DOI: http://dx.doi.org/10.19137/els-2020-181810

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ARTÍCULOS

 

Representaciones sociales previas y las proyecciones futuras en las trayectorias estudiantiles de la carrera de Ciencias de la Comunicación (UBA)

Previous social representation and future effect on the students career at degree on Science of Comunication

 

Andrés Santos Sharpe
Instituto de Investigaciones Gino Germani, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos / Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina
andres.iss@gmail.com

 

Resumen: El artículo estudia las representaciones sociales sobre la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires y las transformaciones que dichas representaciones atraviesan a lo largo de la cursada en los estudiantes de la misma carrera. El objetivo es analizar cómo ello interviene en las trayectorias, en las tácticas de permanencia, en las decisiones estudiantiles y cómo es resignificada la carrera y la disciplina a partir de la experiencia estudiantil.
Para ello, se realizó un análisis institucional de la carrera de Ciencias de la Comunicación y entrevistas a jóvenes estudiantes del último año, pero diferenciados en género auto-percibido, orientación elegida de la carrera, clase social, lugar de procedencia y de residencia durante la carrera, y nivel educativo de los progenitores. A partir de allí se llevó a cabo un análisis biográfico en su modalidad de relatos de vida.
Las conclusiones dan cuenta de una homogeneidad en las representaciones previas sobre la carrera a pesar de la heterogeneidad de los entrevistados, así como de las transformaciones que sufren esas representaciones durante el tránsito por la carrera, las decisiones estudiantiles de ellas derivadas y qué elementos explican dichas transformaciones y decisiones.

Palabras clave: Universidad; Comunicación; Institución; Representación

Abstract: This paper is about the social representations on the career of Science of Communication at the University of Buenos Aires and the transformation  those representations go through during the period of studying. The aim of this paper is to analyze   how this intervenes in the student’s career, in their strategy to stay, in their decisions and how it gives a new meaning to their career and the discipline from the student experience.
For that purpose,  an institutional analysis of Science Communication degree was carried on and students’ interviews from the last year, differentiated by auto perception gender , orientation about the degree chosen, social class, origin and residence during the degree, and educational level of parents were analyzed. From there, it was carried out a biography analysis of life story.
The analysis explained that there is homogeneity in the previous representations about the degree despite the heterogeneity of the interviewees, as well as the transformations that those representations undergo during the degree, the students’ decisions about them and what elements explain those transformations and resolutions.

Keywords: University; Communication; Institution; Representation

Fecha de recepción: 16/07/2019/ Fecha de aceptación: 30/09/2019

 

Introducción

El presente artículo presenta los resultados de una investigación realizada en el marco de la Especialización en Docencia Universitaria de la Universidad Nacional de Tres de Febrero [UNTREF], en donde analizamos relatos de estudiantes del último año de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires [UBA] con el objeto de focalizar cuáles son las representaciones (Moscovici y Farr, 1984) sobre la carrera y sobre el futuro laboral que los sujetos tenían previo al ingreso a la carrera y cómo se vieron modificadas a partir de la experiencia estudiantil. Para ello este estudio analiza relatos de jóvenes en la carrera de Ciencias de la Comunicación.
El análisis de las representaciones previas se realiza a partir de la reconstrucción del entramado simbólico de la experiencia estudiantil (Dubet, 2010; Carli 2012) y del conocimiento disciplinar (Becher, 2001). Esta investigación permite leer, desde un presente, cómo las personas entrevistadas pensaban la carrera y la universidad en un pasado reciente y cómo modificaron esas representaciones a partir de su experiencia estudiantil. Se parte de la hipótesis que dichas representaciones tienen efectos performativos en el hacer cotidiano universitario.
A partir del objetivo general, el artículo se organiza de la siguiente manera: un primer apartado refiere brevemente un estado del arte focalizado en las investigaciones sobre representaciones sociales en la carrera de Ciencias de la Comunicación en Argentina. Recuperadas las investigaciones previas, el segundo apartado explica el camino teórico-metodológico que atraviesa la investigación.
En una tercera sección presentamos el análisis propiamente dicho, el cual se divide en dos apartados. En primer lugar, se presenta brevemente el contexto en el que desarrollamos la investigación, centralizando en algunas características generales de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA, su plan de estudios y su cultura institucional (Remedi, 2004).
Se realiza un breve análisis institucional de la carrera (Fernández, 1986) para identificar cuáles de aquellas características referidas intervienen en las decisiones tomadas por las y los estudiantes entrevistados, particularmente en lo referido a la continuación o no de sus estudios superiores.
En segundo lugar, se analiza la relación entre representaciones, experiencia estudiantil y aspectos decisionales en las trayectorias de los sujetos a la que accedemos a través de los relatos de vida (Bertaux, 1999; Kornblit, 2007; Meccia, 2016). Finalmente, se despliegan las conclusiones del análisis realizado.

Estado del arte y propuesta teórico-analítica

El artículo identifica y analiza aquellas representaciones sociales sobre la carrera de Ciencias de la Comunicación que impactan en el modo en que los y las estudiantes se vinculan con la universidad. Interesa diferenciar, asimismo, aquellas representaciones que son previas al ingreso a la carrera de aquellas que se producen a lo largo del tránsito por la universidad, para lo cual se realiza un análisis institucional.
En este sentido, la investigación está conformada por dos elementos principales: un análisis institucional y otro representacional. Estos dos aspectos se articulan para dar cuenta del choque entre las expectativas (moduladas por las representaciones sobre la carrera previas al ingreso) y la experiencia estudiantil, y cómo eso interviene en las trayectorias estudiantiles.

