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PRESENTACIÓN

Circe se abre paso nuevamente en el espacio académico en un año que apenas iniciado se presenta plagado de desafíos que conmueven al mundo moderno.  El dominio del lenguaje por la inteligencia artificial (IA) es el nuevo demonio que amenaza con la manipulación de los sistemas que operan y modifican la formación de saberes. Con procedimientos de laboratorio, la IA puede consumir y luego consumar la cultura humana. Si la IA llega a dominar el lenguaje –dicen– estará apoderándose de la llave maestra de la civilización. Durante siglos hemos creado dioses, canonizado estándares de belleza y poetizado la realidad validos de nuestras limitadas circunstancias de seres inteligentes terrenales y efímeros ¿Podrá a partir de ahora una capacidad sobrehumana cumplir esas funciones mediante una combinación de algoritmos? ¿Qué papel tendremos los intelectuales en un mundo que llegue a elaborar toda teoría cognitiva, toda historia, toda filosofía, mediante una conciencia no humana?  Durante al menos tres milenios hemos tratado de buscar la verdad –no como coincidencia entre una afirmación y los hechos, sino como consecución de la fidelidad a una idea– en los textos y, por nuestra especialidad, en los textos de la Antigüedad. El legado de esa Antigüedad está salpicado todavía de interrogantes y disyuntivas que, diseminados en los campos de la literatura, la historia, la filosofía y el arte, es atractivo por la incógnita de principios aún por desvelar. Las exploraciones que convocan a nuestros investigadores son tan numerosas que parecen inabarcables. Los resultados de esas búsquedas se convierten a su vez en puntos de partida para otras indagaciones. No hay inteligencia artificial que pueda superar la voracidad de los estudiosos de nuestras disciplinas por pesquisar los problemas de la historia de la humanidad desde antiguo. Los once artículos que presentamos en este número son una demostración –mínima, pero no por eso menos importante– de esta aserción.

En el primer trabajo, María del Pilar Fernández Deagustini elige como objeto de análisis trecientos versos de Siete contra Tebas de Esquilo y analiza el modo en que Etéocles dispone del espacio escenográfico apropiándose del centro de la orchéstra hasta determinar una particular sintaxis espacial en la que impone su autoridad. Gastón Alejandro Prada, por su parte, se aparta de la opción por un perfil individualista de la épica heroica tradicional y se enfoca en la presencia de valores comunitarios en Ilíada, para demostrar la construcción de una identidad cultural panhelénica, sobre las bases de un sentido comunitario político y social.

Jimena Schere trabaja la representación de la ira en la comedia de Menandro y,

en especial, el modo en que está determinada por el carácter, el género o la edad y, en general, se presenta como una pasión negativa que lleva al padre de familia a abusar de las prerrogativas que ostenta sobre sus hijos, esposa y esclavos. Guillermo Aprile estudia   dos pasajes de las Historiae de Curcio Rufo desde un punto de vista original: el de los enemigos, para el caso Darío (en 4.14.9-26) y un embajador escita (7.8.12-30), dos personajes enunciadores construidos a partir de un material retórico previo y de una tradición literaria que la audiencia reconocía.

Estefanía Sottocorno se concentra en la figura bíblica de la mujer de Lot, pero en los textos de escritores latinos de los siglos IV y V. En Agustín, representa un contraejemplo o paradigma negativo –mira hacia atrás–, en oposición a los apóstoles,  modelos para quienes, mirando al futuro, tienen la misión de difundir un mensaje espiritual sobre lo que debe ser y hacer un cristiano comprometido con su fe. Contrasta la estatua de sal con la sal de la palabra evangélica. Juan Carlos Alby es especialista en la obra de Ireneo de Lyon y, como tal, analiza el concepto de praesenti phantasia en sus escritos, referido a la imagen suscitada por el diablo en Jesús cuando le ofrece los reinos del mundo a cambio de que le preste adoración. La expresión corresponde a la lógica estoica y en ese marco está analizada aquí.

