DOI: https://dx.doi.org/10.19137/praxiseducativa-2020-240316


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RESEÑA CRÍTICA

 

¿Para que servimos los pedagogos? El valor de la educación, Santos Guerra, M. A., Los Libros de la Catarata, Madrid, 2020, 200 pp.

 

Ingenieros del alma: esta metáfora es la premisa o idea rectora que hilvana la figura de los pedagogos a lo largo de toda la obra. Desde las primeras líneas (Introducción), Santos Guerra caracteriza esta idea que fue desarrollada en su blog El Adarve (2017). El autor se vale de comparar las profesiones de pedagogo e ingeniero pues, para él, ambos quehaceres conjugan el arte y la ciencia a la hora de tomar decisiones. Lo que diferencia, en sustancia, un quehacer del otro es que el ingeniero del alma se mejora y se transforma actuando con las personas, los aprendices. Sin embargo, quienes ejercen la pedagogía se diferencian en que los datos de los que se parte para ofrecer orientaciones para el aprendizaje de las ideas, el desarrollo emocional y las actuaciones morales son inconexos e incompletos.
Para entender esta premisa es necesario profundizar en el Capítulo 2 (El concepto de pedagogía), pues nos permite comprender los supuestos subyacentes en que Santos Guerra se apoya. Aquí resignifica la noción de pedagogía como arte, técnica y ciencia desde los aportes de Nassif (1977). La considera un arte porque la actividad educativa es una creación continua que, para lograr resultados, necesita de procedimientos (técnica) con reflexión problematizadora y conocimiento sistemático de los hechos (ciencia).
El Prólogo (La relevancia de la pedagogía educativa en escenarios de complejidad. Cambio e incertidumbre) fue redactado por Ángel Pérez Gómez, quien está ligado con el autor en el convencimiento sustancial de que la educación contribuye al desarrollo singular y autónomo de todos y cada uno de los estudiantes. En este sentido, es clara la posición que asumen desde la pedagogía, opuesta al adoctrinamiento impuesto por el mundo capitalista en las premisas educativas y gramática escolar con perspectiva normativizadora.
La obra está organizada en once capítulos con la inclusión de breves relatos o sucesos ejemplificadores (anecdotario) que los conectan con las potentes ideas vertidas.
Los planteos del libro se pueden agrupar de la siguiente manera: construcción de significados en la diferenciación entre las nociones de: educación, instrucción, socialización y adoctrinamiento; pedagogo, maestro o profesor. Estos conceptos los trata en el Capítulo 1 (Disquisiciones lingüísticas imprescindibles). Se rescata la siguiente definición:

El concepto de educación tiene, a mi juicio, dos componentes fundamentales. Uno es de naturaleza crítica y el otro de naturaleza ética. El primero consiste en la capacidad de analizar críticamente la realidad, de discernir cuáles son las causas y los efectos de lo que sucede en la sociedad y en la propia vida. En definitiva, en pasar de una mentalidad ingenua a una crítica, como sostenía Paulo Freire. El segundo componente es de carácter ético. No hay educación sin valores (p.32).

Avanzando en la lectura, plantea los escenarios en los que se desarrolla la pedagogía. El Capítulo 3 (La escuela, escenario fundamental de la educación) detalla las tres obligaciones básicas de la misma: desarrollar la solidaridad y el respeto al otro, facilitar herramientas para hacer el mundo inteligible y acertado y pleno desarrollo emocional. Recupera las ideas de autores como Perrenoud, Von Hentig, Jurjo Torres y Fernández Enguita, entre otros.
En el Capítulo 4 (La tarea de la educación), refuerza la idea rectora planteada en la Introducción retomando el componente ético y transformador de la sociedad que tiene la educación —que es la gran tarea del pedagogo—. Recurre al pensamiento de Merieu (2001):

La tarea de la educación es intrínsecamente optimista, ya que parte de este presupuesto básico: el ser humano puede aprender y puede mejorar. La educabilidad se rompe en el momento en que pensamos que el otro no puede aprender y que nosotros no podemos ayudarle a conseguirlo. (p.95)

