DOI: 10.19137/cuadex-2022-06-01

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DOSSIER

Sostener comunidades

Sustain Communities

Sustentar comunidades

Sol Benavente

Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires

solmariabenavente@gmail.com

https://orcid.org/0000-0003-0492-2355

Luciana Kulekdjian

Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires

lkulekdjian@gmail.com

https://orcid.org/0000-0002-0535-9747

Bárbara Labecki

Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires

blabecki@gmail.com

https://orcid.org/0000-0003-2357-7040

Verónica Paladino

Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires

mariaveronicapaladino@gmail.com

https://orcid.org/0000-0002-1743-5700

Resumen: El siguiente texto sintetiza algunas reflexiones y desafíos en torno a la extensión universitaria durante la pandemia a partir de la experiencia desarrollada durante los años 2020 y 2021 desde el Programa de Capacitación y Fortalecimiento para Organizaciones Comunitarias, política de extensión de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA que está cumpliendo 20 años.

Nuestra primera reacción, con la llegada de la pandemia, fue sostener los vínculos entre las organizaciones comunitarias, docentes, estudiantes, graduadas, graduados, trabajadoras y trabajadores que formamos parte del Programa, mantener latiendo el corazón de nuestra comunidad.  

Por otro lado, a partir de la necesidad de pensar una educación popular a la distancia, comenzamos a experimentar con otros lenguajes, tanto para los espacios formativos como para los procesos de producción colectiva de conocimiento: fotografía, collage, música y radio. No se trata solo de afinar la escucha desde la Universidad sino también de pensar formas alternativas de transmitir el conocimiento construido en productos que reúnan y destaquen la diversidad, problematizando la centralidad de la palabra escrita y la idea tradicional de libro.

Palabras clave: comunidad; educación popular; extensión; intervención; comunicación.

Abstract: The following text synthesizes some reflections and challenges around university extension during the pandemic based on the experience developed during the years 2020 and 2021 from the Training and Strengthening Program for Community Organizations, extension policy of the Faculty of Social Sciences of the UBA that is turning 20 years old.

Our first reaction, with the arrival of the pandemic, was to maintain the links between community organizations, teachers, students, graduates, and workers who are part of the Program, to keep the heart of our community beating.

On the other hand, based on the need to think about popular education at a distance, we began to experiment with other languages, both for training spaces and for the processes of collective production of knowledge: photography, collage, music and radio. In this sense, it is not just a question of fine-tuning listening from the University, but also of thinking of alternative ways of transmitting the knowledge built in products that bring together and highlight diversity, problematizing the centrality of the written word and the traditional idea of ​​the book.

Keywords: community; popular education; extension; intervention; communication.

Resumo : Este trabalho sintetiza algumas reflexões e desafios sobre à extensão universitária durante a pandemia a partir da experiência desenvolvida em 2020 e 2021 no Programa de Capacitação e fortalecimento para as Organizações Comunitárias, política de extensão da Faculdade de Ciências Sociais da UBA que está completando 20 anos.

Nossa primeira reação, com a chegada da pandemia, foi sustentar os vínculos entre as organizações comunitárias, docentes, estudantes, graduados e trabalhadores que formamos parte do Programa, manter batendo o coração da nossa comunidade.

Por outro lado, a partir da necessidade de pensar uma educação popular a distância, começamos a experimentar com outras linguagens, tanto para os espaços de formação como para os processos de produção coletiva do conhecimento: fotografia, colagem, música e rádio.  Neste sentido, não se trata de uma escuta mais sensível por parte da Universidade, mas também de pensar formas alternativas de transmitir o conhecimento construída em produtos que reúnam e destaquem a diversidade, problematizando a centralidade da palavra escrita e a ideia tradicional do livro.

Palavras-chave: comunidade; educação popular; extensão; intervenção; comunicação.  


Fecha de recepción: 14-02-2022 / Fecha de aceptación: 28-03-2022

Introducción

“Cuando estábamos en el pico de la pandemia, en algún momento pensé que no iba a haber comida,

me preocupaba mucho eso, por eso empezamos con las ollas populares”.

René Sosa, Cosechando Sueños

La vida pendiendo de un hilo. Esa es la figura recurrente. El virus del Covid se expandió de manera letal, colapsó los sistemas de salud y acentuó fragilidades estructurales. El necesario aislamiento para salvar vidas impedía, en muchos casos, la subsistencia cotidiana. Con todo detenido, pausado, se dificultaba el ya difícil acceso al alimento, la vivienda, la educación, la salud. Al mismo tiempo, se restringía otra dimensión vital: el encuentro con los otros y las otras.  

