http://dx.doi.org/10.19137/circe-2023-270203


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ARTÍCULOS

Alejandro Neckam: El ajedrez en De naturis rerum

Alexander Neckam: Chess in De naturis rerum

Nicolás José Martínez Sáez [ Universidad Nacional de Mar del Plata ]

[ martinezsaeznicolas@gmail.com ]

ORCID: 0000-0002-7298-9036

Lucía García Almeida [ Universidad Nacional de Mar del Plata ]

[ garcia.almeida.lucia@gmail.com ]

ORCID:  0009-0003-0151-5890

Resumen: En el presente trabajo se ofrece, hasta donde nos consta, la única traducción al español del capítulo “Sobre el ajedrez” de la obra enciclopédica De naturis rerum escrita hacia el año 1190 por el filósofo inglés Alejandro Neckam (1157-1217). El capítulo mencionado, que sigue a otro sobre los jugadores de dados, es relevante no solamente para comprender la continuidad de una actitud anti-lúdica que hunde sus raíces en el pensamiento de los primeros cristianos sino para advertir la recepción del ajedrez musulmán en la Inglaterra medieval cristiana tanto en sus representaciones simbólicas como en las reglas del juego.

Palabras clave: Neckam; De naturis rerum; cristianismo; juegos; ajedrez

Abstract: This paper offers, to the best of our knowledge, the only translation into spanish of the chapter “On Chess” of the encyclopedic work De naturis rerum written around 1190 by the english philosopher Alexander Neckam (1157-1217). The mentioned chapter, which follows another one on dice players, is relevant not only to understand the continuity of an anti-ludic attitude that has its roots in the thought of the first Christians, but also to notice the reception of muslim chess in christian medieval England both in its symbolic representations and in the rules of the game.

Keywords: Neckam; De naturis rerum; Christianity; games; chess

Recibido: 16-05-2023 | Evaluado: 09-06-2023 | Aceptado: 11-06-2023

Introducción

En el siglo XII el juego de ajedrez, proveniente del oriente persa-musulmán, se había difundido y expandido por la Europa cristiana tanto por el norte como por el sur. El filósofo inglés Alejandro Neckam es testigo de esta recepción y hacia el año 1190 escribe la enciclopedia De naturis rerum donde dedica un capítulo al ajedrez, que inicia con la atribución de la invención de este juego al ingenio del griego Ulises. Según Harold J. R. Murray, había al menos cuatro opiniones vigentes en la Edad Media sobre el origen del ajedrez: dos corrientes de opinión asociaban al juego con la ciudad de Troya, una afirmaba que era una invención troyana, otra que era una invención griega; la tercera corriente sostenía que un tal Attalus Asiaticus era el descubridor del ajedrez, mientras que la cuarta señalaba como inventor al filósofo Xerxes o Philometor en la época de Evilmerodac (610-560 a.C.), rey de Babilonia e hijo de Nabucodonosor (Murray 1913: 501).

La crítica actual mantiene el consenso de que el ajedrez tiene sus orígenes alrededor del siglo VI en India[1], es recibido en Persia y, a partir de las conquistas de los musulmanes, introducido en su cultura para luego pasar al mundo occidental cristiano a través de España e Italia alrededor de los siglos X y XI. El primer texto europeo que refiere al juego es el Versus de scachis escrito probablemente en la década de 990. El arribo del ajedrez a Inglaterra es aún materia de debate y tal como sostienen Cazaux y Knowlton (2017: 207):

Hay fuentes que informan que Canuto el Grande (ca. 990-1035), rey de Dinamarca, Noruega e Inglaterra, era jugador de ajedrez, pero todos estos relatos se escribieron uno o dos siglos después de la muerte del rey y no se aceptan como pruebas sólidas. Sin embargo, el ajedrez había cruzado el Canal de la Mancha en la época de la conquista normanda de 1066. Por ejemplo, el término normando escheker pasó a designar un ábaco utilizado en el cálculo de las obligaciones fiscales y se asoció a la administración bancaria. El poema de Winchester, compuesto antes de 1150, reitera las conocidas reglas árabes del ajedrez, y se han descubierto piezas de ajedrez de estilo árabe de esa época en las orillas del río Támesis. Además, hacia 1150, el ajedrez estaba presente en Escocia y en Noruega, donde competía con el hnefatafl y otros juegos de tablero de la misma familia, a los que fue sustituyendo. Hacia 1230, el juego se menciona en las sagas caballerescas escandinavas. [La traducción es nuestra]

