DOI:10.19137/cuadex-2020-04-02

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ARTÍCULOS

 

Las prácticas socio-comunitarias como puentes de encuentro entre saberes

Socio-community practices as bridges of encounter between knowledge

Práticas sócio-comunitárias como pontes de encontro entre saberes

 

María Eugenia Comerci
Doctora en Ciencias Sociales.
Magister en Estudios Culturales.
Prof. y Licenciada    en   Geografía.
Investigadora Adjunta del CONICET/UNLPam, Departamento de Geografía, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de La Pampa.
eugeniacomerci@gmail.com
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-0836-5306

Federico Schoenfeld
Profesor de Geografía y docente en Enseñanza Primaria.
Docente auxiliar interino de  Geografía de Argentina (UNLPam) y docente de nivel medio.
Departamento de Geografía, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de La Pampa.
fedealpa@hotmail.com
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-8452-0569

 

Las prácticas socio-comunitarias como puentes de encuentro entre saberes

Resumen: En el marco de las Prácticas Comunitarias y el Campo de las Prácticas iniciamos espacios de aprendizaje, entre horneros/as, estudiantes y docentes, en la búsqueda de saberes prácticos y teóricos, académicos y empíricos, con acciones concretas para la recuperación, puesta en valor y visibilización del trabajo en un horno de ladrillo artesanal. Asimismo, coordinamos este espacio de encuentro con la Escuela Secundaria Técnica para generar una articulación educativa significativa donde los saberes académicos y populares se conjuguen con los saberes interdisciplinarios de la educación media a fin de expresar su aplicación práctica en la comunidad.

Palabras clave: Prácticas; Extensión universitaria; Saberes; Horneros

Abstract: Within the framework of Community Practices and the Field of Practices, we initiate learning spaces, among bakers, students and teachers, in the search for practical and theoretical knowledge; academic and empirical, with concrete actions for the recovery, assessment and visibility of the work in artisan brick kilns. Likewise, we coordinate this meeting space with the Technical Secondary School to generate a meaningful educational exchange for students where academic and popular knowledge are combined with interdisciplinary knowledge of secondary education in order to express its practical application in the community.

Keywords: Practices; University extension; Knowledge; Bakers

Resumo: No âmbito das Práticas Comunitárias e do Campo das Práticas, iniciamos espaços de aprendizagem, entre forneiros, estudantes e professores, na pro cura de conhecimentos práticos e teóricos; acadêmicos e empíricos, com ações concretas para a recuperação, valorização e visibilidade do trabalho em forno artesanal de tijolos. Da mesma forma, coordenamos este espaço de encontro com o Ensino Médio Técnico para gerar uma articulação educacional significativa para os alunos, onde o conhecimento acadêmico e popular combinamse com os conhecimentos interdisciplinares do ensino médio com objetivo de expressar sua aplicação prática na comunidade.

Palavras-chave: Práticas; Extensão universitária; Conhecimentos; Forneiros

 

Presentación

La universidad, sobre todo la pública, debe cumplir una tarea imprescindible de renovación y cambio de sus quehaceres académicos y de interpretación cultural de la realidad, en el marco de niveles de autorreflexividad serena, plural y responsable (Sousa Santos, 2008, s/p).

La extensión universitaria, desde una perspectiva crítica, como proceso de intervención en lo social, alberga discusiones teóricas, éticas, políticas, metodológicas y epistemológicas sobre el vínculo universidad-sociedad, debates entre concepciones sobre el cambio social y el rol del conocimiento. Como medio para la formación integral de los y las estudiantes, la extensión abre discusiones sobre modelos pedagógicos, cambio curricular, rol docente, evaluación estudiantil, entre otros temas. Un desafío teórico y programático es formular una concepción de extensión que articule definiciones en ambos frentes, en una propuesta unitaria pedagógica y transformadora (Tommasino y Cano, 2016).

La contribución de las universidades en los análisis rigurosos de la realidad social y territorial, así como su capacidad para traducirlos a lenguajes pertinentes que logren su apropiación por los sectores sociales menos favorecidos, son dimensiones esenciales para conservar los rasgos, historias y los productos culturales. La Universidad Pública tiene hoy un papel preponderante en la preservación de las manifestaciones socio-culturales y de las prácticas comunitarias (Fresán Orozco, 2004).

Como sostiene Sousa Santos (2008), la Universidad Pública, como mediadora cultural, es parte de la colectividad y en su complejidad y pluralidad, es también constructora y transformadora de la realidad. Históricamente, los horneros tradicionales han sido considerados, en su arista comercial, como actores funcionales e indispensables del mercado de la construcción. Sin embargo, aparecen como sujetos invisibilizados por la academia y amplios sectores sociales en relación a sus voces, su rol social, sus prácticas productivas y conocimientos en torno al proceso productivo de ladrillos.

A través de intercambios con los productores/ras de ladrillos, manifestaron la escasa valorización y difusión de su trabajo cotidiano con la producción en los hornos y las dificultades en la comercialización. En ese marco, surgió la idea de generar espacios de encuentro y de aprendizaje, donde se pusieran en juego saberes técnicos/prácticos y teóricos; junto con acciones concretas para la recuperación, puesta en valor y visibilización del trabajo en un horno de ladrillos. Asimismo, pensamos en la coordinación de la propuesta con la Escuela Secundaria Técnica para generar un intercambio educativo donde los saberes académicos y populares se conjugaran con los conocimientos interdisciplinarios de la educación media técnica a fin de expresar su aplicación práctica en la comunidad1.

