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ARTÍCULOS

Dimensiones de la voluntad propia. Sobre decisiones y abortos de mujeres acompañadas por socorristas en La Pampa entre 2015 y 2020[1]

Dimensions of own will About women’s decision and abortion with Socorristas of La Pampa between 2015-2020

Belén Alonso

Docente e investigadora UNLPam

Resumen: Este trabajo tiene por objetivo presentar de manera exploratoria el análisis descriptivo de más de novecientos acompañamientos a mujeres llevado adelante entre 2015 y 2020 por las socorristas de La Pampa. El estudio se introduce en un primer momento en el singular dispositivo socorrista que permite recorrer su metodología feminista de abordaje situado, para luego avanzar en el análisis de una selección de datos sociales, culturales, motivacionales, vinculares, biográficos sobre las mujeres acompañadas en su proceso decisorio. La intención es indagar, e interpretar desde una perspectiva feminista, variables sensibles que son parte de su vida cotidiana y que ponen en evidencia que las decisiones, especialmente vinculadas con la maternidad y aborto, son construcciones complejas, multidimensionales y colectivas.

Palabras clave: Mujeres. Aborto. Socorristas. Maternidad. Feminismo.

Abstract : This paper presents an exploratory work with descriptive analysis of more than nine hundred women accompaniments by Socorristas of La Pampa between 2015 and 2020. First of all, the article introduce the unique Socorristas device that allows to go through its feminist methodology of situated approach. Then, advance in the analysis on a selection of social, cultural, motivational, relationship, biographical data on the women accompanied in their decision process. The intention is to investigate, and interpret from a feminist perspective, sensitive variables that are part of their daily life, showing that decisions, especially related to motherhood and abortion, are complex, multidimensional and collective constructions.

Key words: Women. Abortion. Socorristas. Motherhood. Feminism.

Sumario: Introducción. Una herramienta clásica, una mirada feminista y un montón de historias que se cruzan. “Yo decido”, dimensiones de la voluntad propia. Consideraciones finales para seguir.

Recibido 27/02/2022 / Aceptado 18/06/2022

Introducción

En el último día hábil de diciembre de 2020, finalizando un año atravesado por la pandemia Covid19, conquistamos la Ley 27.610 mediante la cual el aborto es legal en toda Argentina. También es voluntario hasta la semana catorce de gesta inclusive y, a partir de la quince, se mantienen las causales.[2] Esto, para todo el sistema de salud en todo nuestro país. Este derecho conquistado fue una epopeya que tardó décadas, en el ínterin, las socorristas tomaron al aborto “por asalto por derecho propio” haciendo bandera y acción la idea que “las mujeres abortamos, las socorristas acompañamos” (Maffeo, et al, 2015, p. 217) “porque el Estado abandona, las socorristas no” (Rosso, 2019, p. 11).

En La Pampa, promediando el 2015 un grupo de mujeres de Santa Rosa y General Pico se integran a Socorristas en Red. Feministas que abortamos[3]. Ese año, la grupa santarroseña habilita la primera línea pública de contacto y consulta de la provincia para asistir a personas en sus decisiones sobre interrupción de embarazos. Para 2018, la grupa de General Pico se autonomiza y organiza su propia manera de activar territorialmente. Desde entonces, con vaivenes en su composición y accionar, ambas colectivas sostienen el compromiso político y feminista del acompañamiento abortero por estos pagos.

Este escrito se inscribe en el cruce de la investigación y de la propia militancia feminista.[4] Fue hecho con el objetivo de presentar, de manera incipiente, cómo el aborto se cuela en la autogestión decisiva de la vida cotidiana de las mujeres[5] que se contactaron y fueron acompañadas por las socorristas de la provincia de La Pampa entre 2015 hasta diciembre de 2020 inclusive, cuando se sanciona la ley. El trabajo se basa en la exploración descriptiva y análisis de una selección de datos sensibles que fueron sistematizados cuantitativamente a través de la herramienta que el socorrismo tiene prevista para tal fin y que da cuenta de más de 950 acompañamientos.

