https://dx.doi.org/10.19137/praxiseducativa-2021-250103

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DOSSIER

 

Sobre la curaduría de las formas negentrópicas del conocimiento

On the curation of negentropic forms of knowledge

Sobre a curadoria das formas das neguentropias do conhecimento

 

Joff  P. N Bradley
Teikyo University. Faculty of Foreign Languages, Japan
joff@main.teikyo-u.ac.jp
ORCID 0000-0002-1036-2246

Laura Proasi. Traductora
Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina
lauraproasi@gmail.com
ORCID 0000-0002-5172-1057

 

Resumen: Mi intención es considerar el concepto de “viajes de conocimiento” de Bernard Stiegler (Stiegler, 2020a) siguiendo los pasos de la experiencia del confinamiento en tiempos de la pandemia del Corona Virus. Reflexiono sobre este tema, en estos tiempos dentro de mi propio aislamiento, retiro, confinamiento y soledad porque mi interés en el concepto de “viajes de conocimiento” recae sobre cómo utilizar Internet de maneras bifurcatorias para producir lo que Stiegler llama “conocimiento neguentrópico” o nuevas formas de conocimiento, o como lo prefiero yo: experimentos con la búsqueda de la verdad. Con esto en mente, repensando el concepto de curaduría en tanto que cuidado y preservación, de manera distinta, deseo poder contribuir a la investigación educativa y a producir mi propia bifurcación de conocimiento.

Palabras claves: Viajes de conocimiento; Pandemia; Conocimiento neguentrópico; Curaduría

Abstract: My intention is to consider Bernard Stiegler’s concept of “journeys of knowledge” (Stiegler, 2020a) in the wake of the experience of confinement in the time of the corona virus pandemic. I reflect on this during the time of the corona virus in my own isolation, withdrawal, confinement and loneliness because my interest in the concept of “journeys of knowledge” lies in how to use the internet in bifurcatory ways to produce what Stiegler calls “negentropic knowledge,”or new forms of knowledge, or what I want to designate as experiments with truth-telling. With the above in mind, it is by rethinking the concept of curation in a different way that it is hoped I can contribute to educational research and produce my own bifurcation of knowledge.

Keywords: Journeys of knowledge; Pandemic; Negentropic knowledge; Curation

Resumo: Minha intenção é considerar o conceito de “viagens do conhecimento” de Bernard Stiegler (Stiegler, 2020a) seguindo os passos da experiência do confinamento em tempos de pandemia do Coronavírus. Reflexiono sobre este tema, neste momento e no meu próprio isolamento, confinamento e solidão porque meu interesse no conceito de “viagens do conhecimento” recai sobre como utilizar internet de formas bifurcáveis para produzir o que Stiegler denomina “conhecimento neguentrópico” ou novas formas de conhecimento, ou como eu prefiro: experimentos em busca da verdade. Com isto na mente, repensando o conceito de curadoria como cuidado e preservação, de maneira diferente, desejo poder contribuir à investigação educativa e produzir minha própria bifurcação do conhecimento.

Palavras-chave: Viagens do conhecimento; Pandemia; Conhecimento neguentrópico; Curadoria.

 

Introducción

Me provocó escribir este artículo después de una reunión fortuita en Corea. Tuve la suerte de escuchar la conferencia de Hyeon Kim perteneciente a la Academia de Estudios Coreanos. En esa conferencia, Kim describió su modelo de educación para las Humanidades y las Artes y delineó lo que llama la convergencia de nativos digitales. Su argumento que incluyó interpretaciones musicales en vivo -al final de su charla- a cargo de los violinistas Eun-young Song y Yoohee Park, ambos pertenecientes a la Orquesta Filarmónica de Chungnam. Internet es un gran recurso para la curaduría digital (Youtube y otros sitios de videos) porque puede mostrar y rastrear el pasaje y la genealogía del conocimiento entre diferentes culturas y a través de distintas épocas. El flujo de medios digitales puede, de alguna manera, preservar el conocimiento. El subtítulo de esa charla era: “Una canción que se escucha en el fuego de la guerra”; allí se analiza cómo las canciones se utilizan entre culturas e idiomas y cómo su signficado puede ser co-construido por estudiantes y maestros por igual.
Esta oportunidad fortuita para mí, me incitó a reflexionar sobre la resistencia a la desindividuación (la pérdida del conocimiento) y las formas de conocimiento neguentrópico; concepto introducido por Erwin Schrödinger, en el cual todos los seres vivos que habitan realidades locales pueden posponer el proceso de entropía y revertirlo. Para mí, lo que hizo Hyeon Kim fue llevar a sus estudiantes a un “viaje de conocimiento”. Fue, a la vez, la creación y preservación del conocimiento demostrado brillantemente por el profesor coreano, quien terminó su conferencia con un recital de violines con la canción en discusión. Lo que demostró la conferencia es que es insuficiente producir información; más bien, se tiene que producir y cuidar al conocimiento como tal. Muestra entonces que es totalmente consistente con el mensaje de Stiegler. Considero que el conocimiento negentrópico debe implicar la co-creación de conocimiento; debe implicar un experimento con la verdad, un acto de Parresía o de sinceridad o discurso abierto (en la Grecia Antigua, παρρησία).
El conocimiento negentrópico es, por lo tanto, parte de la preservación del conocimiento y es justamente este argumento el que analizo renglones más abajo. En estos tiempos de confinamiento, músicos y artistas de todo el mundo, de forma libre y abierta, comparten virtualmente sus habilidades y conocimiento. Esto nos sugiere que existe una predisposición a reorganizar el conocimiento y la información para compartirla de manera más abierta, para repensar sobre qué puede y debe ser Internet en el siglo XXI. La conferencia brillante de Hyeon Kim, me llevó en esa dirección.

