo profesional, la capacidad de la niña o el niño y la voluntad de separarse de sus compañeros, priorizando la continuidad del grupo. También están los casos que, por cuestiones de conducta o rendimiento académico, quieren o deben cambiar a otra institución. Allí, es común comenzar con apoyo profesional en términos psicopedagógicos y escolares y, luego, tomar la decisión del cambio, recurriendo a escuelas refugio (con mayor contención pedagógica y psicológica).

En la clase baja, los cambios de institución son frecuentes y responden a mudanzas, situaciones conflictivas con compañeras/os y a la baja calidad educativa percibida. Las y los entrevistados manifestaron que, en su entorno familiar cercano hermanas, primos, también se dio la experiencia del cambio hacia una institución de mejor nivel académico, que implicó nuevas dificultades y retrocesos.

Deseos y expectativas juveniles

Otro de los puntos de mayor diferenciación entre los estudiantes de clase alta y baja es la percepción acerca de la escuela a la que asisten. Las y los estudiantes de clase alta, en general, sienten un fuerte orgullo por la institución de elite a la que pertenecen. Con sus compañeras/os, se establecen lazos duraderos de camaradería, que suelen decantar en las hermandades una vez egresadas/os. Con la institución escolar, mantendrán un vínculo estrecho y un compromiso de larga duración. Si bien es cierto que algunas/os expresan malestar respecto de ciertas prácticas institucionales, no es lo más frecuente.

En cambio, en el caso de las y los estudiantes de clase baja entrevistados, la pertenencia a la escuela en cuestión se vive con un gran rechazo. Como menciona un estudiante: “si fuera por mi estaría en otra escuela”. Es una escuela que muchos no eligieron como primera opción y que, una vez en ella, se realizan fuertes cuestionamientos a la oferta académica y las modalidades vinculares que propicia.

Es interesante, aquí, considerar que, incluso al fantasear sobre las escuelas, estudiantes y familias de clase baja no encuentran, dentro del horizonte de posibles, las escuelas de elite. Algo similar y opuesto sucede en las familias de clase alta, que no encuentran, salvo en fantasías de desclasamiento, dentro de sus posibles, los colegios a los que asiste o aspira la clase baja. Quizás este fenómeno, en términos simbólicos, esté dando cuenta de una cierta fragmentación, que sólo puede ser comprendida en el marco de una segmentación y segregación que eliminan del universo de posibles las escuelas al otro extremo del espacio social.

En ambos casos, se puede apreciar que entienden perfectamente la segmentación que se produce en la oferta en términos de calidad de la enseñanza y del prestigio de las instituciones, aunque lo hagan en dominios diferentes del campo de las escuelas. Advierten que el título secundario no vale lo mismo, aunque acredite el mismo nivel, dado que no es independiente de las redes sociales, el capital simbólico de las instituciones, las capacidades desarrolladas, las herramientas y los saberes que se adquieren durante su trayecto escolar.

Conclusiones

El objetivo de esta investigación consistió en comparar la elección escolar en ambos extremos del espacio social. En la elección escolar, operan, simultáneamente, procesos de selección que realizan diversos agentes sobre las familias: en el caso de la clase baja, el Estado; y, en el caso de la clase alta, las escuelas.

Estos procesos de selección remiten a mecanismos de poder específicos para cada clase. El Estado, por medio de un poder del tipo racional-legal y burocrático, como el que propone Weber (2002), y, las escuelas de elite, a través del capital cultural como el examen de ingreso y el capital económico, social y simbólico de origen familiar. En este segundo caso, el poder opera de un modo menos visible, pero donde las reglas ocultas son igual de importantes.

En ambas clases sociales, se construye una jerarquización entre instituciones educativas, que puede ser entendida como segmentación (Braslavsky, 1985). Asimismo, al interior de cada segmento, observan fragmentos independientes entre sí que producen experiencias educativas diametralmente diferentes (Tiramonti, 2004). Por un lado, en la clase alta, esta fragmentación simbólica conlleva una distancia radical con el sector estatal (a excepción de las preuniversitarias) y, en la clase baja, con el sector privado. La otredad se construye, entonces, con estudiantes y familias que asisten a escuelas similares y cuyas experiencias de vida son también semejantes. El otro radical en términos escolares se configura en torno al opuesto del campo social. En la clase alta, aparece como lo “abyecto”, degradado e infame (Butler, 2010), y, en la clase baja, como lo apreciado y valorado en términos de mecanismo de movilidad social ascendente.

