DOI: https://dx.doi.org/10.19137/praxiseducativa-2020-240310


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ARTÍCULOS

 

Grupos de escritura, vínculos y afectividad en el nivel de posgrado

Writing groups, social bonds and affectivity at the postgraduate level

Grupos de escritura, vínculos e afetividade no nível de pós-graduação

 

Laura Marina Colombo
CONICET. Universidad de Buenos Aires, Instituto de Lingüística, Facultad de Filosofía y Letras. Argentina
laura.colombo@conicet.gov.ar
ORCID 0000-0001-6026-4436

Daniela Silvana Bruno
CONICET. Universidad de Buenos Aires, Instituto de Investigaciones en Ciencias Sociales de América Latina,
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Argentina.
dsbruno@psi.uba.ar
ORCID 0000-0003-0116-8166

Verónica Soledad Silva
Universidad Nacional de General Sarmiento, ISPEI S. Eccleston, Argentina
veronica.silva087@gmail.com
ORCID 0000-0002-1016-2041

 

Resumen: Este artículo tiene por objetivo compartir una experiencia de escritura en el posgrado para poner en relevancia los grupos entre pares y la afectividad que allí acontece en el proceso de elaboración de una tesis doctoral. Consideramos que los vínculos construidos en estos espacios favorecen la escritura, en tanto ofrecen sostén emocional y académico. Partimos de un diagnóstico de situación que deja en evidencia la baja tasa de tesis terminadas en el nivel de posgrado. Creemos que una posible línea de interpretación de este problema es que la labor académica suele asociarse con una actividad exclusivamente individual. Por último, consideramos que apostar a los grupos de escritura es también pensar otros modos de habitar el recorrido por la vida académica, donde se da lugar a experiencias profesionales que favorecen el encuentro con el otro y el respeto por los procesos y producciones de cada integrante.

Palabras claves: Doctorado; Maestría; Círculos de escritura; Vínculos.

Abstract: The objective of this work is to share an academic writing experience at the postgraduate level to bring to light the importance that peer groups and emotions play in the dissertation writing process. We consider that the bonds that are constructed in these groups improve academic writing since they offer emotional and academic support. Taking into account the problem of low graduation rates at the postgraduate level, we believe that a possible explanation is that academic work is mostly associated with an individual activity. We conclude that encouraging initiatives such as the writing groups equals to start thinking and embodying other academic trajectories, where experiences that celebrate and embrace peer work become a key component of new ways of becoming a researcher.

Key words: Doctorate; Master’s; Writing circles; Social relations.

Resumo: Este artigo tem como objetivo compartilhar uma experiência de escritura em pós-graduação para dar importância aos grupos de pares e à afetividade que ocorre no processo de elaboração de uma tese de doutoramento. Consideramos que os vínculos constituídos nesses espaços favorecem a escritura já que oferecem um sustento emocional e acadêmico. Partimos de um diagnóstico de situação que põe em evidencia a baixa taxa de teses finalizadas no nível de pós-graduação. Acreditamos que uma possível linha de interpretação deste problema é que o trabalho acadêmico costuma associar-se com uma atividade exclusivamente individual. Por último, consideramos que apostar por grupos de escritura é também pensar outros modelos de habitar o percurso da vida acadêmica, onde há lugar para as experiências profissionais que favorecem o encontro com o outro e o respeito pelos processos de produções de cada integrante.

Palavras-chave: Doutoramento; Maestria; Círculos de escritura; Vínculos.

 