¿Quiénes abortan? ¿Qué edades tienen? ¿Cuáles son sus motivaciones? ¿Cuáles son sus características educativas, laborales y de salud? ¿Cómo son sus experiencias maternales? Son algunos de los interrogantes que nos invitan a introducirnos en la complejidad subyacente en la toma de decisiones en torno a las interrupciones. Asimismo, nos habilita a considerar la (no) maternidad como categoría, no vinculada exclusivamente a la experiencia biológica, ni como mandato social, sino conectada con la experiencia vital subjetiva abonada por resistencia, transgresión, rebeldía, como forma de reivindicar la autonomía reproductiva, que incluye hasta el tiempo propio y la creatividad (Bogino Larrambebere, 2020). Abordar estos datos en clave feminista, nos permite visibilizar la construcción social de las decisiones “individuales” en torno al aborto, vale decir, la dimensión micropolítica de la voluntad de abortar (Chaneton y Vacarezza, 2011) de las mujeres pampeanas.

El artículo presenta, en una primera parte, el dispositivo socorrista, especialmente, la herramienta metodológica que permite el abordaje situado, así como el análisis desde una perspectiva feminista. Luego, sigue el trabajo descriptivo con los datos sistematizados de las mujeres acompañadas en un recorrido que busca explorar distintas variables y dimensiones sensibles para la toma de sus decisiones. Al cierre se ofrecen algunas consideraciones que proponen alentar la mirada y el quehacer desde una apuesta feminista.

Una herramienta clásica, una mirada feminista y un montón de historias que se cruzan

Desde 2012, Socorristas en Red lleva adelante una serie de prácticas y articulaciones colectivas, organizadas, que establecen los cimientos de lo que consideran su principal apuesta política: dar acompañamiento feminista, amoroso y sororo para toda persona gestante que desee interrumpir su embarazo. Y lo hace a partir de una pedagogía feminista propia que abona la construcción de decisiones autónomas, potenciadas desde un dispositivo que contempla la existencia de una línea telefónica pública de contacto informativo de radicación territorial, el encuentro cara a cara para establecer estrategias personalizadas, el acompañamiento acuerpado durante el proceso de interrupción y el seguimiento durante los controles postaborto. Estas “premisas de funcionamiento” (Maffeo, et al, 2015, p. 218) junto a otras como el registro, sistematización y circulación de experiencias, el establecimiento de vínculos con sectores “amigables” de la salud pública y privada[6], constituyen el plafón dinámico e irradiante de la acción política feminista de la Red a nivel nacional así como en los distintos lugares donde se asientan reticularmente los socorros rosas.

En su tercera plenaria nacional de 2014 se expresó el compromiso de producir evidencia sobre quiénes abortan acompañadas por el socorrismo y, específicamente, de generar datos sensibles sistematizados en cada territorio que se pudieran integrar a una base más amplia. Luego, en la cuarta plenaria, ya se presentó el primer cuadernillo con datos procesados a nivel nacional y se debatió sobre la importancia política de generar estadísticas propias que confronten los números públicos y que visibilicen las diversas realidades en torno al aborto en la extensa geografía del país.

La construcción de conocimiento es una de las apuestas políticas de SenR, entendiéndolo como otro terreno en el que disputamos y desafiamos las relaciones de poder. (…) También producimos, deconstruimos y compartimos saberes sobre nuestra praxis. Acompañamos y producimos conocimiento concreto sobre abortos reales: saberes que se sitúan en y desde los cuerpos.

Desde 2014, esta Red ha asumido la sistematización de datos de los acompañamientos como una apuesta política, lo cual permite llevar un registro propio acerca de nuestro hacer y, además, nos ubica en un lugar de interlocutoras válidas en diferentes ámbitos en que se disputan sentidos y saberes sobre el aborto (SenR, 2019, p. 7).

Desde sus comienzos hasta hoy, los distintos recursos en relación a la recolección y procesamiento informativo, al diseño del instrumento, a la herramienta tecnológica para la carga[7] han ido modificándose y mejorando en pos de la práctica propia del trabajo integral con la información y con la realidad, con las personas gestantes y con los abortos, con los territorios y las experiencias. Pero, además, esta ingeniería y su evolución en el quehacer se sostienen en la idea que los datos no son neutrales, al tiempo que son mirados como fuente de solidez y objetividad a la hora de visibilizar, debatir, diseñar políticas. Con y desde los datos, se asume y se organiza otra batalla política del feminismo socorrista, el del “feminismo de los datos”:

una forma de pensar sobre los datos, tanto sus usos como sus límites, que está generada por la experiencia directa, por el compromiso con la acción y por el pensamiento feminista interseccional. El punto de partida del feminismo de datos es algo que la ciencia de datos en general no reconoce: en el mundo el poder no se distribuye de manera igualitaria (D’Ignazio y Klein, 2020, p. 8)