El registro arqueológico de las piezas de ajedrez encontradas en excavaciones del siglo XIX no permite datar a tales piezas de manera inequívoca antes de la conquista normanda del año 1066 (Riddler 1995: 99-110). Por lo tanto, podemos afirmar que es recién a mediados del siglo XII cuando el ajedrez se convierte en un juego muy popular no solo en Inglaterra sino también en Escocia y Noruega donde compite con el ajedrez vikingo o hnefatafl hasta desplazarlo.

El ajedrez comienza a tener una aceptación general en los círculos más altos de la sociedad y se convierte en un juego estrechamente vinculado al poder político, donde reyes y nobles lo utilizan como parte de sus divertimentos en los momentos de ocio. Además, jugar al ajedrez trasciende el ámbito de la diversión para convertirse en una habilidad esperable de todo caballero. Observamos, por ejemplo, cómo el médico personal del rey Enrique I de Inglaterra, Pedro Alfonso, en su obra Disciplina clericalis (ca. 1110 d.C.), describe las siete probitates “caballerescas” o “cortesanas”: andar a caballo [equitare], nadar [natare], lanzar flechas [sagittare], pelear con guantes [cestibus certare], cazar aves [aucupare], jugar ajedrez [scacis ludere] y hacer versos [versificari][2]. A pesar de esta rápida aceptación por parte de la nobleza, una actitud anti-lúdica, que hunde sus raíces en el pensamiento de los primeros cristianos tales como Clemente de Alejandría, Tertuliano y Novaciano, emerge nuevamente desde los círculos eclesiásticos más conservadores. Alejandro Neckam es un epílogo de esta actitud que presentará al juego de ajedrez como pura frivolidad, desgaste de energía intelectual y motivo de peleas, blasfemias y asesinatos.

Ahora bien, ¿qué ajedrez conoció Neckam? Las reglas descritas en De naturis rerum se corresponden a las del ajedrez musulmán. Tal como advierte Murray, en Inglaterra se utilizaba un sistema de nomenclatura no-musulmán para las piezas, es decir, que la forma de nombrarlas provenía de comprender al ajedrez menos como un juego de guerra y más como un juego que representaba a la sociedad en miniatura. Así entonces, las piezas se denominaban rey, reina, obispo, caballero, torre y peón (Murray 1913: 425). Advertimos que, por un lado, la reina sustituye al firzan o consejero del ajedrez musulmán y, por otro lado, el obispo, que a veces es representado como un calvo [calvus] o anciano [senex], sustituye al viejo alfil o elefante empleado para la guerra. En este sentido, Neckam identifica a esta última pieza con Néstor, el más anciano y sabio de los aqueos que combatieron en Troya y recupera una visión común del obispo como un ladrón al acecho para capturar al caminante desprevenido. Finalmente, al hablar sobre la pieza de la torre, afirma que tiene la forma de Jano, el dios romano de dos caras[3].

De esta manera, el juego se convierte en un reflejo de la sociedad inglesa que recibe y traduce los elementos del juego musulmán[4]. Sin embargo, la traducción presentaba algunos problemas serios para los moralistas que podían observarse tanto en la captura del peón como en su promoción, en la octava casilla, donde el peón se convertía en reina. En primer lugar, la captura del peón era vista como una desviación vengativa de su camino recto, es decir, del estricto lugar que debía ocupar un peón en la jerarquía social. En segundo lugar, la promoción implicaba la posibilidad de más de una reina en el tablero y ello generaba una sensación de desagrado general debido a que un rey cristiano no podía tener varias esposas, por lo cual se adoptó la costumbre de llamar damas a los peones promovidos y, de esta manera, solamente había una reina en el tablero, aquella que era la esposa legítima del rey (Pastoureau 2013: 297-320). En tercer lugar, Neckam advertía la extrañeza e inconsistencia moral que estaba implicada en la promoción del peón en tanto éste cambiaba de sexo y, perdiendo privilegios, se convertía de varón en mujer[5]. Jenny Adams advierte que los privilegios son concebidos por Neckam como derechos que se pierden al ascender socialmente al estatus de reina y en ese sentido un clérigo no se molestaría en introducir la historia de Tiresias como medio para hablar del cambio de sexo de un peón, si viera su promoción como un asunto trivial completamente divorciado de las implicaciones sociales (Adams 2017: 248-266).