¿En qué lugar quedaron las universidades en el momento del aislamiento? ¿Qué estrategias alternativas nos dimos desde los proyectos de extensión para sostener los vínculos construidos con nuestras comunidades? ¿Cuáles eran esas comunidades? ¿Qué pudimos aportar en tiempos de excepcionalidad? ¿Acaso estuvimos a la altura de las circunstancias? ¿Cuáles son los desafíos emergentes y persistentes ante el nuevo escenario que se está configurando?

En las próximas páginas compartiremos algunas reflexiones en torno a la experiencia que desarrollamos durante los años 2020 y 2021 desde el Programa de Capacitación y Fortalecimiento para Organizaciones Comunitarias, política de extensión de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA que está cumpliendo 20 años.

Educación popular, proyectos comunitarios, comunicación, son algunas de las cuestiones que nos convocaron a pensar y hacer en estos tiempos y que fueron configurándose en el intercambio con las compañeras y compañeros que son parte de la comunidad del Programa. En este texto, traemos sus voces y aportes.

Refugios


“Hacer de nuestro lugar, casa, pieza, rancho, una trinchera inexpugnable

porque cuidarnos es cuidar al otro o a la otra”.

Rubén Dri, 2021

En la adversidad, la comunidad nos sostiene. Este concepto ha mutado y ha sido resignificado desde distintas tradiciones, discursos, lecturas. Desde las cosmovisiones ancestrales a la sociología clásica o las empresas multinacionales como Movistar, la comunidad es un sentido en disputa. Sin embargo, en los barrios populares, lo comunitario es ante todo un modo de habitar, un modo de cuidar, un modo de resistir frente a las consecuencias del capitalismo y sus formas cada vez más excluyentes y violentas.

Para Alfonso Torres Carrillo (2013), lo comunitario es, entre otras cosas:

Proceso de creación y fortalecimiento permanente del tejido social y de potenciación de la capacidad de agencia de sujetos personales y colectivos sociales unidos entre sí en torno a diferentes factores y circunstancias (territoriales, culturales, generacionales, emocionales, creencias y visiones de futuro compartidas). (p. 220)

Como siempre decimos, el Programa de Capacitación y Fortalecimiento para Organizaciones Comunitarias (en adelante el Programa) es en sí mismo una comunidad que fue creciendo con el paso del tiempo. Y que pudo, a través de la permanencia en los años, construir y sostener vínculos sólidos que son la base sobre la que se piensan las distintas iniciativas. Un entramado integrado por distintas organizaciones sociales de la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano; estudiantes y graduadas/os de las cinco carreras de la Facultad; las y los docentes; trabajadoras y trabajadores de la Facultad; otras dependencias del Estado con quienes se ha articulado.

Por eso, con la llegada de la pandemia, la primera reacción fue conservar el latido del corazón de esta comunidad, mantenernos cerca, a pesar del distanciamiento. Tramitar juntos y juntas un presente urgente, difícil y, al mismo tiempo, esperanzar los días por venir.

Durante los primeros meses de aislamiento y en un escenario de mucha incertidumbre, mantuvimos contacto frecuente con las y los compañeros de las organizaciones. Intercambiamos palabras, saludos, recuerdos, fotos. Las imágenes que recibíamos retrataban la realidad de los barrios y las estrategias de las organizaciones, también nos mostraban los lugares y las ventanas desde donde las compañeras y los compañeros atravesaban el aislamiento.

Con esas imágenes armamos una primera memoria fotográfica que compartimos en las redes y por teléfono, con el objetivo de reconocernos, recordarnos. También elaboramos videos en los que las y los docentes de los cursos enviaron sus saludos y afecto a las organizaciones, compartiendo la esperanza de un pronto reencuentro en las aulas. Esos videos generaron otro espacio de encuentro entre la Facultad de Ciencias Sociales y las organizaciones.

El sostenimiento de nuestra comunidad fue, entonces, la primera tarea con la llegada de la pandemia, para acompañarnos y para que las organizaciones sociales supieran que la Facultad no era indiferente a lo que estaba pasando en sus barrios. Si no era posible evitar el hambre, el miedo, la perplejidad de esos tiempos, debíamos, al menos, estar disponibles, como plantea Rita Segato (2018).

El tiempo de los intentos

“Debes amar, el tiempo de los intentos,

debes amar, la hora que nunca brilla

y si no, no pretendas tocar lo cierto”.

