https://dx.doi.org/10.19137/praxiseducativa-2023-270202

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ARTÍCULOS

“La Escuela se quita el velo”: Primer Mundial en Medio Oriente y lecturas pedagógicas en la diversidad

“School Unveiling”: The First World Cup in Middle East and Pedagogical Readings from diversity

“A Escola se desvela”: Primeira Copa do Mundo no Oriente Médio e Leituras Pedagógicas na Diversidade

José Tranier

Universidad Nacional de Rosario, Argentina  

jtranier@gmail.com

ORCID 0000-003-2880-8768

Resumen: A fin de la década del 50, Frantz Fanon interroga acerca de la relación vinculante dada entre determinados fenómenos de poder, identidad, género y resistencia, y sus formas o ejercicios de simplificación/manipulación para la transmisión de la colonialidad. Tomando como préstamo el accionar de “quitarse el velo” como categoría fundamentalmente política, el presente escrito intentará desarrollar ciertas lecturas en torno a las maneras de abordar y articular lo diverso desde la institución escolar. Y esto último lo haremos poniendo como excusa y eje, para la discusión histórica, al Primer Mundial de la Copa de Fútbol acontecida en Medio Oriente como escenificación. Es desde este horizonte, como representación, el cual nos permitirá indagar sobre las aún existentes relaciones de desigualdad que siguen operando entre occidente y oriente, y que la Escuela, de manera urgente, podría colaborar a contrarrestar.

Palabras claves: Escuelas; Prejuicios y diversidad; Mundial en Medio Orient; Lecturas pedagógicas; Oriente/Occidente.

Abstract: At the end of the 50s, Franz Fanon asks about the binding relationship between certain phenomena of power, identity, gender and resistance, and their forms of simplification/manipulation for the transmission of coloniality. Taking his “Unveiling” political category as a theoretical loan, this paper will try to offer some readings regarding Schools, and the ways they operate, understand and manage diverse and diversity as well. And in order to do so, we will place the First World Soccer Cup that took it place in the Middle East recently, as excuse or a starting point for this historical discussion. It is from this special horizon understood it as part of a political representation, that let us overhaul some frequently relations of inequality that still continues to operate “unseen” between West and East; and that, for us, Schools can urgently attend to help and contribute to counteract them.

Keywords: Schools; Prejudices and Diversity; World soccer cup in Middle East; Pedagogical readings; East and West.

Resumo: Ao final da década de 50 (1950), Franz Fanon questiona sobre a relação vinculante oferecida entre determinados fenômenos de Poder: identidade, gênero, resistência e suas formas ou exercícios de simplificação/manipulação para a transmissão da Colonialidade. Emprestando o discurso de “tirar o véu” o “desvela” como uma categoria fundamentalmente política, o presente trabalho tentará desenvolver determinadas leituras ao redor das formas de abordar e articular a diversidade desde a instituição escolar. Para tanto, neste último o faremos, utilizando-se como pretexto e eixo para uma discussão histórica da primeira Copa FIFA de Futebol realizada no Oriente Médio. É dessa perspectiva a representação, no qual será permitido indagar sobre as ainda existentes relações de desigualdade que seguem operando entre o Ocidente e Oriente, e que a Escola, urgentemente, poderia contribuir para colaborar e contrabalançar.

Palavras-chaves: Escolas; Prejuizos e diversidade; Mundial no Oriente Médio; Leituras Pedagógicas; Oriente/Occidente.  

Recibido: 2023-02-15 | Revisado: 2023-04-07 | Aceptado: 2023-04-17

Introducción (entrada en calor)

Son instancias de semifinal para la Copa Mundial del Fútbol en Qatar 2022 y, a través de imágenes en directo desde un canal deportivo (en esta parte del mundo), se puede observar a una entrevistadora preguntando a otro colega periodista cómo es la experiencia de habitar y (con) vivir todos esos días “allá en Medio Oriente”. La respuesta precipitada en el rostro del entrevistado, entonces, no se hace esperar: con el mayor de los desganos posibles, cuan niño decepcionado por no haber asistido su “superhéroe” favorito a su cumpleaños, retorciendo la mirada y girando sus hombros para arriba con un extraño gesto de resignación desplegado sobre la totalidad de su cuerpo, finalmente, declara y sentencia: “aburrida”.

La relación de tensiones y conflictividades (expresadas en un crisol de rupturas y de diversidades culturales, religiosas, étnicas, lingüísticas, económicas, pedagógicas y, fundamentalmente, disputas territoriales), acumuladas como desentendimientos dados entre Occidente y Oriente, no representan nada nuevo. Por el contrario, llevan miles de años de historias acumuladas, negadas, expropiadas, encubiertas o belicosamente atormentadas. De allí que, si uno quisiera desarticular dicha afirmación previa, nos conduciría a una genealogía de una diversidad silenciada, la cual muchas veces, también, nosotrxs mismxs, hemos sido bien enseñados/es/as (y entrenados/es/as) para aprender a desestimar[1]. Las discursividades y prácticas educativas, por ende, para nosotros, no fueron ajenas a estos procesos de ocultación ni de silenciamiento tampoco.

Por el contrario, y como parte de una lógica diseñada para la adquisición y redistribución de lentes especialmente dotadas de un tipo particular de bifocalidad, aprendemos a valorar (y amplificar) qué hay de lo identitario ajeno incorporado como propio, al mismo tiempo que rechazamos y disminuimos también todo aquello genuinamente propio que no coincida ni fuera capaz de ingresar (para nosotros) en el esquema eurocentrado de esa totalidad. Por eso, en la respuesta de aquel periodista, no debiera leerse ni hallarse tampoco una posición “personal”, sino, fundamentalmente, una posición política, pedagógica e institucional, perfectamente acorde a la imposición de una mirada cognitivamente dominante del mundo. Es decir, bien aprendida e internalizada como mecanismo político, y que es la que nos interesa aquí señalar para compartir y deconstruir. Dado que es inherente o tiene consonancia, a su vez, con una única manera de estructurar y naturalizar ciertos valores hegemónicos, como motor de búsqueda y ratificación para los modos (también únicos) de reproducción válidos, bajo los cuales un determinado sistema-mundo no solo acumula poderes, sino que, a fines de poder lograrlo, lo hará silenciando (y muchas veces aplastando) aquellos otros saberes disidentes con respecto a él.

En este sentido, podríamos decir, entonces, que dicha respuesta, para aquel esquema de expropiación/representación, obtuvo la calificación de “Muy bien, te felicito”.  Puesto que tales mecanismos de interiorización, a diferencia de otros siglos y periodizaciones, ya no necesitarían, para ser inscriptos, de huestes vestidas de gala para algún cóctel de consulado de algún Imperio usurpador de una geografía desplazada, al igual que de uniformes militares tampoco. Sino que, muchas veces, basta sencillamente con asumir, naturalizar y reproducir el discurso del Amo y devenirlo en cotidianeidad para garantizar dicha efectividad. En este contexto, esto puede tener lugar cuando Occidente alude a Oriente como “exótico”; o, en el caso antes mencionado, como “aburrido”; a la vez que “misterioso” y “lujurioso”; sugiriendo ciertos imaginarios articulados a una fantasía de la sexualidad occidental desplegada, rendida de rodillas o fascinada ante lo que comprenderían (erróneamente) como una suerte de exceso permitido. El cual suele estar relocalizado y reproyectado identitariamente en un dispositivo de doble efecto y apropiación del “Harén”: entendido tanto como aquello que muy profunda e interiormente se desea a la vez que se margina y reprime, o que debe ser digno de combatir y ser castigado.