El trabajo enciclopédico de Neckam sobre el ajedrez no puede estar mejor documentado y resulta un texto invalorable para los actuales estudios ludológicos. Describe cada pieza y sus movimientos, lo que nos permite saber con precisión cómo se jugaba al ajedrez a finales del siglo XII en Inglaterra. En el periodo que va de 1150 a 1450 se jugaron en Inglaterra dos tipos de variantes de ajedrez: el short assize y el long assize; mientras la primera disponía las piezas desde el inicio en posiciones más avanzadas (los peones y la reina se colocaban en la tercera línea mientras las demás piezas lo hacían simétricamente entre la segunda y primera línea), la segunda variante disponía las piezas tal como las conocemos hoy. Murray ha señalado que, en el capítulo de ajedrez de Neckam, parece haber una alusión a la variante short assize en contraste con el juego actual (Murray 1913: 478):

Entonces los peones se disponen en una única línea, distribuyendo las restantes [piezas] en diferentes lugares según sus diversas posiciones. Sin embargo, de acuerdo con la versión primitiva del juego, los peones se ordenarán en la segunda línea del tablero y las figuras de mayor jerarquía estarán dispuestas en la primera[6].

Estas variantes del ajedrez fueron intentos de mejorar el juego y darle mayor velocidad con el fin de superar el hastío que la lentitud de la versión musulmana generaba en los jugadores. El proceso, sin embargo, no culminará hasta que a finales del siglo XV, en España, la pieza de la reina evolucione y se transforme en la dama todopoderosa adquiriendo los movimientos del resto de las piezas con excepción del caballo.

En Inglaterra, la voz crítica de Neckam no es la única de su tiempo. Entre sus contemporáneos cuatro hombres del reino de Enrique II Plantagenet escribieron sus opiniones adversas hacia el ajedrez y otros juegos. Paul Milliman señala, por un lado, al tesorero Ricardo fitz Neal quien presenta en su obra Dialogus de Scaccario una analogía entre las reglas del ajedrez y las reglas del erario público, quizás con la intención de provocar que las personas pensaran al erario como un juego. Por otro lado, los clérigos William fitz Stephen (m. 1191) y Juan de Salisbury (1115-1180) mencionan al ajedrez de pasada, el primero, con un tono más descriptivo que crítico, en su obra Descripción de Londres y el segundo mucho más crítico y dedicando un capítulo del Policraticus a los juegos de dados y de tablero juzgándolos, con excepción de la rithmomachia, como actividades perturbadoras y viciosas. Por último, Walter Map (1130-1210) parece expresar una posición tan dura como la de Neckam. Entre las décadas de 1180 y 1190 escribió una colección de relatos en los que ridiculizaba y educaba a sus compañeros de la corte y para ello hace uso de historias como, por ejemplo, la de una reina bretona que mandó a castrar y a quitarle los ojos a un conde de León debido a que la había injuriado durante una partida de ajedrez (Milliman 2012: 63-86).

Si bien Neckam considera semejantes los problemas vinculados a los juegos de dados y al ajedrez, donde surgen enojos, muertes y blasfemias, la crítica al ajedrez pone el acento en algo ajeno a la suerte de los dados: el enorme esfuerzo de energía intelectual que se desperdicia en una actividad tan vana como carente de sentido. Por lo tanto, no serán las blasfemias o las muertes lo que lo alarma fundamentalmente a Neckam sino el desperdicio del intelecto, el órgano más noble que Dios le regaló al ser humano.