Silvio Rodríguez

A pesar de lo contradictorio que resulta imaginar un futuro en tiempos de absoluta incertidumbre, también se planifica en la contingencia, en la emergencia. El Estado, la universidad y las organizaciones definieron una serie de actividades para el nuevo contexto. ¿Hubo sinergias entre esas planificaciones? ¿Hubo diálogos que favorecieran el reconocimiento y una justa distribución de tareas, recursos, esfuerzos que aspiraran al bienestar? Con cada proyecto, con cada plan, con cada acción, se define un itinerario posible y se desechan otros.

¿Qué pasó durante la pandemia? ¿Qué ocurrió durante la etapa más dura, desde el punto de vista de restricciones, como fue la del aislamiento (ASPO)?  Ese tiempo donde todo se cerró, pero la vida de las familias continuó, para muchos sin posibilidad de atender sus necesidades diarias. Fueron muchos meses, donde la vida cotidiana se “organizó” en torno a la incertidumbre. Es ahí donde las organizaciones barriales que permanecieron abiertas se constituyeron en protagonistas silenciosos de una escena despojada de instituciones públicas, con la excepción de las de salud (enfocadas principalmente en la pandemia). Un tiempo sin escuela y sin changas, pero con organizaciones vivas, capaces de reinventarse y concentrarse en atender la emergencia en todas sus manifestaciones. La centralidad que supuso atender la emergencia alimentaria no puede opacar todo lo que se concentra en ese acto fundamental. Con el alimento va la escucha, la contención y la solución de problemas que dependen de articulaciones con el “afuera” del barrio”. (Clemente, 2021b, p. 7)

En el mes de agosto de 2020, momento aún de estricto aislamiento, realizamos una consulta en la que, de 50 organizaciones, el 75% estaba trabajando fundamentalmente en asistencia alimentaria. Otras de las tareas más urgentes fueron la difusión de información sobre cuidados de la salud y la entrega de elementos de higiene, el acompañamiento en la gestión de programas sociales y otros trámites; apoyo escolar y producción de materiales de educación y recreación ante la modalidad virtual que adoptaron escuelas y jardines; orientación y sostenimiento a víctimas de violencia de género. También muchas organizaciones usaron su creatividad y amorosidad para desplegar nuevas estrategias de contención para los colectivos más vulnerables: jóvenes en riesgo de consumo problemático, sobrevivientes de prostitución, personas internadas en instituciones de salud mental, o en situación de calle. Otro de los desafíos de aquellos momentos fue la comercialización de productos de la economía social ante el cierre de las Ferias y las dificultades en la producción para acceder a los insumos.

Marta Aguirre, referente del Centro Comunitario El Ceibo de José C. Paz, y sus compañeras fueron parte, una vez más, de esa red de solidaridad comunitaria:

 

Hubo que recrearse, reinventarse porque al no poder hacer el trabajo, tal como lo hacemos, al ser nosotras un jardín maternal, hubo que reinventarse para no abandonar a las familias y ahí es donde la decisión fue unánime: hay que seguir poniendo el cuerpo y sabemos que en ese poner el cuerpo hubo gente de las organizaciones sociales que pagó con su vida. Me llevó a pensar eso y que hace 30 años que venimos diciendo qué sería de esta gente o del país y en esta gente nos incluimos nosotras/os también, sin las organizaciones sociales. Y entonces hoy lo que nos interpela es ¿qué sería de esta pandemia sin las organizaciones sociales? ¿cuál es hoy por hoy nuestro rol? (Marta Aguirre, Centro Comunitario El Ceibo - Red El Encuentro, 2021a, p. 14)

Los intentos y las apuestas de las organizaciones son la principal riqueza del Programa, conocer sus proyectos, sus estrategias, sus sueños. Pensar junto a ellas el nuevo contexto (aún indefinido) y los modos de hacer comunidad y cuidar, es uno de los mayores aprendizajes de esta experiencia.

En el primer curso que hicimos en 2020, durante la pandemia, Adriana Clemente, docente e investigadora del Programa, desarrolló en diálogo con las organizaciones, el cruce entre los conceptos de emergencia e intervención:

Esta emergencia interpela el modo en que nos relacionamos con los/as otros/as, los que conocemos y los que no conocemos. Las organizaciones tienen incorporada la solidaridad como parte de su naturaleza. ¿Qué pasa con una enfermedad que te dice: no te acerques porque te enfermas y te podés morir? Nos aleja del concepto de la solidaridad que es físico, que es estar junto al otrx. No como hacían los ricos que te dan una limosna y “no te toco ni me acerco”. Sino que lo nuestro, lo solidario en el campo popular, tiene muchas expresiones afectivas, de proximidad. Estar cerca del otrx, para ustedes, seguro que es algo concreto. Y hoy en día algunxs de ustedes están incluso arriesgando su vida, cuando ejercen la solidaridad. Esta vez, además de todo el esfuerzo, también hay un riesgo concreto. (Clemente, 2021a, p. 9)

