Nicolás Rodrigo Jarque, Xenia. Las Saturnales en los epigramas de Marcial. Reseña por Lidia Raquel Miranda. Circe de clásicos y modernos 28/ 2 (julio-diciembre 2024).
DOI: http://dx.doi.org/10.19137/circe-2024-270206
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RESEÑAS
Rodrigo Jarque, Nicolás. Xenia. Las Saturnales en los epigramas de Marcial. Bahía Blanca, Multimpress, 2023, 198 págs. ISBN 978-987-88-9622-9
Por Lidia Raquel Miranda
[CONICET/ UNLPam - mirandaraq@gmail.com]
ORCID: 0000-0002-7744-0210
El libro de Nicolás Rodrigo Jarque, Xenia. Los Saturnales en los epigramas de Marcial se enmarca en la línea de estudios sobre la materialidad de la cultura antigua, las representaciones de la lectura y la inscripción del lector en la poesía romana que, bajo la guía erudita y amigable de Emilio Zaina, se viene desarrollando desde hace varios años en el Departamento de Humanidades de la Universidad Nacional del Sur. De hecho, el volumen que reseñamos tiene su origen en la tesis doctoral que, con el mismo título y dirigida por él, el autor defendió y aprobó en dicha casa de estudios en 2018.
El texto examina diferentes aspectos de la convivialidad en los epigramas del poeta latino en relación con el escenario saturnalicio, tales como la corporalidad y el atuendo, los visitantes y los regalos, las comidas y las bebidas, entre otros. A partir del valor sociológico, hermenéutico y literario de dichos contenidos, el autor orienta su análisis hacia las consecuencias que tienen para el género y hacia las posibilidades de lectura que ofrecen los poemas, tanto en su contexto de producción-recepción como en los abordajes críticos actuales. En tal sentido, se trata de un aporte muy innovador en su enfoque debido a que el examen pormenorizado de la obra epigramática de Marcial permite sobrepasar el programa de temas, motivos y objetivos de la producción literaria para ubicarla en un plano cultural más amplio, que considera la figura del poeta como lector y la del lector como determinante del valor del texto, así como la serie de planos que intersectan la literatura (menor o marginal como es el género del epigrama) en relación con los alcances urbanos, políticos y estéticos que tiene la idea de “Roma”.
La investigación que sustenta la publicación es profunda, minuciosa y meditada. Estas características se evidencian, por un lado, en el trabajo efectuado sobre las fuentes en lengua original, lo cual asegura al investigador (y a los lectores) un acercamiento lingüístico/filológico directo a los poemas estudiados. A esta tarea concurren también las traducciones del propio Jarque, que se ponen en diálogo con ediciones y traducciones destacadas. Por otro lado, la producción de Marcial es vinculada asiduamente, a lo largo de la obra, tanto con las obras epigramáticas de la cultura griega y alejandrina como con otros géneros y textos latinos anteriores o contemporáneos a ella, lo que supone un contrapunto adecuado y necesario, ya que dicha comparación permite establecer las características y perspectivas de lectura que, a juicio del autor, definen la obra de Marcial en el contexto de la literatura latina de su tiempo.
Luego de los Agradecimientos, el libro se divide en dieciséis partes, de las cuales solo dos remiten a una organización que podríamos denominar canónica: la de Ediciones y Comentarios y la de Bibliografía, que se hallan al final del escrito. Estas secciones registran todas las fuentes de información a las que acudió Jarque durante su investigación, apropiadas y pertinentes para el objeto de análisis. Pero más importante que aludir a la profusión de obras es destacar que la bibliografía consultada se halla recuperada en el cuerpo del texto, ya que además de estar citada o referenciada a medida que progresa el análisis, las matrices conceptuales y/o analíticas de las fuentes han permitido establecer relaciones, exégesis y conclusiones valiosas para el propio examen de los poemas en cuestión.
¿Pero cómo se presenta, en definitiva, el conjunto de partes del texto? La impresión inicial es que cada acápite constituye un todo en sí mismo, una unidad conceptual particular que se ocupa de cada uno de los temas de la plétora que abarca el libro. No están denominados como capítulos, si bien la secuencia de desarrollo argumentativo permite considerarlos sin inconveniente como tales. En este sentido, parece que el autor propone en su volumen un juego de posiciones parecido al que Marcial plantea en sus libros de epigramas al dejar en manos del lector la búsqueda de las claves interpretativas y el engarce entre los distintos elementos individuales.
Esta suerte de iconicidad entre fuente y crítica se advierte también en el hecho de que el texto sumerge al lector directamente en el tema, sin adelantar expresamente la metodología de trabajo que se ha aplicado al estudio ni revelar cuál es la hipótesis o interrogante que ha conducido el análisis. Sin embargo, la claridad de las relaciones y argumentaciones expuestas, de hito en hito, va apareciendo a medida que se avanza en la lectura, en la que colaboran fuertemente el análisis filológico de los textos latinos, la comparación de lexemas y la explicación de su semántica y de los efectos pragmáticos que debieron haber tenido en su momento de circulación en la Roma del siglo I.
En función de esta forma de exposición que define la arquitectura retórica de Xenia. Las Saturnales en los epigramas de Marcial, centraré mi comentario en torno a unos pocos de los problemas analizados en distintas secciones, seleccionados porque conducen a las conclusiones parciales que cimentan el andamiaje de la obra y porque están anunciados en el título del libro.