Texto latino

Fateor me plus debere Graecis quam Dardaniis. Unde ex quo de ludo Troum inventioni obnoxio paucis egi, de scaccorum ludo, qui se Ulyxis subtilitati debere fertur a nonnullis, scribere non erit molestum. Pedites igitur in una linea disponuntur, reliquis secundum varias dispositiones varia loca sortientibus. Secundum primitivam tamen ludi ad inventionem pedites in secunda linea scaccarii ordinabuntur, dignioribus personis in prima linea dispositis. Pedes directo tramite incedit, nisi cum injurias suas in hoste persequitur. Tunc enim gressum obliquat, cum praedo efficitur. Cum vero expleto cursu ultimam tenet lineam reginae dignitatem adipiscitur, sed sexus privilegio destitui videtur. Tiresiatur veniens ad Gades suas novoque fruitur incessua, Iphis alter. Angulariter incedit postquam sublimatus est qui in directum tendebat quamdiu privata erat persona. Senex Nestoris personam gerens explorator est, qui vulgo alphicus dicitur. Reginae geminat cursum, gressum obliquans, tanquam insidiator. Miles, illorum militum qui castra sequuntur repraesentans personam, reginae gressum cum incessu peditis unico transitu metitur, partim obliquans cursum, partim directo tramite legens iter. Rochus expeditissimum militem in re militari repraesentans, qui et ab antiquis Janus biceps dictus est, unde et duobus capitibus munitur, nunquam cursum obliquare dignatur, semper directum iter observans. Rex vero nunc pro nutu dignitatis ipsius gressum obliquat, nunc in directum movetur; cujus haec est privilegiata dignitas, ut capi non queat. Unde et rex Francorum Ludovicus grossus, cum a rege Anglorum Henrico primo confectus esset, fugae sese committens patrocinio, milite quodam strenuo acerrime fugientem persequente, sed et habenas equi apprehendente et proclamante regem esse captum, “Fuge” inquit, “Indisciplinate miles et proterve; nec “etiam regem scaccorum fas est capi. Et gladium vibrans, ictu fulmineo corpus militis in duas divisit portiones.

Sed ad vanitatem ludi scaccorum redeamus, cui tantam diligentiam adhibent ludentes ac si magnum emolumentum ex victoria essent consecuturi. Quid? Immo victori videtur se laurea dignum esse. Confunditur qui ludum amisit ac si magnum discrimen incurrerit. Instauratur iterato ludus, disponuntur acies altrinsecus, exeunt a locis suis pedites, tanquam primitus cum hostibus congressuri. Totum se intra se colligit uterque ludentium, vires ingenii sui uterque ex successu ludi metitur. Et dum ingenii acumen existimatur feliciter exercitari, fatigatum nimis hebetatur. Emergunt repentinae indignationes, et furorem animi indignantis inclusum prodit nunc pallor oris liventis, nunc igneus rubor vultum accendens. Saepe in medium convitia proferuntur, et ludus non in serium negotium nobilitatur, sed in rixam degenerat. O quot millia animarum Orco transmissa sunt occasione illius ludi quo Reginaldus filius Eymundi in calculis ludens militem generosum cum illo ludentem in palatio Karoli magni cum uno scaccorum interemit.

[a Nota de Neckam: Ovidius, “Sequitur puer Iphis euntem, / Quam solita est majore gradu”]

Traducción

Presentamos aquí, hasta donde nos consta, la primera traducción al español del capítulo 184 del libro II de la obra De naturis rerum libri duo del filósofo Alejandro Neckam que lleva como título De scaccis. El texto que hemos tomado como base para la traducción es la edición de Thomas Wright (London 1863). Las notas que acompañan la traducción intentan aclarar o contextualizar algunas expresiones de Neckam.

Libro 2. Capítulo 184

Liber II. Cap. CLXXXIV

Sobre el ajedrez

De scaccis

Confieso que debo más a los griegos que a los dárdanos. De allí que, en razón de haber tratado brevemente acerca del juego que proviene de los troyanos, no me será molesto escribir acerca del juego del ajedrez que –según dicen algunos– se debe al ingenio de Ulises[7]. Entonces los peones se disponen en una única línea, distribuyendo las restantes [piezas] en diferentes lugares según sus diversas posiciones. Sin embargo, de acuerdo con la versión primitiva del juego, los peones se ordenarán en la segunda línea del tablero y las figuras de mayor jerarquía estarán dispuestas en la primera. El peón avanza de manera recta, excepto cuando toma venganza en el enemigo de una afrenta recibida. De este modo, al transformarse en salteador, avanza un paso de manera diagonal[8]. Pero cuando el peón, completado el recorrido, llega a la última línea adquiere el estatus de reina, mas se ve privado del privilegio de su [primer] sexo. Se convierte así en un Tiresias llegando a su Cádiz y disfruta de su nuevo porte, como un segundo Ifisa [9].        

