DOI: 10.19137/anclajes-2020-2411

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ARTÍCULOS

 

Intercambio epistolar entre Ricardo Rojas y Ramón Menéndez Pidal: fragmentos para la construcción de una hispanidad post-imperial

Epistolary exchange between Ricardo Rojas and Ramón Menéndez Pidal: Fragments for the construction of a post-imperial Hispanism

Intercâmbio epistolar entre Ricardo Rojas e Ramón Menéndez Pidal: fragmentos para a construção de uma hispanidade pós-imperial

 

Gloria Chicote
Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales, IdIHCS
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, CONICET
Universidad Nacional de La Plata, UNLP
Argentina
gchicote@conicet.gov.ar
ORCID: 0000-0001-8534-9073

 

Resumen: En la primera mitad del siglo XX Ramón Menéndez Pidal y Ricardo Rojas intercambiaron una fluida correspondencia en la que dialogan sobre la reconstrucción de los lazos políticos y culturales entre España y Argentina en la etapa post-independentista. Contamos con testimonios de las cartas que escribieron el filólogo español y Ricardo Rojas en las que se alternan noticias personales, apreciaciones sobre la marcha de la Primera Guerra Mundial o la posibilidad de ayudar a exiliados republicanos, con tópicos estrictamente académicos, tales como sus respectivas consideraciones sobre la lengua, la literatura y el folklore, la creación del Instituto de Filología en la Universidad de Buenos Aires o las dificultades para la constitución de la Academia Argentina de Letras. Una aproximación a los textos permite indagar una historia de intervenciones en la cultura argentina del primer Centenario, en un momento en que se refundaban vigorosa y conflictivamente los nexos con España.

Palabras clave: Discurso epistolar; Filología; Hispanismo; Instituciones culturales.

Abstract: During the first half of the twentieth century, Ramón Menéndez Pidal and Ricardo Rojas corresponded regularly about the rebuilding of political and cultural ties between Spain and Argentina following the latter’s independence. In these letters, the Spanish philologist and Rojas discussed personal news, the progress of World War I, the possibility of helping republican exiles, as well as academic topics, such as their thoughts on language, literature and folklore, the creation of the Institute of Philology at the University of Buenos Aires or the challenges to founding the Argentine Academy of Letters. Studying these texts provides insight into the history of interventions into Argentine culture during its first hundred year, a time when ties with Spain were actively being reestablished, though not without conflict.

Keywords: Epistolary discourse; Philology; Hispanism; Cultural institutions.

Resumo: Na primeira metade do século XX, Ramón Menéndez Pidal e Ricardo Rojas trocaram uma correspondência fluida na qual discutem a reconstrução dos laços políticos e culturais entre Espanha e Argentina no estágio pós-independência. Temos testemunhos das cartas escritas pelo filólogo espanhol e Ricardo Rojas, nas quais se alternam notícias pessoais, apreciações sobre o progresso da Primeira Guerra Mundial ou a possibilidade de ajudar os exilados republicanos com tópicos estritamente acadêmicos, como suas respectivas considerações sobre a linguagem, a literatura e o folclore, a criação do Instituto de Filologia da Universidade de Buenos Aires ou as dificuldades para a constituição da Academia Argentina de Letras. Uma abordagem dos textos permite investigar uma história de intervenções na cultura argentina do primeiro centenário, em uma época em que os vínculos com a Espanha eram refundados de forma vigorosa e conflitiva.

Palavras-chave: Discurso epistolar; Filologia; Hispanismo; Instituições culturais.

 

Ramón Menéndez Pidal es quizás la figura más relevante de los estudios de la lengua y literatura española en las primeras décadas del siglo XX. Su vastísima producción bibliográfica constituye en su conjunto un punto de partida fundamental para el desarrollo de la lingüística diacrónica del castellano, la historiografía y la literatura hispánica medieval-renacentista. Menéndez Pidal fue a su vez un actor clave en la reconstrucción de los lazos políticos y culturales entre España y las jóvenes naciones americanas en la etapa post-independentista, tarea a la que se avocó en sus viajes a nuestro continente y en el establecimiento de una fructífera red epistolar tendida con intelectuales de este lado del océano. A través de sus ensayos, su desempeño institucional y en especial sus cartas, el filólogo español trabajó denodadamente con el propósito de crear una unidad lingüístico-cultural que conformara un mundo panhispánico, en el cual se propiciara el desarrollo de las relaciones internacionales y el trazado de políticas institucionales entre España y las ex-colonias devenidas en Estados independientes.