Representaciones sociales

A nivel teórico-conceptual, entendemos que las representaciones sociales construyen un sentido en el que se condensan y articulan múltiples enunciaciones e interpretaciones en relación a la carrera analizada. En muchos casos exceden a la presentación institucional que hacen la facultad y la universidad sobre sí mismas, y remite a un campo semántico más amplio que nos habla sobre la historia de la disciplina, sobre los mitos asociados a ella, sobre su prestigio acumulado, sobre su relación con el mercado laboral en función del contexto más amplio vinculado con la situación del país, la economía y los debates societales, y por supuesto en relación a la posición de quien experiencia dicha representación.
En el análisis, optamos por el concepto de representaciones en lugar de otros igualmente extendidos, tales como las nociones de “representaciones colectivas” en la tradición durkheimiana, o la de “imaginarios sociales” en base a la distinción que plantean Ruth Sautu, Paula Boniolo e Ignacia Perugorría (2007). Otras autoras como Silvia Piñero Ramírez (2008) aluden a estas dos aproximaciones analíticas como la tradición más sociológica, en el primer caso, y la de la psicología social en el segundo.
En la tradición sociológica, se destaca más contemporáneamente las articulaciones entre la teoría de las representaciones sociales con la perspectiva sociológica de Pierre Bourdieu. Bourdieu integra el concepto de las representaciones sociales como una forma de pensamiento producida en contextos específicos. En este sentido, para el sociólogo francés, las representaciones sociales se encuentran ligadas a la ubicación socioeconómica y cultural del agente o grupo social, pero al mismo tiempo dota de significado a la realidad social. En relación con el ámbito académico, Bourdieu (2008) da cuenta que una de las funciones de las representaciones sociales implica que las personas reconozcan y acepten la realidad social, integrándose a la posición social que le corresponde en función de sus esquemas de pensamiento, pero también:

éstos pueden sacar partido de la pluralidad de los principios de jerarquización y del débil grado de objetivación del capital simbólico para intentar imponer su visión y modificar, en la medida de su poder simbólico, su posición en el espacio al modificar la representación que los otros (y ellos mismos) pueden tener de esa posición (2008, p. 26).

En este sentido, según Bourdieu los agentes generan intercambios con su entorno social a través de representaciones y estrategias construidas en condiciones estructurales específicas (Bourdieu, 1997).
Por otro lado, según la tradición de la psicología social, según el estudio de Maricela Perera Pérez (2003), se pueden identificar tres corrientes en relación al concepto de representación social: la escuela de Ginebra con referentes como Willem Doise; el abordaje estructural liderada por Jean-Claude Abric; y la teoría de las representaciones sociales desarrollada por Denise Jodelet y Sergei Moscovici. Esta misma categorización de las escuelas es mencionada previamente por Celso Pereira de Sá (1998). Para el presente análisis, recuperamos la perspectiva de Moscovici, quien explica las representaciones sociales como estructuras dinámicas generadas por los sujetos sociales en la interacción social de la realidad en la cual éstos viven y que implica una producción y una elaboración de carácter social no impuestas externamente a la subjetividad (Moscovici y Farr, 1984, pp. 3-63).
Recurando la distinción entre ambas tradiciones teóricas respecto de la conceptualización de “representación social”, nuestro análisis parte de una lectura más vinculada con la tradición moscoviciana. Como diferencia principal, la tradición bourdieana de ubica dentro de lo que el propio autor llama “constructivismo estructuralista” (Bourdieu, 2000, pp. 127), en donde el punto de partida son datos iniciales que dan cuenta de la existencia de estructuras sociales, que tienen un sistema de relaciones objetivas que condiciona las prácticas y las representaciones de individuos.
Por otro lado, dentro de la psicología social, metodológicamente el abordaje de las representaciones sociales focaliza en el análisis de los discursos como medio de acceder al universo simbólico y significante de los sujetos, constituido y constituyente de la realidad social. Según Ivana Marková (1996, p. 163), “los sujetos son parte de un entorno social simbólico en el que viven las personas” con lo cual, en la reconstrucción de las actividades de los individuos por medio del lenguaje, el análisis permite simbolizar un “mundo estable” para los sujetos que los transforma, pero que al mismo tiempo esa representación sobre el propio entorno se reconfigura permanentemente “a través de las actividades de los individuos”.
De esta manera, encontramos en el concepto de representación social una noción que nos permite pensar un emergente central de las entrevistas realizadas: cómo las ideas previas respecto de la institución (universidad y facultad), pero principalmente respecto de la carrera y la disciplina, organizaban un conjunto de expectativas respecto de la futura experiencia universitaria, de cómo serán proyectos de vida asociados una vez finalizada la misma, al tiempo que generan también valoraciones sobre el modo en que se organiza y se enseña la disciplina en su forma institucionalizada (la carrera) y dan cuenta de construcciones simbólicas que las personas entrevistadas asociaron a la disciplina.

Análisis institucional

Paralelamente a las representaciones sociales, nos interesaba dar cuenta de la cultura institucional (Remedi, 2004) de la carrera y la facultad para ver cómo ésta intervenía en la modificación de las representaciones previas con las que llegaban los estudiantes. Por culturas institucionales Eduardo Remedi define “los modos de articulación entre una historia institucional, las prácticas institucionales que expresan en un espacio particular la historia de los sujetos, sus quehaceres cotidianos que posibilitan estudiarlos como lugares inestables de identificación” (2004, pp. 26-27) y las trayectorias, las acciones y las interacciones de los sujetos institucionales.
Partimos de la idea de que las instituciones seleccionadas para el análisis (la carrera de Ciencias de la Comunicación y la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA) comprenden distintas culturas institucionales las cuales analizamos a partir de la definición de Remedi referida previamente (2004, pp. 26-27).
Considerando el lugar desde el cual entendemos y analizamos a las instituciones, en este trabajo damos cuenta de cómo ciertas formas de organización, modos y prácticas sedimentadas en el hacer institucional (Remedi, 2004) intervienen en el modo en que los sujetos se representan la disciplina, conformando ciertos tipos de regulaciones.
La institucionalización de una disciplina en torno a un programa (es decir, su conformación como carrera) funda modos definidos de relación con los sujetos que la integran y conforman tipos específicos de subjetividades. Por ello, es necesario entender el proceso de conformación de cada carrera en tanto que el proceso de institucionalización porta las huellas de los contextos políticos y sociales en el que se creó y que en el presente se imbrican en los sujetos que participan de la institución.En ese marco, nos interesa principalmente analizar la significatividad de las pertenencias grupales e institucionales que el hablante “espontáneamente” vincula a un objeto social particular. Significa un acceso a las representaciones en concordancia con las prácticas cotidianas y sus contextos (Rodríguez, 2001, p. 85) revelando repertorios de motivos que configuran lógicas decisionales.