¿A qué se le llama curaduría?

Stiegler se hace la siguiente pregunta: “¿Bajo qué condiciones podemos seguir pensando en el Antropoceno?” Su respuesta es: “La condición en que lo pensamos [penser] para poder cuidarlo [panser]. Pensar [penser] para cuidar [panser] es ‘tratar de vivir’” (2018a, p. 205). Este postulado me llevó a pensar en la curaduría y en el ciudado en tiempos de confinamiento. Bernard Stiegler es uno de los pocos filósofos hoy, que se ensucia las manos, en el sentido de que está preparado para lidiar con la era digital en la que vive, y para responder a ella de manera filosófica y práctica. Dicho de otra manera, como filósofo, no se queda parado mirando cómo arde el planeta; no es suficiente interpretar el mundo.
Como parte del Proyecto de Internación, y escribiendo en tiempos de Antropoceno, Stiegler junto con Noel Fitzpatrick, Anne Alombert, Colette Tron, Glenn Loughran e Yves Citton postulan “una nueva ecología de la subjetividad educativa” (Fitzpatrick et al, 2020).  En forma colectiva insisten en que “el acontecimiento del Antropoceno demanda una nueva ecología de la subjetividad educativa; una ecología nueva que atienda sus condiciones técnicas” (Fitzpatrick et al, 2020, s/n).  En estos últimos años, dadas las crisis epistemológicas y axiológicas que sacuden a las sociedades en todo el planeta, Stiegler ha convocado consistentemente a un regreso a la base del conocimiento. El autor plantea: (Stiegler & Sloterdijk, 2016) Bradley y David Kennedy, 2019):

Diría que la pregunta es qué significa la melancolía en el Antropoceno: su estado y su negación. Porque la cuestión real sobre el Antropoceno, para mí, es la locura. La cuestión real es la locura. El aumento de la locura. Se ha documentado estadísticamente que hoy, en muchos países, por ejemplo China, se detecta un aumento de casos de depresión. La cuestión es: la situación en la que todos anticipan el fin del Antropoceno, como posibilidad del fin de la vida como tal, que la gente reprime y niega; cuestión que lleva a la locura. Produce síntomas y, a veces, esos síntomas son: Yihadismo, suicidio, autointoxicaciones, fascismo, etc. Entonces la cuestión no pasa por si podemos tener algo, sino si debemos generar esa posibilidad. El problema es que hoy estamos superados por tal alteración que nos hace incapaces de generarla. Creo que es posible generarla, pero tenemos que revisar completamente la base del conocimiento. (Stiegler & Sloterdijk, 2016, s/n)