Es decir, en donde aquello que culturalmente se hace, es rechazar directamente el principio bárbaro de supuesta “legalidad” que sostiene ese sistema, y alejarse/alejarnos con esa misma maniobra de una realidad propiamente oculta que remite, efectiva ―ilegal e históricamente―, a una vocación imperial/colonial de la Historia de Occidente. Registrada como impulso histórico de una voluntad para habilitar lo irrefrenable y provocar un deseo irrenunciable de adquirir, gozar y gobernar: no solo las tierras expropiadas y conquistadas, sino, en ese desigual contexto, a la totalidad del cuerpo de las mujeres incluidas como botín. Llevando meramente, entonces, a amplificar y ocultar, en ese raid geopolítico, esa propia intencionalidad o prejuicio propio bifronte con dos caras de representación. Una, la que rechaza aquel marco de legalidad y se indigna ante la situación oprimida de la condición de la mujer Oriental tanto “pasada” como principalmente “actual”, (mayormente esencializada). La otra, la que no solo “despierta” fantasías, sino que la reconecta con un pasado histórico de apropiación y negación de la condición de toda mujer étnica y políticamente colonial; tanto en América Latina, Asia y África, al igual que en cualquier lugar en donde estos procesos a partir del siglo XV comenzaron con la modernidad; y que son los necesarios de aprender y enseñar a justificar, pero también a negar y “olvidar”.  De esta manera, por una “puerta del harén”, ingresan los más oscuros deseos de identificación y expropiación y, por su salida, una conducta moralmente intachable de Occidente que es necesaria preservar y, por ende, entonces, desvincularla a la posible idea de que “ya se pasó o estuvo, históricamente, antes, por allí”. Extender estos principios como conocimiento y verdad occidentales inquebrantables constituyen aquel falso principio de totalidad cognitiva, ética, política e histórica que, como una suerte de ideal, se desea transmitir.

Si tratáramos brevemente de continuar con esta historia guionada de “desencantos”, podríamos hacer alusión también: desde manuales escolares y su representación de Oriente como ficción, pasando por esa misma antes mencionada vulgarización del “harén” hecha “leyenda”. Hasta las complicidades sustentadas por las industrias cinematográficas, en donde, entre alfombras mágicas, cuevas de tesoros ocultos y momias del inframundo, cada tanto, regresan a esta parte Occidental de la tierra no solo para recordar/activar el imperativo de acumulación/desenterramiento de un capital inmovilizado, oneroso e inútilmente depositado en “falsas” cosmovisiones y cosmologías diferentes que Occidente debe aleccionar y redimir para volver a reencauzar, sino conformar también parte de una política internacional intervenida social y culturalmente en esos territorios.

En este contexto, el verdadero “inframundo” no estaría alojado en la momia como tal, sino en lo que esta podría llegar a representar como potencialmente peligroso para la reconstrucción de un nuevo repertorio político, jurídico, cultural y epistemológico desvinculado y emancipado del reconocimiento de Occidente. De allí, producidas entonces las condiciones para ridiculizar, a la vez que para convencer de que la conquista y destrucción de ciertos imperios disidentes (donde hayan tenido estos lugares en Asia, África o en nuestra Mesoamérica Andina) no solo no fue “arbitraria”, sino que fue “justa y necesaria” para la conquista de la evolución (y supuesta condición) de racionalidad occidental planetaria.

En el abanico de estas representaciones, las tensiones teóricas y políticas que pueden desplegarse (marcando diferencias) entre aquello que abarca y que se comprende como registro de lo “poscolonial” y lo propiamente “decolonial”. Estas resuelven sus diferencias de origen (territoriales o geopolíticas), localizadas y redistribuidas en los diversos mapas del Sur Global, a partir de ese preciso momento en donde nuestra propia espacialidad ha sido indefectiblemente negada.

En este sentido, cuando no sea la momia la que infrinja el miedo a poder “perderlo todo”, podría llegar a serlo un mapuche reclamando la devolución de la fertilidad de sus ancestrales tierras en el sur de Argentina, o, a su vez, proveniente de una comunidad zapatista desde la profundidad de la Selva de Chiapas, quienes podrán ocupar el inminente rol expiatorio necesario para justificar la activación de protocolos de actuación/exclusión, tanto de las matrices económicas de poder como de la “indignación” política de la Liberalidad Republicana.

De allí que la afirmación de los sentidos (común) esté emparentada con un mecanismo de ficción, el cual nunca remitiría entonces al orden de lo “natural” ni serían a su vez tan comunes como tal. Puesto que deben ser, continua e incansablemente, internalizados y articulados a través de un andamiaje de diversos y complejos dispositivos: geográficos, cognitivos, históricos, políticos, culturales, económicos, jurídicos, estéticos, pedagógicos, tecnológicos, curriculares, científicos e institucionales. ¿Suena (y resuena), entonces, al lector/a de la misma manera aquel “Medio Oriente” como “aburrido”?

La eficacia de lo ideológico, en este y quizás otros casos similares en donde las estrategias de la colonialidad del poder emergen como encubiertas, da cuenta de aquel registro de lo simbólicamente naturalizado, tal como aquí hemos intentado introducir estas tensiones, representadas o extraídas, a partir de ciertos acontecimientos disruptivos originados a partir de este último mundial.

Primer tiempo: sobre raza, “superioridad” futbolística y diversidad de población

Hasta aquí, en términos muy generales, solo hemos planteado ciertos mecanismos de señalamiento, producción, rechazo y reproducción vulgar interiorizados como defensa. Los cuales, ya sea inconsciente o conscientemente, pueden hablarnos de una voluntad de afiliación funcionales a una posición (o direccionamiento, en palabras de Gramsci) intelectual y moralmente articulada al dominio del poder. Dejando afuera, a su vez, ciertas situaciones inexcusables de vulneración o vulnerabilidad humanas que, en la actualidad, pueden vivenciarse bajo diversos órdenes fundamentalistas que ameritan, desde ya, nuestro profundo rechazo, sin importar de qué religiosidad fundamentalizada de origen estas provengan.

Sin embargo, tomando como objeto vinculado a nuestro trabajo el caso de la responsabilización única y absoluta por parte de Occidente de “arrojar la culpa” de estos conflictos exclusivamente a la mala comprensión y manipulación política del “Islam”, dichos actos de fundamentalismos (aunque injustificables), no pueden ser disociados de la función ocupacional que Occidente ha venido llevando a cabo como política internacional ininterrumpida de desestabilización.

Fundamentalmente en relación con aquellas culturas y pueblos árabes en donde más esfuerzo venían haciendo en los últimos años de la Historia Reciente por tratar de lograr una sociedad más secularizada, igualitaria, más justa; con mayores índices y extensión de redes de Educación Pública y amplificación de derechos y tradiciones relativas al género[2].