Metodología de la Investigación

Delimitado el problema de investigación en la introducción, los objetivos de investigación y la mirada teórico-conceptual sobre la cual se construyó el problema, en el presente apartado se define el camino metodológico.
En primer lugar, se presenta la delimitación de las personas que entrevistamos: cómo delimitamos el recorte empírico de la investigación (Flick, 2007, p. 78) y un abordaje metodológico en su modalidad de relatos de vida (Denzin, 1970; Bertaux, 1989; Meccia, 2016) como ventana de observación de las subjetividades universitarias.
El acceso a la trama de los relatos de estudiantes de la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA se realizó por vía de entrevistas abiertas en profundidad (Marradi, Archenti y Piovani, 2007, p. 218) con el objetivo principal de que las categorías sean aportadas por los mismos relatos y no definidas a priori por quien realiza la investigación. La enunciación de las experiencias se inserta en cierto contexto, temporal y espacial, circunscrito por intercambios comunicativos concretos. De esta manera, el relato articula la historia individual con la historia social (Bolívar, Domingo y Fernández, 2001).
En los itinerarios biográficos que obtuvimos a partir de las entrevistas, los sujetos tipifican sus experiencias estudiantiles, lo que nos habla de la inscripción de sus experiencias en el marco de situaciones sociales. De esta manera, se estima que la experiencia de los sujetos en su tránsito por la universidad permite reconstruir la heterogeneidad de las prácticas culturales individuales y colectivas que organizan las experiencias en marcos cada vez más diversos.
Este trabajo se propuso analizar las narrativas de jóvenes estudiantes de la carrera de Ciencias de la Comunicación, interrogándonos sobre cuáles eran sus expectativas iniciales, qué significó/a para ellos el tránsito por la carrera, los sentidos otorgados al estudio universitario y a sus expectativas futuras.
Partimos de la idea de que no es lo mismo indagar la experiencia universitaria en, por ejemplo, estudiantes “mayores” que en “jóvenes”, de aquellos con un Nivel Socio Económico alto que bajo, entre otras dimensiones. Cada uno de estos actores encarna una experiencia social diferente y, por tanto, sus relatos referirían a aspectos distintos del mismo fenómeno.
Adelantamos al principio del artículo cuál fue el tipo de sujeto que entrevistamos para luego contar por qué lo elegimos, es decir, cuáles fueron los criterios teóricos (Flick, 2007. p. 78) de la construcción de la muestra. Los restantes criterios que tomamos para definir a quiénes contactamos para hacer las entrevistas además de los referidos a las disciplinas elegidas y las instituciones fueron:

1) Que sean estudiantes actuales (2018) de la carrera de Ciencias de la Comunicación, del último año de la carrera,
2) Que sean jóvenes universitarios,
3) Que esté equilibrada numéricamente en función del género,
4) Que considere las cinco orientaciones de la carrera,
5) Que considere distintas procedencias en función del nivel socio-económico, el lugar de residencia durante la cursada, y el nivel educativo alcanzado por los progenitores.

En primer lugar, nos interesaba entrevistar estudiantes avanzados de la carrera de Ciencias de la Comunicación en tanto que suponemos que se tratan de sujetos que acumularon mayor cantidad y diversidad de experiencias en su tránsito por la universidad. Entendemos que los estudiantes que llegaron a las instancias finales se convirtieron, recuperando la expresión de Coulon (2005), en “expertos” en la vida institucional-estudiantil de la universidad, lo que los convierte en informantes pertinentes para el análisis.
A su vez, se buscó seleccionar estudiantes jóvenes, considerando a la categoría de “joven” no por una naturaleza o esencia, sino por el estudio de los contextos sociales y culturales en que la experiencia juvenil se desenvuelve (Barobia y Cháves, 2009). En otras palabras, ser joven no es lo mismo para alguien que vive solo o que vive con sus padres; ni tampoco para alguien que tuvo hijos a los 15 años o que tiene que hacerse cargo de algún familiar.Hay dos razones por las cuales nos interesaba entrevistar a jóvenes – y, por tanto, no considerar en el estudio a los adultos mayores–: primero porque se trata del mayor porcentaje del cuerpo estudiantil universitario en la carrera. Segundo, porque este actor social construye otro tipo de vínculo con la universidad y de expectativas profesionales vinculadas a determinados proyectos de vida.
Finalmente, buscamos que las personas entrevistadas diesen cuenta de la diversidad de experiencias vinculadas con las distintas orientaciones de la carrera, e interesaba considerar la dimensión de género, clase, lugar de procedencia y habitus — cultural familiar con el fin de incursionar en los modos de construcción identitaria y sus efectos performativos en las experiencias de los sujetos.
Bajo esos criterios, se realizaron 23 entrevistas a 20 personas: 3 informantes clave y 17 jóvenes estudiantes de la carrera de Ciencias de la Comunicación. Con ese objetivo, buscamos que esté equilibrada numéricamente a través de distintos criterios cualitativos: tipos de orientación de la carrera y de género. La composición de las personas entrevistadas se compone entonces de la siguiente manera:

Cuadro 1 – Características de las personas entrevistadas

 Fuente: Elaboración propia

En el caso de las diecisiete personas entrevistadas de la carrera de Ciencias de la Comunicación, encontramos bastante heterogeneidad en los siguientes criterios: ocho eran de distintas localidades del Conurbano, seis de Capital, uno de La Pampa, una de Mar del Plata y uno extranjero, pero pasado un año o menos, once se habían mudado a Capital solos, con amigos, amigas o parejas. Considerando el Nivel Socio Económico, la auto-afiliación de clase fue de dos de clase alta, cinco de clase media-alta, cinco de clase media, tres de clase media-baja y dos de clase baja. Diez de las personas entrevistadas tenían al menos uno de sus padres con título universitario completo, cinco con terciario completo o universitario incompleto y solo dos con padres con secundario.
En cuanto a su formación previa, cinco fueron a un colegio católico privado, cuatro a uno privado laico, ocho fueron a un colegio público (uno especificó que fue a un técnico y otra a un ex nacional). Diez de las personas entrevistadas trabajaron en relación de dependencia gran parte de la carrera, el resto hacía trabajos por cuenta propia. Como se da cuenta en el capítulo de análisis, a pesar de la heterogeneidad de los entrevistados, las representaciones previas al ingreso de la carrera son similares entre ellos.
La construcción de la muestra colaboró en definir la investigación: se realizó un abordaje sincrónico sobre el cual se buscó realizar categorías de análisis diferidas a partir de los relatos de la experiencia estudiantil que permitiese comparar esa experiencia con las representaciones previas sobre la carrera en base a entrevistas en profundidad, identificando repertorios de motivos, turning points, que configuran atmósferas decisionales.
Todo esto supone desde el punto de vista teórico y metodológico centralizar la investigación en los “relatos de la experiencia universitaria”. Esto nos lleva al segundo aspecto clave de todo proceso de investigación: cómo los objetivos de corte empírico que acabamos de nombrar se reconocen en un marco teórico-conceptual que refieren a la interrelación de biografías y sociedad. Definidos los aspectos metodológicos, los siguientes apartados presentan el análisis de la investigación.

