https://doi.org/10.19137/anclajes-2022-2627 

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RESEÑAS

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Un brillo concheperla. Teoría queer y literatura latinoamericana. Amícola, José. La Plata, Editorial de la Universidad Nacional de La Plata, EDULP, 2021, 234 páginas.

Cosecharás tu siembra (queer): De ideologías, legados y nomadismo sexo-genérico en Un brillo concheperla de José Amícola

Signos ideológicos

En las primeras décadas del siglo XX, el grupo de Mijaíl Bajtín se propuso, entre otras cuestiones, discutir con el formalismo más ortodoxo que pretendía aislar al fenómeno literario de su contexto de producción. Fundar una disciplina autónoma que diera cuenta de la literaturidad (aquello propio de lo literario y de ningún otro ámbito) implicaba atender a la forma y dejar de lado o en suspenso aquellas variables socio-históricas que pudieran convertir al objeto de esa incipiente ciencia en algo inestable, híbrido o maleable.

Frente a ese panorama, la teoría bajtiniana decide hacerse cargo de lo que el formalismo y la teoría lingüística de Ferdinand de Saussure descartan y así estudiar los géneros discursivos en diálogo con su entorno. El mundo de los signos, por lo tanto, quedará ligado estrechamente al mundo de las ideologías, mal que les pese a los férreos defensores del signo como entidad aislada y estable. En términos de Elsa Drucaroff (1989):

En cambio, el grupo Bajtín propondría otra lingüística: una lingüística del habla […] Saussure […] elige dejar afuera el aspecto social de la lengua para conformar su objeto de estudio: aunque atacándolo por esto, el grupo Bajtín parte de su misma dicotomía (por él construida) y decide trabajar con eso que Saussure había desechado […] Para Bajtín se trató de entender de qué modo los enunciados son conformados por sus condiciones de producción […] Es así como el grupo Bajtín llega a un lugar crucial: aquél donde teoría de los signos y teoría de las ideologías se encuentran. (72 y 73)

Sobre esa premisa, pareciera erigirse el nuevo estudio crítico de José Amícola, Un brillo concheperla. Teoría queer y literatura latinoamericana. ¿Por qué “pareciera”? Porque barajamos la hipótesis de que antes de analizar las obras latinoamericanas en cuestión, Amícola se ve en la necesidad de sumergirse en un proyecto tan osado como exhaustivo: reconstruir la historia (y el devenir) de cuatro conceptos, el gender, lo camp, lo gay y lo queer. Nociones en permanente diálogo y tensión, y cruciales a la hora de encarar un análisis literario desde una perspectiva sexo-genérica consciente de que lo queer y el género implican siempre una constante redefinición y problematización y, al mismo tiempo, una mirada crítica hacia el pasado y el camino ya recorrido.

De este modo, la primera parte abarca desde Gayle Rubin, Angela Davis y Thomas Laqueur hasta Judith Butler y Paul B. Preciado (para finalmente preguntarse cuál podría ser el punto común entre Michel Foucault, Guilles Deleuze y Jacques Lacan); del positivismo higienista, el psicoanálisis de Sigmund Freud (y sus herederxs), los estudios de George Chauncey, el concepto de homosociabilidad de Eve K. Sedwick, la revuelta de Stonewall a la literatura de Manuel Puig; de las películas mudas de Mae West, el arte kitsch (y su correspondiente reciclaje por el popart), los aportes del Instituto de sexualidad de Berlín, los trabajos de Susan Sontag y Esther Newton a la performatividad de género de Butler a partir de su análisis de las Drag Queens; de las películas de Pedro Almodóvar, la privatización del ano de Deleuze y Félix Guattari a la contrasexualidad de Preciado y la lectura torcida de las comedias de William Shakespeare por parte de Stephen Greenblatt. Estas teorías y paradigmas, estos hitos históricos y socio-políticos, estas rupturas artísticas y literarias (y muchos otros que no mencionamos aquí), se entrelazan en una infinidad de factores, datos y sucesos que necesitamos tener en cuenta para entender tanto la complejidad como la historicidad y las diferencias entre esas nociones que confluyeron de una u otra manera en lo que hoy entendemos como Teoría queer y estudios de género.