En esta época de alteración, Stiegler requiere que todas las formas de conocimiento y de arte sean repensadas “desde cero”. Nos ofrece “recetas terapéuticas” contra tecnologías tóxicas y disruptivas. Se inclina hacia la idea de “escultura social” para poder encontrar respuestas en el contexto tecnológico contemporáneo y dentro del marco de los estudios digitales. Me interesa aquí la “escultura social” como curaduría. Trato de pensar en ella junto con la idea de “viajes de conocimiento”. Mi interés en los “viajes de conocimiento” de Stiegler surge de un interés de toda la vida por tomar notas (Cole y Pullen, 2010; Vlieghe y Zamojski, 2020) y de las ideas de diagramas y líneas de Deleuze y Guattari (Bradley, 2018a; Brighenti y Kärrholm, 2018; Ueno, 2018).
Quiero pensar en la “investigación contributiva” (Stiegler y Ross, 2015) como forma de (auto)escultura social, pero en el sentido de un acto de curaduría, de cuidado. Lo cual no significa la utilización de la palabra curador, en el sentido teológico, como en el clero cristiano que otorgaba el poder de “curar” al sacerdote. Curar proviene originalmente del latín cūrātus y del francés curé; que sugieren que curar es tener la cura o el poder, un poder espiritual o de cuidado. Se confiaba la cura de almas. Pero pienso en la palabra cura en el sentido del phármakon de Stiegler, pensando a la tecnología como veneno y como curaduría.
Considero a la curaduría como acto de selección, organización y cuidado del conocimiento como tal. Lo que pretendo decir con esto es que un maestro, él o ella por sí mismo, co-genera conocimiento. El maestro debe curar a otros para generar conocimiento a través de la práctica compartida. Pero para hacerlo, uno debe demostrar, (Bradley, 2014), debe guiar y aconsejar y, por sobretodo, cuidar. No es suficiente sólo dar instrucciones como a las máquinas. Cuestión que es equivalente a la destrucción del conocimiento. La actividad de curaduría tiene que ver con recoger y clasificar información y contenido. Es una actividad de preservación y catalogación en esta era digital.
La curaduría es el manejo de la herencia cultural, de la conservación de lo cultural en sí mismo. Es la resistencia a las formas tóxicas de retenciones terciarias o de lo que Stiegler llama “el sistema global mnemotécnico” (Stiegler, 2015; Bradley, 2015, 2018b). Él mismo plantea:

Todos seremos proletarizados... creo que hoy la educación es destruida, no sólo en la universidad y en la escuela, sino en la familia. Se destruye, por ejemplo, por el teléfono celular; los padres que lo utilizan no cuidan a sus bebés ni a los niños. Hoy, la sociedad, en general, está siendo destruida por las redes sociales, por las tecnologías digitales.
Digo esto porque si tenemos que ser educados es porque somos animales muy extraños. Nuestros órganos principales no están dentro de nosotros, sino fuera de nuestros cuerpos... Esta es la razón por la cual el ser humano debe ser educado porque tiene siempre que aprender cómo utilizar órganos artificiales: el lenguaje, las reglas sociales, la religión, los rituales, pero también las computadoras, la distribución de archivos multimedia, etc, etc. Si comprendemos que la educación tiene que estar basada en este proceso, tenemos que redefinir completamente qué es la educación (Stiegler y Gagliano, 2019, s/n)