En su argumentación aparece otra palabra clave que nos dio mucho que hablar: el cuerpo. Tanto en las actividades de extensión y formación como en el trabajo comunitario de las organizaciones, el corrimiento del cuerpo como puente para el hacer colectivo fue una dificultad central:  

… una de las problemáticas que a nosotras nos superó fue la puesta del cuerpo. Estábamos acostumbradas a estar en contacto con el barrio, al abrazo, al beso, la caricia. Que es necesario, todos los días, con respecto al vecinx, con respecto a lxs chicxs, a las compañeras... Bueno, eso fue una de las situaciones más emotivas que nos tocó mucho. (Magdalena, Centro Comunitario Casita Feliz – Red Andando, 2021a, p. 12)

Cuerpos puestos a germinar

“Lo que ves no es lo que soy ni fui

hoy soy cuerpo puesto a germinar (...)

¡ay vida no me saques de acá!

sé que hay aguacero y cuesta respirar

tengo que enseñarle a este reloj

otra vez, a marcar el tiempo”

Gabo Ferro

La propuesta central desde los inicios del Programa ha sido la realización, de forma sostenida, de un conjunto de cursos para integrantes y referentes de organizaciones comunitarias, con el aporte de cátedras y docentes de la Facultad. Y con la participación de estudiantes de las cinco carreras como talleristas, en una relación de mutuo aprendizaje, donde las y los estudiantes complementan y fortalecen su formación profesional en el encuentro en las aulas con las organizaciones. Desde entonces, el Programa ha encarnado el desafío de constituirse como una propuesta de educación popular en el ámbito de la Facultad.

Antes de la pandemia, más de 100 referentes comunitarios se encontraban cada semana en las aulas de la Facultad. En esos encuentros en presencia, cara a cara, poníamos en juego las estrategias de la educación popular durante los talleres. La pantalla unidimensional convirtió la ronda en pequeños rectángulos, en personas que están, pero no están. ¿Cómo hacer entrar los cuerpos en la virtualidad improvisada? ¿Cómo hacer educación popular sin cuerpos?

Así como las reflexiones necesarias, las pausas para escuchar y poner en palabras las experiencias singulares y colectivas, se necesitaba también recrear el sentir de los cuerpos en movimiento y en compañía, no olvidar la emoción de la sorpresa, del chiste y la risa que irrumpe, el mate que pasa de mano en mano, los múltiples momentos y situaciones que se dan en el aula grande y en los pasillos. No existen posibilidades de traducción de todas esas experiencias vitales en torno al acto educativo dentro de la virtualidad. Las limitaciones que la tecnología presenta a los procesos de educación popular nos hicieron cuestionar, en un principio, acerca de las posibilidades de realización de cursos en formato virtual. También porque sabíamos que al comienzo de la pandemia las organizaciones estaban abocadas a contener la emergencia.

Sin embargo, a medida que pasaban los meses y seguíamos atravesando la pandemia, las compañeras y compañeros de las organizaciones nos preguntaban sobre los cursos: ¿va a haber curso? ¡por favor, avíseme para anotarme! Había claramente una necesidad de encontrarse, aunque sea de forma remota, de volver a recuperar el espacio de intercambio que los talleres habilitaban.

Después de pensar y debatir detenidamente sobre cómo mantener el espíritu del Programa aún en virtualidad y de aprender a utilizar las herramientas disponibles de las plataformas de videollamadas, nos hicimos eco de esa demanda y nos animamos a lanzar el primer curso: “Intervención y comunicación comunitaria en tiempos de pandemia”.

Los contenidos estuvieron dirigidos a analizar críticamente el contexto social, político, económico y sanitario en el marco de la pandemia y reconocer las principales estrategias de intervención desarrolladas por las organizaciones. Al mismo tiempo, la comunicación adquirió un papel central en el marco del aislamiento social obligatorio. Todas tuvieron que adaptarse al contexto y apropiarse de herramientas digitales para continuar con el trabajo comunitario. Por lo tanto, el curso también se propuso problematizar el escenario desde una perspectiva comunicacional y acercar algunas herramientas para construir relatos en torno a lo que estaba pasando en los barrios.