Nuestra intención no buscó abarcar todo el univer-so de horneros, sino recuperar los conocimientos sociales de un productor de ladrillos artesanales representativo de la localidad de Toay, que desarrolla prácticas ancestrales en los bordes de la ciudad. Con saberes heredados entre generaciones, relaciones vinculares vecinales e interfamiliares, los horneros utilizan recursos locales en el proceso de elaboración de ladrillos con altos niveles de artesanalidad. Todo el proceso de elaboración requiere del conocimiento de los elementos físicos del ambiente (como la temperatura, humedad, vientos, suelo, entre otros, que condicionan los ritmos de elaboración y calidad de la materia prima), de contactos con proveedores de insumos naturales (agua, estiércol de caballos, leña, tierra, aserrín) y tramas vinculares que nos interesó conocer a través de intercambios con los horneros/ras, valorizando su sacrificado y ancestral trabajo. Por otro lado, y dado que se trata de un circuito productivo periurbano históricamente invisibilizado, buscábamos generar –de manera conjunta con la familia del hornero– una producción escrita para dejar documentado el trabajo y sus voces.

Coincidimos con Leyva Solano (2015) en que es fundamental que las prácticas e investigaciones científicas encuentren desafíos a los poderes y hagan visible el sobrecruzamiento de opiniones. Se necesitan investigaciones que generen producción y circulación de saberes múltiples, que establezcan diálogos con saberes autóctonos, que partan de lo colectivo. Además, buscamos la articulación entre las instituciones educativas (de nivel superior y medio) y la co-construcción de nuevos saberes que parta de un aprendizaje cooperativo, promovido por un trabajo colaborativo y grupal (Díaz Barriga y Hernández, 2002). De este modo, consideramos que la extensión universitaria debe buscar que su praxispermita configurar proyectos alternativos inspirados en la solidaridad y la inclusión de los sectores marginados (Tünnermann Bernheim, 2000). De acuerdo con Anijovich (2014), en relación con la construcción de conocimiento basado en proyectos, la autora sostiene que:

para que un proyecto resulte significativo, en términos de aprendizaje, es necesario que los alumnos se propongan una meta, planifiquen las acciones para cumplirla, lleven adelante una diversidad de actividades, prueben y elijan caminos alternativos, recursos variados y tomen decisiones para cada uno de los trayectos. En síntesis, es preciso que los estudiantes se involucren en un proceso de planeamiento, investigación, práctica y toma de decisiones. (Anijovich, 2014 p. 94)

Asimismo, valoramos los proyectos que desestructuran los modos tradicionales de la enseñanza universitaria. El rol docente, en este nuevo contexto, se ve reconfigurado cuando se cambia el aula como único espacio educativo por un trabajo docente a la intemperie del aula, de las situaciones controladas y de los resguardos curriculares rígidos. La enseñanza en estas condiciones implica abrir la posibilidad a lo contingente y lo desconocido, dando espacio a las preguntas novedosas que surgen desde la praxisextensionista e investigativa. Los sujetos demandan muchas veces soluciones y explicaciones que no están contextualizadas o reguladas, que no están predeterminadas por el currículo (Tommasino y Cano, 2016).

Consideramos que este vínculo directo entre los saberes y contenidos curriculares de las Ciencias Sociales y Humanas con las realidades del territorio permite reflexionar, con nuestros/as estudiantes, sobre los roles de los sujetos intervinientes. De esta forma, con base en las ideas de García Delgado y Cassalis (2013), podemos preguntarnos cuál es el rol de la Universidad Pública en los procesos de desa-rrollo o cómo se articulan las funciones sociales de la Universidad con un modelo de desarrollo deseado, inclusivo y con las políticas públicas.

Creemos que la formación docente y profesional, pensada con y entre sujetos de derecho, requiere de una reflexión sostenida sobre los estilos de aprendizaje, de enseñanza, de acompañamiento de procesos e investigación. En ese contexto, en el presente artículo pretendemos relatar la experiencia realizada en el año 2019 con un hornero toayense, desarrollar los eslabones del proceso productivo de ladrillos artesanales y reflexionar en torno a qué aprendizajes podemos rescatar en la construcción del diálogo de saberes, cómo se pueden articular distintas rutas de conocimiento y repensar en qué medida nuestras prácticas de extensión y docencia habilitan la construcción colectiva de conocimientos. Orientados por metodologías cualitativas y de investigación-acción, para la realización del trabajo, además de los intercambios entre el hornero y los y las estudiantes secundarios y universitarios, hemos revisado material bibliográfico y realizado entrevistas sobre la experiencia vivida a los y las partícipes en julio de 2020.

Las actividades se enmarcaron en el Campo de las Prácticas (Resolución 483/2012 del Consejo Directivo) y en las del Campo de las Prácticas Comunitarias (Resolución del Consejo Superior 297/2011). El Campo de las Prácticas está destinado al aprendizaje de las capacidades para el trabajo docente en las aulas y en los distintos ámbitos en donde se desempeñe profesionalmente. Se configura en el programa de la Cátedra Geografía de Argentina como un eje transversal que apunta a resignificar los conocimientos de otros espacios curriculares preparando a los estudiantes para una participación e incorporación progresiva en distintos contextos socio-educativos. Se contempla, desde el inicio de la formación de las y los estudiantes en el Profesorado y la Licenciatura en Geografía, la implementación de estrategias destinadas a la construcción de los saberes propios del campo específico a la práctica profesional de manera transversal, tanto en sentido horizontal como vertical.

