DOI: 10.19137/anclajes-2018-2217

RESEÑAS

 

Valero Juan, Eva. Ercilla y la Araucana en dos tiempos. Del Siglo de Oro a la posteridad. Sevilla: Renacimiento, 2016, 200 páginas.

“Regresar al debate sobre una obra tan estudiada, como es La Araucana de Alonso de Ercilla, pudiera parecer tarea agotada… Sin embargo, es precisamente esa diversidad de lecturas y sus polémicas lo que la descubre como una obra inagotable, generadora… irradia un haz de sentidos capaces de abrir, incansables, nuevos derroteros” (11). Una cita de estas características solo puede ser el comienzo de un trabajo cargado de rigor y de pasión, nacido del debate generado de la siempre estimulante lectura en el aula y del mejor sentido de la docencia universitaria, aquella que se aúna con la investigación para continuar transmitiendo y actualizando el legado de los clásicos.
Desde aquí, Eva Valero Juan nos propone esos “dos tiempos” de aproximación a La Araucana, que son los de la generación infinita de la lectura. El primero de ellos se acerca al libro desde la metáfora de la vida como navegación y desde el punto de vista de la experiencia del viaje, sobre el tapiz de un momento histórico cargado de transformaciones. El texto de Ercilla dialoga con El Quijote y Comentarios Reales y es estudiado en el contexto ideológico de los Siglos de Oro, de la “controvertida evolución de las letras hispanoamericanas del descubrimiento y la conquista” (15). La misma autora ya nos había demostrado su exquisita mirada al periodo en Tras las huellas del Quijote en la América virreinal (Bulzoni, 2010). El segundo de los tiempos habla de la reapropiación de La Araucana como poema fundacional de la nación a lo largo de los siglos XIX y XX. Andrés Bello, Gabriela Mistral, Pablo Neruda y Raúl Zurita son los “lectores” seleccionados.
 Desde aquí, la primera parte del libro: Ercilla y su tiempo se subdivide en tres capítulos. “Por el camino de la mar, el viaje hacia el ideal de Alonso de Ercilla” parte de las infinitas aproximaciones a la obra que, en algunos casos, han considerado a su autor como el gran defensor de los indígenas y, en otros, como el poeta imperial. Frente a acercamientos maniqueos, la autora propone abordar el texto como una encrucijada, donde los últimos ecos del ideal caballeresco medieval conviven con el espíritu renacentista, donde el viaje como metáfora áurea, signo de codicia y locura, se entrelaza con la experiencia vital del poeta para nutrirse de un sinfín de significados, donde el tópico de menosprecio de corte y alabanza de aldea se rescribe desde una mirada utópica al pasado precolombino: “Ercilla tomó del ideario humanista su crítica al expansionismo violento y al materialismo como objetivo principal del imperialismo, pero no se posicionó frente a la colonización, sino que planteó una alternativa armoniosa de conquista pacífica dentro de los límites de la guerra justa que, de hecho, defiende en el último canto” (44).
El segundo capítulo, “De La Araucana a El Quijote, o el ocaso de la Edad Dorada” trabaja sobre los vínculos renacentistas que unen a ambos libros. La transformación de la Edad de Oro y el Dorado marca el tránsito del ideal renacentista a la crisis del Barroco: “Así la disociación con la que Ercilla visualizó la conversión de la Edad de Oro en el Dorado americano tuvo su representación literaria más concreta y precisa en esa otra oposición con la que Cervantes, a través de Don Quijote y Sancho, quiso poner de relieve –en la primera parte de la obra– el choque entre idealismo y materialismo en un siglo marcado por un cambio de valores sustancial” (73).
En tercer lugar, “Alonso de Ercilla y el Inca Garcilaso de la Vega: de la epopeya a la tragedia” delinea los ideales humanistas que unen a ambos autores, pero también la diferente reapropiación que hacen de los mismos, no sólo a la hora de dibujar la figura del conquistador; sino de trazar la idealización coincidente de los héroes indígenas, de reseñar la creencia en la posibilidad de una conquista que hubiera representado un encuentro pacífico de razas.
La aproximación de Valero Juan revela el valor de La Araucana como un clásico que sigue promoviendo nuevas vías de acercamiento, que nos permite adentrarnos en un poderoso intertexto de época de notable significado para entender las claves históricas que la rodean, y nos muestra su valor de bisagra entre periodos ideológicos.