El curso tuvo una duración de 3 encuentros sincrónicos a través de la plataforma Zoom y el intercambio con ejercicios se hizo a través del WhatsApp, que fue la herramienta principal para desplegar conversaciones con las organizaciones. Se desarrolló durante los meses de octubre y noviembre del 2020. Si bien no era posible reponer la dinámica propia de la presencialidad, apelamos a todos los recursos disponibles: música, juegos, olores, manos dibujadas, fotos, collage. Así, tratamos de compartir nuestros entornos, hacer entrar nuestras realidades a través de las pantallas.

Al año siguiente realizamos dos cursos más de manera virtual, el de Planificación de Proyectos y el de Intervención y comunicación comunitaria en tiempos de pospandemia. Cada nuevo curso nos presentó los mismos desafíos, y para los últimos talleres en octubre y noviembre de 2021, ya no estaba la misma disposición para los cursos virtuales y las inscripciones disminuyeron. También realizamos cursos específicos para las organizaciones integrantes de la Feria de Economía Social “Che Pueblo” sobre fotografías de productos y comercialización a través de redes sociales.


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Por otra parte, desde mayo del 2020 iniciamos un ciclo radial llamado “Organizaciones cuidando. Relatos desde los Barrios en tiempos de cuarentena[1]” con el objetivo de visibilizar el trabajo que las organizaciones realizaron en los barrios para contener y asistir a las familias. Entonces, entendimos que la mejor manera de contar esas realidades era a través de la oralidad, ya que si bien los textos escritos ocupan un lugar central en la universidad y en la producción “científica” del conocimiento, muchas veces dejan afuera la posibilidad de contar a quienes no están familiarizados con el ejercicio de la escritura. El lenguaje de la radio podía acercarnos y ser un facilitador para difundir esas historias. Porque la radio, al tener a la voz humana como protagonista, genera cercanía, calidez, empatía. Cuando escuchamos radio nos da la sensación de estar siempre acompañadas.

Así fue como nacieron estos micros radiales que realizamos semanalmente junto con Radio Asamblea FM 94.1, emisora comunitaria de la Ciudad de Buenos Aires con la que tenemos una larga trayectoria de trabajo mutuo desde la Facultad. Cada producción contiene la experiencia de una organización distinta, representativa de diversas problemáticas y de los diferentes territorios que conforman el AMBA. Hay temáticas de las más variadas: centros educativos comunitarios, cooperativas de vivienda, situación de calle, violencia de género, economía social, arte y salud mental, comedores comunitarios, migrantes, infancias y juventudes, etc.

El desafío fue asumir todo el proceso de producción de los micros de forma colectiva (desde la realización, la edición y la difusión), como una forma de democratizar los procesos de enunciación y comunicación y como un camino para la construcción de la memoria colectiva. Toda esta aventura radial de trabajo colaborativo posibilitó visibilizar el accionar de las organizaciones en pandemia. A su vez, la tarea de responder las preguntas y contarse a sí mismas, les significó “parar la pelota y revisar el camino andado”, algo difícil de realizar por las urgencias cotidianas. Los micros posibilitaron también disponer de un material de comunicación propio para difundir su trabajo.

Tanto en los procesos de formación como de producción de conocimiento y comunicación durante la pandemia, uno de los mayores aprendizajes como equipo fue la experimentación con distintos lenguajes para promover la expresión y difusión de los saberes y sentires de las organizaciones. Si bien, como dice la canción con la que abrimos este apartado, nuestros cuerpos fueron puestos a germinar, anhelando los encuentros presenciales y los abrazos, la fotografía, la música, el collage, la radio, nos permitieron poner en movimiento nuestros sentidos y percepciones de nuestra vida cotidiana, mirar y escuchar de otra manera a nuestro alrededor, animarnos a crear.

El uso de distintos lenguajes fue un modo de registrar y comunicar lo que nos pasaba, una estrategia para fortalecer nuestra comunidad y una propuesta para romper con la monotonía del encierro y las malas noticias, haciendo del arte otro refugio. Consultadas al terminar el curso, algunas de las organizaciones que hicieron estos ejercicios dijeron:

“La verdad que las hice con mucho entusiasmo volcando todo lo aprendido en las distintas propuestas, dinámicas muy concretas que favorecen a nuestra creatividad”. (Centro Comunitario Casita Feliz, Moreno)

“Muy divertido, creativo y disparadores para armar otras actividades en nuestra organización”. (Biblioteca Popular Kichari Huasi, Hurlingham)