Transcurriendo el recorrido de la obra, los sucesivos capítulos realizan planteos concretos, como ser: los motivos de elección del ser pedagogo que se detallan en el Capítulo 5, las cincuenta salidas profesionales contemporáneas —en el Capítulo 6—: ámbito familiar, laboral, orientación psicopedagógica en las universidades, formación de tutores, escuela para padres, aulas itinerantes, consultoría ONG, peritaje judicial, etc. El Capítulo 7 —Los contextos de la acción pedagógica— analiza los entornos digitales, liberales e institucionales, entre otros. Santos Guerra siempre alude a la exigente tarea del pedagogo, el preguntarse el porqué del quehacer y tener en claro que este quehacer trabaja con personas. También afirma que es necesario “Aumentar las exigencias de acceso —a las universidades— y establecer controles eficaces sobre la competencia profesional” (p.117).
En el Capítulo 8 (El camino de la mejora), critica el modelo de la racionalidad técnica aplicado a la formación continua, proponiendo un modelo de racionalidad práctica que llama “el pedagogo como investigador” (p. 184), protagonista que se potencia con una voluntad colectiva, dialogando con otros profesionales como facilitadores. La propuesta se basa en: interrogarse, compartir, investigar, comprender, decidir, escribir, difundir, debatir, comprometerse y exigir. Advierte sobre las dificultades para la mejora (Capítulo 9) centradas en conflictos institucionales — como directivos o autoridades tóxicas, la burocracia, la meritocracia, etc. —y personales —como el desaliento o el pesimismo, entre otros—. En esta línea, en el Capítulo 10 (Sin autocrítica y apertura a la crítica no hay mejora), invita a arriesgarse al error, a ser abiertos y a poner en tela de juicio lo que se hace.
El Capítulo 11 (Consideraciones finales) invita a profundizar cada uno de los temas que fueron tratados en este libro, no alejados —a su decir— de algunas utopías. Convoca a estudiar, perfeccionarse y aprender permanentemente, pues:

Diré que orientar, ayudar, tutorizar, sanar, prevenir, evaluar… son formas no solo de ganarse la vida sino de ganar la vida de los otros. Para ello hay que tener una sólida competencia, un aquilatado compromiso y un auténtico amor al prójimo. (p. 227)

Este último capítulo retoma la idea que se abrió en la Introducción: anudar la mirada disciplinar con el componente ético, afirmando que jamás pueden escindirse una de la otra. Se destaca el Epílogo, pues fue escrito en un acto colectivo de colaboración con estudiantes de Ciencias de la Educación de la Universidad de Málaga, quienes vierten sus motivos por los que quieren alcanzar la titulación de grado en pedagogía.
Resumiendo, este reciente libro del destacado catedrático español Miguel Ángel Santos Guerra plantea un recorrido que nos va llevando a interesantes reflexiones al reunir una serie de profundas ideas sobre el conocimiento pedagógico, con detenidos análisis sobre la educación y, principalmente, sobre la educación que se piensa y planifica desde las escuelas, institutos y universidades. La pedagogía —y los pedagogos— tenemos el actual desafío de analizar los nuevos escenarios y buscar posibilidades para que el proceso educativo se desarrolle. La lectura de esta obra propicia la reflexión sobre la ciencia de la educación y su implicancia como ciencia social para tomar decisiones sobre la enseñanza, la relación docente-alumnos, la reorganización de los contenidos, la inclusión de lo digital, la redefinición de la comunicación y otros tantos componentes de la práctica educativa.
Si bien Santos Guerra afirma que el destinatario de este libro es el público en general, su lectura en cursos o trayectos formativos especializados es un estímulo para indagar en la obra del autor, de otros referentes mencionados en el escrito y de integrar conocimientos sobre la pedagogía.

 

Referencias

Merieu, P. (2001). La opción de educar. Ética y pedagogía. Octaedro.

Nassif, R. (1978). Pedagogía General. Kapelusz.

Pérez Gómez, A. (2012). Educarse en la era digital. Morata.

Santos Guerra, M. A. (24 de junio de 2017). Ingenieros del alma [Mensaje en un blog]. https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2017/06/24/ingenieros-del-alma/.