La segunda parte del libro, Ercilla augural: del siglo XIX al XX, se aproxima a La Araucana y a sus protagonistas como poema que tendría gran influencia en las letras hispanas desde su aparición. No obstante, no sucede lo mismo con el personaje histórico de Alonso de Ercilla, opacado por su texto hasta que se publica la biografía de José Toribio Medina, acompañando a la “edición del centenario”, que buscaba conmemorar los cien años de la Independencia.
Esta sección se subdivide, a su vez, en cuatro capítulos, hilvanados por una cita de Pablo Neruda: “La Araucana no sólo es un poema: es un camino”, que añade un elemento de notable interés: la reproducción de algunos textos breves de estos “lectores” de Ercilla. “Andrés Bello: La “lección moral” de Alonso de Ercilla” constituye la primera parada de ese itinerario, junto con la edición del texto “La Araucana, por Don Alonso de Ercilla y Zúñiga”, que se publicó en El Araucano de Santiago de Chile, el 5 de Febrero de 1841. En este texto Bello ensalza la renovación del género épico, que detecta en la obra; al tiempo que se la reapropia para la tradición chilena, precisamente desde la lectura humanista que ensalza la lucha justa, la virtud o el amor a la patria.
 El segundo capítulo “Gabriela Mistral: ‘el bueno de Ercilla’”, incluye un prólogo inédito a La Araucana para una traducción al inglés, que fue recuperado por Luis Vargas Saavedra. Eva Valero Juan realiza un recorrido por los diferentes textos ensayísticos en los que Mistral fue variando su visión sobre el poema épico para acabar subrayando sus valores éticos y su mirada benévola y admirativa hacia el mundo indígena. Asimismo, propone leerlo junto al “Poema de Chile” de 1940, que, en octavas, retrata la naturaleza que Ercilla obvió, buscando aunar vínculos desde los usos estróficos.
“Pablo Neruda: ‘Ercilla, inventor de Chile’” es el título del tercer capítulo. “Son varios los textos que Neruda consagra a Ercilla, además de los poemas que en el Canto general están dedicados a la guerra del Arauco y a sus protagonistas; un conjunto con el que canonizó la Araucana como obra fundacional no sólo de la literatura chilena, sino de la nación” (151). Aquí se reproducen fragmentos de “El mensajero” de Don Alonso de Ercilla. Inventor de Chile de 1971 y “Nosotros los indios”, y de Para nacer he nacido de 1977. Neruda reactualiza la historia contada por Ercilla, transmutándola en alegoría de los sucesivos imperialismos que se han posado sobre Chile.
El último de los capítulos “Raúl Zurita: Ercilla, poeta ‘augural’” parte de la idea de que la palabra literaria siempre nos devuelve a la historia de la conquista y su tragedia: “No sólo hay un proceso intertextual con la obra como lo hay en los poemas de Neruda dedicados a Ercilla o a la guerra de Arauco, sino que esa intertextualidad afecta al núcleo temático mismo de la obra poética de Zurita: el drama de los caídos sin exequias tras el golpe del 73 como historia que reedita la ‘herida’”. (175) Ahora son fragmentos de “Poesía y Nuevo Mundo” en Sobre el amor, el sufrimiento y el nuevo milenio los que ilustran la mirada hacia el poema.
Desde el erasmismo y el humanismo este libro plantea una visión crítica y humanizada de la conquista y sus vencidos, que conecta con la “herida de la lengua” de Zurita, como historia nacional que se alegoriza como universal en este y en otros poetas, como un camino de fijación de un canon, a la vez que de búsqueda de una identidad colectiva, por el que transitan los lectores de Ercilla, sean estos grandes poetas o alumnos y docentes que, año tras año, siguen debatiendo sobre el poema.
Los que conocemos la obra de Eva Valero Juan nos encontramos, de nuevo, con un trabajo cargado de la sensibilidad crítica a la que nos tiene acostumbrados, que se presenta con una gran claridad estructural y expositiva, que invita a leer con pasión. Además, la bibliografía que lo acompaña está perfectamente medida y evita el riesgo del exceso; al tiempo que propone un corpus sobre el que seguir pensando. La editorial Renacimiento ha apostado por seguir “el camino” de La Araucana y legarnos otro ejemplar que demuestra el cuidado con que trabaja en la promoción y difusión del hispanismo literario.

Beatriz Ferrús Antón
Universitat Autònoma de Barcelona