DOI: 10.19137/anclajes-2019-23311


Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons 4.0 Internacional
(Atribución - No Comercial - Compartir Igual) a menos que se indique lo contrario.

RESEÑAS

 

Esclavos de la consigna. Memorias II Jorge Edwards Santiago de Chile: Lumen, 2018. 295 páginas.

Junto con Los círculos morados. Memorias I publicado en 2012, Esclavos de la consigna. Memorias II articula, a través del registro memorialístico, el conjunto de toda la obra de Jorge Edwards (1931). Ambos libros despliegan pasajes intensos por la vida privada, por los recovecos más íntimos del mundo de quien recuerda y, además, proveen de referencias asociadas con el modo en que desde el presente Edwards analiza su obra pensándose como su exégeta.
Esclavos de la consigna. Memorias II, de reciente aparición, pivotea en torno de la memoria de esta suerte de Funes contemporáneo que está encabalgado entre dos siglos y, casi como mirando desde el Cerro Santa Lucía de su Santiago natal, contempla la literatura, la historia y la política de Chile y de otros espacios latinoamericanos y europeos. La apelación al género memorialístico queda explicitada cada vez que recurre a él y en esa advertencia está su intención de no atarse convenciones genéricas. Como el autor lo advierte, el recorrido que hará se direcciona fundamentalmente para dar cuenta de su prolífica actividad como escritor. A esto se une el propósito de trazar “un retrato generacional” (9) aunque en rigor de lo que se trata es de un mapeo de la literatura chilena y latinoamericana a la que acompaña con revisiones de su obra y anuncios de futuras reescrituras. A lo largo del libro recupera anécdotas ya dichas a las que agrega datos, antes callados, y que ahora los muestra porque se considera libre de ataduras y por entender que es tiempo de dejar de lado actitudes de autocensura que, sostiene, estuvieron presentes en otros libros.
Por los meandros de su memoria se cuelan sus fantasmas, sus utopías y su propósito de verse a sí mismo como materia de su escritura, esto es, incorporarse en cada uno de los relatos haciendo visibles recuerdos, ilusiones y proyectos. De modo que desplegando una memoria prodigiosa revisa su relación con muchos protagonistas de su tiempo, tales como Pablo Neruda, Nicanor Parra, Alejandro Jodorovsky, Carlos Fuentes y Julio Cortázar, vínculos que señalan idas y venidas, amistades y enemistades. Saca a la luz, fragmentos de relaciones que nunca fueron lineales y que ahora abandonan esa zona incierta para ser expresadas críticamente y sin ambages.
A lo largo de Esclavos de la consigna está presente su intención nunca abandonada de convertirse “en narrador, en autor de textos limítrofes entre la ficción y la autobiografía” (209) y de continuar con la idea –tal vez no siempre expresada, pero sí sugerida– de escribir la gran novela en la que se mezclaran sus deudas con Stendhal, Víctor Hugo y Flaubert. Propósito ambicioso por cierto pero que muestra el camino que siempre lo guió: ser un escritor más europeo que latinoamericano, reafirmar que sus filiaciones y afiliaciones están más próximas a nombres de autores que no son los de su generación y que siempre estará presente el valor que le otorga a la memoria. Sus yoes no lo abandonarán nunca, más bien en Esclavos de la consigna tendrán una alta presencia. El recuerdo, la experiencia, el estar siempre en el lugar que le permite contar, es su gran capital aunque a veces parezca vacilar en hacerlo: “¿Debo contar todo, o no contar todo, y tiene sentido, en este último caso, escribir memorias sólo parciales, en alguna medida engañosas, autocensuradas, mentirosas? (210). Atrás van quedando los controles que lo guiaban a esconder nombres y esto lo hace porque se autopercibe como sujeto habilitado para realizar el recorrido que anticipara en Los círculos morados y que expande en Esclavos de la consigna. Memorias II. Es un camino que implica un fuerte sello autorreferencial y una notoria voluntad por escarbar entre los pliegues de su vida y en la de muchos otros, cuestión que realiza a partir de señalar y reiterar su efectiva participación en el acontecimiento evocado.
La memoria en general y la suya en particular es su auxiliar más preciado. Al apelar y explicar que recurrirá a ella de modo sostenido, advierte al lector que contará hechos ya referidos pero ahora, desde su presente, los va a ampliar, incorporando aquellas cosas no dichas por prudencia, por pudor o porque deliberadamente pretendía ocultarlas, dejando de lado ciertas ambigüedades y hasta oscurecimientos. En rigor de lo que se trata es de cancelar esos controles y así poner en escena cuestiones privadas, políticas o rencillas literarias que no pueden ser discutidas por nadie puesto que uno o más de los actores partícipes de esa renovación de la historia no tienen la posibilidad de refutar lo dicho ni esbozar alguna justificación o contraponer la palabra del memorioso.
Su propósito es reflexionar acerca de su trayectoria como escritor, para dar cuenta de todo un tiempo y una generación que lo tuvo como partícipe. De allí el valor otorgado a su memoria en tanto soporte sustantivo que lo guía para materializar su objetivo de leer y releer la historia personal y la de su país. Autor, narrador, protagonista se unen porque desde su presente ya no hay juegos de ocultamientos, ni sugerencias veladas.
No obstante esta perspectiva que pareciera ofrecer nuevos aspectos, el lector encontrará en este libro muchas historias y anécdotas que ya fueron dichas, no solo en Los círculos morados. Memorias I sino también en algunos libros de ficción, lo que en gran medida significa que no se encontrarán aspectos o referencias demasiado novedosas. No obstante ello, los reposicionamientos del memorioso y cierta disposición a la provocación invitan a emprender, a partir de la lectura de estas Memorias II, nuevos análisis de su obra, en particular atender a su relación con Pablo Neruda. Lo destacable de Esclavos de la consigna es que, además de las ‘confesiones’ de Jorge Edwards y la revisión de las razones por las que escribió algunos libros, está la posibilidad de recorrer la historia de la literatura y de la cultura chilena al amparo de la experiencia vital de un protagonista central de dos siglos que lo tuvieron y tienen como animador.

 

María del Pilar Vila
Universidad Nacional del Comahue
Centro Regional Zona Atlántica
Argentina
ORCI D: 0000-0003-2610-5073