Sin embargo, este desconocimiento o formas de encubrimiento y silenciamiento del registro histórico de lo “Otro” no debería parecernos extraño, puesto que, como bien expresa Dussel en su libro (2007):

El primer límite que es preciso superar en las filosofías políticas en boga es el helenocentrismo, el olvido de que las palabras fundamentales de la política griega tienen un origen no griego. En segundo lugar, el occidentalismo, que no advierte la importancia del mundo bizantino para los inicios de la Modernidad política. El tercer límite es el eurocentrismo de las filosofías políticas, que obvian por desprecio o ignorancia todo lo alcanzado práctica o políticamente por otras culturas. A estos límites se añaden otros: la periodificación de la historia según los criterios europeos, el secularismo tradicional de las filosofías políticas, el colonialismo teórico de éstas en los países periféricos, y finalmente, límite no menor, la exclusión de América Latina cuando se indagan los orígenes de la Modernidad. (p. 11)

Podríamos agregar, como parte de una lectura crítica transversal a estos nuevos posicionamientos planteados por el autor, que el conjunto de todas estas complejas y sistemáticas operaciones para lograr la exoneración de dichos registros por fuera de la “sala de espera” de la Historia se fueron consolidando y constituyendo a partir del Patriarcado Capitalista, como “jefe”, “CEO” y garante metafórico para la construcción de estas transformaciones. Pero, no obstante, aquello, bien sabemos que no todo esto ha sido de esta manera ni siempre así tampoco. Pensemos, por ejemplo, en el rol de la mujer en Europa bajo las “órdenes” de aquello que Silvia Federici (2004) ha denominado como las transformaciones del Patriarcado del Salario. En ese contexto, la autora refrenda que, debido a una nueva organización del trabajo, en el siglo XVI:

Todas las mujeres (excepto las que habían sido privatizadas por los hombres burgueses) se convirtieron en bien común, pues una vez que las actividades de las mujeres fueron definidas como no-trabajo, el trabajo femenino se convirtió en un recurso natural, disponible para todos, no menos que el aire que respiramos o el agua que bebemos. (Federici, 2004, p. 148)

De esta manera, continúa profundizando este análisis observando ―y aseverando― que:

Esta fue una derrota histórica para las mujeres. Con su expulsión del artesanado y la devaluación del trabajo reproductivo la pobreza fue feminizada. Para hacer cumplir la “apropiación primitiva” masculina del trabajo femenino, se construyó así un nuevo orden patriarcal, reduciendo a las mujeres a una doble dependencia: de sus empleadores y de los hombres. El hecho de que las relaciones de poder desiguales entre mujeres y hombres existieran antes del advenimiento del capitalismo, como ocurría también con una división sexual del trabajo discriminatoria, no le resta incidencia a esta apreciación. Pues en la Europa pre-capitalista la subordinación de las mujeres a los hombres había estado atenuada por el hecho de que tenían acceso a las tierras comunes y otros bienes comunales, mientras que en el nuevo régimen capitalista las mujeres mismas se convirtieron en bienes comunes, ya que su trabajo fue definido como un recurso natural, que quedaba fuera de la esfera de las relaciones de mercado. (Federici, 2004, p. 148)

Si la mujer blanca y europea es condenada, reducida, y asesinada en su “propia” hoguera, ¿qué podría esperarse del hombre/mujer negro/a, marrón “salvaje” no europeo? Si pocas voces se levantaron en contra de la mujer blanca antaño; al día de hoy, según Césaire (1950), el castigo de Europa reside en haber arrastrado esas lógicas que continuaron estando vivas (“vomitando” a Hitler) durante el siglo XX, entre Holocaustos y recolonizaciones. Dussel hará nuevamente su manifestación ético-política e histórica, desde la propia herida colonial continental, latinoamericana, a partir de la necesidad de implementar una nueva Historia Mundial: “desde abajo”. Y rechazando ―y demostrando― que Europa es parte de una invención ideológica, la cual, por diversos factores geopolíticos “recientes” (esto es, donde no siempre, históricamente se constituyó aquel continente de aquella manera), hubo diversos hechos determinantes que posibilitaron “raptar” a la cultura griega, representándola como totalidad europea y occidental y centro de la Historia.

Si intentáramos articular brevemente estas cuestiones aparentemente “desconectadas” entre sí o representadas como anacrónicas tanto en el tiempo como en sus problemáticas, quizás podamos comprender por qué (tomando nuevamente el Mundial en Oriente), como excusa y provocación para un hablar político e institucional, el jugador de la selección francesa Mbappé (más allá de los límites lógicos impuestos por su juventud al igual que la presión del repreguntar sobre múltiples tópicos que muchas veces ejercen de manera insistente en el periodismo) haya aludido, a pesar de ser hijo de un inmigrante camerunés, a que el “fútbol europeo es superior al sudamericano”.

Algo interesante de señalar es que, contrariamente a esto último sucedido, en el mundial previo en donde Francia se había consagrado campeón del mundo (Copa Mundial Rusia 2018), las noticias que recorrieron los principales portales informativos de la escena internacional subrayaban que, en realidad, los ganadores de ese campeonato habían sido, en verdad, la “selección africana”. En esta argumentación aquí planteada, el significante “selección” puede ocupar las veces de otro lugar metafórico (y real) de connotación. Los apellidos y procedencias de dieciséis de veintitrés jugadores que representaban la totalidad del equipo “Galo” remitían a cameruneses, argelinos; Guinea; Mali, Mauritania; marroquíes; Angola; Togo; Congo; Senegal; Guadalupe y Martinica (caribe “francés”). Toda una espacialidad atrapada en los confines geopolíticos y marcas de historias de una expropiación.

Lo anterior mantuvo un interesante debate internacional con rispideces institucionales y diplomáticas formales también incluidas. En este sentido, el embajador de Francia en EE. UU. en aquel momento, Gerard Araud, elevó una carta a una cadena de televisión formalizando una queja debido a que el presentador sudafricano (Trevor Noah), conductor de “The Daily Show”, también aseverara, bajo ese medio, que la copa había sido ganada por África. En ese contexto, el Embajador señaló que, antes que “todo”, el equipo era francés, exponiendo una particular defensa del nacionalismo/colonialismo encubierto. En esa fuente periodística (la cual reproduce el instrumento y el testimonio jurídico formal), se puede leer: “Al llamarlo un equipo africano, parece que estás negando su origen francés. Esto, incluso en broma, legitima la ideología que afirma que la piel blanca es la única definición de ser francés” (Araud en Reuters, 2018). A lo que, entonces, el presentador de origen sudafricano arremetió[3]:

Lo entiendo, tienen que decir que es el equipo francés. Pero, miren a esos chicos. Mis amigos, realmente, no obtienen ese bronceado en el sur de Francia... Del equipo de 23 hombres, 15 tienen familia con orígenes en África, desde Camerún, Congo y Mali, aunque sólo dos nacieron en África y se mudaron a Francia cuando aún eran pequeños. Cuando digo “africanos”, no lo estoy diciendo para excluirlos de su origen francés, estoy diciéndolo para incluir su origen africano. (Noah, en Reuters, 2018)

Las tensiones y disputas continuaron hasta que el presentador en cuestión volvió a ratificar su propio posicionamiento, aludiendo a que Francia, para reconocerlos como legítimos franceses, primero, les exigía a cambio antes borrar su africanidad. Pensamos interesante poder articular y reunir estos elementos heterogéneos, representantes de dos momentos distintos de la historia reciente, tomando como escenario la actuación de un equipo o selección con tradición imperial. Puesto que la constitución tácita de colonialidad también está implícita o incluye necesariamente como condición política, a la amplificación étnica que ese equipo ilustra como metáfora histórica de anexamientos territoriales para su conformidad[4]. De igual manera, a través de la visibilidad del ejercicio político de esta representación: el juego por la “Copa Mundial” vincula o trae nuevamente a escena el deseo de conquista de un patrón histórico de configuración mundial de poder.  