Cartas para un programa de cooperación cultural

El instrumento epistolar, consolidado en el siglo XIX como el medio privilegiado de intercambio intelectual, manifestó un desarrollo exponencial en la primera mitad del siglo XX debido a la gran movilidad de personas producida por las guerras, las migraciones de origen económico y los exilios políticos (Petrucci 2018). En general, las cartas representan el vehículo de transmisión tanto de testimonios personales, con propósito y temas autobiográficos, como de expresiones sobre temas de actualidad, política o economía. Si nos circunscribimos al ámbito restringido del mundo intelectual transnacional, y también transcontinental, las cartas evidencian la constitución de una red orgánica de comunicación escrita literaria, en la que se manifiestan las diferentes relaciones de poder, las intenciones de regularizar y centralizar prácticas académicas e institucionales, a la vez que de constituir una hegemonía cultural no limitada a Europa, sino extendida a América. El estudio de este intercambio puede contribuir a la comprensión de los mecanismos de poder, de sujeción y de explotación que caracterizaron buena parte de la alta cultura del siglo XX, y a su vez resulta de especial utilidad por la obstinada voluntad de conservación de estos productos epistolares que nos llegan a través de múltiples archivos públicos y privados ubicados en distintas partes del mundo.
Más allá de un sinfín de contenidos que dan cuenta del desarrollo del ideario de hombres y mujeres que, paralelamente o con posterioridad, fueron plasmados en sus obras, las cartas en tanto documentos nos proporcionan también una valiosa información sobre aspectos dispares. Evidencian la regulación de las relaciones interpersonales entre maestros y discípulos, jóvenes y viejos, a través de la utilización de fórmulas de total subordinación del menor al mayor, y también es posible rastrear la transformación de ese proceso en una relación de paridad, más bien de amistad, con integración del contexto familiar, o, en algunos casos, el apartamiento o ruptura como resultado de comportamientos autónomos del menor e interrupción de la comunicación. Todo esto aparece combinado con los avatares políticos del siglo XX y la persecución de que fueron objeto los intelectuales en los regímenes totalitarios especialmente en Europa, pero también en América. Las cartas representan asimismo un documento de primer orden para el estudio del desarrollo de circuitos editoriales institucionales y privados, académicos o culturales, ya que la comunicación epistolar intelectual estuvo relacionada con el hecho de que muchos escritores y académicos se embarcaron en empresas editoriales, lo que generó una superabundancia de correspondencia relacionada con las producciones literarias. Por último, a través del sinnúmero de cartas que nos llegan, hoy estamos en condiciones de tomar conocimiento de prácticas reguladas de emisión y recepción de los textos, cuya materialidad aporta información sobre qué significaba escribir cartas de puño y letra o dictarlas para que fueran dactilografiadas, la atención prestada a los aspectos formales y gráficos, el uso de una autografía perfectamente colocada en la página, o la frecuente utilización de un papel de carta que lleva impreso el nombre de la institución de la cual el remitente es director o miembro destacado como ostentación de un símbolo de dignidad personal. Las cartas tuvieron un rol esencial en la difusión de la alta cultura europea en el siglo XX y en su impregnación entre los representantes de las nuevas sociedades americanas. El intercambio epistolar entre intelectuales constituye manifestaciones político-culturales que ponen de manifiesto un álgido debate de ideas, pero también el entramado institucional, político y económico que estaba a sus espaldas.
La muy abundante correspondencia enviada y recibida por Ramón Menéndez Pidal representa un ejemplo más de este proceso. En el caso de Argentina, contamos con testimonios fragmentarios del fluido intercambio epistolar entre el filólogo español y Ricardo Rojas en el que se evidencian las características enunciadas. Sus cartas alternan noticias personales, apreciaciones sobre la marcha de la Primera Guerra Mundial o la posibilidad de ayudar a exiliados republicanos, con tópicos estrictamente académicos, tales como sus respectivas consideraciones sobre la lengua, la literatura y el folklore, la creación del Instituto de Filología en la Universidad de Buenos Aires o las dificultades para la constitución de la Academia Argentina de Letras. Una aproximación a los textos permite indagar una historia de intervenciones en la cultura argentina del primer Centenario, en un momento en que se refundaban vigorosa y conflictivamente los nexos con España.
El primer viaje de Ramón Menéndez Pidal a América tiene lugar en 1905 cuando es designado por decreto real de Alfonso XIII “representante regio” para investigar in situ la contienda limítrofe entre Perú y Ecuador que debía ser arbitrada por el mismo Alfonso.
En un largo periplo que se inicia en Guayaquil y finaliza en Montevideo, más allá del propósito de indagación histórico-geográfica y del rango diplomático del eminente filólogo, se pone de manifiesto su interés por profundizar sus investigaciones en un tema que por esos años lo obsesiona: la recolección de romances de tradición oral en el ámbito hispánico y particularmente en América, una de las áreas menos explorada hasta ese momento. En una carta que escribe a Marcelino Menéndez Pelayo desde Quito el 27 de enero de 1905 dice lo siguiente: “tengo echadas mis redes para los romances y espero conseguir alguno”1. Con ese propósito Menéndez Pidal publica en La linterna de Quito y El Tiempo de Lima una “Circular a los folkloristas americanos”, destinada a todos aquellos que se interesen por colaborar con su proyecto de realizar un Romancero Español con textos recolectados en América. La Circular representa una síntesis de la teoría romancística pidaliana en la que se destaca la concepción del romancero como una unidad trans-temporal y trans-espacial que se extiende desde la Edad Media hasta el presente y desde Europa a América, y que por lo tanto constituye una prueba inminente de la existencia de un mundo panhispánico, e incluye la invitación a los folkloristas americanos a sumarse en este proyecto transoceánico, completando la escasa documentación del género en América, para lo cual se les provee de indicaciones metodológicas precisas.
En Ecuador y Perú el filólogo intenta atraer a la empresa de recolección del romancero hispánico a cuantos intelectuales locales va conociendo, pero ocupado por las funciones de su misión oficial, sólo puede dedicarse a la búsqueda de romances cuando llega a Chile. En Santiago conoce al publicista Julio Vicuña Cifuentes, quien fuera su primer gran colaborador en América y a Rodolfo Lenz, el lingüista alemán que por esa época está interesado en los estudios de poesía popular impresa en hojas sueltas. Con ayuda de ambos publica la Circular en Las Últimas Noticias de Santiago y presenta su proyecto en la Facultad de Humanidades de la Universidad de Chile (Catalán 39, nota 169), para trasladarse luego a Argentina.

Los lectores de La Nación conocen ya el proyecto del señor Menéndez Pidal, que consiste en recoger los viejos romances conservados por tradición en América. No me corresponde juzgar este trabajo, cuya utilidad es evidente, ni el mérito del autor, que es notorio. Pero el estudio ha de llevarnos a conclusiones que ya podemos prever y que es útil señalar desde ahora, pues contienen grandes enseñanzas. La primera y la más importante es la persistencia del espíritu español en el Nuevo Mundo. (Becher 1906)

Con estas palabras el periodista y crítico literario Emilio Becher iniciaba su artículo “La tradición y el patriotismo”, publicado en La Nación de Buenos Aires el 28 de junio de 1906. El artículo de Becher es parte, sin lugar a dudas, del impacto de la presencia del filólogo español en nuestro país, pero al mismo tiempo pone de manifiesto la vigencia de un tema especialmente sensible a la política cultural argentina de esos años: la necesidad de integración del acervo de origen hispánico con la diversidad étnica, lingüística y cultural que estaba cambiando sustancialmente la conformación identitaria del país.
Cuando Menéndez Pidal llega a Buenos Aires, se contacta con la red de hombres de letras y funcionarios referentes del mundo cultural local, entre ellos Ricardo Rojas y Robert Lehmann-Nitsche, iniciando un intercambio intelectual que se prolongará durante toda la primera mitad del siglo XX y que abarca diversos temas a pesar de que no prospera demasiado en lo que se refiere a su interés inicial por el estudio del Romancero2.
El viaje de 1905 se completa con otro de 1914, en el que Menéndez Pidal establece un activo intercambio con intelectuales nativos y extranjeros residentes en el país que tendrá muchas proyecciones en el desarrollo de los estudios hispánicos, tanto en sus vertientes lingüística, literaria o folklórica, como también en la relación cultural marco que se establece entre España y Argentina para el trazado de políticas institucionales.