En este sentido, además la propia estrategia, la definición y operacionalización de dimensiones y variables a relevar, los modos de hacerlo, así como la herramienta utilizada por el socorrismo definitivamente se encuadran en una metodología feminista:  

preguntarnos por datos con perspectiva de género implica preguntarnos: ¿de qué manera se expresan las variables de género en los datos? ¿Las variables de identidad y expresión de género, sexo biológico y orientación sexual están presentes y contemplan suficientes dimensiones para representar a todas las identidades? ¿La muestra obtenida es representativa y está balanceada con respecto a la población objetivo? ¿O excluye a un determinado sector? ¿Se protegen los derechos de las personas en la recolección y uso de los datos? (DataGénero, 2020)

La sistematización se nutre de lo recogido por medio de “la protocola”, como se le dice en la jerga socorra, que es un cuestionario estandarizado y semiestructurado que permite la recolección científica de datos sobre distintos aspectos biográficos y de la gesta de las personas que se acercan para informarse y ser acompañadas, incluye conocimientos, actitudes, motivaciones, creencias, opiniones e información personal anónima entre otras cuestiones.

La protocola está organizada con una lógica que sigue los tres grandes momentos de acompañamiento socorrista en el proceso de aborto organizando tres núcleos multivariables. El primero se enfoca en quién aborta recogiendo datos demográficos, sociales, económicos, culturales, vinculares, información general, antecedentes de salud, médicos y específicos sobre la gesta. El segundo, se concentra en el procedimiento de interrupción, asentando el método elegido, las distintas características del proceso y procedimiento (pasos, síntomas, controles, situaciones particulares, relación o no con el sistema de salud, entre otros). El tercero releva cuestiones vinculadas al control médico postaborto. La protocola, además, es definitivamente histórica y dinámica, especialmente en los momentos dos y tres que se van llenando a través de un diálogo en la medida que los abortos acontecen.

En su conjunto, es un registro presente de fragmentos cuantitativos de un relato vital: “Mucha gente piensa que los datos son sólo numéricos. Lo cierto es que los datos también son palabras, historias, colores, sonidos o cualquier tipo de información que es recolectada, organizada y analizada de forma sistemática” (D’Ignazio y Klein, 2020, p. 14).

En La Pampa, el socorrismo local participa del acopio informativo desde que se incluye en la Red nacional. Asume la apuesta de recolectar, así como sistematizar los encuentros y sus acompañamientos entendiendo la potencialidad que esto supone para traccionar las miradas y la demanda viva de políticas públicas que garanticen derechos específicamente en materia sexual y reproductiva.

Así, los datos acumulados entre 2015 y diciembre de 2020 evidencian un aumento continuo de quienes llegan al contacto inicial con las socorristas (Ver Gráfico 1 al final del documento). En total, 957 mujeres del territorio de La Pampa y alrededores accedieron a información actualizada y se dieron distintas opciones para autoevaluar si avanzar con un proceso de aborto o no. Algunas eligieron ser acompañadas por ellas (tendencia mayoritaria hasta el 2020, año pandémico que se invirtió la proporción), otras fueron al sistema de salud público o privado y algunas optaron por maternar.

A través de una herramienta clásica como la que sintetiza la protocola, el socorrismo desde sus fuentes diversas, encuentra y nuclea biografías, historias y abortos de distintas geografías del país con una mirada de género sensible a la complejidad. Estas mujeres, asistidas por socorristas, quedan inscriptas en un dispositivo que hace de su singularidad una apuesta, que visibiliza la integralidad de lo micro en lo macro, que cristaliza que definitivamente “lo personal es político”. Al tiempo que, su uso feminista, de manera reticular empodera colectivamente a la Red, a las personas que se acercan a ella y a la lucha colectiva por la institucionalización de los derechos por el aborto.

“Yo decido”, dimensiones de la voluntad propia

En el feminismo ha sido recurrente ubicar el aborto en el centro de las demandas por los derechos de las mujeres asociadas a su autonomía y capacidad de decidir sobre su cuerpo. El aborto (y la mujer que aborta) confronta mandatos cimentados por el patriarcado en relación a la maternidad (obligatoria), al amor (romántico incluso hacia la progenie), al trabajo doméstico (invisible), a la proyección personal (postergada), entre otros cuestionamientos.