De allí que creamos que las diversas reacciones provenientes del orden de lo subalterno suscitadas al interior de este “juego” pudieron desplegar y expresarse a través de distintas maneras como manifestaciones públicas, gracias a un inédito Mundial en Medio Oriente como espacio político negado de representación. Esto es, como entretelón y tramas inconscientes entrelazadas, vinculadas a una historia del sometimiento y de la colonialidad. Capaces de desplegar, así, tanto en aquella agónica final como así también entre otros enfrentamientos propios del juego, “algo más” entonces que meros simples pases de fútbol entre distintos países. Pueden ser comprendidas, abordadas y desmanteladas, posiblemente, también como rivalidades políticas interconectadas como una suerte de puente, vinculando un pasado (no tan lejano) con un actual presente de transdiscursividades históricas, con efectos de sufrimiento y de vulnerabilidad aún perdurables como núcleos de consternaciones vigentes a lo largo de pueblos y tiempos originados por aquella condición antes mencionada de colonialidad.

Quizás esto permita contribuir a comprender las causas acerca de por qué aquello que sucede al interior del campo de juego excede muchas veces al propio “partido”, en situación de “seleccionado”. Son “jugadas” que vinculan y se reconectan, a partir del filtro de la intertextualidad e interseccionalidad teórico/política, como puntos de fuga de la normatividad limitadas a las propias lógicas y con las reglas del juego; dando paso, así, a formas de tramitación simbólicas y de reordenamientos políticos que involucran identidades desheredadas con los procesos históricos y sus usos de memorias ancladas y desancladas en el túnel del tiempo. Siendo capaces, entonces, como expresamos, de volver a activar mecanismos de silenciamientos históricos supuestamente creídos como “ya superados”. De esta forma, el campo de juego, imaginariamente, vuelve a reeditar condiciones imaginarias de una revancha metafórica, como campo de lucha, entre los diversos seleccionados del tablero de juego, entre los Estados-Nación, y en la arena política, como posibilidad de reparación, en honor a todos sus muertos[5].

En este sentido, nuestra selección (de la República Argentina), “acompañada” de la expresión de apoyo de distintos pueblos subalternos al compás político de estas victorias celebradas alrededor del mundo, festeja transversal ―y espacialmente― la posibilidad de vivenciar una propia solidaridad y revancha, también en sus territorios sometidos y castigados. Dejando de lado (en “off side”), así, los comentarios del actual jugador francés Mbappé, que no solamente encubrirían la herida colonial, sino donde la expone con mucho mayor dolor y fuerza. Precisamente, por ser funcional a las estructuras de poder, que busca limitarla, exclusivamente, en el “nombre del juego”, pero negando, tácitamente, su origen y procedencia. Muy posiblemente, debido a su temprana o corta edad, quizás no participó del debate antes mencionado del cual también fue protagonista en la Copa del Mundo 2018. Podría ser esto o, directamente, por diferentes causas que estamos impedidos de establecer y, mucho menos, de juzgar, que no haya sido interpelado; ni tampoco considerarlo válido, legítimo y, por ende, simplemente ignorado o desvinculándolo de cualquier posibilidad de conexión con la política: en todo caso, esa supuesta “superioridad” solo se la excusará o se la querrá establecer o limitar asociada exclusivamente a una forma de juego.  

No pudiendo ver, en oposición a eso, que aquellas materialidades que intenta aludir no son condiciones biológicas ni mucho menos ontológicas. Es decir, dadas “a priori”. Ni tampoco “acumuladas” libremente a lo largo de la Historia. Sino, en donde se convierten, a partir de esos gestos y con esta negación, en un mismo acto performativo funcional a la invisibilidad política e histórica de la colonialidad. Haciéndola pasar, entonces, de manera desapercibida bajo el aparente manto de que, en todo caso, se trataría solamente de un (pre)dominio “deportivo”.

Se estaría desconociendo que, en esa ligación de un continente con una raza (europea), se halla implícitamente inscripto el axioma de declaración de un valor oculto soberano y superior. Para encubrir, desentenderse o justificar, con aquella pretendida causa de superioridad, la razón de que, a partir del preciso momento que eso se anuncia, deja de ser meramente un acto deportivo y pasa a conformar parte de una razón política, epistémica, cognitiva y cultural de la totalidad. De allí, la importancia, para nosotros, de poder desmarcarla, diferenciarla y desnaturalizar.

Consideramos que esta tarea, por ende, es también parte de una labor pedagógica. Y por eso buscamos aludir, con ello, a la “Escuela se quita el velo”. Jugando de nuevo con la metáfora y la posibilidad de articular diferentes discursividades y locus radicales de enunciación que se opusieron firmemente, a lo largo de la Historia, a asumir pasivamente las prácticas de dominación destinadas a esencializar sus identidades, conocimientos, etnias y pueblos. Fue precisamente Fanon (1959) quien, a través de su texto (“Argelia se quita el velo”) ―texto incluido en Sociología de la Revolución―, critica la pretendida función de superioridad de la cultura ocupante, la cual traza penalizaciones y legisla cancelando ―y resolviendo― (nuevas) heteronormatividades.

Y esto producido o que se suscita, a la vez, está vinculado a un (contra) efecto de ansias de interiorización de la “epidermización” de la inferioridad, en donde: “el colonizado es un perseguido que sueña permanentemente convertirse en perseguidor”[6] (Fanon, 2017, p. 141). A partir de la potencia de un velo que se corre y descorre como posibilidad dinámica de ampliación para una lectura y análisis que habilita la crítica, renace aquella forma de revinculación pedagógica en perspectiva de/y pos/colonial para el título del presente trabajo. Lo anterior, para analizar la relación y desplazamientos con el uso y desuso del velo (por el autor analizado), como posibilidad de (re) conquista ―y salvación por parte de Occidente― de la mujer argelina, sometida a la barbarie árabe y en nombre de su desopresión. Para, de este modo, en este caso puntual que nos ocupa, visibilizar los despojos o enquistes de la colonialidad suscitados por la condición de “orientalismo” que permite vislumbrar, cultural y pedagógicamente, también este Mundial.