Ricardo Rojas y Ramón Menéndez Pidal: desentrañando un ovillo epistolar

En la antigua casa del barrio madrileño de Chamartín que fue la residencia solariega de la familia y hoy es sede de la Fundación Menéndez Pidal se conservan los archivos reunidos por el filólogo. El conjunto de fondos documentales que abarcan materiales y obra de investigación filológica e histórica, recopilados desde finales del siglo XIX hasta hoy (tanto personales como familiares y pertenecientes a la Fundación), constituyen por su riqueza y nivel científico un referente patrimonial insustituible para el conocimiento y estudio de la cultura hispánica3.
Entre un amplio abanico de temas que corresponden a diversos intereses, se conservan carpetas con cartas, recortes de periódicos, fotografías de los viajes a Argentina y un conjunto de notas autógrafas que expresan la verdadera impresión que recibió el filólogo del ambiente cultural del Cono Sur y en particular de la región rioplatense. Entre estos materiales quisiera detenerme en el conjunto de cartas enviadas a Menéndez Pidal por Ricardo Rojas, para confrontarlas con las cartas que Menéndez Pidal a su vez escribió a Rojas, conservadas en la Casa Museo de Ricardo Rojas en la ciudad de Buenos Aires4. Este epistolario tiene particular importancia porque es recíproco y en algunos casos podemos seguir el hilo argumental de las discusiones entre los remitentes. Está fechado entre 1906 y 1954, y consta de un total de 32 documentos entre cartas, misivas breves y tarjetas intercambiadas entre Menéndez Pidal y Rojas5. Mientras que la correspondencia de Rojas está ordenada y digitalizada en la Casa Museo de Buenos Aires, las cartas que Ricardo Rojas envió a Menéndez Pidal se conservan muy fragmentariamente en el Archivo del Instituto. En 2003 tuve acceso a tres extensas cartas guardadas en una carpeta que aporta documentación varia procedente de sus viajes a Argentina, pero tenemos conocimiento indirecto de otras cartas que seguramente están dispersas en las distintas carpetas temáticas, algunas de ellas citadas por Diego Catalán (2001), nieto de Ramón, en su historia del Archivo6.
En general podemos señalar que la correspondencia entre ambos intelectuales abarca varios tópicos que giran en torno a la reconstrucción de las relaciones entre Argentina y España en la etapa post-independentista, a partir de una marcada intención de liderazgo de España en todo lo referido a la lengua y la cultura. En este sentido es posible detectar en el ideario pidaliano una homologación de su rol como diplomático mediador en cuestiones limítrofes y su autoconciencia de poseer la función de difusor de la cultura hispánica tanto en términos lingüísticos como literarios. Las cartas abordan fundamentalmente tres núcleos temáticos a los que me refiero a continuación.

Hacia un canon de la literatura panhispánica

El primer tópico (también cronológicamente) que aborda la correspondencia se refiere a cuestiones puntuales de lengua, literatura y folklore. Es central la discusión sobre la vigencia del romancero en un ámbito cultural y lingüístico de amplia difusión geográfica que se reafirma como panhispánico y, en consonancia con esta definición, la insistencia de Menéndez Pidal en que Rojas se aboque a la búsqueda de romances de origen español en Argentina, con el propósito de que la constatación de la presencia del género se constituya en un lazo más que contribuya a la unidad de ese espacio lingüístico, cultural y político transnacional. Así lo manifiesta en su primera carta del 28/03/1906:

Sr. D. Ricardo Rojas

Muy señor mío:

Conociendo el interés de U. por lo que al folklore se refiere tomo la pluma para rogarle que lea el artículo y la circular que le envío en paquete aparte y vea si en esa región podrían recogerse romances o corridos o relaciones en verso, que se conserven de memoria entre la gente.
Por las muestras verá U. que busco toda clase de romances, sean buenos o malos, completos o fragmentarios, de asunto novelesco común a todos los pueblos o de asunto concretamente español o de asunto americano. En fin, cualquier narración en verso, corta, que se sepa de memoria.

En un primer momento, desde su función de Director de la Sección de Instrucción Pública, Rojas es muy escéptico en cuanto a la vitalidad del género en Argentina y afirma lo siguiente en una carta de 1906 que nos llega solo indirectamente:

Romances, religiosos o no, del tipo que Ud. busca, le será difícil encontrar. No creo que sea éste el caso de Chile al cual Ud. alude. He revuelto hasta donde se puede revolver, en el alma de mi pueblo, y no he encontrado nada de eso. (Catalán 40)

El tema continúa hasta una de las últimas cartas (Madrid, 11/04/1953) en las que Menéndez Pidal se refiere a su Flor nueva de Romances viejos (1928) y al Romancero Hispánico (1953).

Mi querido amigo.

Muchos recuerdos de tiempos pasados me trae su carta y agradezco desde luego en ella el sentimiento por la pérdida del ejemplar de Flor Nueva que le envié “desde las tristes márgenes del Sena cubierto el cielo de apiñadas nubes de nieve el suelo y de dolor el alma”7. Repito el ejemplar que ahora tengo a mano.
[…]
Voy a publicar pronto un estudio sobre el Romancero Hispánico en el que hablo de nuestra muy antigua correspondencia sobre los romances en la Argentina.