Mi propia reflexión en torno al concepto de “viaje de conocimiento” ha tomado un profundo significado en tiempos de confinamiento. Ha sido una lucha personal contra la alienación, contra los phármakon tóxicos, pero se ha hecho evidente que este es un paso necesario para la individuación como tal, es la transformación de la subjetividad. No obstante, es claro que también es una lucha inhibida por la tecnología. Esa tecnología -Internet es la versión actual- lleva a la desindividuación (la pérdida de la individuación) a su separación y a actuar fuera de sí (Stiegler and Ross, 2013), lo cual se ha vuelto cruda realidad. Lo que sí es claro, es que la lucha por superar la alienación, para poder lograr autonomía, es inhibida por las tecnologías tóxicas que distraen y alteran (Stiegler, 2019).  Desde al advenimiento de la generalización del uso de Internet, a principios de los años noventa, Stiegler plantea que nuestra época es testigo de una alteración del yo de una manera única.
La tecnología interviene en el aprendizaje de forma única e históricamente profunda, que lleva a una crisis de la formación, y al surgimiento de nuevas formas de locura. En su versión actual, Internet, y los medios de comunicación, más en general, arrasan con la posibilidad de pensar en una transformación como tal. Internet impide la constitución de una Bildung; esto es, una forma de educación o de individuación conducida por una imagen (Bild) como en una visión, un paradigma, una proyección de una imagen. Lo cual está fuertemente vinculado con el sentido del olvido del ser del que habla Heidegger.  Bildung es la formación reproductiva de lo pre-dado, tanto externa como interiormente. Claro que la preocupación de Stiegler tiene que ver con que el individuo ya no puede visualizar e imaginar un futuro en ambientes de aprendizaje mediados por tecnología. Él busca contra- imágenes que guíen el proceso de individuación. El punto es que bajo el dominio de la tecnología, si entregamos a los jóvenes al mundo del capitalismo informático, si entregamos sus sueños y preferencias a las industrias de la mercadotecnia, si le entregamos el deseo como tal, se produce una correspondiente pérdida del Bildung. Así en la pérdida de habilidades o de conocimiento y a través de la desindividuación y de la proletarización del conocimiento (la pérdida de los salvadores), la tecnología se convierte en el primer motor de formación, con estudiantes desformados, sin imagen, sin Bildung.
La solución es que debemos re-aprender formas de individualidad, si es que vamos a formar circuitos de transindividuación; esto es, circuitos entre generaciones. Cuestión necesaria para producir nuevas formas de conocimiento negentrópico. Como Stiegler está ansioso por rescatar a la razón de la sinrazón (déraison), y siguiendo a Horkheimer, para entender el desvío (détournement) de la razón, está decidido a mantener a raya la arremetida y el impacto de la gubernamentalidad algorítmica. De por sí, insiste en que la razón no pude reducirse a un puro cálculo porque la cuestión es no oponerse per se a él, sino transformar el cálculo entrópico en forma negentrópica; es decir, transformarlo en algo que sea capaz de producir lo incalculable, el evento como tal. Esto es, producir sueños y deseos ligados a la imaginación y que no sean dirigidos por las corporaciones de grandes archivos de datos (Big Data) En suma, ofrecer una contra-imagen del pensamiento. Se trata de usar el cálculo contra el cálculo mismo para generar bifurcaciones inesperadas o una “diferencia vital” (vital différance), de acuerdo con Daniel Ross (Stiegler, 2018a, p. 24). Consistiría en rechazar, entonces, aquella situación donde sólo existe “exteriorización y jamás una interiorización” (Ross, 2015).
Para Stiegler los “viajes de conocimiento” no pueden anticiparse por medio de la informática solamente; lo que él llama a veces retenciones tóxicas terciarias u “objetos industriales temporales” (Bradley, 2015). Los “viajes de conocimiento” son generadores de “bifurcación negentrópica” (Stiegler, 2018a; ver Bradley, 2020). Stiegler está profundamente preocupado por la época en que vive y ha dicho que, en verdad, es una ausencia de época, sin una pretensión colectiva ni retenciones colectivas; solo datos, algoritmos e informática. Para él, nuestra época, el tiempo de la revolución de Internet y más allá de ella, no se ha ajustado aún a los avances de los sistemas tecnológicos, sociales y biológicos contemporáneos.  Pero también Steigler también desarrolla cómo Internet puede usarse para generar conocimiento negentrópico:

En Francia intenté enseñar a mis estudiantes a usar la plataforma de video para compartir sus apuntes; esos apuntes se grabaron en una secuencia temporal de grabación de video.
Por tanto, les enseñé, a esos mismos estudiantes cómo usar Google, motores de búsqueda en general y la red, pero el cómo hacerlo se dio -no es sólo una aproximación informativa-, practicando viajes de conocimiento vía aproximaciones de identificación psíquica y social; agregándole el enriquecimiento negentrópico del mundo, es decir, su diversificación.
Tales aproximaciones contribuirían al enriquecimiento de la noodiversidad donde el bienestar es la apertura a posibilidades que no son reductibles a la transformación; y donde esta última significa ser abatido por la flecha del tiempo hacia la probabilidad de lo In-menso: el enfriamiento del universo extendiéndose a la perpetuidad.
El auto-identificarme a través de un conocimiento que, es de hecho, individual, contribuyó a la diversificación que abre la posibilidad de la divergencia y, a través de ella, a bifurcaciones enfatizando la diferencia. (2020, p. 92)