Después de ser promovido, se mueve en diagonal el que antes, cuando era una simple figura, lo hacía en línea recta. El anciano que representa la figura de Néstor[10] –llamado ‘alfil’ por el vulgo– es un espía. Duplica el recorrido de la reina, moviendo dos pasos en diagonal, como un emboscador. El caballo, que representa en su figura la de aquellos caballeros que protegen los castillos, reúne en un único movimiento el andar de la reina con el del peón. [De igual modo] captura tanto en dirección diagonal como ortogonal. La torre, que representa al soldado más ligero en cuestiones tácticas, quien también fue denominada por los antiguos Jano bifronte[11], a partir de lo cual se la guarnece con dos cabezas, nunca se rebaja a un movimiento diagonal, pues siempre mantiene el ortogonal. El rey, por cierto, a causa de su propia dignidad, unas veces mueve un paso en diagonal, otras lo hace de manera ortogonal. Este es su privilegio real para que no pueda ser capturado. De aquí [la historia de] Luis VI el Gordo, rey de los francos, al ser acorralado por Enrique I, rey de los ingleses. El primero, confiando su defensa en la huida, es perseguido violentamente por cierto ágil caballero, quien al tomar las riendas de su caballo y gritar que el rey había sido capturado [recibió como respuesta]: “Huye, indisciplinado e imprudente caballero. Ni siquiera es lícito que el rey del ajedrez sea capturado”[12]. Y blandiendo la espada, con un golpe fulminante dividió el cuerpo del caballero en dos partes.

Pero retornemos a la vanidad del juego del ajedrez, al que los jugadores prestan gran atención, como si a partir de esta victoria hubieran de obtener una gran ventaja. ¿Por qué? Pues porque le parece al victorioso que es digno de una corona de laureles. Se avergüenza el que perdió una partida, como si hubiera incurrido en una grave falta. Se repite una segunda vez la partida: las líneas de batalla se disponen de ambos lados y los peones salen de sus posiciones a encontrarse con sus enemigos, igual que la primera vez. Cada uno de los jugadores se repliega entero en sí mismo, cada uno mide la fuerza de su inteligencia a partir del resultado del juego. Y mientras consideran que la agudeza de su ingenio es ejercitada favorablemente, [en realidad] ésta se debilita por la mucha fatiga. Surgen repentinas indignaciones: unas veces, la palidez de un rostro envidioso, otras un rubor de fuego encendido en el semblante, manifiestan la ira contenida de un alma indignada. A menudo, en medio [de la partida], son pronunciadas blasfemias y el juego no se eleva al rango de una ocupación seria, sino que degenera en una riña [vulgar]. ¡Cuántas miles de almas fueron enviadas al Orco[13] en ocasión de aquel juego en el que Reinaldo, hijo de Edmundo, jugando por dinero en el palacio de Carlomagno, asesinó, con un tablero, a un generoso caballero que jugaba con él[14].

[a Nota de Neckam :  Ovidio: “El joven Ifis la sigue dando pasos más largos que de costumbre”].

Ediciones y traducciones


Álvarez, C. (ed.) e Iglesias, R. M. (eds.) (2003). Ovidio, Metamorfosis. Madrid: Cátedra.

Lemarchand, Marie-José (2006). Jacobo de Cessolis, El juego de ajedrez. Madrid: Siruela.

Schmidt, F. W.V. (1827). Petri Alfonsi, Disciplina clericalis. Berlín, Theodor Chr. Fr. Enslin.

Wedge, G. F. (1967). “On chess” en Alexander Neckam's De Natures Rerum: A Study, together with representative passages in translation. Ph. D. University of Southern California; 261-264.

Wright, T. (ed.) (1863). Alexander Neckam.  De naturis rerum libri duo. London.

Bibliografía citada

Adams, J. (2017). “Transgender and the Chess Queen in Chaucer’s Book of the Duchess, Medieval women and their objetcts” en Adams, J. & Bradbury, N. M. (eds.). Medieval Women and Their Objects. Ann Arbo: University of Michigan Press; 248-266.

Cazaux, J. y Knowlton, R. (2017). A world of chess. Its development and variation though centuries and civilizations. North Carolina: McFarland & Company.

