DOI: 10.19137/anclajes-2019-23310


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RESEÑAS

 

Reseña Intelectuales y ensayo Carmen Centeno Añeses San Juan: Publicaciones Gaviota, 2018, 262 páginas.

La presencia intelectual de la Dra. Carmen Centeno Añeses en la crítica literaria puertorriqueña en particular y caribeña en general ha sido una constante no solo en el ámbito académico sino también en los medios de comunicación, como da cuenta su participación en los periódicos Claridad, El Nuevo Día, Diálogo, El Postantillano y 80 grados.
Intelectuales y ensayo (2018), su obra más reciente, aborda el género “híbrido y camaleónico” (11) del ensayo como un tipo discursivo propio del mundo puertorriqueño contemporáneo, teniendo en consideración su presencia en textos de carácter académico, en periódicos y revistas, en internet y en bitácoras militantes. De este modo, hace un recorrido por la historia ensayística de Puerto Rico y observa la evolución del género que, con los avances tecnológicos propios de la red, ha sabido encontrar otros canales de difusión, así como también ha logrado resemantizarse a la luz del contexto puertorriqueño actual y expresar su continua vitalidad. Centeno Añeses analiza el corpus ensayístico de su obra desde una mirada interdisciplinar, considera los estudios postcoloniales y culturales, los estudios de género y antipatriarcales.
En el capítulo que abre el libro, la autora hace un recorrido por el origen y la teoría a propósito del ensayo en general, siguiendo por el ensayo hispano para arribar al ensayo puertorriqueño, sobre el que versarán el resto de los capítulos. Destaca que, desde su génesis, el ensayo fue un género masculino enmarcado en la categoría del pensamiento, unida por tanto a figuras de hombres intelectuales que se sirvieron de él como herramienta para hacer una “interpretación cultural, política e identitaria” (18). El ensayo puertorriqueño de sus comienzos puso énfasis en la cuestión del colonialismo y, en la actualidad, abarca temas más amplios como “la identidad, pero desde la ambigüedad; la categoría de género, el desarrollo, el efecto de las diásporas, el daño al ambiente, la bioética, el biopoder, la decadencia del mundo occidental, la guerra, la geopolítica y la ascensión de nuevos poderes sobre el planeta” (34).
En los capítulos subsiguientes, Centeno Añeses abordará diversos ensayistas puertorriqueños. Así, “Eugenio María de Hostos. Ensayista sin diploma” (41-69) es visto como un intelectual de gran presencia no solo en el mundo puertorriqueño sino también en América Latina, por su colaboración activa con las repúblicas latinoamericanas en la formación de los estados nacionales y la modernización de sus agendas educativas, en vistas a promover cambios sociales de la mano de la divulgación ensayística. Seguidor de los argentinos Esteban Echeverría, Domingo Faustino Sarmiento y Juan Alberdi, Hostos se propone como el fundador del ensayo puertorriqueño, de mirada americanista. Luego, en el abordaje de “Nilita Vientós Gascón. Pensadora de la nación” (71-108) se destaca la figura de dicha ensayista como un quiebre, pues recurre al ensayo periodístico de un modo “estridente ya que invade de lleno la esfera pública predominantemente masculina en su época” (74). A ella le debemos que el español sea lengua oficial en Puerto Rico, por su victoria en los tribunales respecto del “pleito de la lengua” (78) en 1965. Asimismo, fue la primera mujer electa para la Presidencia del Ateneo Puertorriqueño durante quince años, fue gestora cultural y creó una red de intelectuales, a la manera que Victoria Ocampo lo hizo en Argentina; de modo que Vientós Gascón representa una “voz que retaría tanto la visión de la mujer subordinada como los poderes del estado colonial” (79). Su trabajo ensayístico le valió la censura y la rotación en diversos medios, cuestión que hace gala de su compromiso intelectual. Luego, en el estudio de “Arcadio Díaz Quiñones. Y los lugares de la memoria” (109-149), Centeno Añeses se detiene en la memoria histórica y colectiva, pone el acento en su construcción, en las versiones históricas, y en la llamada historia oficial, que hicieron los organismos hegemónicos de Puerto Rico, sobre la base del estatus isleño como Estado Libre Asociado. El discurso de Díaz Quiñones se destaca por su “crítica acerva al belicismo que había caracterizado a la vida colonial puertorriqueña” (115), cuestión silenciada en el ámbito universitario y que el ensayista intenta reconstruir a partir de la “heterogeneidad de la cultura puertorriqueña y la complejidad de su vida política” (118), que no había sido tenida en cuenta en los textos escolares, donde la ausencia de las voces contestatarias y el enaltecimiento de la militarización eran una consecuencia palpable de la “invasión de la memoria” (125), promulgada por una historia unívoca que respondía al relato colonial. A continuación, Centeno Añeses analiza el asunto del “Género y erotismo en Cámara secreta, de Edgardo Rodríguez Juliá” (151-178), obra donde detecta una actividad androcéntrica, focalizada en la mirada masculina hacia el sujeto femenino como objeto de deseo, donde las barreras entre lo erótico y lo pornográfico se desdibujan. Rodríguez Juliá aborda temas como el adulterio, lo escatológico, el voyeurismo, el fetichismo, la enfermedad y la muerte, la masturbación, entre otros. Sin embargo, para Centeno