Para Stiegler es el concepto de alteración el que explica esta divergencia entre los sistemas técnico, social y biológico. La alteración crea un sentido de presente eterno sin posibilidad; la imposibilidad de pensar a través de las generaciones. Pasamos de una innovación a otra sin tener en cuenta el tiempo, o de someternos al proceso de individuación. Para exponerlo de manera sencilla, para Stiegler, existe una pérdida colectiva del horizonte de expectativa (elpis) o esperanza. Elpis designa a la expectativa, a la conjetura, a la presunción y a la premonición (Stiegler, 1998, pp. 196-197). Consecuentemente, como el conocimiento ya no se transmite más de generación en generación, de la forma tradicional; se produce una crisis de formación, y con ella una crisis de generaciones a través de las cuales la pretensión futural o anticipación no puede preverse. Con la pérdida del deseo por el futuro y el aumento de actos violentos (el actuar fuera de sí) crece la desinhibición. En Dans la disruption, la respuesta de Stiegler a la crisis es preguntar por “la gran bifurcación negentrópica” (la grande bifurcation néguentropique) la cual alteraría la propia alteración de nuestro mundo mediado por la tecnología. Aquí es donde Stiegler es más utópico al plantear la posibilidad farmacológica de un movimiento, “una posibilidad casi casual de intuición” robándoselo a Gilles Deleuze. Es decir, la afirmación de la diferencia que se desplegaría sobre un mundo de transformación futural.
Para Stiegler, el sentido prevalente de locura en las sociedades occidentales es una alternación y una destrucción de las relaciones societales; tal destrucción se acelera por las condiciones de la vida algorítmica que se ha vuelto aún más exacerbada en tiempos de la crisis pandémica del Corona Virus. La alteración, para Stiegler, conlleva una significancia epocal que hace difícil la visualización del futuro. Las pretensiones (el deseo y la expectativa de futuro) son cada vez más y más destruidas por el cálculo algorítmico.
En Dans La Disruption, Stiegler plantea la lucha por imaginar otra cosa que no sea el status quo. En su lenguaje, la cuestión de la esperanza de futuro, la posibilidad de las transindividuaciones colectivas (lazos sociales a través de las generaciones) es un tema vital y urgente, algo crucial que requiere comprenderse en este momento. Esta solicitud, que yo interpreto como una exigencia para transformarnos y reinventarnos, merece el acontecimiento de la pandemia. Stiegler insiste en que es necesario cuidar a la juventud, enseñarles a que se cuiden, enseñarles técnicas de autocuidado (tekhnē tou biou), enseñarles a cuidarse por ellos mismos. En su artículo en tiempos del Corona Virus, Catherine Malabou habló muy bien sobre el experimento de autoreplegamiento al interior de uno mismo; y desde allí, pensar en el comienzo de una nueva forma de sociabilidad, una nueva forma de comprender la alteridad como tal. Comparte mucho con Stiegler en este sentido. En su conferencia, Malabou (2020) plantea que sólo es en ese auto-replegamiento, en tiempos de aislamiento, cuando uno puede comprender qué es la alteridad. Para mí, es el comienzo de la reconstrucción de los circuitos de la transindividuación en el sentido stiegleriano. Es solamente en ese auto-replegamiento cuando podemos comprender qué es el Otro como tal. Ustedes pueden considerar esto como un momento filosófico o fenomenológico de gracia o de revelación, pero otra forma de explicarlo es diciendo que la época (epokhē), como tiempo de suspensión e interrupción que nos trajo el virus, ha abierto “un tercer mundo” de pensamiento, de posibilidad de sublimación o de posibilidad de conocimiento negentrópico. En esta crisis, en un tiempo para desmoronarse, existe también la posibilidad de la reorientación. Siguiendo a Stiegler (2020b), se trata de convertir el confinamiento en libertad para crear una experiencia.