La cultura institucional de la Carrera de Ciencias de la Comunicación (UBA)

Este artículo trabaja la tensión entre los procesos de subjetivación, la normatividad institucional y el impacto más amplio de las representaciones sociales sobre la universidad y la carrera de Ciencias de la Comunicación. Es por ello que comprender las instituciones se vuelve un imperativo puesto que es ahí en donde se desarrolla la experiencia estudiantil y se generan nuevas representaciones.
En el caso de la carrera de Comunicación, su proceso de institucionalización en la forma de un plan de estudios en la UBA. Si la experiencia estudiantil está íntimamente ligada a la cultura institucional de cada carrera y facultad, dar cuenta de los contextos de emergencia de la misma y las tradiciones disciplinarias que se sedimentaron es indispensable para el análisis.
Dicho proceso no se pudo llevar a cabo sin disputas al interior del campo a partir de las cuales los actores asignan, según Lidia Fernández, “un mandato, una tarea, un marco y las bases de una significación que orienta la forma [de la institución]” (Fernández, 2006, p. 31).
Las reflexiones sobre la cuestión comunicacional comienzan a advertirse en Argentina en el marco de los años ‘60. Según Jorge Rivera (1997, pp. 15-93), en esa década se empezaron a sistematizar algunas experiencias pioneras vinculadas principalmente con la communication research norteamericana, la óptica estructural-semiótica francesa, la crítica ideológica y los estudios culturales. Ninguna de estas corrientes contaba con espacios institucionales en la UBA, sino que muchos de ellos se desarrollaban, según Rivera (1997), en:

emprendimientos que tenían vinculaciones periféricas u ocasionales con el mundo universitario o se inscribían en proyectos grupales (revistas, asociaciones, centros de estudio, institutos como el Di Tella) de carácter independiente, nacidos en muchos casos como respuesta a los déficits o feudalismos académicos y en otros como modulaciones de la propia práctica intelectual y política (1997, p. 22).

En el ámbito universitario, los estudios sobre comunicación encontraron un temprano desarrollo en Escuela Superior de Periodismo y Comunicación Social en la Universidad Nacional de La Plata [UNLP] que desde 1935 impartía un terciario de periodismo y que tuvo su primer egresado recién en 1960. Es decir, sus inicios estuvieron vinculados con la práctica periodística. Un desarrollo diferenciado se dio en la Universidad Nacional de Córdoba [UNC] con los seminarios de Semiología que se dictaban en dicha universidad (Schmucler, 1994).
En el caso de la UBA, la carrera de Ciencias de la Comunicación fue creada en 1985 producto de la cristalización de varios procesos histórico-disciplinares. Por un lado, desde principios de la década del ‘80, distintos sectores reclamaban la existencia de una carrera de periodismo en la universidad pública, siguiendo la experiencia de la UNLP y de otras carreras de reciente creación (como la Licenciatura en Ciencias de la Información de la Universidad Nacional de Entre Ríos). Por otro lado, su creación estuvo dinamizada por importantes aumentos en las cuotas de los terciarios privados en periodismo en la Ciudad de Buenos Aires a principios de la década del ‘80, frente a lo cual agrupaciones de alumnos reclamaron la creación de una carrera en la universidad pública.
Además del reclamo por satisfacer esa área de vacancia, existían debates en el plano académico y de producción de conocimiento que motivaron su creación (Rivera, 1997). Según Mirta Varela (2010), durante la década del sesenta se produjo la emergencia de preguntas entre intelectuales de la sociología, la psicología y la filosofía que no encontraban respuesta en sus andamiajes teóricos a los fenómenos sociales que estaban aconteciendo.
La carrera de Ciencias de la Comunicación aunó estos diversos intereses: primero, el de ciertos grupos de estudiantes y profesionales que querían institucionalizar el periodismo y la reflexión sobre los medios. Segundo, el de sectores académicos que necesitaban un espacio institucional para reflexionar sobre los discursos sociales como configuradores también de lo social pero que, en las disputas teórico — epistemológicas al interior de sus propias disciplinas de origen, terminaban ocupando lugares tangenciales en la matriz institucional por lo que la creación de una nueva carrera les abría un espacio para el ejercicio profesional o académico.
Permanecieron huellas de los orígenes de la carrera de Ciencias de la Comunicación que se visualizan en disputas a su interior, no solo en términos de las diferencias entre las disciplinas de origen de sus primeros docentes, sino también entre la disputa por conformar una carrera de tipo profesional (más propia de quienes pedían un perfil periodístico u orientado a la publicidad) o una carrera con perfil más académico. Estas tensiones no eran ignoradas por los actores de la carrera: en el dossier a 10 años de la creación de la carrera de la revista Causas y azares dan cuenta de esas disputas, en donde recuperan voces de estudiantes que dicen “nos enseñan a hacer la crítica de los medios, pero no a trabajar en ellos” (1995, p. 27), lo cual marca según la editorial de la revista, “un clima que se hace cargo de una supuesta sobreteorización que culminaría más en la formación de críticos culturales que en prácticos profesionales o investigadores de la comunicación” (1995, p. 27). Más allá de las lecturas sobre esa tensión, nos interesa dar cuenta de la existencia de la misma y su permanencia a lo largo del tiempo.
Rodolfo Ramos (2002) reconoce tres tensiones actuales al interior de la carrera de Comunicación: 1) la que opone la reflexión teórica a la investigación empírica; 2) la que enfrenta dichos saberes teóricos con los profesionales y prácticos, que los han precedido; 3) la que promueve la intervención militante, la denuncia pública y la acción política, frente a la investigación empírica sustentada en un pensamiento legitimado y “único”.
Por otro lado, Silvia Méndez, Marcelo Vargas, Cora Gamarnik, Alicia Méndez y Evangelina Margiolakis (1995) advierten como tensiones en la carrera de Comunicación a: (1) la tensión entre la formación teórica y la adquisición de saberes prácticos; (2) la naturaleza del conocimiento a producir por el estudiante universitario; (3) la vinculación de esa producción con el contexto histórico y político-cultural; y (4) la relación universidad/mercado/sociedad. A nivel internacional, Raúl Fuentes Navarro dio cuenta de cómo la formación universitaria en Comunicación a lo largo de América Latina tiene lugar en medio de tres tensiones principales: (1) la crisis de las universidades en relación a sus funciones sociales (que en el campo de la comunicación se expresa en la tensión “teoricismo/pragmatismo”), (2) la creciente presión de la industria cultural, y (3) la necesidad de resguardar la autonomía del trabajo académico al servicio de los intereses sociales mayoritarios (Fuentes Navarro, 1992, p. 217).
Todas estas tensiones encuentran sus modos específicos de expresión en la carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA. Particularmente, esta hibridez entre la dimensión práctica y la teórica, de la cual todos los autores mencionados hicieron referencia, se visualiza también en cómo se configuró el plan de estudios de la carrera: la organización del plan de estudios fue descripta por distintas personas entrevistadas provenientes de Ciencias de la Comunicación como “con poca formación práctica”. A modo de adelanto, como se dará cuenta en el apartado sobre las representaciones sobre las carreras, en términos generales las personas entrevistadas esperaban de Comunicación una carrera más abocada a la práctica profesional y no tanto al debate teórico-académico.
Otro elemento del plan de estudio que evidencia esa disputa entre la conformación de una carrera con impronta más académica o más profesional es el requerimiento de la presentación de una tesina de investigación para la licenciatura, lo cual era descripto en los relatos estudiantiles como una de las grandes trabas para la obtención del título. En el año 2008, se labró una resolución modificatoria del plan de estudios que permitía realizar tesis de grado en formato ensayo o en formato “de producción” (radial, audiovisual, fotográfica, multimedial u otra) en virtud del reclamo de los sectores más profesionales de la carrera.
Según las personas entrevistadas, esta diversidad de orígenes del plantel docente y la poca consolidación de un campo epistémico de conocimiento tuvo como consecuencias el desconocimiento por parte de los y las estudiantes de la especificidad de la carrera, las posibles salidas laborales, entre otros aspectos que dificultan la posibilidad de los sujetos de vislumbrar trayectorias posibles post-graduación.