Introducción

Son las 23.30 afuera es de noche, aquí adentro en esta habitación plagada de papeles, papelitos, anotaciones y libros desparramados me espera la más absoluta soledad. Frente a mí, el monitor de la computadora me acusa con su luz titilante, la hoja en blanco aparece llena de frases cortadas, párrafos inconexos y colores. Otra vez la misma historia: el capítulo de la tesis sigue sin escribirse y yo todavía acá sin saber para dónde salir corriendo.
La escena del párrafo anterior, por más que ficticia, seguramente es compartida por quienes se han visto en la situación de tener que escribir su tesis. De un tesista y becario1 doctoral se esperan muchas cosas, entre ellas que escriba, escriba y escriba como si la escritura brotara espontáneamente del monitor, pero no siempre sucede. Este artículo tiene por objetivo analizar una iniciativa orientada a propiciar el avance de la escritura de la tesis de posgrado: los grupos de escritura. Específicamente, analizamos la importancia de los vínculos que se tejen al interior de estos grupos y que contribuyen a avanzar en el proceso escritural al formar una trama grupal que favorece el sostenimiento de la tarea.
Ahora bien, ¿qué son los grupos de escritura? Básicamente, consisten en gente que se reúne a compartir borradores (Gere, 1987). En algunos grupos, los participantes escriben en forma conjunta (realizan escritura colaborativa), mientras que en otros escriben en forma individual (cada cual escribe su propio texto), pero realizan revisiones colectivas. Los grupos de escritura abordados en este trabajo pertenecen al último tipo.
La base para poder inaugurar estos grupos estuvo dada por un seminario doctoral dictado en 2013-2014. Este espacio curricular formó parte de la oferta académica de un doctorado en una universidad argentina. El objetivo del seminario fue trabajar sobre las prácticas de escritura de tesistas doctorales con base en borradores sucesivos y actividades de revisión entre pares. A partir de dicha experiencia y como proyecto de investigación de una de las docentes, surgió la propuesta de conformar grupos de revisión entre pares. Estos estarían orientados a trabajar sobre avances de las tesis doctorales de los participantes.
Así, en el 2015, se inauguraron tres grupos de escritura con sede de trabajo en un Instituto de Investigación de la mencionada universidad nacional. En algunas ocasiones, las reuniones se sostuvieron en la casa de algún integrante o en cafés. Cada grupo contaba con tres participantes de procedencia disciplinar diversa, cuidando que, a su vez, no compartieran los mismos equipos de investigación.
Estos grupos de escritura se caracterizaban por un conjunto de pautas para su funcionamiento. En primer lugar, se proponía acordar conjuntamente una fecha de entrega de borrador. En cada envío (vía correo electrónico) el autor debía confeccionar un índice (real o imaginario) para que los lectores pudieran contextualizar el texto. A su vez, precisaba explicitar el público hacia el cual estaba dirigido el texto y también incluir especificaciones acerca de aquellos aspectos sobre los que quería recibir retroalimentación tales como cuestiones de estructura y claridad en la exposición de ideas centrales. Aquí, un aspecto que se consideraba es que el quehacer del autor no podía separarse de las emociones que se encontraban inmersas en el proceso de escritura. En este sentido, se buscaba en estos grupos que quien presentara un escrito no sintiera vergüenza o inseguridad de mostrarse o de quedar expuesto frente a los otros. Para ello, se prestaba especial atención a cómo se realizaban los comentarios.
Quienes comentaban el borrador debían seguir algunos lineamientos orientados a fomentar intercambios que ayudaran a revisar el texto desde un posicionamiento no normativo. Así, se sugería no utilizar imperativos o frases impersonales, sino ofrecer opiniones fundamentadas. Todo esto bajo el supuesto de que los textos no debían ser corregidos, sino comentados, para que los autores pudieran seguir trabajando sobre ellos a fin de mejorarlos. También, en esta línea de comentar en lugar de corregir, se consideraba importante que el lector pudiera rescatar algo positivo del borrador y ofrecer, así, preguntas y sensaciones que había experimentado, tratando de explicar qué le gustaba y por qué y, si era necesario, sugerir cambios. A su vez, se alentaba a realizar una devolución global sobre todo el texto y, también, comentarios por cada párrafo. Luego del intercambio vía email, se realizaba un encuentro presencial donde se discutían tanto el texto como la retroalimentación recibida. Se intentaba sostener estos encuentros con una frecuencia quincenal. De este modo, los grupos estuvieron funcionando durante aproximadamente tres años con algunos cambios en cuanto a sus participantes y la mayoría de quienes hemos sido parte de ellos finalizamos la escritura de nuestras tesis doctorales.
El clima de trabajo que se generaba en este espacio era de respeto, ya que los lectores se colocaban en el lugar de facilitador que aporta y enriquece, sin posicionarse desde un rol de evaluador. Esto generaba un espacio de intimidad entre escritores y revisores que se iba retroalimentando en ese ida y vuelta de la comunicación y la interacción con otros. Así, los grupos de escritura constituían potenciales ámbitos de aprendizaje y de intercambio gracias a las devoluciones y comentarios que se hacían entre pares. La voz de los lectores se sumergía y buceaba en los escritos, ya que se tenía en cuenta el pedido específico de cada autor, pero sin dejar de dar perspectivas distintas, ya fuere tanto para las cuestiones de contenido y de sentido como para los aspectos metodológicos.