En ese contexto, el velo (tanto el de “Argelia” como el de “la Escuela”) adquiere el carácter de un botín de lucha y conquista desatada por el monopolio de la visibilidad plena, rechazando el límite que el mismo velo impone. Esto es, en el primer caso, como afronta (imperial) para un control ―y deseo― soberano de gobernar la totalidad de las regulaciones, a las cuales aspira acceder por completo la ocupación de occidente. En este complejo marco, esta conquista, para el autor de Martinica, no solo es relativa a las territorialidades, sino a las ansias de dominación del propio cuerpo castigado ―y castigable― de la mujer a quien, supuestamente, se desea liberar. Y, para tal fin, impugnar y rechazar aquel límite impuesto por la cultura local como diferencial cultural, para la visibilidad y el ejercicio del poder occidental, consistió en la labor y estandarte de esa lucha ocupacional e imperial. Por eso, en velo, para Fanon (1959), oficia de un dispositivo dinámico resignificado de lucha por parte de las mujeres, a la vez que interpela ofuscadamente obturando.

Desde el lugar de este escrito, para el segundo caso, la articulación de aquello que primeramente podría pasar como algo inconexo o, quizás, demasiado alejado del objeto de análisis con el cual partimos, reducimos el potencial político e histórico de aquel marco, retrasladando a la Escuela la posibilidad de “quitarse el velo”, como dinamismo y metáfora de visibilidad, inclusión curricular, histórica y cultural de las diversidades en relación a su propia historia de ocultación/representación única y hegemónica dada por la periodización dominante de la colonialidad.

Aquello que quizás tengan en común el velo de Argelia y el velo de las Escuelas puede ser hallado en la propia historia de subordinación que Occidente trató de arrebatar, tanto a las mujeres como a las negaciones de las pluralidades, diversidades y simultaneidades epistémicas; junto a la opresión y condiciones de género[7]. Buscar romper o resquebrajar esas formas de silenciamiento y rapto (Dussel, 2007) ha constituido uno de los principales propósitos que, facilitados por el primer Mundial en Oriente, quisimos vislumbrar para nuestra reflexión y trabajo.

Segundo tiempo: el desierto de los otros

Recordamos que el presente escrito ha intentado ofrecer un breve panorama histórico recorriendo, en este itinerario, un camino muchas veces invisible, otras tantas silenciado, pero siempre necesariamente urgente e incompleto. Tomando como punto de partida aquello no siempre explicitado del todo en la formación pedagógica, y articulado con lo acontecido internacionalmente en el mundo del deporte durante el mes de noviembre/diciembre, durante el primer Mundial de Fútbol con sede también por vez primera, relocalizada geopolíticamente, en Medio Oriente. Lo anterior significó, como vimos, la puerta de entrada para la reactivación, en muchos casos, de distintos prejuicios, fantasías, limitaciones, afirmación o ratificación de vulgaridades; o curiosidades ligadas al peligro inminente del extranjero sometido a la rigurosidad jurídica. Con los fantasmas de sus fundamentalismos de Oriente, atados a lo excéntrico, al gobierno del oro cotidiano como forma de opulencia o la ostentación del Harén como misterio de la sexualidad en el mundo árabe, sus formas de convivencia, coexistencias históricas, su relación con los saberes y los modos de negación de sus (re)conocimientos.

Lo anterior incluye al desierto como categoría o nuevamente como parte de Oriente, comprendido como un sujeto histórico “aburrido”, “sin nada para ofrecer”, y, entonces, “bien digno” de derribar, tal como habíamos comenzado nuestra presentación en este artículo. Si gracias a los aportes inconmensurables de aquel monumental trabajo historiográfico presentado por Braudel (1953/2016), El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, ya el autor pudo demostrar y desarrollar en aquel entonces toda una nueva lógica para la investigación y paradigmas de innovación históricas relativos a las formas de diferenciación en la duración de los tiempos (situando no solo al mediterráneo, sino también a su propio entorno, “su mundo”) como parte del complejo entramado de relaciones mediadas por el medio ambiente, aquí ―aunque en una versión vernácula, menos rigurosa y no tan academizada―, aparece nuevamente el “desierto”, como eje y articulador de la indiferencia no solo cultural: sino también política, epistémica y social[8].

En este contexto, aquello que se valora de Qatar es “cuánto puede apreciarse”, entonces, en relación con nuestros propios sentidos modernos adquiridos de “ciudad”; y rechazar o desestimar todo aquello que no ingresara en aquel margen de inteligibilidad. Pablo Jaruf (2021), en un detallado análisis sobre Ciudades y urbanismo en el mundo antiguo, sostiene que, antes de los aportes de la década del 1950 (fundamentalmente con Gordon Childe a la cabeza y sus modelos de análisis de la Revolución Urbana), los debates en torno a los modos de situar en el mundo académico el origen y la configuración de las ciudades tenían que ver con:

Aquellas que se ubicaban cerca o a orillas del Mediterráneo durante la época clásica, como por ejemplo Atenas o Roma, eran consideradas como las ciudades por antonomasia, ocupando entonces un lugar central en dichas indagaciones. Es lógico que esto fuera así pues la propia palabra procede del latín civitas, lo cual implicaba sobre todo una serie de instituciones basadas en la ciudadanía. Dicho rasgo, asociado al tipo de estructura política, ha dado lugar a estudios célebres, como el de Fustel de Coulanges (2009 [1866]), de mediados del siglo XIX, cuyo análisis combinaba la tradición filológica con los aportes de la, por entonces, naciente disciplina sociológica. (Jaruf, 2021, p. 7)

Para continuar concluyendo que (antes de Childe): “Aquellos pocos que entonces se animaban a incluir ciudades de otras latitudes lo hacían para destacar la libertad política europea, como la famosa comparación entre la ciudad occidental y la oriental realizada a comienzos del siglo XX por Max Weber” (Jaruf, 2021, p. 7).

Como aquí observamos, más allá de la especificidad propia del objeto de estudio del investigador mencionado, la historia de la desestimación oriental es algo que lleva, como dijimos, cientos (y hasta miles) de años. Por eso, en el rechazo a sus formas de vida, a sus paisajes, a sus ciudades, costumbres o desiertos, subyace, para nosotros, una indiferencia que anida prejuicios también naturalizados históricamente. Y lo anterior acontece, o es válido, tanto para aquella parte del mundo como en la propia América Profunda de la cual Kush (2007) tanto también enseñaba a valorar.

Retomando entonces estos esfuerzos ejercidos por ciertos filósofos/as y académicos/s provenientes del campo disidente de la canonización de la Historia para tratar de alejar las representaciones ideológicas de vulgaridad y sentido común con respecto a Asia, Oriente y Egipto, Ferrán Iniesta (2012), en su obra titulada Thot (Pensamiento y Poder en el Egipto Faraónico), sostiene que:

Hay que releer como informantes a Diodoro, a Yámblico, a Plutarco o a Plotino para darse cuenta del respeto que los mejores pensadores mediterráneos sintieron por el país del Nilo. Solón estuvo en el Delta recopilando datos legislativos para su propia Constitución ateniense. Pitágoras se formó durante veinte años en los templos de la Tebaida, antes de regresar a tierras helenas como reformador de la desvencijada tradición griega. Platón pasó unos años en templos deltaicos, aunque, según Yámblico, los sacerdotes no creyeron oportuno darle mayores conocimientos; y, pese a ello, el maestro de la Academia ha sido el gran referente del pensamiento tradicional de Occidente. Tales, que presumía de ser autodidacta, confesó que su único viaje fue a Egipto, y su teorema estaba ya escrito por estudiantes egipcios unos 1600 años antes.  Numerosas figuras geométricas de Arquímedes estaban en papiros antiguos, y los cálculos de volúmenes eran muy anteriores a orillas del Nilo. El pretendido “empirismo” del saber egipcio, (...) no se sostiene más que en algunos autores eurocéntricos, empeñados en demostrar el carácter chapucero de la ciencia en Kémit. (Iniesta, 2012, p. 8)