Representaciones sobre la carrera y la universidad

Este apartado analiza cómo las representaciones sociales previas sobre la carrera de Ciencias de la Comunicación, la facultad a la que pertenece (Ciencias Sociales) y sobre las tradiciones disciplinares en la que se inscribe incidieron en la experiencia estudiantil de las personas entrevistadas.
Producto del trabajo de campo realizado, se observa que las representaciones previas sobre la carrera se enunciaban en una comparación constante con la experiencia estudiantil, con cómo era vivida la universidad. En esa comparación, emergían preguntas sobre dicho tránsito: ¿es la universidad lo que esperaba?, ¿era esto lo que quería estudiar?, ¿es la carrera indicada para trabajar de lo que me gusta? Estas reflexiones retrospectivas sobre las representaciones previas se transformaban en distintos momentos de la carrera y justifican para los entrevistados las decisiones tomadas.
Ahora bien, ¿de qué manera aparecen estas representaciones en los relatos? Las personas entrevistadas narran sus ideas previas al ingreso a la universidad en general refiriéndose a la carrera elegida y luego se contrasta con la experiencia estudiantil en dicha carrera.
La reconstrucción de las representaciones previas al ingreso a las carreras por parte de los estudiantes es un tema poco trabajado en la investigación social en educación. Específicamente, en relación con Ciencias de la Comunicación de la UBA, el único antecedente se encuentra en el libro Práctica profesional: satisfacción y malestar en el trabajo. Práctica docente en Ciencias de la Comunicación (Ferrarós di Stéfano, 2010), donde se trabaja las imágenes previas sobre dicha carrera, aunque no en relación con la experiencia estudiantil, sino sobre el ejercicio profesional.
Algunas de las conclusiones de dicho trabajo indican que

una de las causas de sufrimiento más recurrente es la falta de reconocimiento por parte de la sociedad y, por lo tanto, de las organizaciones que podrían requerir de sus servicios, de las competencias propias de esta profesión. Las representaciones que “los demás”, “los otros” (profesionales, instituciones, usuarios, etc.) tienen acerca de la práctica y funciones que podría desempeñar el comunicador están asociadas a los medios masivos, a la figura del “comunicador social”, “periodista” o “publicista”. (Ferrarós di Stéfano, Acevedo, Altieri, y Amati, 2010, p. 101)

Estas conclusiones se asemejan a las primeras indagaciones en el campo: la representación social respecto del estudiante de Ciencias de la Comunicación es el de alguien que estudia periodismo o publicidad. De la misma manera se expresan Canessa et al en “Las representaciones sociales de los aspirantes a ingresar a la UBA. La universidad, el CBC y las carreras” (2002), quienes en dicho informe del Departamento de Orientación Vocacional del CBC (UBA) mencionan respecto de la carrera de Ciencias de la Comunicación que

Los estudiantes la identifican [a Comunicación] como la carrera de “periodismo o publicidad”. Si bien éstas son dos de las áreas de orientación a elegir, las otras tres –comunicación y procesos educativos, comunicación y promoción comunitaria, y políticas y planificación de la comunicación– quedan desdibujadas en la mención explícita de la población con la que se trabajó. Dicen: “ciencias de la comunicación, está la orientación de periodismo y la de publicidad; hay otras pero no las recuerdo”, “trabajaría de periodista en un diario, en la radio, en la televisión”, “tiene muchos talleres de radio”. Frases que a la vez resaltan la imagen de la carrera como formadora de periodistas y diluyen la opción publicidad (Canessa, y otros, 2002)