Un factor importante que favoreció la continuidad de los grupos de escritura consistió en que la mayoría de los participantes pertenecían al mismo Instituto de Investigación. Atribuimos esto al hecho de que la voluntad política de las entonces autoridades del lugar promovían intercambios entre los becarios de investigación, por ejemplo, en el formato de ateneo.2 A su vez, otra de las condiciones institucionales que facilitaron el sostenimiento de los grupos de escritura fue que los participantes eran becarios de investigación y su lugar de trabajo se nucleaba en el ya mencionado Instituto, razón por la que asistían asiduamente a este espacio. De esta forma, su pertenencia y adscripción institucional posibilitó generar una identidad compartida y un sentimiento de identificación como investigadores en formación. Ahora bien, el hecho de formar parte de una institución y atender en forma continua a un lugar, si bien creemos que propicia, no asegura la consolidación de vínculos que faciliten atravesar el proceso de escritura de la tesis.
En el presente artículo, intentamos dar explicación a aquello que nos resultó enriquecedor de los grupos de escritura para nuestras trayectorias investigativas, poniendo en diálogo ideas teóricas provenientes de nuestras diferentes disciplinas de origen (Ciencias de la Educación, Psicología y Sociología). En este sentido, recurrimos a autores que, desde una perspectiva psicosocial, nos permitieron analizar lo que sucedía en estos grupos más allá de una visión centrada exclusivamente en lo pedagógico ya presentada en trabajos anteriores (Allen, 2019; Brooks-Gillieset al., 2020; Colombo, 2013).
En primer lugar, nos pareció pertinente el concepto de representaciones sociales en tanto se las define como sistemas de valores, ideas y prácticas que posibilitan la comunicación entre los miembros de un grupo social sobre los fenómenos de su vida cotidiana y el modo en que los comprenden (Moscovici, 1979; Moscovici, 2001). Así, al indagar las representaciones sociales, se aborda el vínculo entre una dinámica psíquica y otra social, esto es, la interdependencia entre el funcionamiento mental del individuo, la sociedad y el contexto (Moscovici, 1988; Pérez, 2004). Esto, en el caso de los grupos de escritura que analizamos, podría pensarse en tanto la representación social del investigador se vincula con la imagen de un sujeto seguro de sí y que no tiene vacilaciones. En este sentido, nos parece interesante señalar la problemática que supone esta imagen, ya que implicaría no comprender el proceso que es necesario recorrer para convertirse en “investigador”. En el caso de los grupos de escritura, observamos que permiten a sus miembros aprender a escribir, pero también adquirir cierto saber-hacer propio de la labor investigativa.
En segundo lugar, las representaciones sociales que se anudan a la imagen del investigador no sólo ocultan o invisibilizan el proceso arduo que lleva formarse como tal, sino que también lo hacen con los procesos afectivos implicados en la tarea. Nos referimos a que, en el mundo académico, queda poco lugar para “el no saber”, ya que se trata de un grupo social atravesado especialmente por los imperativos de la producción de conocimiento y la excelencia intelectual (Grant y Knowles, 2000). Sin embargo, los aportes de la sociología figuracional de Elias (1987, 2009) nos permiten poner de relieve la relación intrínseca entre estructura social y estructura emotiva. Según este autor, desde que el individuo nace se integra en una cultura que le impone cierta organización afectiva, por tanto, los rasgos emotivos de los sujetos tienen una génesis y una historia social. Las configuraciones sociales, las cadenas de interdependencia —de las que el individuo forma parte y lo van constituyendo como tal—, van moldeando aquellos sentimientos y prácticas deseables o indeseables. Así, hay emociones que es legítimo sentir y exteriorizar y otras que no gozan de esa legitimidad social (Kaplan y Silva, 2016). En ese sentido, consideramos que los grupos de escritura funcionan como ámbitos de intimidad que ofrecen espacios cuidados para la expresión de emociones vinculadas a la tarea del investigador tales como inseguridades, miedos y soledad.
A su vez, en el presente trabajo, pensamos la noción de grupo como campo de problemáticas (Fernandez, 2002) que no reproduce la dicotomía individuo/sociedad, sino que, por lo contrario, el grupo en tanto acontecimiento es entendido como ámbito de anudamientos y desnudamientos que se organizan en una cantidad restringida de personas. Estos anudamientos y desanudamientos implican un doble movimiento: investigar la especificidad de lo que en un grupo acontece y, al mismo tiempo, analizar el entramado de tal especificidad en inscripciones más abarcativas: institucionales, históricas, culturales. El análisis de lo grupal opera, así, en una doble tensión: el de la inscripción del grupo en la institución y el de la producción de efectos singulares, específicos en el grupo (Fernández, 2002). En el caso de los grupos de escritura, nos interesa destacar que los mismos expresan acontecimientos propios y singulares de esa grupalidad, que se encuentra atravesada por dimensiones institucionales y lógicas de funcionamientos del mundo académico que intentamos poner de manifiesto en este análisis.
En la próxima sección, abordamos en detalle qué sucedía al interior de estos grupos de escritura en cuanto al trabajo con los textos, los intercambios con los otros y la construcción del oficio del investigador. Para ello, partimos del análisis de nueve entrevistas en profundidad realizadas a los participantes de tres grupos de escritura que funcionaron del año 2015 al 2018. Estos datos los pusimos en diálogo con los marcos anteriormente mencionados.