En ambos extremos, el gasto en educación es visto como una necesidad para mantener o mejorar la posición en el espacio social. En la clase baja, la educación estatal (gratuita) de calidad ya significa gastos en términos de traslados y tiempo y la privada es vista, en muchos casos, como inalcanzable. En la clase alta, la educación privada es considerada como una necesidad. En todo caso, la distinción será el costo político que tiene enviar a sus hijas e hijos a una escuela totalmente privada y la distinción que significa su onerosa cuota mensual.

En términos de valores, se observa una suerte de traslación. En la clase baja, se valora la disciplina y la exigencia académica como mecanismos de ascenso social. Valores que se encuentran en la generación de las/os abuelos de clase alta, como garantes de dicho proceso, y que parecerían ser los conocidos por las familias de clase baja. Sin embargo, en la actualidad, en las familias de clase alta, se busca una formación más flexible, humanista, en algunos casos vinculada con las nuevas pedagogías, que logren potenciar las capacidades y habilidades de cada niña/o.

Una distinción significativa que identificamos tiene que ver con la relación con sus docentes. En ambos extremos, el equipo docente es demandado por sus estudiantes, pero, mientras en la clase baja son exigidos en términos de derechos (la/el docente como garante del derecho a la educación de calidad), en la clase alta, lo son en términos de servicio (la/el docente como empleado proveedor del servicio educativo).

En ambas clases, existe una adecuación entre los ritmos institucionales y las dinámicas familiares. En la clase alta, las y los estudiantes concentran la mayor parte de sus actividades en la escuela (académicas, deportivas y culturales), esto garantiza una socialización cerrada y beneficia a las familias en términos de traslados. En la clase baja, el tiempo de permanencia en la institución se reduce drásticamente (excepto las especialidades técnicas). Ello permite que algunas/os de estos jóvenes puedan congeniar con sus otras actividades, relacionadas al mundo laboral o las tareas de cuidado en sus hogares.

Del trabajo de campo, hemos podido observar que la sociabilidad escolar es interrumpida, esporádica, frágil y está marcada por la amenaza de la violencia física. No obstante, en algunos casos, se construyen lazos de amistad que son significativos para su tránsito escolar. En la clase alta, la sociabilidad es cerrada, continua, duradera y está fuertemente condicionada por un nosotros que da lugar, principalmente, al ejercicio de violencia simbólica. En este marco, las amistades son de por vida y vinculan familias.

Por último, la experiencia escolar es sumamente desigual en ambos extremos del espacio social. No solo por las condiciones materiales descritas, sino también en términos simbólicos. Por un lado, asistir a una escuela deseada y reconocida redunda en un sentimiento de orgullo y pertenencia. Por el otro, el recorrido por una institución que, desde su perspectiva, no es prestigiosa ni anhelada genera sentimientos de menosprecio social. De allí que se genere la percepción de que los títulos y los recorridos no valen lo mismo, dando lugar a deseos y expectativas juveniles diferenciales.


https://lh7-us.googleusercontent.com/CRTyMk3m288pb6WI7jehDmfnTA35MLMglDj7HiNN9sYnJpRdX_Mod_2iAWS6DCGuBBzNHquK7yO-j-GHVpk-iVhWON0370R249F3zm6kiZ-T8atOMG7_3SceIkJ3bY0rp0LxWLZzIzsY

Paisaje subterráneo, óleo. Marta Vichy de Leal 

Referencias Bibliográficas

Acosta, F. (2012). La escuela secundaria argentina en perspectiva histórica y comparada: modelos institucionales y desgranamiento durante el siglo XX. Cadernos de História da Educação, 11(1), 131-144.

Arce Castello, V. (2023). Elegir la escuela secundaria: Estrategias familiares y juveniles en sectores marginados de la Ciudad de Córdoba. Última Década, 31(61), 110–146. https://doi.org/10.5354/0718-2236.2023.72903

Astin, A. W. (1993). La “libre elección” de la escuela: ¿un atractivo ilusorio? En Notas para el Debate 9. Grupo de Análisis para el Desarrollo, GRADE.

Balarín, M. (2016). La privatización por defecto y el surgimiento de las escuelas privadas de bajo costo en el Perú. ¿Cuáles son sus consecuencias? Revista de la Asociación de Sociología de la Educación, 9(2), 181-196.

Ball, S. (2003). Class strategies and the education market. Routledge.

Beech, J. y Princz, P. (2012). Migraciones y educación en la Ciudad de Buenos Aires: tensiones políticas, pedagógicas y étnicas. Revista latinoamericana de educación inclusiva, 6(1), 53-71.

Bellei, C., Orellana, V. y Canales Cerón, M. (2020). Elección de Escuela en la Clase Alta Chilena. Comunidad, Identidad y Cierre Social. Archivos Analíticos de Políticas Educativas, 28(5), 1-18.