A nivel internacional se encuentran otros estudios. Particularmente se destaca Imaginarios sobre la comunicación de Marta Rizo García en donde la autora trabaja los imaginarios de distintos actores respecto de la carrera de Comunicación en distintas universidades de México. En lo que refiere particularmente a los imaginarios estudiantiles sobre la carrera, se observan diferencias y coincidencias respecto de los estudios citados de Argentina. Como diferencia principal, la autora destaca que en México las razones de elección de la carrera responden a motivaciones mucho más heterogéneas que en el caso de la UBA (2012, p.53). Sin embargo, coinciden respecto a lecturas respecto de la amplitud de la carrera y los posibles campos profesionales imaginados, particularmente vinculados al sector mediático (2012, p. 61).
En la investigación, tal como mencionamos en el apartado metodológico, las diecisiete personas entrevistadas presentan gran heterogeneidad en relación con el lugar de procedencia, el lugar de residencia, la autopercepción de clase social, el nivel educativo de los progenitores y la formación educativa previa. Sin embargo, a pesar de la heterogeneidad de los entrevistados, las representaciones previas al ingreso de la carrera son similares entre ellos: considerando a las diecisiete personas entrevistadas de Ciencias de la Comunicación, quince dijeron que su idea previa al ingreso a la carrera era ser algún tipo de periodista (sea radial, gráfico, deportivo, etc.). De las dos restantes, una empezó la carrera para hacer publicidad o comunicación institucional, y la segunda no pudo ingresar a actuación en el IUNA1 (hoy UNA) y de la misma manera, como tenía “algún tiempo libre”, ingresó en Ciencias de la Comunicación porque entendía que eso tenía relación con la capacidad de oratoria, con “saber hablar”.
En este sentido, prácticamente en su totalidad dijeron que cuando estaban en el secundario pensaban que Comunicación era parecido a periodismo. Esta relativa homogeneidad en relación a las representaciones previas sobre el futuro laboral que ofrecería la carrera se dio a pesar de la heterogeneidad de los entrevistados tanto en relación a la clase social, al género como al capital cultural previo. A modo de ejemplo, una de las entrevistadas menciona:

No tenía una idea de nada. Era ir viendo sobre la marcha, no era algo específico. Tenía una idea global de que hacer Comunicación Social era ser periodista, esa era la idea que te vaticinaban también desde la escuela por lo menos y desde el test vocacional este que hicimos: periodista (Clara, 27 años. Comunicación personal, 05 de agosto de 2015).

De esta manera, los entrevistados entraron a la carrera pensando mayoritariamente que iban a hacer periodismo, y en su totalidad lo vinculaban con saberes que denominaron “más prácticos”. En muchos casos, continuaron con la cursada de la carrera sin una visión muy clara respecto de a lo que se iban a dedicar.
Si se compara estas representaciones previas de las personas entrevistadas sobre la carrera con la información institucional que difunde la Facultad de Ciencias Sociales respecto del campo ocupación que abre Ciencias de la Comunicación2, se puede observar que no coinciden en diversos aspectos. Contrariamente a la expectativa previa de hacer una carrera “más práctica”, la misma Facultad especifica que la carrera de Ciencias de la Comunicación tiene “una fuerte dosis de teoría social” en la descripción que hacen en la web y en el video institucional de la facultad3, así como también se puede advertir lo mismo en el plan de estudios si se compara la cantidad de materias vinculadas con análisis teórico por oposición a los talleres.4
En otras palabras, toda la información institucional tanto de la carrera y de la facultad mencionada hace explícita que Ciencias de la Comunicación no es solamente periodismo ni publicidad y que la carrera no se circunscribe a una práctica de dichas ocupaciones, sino que involucra un fuerte análisis teórico y sin embargo todos los entrevistados mencionaron que fueron sorprendidos porque la carrera “no era lo que esperaban”. A modo de ejemplo, Fabiana (26 años) dijo explícitamente:

(…) yo veía a Comunicación y Periodismo como un paralelismo y a lo sumo, no sé, publicidad. (…) yo me imaginaba eso: con materias más concretas. “¿Querés ser periodista? ¡Listo! Entramos derecho por eso y no damos vuelta”, o no tanta vuelta (Fabiana, 26 años. Comunicación personal, 21 de julio de 2017).

Encontramos en la carrera de Comunicación que las dos representaciones previas más enunciadas y representativas en los relatos fueron:
- La que asociaba Comunicación a periodismo y
- La que asociaba la carrera a un saber práctico.
Respecto de la representación previa de que Comunicación era periodismo, en todos los casos se mencionó que ya no pensaban lo mismo, pero tampoco pudieron dar una definición de lo que es ser licenciado en Ciencias de la Comunicación. En lo único en que coincidían al momento de definirla es en que se trata de una carrera “amplia”, que involucra “un poco de distintas disciplinas” o que es “poco específica”:

(…) para mí es muy interesante, vas a poder aprender muchas cosas de diferentes. Vas a poder aprender muchas cosas, tenés que leer mucho, pero es muy poco específica (Julia, 33 años. Comunicación personal, 27 de junio de 2016)
Si le preguntaras, “Comunicación Social, ¿por qué?, ¿qué te parece?, ¿qué te genera?”, todos te van a decir que no saben qué es. No deja de ser como un acto de Fe en el que agachás la cabeza y vas. En realidad, te tiene que gustar un poco todo y no saber por qué decidirte también (Agustín, 28 años. Comunicación personal, 26 de octubre de 2017).

En relación con la representación previa respecto de que esperaban una carrera más práctica, hubo después un consenso generalizado en describirla como eminentemente teórica:

Si tengo que decir una característica es que tiene mucha teoría. A veces excesiva en algunas materias porque no se termina evaluando todo lo que se da (Gustavo, 24 años. Comunicación personal, 24 de mayo de 2018).

En menor medida también aparecían las representaciones previas de quienes esperaban hacer la carrera en el tiempo que el plan de estudio especifica (cinco años más el CBC) y luego se encontraron con una carrera “larga”.

