DOI: 10.19137/anclajes-2019-2326

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RESEÑAS

 

Culpables por la literatura. Imaginación política y contracultura en la transición española (1968-1986) Labrador Méndez, Germán. Madrid: Akal, 2017, 672 páginas.

La transición española como espacio discursivo de controversias puede considerarse hoy un objeto de reflexión definitivamente instalado en el campo de los estudios históricos y culturales. Labrador Méndez parte de la necesidad de desmontar el mito e identifica como eje central de su investigación “las formas democráticas de la imaginación política” (14), que funcionaron allí donde se institucionalizó el supuesto de la “transición exitosa”, primero, y la idea de “un pacto de olvido”, después. Así, el estudio buscará exponer y analizar la existencia de intervenciones alternativas que dieron lugar a una transición otra que no fue considerada por mal comprendida.
Labrador retoma algunas líneas ya planteadas en su estudio anterior. Si en Letras arrebatadas: poesía y química en la transición española (2009), partía de la metonimia de la escritura como química y recurría al Derrida de la farmacia de Platón y al concepto de lo menor en Deleuze y Guattari para leer una serie de poetas olvidados de la Transición, en Culpables por la literatura el cuerpo del poeta se sigue considerando como laboratorio, pero de sentidos múltiples del arrebato, en acciones que suponen una exploración de la vivencia en el límite. Así, desde ese lugar, se pondrá énfasis en la idea de una “transición bífida” que emerge en la disrupción entre expectativas y hechos: la condición “modélica” de la transición oculta las exclusiones sobre las que se monta.
A través de un desarrollo argumental rigurosamente sostenido, el trabajo explora en el modo en que la contracultura española comienza a tejer redes desde tiempo antes a la muerte de Franco, desde ciertas tramas que construyen jóvenes escritores y artistas, desplazados de la historia de la literatura. En este sentido, hablar de la arbitrariedad del canon no será suficiente cuando lo que se revela es su intrínseca dimensión política. Por tanto, Labrador apunta a poner en valor la obra de autores desestimados por su distancia de los enclaves habituales en los circuitos de consagración literaria, y lo hace desde el reconocimiento de lo performativo, lo asistemático y lo lábil como la genuina potencia de sus programas creativos. Estos suponen una forma otra de imaginar y hacerse carne de la democracia. Son autores que transforman vida en literatura y la intensidad de la vivencia en su obra más acabada.
Al trabajar sobre un concepto de literatura en términos de intervención, el enfoque de la investigación involucra un tránsito que se desplaza de la filosofía a los estudios culturales, con aportes de la sociología, la teoría de la literatura, la historia del arte y la historia de la literatura. Esta trama transdisciplinar configura un dispositivo de lectura y análisis de una variada selección de materiales (portadas de revistas clave, fotografías poco conocidas, etc.) que son una invitación a construir un archivo que aún está por hacerse.
La tesis inicial de Labrador Méndez sostiene la culpabilidad literaria como enclave de emergencia de un abanico de figuras bioliterarias desplegadas en el período de la Transición como respuesta a un proyecto democrático institucionalizado e insuficiente. Figuras en las que se revelan los efectos políticos de la literatura “en el contexto de la recepción ibérica de la contracultura internacional y de la emergencia de la juventud como un nuevo tipo de sujeto histórico” (25). En esta línea, el trabajo hace dialogar la lógica del campo bourdesiano (para exponer las tramas de invisibilización y marginación) con la biopolítica de Foucault, en función de comprender la figura del culpable bioliterario, bajo la premisa de que literatura y política no pueden pensarse separadamente porque, especialmente en las coordenadas delimitadas por el estudio, funcionan como un todo. Asimismo, las figuras de la culpabilidad literaria pondrán de manifiesto el modo en que el arte, la sensibilidad atravesada por la moral del franquismo y las drogas funcionan para estos jóvenes escritores como tecnologías, en el sentido de Foucault, es decir, “experiencias de intertextualidad somática” (49), creaciones en las que las formas de la vivencia se constituyen como forma a secas y la potencia del deseo como lo sustancial de una obra.
En este sentido, la investigación identifica tres momentos: el de los jóvenes antifranquistas del 68, el de los del 77 y los de la Movida. Si bien las periodizaciones suelen poner bajo sospecha, la que propone Labrador no se percibe como arbitraria en la medida que trabaja sobre los enlaces y los desplazamientos de las trayectorias de los autores y no en términos de compartimentos estancos. Los jóvenes del 68 son los “adoradores del volcán” (admiradores y herederos de la pasión de Lowry), signados por el malditismo como impronta y la fascinación libresca como motor de la convicción de un vivir (y un morir) literario. El encantamiento culturalista implica para ellos un posicionamiento crítico en el punto en que abre puertas a un imaginario de ruptura con el franquismo naturalizado, “somatizado” en los cuerpos. Esta primera impronta resulta inspiradora para los jóvenes del 77, quienes configuran una red cultural de marginados y marginales impulsores de proyectos autogestionados que darán lugar a “una suerte de esfera pública alternativa” (200). Para el discurso oficial son los “peligrosos sociales”, la escoria a eliminar. Son, en realidad, quienes efectivizan la toma y el aprovechamiento del espacio público para la circulación del arte, concebido a la medida de una democracia imaginada. Finalmente, los jóvenes de la Movida son quienes atraviesan la institucionalización de la parte mercantilizable de los proyectos de los que son herederos. En esta instancia, si la literatura “sirve para morirse o sirve para contarlo” (33), los que la escribieron con sangre ya traspasaron el límite. Del “Quijote alcohólico” al “Quijote fármaco” queda un devenir transformado en textualidades diversas que revelan “la radicalidad como expresión de una verdad política” (34).
Lo valioso del trabajo de Labrador es su voluntad de interrogar al campo. En definitiva, el texto está atravesado por la pregunta sobre lo obturado, por lo que queda solapado detrás de la insistencia en ciertos lugares leídos como clave de la Transición y que funcionan en términos de cristalización. Quien lea este libro aprenderá, por ejemplo, que considerar la tendencia novísima como estetizante y culturalista con un trasfondo de evasión, supone una comprensión muy parcial de lo que requiere ser leído, de forma expandida, como un momento en el que la apuesta estética es a su vez una toma de posición sobre un estado de cosas en la sociedad. En esta dirección, de desarticulación de bloques de sentido instalados, funciona el trabajo de Labrador.
El posicionamiento del autor expresa un lugar extraño en la crítica académica: a la fascinación por su objeto se suma una afectividad manifiesta, transida por un deber de memoria que es casi una recomposición de lugar, la asunción de una reparación histórica. En distintos momentos el crítico se permite la primera persona para recordar su propia vivencia con relación a su relato, como un reconocimiento necesario de que el conocimiento necesariamente se construye desde una subjetividad y un tiempo. Dice Agamben que en el origen del término, conocer significa “nacer juntos” y en esta línea se explica la afectividad epistemo-crítica que funciona como sustrato en esta investigación. En sintonía con su objeto, a pesar de producir desde un lugar privilegiado de la academia y publicar en una editorial prestigiosa, el autor encuentra pequeños gestos de desvío de las lógicas del conocimiento institucionalizado: elige no sostener valoraciones rotundas sino formular preguntas para desestabilizar lo conocido. En este sentido, su trabajo logra de modo oblicuo rehabilitar la pregunta por el lugar de la crítica en el curso de la historia contemporánea de España.

 

Daniela Fumis
Universidad Nacional del Litoral
Facultad de Humanidades y Ciencias
Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales del Litoral (IHuCSo Litoral)
Argentina
ORCID:0000-0002-6082-8737.