“Muy buenos en general, hacer un collage estuvo bueno....  para imaginar a través de las imágenes”. (Asociación Civil Igualdad y Justicia, Moreno)

“Linda, divertida…me sacó de la rutina, me ayudó a pensar y crear”. (Merendero Chicos de Barrio, Garín)

“Está bueno porque nos hicieron participar y mostrar las actividades que realizamos, aprender a utilizar las fotos de otras formas diferentes”. (Centro Cultural Mi Barrio, Moreno)

“Súper originales, me encantaron las propuestas enviadas. En las fotos pudimos ver las distintas actividades que estuvimos haciendo en esta pandemia, la solidaridad y empatía hacía el prójimo”. (La Lucha de Azul, Quilmes)

“Sirvió para que el grupo se ponga en movimiento en conjunto, además tareas entretenidas y sirvió para plasmar y dar cuenta de cosas cotidianas, nuevos hábitos, cambios, etc.”. (Centro Barrial Vientos de Libertad, Moreno)

“Propuestas interesantes y divertidas, diferentes, que me hicieron plantear todo lo vivido durante la pandemia, tanto en lo personal como en lo colectivo dentro de la organización”. (Frente Barrial 22 de Agosto, CABA)[2]

Conversaciones

“Nos hemos formado siendo altamente capaces de conversar acerca de los otros

y altamente incapaces de conversar con los otros”.

Carlos Skliar

Un libro también es una comunidad, de sentidos, de saberes, de autores y lectores, de autoras y lectoras. Un modo de decir, un gesto político con el que se asume la palabra propia, sea individual o colectiva. Cada libro, digital o impreso, se incorpora a la producción escrita de una determinada época y su escenario cultural.

Sabemos que las publicaciones, tanto en el mundo editorial como en el ámbito académico, tienen reglas: normas estandarizadas para citar, registros de autoría, formatos narrativos, códigos de legitimidad. Así como el lenguaje inclusivo ha logrado avanzar al cuestionar los modos de nombrar, desde las universidades necesitamos problematizar esas reglas homogeneizadoras. Nos preguntamos si es posible anteponer la importancia del contar y de contar en plural, aunque no se cumpla con las exigencias académicas hegemónicas.

En los últimos años, nos fuimos dando cuenta que muchas veces lo que sucedía en los cursos o en los proyectos que compartíamos con las organizaciones quedaba como un aprendizaje significativo para quienes habíamos participado del proceso pero que también resultaba importante poder traducir esos pensamientos y sensaciones en publicaciones; es decir, que los saberes de las organizaciones también se hicieran libro, bibliografías a consultar y referenciar. Poder citar a las compañeras y compañeros, desde sus propias palabras.

¿Con qué herramientas, con qué metodologías, con qué lenguajes es eso posible? ¿Cómo construir autorías colectivas y, al mismo tiempo, resaltar la diversidad de voces, el lugar de enunciación diferencial que vale justamente por el lugar y la historia desde donde se habla?

Las universidades son un territorio privilegiado desde el cual comprender y asignar sentido a los acontecimientos, delimitar modos de abordaje para los problemas sociales y delinear políticas sociales. En ese campo, entendemos por extensión universitaria dos procesos interrelacionados: por un lado, la construcción de comunidades y fortalecimiento del tejido social y por el otro, el pensar y hacer en conversación con esas comunidades. La lógica academicista e individualista que prima en el ámbito académico y científico es el principal obstáculo para avanzar en procesos de construcción de conocimiento colectivo y cooperativo.

Llegamos a una colina, y nos parece que esa colina es la mercantilización de la vida. La mercantilización de la vida como lógica básica no es otra cosa que la lógica de consumo: algo que se obtiene, que se usa y se desecha. Y esa constante mercantilización de la vida es un movimiento de inercia que no permite pensar, simplemente enajena, aleja a cada uno del otro. (Tasat y Bonfim, 2015, p. 11)

Tal como plantea Carlos Skliar (2019), necesitamos generar espacios de producción de conocimiento en tanto conversaciones con otras y otros, sin inmunidad ni impunidad, sumando cada vez más voces en esas conversaciones.

En este camino posible, en el que buscamos formas de autoría colectiva, recuperamos nuevamente la idea de disponibilidad como método de Rita Segato (2018).