De este modo cada docente, paralelamente al dic-tado de los contenidos específicos de la actividad curricular, desarrolla saberes, conocimientos y competencias orientadas a la enseñanza de las distintas ciencias sociales con el propósito de superar la distancia habitual que existe entre la formación disciplinaria y la pedagógica. Ello implica poner la puesta en acción de prácticas coordinadas con otras cátedras e instituciones que tengan continuidad en el tiempo, plasticidad para adecuarlas a las particularidades de los estudiantes, evaluación permanente a fin de realizar cambios si fuera necesario, grados de complejidad creciente, coherencia entre actividades y objetivos, y estrecha vinculación con el área de las prácticas.

En forma paralela, el Campo de las Prácticas Comunitarias tiene como fin generar espacios de aprendizaje donde se ponga en juego saberes y actitudes para abordar diferentes situaciones de intervención social que propicien el contacto solidario de los estudiantes con la realidad. Estos campos permiten la articulación de contenidos curriculares con necesidades y demandas de la sociedad, en un vínculo que tiene un sentido transformador mutuo. Estas propuestas pedagógicas, dirigidas al conjunto de la sociedad que requieran de las prácticas solidarias, con especial énfasis en los sectores más vulnerables, privilegian tanto la adquisición de conocimientos como la contribución a generar procesos concretos de transformación en el campo social, constituyéndose de esta manera en actividades de aprendizaje y de servicio.

Desde la extensión crítica, entendida como praxis, se busca que las y los estudiantes construyan una posición reflexiva frente a la realidad, para modificarla a través de su compromiso y participación en la vida social, adquieran diversas visiones del mundo y desarrollen habilidades y valores de ciudadanía. En relación con las y los docentes de la Universidad, las Prácticas Comunitarias son un medio adecuado para colaborar en la integración de las actividades de docencia, investigación y extensión, y posibilitar la retroalimentación de estos tres pilares fundamentales de la Universidad Pública (Resolución CS 297/2011). En este marco, en el próximo apartado, relatamos brevemente la experiencia de trabajo conjunta entre las Cátedras de Geografía de Argentina y Taller de Producción Gráfica II de la UNLPam, el horno de ladrillos “Ladrillera Toay” y la escuela secundaria técnica EPET (Santa Rosa).

 
Acerca de la experiencia de trabajo conjunto

Estudiantes avanzados y docentes de las cátedras involucradas en el proyecto visitamos el horno “Ladrillera Toay”, donde Gastón nos explicó de forma detallada el proceso de elaboración de ladrillos. El rico intercambio de saberes permitió valorar los conocimientos empíricos, locales y populares. Luego procesamos la información, redactamos un informe reconstruyendo el proceso productivo de elaboración artesanal de ladrillos en el que se rescató el lenguaje popular de la “jerga” ladrillera, los procedimientos, técnicas y herramientas específicas y elaboramos folletos para visibilizar sus aspectos productivos y difundir la actividad (ver figura 1), en el sentido de mostrar la integralidad del circuito económico.

Figura 1. Documento elaborado para reconstruir el proceso productivo


Fuente: elaboración propia, junio de 2019.

 

Con base en esos documentos, generados a partir de los testimonios del hornero, realizamos una propuesta didáctica para trabajarlos en el colegio secundario técnico. Las y los estudiantes del Profesorado en Geografía, acompañados por docentes de la cátedra Geografía de Argentina, desarrollaron una propuesta didáctica en el aula de 3º año de la EPET Nº1, con la finalidad de abordar los aspectos y dinámicas del proceso productivo de elaboración de ladrillos, los sujetos y los vínculos en un espacio periurbano. Esta práctica pedagógica se gestó en el intercambio de saberes con los horneros en experiencias previas. El desarrollo de las actividades didácticas en el ambiente del aula constituyó una instancia de aprendizaje, tanto para los y las estudiantes universitarios como para los de nivel medio (ver figura 2). Cabe mencionar que para los y las universitarios/as fue la primera vez que realizaban una clase “real” para alumnos de secundario y que la temática resultaba novedosa pues los libros de texto siempre han abor-dado los circuitos productivos tradicionales (del azúcar, yerba mate, soja, etc.) y este resultaba novedoso para todos/as.

Figura 2. Realización de propuesta didáctica en secundario con alumnos que armaron los moldes


Fuente: fotografías capturadas por los autores, junio de 2019.

 

En una segunda instancia, los alumnos del secundario técnico aplicaron sus saberes prácticos en los talle-res de Carpintería, en los que elaboraron de manera conjunta moldes dobles para el diseño de adobones en los hornos de ladrillos (figura 3). Finalmente, los moldes fueron entregados en el Departamento de Geografía, luego de recorrer las instalaciones de la Universidad con la familia del hornero, en la que participaron tres generaciones. De este modo, se materializó el trabajo cotidiano en la educación técnica convertido en una herramienta directa en la labor cotidiana del armado de ladrillos. A continuación, sintetizamos el proceso productivo de construcción de ladrillos reconstruido desde el relato del hornero.

Figura 3. Elaboración de moldes en la escuela EPET


Fuente: fotografías capturadas por los autores, junio de 2019.