Comencemos por “Saturnales”. Para Jarque, la festividad de las Saturnales es muy significativa en la obra de Marcial, dado que explica las decisiones temáticas y técnicas que giran en torno al “humor, la sátira, la rusticidad del tono, el registro coloquial y el escenario de la recepción” (p. 17). Para facilitar la comprensión de estos aspectos en la producción del poeta, despliega un panorama de fuentes antiguas, que dan cuenta de las referencias a Saturno y las Saturnales en la literatura latina: además de los epigramas de Marcial, destacan las obras de Ovidio, Catulo, Virgilio, Horacio y Petronio. De la tradición en lengua griega menciona a Luciano de Samósata y de la historia, a Macrobio. Según Catulo, la celebración de las Saturnales era la más feliz del año, en la que la mayor parte de la sociedad romana disfrutaba de reuniones, comidas, bebidas, juegos de dados y apuestas durante toda la jornada. Los libros 13 y 14 de Marcial muestran el intercambio de presentes (Apophoreta) y los signos de amistad (Xenia), habituales en los festejos, que simbolizan la recuperación o al menos la necesidad de recobrar el espíritu de abundancia y generosidad de la edad dorada, que era el anhelo idealizado de bienestar de los labradores que dieron origen al culto a Saturno. Lo central del capítulo se puede sintetizar en la pregunta de cuál es el mejor lector para una poesía saturnalicia, a la que Marcial responde que cualquiera: el serio y aplicado pero también el que logra divertirse con versos poco elaborados.
En relación con lo dicho anteriormente, parece conveniente seguir con “Poeta menor” y con “Monumento, epitafio y epigrama”. En estas secciones se aborda el lugar del poeta en el parnaso literario latino del siglo I y el problema del género literario. Por comparación con Horacio, Virgilio, Ovidio y Propercio, en general se ha estimado a Marcial como un autor de poco rango, opinión que se fundamenta en la valoración de los epigramas en relación con la épica y la tragedia, géneros sin duda prestigiosos en el pasado y, también, en la consideración presente. Jarque se ocupa de rastrear las huellas de la persona del poeta de su obra, quien decide ex profeso ubicarse en los márgenes del canon y presentarse a sí mismo como un poeta menor. Esa distancia de los honores y la fama le permiten una gran libertad en la elección de los temas, las formas y las figuras literarias a la hora de componer, autonomía similar a la que el uso de la synthesis, en lugar de la rígida y seria toga de la vida civil, concedía a los cuerpos festivos durante las saturnalia. Así, relajados y sueltos, los ciudadanos que celebran a Saturno, como el mismo poeta, se sienten cómodos y se permiten muchas licencias, como el humor satírico y el empleo de la lengua corriente. En ese marco, los epigramas expresan una perspectiva pedestre que concede un espacio más atractivo para la recepción de los lectores. “El poeta se refiere a los epigramas como “nueces” (saturnalicias nuces), frutos de escaso valor que pueden contarse, junto con la pimienta y con las habas, como parte de una modesta dieta. El sentido programático de nuces puede traducirse por ‘bagatelas y cosas sin importancia’ […] que indica el sitio que le corresponde al género y que supone, una vez más, la intención del poeta de ubicarse en un lugar menor” (p. 16). Los epigramas son, en definitiva, un pequeño obsequio como las nueces en el banquete, opuestos a los formidables monumentos de la memoria que constituyen los notables textos de los “grandes” autores latinos.
Por último, ocupémonos de “Xenia”, término griego que refiere, precisamente, a la hospitalidad y a los regalos ofrecidos a los visitantes, e incluso a la invitación a un banquete o simposio. Es larga y elocuente la tradición antigua, griega y romana, sobre la buena acogida a parientes y a extranjeros, y muchos son sus ejemplos literarios, como bien recopila y examina Jarque en este capítulo final de su recorrido por la obra de Marcial. En el caso de la composición epigramática, xenia es un motivo particular, con los alcances semánticos mencionados, y el libelo Xenia de Marcial se enfoca muy especialmente en el agasajo a los recién llegados. Pero el estímulo dietario de los epigramas es muy diferente del que pueden proporcionar a los lectores otros géneros, como por ejemplo la lírica con la metáfora del néctar etéreo. Marcial elige el estómago y quiere satisfacer el gusto de sus invitados a través de ese “poco y nada” que puede ofrecer: el lector solo está en condiciones de aceptar el convite, pero en esa simple aceptación radica la centralidad de su figura para el conjunto textual, ya que “la modesta gratuidad de los epigramas tiene un sentido práctico para lectores que pueden elegir qué leer y cómo, o que incluso pueden optar por la posibilidad despreciada, inaceptable para cualquier hermenéutica, de no leer. Un hecho inédito en la literatura antigua que puede entenderse como un gesto de amistad de parte de Marcial” (p. 166).
Para finalizar esta reseña, y volviendo a la idea de relación icónica entre el objeto de estudio, los epigramas de Marcial, y el texto crítico y analítico que es Xenia. Las Saturnales en los epigramas de Marcial, vale la pena recuperar un reconocimiento final que enuncia el autor del volumen: “Este libro se terminó de editar luego de un prolongado receso a mediados de febrero de 2023 en la frontera de la provincia [de Buenos Aires] y donde comienza La Pampa al abrigo de la querida casa de Esther Bizet y Alberto Marziali. A su familia envío mi gratitud”. Nuestro autor se revela a sí mismo como un invitado, como un huésped y como alguien agradecido. Acaso él también, como Marcial, se entromete entrelíneas y nos muestra algunas facetas de su persona y de su escritura en la frontera.