Bonal, X. y Zancajo, A. (2020). Elección de Escuela, Movilidad y Segregación Escolar del Alumnado Vulnerable en Barcelona. REICE. Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación, 18(4), 197-218. https://doi.org/10.15366/reice2020.18.4.008

Bourdieu, P. (1990). Espacio social y génesis de las clases. Sociología y cultura, 281-309.

Braslasvsky, C. (1985). La discriminación educativa. FLACSO.

Bray, M., Adamson, B. y Mason, M. (2010). Educación Comparada. Enfoques y Métodos. Granica.

Butler, J. (2010). Marcos de Guerra. Las vidas lloradas. Paidós.

Canales, M., Bellei, C. y Orellana, V. (2016). ¿Por qué elegir una escuela privada subvencionada? Sectores medios emergentes y elección de escuela en un sistema de mercado. Estudios pedagógicos (Valdivia), 42(3), 89-109. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-07052016000400005

Canevari, J., Catalá, S., Coler, M., Coler, M., Lacal, D., Lara, L., Montes, N. y Susini, S. (2012). Dinámica de la matrícula de educación secundaria en la Ciudad de Buenos Aires entre los años 1998 y 2010. Población de Buenos Aires, 9(16), 7-26.

Celis-Giraldo, J. E. y Duque-Escobar, M. (2014). Estudio comparado sobre preferencias profesionales de doctorados en ingeniería: Colombia-Estados Unidos. Educación y Educadores, 17(2), 306-320. https://doi.org/10.5294/edu.2014.17.2.6

Córdoba, C. (2014). La elección de escuela en sectores pobres: Resultados de un estudio cualitativo. Psicoperspectivas, 13(1), 56-67. https://dx.doi.org/10.5027/psicoperspectivas-Vol13-Issue1-fulltext-310

Di Napoli, P. y Tapia, A. (2021). Llegar, convivir y egresar en una escuela secundaria de la zona sur de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En P. Di Leo, A. J. Arias y H. L. Paulin (Dirs.), Singularidades en Común. Juventudes, Instituciones y Derechos (pp. 151-196). Editorial Teseo.

Elacqua, G. y Fábrega, R. (2006). El consumidor de la educación: El actor olvidado de la libre elección de escuelas en Chile. En Educación y brechas de equidad en América Latina (pp. 353-398). PREAL.

Fernández Llera, R. y Muñiz Pérez, M. (2012). Colegios concertados y selección de escuela en España: un círculo vicioso. Revista Presupuesto y Gasto Público, 67, 97-118.

Ferreyra, H. (Dir.). (2015). El acceso y la finalización de la educación secundaria en la población joven: logros, desafíos y disparidades. Un diagnóstico estadístico de la provincia de Córdoba. Editorial de la Universidad Católica de Córdoba-Unicef.

Flick, U. (2007). Introducción a la Investigación cualitativa. Morata.

Flores, C. y Carrasco, A. (2013). (Des)igualdad de oportunidades para elegir escuela: Preferencias, libertad de elección y segregación escolar. Espacio Público.

Fuentes, S. (2013). Elecciones escolares: moral y distinción en la relación familia-escuela. Cadernos de Pesquisa, 43(149), 682-703.

García, P. D. (2023). Los aportes de la teoría fundamentada y del método comparativo constante al estudio de las políticas educativas en perspectiva comparada. Revista Latinoamericana de Políticas y Administración de la Educación, 18, 24-36.

Giovine, M. (2021). Elección y selección: Estrategias educativas de familias de clase alta en Córdoba-Argentina. Foro de educación, 19(1), 181-198.

Giovine, M. (2022). Discursos y saberes dominantes. Cómo se educan los que mandan. Universdiad Provincial de Córdoba.

Giovine, M. A., & Antolín Solache, A. (2023). El espacio de las escuelas secundarias de Córdoba capital, 2017: Una caracterización multidimensional. Revista Espacios en Blanco, 1(33), 133-146.

Glaser, B. y Strauss, A. (1967). The discovery of the grounded theory. Strategies of qualitative research. Aldine.

Gottau, V. (2020). Sapos de otro pozo. Cultura postmaterialista y elección de escuela secundaria en la ciudad de Buenos Aires [Tesis de doctorado]. Universidad de San Andrés, Buenos Aires, Argentina.

Gutiérrez, A. B. y Mansilla, H. (2015). Clases y reproducción social: El espacio social cordobés en la primera década del siglo XXI. Política y Sociedad, 52(2), 409-442.