 

El proceso de construcción de ladrillos artesanales

El proceso comienza con la búsqueda de “tierra negra”, es decir, el raspado de la capa más superficial del suelo que contiene en su estructura un determinado contenido de materia orgánica. Los horneros/as de Toay acceden a esta tierra arcillosa con permisos municipales o arrendamientos a parcelas en donde obtienen la materia prima. Esta es extraída de forma manual, aunque en algunas ocasiones contratan personas para que lleven a cabo la tarea. En el caso trabajado, la tierra, de alto contenido de materia or-gánica, es obtenida en terrenos municipales cerca-nos al Autódromo Provincial, a pocos kilómetros de donde están ubicados los hornos.

Luego de transportarse hasta el horno, la tierra es esparcida en una especie de “masa circular”. A esa mezcla se le agrega una proporción de bosta de caballo, aserrín y agua (con el objetivo de obtener un ladrillo más resistente y de mejor calidad). La bosta aporta más elasticidad a la masa, es un elemento ligante de la tierra que se saca de explotaciones equinas locales de manera gratuita. El aserrín también se obtiene en los aserraderos locales. De este modo, comienza un amasado con una rueda de fabricación casera (ver figura 4) que consiste en un cilindro con paletas y un eje central (similar a una paleta de batidor) el cual se conecta a un pívot que es impulsado por un vehículo. Anteriormente, el sistema que se utilizaba era similar, pero en lugar de ser tirado por un vehículo, era arrastrado por caballos, lo cual era una tradición que se transmitía entre generaciones. Es necesario mencionar que los equinos utilizados en esta actividad respondían a un gran esfuerzo, ya que debían girar en forma continua durante horas, a la hora del día y dependiendo también de las condiciones climáticas. Por otro lado, el hecho de usar tracción a sangre obligaba a garantizar su mantenimiento, cuidado y reproducción de los caballos. Desde la perspectiva de Gastón, “un gran avance productivo fue la mecanización, cambiar la tracción a sangre por las camionetas”. De acuerdo con su relato, fue cuando su padre lo dejó a cargo del horno que dio fin al uso de los caballos, para mejorar y aumentar la cantidad y calidad de la masa y reducir el tiempo de amasado a tan solo tres horas. Esto significó no sólo un incremento en la productividad, sino también una mejora en las condiciones de trabajo.

Una vez conformada la masa o “barro”, se prueba su textura en el banco de moldeado. Si está en el punto óptimo, en función de la humedad y la temperatura, se procede al moldeado de los ladrillos. Gastón tiene una carretilla armada y diseñada por él, con batea de madera desmontable con doble propósito. Primero para acercar el barro hasta el banco de moldeado de ladrillos, luego desmonta la batea de madera para “baquetear” (trasladar) los ladrillos hasta el horno. La carretilla fue realizada por Gastón de forma artesanal. Antes de comenzar con el moldeado de los ladrillos hay que “limpiar la cancha” es decir, raspar la superficie donde se desmoldarán y se esparce una capa de aserrín para que el ladrillo fresco no se pegue en el piso de tierra. La herramienta utilizada para realizar esta actividad, un rastrillo sin dientes, fue pensada y elaborada por Gastón, y es visto como un avance tecnológico en el sentido de que facilita la tarea de “limpiado de la cancha”.

Una vez que se finaliza esta tarea, se procede al moldeado de la mezcla. Se utilizan moldes de madera y de aluminio (aunque los últimos son más frágiles y tienen menor vida útil), realizados por carpinteros de la localidad. El primer paso consiste en mojar los moldes con agua y se colocan sobre una tabla de madera, luego se rellenan con material, por último, se procede al desmolde del material, que ya posee forma de bloque, sobre la “cancha”, mediante un movimiento rápido y contundente para evitar la deformación de los ladrillos. Sucesivamente se arman filas de ladrillos desmoldados cubriendo toda la superficie de la denominada “cancha” (ver figura 4) y se va registrando la cantidad elaborada.

Figura 4. Preparación de la “cancha” y corte de ladrillos


Fuente: fotografías capturadas por los autores, junio de 2019.

 

En función del factor atmosférico (temperatura, humedad y vientos) se dejan secar en posición horizontal. Una vez secos, se los apila de canto a una altura no mayor a tres ladrillos a fin de no esforzar el material aún sin quemar. Allí se los deja estacionar un tiempo más para secar la “cara” del ladrillo crudo que estaba en el suelo, dependiendo también de los factores ambientales. La ubicación de los ladrillos en pilas de hasta un metro y medio tiene una posición determinada para que se “aireen” y no se rompan.

Luego, para el momento del armado y quema de los ladrillos se necesita contar con leña de caldén que servirá de combustible durante toda la cocción de los ladrillos. Gastón nos comentó que consigue leña de caldén que le provee un conocido del paraje Cachirulo (distante a seis kilómetros de los hornos), a quien le paga con una cantidad pactada de ladrillos, mediante un sistema de trueque. Este acuerdo beneficia a ambas partes: por un lado, a Gastón, que no invierte dinero en efectivo para la obtención de leña, y, por el otro, al proveedor de Cachirulo, quien en épocas donde la demanda de leñas baja (en verano, cuando no se utilizan las estufas), subsiste gracias a la venta de ladrillos. Esta práctica de trocar insumos y productos continúa siendo muy común en la economía informal, en la que se reconocen elementos de solidaridad o “gauchadas” entre vecinos, familiares y agentes productivos diversos.