La lengua y la literatura continúan siendo tópicos centrales de otros testimonios del intercambio epistolar. Por ejemplo, Rojas pregunta por la etimología y diferentes acepciones de la voz “aparcero”, a lo cual Menéndez Pidal responde (19/01/1915):

De lo que U. me pregunta acerca del uso de la voz “aparcero” con significación de “compañero” puedo comunicar a U. que la voz aparece en la pág. 37 del tomo 51 de la Biblioteca de Autores españoles de Rivadeneira, en la partida 1ª, página 102 y 103 de la edición de la Academia de la Historia y en la página 103 del Cancionero de Álvarez Gato.

El protagonismo de Miguel de Cervantes en este proyecto unificador lingüístico y cultural se pone de manifiesto en la carta del 20/10/1916, en la que se hace mención a la repercusión de los festejos platenses del centenario cervantino y a la edición de las poesías de Cervantes realizada por Ricardo Rojas (1916):

Sr. D. Ricardo Rojas

Mi querido amigo: recibo con mucho interés su edición de las poesías de Cervantes en la cual el trabajo de compilación es muy valioso, y la selección mucho más valiosa por venir de un escritor como Ud. La edición digna de la Universidad que la hace.
Leí con sumo gusto el prólogo lleno de novedad y profundidad en ciertos juicios.
Mi enhorabuena por la contribución con que U. asocia La Plata al Centenario que tan necesitado está de cosas serias.

La monumental Historia de la Literatura Argentina (1917-1922) y los estudios de Rojas (1954) referidos al Cantar de Mio Cid también son elogiados por el filólogo español:

Mi querido amigo y colega: anteayer recibí dos noticias de Ud.: el cable y el tomo IV de su Historia de la Literatura argentina. Mucho le agradezco su libro, verdadera historia, hija de una concepción del pasado y del porvenir, obra grata de leer, como construida bajo la unidad de un plan seguido a través de una gran extensión de fenómenos tan diversos. Mi más admirativa enhorabuena por haber terminado su magna empresa. (06/11/1923)
En el otro punto de la carta de Ud. me indica el deseo de dedicarle su estudio sobre la métrica del Cantar cidiano. Con mucho gusto y satisfacción acepto esa dedicatoria y espero leer algo más ilustrado que la teoría de Aubrum en el Bulletin Hispanique. Es un tema tan enrevesado que bueno es sea estudiado desde el punto de vista intuitivo, buscando luz en esa ‘selva selvaggia’ de los versos del viejo poema. (11/04/1953)

Finalmente el estudio de Rojas referido al Cantar no tuvo forma de libro sino que apareció en un artículo periodístico en 1953.

Las instituciones en las cartas: Instituto de Filología

El segundo tema de diálogo epistolar, que tuvo lugar en la primera mitad de la década del 20, se refiere a la formación de especialistas en lingüística, filología y enseñanza de la lengua que solicitaba Ricardo Rojas para las instituciones y cátedras que se estaban desarrollando en Argentina. El 25/03/1915 Ricardo Rojas explica la vacancia de especialistas para dar cursos de gramática histórica y latín en la Universidad de La Plata:

Es lástima personal que la índole y rapidez de su viaje, no le hayan permitido dejar alguna huella personal en nuestros incipientes estudios universitarios de filología románica. Ud. conoce ya lo que se hace sobre esto en Buenos Aires. En La Plata, a propuesta mía, se ha creado la cátedra de “Gramática Histórica” en la Facultad de Ciencias de la Educación donde hay académico, y donde este año se ha empezado la enseñanza de latín, como base. La cátedra de Gramática sigue vacante y Ud. sabe que aquí no tenemos candidato recomendable de acuerdo con la nueva técnica de estas cuestiones. Si Ud tuviere alguna indicación que hacernos al respecto, yo podría comunicarla confidencialmente al Consejo Académico.

En esta misma línea es central el intercambio sobre la creación del Instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires, la designación de sus sucesivos directores y la génesis e implementación de proyectos de investigación. Si bien esta información forma parte de la historia del Instituto, ya efectuada por Guillermo Toscano y García (2013), hay referencias concretas que vale la pena destacar. Se explican detenidamente los respectivos desempeños de Américo Castro, Tomás Navarro o Agustín Millares Carlo y sus obligaciones en Madrid y/o en Buenos Aires que son cuidadosamente organizadas por los corresponsales en su calidad de gestores institucionales. A su vez es muy importante la mención de otros compromisos académicos en diferentes países americanos, como parte de una planificación del Centro de Estudios Históricos de España, que ejemplifican el trazado de la extensa red internacional del hispanismo. A continuación se citan, a modo de ejemplo, algunas apreciaciones vertidas por Menéndez Pidal.

Sr. D. Ricardo Rojas

Muy distinguido amigo: por fin todo está arreglado ahí y acá y de D. Américo Castro sale con dirección a esa.
Espero que su estancia resultará provechosa y que, como U. comprende bien, el cambio de director sea un beneficio y no un perjuicio. Ya entre los Sres. Castro y Navarro Tomás está acordado un reparto de tareas, que Castro explicará a Ud. de palabra. Castro atenderá principalmente a la Gramática histórica en general, y especialmente a la lengua literaria en su variedad argentina, y Navarro se fijará más en los dialectalismos y fonética regionales de ahí en su aspecto más popular.
Muy conveniente sería que Castro dispusiera de cierto material bibliográfico y de personal auxiliar, pues así podría emprender la organización de un Vocabulario (que con el tiempo se perfeccionaría muy por cima de todos los existentes).
En fin, con la confianza que Ud. tiene en nuestra empresa y con el entusiasmo que Castro lleva no hay sino esperar el mejor resultado.
Le saluda cariñosamente recordando los gratos días ahí pasados,

RMP (12/05/1923)