Trabajar con los textos, con los otros y con uno: aprender el oficio de investigar

Generalmente, la investigación científica y la actividad académica están atravesadas por una mirada individualizante donde, en muchos casos, prima la competencia por la productividad y la exigencia o presión constante por publicar. Además, el proceso de evaluación que se realiza sobre el investigador recae, fundamentalmente, en la cantidad de artículos que tiene publicados en revistas científicas y en el prestigio de estas últimas. Por ejemplo, en Argentina se sabe informalmente el número de artículos que debe publicar quien pertenece a la carrera de investigador científico del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas para recibir una evaluación positiva de su labor.
En este sentido, nos parece ilustrativo tomar en consideración el planteo de Gómez Nashik iet al. (2014) con relación a que el oficio de investigador no consiste en una capacidad que se adquiere cursando exclusivamente un plan de estudios en un posgrado, sino que se alcanza en el ejercicio a través de la adquisición de normas, prácticas, habilidades y conocimientos diversos propios de la labor científica. Sin embargo, uno de los problemas que enfrentan los investigadores en formación es la ausencia de estrategias claras para comunicar, difundir y transmitir la producción académica (Gómez Nashiki et al., 2014), ya que se da por sentado que quien investiga sabe escribir. Esto se debe a que, en la formación en investigación, lo que se privilegia es tener conocimientos sobre el tema que se investiga (Gómez Nashiki et al., 2014), desestimando la enseñanza de la escritura. Como resultado, son pocos los espacios donde se enseñan las prácticas letradas relacionadas con las publicaciones científicas.
Precisamente a esta falta de espacios para aprender las prácticas letradas asociadas con la actividad investigativa es que apuntan los grupos de escritura, ya que, en ellos, sus miembros trabajan con proyectos de escritura reales, es decir, textos que se harán públicos en el ambiente académico (Colombo, 2013). De hecho, sus participantes reconocen que poder consultar con sus compañeros qué tipo de escritos producir como parte del trabajo del becario les resulta sumamente útil:

Debatir a veces sobre esos temas como “bueno, yo me quiero presentar en una revista pero también hay algo, me quiero presentar en un congreso, pero no sé”, ¿viste? como que hay cosas que quizás no tienen estrictamente que ver con el texto [se refiere al texto que se comenta en el grupo de escritura] sino con la labor académica del becario y que a veces no tenés muchas posibilidades de hablarlo esto. Porque cada uno hace medio como la suya, o hace lo que a tu director le interesa, pero no hay una cosa de repensarse a uno mismo como su rol de becario y a veces a qué lugares, aunque seamos de disciplinas distintas, “bueno, vos para dónde vas, a qué congresos”. Como que nos permitíamos a veces hablar de otras cosas, salir un poquito del texto y hablar más de, bueno, presentaciones a congresos, qué congresos se van a presentar. (Diana, comunicación personal, 7 de octubre de 2018)

Se comparten cuestiones que tienen que ver con la trayectoria. Suponete, no sé, seminarios de doctorado para hacer, desde o consejos, suponete, dónde puedo publicar, o qué congresos hay, ¿entendés? O novedades, digamos, que te podés enterar en el intercambio. (Pedro, comunicación personal, 10 de agosto de 2017)

Es decir, el trabajo con los textos que se da al interior de los grupos de escritura permite a sus miembros aprender a escribir, pero también adquirir cierto saber-hacer relacionado con el mundo de las publicaciones y el quehacer de los investigadores. De hecho, como ya mencionamos, se suele asociar la palabra “investigador” o “académico” con la imagen de una persona que sabe mucho y que está segura de sí. Esto no es casual: la construcción social de la imagen de la academia hunde sus raíces en esta representación que es producto de condiciones sociales, históricas y culturales específicas. Asimismo, el grupo social de pertenencia (en este caso, investigadores en formación) adquiere suma relevancia dado que es la base sobre la cual el sujeto comprende e interactúa con el mundo mediante su sistema de representaciones. Este último es generado en los procesos de comunicación (Wagner y Hayes, 2011), así como también en las experiencias sociales y los procesos de enseñanza recibidos y transmitidos (Jodelet, 1986; Moscovici, 2001).
De esta manera, esta imagen del investigador puede resultar obstaculizadora para los investigadores en formación si entra en conflicto con la imagen que tienen de sí mismos. Por el contrario, si estos investigadores en formación comparten su trabajo con otros, algo de ese proceso empieza a hacerse palpable y esto posibilita no solo el encuentro con la labor de investigación desde un plano más real y concreto, sino con uno mismo como investigador.
Así, los grupos de escritura representan una alternativa que permite andamiar la labor del investigador en formación, con una propuesta diferente a la que prima en el mundo académico: compartir el proceso escritural. En tal sentido, entendemos a los grupos de escritura como campos de problemáticas (Fernández, 2002), más que como objetos con bordes delimitados. Desde esta mirada, incluimos otras dimensiones externas que atraviesan los grupos (por ej., creencias, normas, valores, mandatos), es decir, que no funcionan como islas, sino que son permeados por dinámicas institucionales (horarios, jerarquías, reglas, lugares de autoridad, entre otros). En definitiva, los grupos poseen un anclaje institucional que configura los modos en que los participantes se relacionan entre sí.

Horizontalizar las relaciones y combatir la soledad

Además de aprender determinadas formas de ser y hacer en la academia, quienes participan de estos grupos señalan tres cuestiones como positivas para los investigadores en formación. La primera cuestión es que horizontalizan las relaciones entre sus miembros. A su vez, ofrecen sostenes subjetivos y facilitan el contacto con redes sociales relacionadas con la actividad académico-investigativa. Esto último brinda acceso a información y recursos que de otra manera no estarían disponibles para los investigadores en formación. Finalmente, gracias a que atentan contra una lógica individualista y solitaria, los grupos de escritura permiten combatir la sensación de soledad que muchas veces aqueja a los tesistas. A continuación, elaboramos cada una de estas ventajas.
En primer lugar, la participación en grupos de escritura parece promover en sus miembros el querer trascender la jerarquía propia de las relaciones que se traman en el mundo académico. Así, la labor que se da en los grupos, en tanto idea de círculo, de mesa redonda donde se comentan los textos, facilita los diálogos entre pares, por lo que se horizontalizan las relaciones entre sus miembros. Como señala Fernández (2002), "Esta forma [circular] tan característica connota algo que trasciende el espacio mismo, (...) implica, en realidad, una particular estructuración de los intercambios entre los integrantes” (p.31). Esto se diferencia de las conversaciones que, por lo general, se dan al interior de los equipos de investigación donde suele primar la voz del director por sobre las demás. De hecho, una de las participantes de los grupos de escritura hizo evidente la relación asimétrica entre directores y tesistas y cómo esta influye en la forma de dar y recibir comentarios de borradores:

Quizás estaría bueno que los directores de tesis puedan hacer grupos entre ellos y leerse con sus propios pares, para poder devolver cosas con más contenido, a veces siento que algunas devoluciones de pares me sirven más que las del director, ojo, la mirada del director es central, pero a veces se complica el intercambio genuino. (Claudia, comunicación personal, 8 de octubre de 2018)

En forma similar, otra participante diferenció el tipo de retroalimentación recibida en su grupo de escritura de las situaciones que, según ella, suelen vivenciarse en eventos académicos:

Entonces nunca tuvimos [ella y sus compañeras del grupo de escritura] como esa instancia de, de no sé, de que te critiquen algo y alguien se sienta mal. No, siempre fue como muy en confianza [el trabajo al interior del grupo de escritura], entonces no sé si eso fue particularmente por nosotras o si fue también porque cuando nos reunimos antes de empezar lo dijiste particularmente [se refiere a las pautas para comentar textos dadas por la coordinadora de los grupos de escritura], pero hubo ahí una cuestión bien de grupo y de pares que saldó como esa cuestión que en la academia se da un montón. Hoy cualquiera que te viene a criticar un texto no sé, en una jornada, hay una especie de tensión siempre, pero sin embargo ahí, no pasó. (María, comunicación personal, 8 octubre de 2018) En efecto, al parecer la horizontalidad de los vínculos es lo que permite “intercambios genuinos” o conversaciones sinceras que, además de ayudar a mejorar los escritos, empoderan a quienes participan de los grupos de escritura (Colombo, 2013; Colombo y Carlino, 2015). Esto se da gracias a que estos espacios funcionan como sostenes subjetivos de la tarea investigativa. Así, gracias a la consolidación de los lazos emocionales, los participantes se proveen de un código común que favorece una sensibilidad compartida (Elias y Scotson, 2016), una intimidad emocional, donde la confianza construida es uno de los pivotes que anuda el trabajo. Lo afirmado por Ana ilustra esto: El hecho de ellos [se refiere a sus compañeros de grupo de escritura] saber que no es sólo una cuestión de lo que estás escribiendo para la tesis sino de lo que te está pasando, de cómo la estás pasando, de cómo es la relación con tu director, no sé, si te estás trabando en algo. Todas esas cosas que son las que muchas veces se charlan [en la reunión del grupo de escritura] cuando termina el trabajo de revisión del texto. (Ana, comunicación personal, 10 de agosto de 2017)

Además de ofrecer sostenes subjetivos, los grupos de escritura facilitan el contacto con redes sociales relacionadas con la actividad académico-investigativa, lo cual permite acceder a información y recursos que de otra manera no estarían disponibles para los investigadores en formación. Juan fue uno de los entrevistados que señaló este aspecto:

Porque a partir de esos pequeños núcleos es como que se extiende esa onda expansiva de trabajar juntos, digamos, de que se arme equipo y esas cosas. Que no sé si se daría de otro modo, de un modo tan global [...] Creo que los grupos de escritura impulsan eso de trazar líneas por fuera de los propios grupos de investigación, digamos. Y allí se generan los vínculos, que son vínculos de investigación, pero que después trascienden eso y que es lo que me parece más importante. Sí, sí, o sea, se han generado, creo yo que en parte siguiendo el modelo —en el nuevo sentido el modelo de— de los grupos de escritura, se han generado grupos de autoayuda, digamos, para ser crueles, grupos de autoayuda de becarios, que han rescatado gente del abismo profundo [entrevistadora y entrevistado se ríen] y que creo que sostienen mucho la tarea cotidiana. (Juan, comunicación personal, 12 de agosto de 2017)