 …la decisión de abortar constituye un acto soberano, que reafirma y construye la autonomía de las mujeres sobre sí mismas y sus cuerpos, y al mismo tiempo, es una acción subversiva, que desafía mandatos heteronormativos y patriarcales de la sexualidad femenina destinada a la reproducción de seres humanos y humanas (…)

Abortar supone una crítica profunda al mandato de la maternidad obligatoria y al mismo tiempo, cuestiona y disputa el control político sobre y de los cuerpos de las mujeres, exclamando y reclamando que mi cuerpo es mío (Burton, 2015, p. 2).

La decisión de abortar es política. El cuerpo y la subjetividad que aborta es un territorio que resiste, es contrahegemónica. El aborto opera como la cristalización de una desobediencia que pone límites concretos al encorsetamiento de la cultura patriarcal sobre los cuerpos, deseos y proyectos de las mujeres que hacen eje, especialmente, en la maternidad.

¿De qué estamos hechas las que tenemos la potencialidad de parir y aún así decidimos no hacerlo? Estamos hechas de vida, vida elegida, vida que se rebela a la obligación cultural de ‘dar vida’. El aborto, entonces, forma parte de nuestras vidas en contra de todo pronóstico, mandato o impedimento moral (Belfiori, 2015, p. 135).

Sin embargo, esta acción generadora de soberanía involucra una (auto)gestión multidimensional y compleja de la propia vida que se nutre de micro decisiones. Los márgenes de poder, el grado de autonomía y las chances de administración de una mujer que quiere, necesita, considera la interrupción de su embarazo se definen en gran medida por la conjugación dinámica de variables que operan como limitaciones o empoderantes de su decisión. Conocimientos y saberes, creencias, economía, vínculos, maternidades y características socioculturales juegan un papel relevante en la construcción de la decisión que hace ésta no sea a la ligera. Tampoco puede ser directa y linealmente comprensible para cada quien.

Para analizar cualquier tipo de construcción de autonomía necesitamos comprender que la autonomía es una construcción social que abarca, si nos referimos a personas, desde personas hasta sus ámbitos sociales y relaciones. Por lo tanto, la autonomía no puede ser un hecho unilateral. (…) La autonomía es siempre un pacto social (Lagarde, 1997, p. 8).

Salir del ensimismamiento, recurrir a una fuente como es el socorrismo, prevé una serie de instancias como el contacto telefónico inicial más otro encuentro íntimo, cara a cara, para dar/recibir información segura y atenta a la escucha mutua. La “llamada” y el “encuentro” involucran entonces ese primer momento de agenciamiento de este episodio de su vida dentro del dispositivo socorrista pero, al mismo tiempo, es un mecanismo de socializar la resolución del “problema”. Y, en este sentido, como dicen Szwark y Fernández Vázquez: “las mujeres que abortan no esperan pacientes, se convierten en agentes en sus experiencias de aborto: buscan información, construyen vínculos, tejen redes e incluso se proveen sus propios abortos” (2018, p. 94).

Esa acción de contacto incipiente es un primer gesto colectivizador, que establece nuevos márgenes de posibilidad para las mujeres, por fuera de su ámbito cercano o de intimidad. Desde el territorio pampeano, muchas más que las 957 mujeres que fueron asistidas, se comunicaron con las socorristas entre 2015 y 2020. Entre la llamada y el encuentro sucede un desgranamiento natural, propio de los vaivenes dubitativos de quien evalúa un tema complejo de su vida. Sin embargo, como sucede con los datos a nivel nacional, efectivamente podemos dar cuenta de una curva creciente de mujeres que charlaron, contaron parte de su biografía, plantearon sus dudas, solicitaron y accedieron a información actualizada, pudieron revisar sus distintas opciones (Ver Gráfico 2 al final del documento). 

El año 2020 la situación pandémica puso límites concretos a los encuentros presenciales, tan central dentro del modo de acompañar del socorrismo, casi la totalidad de situaciones en este primer momento (como los posteriores) se dio en exclusividad de manera telefónica, sin la mirada, sin el abrazo, a pura palabra y confianza en esa voz del otro lado de la línea.

Mientras que, por su parte, los datos relevados durante el período 2015 a 2019 evidencian que lo que prima en ese encuentro inicial es hacerlo en soledad: más de la mitad del total de mujeres concurrió a la entrevista socorrista sin ningún tipo de compañía. A diferencia, quienes asistieron con otras personas lo hicieron junto a “amiga”, “pareja”, “madre” o algún “familiar” (que suele ser una hermana, prima, tía) en este orden de menciones. Porque, muchas veces, el decidir una, es decidir con otras personas que están cerca, que sostienen. Así, las amigas (en femenino) y las parejas se disputan la primera posición de acompañantes, dejando bastante por detrás al círculo familiar en este primer paso.