Igual esta carrera era como una gran máquina de generar sensaciones de infinitud. Me acuerdo que recién arrancaba y no paraba de cruzar gente “che, ¿y vos hace cuánto? No, yo entré el año pasado, el otro.” O “no, yo estoy acá hace 8 años”, “no, ésta la recursé, pero ahora la aprobé, pero nunca la rendí”. No me preguntes por qué, pero todo se volvía pesado, costoso, pastoso (Agustín, 28 años. Comunicación personal, 26 de octubre de 2017)

Y finalmente, se registra la indefinición respecto del futuro laboral en relación con la carrera,

(…) [la carrera] me gustaba todavía y arranqué con los textos y lo que me pasó era que los textos me interesaban porque era todo lo que era, digamos, todo lo relacionado con los signos lingüísticos y con la gramática, todo eso siempre me gustó, pero no dejaba de ser muy abstracto y era como que yo quería ver algo más práctico porque yo decía “bueno, esto sí está todo bárbaro, pero ¿cómo lo aplico? Se supone que quiero vivir de esto”. No me están enseñando, no sentía que me estaban formando como profesional (Celeste, 26 años. Comunicación personal, 24 de febrero de 2016)

Pero como se puede observar a partir de las entrevistas, las representaciones respecto del futuro laboral como algo indefinido estaban supeditadas a las otras representaciones nodales de la carrera. En otras palabras, no había una definición respecto de lo que iban a trabajar, en principio porque no tenían una imagen clara de a qué apuntaba la carrera. Si la carrera formara periodistas, uno sabría que va a trabajar de periodista o que al menos va a competir en el mercado laboral de periodistas. El problema era que las representaciones previas respecto de Ciencias de la Comunicación no coincidían con la experiencia estudiantil en la carrera.
Estas tensiones, particularmente la tensión teoría vs práctica, se enmarcan en modificaciones más amplias entre educación y trabajo. Según observa Perla Aronson (2013), desde los últimos años de la década del 90, las universidades latinoamericanas introdujeron cambios en los diseños curriculares de distintas carreras para el desarrollo de competencias de empleabilidad. En esta línea, el “saber por qué” — núcleo primordial del conocimiento impartido en la universidad— fue relevado por el “saber cómo” y el “saber quién”.
Esta transformación, Aronson la analiza como “la tensión entre comprensión y desempeño constituye un flanco crítico de la instrumentalización académica” (2013, p. 10) y que en las entrevistas se traduce como la tensión entre teoría y práctica, particularmente en las carreras de tipo académicas (Becher, 2001).
Considerando lo previo, observamos que la incertidumbre respecto del posible campo laboral y en la definición de la especificidad de la disciplina es un común denominador de las disciplinas blandas tal como las caracteriza Becher, a lo que en Ciencias de la Comunicación se suma la divergencia compartida entre la representación previa respecto de lo que se va a estudiar en la carrera y la posterior experiencia estudiantil, lo que es confirmado también por estudios previos (Ferrarós di Stéfano, 2010, p. 101; Carli, 2012. p. 144).
Ahora bien, ¿por qué sucede esta divergencia entre las representaciones previas de los sujetos respecto de la carrera — las que son compartidas por todas las personas entrevistadas — y la experiencia estudiantil? Lo que tenemos es una representación previa compartida respecto de la carrera que es distinta a una experiencia universitaria relativamente consensuada también.
Un objeto, como una carrera universitaria, se distingue en tanto que tal no por un trascendental que lo preceda (como podría ser su definición institucional), sino que es definido por una estructura de significados que le fueron otorgadas al objeto (Danto, 2012, p. 99).
En este sentido, la Facultad de Ciencias Sociales puede difundir que el campo ocupacional de la carrera de Ciencias de la Comunicación comprende un espectro mucho más amplio y complejo que el de un terciario en periodismo, pero el tema es que hay identificaciones en los objetos (como la identificación de Comunicación con periodismo) que fundan interpretaciones sobre dichos objetos (Danto, 2012, p. 57).
Recuperando entonces lo que se mencionó previamente, las decisiones de los sujetos, especificadas en este caso por la elección de la carrera de Ciencias de la Comunicación estuvieron mediadas por las representaciones previas respecto de la misma en tanto que esas imágenes constituyen prácticas sociales también.
En Ciencias de la Comunicación la mayoría de las representaciones que inciden en la discontinuidad de los estudios son debido a que las representaciones previas chocan con la experiencia de cursada. Resumidamente, identificamos que las principales representaciones están asociadas a:

1) La relación mundo laboral y carrera universitaria. En el sentido en que la carrera no los forma para un saber técnico específico, que presenta horizontes laborales más inciertos y sin salida laboral precisa. De esta manera, la relación mundo del trabajo y carrera universitaria es crucial para entender las decisiones de los sujetos.
2) La demanda de recursos que supone la carrera. Se observa que hay recursos que las carreras demandan con los que no esperaban tener que lidiar y que son descriptos como datos objetivos del desgaste o de la discontinuidad de los estudios (el más evidente: el tiempo que les demanda dentro de la facultad y la imposibilidad de congeniar con otras actividades).
3) La experiencia estudiantil. La experiencia de estar haciendo una carrera que se representan como “eminentemente teórica”, “muy difícil”, “demasiado amplia” terminan orientando las decisiones de las personas entrevistadas. 