Cada pueblo, cada uno de nosotros, representa una humanidad parcial, limitada; solo al abrirse a la incomodidad del otro, con su diferencia y su demanda, en ese gesto expansivo, acogedor, anfitrión, esa humanidad expande su inteligencia y su capacidad de comprensión del sentido de la vida. (p. 35)

Pero no se trata solo de afinar la escucha sino también de pensar formas alternativas de transmitir el conocimiento producido en productos que reúnan y destaquen la diversidad,  que problematicen la idea tradicional de libro, y avancen hacia pluriversos. Al respecto, desde la crítica a la colonialidad del saber, Walter Mignolo (2006) afirma que “el giro des-colonial es un giro hacia un paradigma-otro. El paradigma otro es diverso, pluriverbal. No es un nuevo universal abstracto que desplaza a los existentes (cristianos, liberales, marxistas), sino que consiste en afirmar la pluriversalidad como proyecto universal…” (p. 20).

Si bien veníamos pensando desde el Programa en cómo hacer que los saberes de las organizaciones entren en los currículos universitarios, con la llegada de la pandemia el registro y difusión de lo que estaba pasando se transformó en un tema central.  Así, con esta urgencia de contar, de reconocer, de visibilizar, durante el 2021 publicamos dos libros. El primero de ellos fue Intervención y comunicación comunitaria en tiempos de pandemia, que reúne las exposiciones docentes y las intervenciones de las organizaciones durante el curso virtual realizado en el 2020. Como otro modo de contar, la publicación tiene también dos fotogalerías que presentan imágenes creadas por las organizaciones. Por un lado, incorporamos fotografías realizadas a partir de un ejercicio propuesto para que, usando la técnica de “fotos desde arriba” o flat lay, mostraran su cotidianeidad a través del retrato de objetos. Por el otro, contiene imágenes con la técnica de collage, como otros modos de narrarnos y de sintetizar pensares y sentires experimentados durante la cuarentena.

Así no solo imaginamos el esfuerzo que implicaba organizar las ollas populares y sus raciones masivas, sino que, además, podíamos verlas y en esa imagen, casi que podíamos oler el hervor de los condimentos e ingredientes del guiso en el fogón.

La segunda publicación, presentada en formato digital en el mes de septiembre como homenaje al legado de Paulo Freire y la celebración de los 100 años de su nacimiento, fue el audiolibro Organizaciones cuidando. Relatos desde los barrios en tiempos de pandemia. Se trata de un libro anfibio, que transita entre la voz y la palabra, entre la universidad y los barrios. Recopila los testimonios de los micros radiales producidos junto con las organizaciones sociales durante el 2020 e incorpora otras reflexiones que fueron, mayoritariamente, gestadas en la oralidad y luego pasadas a texto y resaltadas a través del diseño gráfico. Este proyecto editorial fue el cierre del proceso que iniciamos a partir de la invitación de una radio comunitaria, Fm Asamblea, y continuó con un espacio de investigación colectivo con la radio y las organizaciones participantes que se enmarcó en una convocatoria del Grupo de Trabajo “Extensión Crítica” del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).

El libro es, entonces, un acontecimiento, un objeto, un bien, pero también, en la era digital del hipervínculo, es una superficie donde agrupar expresiones múltiples, jugar con la relación entre el papel y la pantalla. Es la posibilidad de cuestionar la centralidad del lenguaje escrito desde su propio instrumento. Publicar es dejar huella, construir memoria, trascender.

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¿Y ahora qué? Apuntes para una pospandemia que no llega

En el mes de noviembre de 2021, a un año del primer curso virtual, realizamos una nueva edición, también virtual, llamada “Intervención y comunicación comunitaria en tiempos de pospandemia”. Ante una consulta colectiva a mano alzada en el primer encuentro, la respuesta fue unánime: las organizaciones habían recuperado sus actividades presenciales. Nuestra universidad había quedado desfasada de la realidad.

Mientras que durante el 2020 y el 2021 la Facultad de Ciencias Sociales desarrolló todos sus procesos formativos de manera virtual, las organizaciones y otras instituciones educativas, como las escuelas, transitaban hacia una nueva presencialidad que, a pesar de la nueva ola de contagios con la variante de Omicron, no parecía ya desaparecer.

En Argentina tenemos a favor uno de los mayores índices de vacunación del mundo.  No obstante, si bien las restricciones de tránsito y movilidad son mínimas y los encuentros presenciales trajeron alivio a la soledad, el escenario actual aún es complejo.

En ese sentido, las organizaciones sociales se encuentran “sobrecargadas” al enfrentar las consecuencias (que todavía continúan produciéndose) de la pandemia, además de haber recuperado su agenda prepandemia. ¿Cómo hacemos para, desde la universidad, contribuir a la visibilización y reconocimiento de esta situación por parte del Estado? ¿Quiénes están hoy haciendo diagnósticos junto a las organizaciones comunitarias para conocer las consecuencias y daños en los sectores populares, derivados de la pandemia, así como los problemas estructurales que se agravaron en esta etapa?