Según la cantidad de ladrillos a quemar será el tamaño del horno y sus respectivas hornallas (que pueden llegar hasta seis), generalmente se acumula una cierta cantidad de ladrillos para crear un horno de seis bocas. La ubicación del horno está acorde a los vientos dominantes del lugar para que contribuyan a la combustión y el mantenimiento de la temperatura. Los ladrillos crudos se colocan cuidadosamente en el horno con un método singular que evita que se caigan y que permite la circulación del oxígeno para que combustione la leña (ver figura 5). Una vez levantadas las hornallas se revoca el horno exteriormente; primero se coloca alrededor de los bloques “crudos” una capa de ladrillos de segunda (de la horneada interior), y luego se lo revoca con barro. A este último proceso se lo denomina “enrafado”, lo que posibilita hacer el efecto de “horno” (que debe alcanzar los mil grados centígrados) y evitar fugas excesivas de temperatura. El horno es recubierto con ladrillos “de segunda” para que conserve su temperatura. Una vez erguido se procede al encendido en las bocas en la dirección del viento dominante.

Se arman primero las “fogatas” donde se coloca la leña gruesa y fina, a partir de la cual se apilan los blo-ques de manera tal que el calor suba lentamente hacia las partes altas ya que de lo contrario se “escapa-ría el fuego”. La forma en la cual el productor apila los adrillos para armar el horno la diseñó a partir de la experiencia a lo largo del tiempo, probando diferen-tes técnicas mediante la “prueba y error”. La hornalla se enciende según el sentido de los vientos, para que la boca por la cual se introduce la leña quede del lado opuesto. Una vez iniciada la quema (ver figura 5), el proceso demandará atención permanente durante las primeras veinticuatro horas para mantener la intensidad del fuego, ya que si se reduce la temperatura se dificultará avivarlo y los ladrillos no estarán debidamente quemados y estos serán de segunda selección.

Durante este proceso, Gastón utiliza un instrumento fabricado por él mismo, llamado “hurgadero”, que consiste en un palo de hierro de aproximadamente dos metros, para meter más leña dentro de la hornalla a medida que se consume durante la quema. Pasadas las veinticuatro horas, se comienza a descender gradualmente la temperatura, pero se mantiene encendido hasta cuatro días, hasta que finalmente la hornalla se apaga y se obtienen los ladrillos cocidos. La “quema” significa el fin proceso productivo, la conclusión de una etapa y simbólicamente se conforma como un ritual singular en el que participa toda la familia. Luego del primer día de quema, donde ya la “fogata” prendió, la familia se reúne en torno a un fogón en el que se intercambia comida asada y se acompaña a quienes cuidan el horno, hasta avanzada la noche. En ese ritual participan, niños, jóvenes y ancianos.

Una vez horneados, los ladrillos quedan apilados allí hasta que se comercialicen y se distribuyan a los clientes. Para su comercialización, se clasifican en “primera” y “segunda” selección, dependiendo de la calidad y grado de cocción. El modo de venta es in situ, los clientes se acercan al lugar donde se realiza la producción de los ladrillos. Si bien el productor fija un precio para el producto (por cada mil ladrillos, aunque el número puede cambiarse), se recurre al “regateo” (típico en la venta informal), una negociación del valor entre el productor y el cliente, dependiendo de la cantidad, entre otros factores.

Figura 5.Quema de ladrillos artesanales


Gentileza de Gastón Páez, 2020.

 

Otra característica es la venta directa al cliente, sin intermediarios debido a que disminuye la ganancia y aumenta el precio final. También se trabaja con pedidos especiales de piezas de revestimiento como tejuelas y losetas cuadradas, pentagonales o hexagonales. Una vez realizada la venta, la distribución está a cargo del productor, quien hace el flete y descarga de los ladrillos. Una novedad en este eslabón del circuito productivo es la utilización de las redes sociales para la publicidad y promoción de su producción. Gastón creó una página de Facebook llamada “Ladrillera Toay” en la que publica fotos de su trabajo y describe la forma en la cual realiza los ladrillos. Cabe destacar que es muy activo en la utilización de este medio que le permite ganar clientes, ya que su horno se encuentra al final de la calle (último), donde es más dificultoso acceder.

El mercado al que se dirige la producción artesanal de ladrillos es el de la construcción, principalmente en Santa Rosa y Toay. En el imaginario social, existe una idea de que el problema de los productores locales de ladrillo es la competencia con los productos provenientes de Mendoza, la cual es errónea, ya que según Gastón, estos últimos vienen a complementar la insuficiencia en la oferta de los ladrillos locales (porque en Santa Rosa y Toay no se produce una cantidad suficiente como para abastecer la demanda total) y, además, existe una diferencia de calidad (los ladrillos mendocinos son de menor calidad que los locales, por la salinidad de la tierra con la cual son fabricados). En fin, este complejo proceso requiere de saberes prácticos y populares transmitidos de manera oral, recursos naturales-antrópicos e insumos obtenidos en la localidad o en el entorno rural cercano, además de lazos sociales y relaciones vinculares que posibilitan el desarrollo de esta actividad productiva.