Bifurcación y sistema abierto

En cualquier sistema, cuando se alcanza el punto de saturación, su propia transformación le parece estructuralmente imposible porque es incalculable. Si uno mira las curvas y las sigue, eso es cálculo; no podemos escapar. Si tomamos las curvas de la demografía, del cambio climático, de la especulación, no podemos escapar. Pero es justamente gracias a “un algo” que aparece y rompe esas curvas, la lógica de esas curvas, que se hace posible poder escapar. Siempre ha sido así. Todos los sistemas dinámicos abiertos siempre han sido producidos por bifurcaciones de este tipo. (Stiegler y Gagliano, 2019, s/n).
Los críticos reclaman que cuando Stiegler empieza a hablar de lo incalculable, aparece un sesgo de fanatismo y escatología en él. Su filosofía toma un tono teológico y lo incalculable toma, a su vez, tonos apocalípticos. Se lo encuentra algo evangélico en su exposición sobre el acontecimiento incomparable; la singularidad del acontecimiento, la ruptura en el lienzo del tiempo, el corte con el pasado, el comienzo de algo nuevo, el acontecimiento en sí mismo. Pero tenemos que entender que lo incalculable se contrasta con el cálculo de lo entrópico, de la realidad digital, y de los cálculos y manipulaciones hechas por la mercadotecnia. Stiegler insiste con que el “momento escatológico” es el límite de lo que hemos alcanzado en el capitalismo. Clarifica su postura: “La vida y el lenguaje son lo que llamamos sistemas dinámicos y están abiertos. Eso significa que son capaces de transformarse a sí mismos de acuerdo con la transformación del entorno, de las relaciones entre el sistema y otros sistemas… tales sistemas abiertos pueden pasar a ser sistemas cerrados si les colocamos funciones mecánicas”. (Stiegler y Gagliano, 2019, s/n).  El punto de Stiegler es que esto es como romper con la sociedad de dividuales y el hipercontrol desarrollado por Deleuze en Posdata sobre las sociedades de control (Deleuze, 1995). Parafraseando a Stiegler, la invención es el desafío contra la “des-integración total” de los dividuales en la que nos habremos convertido. Su argumento es que la manifestación del incalculable es posible solo en sistemas abiertos. Stiegler señala que el conocimiento neguentrópico puede incluso manifestarse reorganizando los sistemas entrópicos de información y conocimiento planteando que existe una apertura radical en la dinámica del sistema.
Existe la posibilidad de la excepción. Le llamo a esto curaduría del conocimiento. Es por eso por lo que el abanico de conceptos de Stiegler puede hablar de cuidado, esperanza y expectativa. En efecto, Stiegler trata de resistir al lenguaje del apocalipsis, del nihilismo, a la crisis del espíritu y a la catástrofe; exigiendo que fabriquemos armas, armas intelectuales para responder al Antropoceno. En sus líneas de tiempo desarrolla el sistema de anotación; su experimento con la economía contributiva en el proyecto Plaine-Commune en Seine-Saint-Denis y es por eso que, en ocasiones, parece estar escribiendo y pensando en la línea de tradición socialista del siglo XIX, como en la de Robert Owen, quien llevó sus ideas a la práctica (Bradley, 2020).
Las tecnologías de innovación digital, como las líneas de tiempo, argumenta Stiegler, ofrecen armas para responder a la creciente y mortal entropía del aprendizaje. Estas tecnologías, como, por ejemplo, en las líneas de tiempo, los estudiantes son capaces de desarrollar nuevas aproximaciones al programa Course Share académico y pueden comparar sus notas siguiendo ciertos protocolos. Se convierten en co-productores del curso. Aprenden a producir, a innovar, a inventar, a bifurcar. El objetivo de Stiegler sobre la individuación de los “viajes de conocimiento” se ejemplifica en el sistema de anotación de las líneas de tiempo y es la respuesta pedagógica al flujo digital excesivo.
El punto es que uno puede individuarse a través de la adquisición de conocimiento. Esto a su vez contribuye a un proceso de diversificación que abre la posibilidad de la desviación y de bifurcación que se vuelve productora de lo inaugural, de lo singular y de la diferencia como tal. Stiegler escribe para reconstituir las “comunidades de conocimiento” -trabajo grupal de pares- o “reconstitución del conocimiento” en sí (de habilidades para la vida, saber hacer y conocimiento teórico) que ha sido “sistemáticamente desmantelado durante los últimos 250 años” (Bauwens y Lievens, 2015). En tanto que su escritura es una respuesta a la percepción de destrucción del conocimiento por parte de los técnicos, Stiegler lanza el guante a la profesión docente para transformar sus conceptos, sus herramientas, sus organizaciones, para pensar que lo digital es la nueva era organológica. En tiempos de confinamiento, debemos pensar dentro de ese marco y tenemos que trabajar para construir circuitos de transindividuación, una nueva cultura de contribución, un nuevo materialismo, una nueva economía libidinal.
La pregunta que se hace Stiegler es cómo desarrollar un “arte de hipercontrol” y una economía contributiva de neguentropía para confrontar las cuestiones del cambio climático y del Antropoceno. En la sociedad del hipercontrol, esto sería convocar al evento inesperado, a la transformación incalculable en la cual las decisiones humanas son reemplazadas, en cada nivel, por la manipulación algorítmica. Contra el telón de fondo lúgubre del confinamiento, el cambio climático y la realidad del Antropoceno, Stiegler busca la apertura de un futuro “irreductible al cálculo”. Es decir, mirar más allá de la locura del presente para soñar con otras formas de locura que trasciendan el capitalismo. Este es su proyecto más extremo, su momento utópico, su filosofía del futuro.
Stiegler está invocando al principio neguentrópico para contrarrestar el auge de la estupidez y los algoritmos, de la servidumbre voluntaria. Más importante aún, lo que es terapéutico para Stiegler es la idea de la cuasi-causalidad que aparece en La Lógica del Sentido de Deleuze. Preguntándonos qué clase de cuasi-causalidad puede ser inventada más allá del marco de los grandes archivos de datos (Big Data), del efecto de red y de la ingeniería social, Stiegler aborda formas de individuación; es decir, modos en que el ser humano es co-constituido con y a través de la tecnología, en las artes, en campos filosóficos, científicos y políticos distintos. En esta serie, el arte juega un papel central, cabeza a cabeza, con la estrategia de invención. Este sentido del phármakon está ligado a la idea de cuasi-causalidad. La pregunta es cómo diseñar un arte de control que pueda pronosticar o anticipar lo que Google no puede. Presumiblemente esto crearía eventos más allá de la predicción algorítmica para lograr una bifurcación que no se pueda anticipar acorde con la lógica del paradigma dominante o con los algoritmos.
Como ya sabemos, para Stiegler, Google es entrópico ya que esencialmente divide a la diversidad o define la naturaleza de la posibilidad en sí misma. Por ejemplo, a pesar de la “increíble capacidad lingüística” de Google, para Stiegler, éste genera un proceso de entropía en el lenguaje. Ése es el resultado por el cual Google está efectivamente “destruyendo el lenguaje” (Feenberg y Stiegler 2017). En la farmacología positiva de Stiegler existe una preocupación por los procesos de subjetivación y la producción de conocimiento en términos de la imposibilidad de controlar las redes de comunicación digitales. En sus palabras se trata de nuevas políticas de producción digital, una nueva arquitectura para contrarrestar la proletarización del conocimiento, la lucha contra la “masificación y la cretinización” mediante la producción de lo que excede al cálculo (Stiegler, 2018b), cuestión que se ha hecho mucho más evidente en tiempos de confinamiento. Su planteo es que las bifurcaciones impredecibles pueden enriquecer al conocimiento, volviéndolo más complejo. La bifurcación es una cuestión de cuidado, de un “coraje improbable” (Ross, 2017, p. 23). Para Stiegler es esencialmente un desafío de adulteración, una razón basada en la instrumentación (no-conocimiento o anti-conocimiento) para criticar la destrucción del conocimiento absoluto. Su principio neguentrópico es una estrategia de diferenciación y diversidad mientras que afirma la reconstrucción de la facultad de la razón que ha sido devastada por las operaciones de los grandes archivos de datos (Big Data).