Tomás Fernández trae a nuestro conocimiento la “ley de Zielinski”, que define como la tendencia en los textos homéricos a no relatar eventos simultáneos a otros ya narrados. Es decir, si se describen las acciones de un día, por ejemplo, desde la perspectiva de un personaje, no se vuelve a contar desde la perspectiva de otro. Bajo ese punto de vista trata de comprender la cuestión del suspenso en la épica por vía negativa, en consonancia con una dinámica temporal que actúa como motor de la incertidumbre sobre los resultados. Eduardo Esteban Magoja observa en el fragmento 44 de Sobre la verdad de Antifonte, no un sentido negativo respecto del valor de las instituciones jurídicas, como usualmente se ve, sino el deseo de instaurar un esquema político que ofrezca leyes y un aparato jurídico que redunde con certeza, tanto a corto como a largo plazo, en beneficio para los atenienses. El planteo de fondo del sofista es aceptar que el gobierno de la ley es necesario dentro de la estructura de la comunidad política para gobernar las relaciones entre los ciudadanos.

Camila Sofía Davel explora un género escasamente conservado: la canción de cuna y lo ubica en su contexto de performance. Realiza un análisis de los recursos retóricos en el Poema de Dánae (fr. 271 P.) de Simónides, Arrastradores de redes (fr. 47a R.) de Esquilo y el Idilio XXIV de Teócrito, y establece cuáles son los rasgos comunes. Percibe que los narradores internos (mujeres y sátiros) presentan una primera funcionalidad que es lógicamente el sueño del niño y una segunda funcionalidad: suplicar a una divinidad –Zeus o Dánae– y crear una atmósfera de suspenso, en la que una intensa carga mitológica vincula a los héroes con un destino incierto. Pablo Cavallero, con la erudición que caracteriza su labor, ofrece la traducción de una sátira bizantina: Κατὰ φιλοπόρνου γραός La vieja libidinosa–, cuyo autor es Teodoro Pródromos (s. xii), polifacético autor nacido en Constantinopla, un militar fracasado debido a su mala salud que se convirtió en gramático y poeta, hasta que finalmente se hizo monje con el nombre de Nicolás. Una interesante ‘Introducción’ precede el texto y la traducción rigurosamente anotada, y un ‘Estudio’ profundo cierra esta colaboración.  

Hemos ubicado al final una aportación escrita a pedido de quien suscribe y que debemos agradecer especialmente. Diego Alexander Olivera indaga en la historia de un ateneo fecundo en los orígenes de la Asociación de Estudios Clásicos (AADEC), el de Paraná (Entre Ríos), donde destacan las figuras de Osvaldo Melella y Vicente Visñovezky en el campo de la literatura, Juan Carlos Wirth en el de historia, y Celia Ortiz de Montoya en filosofía. La investigación de Olivera es exhaustiva, detallada en sus resultados, que nos ilustran sobre un pasado glorioso para los estudios clásicos en las décadas de 1960 y 1970 en Paraná y Entre Ríos, gracias a académicos e intelectuales que abrevaron en el mundo grecolatino desde numerosas áreas culturales. La pérdida de interés por nuestras disciplinas en los sectores académicos en las décadas de 1980 y 1990 se revirtió gracias a distintas acciones que animaron una renovada disposición hacia los estudios clásicos en los comienzos del milenio, pero sobre todo el entusiasmo y las expectativas se vieron restablecidos con la refundación del Ateneo Paraná en 2016.  

La Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de La Pampa solventa esta publicación. Circe es una revista arbitrada. La admisión de un artículo está determinada por su evaluación externa, a cargo de un miembro del comité de referato internacional o de un especialista convocado ad hoc. Esta modalidad deja abierto el trabajo al escrutinio y por tanto a las eventuales anotaciones o sugerencias del árbitro, que deberán seguirse para completar el proceso de aceptación. Un arbitraje adecuado tendrá en cuenta los aspectos formales y estilísticos, la coherencia entre los objetivos planteados y su consecución, la seriedad de las ediciones de textos clásicos consultados y de la bibliografía secundaria y, sobre todo, la contribución al área de investigación específica. Normalmente se publican los resultados parciales y finales de una investigación enmarcada en el sistema académico universitario, sin olvidar que Circe pretende ser una instancia receptiva de ideas y trabajos innovadores en el campo de los estudios clásicos.

                         Marta Alesso