Hendel, V. y Maggi, M. F. (2022). Mucho más que una elección: Apropiaciones de escuelas secundarias en jóvenes de familias migrantes bolivianas en Argentina. Runa, 43(1), 95-112. https://dx.doi.org/10.34096/runa.v43i1.10056

Hernández-Castilla, R. (2020). “Ébola” ¿Segregación y/o racismo? La elección de centro educativo por las familias. Profesorado. Revista de Currículum y Formación de Profesorado, 24(3), 199-223.

Hernández, M. y Raczynski, D. (2015). Elección de escuela en Chile: De las dinámicas de distinción y exclusión a la segregación socioeconómica del sistema escolar. Estudios pedagógicos (Valdivia), 41(2), 127-141. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-07052015000200008

Joiko, S. y Vásquez, A. (2016). Acceso y elección escolar de familias migrantes en Chile: No tuve problemas porque la escuela es abierta, porque acepta muchas nacionalidades. Calidad en la educación, (45), 132-173. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-45652016000200005

Jones, C. D., Manzelli, H. y Pecheny, M. (2004). La teoría fundamentada: su aplicación en una investigación sobre vida cotidiana con VIH/sida y con hepatitis. En A. Kornblit (Comp.), Metodologías Cualitativas: Modelos y procedimientos de Análisis (pp. 47-75). Biblos.

Kozma, T. (1995). La escuela única: su extensión y dificultades en Hungría. Revista Española De Educación Comparada, (1), 109-128.

Mancebón Torrubia, M. J. y Pérez Ximénez de Embún, D. (2007). Conciertos educativos y selección académica y social del alumnado. Review of Public Economics, 180, 77-106.

Mazzola, F. y Eiros Scopp, A. (2019). Los Núcleos de Aprendizajes Prioritarios tensiones y dilemas en los Diseños Curriculares en Formación Ética y Ciudadana de Provincia de Buenos Aires y Ciudad Autónoma de Buenos Aires. RELAPAE, (10), 68-81.

Moya-Díaz, E. y Hernández-Aracena, J. (2017). El Rol de los Colegios de Elite en la Reproducción intergeneracional de la Elite Chilena. Revista Austral De Ciencias Sociales, (26), 59-82. https://doi.org/10.4206/rev.austral.cienc.soc.2014.n26-04

Narodowski, M. y Gottau, V. (2017). Clases medias y escuela pública. La elección escolar como resistencia. Perfiles educativos, XXXIX(157), 34-51. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación.

Narodowski, M. y Moschetti, M. (2015). The Growth of Private Education in Argentina. Evidence and explanations. Compare: A Journal of Comparative and International Education, 45(1), 47-69.

Navarrete, Z. y Rojas, L. (2017). Formación y práctica docente apoyada en TIC en la Universidad Nacional Autónoma de México. Notas comparativas. En M. A. Navarro y Z.

Navarreta (Coords.), Innovación en educación: gestión, currículo y tecnologías (pp. 213-224). Plaza y Valdés Editores; Sociedad Mexicana de Educación Comparada.

Núñez, P.; Seca, V. y Arce Castello, V. (2021). Diversificación de la estructura de la escuela secundaria y segmentación educativa en América Latina. La experiencia de adolescentes y jóvenes en la Argentina. CEPAL.

Orellana, V., Caviedes, S., Bellei, C. y Contreras, M. (2018). La elección de escuela como fenómeno sociológico. Una revisión de literatura. Revista Brasileira de Educação, 23, 1-19.

Orozco, I. de la. (2016). Elegir un bachillerato: el prestigio como factor determinante para los alumnos y sus familias. Innovación educativa (México, DF), 16(70), 111-130.

Rambla, M. y Francesc, X. (2003). Las desigualdades de clase en la elección de escuela. Revista de educación, 330, 83-98.

Romagnoli, Ma. C. y Barreda, A. (2009). Desigualdades sociales y educativas en las “elecciones” y los recorridos escolares. Informe Final. Universidad Nacional de Cuyo.

Ruiz, G. y Acosta, F. (2017). La educación comparada en América Latina: tradiciones históricas, circulación de temas, perspectivas y usos contemporáneos la comparación en los estudios pedagógicos. Revista Educação, Sociedade e Culturas, 51, 57-75.

Santos, H. y Elacqua, G. (2016). Segregación socioeconómica escolar en Chile: elección de la escuela por los padres y un análisis contrafactual teórico. Revista CEPAL, (119).