Recibo buenas noticias e impresiones referentes al trabajo de Millares ahí, y es natural que desee preferentemente la opinión de usted que solicito en breves líneas.
La solicito ahora por si es acaso preciso planear ya concretamente la solución del Instituto de Filología para 1925. En este caso, si Millares llena ahí bien su puesto y la edición de la Biblia no se acaba, como creo, este año, para no cambiar la dirección hasta que la impresión del texto esté acabada, o poco menos, podría continuar Millares otro año, a fin de dejar la Biblia completa en sus detalles y solo tal vez a falta de los últimos pormenores.
Someto a U. este proyecto sin haber dicho nada a Millares. Si a U. le parece bien tendría U. que proponerle la prolongación.
Navarro iría en 1926 a empezar la dialectología con intensidad, una vez que la Biblia no absorbiese la atención del instituto. El compromiso de Castro con la Facultad quedaría anulado a menos que Udes. quisieran renovarlo.
Dígame su opinión. Durante 1925 Navarro tiene que poner en marcha en el Centro de Estudios Históricos una obra de empeño que es el Atlas lingüístico de España, cuya experiencia hará doblemente provechosas sus enseñanzas en el curso que después puede explicar en Buenos Aires. Compromisos adquiridos por el Centro hacen necesario que este trabajo del Atlas quede ya funcionando antes de que Navarro se marche. Además, por circunstancias que ha sido indispensable atender, Navarro tendrá que hacer durante el mes de julio de 1925 una breve serie de lecciones en el curso de verano de la Universidad de Puerto Rico. (1)
Esperando sus impresiones y noticias, le saluda y abraza muy afectuosamente con los mejores recuerdos, suyo,

Ramón Menéndez Pidal

  1. Una invitación del gobierno de los Estados Unidos, desatendida ya el verano anterior y este, llegó en términos de no poderla aplazar, por la importancia del curso en aquella isla el verano próximo. (12-08-1924)

Las consideraciones expuestas en las cartas constatan la función protagónica que Menéndez Pidal tuvo en la puesta en marcha del Instituto y en la decisión de los pasos a seguir en el desarrollo de los proyectos.

Las instituciones en las cartas: la Academia Argentina de Letras

Ya hacia fines de la década del 20, los membretes y sellos de las cartas demuestran que ambos filólogos están muy bien establecidos institucionalmente: Menéndez Pidal como Director de la Real Academia Española y Ricardo Rojas como Rector de la Universidad de Buenos Aires. En ese contexto se produce un intercambio epistolar de tono un tanto áspero referido a la creación de la Academia Argentina de Letras que si bien siempre mantiene el tono cordial y amistoso entre los corresponsales, permite observar una mayor independencia intelectual de Rojas con respecto a las sugerencias de Menéndez Pidal.
Sobre este tema nos llegan extensas y argumentadas cartas que desarrollan tanto las críticas efectuadas por Rojas a las decisiones tomadas desde España para designación de futuros académicos como las explicaciones y pedidos de disculpas de Menéndez Pidal. Las observaciones de Rojas denotan el clima antiespañol que se vive en Argentina y se mencionan concretamente las acusaciones que ha recibido de sus pares por su diálogo con las instituciones madrileñas. Por otra parte, la respuesta de Menéndez Pidal evidencia, más allá de las disculpas, su interés por intervenir en las políticas lingüísticas y su esfuerzo para que Argentina no quede fuera del proyecto de red de academias americanas que se está gestando desde Madrid. A continuación se transcriben las dos cartas completas.

Logo UBA [sobre logo, a mano, “Confidencial”]

Rector
Buenos Aires, 28 de agosto de 1928

Mi ilustre y querido amigo:

Hace días recibí del Embajador el diploma de la Academia y la comunicación del Sr. Catarelo, ya que contesté aceptando el cargo y agradeciendo el honor. Con Maeztu (de quien soy amigo hace 20 años) he hablado con franqueza sobre este asunto y él me dijo que le transmitiría mi punto de vista. Permítame Ud. que en nombre de mi antiguo amor a España y a nuestro idioma le exprese con toda claridad algunas cosas que Uds. necesitan saber.
Las Academias literarias, en general, no tienen ambiente propicio en nuestro país. Antes de 1880 Juan María Gutiérrez, mi antecesor en el rectorado y el argentino de más disciplina filológica en su generación, rechazó con aire insurgente el nombramiento que le envió la Real de Madrid. Por esa época se constituyó una Academia Argentina local, de tendencias acentuadamente americanistas y, con el concurso de viejos y jóvenes se planteó un diccionario, se trabajó en la letra A y todo quedó luego en la nada.
Posteriormente, ya más serenadas las pasiones contra España (que Echeverría, Sarmiento y otros quisieron convertir en doctrina) se entró en el período de los miembros correspondientes individuales –Guido y Spano– que no formaban corporación local y que aceptaban el cargo y lo reducían a un título decorativo, conservando cada uno sus propias tendencias en cuanto al idioma.
Finalmente, en 1910, con motivo del centenario de la Independencia y del viaje de la Infanta Isabel, se constituyó con los miembros correspondientes de aquel entonces una corporación en Buenos Aires quedando esta autorizada para nombrar nuevos miembros. Entre estos fui nombrado yo. No hubo sino una reunión, para recibir al Señor Ortega Munilla cuando vino a nuestro país. La recepción se realizó en casa de Ernesto Quesada, presidente de la compañía. Calixto Oyuela era su secretario.
Ahora bien, Don Ramón. En los nuevos nombramientos se ha prescindido de Quesada (que vive en Alemania) y de Oyuela, que se ha resentido. Oyuela está viejo, pero ha sido durante 50 años un adalid de fray Luis y del Siglo de Oro, habiendo combatido mucho por la tradición castiza, entre la doble hostilidad del criollismo (Obligado) y del cosmopolitismo (Rubén Darío).
Debo hacer otra observación: mi nuevo nombramiento implica no haber dado validez al que me confirió la corporación local, organizada, como antes lo recordé, por la Infanta Isabel entre los regocijos del Centenario.
Por todo esto, Ud. comprenderá que la nueva fundación trae un germen de desquicio en sí misma, pues revela olvido de antecedentes que hubiera convenido tener a la vista para proceder con cierto espíritu de continuidad.
No es esto lo peor, sino la imposibilidad de lograr que los académicos se reúnan y trabajen corporativamente. La opinión popular no es favorable tampoco. Podríamos vencérsela si tuviéramos un criterio aceptado por los académicos de aquí y de allá. Pero ese criterio no existe.
En el fondo de todo esto hay una gran incultura y un individualismo brutal, sin contar las pasiones políticas que se mezclan al problema científico del idioma.
Si la Academia local es nombrada y reglamentada desde Madrid, se ve en esto un acto de imperio, que la conciencia popular rechaza y que haría estéril todo esfuerzo8.
Queda otro recurso: constituir por propia iniciativa una Academia local, pero esto no prosperaría ahora, como no prosperó antes de 1880 según ya Ud. lo sabe. Las Academias universitarias que antes pertenecían a cada Facultad, han sido separadas de la Universidad en 1923 y el gobierno Nacional no ha logrado hasta hoy dar vida a la de Filosofía y Letras, de la cual somos miembros (nominales) los que ustedes nombraron últimamente. Más capaces de organizarse han sido los economistas, naturalistas, médicos, jurisconsultos y hasta los agrónomos ingenieros; pero con los literatos las dificultades han resultado insuperables por la displicencia a veces irónica del gremio. En esto los escritores de aquí son como los de España y Francia pero allá transigen después de cierta edad, así se trate de burlones y de rebeldes, porque las Academias tienen allá una tradición. Nuestro clima actual (demagogia, cosmopolitismo, criollismo, etc.) no favorece un trasplante.
Fue la conciencia de estos escollos lo que me movió a organizar nuestro Instituto de filología de acuerdo con Ud., creyendo que por aquí lograríamos mejor fruto que por el viejo camino. Pues sabrá Ud. que me atacaron entonces y que continúan atacándome. Hay quienes ven en nuestra colaboración con la escuela de Madrid una claudicación de mi nacionalismo. ¡Bárbaros! Esa es la palabra. Como los ataques han recrudecido por el nombramiento último, he pronunciado en la Universidad, este mes, una plática sobre el idioma, que le mandaré en el próximo correo.
En fin, amigo mío: que la empresa está llena de dificultades. No debemos renunciar a ella, pero aconsejo ir con tiento, hasta domesticar a nuestras fieras. Por ahora creo que conviene dejar las cosas como están y mantener el viejo sistema de los correspondientes individuales, dándonos el derecho de intervenir en las tareas de Uds. sobre un pie de igualdad, especialmente cuando se trate de las formas locales del castellano en América.
Todo esto se lo digo para enterarlo de la verdad y, con el más efusivo sentimiento de amor a España y de amistad por Ud., salúdalo atentamente su afmo. Amigo