En esta cita, se menciona un “nuevo modelo” propiciado por los grupos de escritura. Este modelo, precisamente, es aquel que va en contra de la lógica verticalista e individualista de la academia y se relaciona con la ya mencionada mesa redonda. Este modus operandi, a su vez, habilita un lugar para compartir frustraciones e inseguridades, pero también logros y avances relacionados con la actividad escrituraria. Así, los grupos de escritura funcionan como un espacio de resonancia donde los investigadores en formación descubren que no son los únicos que se sienten desafiados ante las exigencias individualistas de la práctica académica convencional.
De hecho, esta idea de que los grupos de escritura atentan contra la lógica individualista de la academia se ve reforzada por el hecho de que la mayoría de los participantes declararon sentir que en ellos encontraban un lugar donde combatir la soledad del tesista. En efecto, Ana, declaró que, para ella, encontrarse con otros “le saca, un poco esto de lo solitario del trabajo”. En la misma línea, Juan mencionó que:

La queja constante del becario es la soledad, la incertidumbre, un montón de cosas que el grupo de escritura ayuda mucho a estructurar. Digo, yendo más allá de específicamente saberes requeridos, prácticas, ehm, también es un, hay una demanda del colectivo de becarios de espacios como este, pero como mucha de las demandas, libradas al libre albedrío de los demandantes, no se concreta. (Ana, comunicación personal, 10 de agosto de 2017)

Al igual que Juan, María opinó que los grupos de escritura constituían una herramienta que “debería haber, ya que hace a que no estemos tan solos y solas los becarios”. Esta sensación de soledad, al parecer, se ve acentuada por lo laborioso y largo del proceso de tesis, tal como María siguió explicando: “sí, hay una cuestión del proceso. Entonces ahí es donde estamos solos. Todo el mundo está esperando que entregues la tesis, pero el proceso para llegar ahí lo hacés solo” (María, comunicación personal, 8 de octubre de 2018. De forma similar, Ana reforzó esta idea de que los grupos de escritura brindan un acompañamiento que apuntala a los tesistas a encarar la escritura de la tesis:

Porque aunque uno escribe solo en su casa o en el instituto, el sentir que uno está interlocutando con otro genera que cuando estás escribiendo no te sentís tan solo. Hay como algo de sentirse, aunque no esté ahí de presencia el revisor, está de alguna manera. No sé si se entiende. Creo que es eso. Que lo mejor es la compañía en el proceso, ¿no? sentirse acompañado en procesos tan solitarios como la escritura de la tesis. Creo que en la tesis se nota más porque es un proceso muy largo de escritura y que implica mucho esfuerzo. [...] saber que yo tenía eso ahí, era como un recurso permanente, no sé. Un gran recurso que uno tiene y al que recurre todo el tiempo. Entonces la escritura se hace menos solitaria inevitablemente. (Ana, comunicación personal, 10 de agosto de 2017)

Vale resaltar que este acompañamiento del proceso de tesis es posible gracias a la continuidad, a lo largo del tiempo, que tienen los grupos de escritura ya que no precisan atender la lógica cuatrimestral o anual que, por lo general, seminarios y talleres de tesis deben acatar al interior de los programas de posgrado.
En definitiva, consideramos que los atravesamientos institucionales que alimentan la mirada sobre la academia (eficacia, saber, individualismo) relegan la dimensión afectiva en la que se inscribe la labor profesional del investigador en formación, dejando por fuera la posibilidad de reflexionar críticamente acerca de lo que acontece a nivel emocional en los procesos de intercambio subjetivo que tienen lugar en los grupos de escritura. Como ya mencionamos, los lazos construidos en estos grupos son una suerte de sostén subjetivo que no solo ayuda a dar continuidad a la carrera académica, sino también a apaciguar el sentimiento de soledad muchas veces experimentado por doctorandos.