 
Rutas alternativas de conocimiento y cruce de saberes: qué nos dejó la experiencia realizada

Mediante el trabajo realizado buscamos reconstruir y visibilizar otras prácticas productivas-reproductivas que implican “rutas de conocimiento” alternativas, pues pretenden contribuir a orientar nuestro hacer/sentir/pensar en la co-construcción de conocimiento socialmente significativo y colectivo. Como señala Leyva Solano (2015), las rutas de conocimiento no se reducen a un mero listado bibliográfico o a un debate académico, sino que también comprenden experiencias vividas. En este contexto nos pareció necesario repensar la vivencia que tuvimos el año pasado con el hornero y reflexionar en torno a qué aprendizajes podemos recuperar de la construcción de este puente de diálogo entre saberes y cómo se pueden articular distintas rutas de conocimiento académico y popular, técnico y empírico; de docencia, investigación y extensión, en pro de la construcción de un conocimiento colectivo.

Buscamos, al salir del contexto áulico, que Gastón se transformara en nuestro docente. Con frecuencia, el agente social en el medio cotidiano de trabajo puede asumir un rol enseñante, habilitándose una circulación de saberes, preguntas y respuestas sumamente enriquecedora. Por supuesto que, como advierten Tommasino y Cano (2016), eso no implica una des-titución del rol docente ni tipo alguno de “espontaneísmo pedagógico”. Entendemos que el docente tiene la responsabilidad ineludible de la tarea de enseñanza, y por lo demás, la docencia en la extensión no implica menos planificación o rigurosidad, sino todo lo contrario. Pero el ejercicio del rol docente en procesos de extensión habilita una circulación de la “posición enseñante” con efectos formativos para todos (Tommasino y Cano, 2016).

En este marco, quisimos recuperar las representaciones de los partícipes de la experiencia. En relación con la experiencia directa con Gastón, con sus saberes y prácticas los estudiantes rescataron los siguientes aspectos:

Para mí fue genial conocer y poder aprender un tipo de trabajo familiar, sus instrumentos; equipos y herramientas, hornos, con todos sus pasos y procedimientos (...) valorar sus conocimientos empíricos, locales... y también datos climatológicos, dependiendo de qué lado esté el viento se prende de un determinado lado la caldera para la quema de ladrillos, la humedad..., es decir emplean toda una gama de conocimientos a la hora de emprender con éxito esta tarea (Sebastián, estudiante avanzado de Geografía, 26 años).

De la experiencia vivida el año pasado con el productor de ladrillos puedo rescatar infinidad de saberes y prácticas que yo hasta ese momento desconocía. En un principio la dedicación y la pasión que le ponen a la hora de realizar su trabajo, siempre comprometidos con brindar productos de buenísima calidad y que cumplan con las expectativas de los clientes, es así como ellos van especializándose e innovando en la producción (Tahiel, estudiante avanzado de Geografía, 25 años).

En lo referido a los aspectos pedagógicos y didácticos, los y las estudiantes recuperaron la puesta en práctica de la clase presencial desarrollada en el aula con alumnos de nivel secundario técnico:

Los chicos demostraron interés y predisposición, pudimos generar un ambiente de intercambio de saberes y revalorizar un circuito productivo local. Abordamos aspectos y dinámicas del proceso productivo, los sujetos y sus prácticas para finalizar con una actividad donde los estudiantes del secundario elaboraron en el taller de Carpintería y Hojalatería moldes utilizados por Gastón para la elaboración de los ladrillos (Mayra, estudiante avanzada de Geografía, 22 años).

Lo que puede rescatar de la experiencia en el Campo de las Prácticas es que, al re-cuperar un ejemplo a escala local para enseñar un contenido curricular (en este caso los circuitos productivos) se facilita la comprensión para los alumnos, y así el aprendizaje. Abordar la enseñanza de la Geografía, en la medida de lo posible, a partir de ejemplos o casos con los que los alumnos estén en contacto o que formen parte de su cotidianeidad/contexto es una herramienta didáctica importante ya que aporta, en cierta forma, una especie de “valor” a ese conocimiento, frente a la posibilidad de ser aplicado a algo que ya conocen, además de que despierta el interés en el mismo (Juan, estudiante avanzado de Geografía, 22 años).

Las prácticas son fundamentales en la formación docente y profesional principalmente porque posibilita la integración y el intercambio de diferentes aprendizajes, también hay que resaltar la importancia de tener contacto y conocer otras realidades que nos permite desarrollar conciencia y un compromiso social (Virginia, estudiante avanzada de Geografía, 22 años).

Con relación directa al cruce de saberes populares y académicos los y las estudiantes planteaban:

Considero relevante vincular los saberes académicos con los populares porque permite profundizar y enriquecer ambos conocimientos. Pudimos reconstruir el proceso de elaboración de ladrillos artesanales con sus técnicas, destrezas, herramientas elaboradas por ellos mismos e identificar un lenguaje utilizado y creados por ellos mismos como así también, destacar un trabajo puramente artesanal y familiar que se transmite de generación en generación (Mayra, estudiante avanzada de Geografía, 22 años).

En la participación en diferentes instancias colectivas referidas a las prácticas extraescolares (salidas programadas o interacciones sociales cotidianas), se trasmitan las nociones de la vida cotidiana, se recorren lugares, se examinan prejuicios y estereotipos, se reordenan argumentos y posturas, es por esto que es muy importante el contacto con el otro cultural, generándose un rico intercambio y frutos de muchos saberes (Sebastián, estudiante avanzado de Geografía, 26 años).

Fue magnífico poder, a partir de nuestro trabajo, exponer en el aula de nuestra facultad todo el trabajo y los saberes súper enriquecedores con los que contaba Gastón de los cuales nosotros desconocíamos (Tahiel, estudiante avanzado de Geografía, 25 años).