Ricardo Rojas

 

Sr. Ramón Menéndez Pidal
Madrid
El Director de la real Academia Española
18 de octubre de 1928

Sr. D. Ricardo Rojas
Rector de la Universidad

Mi querido y admirado amigo:

Mucho agradezco su carta en que con tanto vivo interés trata Ud. de las dificultades que halla para la reorganización de la academia Argentina. Las comprendo en toda su fuerza y gravedad y no insistiría si solo se tratara de una academia americana más que completara un ostentoso cuadro, una organización aparente de corporaciones. Pero es el caso que la Academia Española se preocupa ahora de que su Diccionario cuente con la autoridad, la iniciativa y el espíritu de las corporaciones hermanas. Y me animo a insistir recordando la honda simpatía que nos une desde antiguo y más especialmente desde que manifestó Ud. su convencimiento acerca de la cooperación de América y España en materias lingüísticas y literarias, y desde que tuvo Ud. el valor y el acierto de ponerlas en práctica, fundando el Instituto de Filología en esa Universidad. Desde él creo podemos hacer mucho. Pero el diccionario académico tiene un valor y ese valor solo puede ser reforzado por las Academias Americanas; de ahí nuestro interés puramente objetivo y ajeno a todo espíritu de imperio o de centralismo. Se trata de dar al público un instrumento de orientación y de unidad en materia de lenguaje; creo que este interés puede unirnos dignamente a todos.
Hace mucho que la Academia desea esta colaboración de las Academias Correspondientes. Envío a Ud. los discursos de una gran solemnidad nuestra, donde claramente se expresan por Torres Quevedo y por mí los principios de igualdad que usted sugiere en su carta y que son necesarios en esta cooperación apetecida.
Los motivos de disgusto suscitados por nuestros últimos nombramientos creo que son hijos solo de olvidos disculpables y de mala inteligencia. Prescindimos de los nombramientos de Ud., Rivarola, Matienzo y Piñeiro en verdad; pero esto no es culpa nuestra ya que fue porque no nos habían sido comunicados; nada sabíamos de ellos. A su vez este olvido de comunicación es bien disculpable dada la falta de una actividad real de parte de la corporación argentina.
La Academia Española no tendrá inconveniente en reconocer esos nombramientos antiguos y así todo quedaría subsanado.
Por otra parte me dice Ud. que al hacer los nuevos nombramientos prescindimos de Quesada y de Oyuela. Es verdad que la Academia Española juzgó que su hermana Argentina estaba imposibilitada de hacer elecciones toda vez que se hallaba reducida a cuatro individuos dispersos avecinados en países muy lejanos, aunque todos viviesen en Buenos Aires no formaban número suficiente para una elección.
Por esto eligió la Española. Pero no pensó en esto prescindir de Quesada que cuenta con la amistad personal de varios de nosotros y que figura en todos nuestros anuarios como Director de la Academia Argentina, ni menos prescindió de Oyuela a quien comunicó expresamente como Secretario, los nuevos nombramientos rogando a todos que procediesen a elegir cargos (Vicedirector, Censor, etc.).
Vea Ud. pues si con estas explicaciones se pueden allanar las dificultades y borrar los disgustos. Muy conveniente sería. ¿Cómo sin la Argentina vamos a desarrollar bien nuestro plan de colaboración que consideramos necesario?
Leí con el mayor interés y agrado su alocución sobre los deberes que el lenguaje impone a la juventud. La conservo, y como oro en paño, para utilizarla en mi Historia del Idioma que preparo y que ojalá tenga salud para escribir. Precisamente la lectura de esa hermosa alocución me anima a insistir con Ud. en que piense modos (Ud. que los sabe hallar para sus decisiones) de realizar la reorganización de la Academia, en forma que no aparezca revestida con el aire de inutilidad aparatosa que el público quiere ver en ella.
Perdone la insistencia a su antiguo y muy buen amigo,

RMP

Mucho me satisface la buena acogida que usted da a mi Flor nueva. La Jimena por quien Ud. pregunta es mi hija.