Conclusión

“Las prácticas grupales ofrecen antídotos
contra enfermedades individualistas”
(Percia, 2010)

En los apartados precedentes, hemos observado de qué modo, en el campo académico, prima una mirada individualizante sobre la labor científica, cuestión que es favorecida también por los mecanismos de evaluación de este trabajo que, la mayoría de las veces, privilegia aspectos de orden cuantitativo (cantidad de producciones, de congresos y presentaciones, etc.). Sumado a esto, consideramos que las representaciones sociales (Moscovici, 1961/1979, 2001) que se asocian al oficio del investigador pueden invisibilizar el proceso que es necesario atravesar para convertirse en “investigador”. Este proceso requiere espacios concretos para su ejercicio y, especialmente, pone de manifiesto la importancia del trabajo con los textos y con otros. Al respecto, encontramos que los grupos de escritura precisamente inauguran un espacio para la revisión conjunta de borradores donde también se tejen vínculos que hacen que sus participantes se encuentren entre sí y sostengan la tarea.
En efecto, el análisis de las entrevistas en profundidad realizadas a los participantes de tres grupos de escritura indica varios aspectos positivos asociados con la participación en este tipo de espacio. En primer lugar, estos grupos facilitan intercambios entre pares, por lo que dan lugar a conversaciones sinceras en lugar de intercambios agonales entre sus miembros. A su vez, ofrecen sostenes subjetivos y favorecen una sensibilidad compartida (Eliasy Scotson, 2016) que da sentido y anuda el trabajo investigativo a la vez que facilitan el acceso a recursos que de otra manera no estarían disponibles para los investigadores en formación. Finalmente, la intimidad que se entabla en torno a la tarea de comentar textos en forma sostenida a lo largo del tiempo también contribuye a desafiar la lógica individualista y solitaria que predomina en el ámbito académico, ayudando así a paliar la sensación de soledad que muchas veces aqueja a los tesistas.
Creemos que estos hallazgos van en línea con lo que marcan varios trabajos sobre el aprendizaje de las prácticas investigativas y escriturarias a nivel de posgrado en nuestro país: los investigadores en formación van adquiriendo progresivamente y junto con otros el oficio de investigar y las prácticas letradas ligadas a este (Colombo, 2013, Fernández Fastuca, 2018; Fernández Fastuca y Guevara, 2017). No obstante, nuestros resultados también ponen de manifiesto una dimensión no abordada por investigaciones anteriores: la importancia de la afectividad y los grupos de escritura en tanto espacios vinculares.
Con esto, no se propone considerar que todo lo que acontece en un grupo se basa en la afectividad que allí se despliega. Por el contrario, la intención es poner de relieve que en las relaciones intersubjetivas, además de realizarse intercambios teóricos, de análisis y reflexión de los textos, también se juegan procesos cargados de afectos, los cuales son indisociables de los intercambios intelectuales y pueden potenciar u obstaculizar la biografía académica de sus participantes.


Atardecer, técnica mixta. María José Pérez

 

En definitiva, al profundizar en lo que sucede al interior de los grupos de escritura encontramos que este tipo de espacio aporta no solo a la escritura de las tesis y artículos, sino también a la construcción de vínculos de sostén, escucha y respeto. Vínculos que al impactar el presente de un tesista podrían, a futuro, transformar un ámbito profesional caracterizado por exacerbar el individualismo, la competencia y la superproducción de escritos para abrir la posibilidad de encontrarse, valorar y respetar el proceso cada uno y del otro.

Notas

1 Dado que aún no hay un acuerdo acerca del uso lingüístico del “o/a” o de la “@” para denotar los géneros y tomando en cuenta las recientes recomendaciones al respecto de la Real Academia de la Lengua Española, en este texto se da por sentada la orientación hacia el logro de la equidad en materia de género y se usará solo el tradicional masculino como genérico a los fines de hacer más fluida la lectura.

2 Los ateneos consistían en un conjunto de encuentros entre los becarios del instituto a fin de fomentar la reflexión, el debate y el intercambio, mediante la exposición de sus producciones en curso (tesis de maestría, doctorado).

 

Bibliografía

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Recibido: 2020-06-08
Revisado: 2020-08-07
Aceptado: 2020-08-12