Martínez Sáez, N. (2022). “Translatio ludorum: La recepción del ajedrez musulmán en el reino de Alfonso X”: Revista Patristica Et Mediævalia 43/ 2; 43-56.

Milliman, P. (2012). “Ludus Scaccarii: Games and Governance in Twelfth-Century England” en O’Sullivan, D. E. Chess in the Middle Ages and Early Modern Age. Berlin: De Gruyter; 63-86.

Murray, H. J. R. (1913). A history of chess, London: Oxford University Press.

Pastoureau, M.  “La llegada del juego de ajedrez a Occidente” en Una historia simbólica de la Edad Media Occidental. Trad. de Julia Bucci. Buenos Aires: Katz; 297-320.

Riddler, I. D., “Anglo-norman chess”, New approaches to Board Games Research, Leiden, International Institute for Asian Studies, 1995, pp. 99-110.

Notas

[1] Jean-Louis Cazaux y Rick Knowlton (2017: 351-352) sostienen que el origen del ajedrez es todavía un misterio y que es probable que su cuna y origen pudieran estar escondidos en algún lugar de Asia Central.

[2]  Pedro Alfonso, Disciplina clericalis, 6, 8.

[3] Neckam, De naturis rerum 2, 184.

[4] Para profundizar en la recepción del ajedrez musulmán en la Europa cristiana, cfr. Martínez Sáez (2022: 43-56).

[5] Neckam, De naturis rerum 2, 184.

[6] Neckam, ibidem.

[7] Parece que Neckam contrasta claramente el aparente origen troyano o dárdano de juegos de azar como los dados con el origen griego del ajedrez. Mientras que los primeros, a los que le dedica el capítulo anterior (II, 183 De aleatoribus, ‘Sobre los jugadores de dados’), le infunden menos respeto, el segundo en tanto emerge de la cultura griega le representa un desafío de mayor envergadura intelectual.

[8] La idea de que el movimiento oblicuo de las piezas representa un movimiento inmoral está atestiguada en otras obras escritas en la misma época que De naturis rerum. En la primera mitad del siglo XII encontramos el poema inglés de Winchester donde se dice que el alfil o calvo se desplaza en diagonal a la tercera casilla y que está al acecho como un ladrón. Entre las obras posteriores a De naturis rerum hallamos un texto de literatura moral ajedrecística denominado Quaedam moralitas de scaccario (ca. 1215) donde se dice que la pieza de la reina se mueve oblicuamente porque las mujeres son codiciosas y no toman nada sino mediante rapiña e injusticia; que el movimiento recto y oblicuo de los caballos sucede porque el caballero tiene cierto poder legal, por ejemplo, para cobrar rentas pero también realiza actos inmorales; que los alfiles y sus movimientos oblicuos representan a los obispos que se corrompen y pervierten y finalmente que los movimientos de los peones representan a los hombres pobres que mueven rectamente pero que al capturar una pieza oblicuamente muestran lo difícil que es evitar la ambición. También en la obra Liber de moribus hominum et officiis nobilium, escrita entre 1275 y 1300 por el dominico lombardo Jacobo de Cessolis, los movimientos oblicuos son vistos como símbolos de inmoralidad. En este sentido, Cessolis afirma que los peones “siempre andan y capturan no por el camino recto, sino por el oblicuo, porque siempre se mueven al revés y no cesan de robar” y que los alfiles, que representan a los jueces y abogados, son como las sirenas que atraen a los marineros y para ellos parece estar escrito el Salmo: “Acecha para arrebatar o robar al pobre y tragarlo” (Sal. 10, 9). Cfr. Jacobo de Cessolis, El juego de ajedrez (Lemarchand 2006: 108-110).