La carta de Rojas representa una síntesis histórica y una contextualización precisa del estado de la querella de la lengua en Argentina por esos años y un antecedente de los debates que nos ocupan hasta el presente (Barcia). La respuesta de Menéndez Pidal también da cuenta de la posición integradora y unificadora que la Real Academia Española asume, encabezando un rol coordinador en normativa lingüística, pero solicitando para ello la colaboración de las academias americanas. Otro debate que continúa candente en nuestros días, aunque complejizado no solo por factores académicos sino también políticos y económicos.

Las cartas, voces autorizadas en cuestiones de política internacional

En las cartas estudiadas hay menciones a la Primera Guerra Mundial frente a la cual ambos intelectuales tienen una postura pacifista. Ricardo Rojas dice en su carta de 25/03/1915:

Veo que la guerra se acerca a su desenlace. Me alegro. Preveo días propicios para España y nuestra América.

A lo que Menéndez Pidal responde el 28/04/1915:

En su carta se muestra U. muy optimista en lo que se refiere al final de la guerra. Ojalá salgan ciertas sus presunciones, aunque yo lo dudo bastante. Pero no por esto dejo de esperar que la crisis que pesaba sobre América cuando yo estuve allí desaparezca en breve.

Está ausente la Guerra Civil Española aunque es claro que en esos años decae la correspondencia conjuntamente con el proyecto de intervención español en la cultura americana. Las consecuencias de la Guerra aparecen en la recomendación que hace Menéndez Pidal en 1939 para que Joan Corominas sea contratado por la Universidad de Cuyo como catedrático de latín, con la aclaración correspondiente de que “No tuvo actividad extraña política ni de otra clase”. Una vez más los intelectuales aparecen como mediadores y protectores de los perseguidos ante la barbarie de la guerra y los autoritarismos del siglo XX9.
Los conflictos de índole nacional aparecen en el agradecimiento de Menéndez Pidal al Cervantes de Rojas (1935), escrito durante su prisión en Ushuaia. Los avatares de la política y el apoyo internacional de las redes de intelectuales también se evidencian en el borrador conservado en el Archivo Menéndez Pidal de la carta enviada en 1934 al Presidente de la República Argentina pidiendo por la liberación de Ricardo Rojas.

Reflexiones finales

Hasta aquí un recorrido por el intercambio epistolar entre Ricardo Rojas y Ramón Menéndez Pidal cuya lectura detenida, aunque incompleta en el caso de las cartas conservadas en el Archivo Menéndez Pidal, considero que más allá de los tópicos tratados en concreto, puede iluminar un discurso subyacente acerca de las concepciones de cada uno sobre temas centrales de la cultura argentina en relación con la lengua y la literatura españolas.
Las cartas constituyen una arena de debate sobre los diferentes acercamientos de la cultura popular en relación con la génesis medieval y la estructura conservadora de la sociedad española, en contraposición con las nuevas sociedades americanas signadas por migraciones, movilidad social y procesos de industrialización que afectan muy diferenciadamente a los ámbitos rurales y/ o urbanos.
Asimismo, detrás del diálogo respetuoso, que en el transcurso del tiempo se vuelve amistoso, entre dos intelectuales que son a la vez referentes de la gestión institucional de sus respectivos países, se traslucen las tensiones entre la verticalidad y/ o la horizontalidad de la concepción de una hispanidad post colonial que marca el rumbo de la política cultural de los países hispanohablantes en los tiempos venideros.

Notas

1 Carta citada en Catalán 37, nota 162.

2 Por sugerencia de Rodolfo Lenz, Menéndez Pidal entra en contacto con Robert Lehmann-Nitsche, el polígrafo alemán que estaba a cargo de la Sección Antropológica del Museo de Ciencias Naturales de La Plata, para pedirle ayuda en el proyecto de recolección de romances. A partir de entonces se establece un intercambio epistolar que marca el comienzo de un diálogo duradero, cuyas huellas nos llegan por lo menos hasta 1916. Asimismo, esta correspondencia pone de manifiesto los intereses diferentes de uno y otro investigador en cuanto al universo literario popular, ya que mientras que el español privilegia el estudio de la vertiente oral, tradicional y rural, de procedencia peninsular, el alemán se encuentra fascinado por la muy ecléctica poesía popular cantada e impresa que se difunde en las prósperas ciudades del área rioplatense. (Chicote 2009 y 2012).

3 Véase http://www.fundacionramonmenendezpidal.org/archivos/.

4 Véase https://museorojas.cultura.gob.ar/.

5 Véase el Anexo final con las referencias del epistolario.

6 Agradezco a Diego Catalán, quien fue el Presidente de la Fundación Menéndez Pidal hasta su fallecimiento en 2008, porque me permitió consultar y fotografiar los documentos ese caluroso mes de julio de 2003 durante mi estancia en Madrid como parte de una beca de la Fundación Alexander von Humboldt.

7 Primeros versos de la “Epístola” de Francisco Martínez de la Rosa (1833).

8 Las palabras subrayadas aparecen así en las cartas originales.

9 Petrucci se refiere in extenso a la presencia recurrente de las guerras que asolaron el siglo XX en los epistolarios de intelectuales y a las múltiples recomendaciones para instalar exiliados en las cátedras americanas. En el capítulo 9 (Crisis, sufrimientos, miedos) señala en qué medida los agentes de la cultura expresaron en sus cartas el espíritu de desasosiego y angustia ante la inminencia de las sucesivas crisis que se vivía en Europa, y señalaron su función de mediadores pacifistas en la comunidad epistolográfica.

 

Referencias bibliográficas

1. Barcia, Pedro Luis. “Brevísima historia de la Academia Argentina de Letras”. Boletín de la Academia Argentina de Letras, vol. 67, n.° 263-264, 2002, pp. 9-30.