A modo de cierre

A lo largo del artículo se dio cuenta de aspectos institucionales y representacionales que intervienen en la experiencia estudiantil: durante el paso de las personas entrevistadas por la universidad, los sujetos contrastaron lo que esperaban encontrar (construido en gran parte en base a sus representaciones previas), con su experiencia estudiantil (en la que interviene la dimensión institucional) para desarrollar tácticas (De Certeau, 2000) que les permitan tomar decisiones respecto de su futuro.
Resumidamente se encontraron los siguientes elementos que aportaron al análisis: en primer lugar, hay representaciones respecto de la carrera y de la universidad generadas previas al ingreso que no se condicen con la experiencia estudiantil posterior. El caso más aludido fue la asociación de Comunicación con la práctica periodística y la evidencia, una vez en la universidad, de que la carrera no forma específicamente en esa profesión.
A este conflicto entre la representación previa y la experiencia estudiantil se le suman otras: la expectativa de encontrar una carrera “más práctica” se opone a la experiencia estudiantil de una gran cantidad de materias eminentemente teóricas. Eso se evidencia particularmente cuando las personas entrevistadas caracterizaban a las comisiones de “prácticos” como “clases teóricas con menos estudiantes”.
Hay que considerar que las diferencias entre las representaciones previas y la experiencia estudiantil deriva en distintas tomas de decisiones en relación con la carrera, que en algunos casos supone incluso que los y las estudiantes opten por abandonar sus estudios. Por otro lado, entre las personas entrevistadas encontramos quienes les gustaron las discusiones teóricas que se daban en las distintas materias; también había quienes continuaron en la UBA por el prestigio pero buscaron complementar la dimensión práctica haciendo en paralelo otros cursos o carreras terciarias. También hubo quienes aseguraron continuar por “inercia”, presión familiar (explícita o autopercibida) o por simplemente no tener un “plan B”; y finalmente quienes encontraron en su experiencia estudiantil nuevos caminos que les interesaron más que la profesión de periodista.
Las personas que continuaron con la cursada universitaria fueron construyendo nuevas representaciones respecto de la carrera y generan tácticas (De Certeau, 2000) para su continuidad. Entre otras representaciones que identificamos aparecen que le otorgan a Comunicación una formación muy “generalista”, que en algunas entrevistas es caracterizado positivamente (“nos ofrece contenidos amplios”) y en otras negativamente (“es poco específica”). Observamos que quienes caracterizan a la amplitud de la carrera positivamente fueron quienes tuvieron una formación “práctica” en paralelo. La dificultad de los propios estudiantes para definir su área de conocimientos deriva en una confusión vocacional y afecta sus estrategias a la hora de pensar a dónde ir a buscar trabajo.
Una de las representaciones previas al ingreso a la carrera que luego se confirma en la experiencia estudiantil y que interviene permanentemente en la toma de decisiones de las personas entrevistadas es la poca salida laboral. Es algo que “se sabe” y que se mantiene como representación casi sin modificaciones, pero que cada persona se apropia de esa información de manera diferenciada en función de las posibilidades y de las redes sociales y culturales con las que cuentan.
Estas representaciones que se confirman o aquellas que se generan en la misma experiencia estudiantil se explican en parte por la ideología institucional (Fernández, 1986) de la carrera de Ciencias de la Comunicación, es decir: la organización de concepciones y representaciones respecto de la misma que justifican el modelo y el estilo que éste expresa. Pasado a un ejemplo, la caracterización de la carrera como “eminentemente teórica” forma parte, si se quiere, de un ethos de la Facultad de Ciencias Sociales y, en parte, de un aspecto que caracteriza mayoritariamente a toda la UBA. La formación “teórica” termina siendo una identidad institucional de la carrera, y al sostener que ese tipo de formación es lo mejor que se puede hacer en sus circunstancias, la ideología institucional funciona como fuente de legitimación del modelo y de los resultados institucionales (Fernández, 1986).
Otro aspecto que se observó a partir del cruce de los relatos estudiantiles con el análisis del plan de estudios, es la caracterización de la carrera como “larga”. Según la información institucional, la carrera se puede realizar en un lapso de 5 años más el CBC. Sin embargo, la percepción de las personas entrevistadas es que ese recorrido no se condice con sus trayectorias ni con la de nadie que conozcan.
El aletargamiento de la cursada es reforzado por los finales obligatorios, las materias anuales correlativas y particularmente la tesina de grado, para la cual no hay una formación en investigación previa durante la carrera. A modo de dato: sólo un tercio de los estudiantes que terminaron la carrera entregaron su tesina. Según los relatos de las personas entrevistadas, “es como una carrera aparte”.
Hay una percepción por parte de las personas entrevistadas de que la carrera de Comunicación favorece un determinado currículum oculto, distinto al “formal”, que promueve un tipo de estudiante con un marcado perfil de teórico en ciencias sociales, pero que luego en la tesina de grado les piden investigaciones más de tipo empíricas y en el mercado laboral les piden una formación más “práctica”.
Las personas entrevistadas valoran sin embargo la mirada crítica que les provee la carrera, pero al mismo tiempo tienen la percepción de que este aspecto no les va a ayudar a conseguir trabajo. El tipo de formación que promueve la carrera y la extensión de la misma condiciona la inserción en el mercado de trabajo: si alguien se dedica con exclusividad a cursar la carrera, entonces se recibe sin experiencia en el mundo del trabajo, lo cual es percibido como un elemento que puede complicar la inserción laboral. Paralelamente, por la propia dinámica del mercado laboral, la primera experiencia de los jóvenes en Publicidad o en Periodismo está asociada, casi siempre, a trabajos mal pagos o ad honorem lo cual desalienta la cursada de la carrera. Otro aspecto institucional mencionado previamente que hacen a la experiencia estudiantil son las condiciones materiales de cursada que, según los relatos, aportan poco a la sociabilización: desde el lugar geográfico en donde está emplazado el edificio, hasta la escasez de espacios estudiantiles compartidos.
Finalmente, vale mencionar que estos estudiantes ingresaron a la carrera entre los años 2005 y 2015. Considerando ello, es posible que producto de las nuevas demandas del mercado laboral y de nuevas prácticas asociadas principalmente a las nuevas tecnologías, haya nuevas representaciones asociadas al estudio de Ciencias de la Comunicación como, por ejemplo, la asociación de la carrera con los community managers. Es necesario, como recomendación a quienes recuperen estas reflexiones, que el estudio sea reactualizado a partir de estos nuevos emergentes.

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Notas

1 Instituto Universitario Nacional de Artes. El 22 de octubre de 2014, la Cámara de Diputados de la Nación aprueba la ley 26.997 en donde el IUNA gana estatuto de universidad, pasando a denominarse Universidad Nacional de las Artes (UNA).

2 Información vista en www.uba.ar/download/academicos/carreras/lic-cscomunicacionsocial.pdf el 28/12/15.

3 Facultad de Ciencias Sociales – UBA (2014). Institucional sociales. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=s6y0l1tTEhE Desde el minuto 0:43 al minuto 0:57: “El recorrido de la carrera, el recorrido en sus materias, se vincula con una fuerte dosis de teoría social y una fuerte dosis de práctica alrededor de talleres de radio, de audiovisual o de multimedia y televisión”. El plan de estudios de Ciencias de la Comunicación incluye 6 materias del CBC, 3 niveles de idiomas, 24 materias del tronco común y 6 materias de la orientación. De estas 39 materias, solo 6 son talleres.

4 El plan de estudios de Ciencias de la Comunicación incluye 6 materias del CBC, 3 niveles de idiomas, 24 materias del tronco común y 6 materias de la orientación. De estas 39 materias, solo 6 son talleres.