Por otra parte, nos preguntamos ¿Las redes de emergencia y articulación que se construyeron o activaron en la pandemia, pueden continuar con nuevas agendas? ¿Cuáles serían los temas o prioridades? ¿Cómo construir y delimitar temas de investigación de manera colectiva? ¿Con quiénes?

Sabemos también que incluso cuando se avanza en la creación de espacios más participativos y plurales en las universidades, aún minoritarios, queda el desafío de que esos saberes puedan ser consultados por los decisores de políticas públicas. La autoridad y legitimidad que aún detenta la universidad en la construcción de conocimiento le impone a quienes trabajan en ella la responsabilidad de amplificar y respaldar esos saberes y asumirse políticamente frente a los problemas sociales. Necesitamos seguir cuestionando y resistiendo la mercantilización, la meritocracia y la inercia de una universidad desamorada.

Eso supone también aprender de las organizaciones a recuperar los proyectos y sueños prepandemia. ¿Cómo contagiar a la universidad de esa pulsión creativa y solidaria y colaborar, en tanto institución pública, en la recuperación de antiguos proyectos y en la construcción de nuevos?

Con estas preguntas que se amontonan, a partir de las conversaciones con las organizaciones con las que venimos trabajando, desde el Programa reconocemos otros dos desafíos persistentes que se entrelazan entre sí. Por un lado, desarrollar nuestra inserción comunitaria en el territorio de la Facultad, en los bordes sur de la Ciudad de Buenos Aires, donde la llegada de la pandemia significó la profundización de situaciones de vulnerabilidad y violencia urbana. Para ello, en los últimos meses impulsamos un proyecto para fortalecer los dispositivos de intervención de tres de las principales organizaciones que abordan la problemática de la situación de calle en la zona. Esta iniciativa implicó, en primera instancia, un apoyo económico a cada una de las organizaciones. A este primer paso deben seguirle otros que permitan, a partir del trabajo colaborativo con estas organizaciones del barrio, configurar a la Facultad como actor social en su territorio, participando de los procesos de articulación comunitaria que llevan adelante distintas instituciones de la zona.

Por otro lado, intentamos con bastante dificultad, y ante una marcada indiferencia, visibilizar la economía social solidaria como alternativa de producción y consumo. Consideramos necesario generar, al interior de la Facultad y en el barrio, nuevas articulaciones y estrategias de comercialización que profundicen el camino que iniciamos con la feria mensual “Che Pueblo”. En la misma dirección, y a partir de consultas hechas por distintas organizaciones, se abren otros desafíos de cooperación técnica para fortalecer los proyectos productivos y lograr un salto a gran escala y con proyección de largo aliento.

Una nueva presencialidad está en marcha, y en ella las universidades no solo deben repensar sus modos de enseñar, en medio de los debates por el sostenimiento de la virtualidad o la adopción de esquemas mixtos, sino también los vínculos que han construido y quieren construir con sus comunidades. Ojalá la pausa vivida en los peores meses de la pandemia nos marque el rumbo, al recordar la importancia de los cuerpos en el enseñar y aprender. Y que la ternura de los barrios sea la ética que inspire los procesos de investigación y acción. Boaventura de Sousa Santos (2007) plantea que “... las actividades de extensión deben tener como objetivo prioritario, refrendado democráticamente al interior de la universidad, el apoyo solidario para la resolución de problemas de exclusión y discriminación sociales…” (p. 66). De Sousa Santos lo escribió hace 15 años, pero podría haber sido ayer.

Referencias

Clemente, A. (2021a). "Emergencia e intervención comunitaria" en AAVV, Intervención y comunicación comunitaria en tiempos de pandemia, Programa de Capacitación y Fortalecimiento para Organizaciones Comunitarias, Facultad de Ciencias Sociales, UBA.

Clemente, A. (2021b). "Prólogo" en  AAVV,  Organizaciones cuidando, Relatos desde los barrios en tiempos de pandemia, Programa de Capacitación y Fortalecimiento para Organizaciones Comunitarias,  Facultad de Ciencias Sociales, UBA.

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Notas

[1] Para escuchar los micros, ingresar a http://programadecapacitacion.sociales.uba.ar/radio/organizacionescuidando/


[2] Fragmentos de las fichas de evaluación realizadas por integrantes de organizaciones sociales al terminar el curso.