2. Becher, Emilio. “La tradición y el patriotismo”. La Nación, Buenos Aires, 28 / 06/ 1906.

3. Catalán, Diego. El Archivo del Romancero. Patrimonio de la Humanidad. Madrid, Fundación Ramón Menéndez Pidal, 2001, 2 vols.

4. Chicote, Gloria. “Ramón Menéndez Pidal en Buenos Aires: carta a Robert Lehmann-Nitsche (12-05-1905)”. Olivar, n.° XIII, 2009, pp. 155-162.

5. Chicote, Gloria. “Ramón Menéndez Pidal en Buenos Aires: dos cartas a Robert Lehmann- Nitsche después de su primer viaje”. Olivar, n.° 17, 2012, pp. 145- 148.

6. Martínez de la Rosa, Francisco. Epístola”. Poesías. Madrid, Imprenta de Tomas Jordan, 1833, pp. 124-131.

7. Menéndez Pidal, Ramón. Flor Nueva de Romances Viejos. Madrid, La lectura, 1928.

8. Menéndez Pidal, Ramón. Romancero hispánico (Hispano portugués, americano y sefardí). Teoría e historia. Madrid, Espasa-Calpe, 1953, 2 vols.

9. Petrucci, Armando. Escribir cartas, una historia milenaria [2008]. Buenos Aires. Ampersand, 2018.

10. Rojas, Ricardo. Poesías de Cervantes. La Plata, Universidad, 1916.

11. Rojas, Ricardo. Historia de la literatura argentina. Buenos Aires, Coni, 1917-1922, 4 vols.

12. Rojas, Ricardo. Cervantes. Buenos Aires, Losada, 1935.

13. Rojas, Ricardo. “La métrica en el Cantar de Mio Cid”. La Nación, Buenos Aires, 21/11/ 1954.

14. Toscano y García, Guillermo. “Materiales para una historia del Instituto de Filología de la Universidad de Buenos Aires (1927-1946)”. Filología, n.° XLV, 2013, pp. 143-172.

Anexo

Cuadro de contenidos de las cartas de Ramón Menéndez Pidal a Ricardo Rojas conservadas en el Museo Casa Ricardo Rojas

1

Madrid 28/03/1906

Romancero – Encuesta de recolección – Intercambio de obras

2

01/11/1906

Romancero – Encuesta de recolección – Intercambio de obras

3

Madrid 1906

Tarjeta postal

4

Buenos Aires 1914

Posible encuentro en Buenos Aires

5

Madrid 19/01/1915

Voz “aparecero” – Intercambio de obras

6

Madrid 28/04/1915

Cátedra de La Plata – Guerra – Intercambio de obras

7

Madrid 20/10/1916

Viaje a París – Intercambio de obras

8

Madrid 12/05/1923

Instituto de Filología – Américo Castro – Gramática histórica

9

Madrid 16/05/1923

Telegrama: se embarca Américo Castro

10

San Rafael 24/09/1923

Instituto de Filología- Américo Castro – Tomás Navarro

11

Madrid 06/11/1923

Instituto de Filología – Américo Castro – Tomás Navarro – Agustín Millares Carlo – Intercambio de obras

12

Madrid 12/08/1924

Instituto de Filología – Américo Castro – Tomás Navarro – Agustín Millares Carlo – Biblia – Dialectología argentina – Atlas lingüístico – Viaje de Navarro a Puerto Rico

13

Madrid 21/11/1925

Intercambio de obras

14

Madrid 28/02/1926

Felicitaciones y agradecimientos

15

Madrid 14/06/1927

Intercambio de obras

16

Madrid 1927

Tarjeta postal

17

Madrid 26/12/1927

Presentación de María Teresa León de Sebastián

18

Madrid 18/10/1928

Academia Argentina de Letras

19

Madrid 16/10/1929

Intercambio de obras

20

Madrid 08/07/1930

Presentación de Pedro Sáinz y Rodríguez

21

Madrid 1930

Felicitaciones

22

San Rafael 28/08/1930

Crítica muy positiva a Elelín

23

Madrid 1930

Tarjeta postal y dibujo

24

Madrid 20/11/1935

Agradecimiento de Cervantes – Alusión a la prisión de Ushuaia

25

Paris 28/06/1939

Recomendación de Joan Corominas

26

Madrid 07/02/1953

Tiempo transcurrido - Romancero

27

Madrid 11/04/1953

Tiempo transcurrido – Romancero – Intercambio de obras

28

Madrid 07/07/1954

Intercambio de obras

29

Madrid, s/f

Desencuentro

 

Cuadro de contenidos de temas varios y cartas de Ricardo Rojas a Ramón Menéndez Pidal conservadas en el Archivo Menéndez Pidal

Contenidos varios

1

Madrid 27/06/1914

Varios: Nota de Emilio Cotarelo autorizando a Ramón Menéndez Pidal a fundar o reorganizar academias correspondientes en América

2

Buenos Aires 1914

Varios: Notas varias de Ramón Menéndez Pidal sobre su viaje a Argentina (la ciudad de Buenos Aires, la cultura, los periódicos, la idiosincrasia, los intelectuales, la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA)

3

Buenos Aires 18/02/1925

Varios: Carta de Agustín Millares Carlo a Menéndez Pidal

4

Lima 1914

Varios: Fotografía de Menéndez Pidal en Lima

5

Rosario 1914

Varios: Fotografía de Menéndez Pidal en la Escuela Nacional de Maestras

6

Buenos Aires 1934

Varios: Carta de Ismael Moya a Menéndez Pidal pidiendo ayuda internacional para la liberación de Rojas, preso en Ushuaia.

7

Madrid 1934

Borrador de la carta de Menéndez Pidal al Presidente de la República Argentina pidiendo por la liberación de Ricardo Rojas

 

Cartas de Ricardo Rojas

1

Buenos Aires 25/03/1915

Gramática histórica – Intercambio de obras – Guerra

2

Buenos Aires 03/04/1923

Instituto de Filología – Américo Castro

3

Buenos Aires 28/08/1928

Academia Argentina de Letras

 

Fecha de recepción: 23/09/2019
Fecha de aceptación: 28/11/2019