[9] Neckam alude a dos relatos legendarios donde se justifican el cambio de sexo. Por un lado el de Tiresias, considerado por los griegos el adivino más importante. Según Metamorfosis 3. 318-338 de Ovidio, Tiresias sorprendió a dos serpientes apareándose en el bosque y las separó matando con su bastón a la hembra y a raíz de esto fue convertido en mujer. Siete años más tarde, vuelve a separar a las mismas serpientes matando al macho y al hacerlo volvió a su primer sexo. Tal situación hizo que Júpiter y Juno, entregados a los juegos de preguntas, recurrieran a Tiresias como árbitro en la discusión acerca de quién disfruta más del placer sexual, si el hombre o la mujer. Así entonces, cuando Tiresias resolviera que es el hombre quien experimenta menos placer que la mujer, Juno, indignada por haber revelado el secreto, lo castiga dejándolo ciego. Júpiter, en compensación, le otorga a Tiresias el don de la profecía así como una larga vida. Por otro lado, Neckam alude a Ifis, la hija de Teleusa y Ligido, un matrimonio pobre cretense que sabía que si su bebé nacía niña no tendrían dinero para pagar su dote. Su madre decidió como solución que mataría al bebé si era niña a diferencia de su padre que no estaba de acuerdo. Una noche, se le aparece a éste la diosa Isis y le aconseja que eduque a la niña como si fuera un niño y que Ligido nunca lo sepa. De esta manera, cuando creció Ifis, su madre la preparó para un matrimonio con una joven llamada Yante. Los jóvenes se enamoraron al conocerse pero, como tal situación era imposible, el padre llevó a Ifis al templo de Isis y le pidió ayuda. La diosa respondió a los lamentos del padre transformando a Ifis en un hombre que pudiera casarse y tener hijos con Yante.

El DMLB (Dictionary of Medieval Latin from British Sources. Oxford 1975), s.v. tiresiare solo cita dos pasajes de Neckam, pertenecientes ambos a De naturis rerum. Puede suponerse, entonces, que Neckam haya sido el creador de este neologismo y el único que se sirvió de él. En 1, 20 se lo utiliza en referencia al cambio de sexo, en el sentido de ser como Tiresias (vestir ropas de mujer) y aquí, en 2, 184, en referencia a la posibilidad del peón de apropiarse de los hábitos de la reina en el juego del ajedrez. Véase Ovidio, Metamorfosis 9. 786-787 en relación con el pasaje de Ovidio citado por Neckam.

[10] El anciano Néstor aparece en Ilíada y Odisea. En ambos poemas tiene un rol relevante como consejero: tanto para los aqueos que combatieron en Troya como luego, en Odisea, guiando a Telémaco en la búsqueda de su padre.

[11] Sin equivalente en la mitología griega, Jano es el dios romano de las puertas, los comienzos y los finales. Generalmente es representado con dos caras mirando hacia ambos lados de su perfil. Cuando los sabinos intentaron tomar el Capitolio, Jano hizo brotar aguas hirvientes sobre los enemigos haciendo que se replegaran. Por tal motivo, se invocaba a Jano al inicio de una guerra y mientras ésta durara las puertas del templo dedicado a él debían estar abiertas con el fin de que acudiera en ayuda a la ciudad. Sin embargo, en tiempos de paz, las puertas del templo permanecían cerradas.

[12] Luis VI (1081-1137), apodado “el Gordo”, fue rey de Francia entre 1108 a 1137 y desafió al rey Enrique I (1068-1135) de Inglaterra que controlaba el ducado de Normandía. En el año 1119 se dio lugar la Batalla de Brémule por este ducado donde el rey francés fue derrotado y casi capturado por las filas enemigas.

[13] El Orco en la mitología romana era uno de los dioses del Inframundo. Por esta asociación terminó significando directamente el reino de los muertos. Aquí Neckam trae esta palabra de origen clásico para hacer referencia al Infierno cristiano.

[14] En una leyenda medieval francesa del siglo XII, Les Quatre Fils de Aymon (véase Bédier, Les Legendes Epiques IV (Paris, 1929: 196)) se relata la siguiente historia: Aymon de Dordone presenta sus cuatro hijos a su soberano Carlomagno. El rey los recibe y los trata con honor al armarlos caballeros de su propia mano. Pero ese mismo día, uno de ellos, Renaud, juega una partida de ajedrez con un sobrino de Carlomagno, Bertolai, quien lo injuria y golpea en el rostro. Renaud expone la situación al soberano, pero éste, en vez de impartir justicia, le devuelve el golpe. Entonces, Renaud mata a Bertolai golpeándolo con un tablero de ajedrez.

Neckam podría estar aludiendo aquí a esta historia, aunque no hay indicios ni literarios ni arqueológicos que indiquen que le ajedrez haya sido conocido en la corte de Carlomagno.