Los legados

En la segunda parte (denominada “Anales queer”) nos encontramos con un análisis pormenorizado de tres autores que patearon el tablero del sistema de sexo-género a través de sus proyectos literarios: Néstor Perlongher, Pedro Lemebel y Copi. A su vez, Amícola subraya que, tanto desde la forma como del contenido, sus obras quebraron las normas del buen gusto y del buen decir en la Literatura, ampliando sus fronteras y allanando el camino para la literatura queer y disidente que llegaría para quedarse en el nuevo milenio. La aclaración nos parece pertinente por dos razones: en primer lugar, porque Amícola arroja, sobre cada obra analizada, una hipótesis sobre el principio constructivo y, en segundo lugar, porque consideramos que esa hipótesis intenta recordarnos que lo queer no se encuentra sólo en el qué sino en el cómo o, para decirlo de otro modo, que la forma y el contenido son dos caras amalgamadas de una misma moneda y en relación de mutua y constante dependencia en la literatura queer (o, en los casos de la segunda parte, la literatura pre-queer).

La unión de lo sexual y lo político, los devenires y la intercambiabilidad de los roles e identidades sexo-genéricas, el pliegue y repliegue como principio constructivo, la fusión (neobarrosa) entre lo culto y lo vulgar, son algunas de las semillas que corresponden a Perlongher desde la mirada crítica de Amícola. La desconfianza ante el patrón de las identidades sexuales fijas, el cruce entre lo poético y lo cotidiano que habilita la crónica, la sexualidad como un continuum de posiciones, la inestabilidad y el nomadismo sexual, la preocupación y la ruptura a partir de los aspectos formales, son las semillas que atribuye a Lemebel. Por último, las de Copi: el humor negro y/o marica como principio constructivo, la ambigüedad sexual, la ironía y la crítica mordaz a la burguesía acomodada y a la mirada exocéntrica, la ruptura de un orden y/o modelo gay, el extrañamiento (queer) de todas las certidumbres (certidumbre sexual incluida), la exageración y la burla sin límites. Consideramos significativo destacar que, sobre este último autor, Amícola ya había dedicado un importante análisis en Estéticas bastardas (2012), trabajo que retomaremos más adelante.

Ese campo fértil, poblado de semillas queerizadas, habilitó la emergencia de nuevas voces que quedarán ejemplificadas a través de tres autoras (que conforman la selección de la tercera parte, titulada “Actualidad queer”): Mayra Santos Febres, Camila Sosa Villada y Gabriela Cabezón Cámara.

La portorriqueña Santos Febres representa, en Sirena Selena, vestida de pena, la ambigüedad sexual como motor del erotismo, conjuga lo kitsch y lo camp, despliega el nomadismo sexual a partir de una configuración deseante en la que todxs nos vemos involucrados mediante la perfomance sexual. En Las malas de Sosa Villada, las imágenes y metáforas socavan las dicotomías naturaleza-cultura, lo instintivo-lo performativo, a través de perfomances queer que ponen en jaque el esquema y el esencialismo sexo-genérico. Al mismo tiempo, Amícola considera que la novela de esta autora politiza la movida queer a causa del alto nivel de denuncia que propone la obra. Finalmente, esta tercera parte concluye con Las aventuras de la China iron de Cabezón Cámara que, bajo el principio constructivo de la hibridación cultural, derriba el discurso dominante y logra, según su criterio, lo que ninguna de las obras previamente analizadas: reinventar un mundo por fuera del Falo y adjudicarle a la barbarie el don de otorgar también la libertad.

De esta manera, el libro de Amícola construye legados y genealogías (entre autores que desde el plano de la expresión y desde las temáticas y representaciones minaron el sistema sexo-género y la matriz cisheteronormativa dominante) y vislumbra en las nuevas voces el potencial de una ruptura radical de todo aquello que aún continúa categorizando las identidades, los cuerpos y el deseo. Estxs autores que conforman el corpus en cuestión (tanto lxs de la segunda como lxs de la tercera parte) bien podrían, de este modo, (y la hipótesis es nuestra) considerarse como ejemplos de lo que Deleuze y Guattari consideraron como literatura menor: por su fuerte coeficiente de desterritorialización (al correrse de lo institucionalizado y lo regido por las normas), porque en ellxs todo es político (se haga o no explícito ese vínculo) y porque en sus obras todo adquiere un valor colectivo, especialmente en lo que a cuestiones de sexo y género se refieren.

El legado: millenials mes amours

Ahora bien, no podemos dejar de mencionar que fue el mismo Amícola uno de lxs pionerxs en vincular el análisis literario a los estudios de género y en introducir la teoría queer en la Academia argentina.