Por otra parte, Rita Segato (2016), en La Crítica de la Colonialidad en Ocho ensayos. Y una Antropología por la demanda, fundamenta que hay escasamente solo cuatro vocabularios capaces de reconfigurar (o poner en disputa) la consagración de la historia, como una suerte de extraña “proeza”, que permitió descanonizar y atravesar el muro de significaciones hegemónicas impuestas desde el “norte” ―entendido como bloque político, es decir, no meramente geográfico― y, por ende, también entonces eurocéntrico de centralidad:

Estas teorías, por su capacidad de iluminar recodos que no pueden ser alcanzados sino por una mirada localizada -aunque lanzada sobre el mundo-, por su novedad y rendimiento en el viraje de la comprensión que instalan en sus respectivos campos han, además, realizado esa hazaña sin acatar las tecnologías del texto de la tradición anglosajona ni de la tradición francesa, que dominan el mercado mundial de ideas sobre la sociedad a partir de la segunda mitad del siglo XX, y sin sumisión a la política de citación dominante, a la lógica de la productividad en términos editoriales, al networking que condiciona el acceso a los journals de más amplia circulación, o a la impostura de la neutralidad científica. Ellas son: la Teología de la Liberación, la Pedagogía del Oprimido, la Teoría de la Marginalidad que fractura la Teoría de la Dependencia y, más recientemente, la Perspectiva de la Colonialidad del Poder. (Segato, 2013, p. 35)

En este sentido, para la autora, el eurocentrismo es entendido en el contexto de la perspectiva de la colonialidad del poder, como modo:

Distorsionado y distorsionante de producir sentido, explicación y conocimiento. En el minucioso compendio de su ideario que Quijano elaboró para la antología editada por Edgardo Lander, La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales (2000-a), se pregunta de qué forma ocurre y por qué camino se establece el eurocentramiento del orden mundial. Su respuesta es el núcleo mismo sobre el cual gravita todo su modelo explicativo. Como él mismo aclara, la razón del control eurocentrado del sistema no reside en la propia estructura del capital, sino que tiene su raíz en la forma de explotación del trabajo: “El hecho es que ya desde el comienzo mismo de América, los futuros europeos asociaron el trabajo no pagado o no-asalariado con las razas dominadas, porque eran razas inferiores. [...] La inferioridad racial de los colonizados implicaba que no eran dignos del pago de salario. [...] Y el menor salario de las razas inferiores por igual trabajo que el de los blancos, en los actuales centros capitalistas, no podría ser, tampoco, explicado al margen de la clasificación social racista de la población del mundo”. (Segato, 2013, p. 47)

        Lo anterior le permite concluir aquel apartado afirmando entonces que:

El pivote del sistema se encontró en la racialización, la invención de raza, y la jerarquía colonial que se estableció y permitió a los “blancos” -más tarde llamados “europeos”- el control del trabajo. Para Quijano, es allí que se origina el eurocentrismo, que luego pasa a reproducir el sistema de explotación y el criterio de distribución de valor a sujetos y productos. De allí, esta jerarquía afecta los más diversos ámbitos de la experiencia, organizando siempre en forma desigual pares como “precapital-capital, no europeo-europeo, primitivo-civilizado, tradicional-moderno, etc.”. (Segato, 2013, p. 48)

Esta organización de la experiencia jerarquizada puede ser inscripta o aparece revelada en los indicios, argumentos despectivos y fuentes narrativas que hemos utilizado como material de archivos latentes, es decir, transcurridos durante el Mundial y en tiempo real, a la vez que atravesados desde la interseccionalidad y entrecruzamientos teóricos, políticos, pedagógicos y epistemológicos que motivaron el intento de descifrar sus orígenes de enunciación, al igual que la desnaturalización de su lógica investida mayormente de sentido común.

Esto lo hicimos desvinculándonos (o dejando de lado) meramente de los aspectos del Mercado como intencionalidad primaria del Mundial. Es decir, comprendida únicamente desde el ejercicio o racionalidad económica. Más bien, aquí, nos interesó ubicar, comprender y reubicar los “excedentes” inesperados de este, que son las coordenadas culturales y variables históricas que esta competencia internacional puede adquirir a través de su interjuego generado entre diversas posiciones geopolíticas del mundo. Y que nos dan la oportunidad, precisamente por ello, de analizarlas desde otro costado, político, histórico y pedagógico, arrojado del juego.

Consideraciones finales en tiempo(s) complementario(s): Oriente y Occidente. Entre un penal y las penalidades

Ahora sí, a modo de intentar ofrecer, finalmente, una especie de conclusión como cierre provisorio al Mundial Campeonato, y la estirpe de diversidades (estén estas incluidas o negadas) que atraviesan los seleccionados del mundo, el etnólogo mexicano Bonfil Batalla (2011) nos recuerda que:

El indio nace cuando Colón toma posesión de la isla Hispaniola a nombre de los Reyes Católicos. Antes del descubrimiento europeo la población del Continente Americano estaba formada por una gran cantidad de sociedades diferentes, cada una con su propia identidad, que se hallaban en grados distintos de desarrollo evolutivo: desde las altas civilizaciones de Mesoamérica y los Andes, hasta las bandas recolectoras de la floresta amazónica. Aunque había procesos de expansión de los pueblos más avanzados (incas y mexicas, por ejemplo) y se habían consolidado ya vastos dominios políticamente unificados, las sociedades prehispánicas presentaban un abigarrado mosaico de diversidades, contrastes y conflictos en todos los órdenes. No había “indios” ni concepto alguno que calificara de manera uniforme a toda la población del Continente. (p. 110)

Esa gran diversidad interna, refiere el autor, queda anulada desde el preciso momento:

En que en que se inicia el proceso de conquista: las poblaciones prehispánicas van a ver enmascarada su especificidad histórica y se van a convertir, dentro del nuevo orden colonial, en un ser plural y uniforme: el indio / los indios. La denominación exacta varió durante los primeros tiempos de la colonia; se habló de “naturales” antes de que el error geográfico volviera por sus fueros históricos y se impusiera el término de indios. Pero, a fin de cuentas, lo que importa es que la estructura de dominio colonial impuso un término diferencial para identificar y marcar al colonizado. (Bonfil Batalla, 2011, p. 111)

Tal como hemos señalado, y a modo de palabras y conceptos finales en tiempo complementario, el primer Mundial localizado (geopolíticamente) en Medio Oriente nos sirvió como pretexto para intentar analizar ciertos desplazamientos y deslocalizaciones disruptivas, las cuales, para nosotros, podían ser analizadas y ubicadas dentro de un ámbito específico de lo subalterno, con la política, con la Escuela y con la subalternidad. Esto es, como forma de establecer un diálogo entre ciertas dinámicas que abarcan aquello que, históricamente, nos fue enseñado hegemónicamente para “opinar” de Oriente, y sus relaciones e impacto que también aquello podría tener con la especificidad de la Escuela, con los planes de estudios y en la dirección de la diversidad.