Santos-Sharpe, A. y Núñez, P. (2022). Desigualdades en la escuela secundaria argentina: recorridos escolares y proyecciones educativas. Íconos. Revista de Ciencias Sociales, (74), 15-32. https://doi.org/10.17141/iconos.74.2022.5286

Seoane, V., Rapoport, A. y Pereyra León, M. (2011). Censo nacional de último año de educación técnico profesional 2009: elección de estudios y expectativas juveniles. Ministerio de Educación de la Nación.

Solís, P., Rodríguez Rocha, E. y Brunet, N. (2013). Orígenes sociales, instituciones, y decisiones educativas en la transición a la educación media superior: el caso del Distrito Federal. Revista mexicana de investigación educativa, 18(59), 1103-1136.

Terigi, F. (2008). Los cambios en el formato de la escuela secundaria argentina: Por qué son necesarios, por qué son tan difíciles. Propuesta educativa, 17(29), 63-66.

Terigi, F. y Brisicioli, B. (2020). Investigaciones producidas sobre “trayectorias escolares” en educación secundaria (Argentina, 2003-2016). En D. Pinkasz y N. Montes (Coords.), Estados del arte sobre educación secundaria: la producción académica de los últimos 15 años en torno a tópicos relevantes (pp. 119-172). Ediciones UNGS.

Tiramonti, G. (2004). La fragmentación educativa y los cambios en los factores de estratificación. En La trama de la desigualdad educativa. Mutaciones recientes en la escuela media (pp. 15-45). Manantial.

Van Zanten, A. (2007). Reflexividad y elección de la escuela por los padres de la clase media en Francia. Revista de Antropología Social, 16, 245-277.

Vasilachis, I. (Coord.). (2007). Estrategias de investigación cualitativa. Gedisa.

Verger, A. y Moschetti, M. (2016). Las alianzas público-privadas como enfoque para las políticas educativas: múltiples significados, riesgos y problemas. Investigación y Prospectiva en Educación, (19). UNESCO.

Weber, M (2002) Economía y sociedad. FCE

Ziegler, S. (2004). La escolarización de las élites: un acercamiento a la socialización de los jóvenes de sectores favorecidos en la Argentina actual. Revista La trama de la desigualdad educativa. Mutaciones recientes en la escuela media, 73-99

Notas 

[1] Considerando el espacio social, se puede caracterizar a las familias de clase alta como significativamente asociadas a los mejores ingresos del espacio social, a los niveles más altos del sistema educativo y cuyos referentes de hogar son principalmente varones. Cuentan con los mayores ingresos en todas sus variables, relacionados con cargos y jerarquías de dirección en el Estado o patrones y propietarios de pequeñas, medianas y grandes empresas (Autor, 2021). Las familias de clase baja, se caracterizan por su bajo volumen de recursos, bajos ingresos, ocupaciones de baja calificación, asociadas al servicio doméstico y a la construcción, mayormente por cuenta propia. Perciben subsidios y prestaciones estatales, muchos de ellos relacionados a la educación. Cuentan con un bajo capital escolar de los referentes de hogar y una jefatura predominantemente femenina (Gutiérrez y Mansilla, 2015)

[2] Una clasificación de las escuelas secundarias de Córdoba realizada por Autor y Antolín Solache  (2023) permite diferenciar las escuelas a las que asisten las familias de clase alta en Córdoba: las estatales tradicionales (grupo 6/6 en su clasificación), privadas consolidadas (2/6) y, más recientemente, privadas pequeñas sin subvención (1/6). Por otra parte, están las escuelas a las que asisten las familias de sectores populares: escuelas estatales recientes pequeñas (3/6), con mayor movilidad docente y con indicadores de mayor vulnerabilidad, las escuelas estatales recientes de tamaño mediano (4/6) y las escuelas estatales medianas a grandes que se ubican en el centro y ofrecen formación técnica (5/6).

[3] Las escuelas públicas, con excepción de las preuniversitarias, son descartadas rápidamente por las familias de clase alta. También excluyen a las escuelas que forman mayormente a familias de clase media, como las estatales tradicionales (5/6) y las privadas que reciben una subvención estatal total (1/6). El abanico de opciones se reduce así rápidamente, más aún teniendo en cuenta los procesos de selección que las instituciones llevan a cabo.

[4] Si bien estas divisiones tienen límites difusos, se observa la predominancia de un tipo de escuela que tiende a disminuir con el paso de una generación a otra, dando lugar a una “movilidad escolar intergeneracional”. Esta movilidad está vinculada con el proceso de masificación de la educación pública, que ha tenido por resultado que las escuelas preuniversitarias y las escuelas nacionales incorporen un mayor volumen de familias de clase media, quitando exclusividad a las familias de clase alta (Giovine, 2022).