Para Gastón “fue una experiencia genial, inolvidable, recuerdos que me van a quedar para toda la vida. Haber conocido personas con tanta humildad y la Universidad, un lugar increíble”. En su relato el hornero ponderó el recorrido de la Universidad como lo más interesante de la actividad.

La Universidad me pareció un lugar increíble, con tanto apoyo para los chicos, con tanta diversidad de cosas para hacer. Gracias por tomarse todo el tiempo de enseñarnos las aulas y las pinturas en las paredes con mensajes positivos, la biblioteca, el rectorado, los ascensores, todo muy bien coordinado.

Estos testimonios de los y las estudiantes, de Gastón y su familia son expresiones de las brechas y conquistas del sistema educativo. Tal como sostiene Rivas (2014), el sistema universitario argentino es un ejemplo mundial en cuanto a su formato de acceso irrestricto y gratuito. Cualquier estudiante puede acceder a estudios superiores habiendo finalizado los estudios secundarios. Sin embargo, las desigualdades sociales existentes y persistentes generan visiones contrapuestas, y fronteras simbólicas, como una suerte de barrera de distanciamiento entre la realidad de la propia clase y la posibilidad de que las nuevas generaciones accedan a la educación universitaria.

Todos los partícipes de la actividad “cambiaron su mirada” sobre el otro y sobre la actividad recorrida. Tanto los estudiantes, sobre el mundo de los hornos de ladrillo artesanal, así como los horneros y sus familias, sobre la Universidad Pública.

Lo que vivimos me provocó un cambio de perspectiva como estudiante y como futuro profesional, en el sentido de que pude entender la importancia del diálogo con los actores sociales que actúan en los lugares cercanos, cómo surgen sus prácticas, de qué manera se transmiten y cómo van cambiando (Juan, estudiante avanzado de Geografía, 22 años).

Destaco totalmente las Prácticas Comunitarias y el Campo de las Prácticas como formas de extensión universitaria, ya que es una forma de devolver a la sociedad aunque sea un poquito de todo lo que nos brinda en el ámbito educativo, ya que es por la sociedad entera que nosotros podemos estar cursando una carrera pública en una universidad tan importante como lo es la UNLPam. También estas prácticas nos permiten ver más allá de lo estudiado teóricamente e insertarnos en el campo, que es donde pasan las cosas, analizar las dimensiones y tomar en una postura (Tahiel, estudiante avanzado de Geografía, 25 años).

Cambió mi mirada con mi familia sobre la Universidad. A mis viejos, a mi señora y a mí nos sorprendió que es abierta a todos y es gratis. Todo lo que nosotros no pudimos hacer de llegar a la Universidad, mis hijos ojalá puedan lograrlo. Lo que me pareció más asombroso fue el salón de conferencias o no me acuerdo como lo llaman (aula Magna). También la biblioteca y sus compus de estudio, un lugar genial para los chicos, están cuidados, protegidos. Es un lugar seguro para ellos. Ojalá mi hija pueda estudiar en dos años aquí (Gastón, hornero de 35 años).

De este modo, la práctica de trabajo y el involucramiento generado de todas las partes produjeron nuevos sentidos y representaciones. Tanto para quienes formamos parte del mundo universitario, como para la familia de horneros con la que nos vinculamos. Cada uno valoró diferentes aspectos de la vivencia. Mientras lo desconocido para estudiantes era el proceso de producción de ladrillos artesanales en un borde periurbano; para la familia de horneros, lo desconocido era la Universidad, su forma de trabajo, apertura e infraestructura. Los saberes populares se conjugaron con los académicos en el ejercicio puesto en práctica en el aula a través de una clase para secundario. Este tipo de experiencias, nos dieron la posibilidad de continuar las reflexiones sobre la significatividad y profundidad de los aprendizajes y el rol de la extensión universitaria.

 
Últimas consideraciones

Muchas de las luchas del presente son luchas ontológicas, las cuestiones de conocimiento no son solo un asunto de epistemología, sino problemáticas epistémicas, ontológicas, y por lo tanto, políticas, en el sentido más profundo de la palabra, es decir que involucran múltiples visiones de mundo y de la vida (Escobar, 2005, p. 10).

La invaluable experiencia de aprendizaje para todos modificó nuestras percepciones, sentidos y representaciones sobre la actividad ladrillera artesanal. Luego del recorrido realizado pudimos valorar otras rutas de conocimiento y generamos espacios de encuentro y de aprendizaje, donde intercambiamos saberes en torno a la producción artesanal de ladrillos. Asimismo, reivindicamos el trabajo realizado por los horneros/ras como formas de conocimiento popular, práctico y basado en la experiencia.

Pudimos reconstruir el proceso de elaboración de ladrillos en función de los distintos eslabones y sujetos que participan de la producción y armamos una propuesta didáctica de trabajo en el secundario donde los estudiantes universitarios la pusieron en práctica. Elaboramos, de forma conjunta entre la familia de horneros y estudiantes, herramientas de trabajo y documentos gráficos que daban cuenta de ese proceso. Pusimos en práctica una propuesta didáctica en el aula con los alumnos que elaboraron los moldes de madera para elaborar los ladrillos y, finalmente, recorrimos las instalaciones de la Universidad Nacional de La Pampa con la familia de Gastón para mostrarle la institución, la dinámica de trabajo, la organización política interna y accesibilidad que posee la Universidad Pública. Consideramos que en este proceso fue central el proceso comunicacional. El carácter “comunicacional” de la extensión crítica y como concebida como praxis, debe tener plena vigencia tanto hacia la propia comunidad universitaria como hacia la sociedad (Tünnermann Bernheim, 2000).