Es decir, en donde, o bien: la Escuela podría ratificar contribuyendo a invisibilizar aquel lugar común a través de sus dinámicas de omisión y silenciamiento; o, en cambio, asumir un papel transformador de aquellas condiciones estructurales de cancelación de lo plural, de lo diverso y de la diversidad de la subjetividad. Si el objetivo que nos propusiéramos fuera el segundo (intentar que nuestras prácticas fueran transformadoras), sí pondríamos en tela de juicio las relaciones oficialmente existentes y consolidadas entre Historia, Educación, Geografías, eurocentrismo, (des) localizaciones, culturas, planes de estudios y espacialidad.

A modo de graficar esto último, y como remate final, habremos de aludir a la reseña publicada por los diarios de aquella París esplendorosa de mediados del siglo XIX, en relación a la “sorpresa” provocada en Europa, ante la aparición del insoslayable trabajo efectuado por Sarmiento (1849) en aquel libro, recogiendo, analizando y comparando distintos Sistemas Educativos del mundo (incluido allí, en ese viaje, “Argel”, África; Educación Popular). Luego de un extenso análisis de todo el complejo recorrido del libro, en donde, al día de hoy, sigue siendo considerado como una de las primeras obras de sociología de la educación comparadas, al final de su crítica, se sostenía lo siguiente:

Las palabras de los presidentes de Chile y de Nueva Granada honran a la América del Sur; querríamos ver en la región oficial de París los mismos sentimientos que en Santiago y Bogotá; pero en esto, parece que el nuevo continente debe dar ejemplo al viejo. Esperamos que el viejo mundo no permitirá por mucho tiempo que subsista este cambio de papeles. (Sarmiento, 2023, p. 36, el resaltado es nuestro)

Quizás (y solo quizás) insistiendo en lo sucedido entre los diversos países, medios de comunicación, jugadores de fútbol, diversos apoyos, alegrías y decepciones reunidas de este primer Mundial de Medio Oriente, aquellos enojos de antaño de Francia respecto a Sarmiento; y aquel enojo de ahora en relación a la misma Francia con lo deportivo, sean simbólicamente representantes, (o portadoras), ambos pasajes, de lo “clandestino”.  A la vez que nos siguen hablando y balbuceando, muy interior y muy profundamente, de una misma cosa.

O de un mismo destino. De una misma matriz biológica, cultural, epistémica y artificialmente impuesta, que se (auto) considera mejor y distinta. De allí la conmoción y solidaridad de los pueblos que sentían que festejaban una propia suerte de “triunfo”. Y que nada tenían que ver, exclusivamente, con lo deportivo. Sino con la reactualización de un debate. De una herida y vena abierta que permanece en vigilia y en estado de alerta.  Buscando entre los pases de fútbol, una complicidad histórica como “guiño”, para hacer operativos esas memorias a la vez que mantener ciertos recuerdos, vivos. Lo –y nos- sabemos. Nos (y los) recordamos. Para no olvidar(nos).

Ya que que es necesario volver a asumirlos (colectivamente) si aquello soñado, tenga siempre que ver con promover la búsqueda de la verdadera victoria: aquella capaz de generar condiciones estructurales diversas –y en la diversidad- para un mundo cada vez más desigual y deshumanizado. Haciendo más permeables tanto fronteras como Planes de Estudios. En las Escuelas y en las Universidades.  En los procesos e Instituciones del ámbito de la Educación Formal pero dando lugar también paso a las rupturas desde las informalidades. Sumándose, en esta tarea mundial, artesanal y titánica, una redistribución ética de la riqueza al servicio de la dignidad de las gentes, y en una relación de cuidados hacia nosotros/as/es mismos/as y para con todos los recursos naturales y de seres vivos de nuestro planeta.

Solo allí, en ese ansiado y revolucionario momento, los pueblos vulnerados del mundo, los desarrapados/as y condenados/as de la historia (del campo de juego, de los pizarrones, las cunas y de la tierra); los desalojados del Mapa, los/as/es excluidos del Barrio; de las Plazas, del Trabajo, de las Infancias; de la Educación, del arrullo, abrigo; y Alimentos; Los/as/ Privados/as del Agua, del sosiego y descansos; Los/as nuevos errantes urbanos, quienes, al igual que antes como en los algodonales esclavos de antaño, siguen vagando sus penas; rogando por trabajo o comida, mirados/as con indiferencia, y bajo un sol mucho más dañino para con ellos/as que para quienes promueven la violentación de acumulación/expropiación ejercida brutalmente a la Tierra…

Solo en ese preciso momento, en donde las personas negadas de sus ríos; de sus canciones, de sus huellas, de sus marcas, de su piel y de sus ancestros; de sus (re) conocimientos y linajes; no hayan sido condenadas previamente a una existencia estigmatizada o penalizada debido a su origen geopolíticamente localizado; solo allí, estaremos en condiciones de elevar bien alto, la verdadera Copa. La de la Historia, la de la Vida, la de la Escuela; la de la Paz, la Justicia y la Esperanza. Y haciendo de las Hinchadas olvidadas del mundo, un Juego distinto para una existencia mejor.

Rosario, en el último día del último mes del año, de 2022.

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Corteza en flor, acrílico sobre chapadurg. Carola Ferrero

Referencias

Bonfil Batalla, G. (2011). El concepto de indio en América: una categoría de la situación colonial. Anales De Antropología, 9https://doi.org/10.22201/iia.24486221e.1972.0.23077 

Braudel, F. (2016). El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II. FDE.

Dussel, E. (2007). Política de la Liberación Arquitectónica. Volumen I. Trotta.

Fanon, F. (2017). Leer a Fanon Medio Siglo Después. Ensayo Introductorio, Cronología y Selección de Félix Valdés García. CLACSO.

Federici, S. (2004). El Calibán y la Bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria. Traficantes de Sueños.

Gramsci, A. (2004). Antología. Selección, Traducción y Notas de Manuel Sacristán. Siglo XXI.

Iniesta, F. (2012). Pensamiento y Poder en el Egipto Faraónico. La Catarata/Casa África.

Jaruf, P. (2021). Ciudades y urbanismo en el mundo antiguo: una introducción. Revista Del Instituto De Historia Antigua Oriental, (22). https://doi.org/10.34096/rihao.n22.10914

Kusch, R. (2007). Obras Completas. Editorial Fundación Ross.

Sarmiento, D. F. (2011). Educación Popular. UNIPE.

Segato, R. (2016). La Crítica de la Colonialidad en Ocho ensayos. Y una Antropología por la demanda. Prometeo.


Notas

[1] Somos conscientes de que, el hecho de alternar y nominar las distintas formas de diversidades y múltiples identidades no desde un registro único de identificación, responde a una decisión política de ansias de heterogeneidad y de amplificación.