Cuidar, la curaduría, es transindividuar

¿Cómo podemos enriquecer la relación con el “Tercer Mundo” [le troisième monde] del que habla Popper y que, en la jerga de Stiegler, se puede llamar bifurcación neguentrópica o sistema abierto? Stiegler (2020b) habla de su vida de preso como una vida de transformación, un pasaje de la crisis a la creación, una época y un camino a la sublimación. Escribe en Le Monde (2020b): “El confinamiento (por razones de encarcelamiento, salud o durante una guerra) es una especie de patología social y cuando es necesario, tenemos que esforzarnos por convertirlo en libertad para crear una experiencia -la cual puede brindarnos sorpresas extraordinarias resistiendo a la posibilidad salvadora de la bifurcación y generando lo que Canguilhem llama normatividad - que es la invención de una nueva forma de vida”. Continúa diciendo que durante la época de confinamiento, la crisis es una oportunidad; una oportunidad para “la revalorización del silencio, de los ritmos que nos damos más que para aquellos a los que nos doblegamos, de práctica parsimoniosas y razonadas de los medios de comunicación y de todo eso que viniendo desde afuera, distrae al ser humano del ser humano mismo”.  Este es el mensaje que debemos transmitirles a nuestros estudiantes y colegas.
En tiempos de confinamiento, en la experiencia del confinamiento, la pregunta es cómo vivir después de que la pandemia haya disminuido; ésa es una cuestión apremiante. Stiegler pregunta qué es lo que podrá emerger de la desesperación, y sugiere que aún permanece la posibilidad de un nuevo conocimiento neguentrópico, una forma “sublime” de energía: “La desesperación es también una experiencia de la cual se puede aprender mucho… siempre y cuando podamos cuidarla; en ciertas circunstancias se transforma en una forma sublime de energía” (Stiegler, 2020b, s/n).
Reconozco esa misma pregunta sobre la curaduría también en el sentido pedagógico de Deleuze. El rol del maestro en el entorno tecnológico no es entregarse completamente a la influencia de la tecnología, sino de co-crear y de co-corromper a la juventud hacia el conocimiento, de compartir con los jóvenes un viaje de conocimiento. Esto sería pasar de la disrupción a una co-ruptura y corrupción; una irrupción de significado en la dirsrupción misma del significado. Aquí podemos traer el concepto de transformación de Deleuze acorde con el planteamiento de Yue y Peters:

Alguien podría considerar a la corrupción como en un estado de tensión por no existir ni en una cosa ni la otra, sino más bien, por existir en el estado de transformación deleuziano. Esta es la cuestión actual, cercana a la ruptura constante como tensión que permite tanto a la corrupción y el no-corrupto llegar al ser. En este aspecto, la corrupción se hace más o menos un phármakon… es un estado que está constantemente muriendo y resucitando. (Yue y Peters 2020, pp. 450-451)

En Diferencia y Repetición (1994, p. 23, 35), Deleuze plantea: “No aprendemos nada de aquellos que nos dicen: “haz lo que hago”. Nuestros únicos maestros son aquellos que nos dicen “hazlo conmigo” y que son capaces de emitir señales para ser desarrollados en la heterogeneidad más que proponer que reproduzcamos gestos”. Aún así, existen peligros para esta corrupción. Badiou nota aquí un Deleuze más cauto y escéptico:

Y temenos que agregar que Deleuze, más que ningún otro, era más susceptible a la vocación por la filosofía que, desde el Juicio de Sócrates, consistió notoriamente en la corrupción de la juventud. Esto significa que debe quitarse a la juventud de aquellos lugares y proposiciones que cada polis pre-moldea en pos de asegurar su sucesión. Pero, como todos sabemos gracias a la propia experiencia, es un tema delicado asegurar que no sea por el lado equivocado de una obre que esa corrupción surta efecto y, por consiguiente, se convierta en su opuesto: el cinismo. Allí existe, de hecho, un cinismo deleuziano; polos opuestos de la sobriedad y el ascetismo del Maestro (Badiou y Deleuze, 2006, p. 95). 


Corral de los muertos 2 - tríptico-, acrílico. Marta Arangoa

Mi objetivo central en este manuscrito ha sido analizar la naturaleza de la dimensión de la intermediación (Vermittlung), la función de andamiaje mediador del maestro viviendo y trabajando en tiempos de confinamiento (Vygotsky, 1978). Cuestión que asume el compromiso de vincular su sentido con los conceptos de “economía de contribución” y “Sistema global mnemotécnico” en la filosofía de la farmacología de Stiegler. Mi punto aquí es que la mediación de un maestro sigue siendo clave funcional en la producción de conocimiento/información en la curaduría del conocimiento como tal. Sin la acción del maestro, experto indispensable en conocimiento/información, se arrastra a los estudiantes al caos de la información sin conocimiento. En este sentido, y en consonancia con la pedagogía de Celestin Freinet, (Bradley, 2012), el maestro debe actuar como un tamiz, como mediador vital entre los estudiantes y la producción de conocimiento/información. En la era del “Cerebro Mundial”, el rol del maestro, el mediador por excelencia, es crucial reorientar, guiar, dirigir, cuidar y preservar para impedir el error y la estupidez en aumento de los estudiantes. Debe darse para crear nuevos instrumentos neguentrópicos que puedan reactivar el “tercer objeto mediador” (Bradley, 2012) y poner a trabajar la “economía de contribución”. Vis-a vis el rol del maestro en nuestro entorno contemporáneo saturado por medios donde se produce más y más información precisamente sin conocimiento, es necesario un ejercicio de metamodelización para configurar nuevos paradigmas de pensamiento y para responder a la proletarización del conocimiento y a la crisis global en educación. Si el conocimiento neguentrópico significa algo, ese algo debe tener que ver con la experimentación y, en efecto, con la construcción de herramientas para co-crear, curar y cuidad. La resistencia al impedimiento de la formación de la Bildung es una cuestión de curación, de cura y de cuidado del conocimiento. Se da para curar un archivo de conocimiento y para guiar a aquellos que están a punto de entrar en él (Pogačar, 2016, p. 63) de entrar a un mundo nuevo, al futuro, fuera del confinamiento, del retiro, del aislamiento, de la cuarentena y de la soledad del presente.

 

Referencias bibliográficas

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Recibido: 2020-11-01
Revisado: 2020-12-07
Aceptado: 2020-12-07