Actualmente, la extensión universitaria ha superado su tradicional posición de “transferir conocimientos” de manera vertical, para incorporarse a la currícula universitaria como temática de las cátedras y de los proyectos con orientación al desarrollo local y regional (Delgado y Cassalis, 2013). Desde la perspectiva crítica, se constituye en una praxis que recupera y otorga sentidos a otros saberes. Asimismo, resignifica la intervención social al surgir actividades que salen de su formalidad académica con la intención de incidir significativamente en los vínculos con la sociedad civil, generar nuevas formas de conocimiento y producir oportunidades para el reconocimiento del “otro” como sujeto portador de historicidad, de cultura y de lazos (Kessler, Angeloni, Marzioni, y Lozeco, 2017).

Por último, coincidimos con Tommasino y Cano (2016), en que la importancia del vínculo en los procesos de extensión crítica no tiene solamente implicaciones ético-políticas y pedagógicas, sino también epistemológicas. Desde esta mirada, podríamos definir a la “extensión crítica” como un proceso educativo, y también investigativo, en tanto contribuye a la producción de conocimiento nuevo a partir de vincular críticamente el saber académico con el saber popular.

Bibliografía

1. Anijovich, R. (2014). Estrategias de enseñanza: otra mirada al quehacer en el aula. Buenos Aires: Aique Grupo Editor.

2. Consejo Superior, Resolución 297/2011, Reglamento del Campo de las Prácticas Comunitarias. Santa Rosa: UNLPam.

3. Consejo Directivo, Resolución 483/2012, Reglamento del Campo de las Prácticas. Santa Rosa: FCH, UNLPam.

4. Díaz Barriga, F. y Hernández, G. (2002). Estrategias docentes para un aprendizaje significativo. Una inter-pretación constructivista México: McGraw Hill.

5. Escobar, A. (2015). “Presentación”. En Leyva Solano, X., Alonso, J., Hernández, R. A., Escobar, A., Köhler, A., Cumes, A., Laako H, Mignolo, W. (Comp.). Prácticas otras de conocimiento(s): Entre crisis, entre guerras. México: Cooperativa Editorial Retos.

6. Garcia Delgado, D. y Casalis, A. (2013). Modelo de desarrollo y universidad en Argentina. Análisis crítico y contribución de la extensión universitaria al desarro-llo local y regional. Universidad Nacional del Litoral. Secretaría de Extensión; pp. 24-31. Disponible en: https://ri.conicet.gov.ar/handle/11336/26108.

7. Kessler, M. E., Angeloni, M., Marzioni, S. y Lozeco, J. C. (2017). La intervención social desde la extensión universitaria: un modelo en construcción. Revista +E versión en línea, 7(7), pp. 164-175. Santa Fe, Argentina: Ediciones UNL. Disponible en: https://ri.conicet.gov.ar/handle/11336/72401.

8. Fresán Orozco, M, (2004). La extensión universitaria y la Universidad Pública. Revista Reencuentro, núm. 39, abril, 2004, pp. 47-54.

9. Leyva Solano, X., Alonso, J., Hernández, R. A., Escobar, A., Köhler, A., Cumes, A., Laako H, Mignolo, W. (2015). Prácticas otras de conocimiento(s): Entre crisis, entre guerras. México: Cooperativa Editorial Retos.

10. Rivas, A. (2014). Revivir las aulas. Buenos Aires: Debate.

11. Sousa Santos, B. (2008). El rol de la Universidad en la construcción de una globalización alternativa. Disponible en: http://www.fts.uner.edu.ar/secretarias/academica/rev_plan_estudio_cp/materiales_de_lectura/universidad/03_de_Sousa_SantosLa_Universidad_en_el_siglo_XXI.pdf.

12. Tommasino, H. y Cano, A. (2016). Modelos de extensión universitaria en las universidades latinoamericanas en el siglo XXI: tendencias y controversias. Revista Universidades, núm. 67, enero-marzo, 2016, pp. 7-24.

13. Tünnermann Bernheim, C. (2000). El nuevo concepto de la Extensión Universitaria. Sin datos editoriales. México. Disponible en: https://aduba.org.ar/wpcontent/uploads/2016/07/NuevoConceptoExtensionUniversitaria-CarlosTunnermann.pdf.

 

Notas

1 Queremos agradecer, en primer lugar, a Gastón Páez y a su familia, por su predisposición y compromiso con el trabajo realizado. Asimismo, al profesor Gustavo Hernán Silvestre, a los y las estudiantes del Profesorado en Geografía: Sebastián Bertolitti, Juan Sebastián Calderón, Klug Tahiel Eladio, Virginia Hecker y Mayra Lardone, a los y las estudiantes de Comunicación Social: Miriam Blanco, Julieta Barontini, Fausto Álvarez, Ana Carballo y Brenda Iglesias, además de los y las docentes y alumnos/as del Colegio Secundario EPET Nº 1 de Santa Rosa, de los talleres de Carpintería y Aplicaciones Técnicas I y II.

Fecha de recepción: 11/08/2020
Fecha de aceptación: 30/10/2020