Como señala José Maristany (2013) en “Del pudor en el lenguaje: notas sobre lo queer en Argentina”, cuando la teoría queer parecía consolidarse en la academia norteamericana, Amícola tomaba las ideas de Judith Butler y teorizaba sobre lo camp y el devenir identitario-sexo-genérico en nuestra región, preparando el terreno fértil para la llegada y recepción (no siempre armoniosa ni exenta de críticas y conflictos) de esas ideas innovadoras que, desde el extranjero, proponían una mirada radical sobre las cuestiones de género:

En nuestro país, resulta inaugural el ensayo de José Amícola, Camp y posvanguardia, publicado en el 2000, en el que la lectura de textos de Butler aparece en la introducción y guía los análisis estético literarios que su autor desarrolla de escritores como Perlongher, Puig, o Copi: el análisis del cuerpo travestido, del devenir sujeto y de las identidades es tributario de las elaboraciones conceptuales que desarrolló esa autora en los 90. Sin embargo, Amícola emplea pocas veces en su ensayo el vocablo queer, tal vez porque en ese momento esta denominación no había alcanzado el impacto, la difusión y la institucionalización que logró unos años después […] en el último capítulo, Amícola sostiene que un ejemplo muy significativo [refiriéndose a los cambios que conllevan los 90 en la manera de pensar lo sexual y lo político] sería “el pasaje (y la aceptación inmediata) del término gay […] y el vocablo ‘queer’ que ahora arroja ante nosotros la década que termina” (105)

Nos parece importante subrayar que sus aportes no se limitan (ni limitaron) a su trabajo como crítico. En el año 2011, Amícola propulsó y coordinó (junto al valioso esfuerzo y colaboración de sus estudiantes) el Primer Congreso de Estudios Queer y Literatura en la Universidad de la Plata; dictó numerosos cursos de posgrado relacionados a la teoría queer en esa misma institución y en otras universidades (en el año 2008 dio el seminario de doctorado “Néstor Perlongher y el movimiento queer”, en el 2012, encaró un seminario sobre Copi y César Aira titulado: “Ciencia ficción y género sexual”, para citar algunos), fue director de grupos de investigación e incentivo cuyos temas de investigación eran aún marginales en la Academia (uno de ellos, por ejemplo, profundizó sobre el BDSM en la literatura: investigación que vio sus frutos en el libro Una erótica sangrienta. Literatura y sadomasoquismo, compilado por Amícola (2015) y cuyos artículos producidos por lxs integrantes del grupo conforman un rizomático abanico que abarca desde la obra de Lamborghini, Copi y Juan José Millás hasta Santos Febres, Mónica Treut, Gayle Rubin, Ralf König y Pablo Pérez).

Asimismo, en el año 2009, sale publicado el libro Literatura. La teoría literaria hoy. Conceptos enfoques y debates, libro que compila junto a José Luis de Diego y en el que Amícola se encarga de teorizar nuevamente sobre lo camp en uno de los capítulos. Tres años más tarde, publica Estéticas bastardas (2012) en donde ya utiliza lo queer como categoría y como perspectiva teórica para analizar el nomadismo sexual en la obra de Copi, para recuperar sus gestos paródicos que pusieron en jaque todos los pilares identitatitarios y para destacar su particular manejo de la estética camp que se anticipó a lo que luego llamaríamos literatura queer.

De este modo, podemos sostener sin lugar a dudas que José Amícola hizo (y continúa haciendo) un valioso aporte para el arribo y la consolidación de los estudios queer en el campo literario, desde sus múltiples roles: como docente, como investigador y como crítico literario. En esa misma línea, nos interesa enfatizar el hecho de que cada libro, cada ensayo, cada artículo, se presenta como disparador de nuevas y posibles lecturas, a partir de preguntas y reflexiones que invitan cada vez a que alguien recoja el guante y proponga otras perspectivas y miradas que refresquen y renueven los estudios de género y literarios. Tal vez por esa razón, en Un brillo concheperla abunden las convocantes menciones a lxs millenials: Amícola es consciente de que son las nuevas generaciones aquellas que pueden continuar los legados y, en definitiva, su legado, como así también aquellas que pueden seguir construyendo otros mundos (y deseos) posibles.

Camila Roccatagliata

Universidad Nacional de La Plata

 Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación

Universidad Nacional de La Pampa

 Facultad de Ciencias Humanas

ISP. “Dr. Joaquín V. González”

CONICET

Argentina

ORCID: 0000-0002-4826-8503