[2] “El sistema educativo de Irak fue alguna vez el ejemplo en Medio Oriente”. Lamentablemente, por cuestiones de espacios, no podemos abordar las múltiples y complejas causas que condujeron a tener que, ahora, negar aquella antes con justicia afirmación. Sin embargo, sí podemos orientar lecturas que permitan oficiar de coordenadas para comenzar a comprender y situar cómo el conjunto de sanciones establecidas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a partir de los años 90, aquellos índices, en esos países (con especial énfasis en Irak), comenzaron a desaparecer y a barbarizar. Es decir, El Sistema Educativo de Irak fue un modelo a seguir en todo Medio Oriente. Y mientras nosotros atravesábamos una feroz dictadura a mediados de los 70 que quebrantó nuestro modelo educativo de la escuela “mafaldiana”, Irak comenzaba a desarrollar una campaña de alfabetización y reconfiguraciones seculares al interior de su sociedad, en donde su presupuesto nacional de educación aumentó, en aquellos años, en un 84 por ciento. Se multiplicaron escuelas primarias y secundarias; y se sancionaron leyes de obligatoriedad para todos lxs niñxs. El analfabetismo femenino durante aquel período de los 70 hasta los 90, inclusive con guerras entre vecinos, se vió reducido en un 92 por ciento hasta volver a trepar casi tres veces luego de la llegada de las sanciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Quizás ahora, con esta mínima e incompleta foto histórica de Medio Oriente, tal vez también se pueda volver a comprender y a ratificar por qué aquel periodista argentino, al preguntarle por el mundial de Qatar (no esencializando que todos los lugares son lo mismo), sostuvo, como dijimos aquí más de una vez, aburrido.

Confrontar: https://elinterpretedigital.wordpress.com/2021/04/07/hasta-los-lapices-fueron-prohibidos-los-efectos-de-las-sanciones-en-el-sistema-educativo-iraqui/; y “Las Escuelas en Iraq víctimas también del abandono y la guerra”, disponible en https://www.unicef.es/noticia/las-escuelas-en-iraq-victimas-tambien-del-abandono-y-la-guerra 

[3] “Conductor fue regañado por decir que África ganó el Mundial”. Recuperado el 23/12/2022. Disponible en: https://www.espn.com.ar/futbol/mundial/nota/_/id/4560857/conductor-de-tv-fue-reganado-por-decir-que-africa-gano-el-mundial.

 Creemos que, desde el momento que, para formar parte de una selección con carácter nacional de fútbol, no debieran supuestamente mezclarse las cuestiones políticas con el “deporte”, es una contradicción en sí misma. Diferente sería el caso en donde, librada meramente a las posibilidades del mercado, cada país “comprara” jugadores (lo que también estaría representando un potencial desigual de fuerzas políticas dadas entre aquellos que tienen más concentración de riquezas y aquellos subordinados, menos).

[4] Creemos que, desde el momento que, para formar parte de una Selección con carácter nacional de fútbol, no debieran supuestamente mezclarse las cuestiones políticas con el “deporte”, es una contradicción en sí misma. Diferente sería el caso en donde, librada meramente a las posibilidades del mercado, cada país “comprara” jugadores (lo que también estaría representando un potencial desigual de fuerzas políticas dadas entre aquellos que tienen más concentración de riquezas y aquellos subordinados, menos).

[5] Así, al menos, se vivió el partido entre Argentina e Inglaterra en aquel mundial del 86, a ínfimos años de la Guerra de Malvinas y la Recuperación de la Democracia en el año 1983; o la relación España/Francia, Argelia, Marruecos; Países Bajos y el Caribe anexado; con África y Asia. En donde una “simple victoria” dada en el fútbol pareciera ratificar y multiplicar sus victorias y ansias de dominación por parte de los países provenientes de dominios imperiales. Una suerte de memorándum histórico, como advertencia y recordación. Quizás, también de allí, en este contexto, y en forma contraria, una victoria del seleccionado opuesto, antes colonizado, puede emitir un mensaje de resistencia (y de no olvido de los reclamos vigentes de reconocimiento, redistribución y reparación de justicia).

[6] Creemos interesante hacer notar que, a diferencia de la recepción de la obra de Paulo Freire ―al menos en América del Sur, con su Pedagogía del Oprimido (1969) ―, la producción teórica/política de Fanon (lamentablemente) no permeó ―o no atravesó interpelando de la misma manera con igual intensidad― la discursividad teórica del universo y formación pedagógica/educativa. Inclusive, hasta el día de hoy, mientras escribimos estas líneas, es Freire aquel que sigue ocupando un lugar de relevancia epistémica, cuando se busca fundamentar ―y visibilizar― lugares muy similares identificados por Fanon (relativos a los espacios hegemónicos de opresión), pero sin acudir necesariamente a él. Sino, en esa disputa de “desconsideración” invisible dada mayormente en la omisión de Fanon en los planes de estudios pedagógicos (en contraposición a la sobreabundancia teórica de Freire), se opta por recurrir al filósofo brasileño con sus clásicos binomios de “víctima y victimario”; “opresor y oprimido”; “Educación bancaria”; o “Educación Problematizadora”. Incluso hasta las alas provenientes de circuitos más conservadores ―o aun neoliberales― pueden incluir o aludir a Freire en sus planes de estudio. Sin embargo, no sucede de la misma manera con Fanon. Si bien dejaremos para otro escrito parte de aquello que consideramos como causas posibles de lo anterior, quizás, al interior del contexto histórico que rodea la lógica (también histórica y social) de producción de ambas obras, la obra del martiniqués ofrece una radicalidad ―al menos para nuestros ojos― mucho mayor; y que tiene que ver con inscribir a la violencia como forma legítima de contrarrestar el colonialismo de nuestros pueblos, en los debates políticos y académicos contemporáneos de su propio contexto. Este “peligro” latente en ese debate, el cual siempre es necesario revisar, contextualizar, poner en diálogo para no impugnar ni mal interpretarlo, es el que puede brindar pistas acerca de por qué la mayoría de los planes de estudios de educación saben de Freire, pero no (al menos, mayormente) de Fanon.

[7] Insistiendo en volver a mencionar que las escuelas y sus propias espacialidades, demográficamente, están conformadas por mujeres y niñxs.

[8] Como parte de estos enredos y del sujeto latinoamericano histórico implicado en estos circuitos, dados como puntos políticos de diversa manifestación, otro jugador vinculado a la selección argentina de fútbol, Sergio “Kun” Agüero, a través de sus redes (YouTube, TikTok, Instagram, Twitch, Twitter) realizó videos en el desierto manifestando su decepción, hostilidad, irascibilidad, “aburrimiento”, a partir del enojo por haber “perdido tiempo” y adjetivar aquel lugar desde una vulgaridad o grosería. Insistimos en que no estamos en desacuerdo en que cada cual haga su propia experiencia y asuma su disgusto o conformidad con los lugares visitados. Aquí, para los fines de este trabajo, aquello que nos interesa es tratar de indagar, conocer y visibilizar cuánto montos de colonialidades naturalizadas y asumidas como propias operan en aquel ratificar y supuesto decir. Y, en  el caso de que las hubiera, la función que cumplen los medios de comunicación y redes sociales, al servicio encubierto, para tal fin. Confrontar: “Agüero visitó el Desierto y no le gustó: es una ‘Po…’”. Recuperado el 28/12/2022. Disponible en: https://www.tycsports.com/gaming/mundial-qatar-desierto-aguero-id483900.html#:~:text=Lleg%C3%B3%20la%20noche%20y%20el,La%20verdad
%20que%20una%20poronga