Añeses, la obra puede ser leída en clave de ironía, pues vale tanto una lectura patriarcal de la mujer como sujeto de observación para el placer masculino del mismo modo que una lectura contestataria que problematice las relaciones de género. Con “El ensayo de Aúrea María Sotomayor. Escritura de mujer, nacionalismo y Caribe” (179-208), la autora recupera otra figura femenina emblemática del ensayismo puertorriqueño, tradicionalmente reservado para los hombres. Destaca que el problema de la escritura femenina fue uno de los temas más recurrentes en Sotomayor, para quien “los saberes se encuentran bajo el poder masculino” (183) y por eso las posturas de la ensayista representan una transgresión para su época, cuando todavía la invisibilidad de la mujer no era tenida en consideración por los estudios literarios puertorriqueños canónicos. Asimismo, Sotomayor aborda temas como la identidad y lo nacional, vinculados con la creación de una serie de rituales que sirven para construir la tradición; se rebela contra la “exotización del Caribe” (201) que aparece en el canon eurocentrista y plantea la complejidad de relaciones lingüísticas existentes en el espacio caribeño. De igual modo, en “El Caribe en el ensayo de Marta Aponte Alsina” (209-224), sigue la misma línea de las figuras femeninas relevantes para la ensayística puertorriqueña. Centeno Añeses destaca la diferencia establecida por Aponte Alsina entre el Caribe insular y el Caribe cultural, pues “resulta evidente que la identidad caribeña no está del todo atada a una frontera geográfica” (211). La ensayista desmonta la mitología en torno al Caribe y la Atlántida, “como tierra ya no utópica sino expoliada” (212), en palabras de Centeno Añeses, y se reconoce como puertorriqueña, no sin observar las complejidades que la identidad nacional representa. Además, reflexiona sobre el papel del intelectual como “un descubridor de relaciones, establecedor de nexos, intérprete de lo que no se ve” (213) y dialoga con otros pensadores del Caribe francés para repensar el espacio como una pluralidad de culturas y razas, cuyo foco está puesto en los sujetos periféricos o marginales. En la última parte de su libro, Centeno Añeses analiza “El ensayo puertorriqueño contemporáneo: Nuevos paradigmas y debates” (225-262), donde destaca el auge que tuvo el género ensayístico durante el siglo XX, en Puerto Rico, no solo en publicaciones académicas sino también en otros ámbitos culturales. La ambigüedad y la permeabilidad propia de este tipo discursivo permiten tanto su mutación en diversos campos como su reactualización en los canales tecnológicos propios de nuestros días. Los temas abordados en los ensayos fluctúan desde la cultura puertorriqueña y la definición de lo nacional, hacia “la crítica a la modernidad, el lugar de las diásporas en las culturas nacionales, la creciente hibridez cultural y el impacto del surgimiento de la mundialización, al igual que el tema de la caribeñización” (229) en el siglo XXI. Subraya que los ensayistas más notables están divididos generacionalmente y, en consecuencia, los temas de interés entre unos y otros son diversos, según el contexto que a cada uno de ellos le ha tocado vivir. La autora establece dos grandes grupos: los posmos y los neonacionalistas, que le permiten abordar a mujeres y hombres universitarios y no universitarios con prácticas discursivas disímiles, que sin embargo abrevan por igual de la tradición ensayística cara a Puerto Rico.
El nuevo libro de Centeno Añeses, Intelectuales y ensayo, retoma un género ampliamente desarrollado tanto en América Latina en general como en Puerto Rico en particular, para definir cuestiones identitarias en sus orígenes, vinculados a las luchas emancipadoras. No obstante, el género camaléonico propuesto como objeto de estudio en esta obra resulta imposible de encasillar y definir de un modo único. Por el contrario, va mutando a través de los intereses, de los canales, de las nuevas tecnologías, de las temáticas que fueron y que son posibilidades hermenéuticas para el escritor ensayista. La obra se presenta como un diálogo plural que, lejos de reivindicar una sola forma de ser puertorriqueño, apuesta por una pluralidad de voces: el Caribe como espacio múltiple y heterogéneo, Puerto Rico como isla alejada de las visiones utópicas que compran los turistas en busca del Paraíso Perdido, los críticos literarios y los ensayistas políticos como intérpretes de la realidad que los circunda. La propia Centeno Añeses también hace gala de la misma polifonía, pues a lo largo del texto dialoga no solo con los ensayistas que componen su corpus de trabajo sino también con otras voces críticas como Edward Said, Pierre Bordieu, Michel Foucault, Franz Fanon, Hommi Bhabha, Luce Irigaray, Judith Butler, entre otros. Así, los estudios postcoloniales, culturales y de género se funden en una amalgama coherente que da pie a un lúcido estudio sobre el ensayo puertorriqueño, con una mirada crítica que se sirve de un verdadero discurso polifónico donde todas esas voces dialogan entre sí, a fin de abrir las posibilidades interpretativas de una serie de cuestionamientos tradicionales que se vivencian, se actualizan, se resemantizan a la luz del contexto puertorriqueño actual.

 

Lucía Orsanic
Departamento de Letras
Facultad de Filosof ía y Letras
Universidad Católica Argentina
Argentina
ORCID: 0000-0002-1407-1446