Estas mismas compañías también se repiten, pero de manera inversa, al momento de responder si está “acompañada en la decisión de abortar” donde primero va la pareja y luego la amiga. Pero, lo notable es que la gran mayoría (91% el equivalente a 871 personas) manifiesta apoyo a la decisión tomada. En este sentido, se puede interpretar que las mujeres han compartido la potencialidad de su decisión, más allá de que asistan con o sin otras personas a la cita socorra[8] (Ver Gráficos 3 y 4 al final del documento).

Decir o no decir, estar acompañadas o no, contar o no con redes de apoyo son también parte constructiva del proceso de toma de decisiones de las mujeres que se inscriben en sus biografías de vínculos. Porque si una buena compañía es un factor empoderante si se logra, también existen vínculos tóxicos, nocivos, tensionantes que afectan y que permiten leerse a trasluz de las estrategias que adoptan.

Cuando se expresan situaciones donde prima el poco sostén, en muchos casos, se verbaliza la presencia de una familia creyente de alguna religión que objetaría la práctica. Y, aun perteneciendo a un credo (recurrentemente católico o evangélico), las mujeres relevadas no lo mencionan como un factor que las hace dudar o cuestionar la potencial decisión de interrupción. Esto se visualiza en que a lo largo de los años la proporción de mujeres “que creen” y aquellas que “no son creyentes” que se acercan a las socorristas no guardan tanta distancia ente sí: promedio 43,3% versus 56,6% respectivamente.

Por otro lado, el proceso libertario que se da en el fuero íntimo de las subjetividades sobre la capacidad de detectar las violencias que acontecen/acontecieron en su vida diaria y de las que han sido víctimas es algo que puede notar cambios con el paso del tiempo. En todo el período de manera acumulada, del total de mujeres entrevistadas, el 57% manifestó que fue víctima de violencia machista en algún momento de su vida (Ver Gráfico 5 al final del documento).

Es destacable que el cambio de tendencia se nota a partir del 2017 donde esta observación supera la media general y supera la respuesta negativa. Podemos inferir que este cambio es coadyuvado por un contexto social de ampliación y visibilización que da cuenta de un renovado clima de opinión activado desde el movimiento feminista que tiene hechos concretos en los últimos años en el accionar de Ni una menos, la expresión de personalidades públicas en los medios masivos de comunicación, en el activismo en las redes sociales, en la organización de distintos nichos de registro de experiencias y denuncias como el Observatorio de Violencia Obstétrica, entre otros. Incluso, el debate en el Congreso Nacional por la legalización del aborto se inscribe en esta batalla cultural acelerada a partir del año 2018 por la ampliación de derechos, el cuidado y empoderamiento de las mujeres y diversidades fruto de la persistente lucha feminista en nuestro país (Ver Gráfico 6 al final del documento).  

Si bien con el devenir del tiempo las cifras muestran que las mujeres tienen una mayor predisposición a identificar, reconocer y verbalizar situaciones sufridas de violencia, esto no logra aún plasmarse en denuncias (ya sea ante instituciones gubernamentales o de la justicia como de manera pública y en redes sociales). Entre las violencias más mencionadas se encuentran la física y emocional, dejando por detrás la violencia económica/patrimonial, la obstétrica, el acoso callejero, la sexual, que son otras formas que se expresan en la protocola. Y, la proporción de la “no denuncia” es en promedio del 67% con un máximo que llega a 75% en 2017 y 2019.

Asumiendo que en la mayoría de los casos la persona de la que está embarazada y la identificación de la pareja coinciden, al momento del encuentro las mujeres detallan situaciones variadas en relación a su situación afectiva. En promedio, el 31,5% manifiesta estar “sin pareja”, otra proporción equivalente del 31% está “con pareja conviviente”, el 21,2% con “pareja estable pero no conviviente”, 9% pareja no estable, 4% “con amigovix/amante”[9] y 3,3% “con vínculos poliamorosos”.

Ante la resolución efectiva de concretar el aborto, el 72,6% de las mujeres manifestó que los varones gestores saben de esta intención, de los cuales la amplia mayoría (79%) “está de acuerdo” configurando una decisión, de algún modo, cooperativa. En el extremo opuesto, un 27,4% de mujeres plantea que “la persona de la que está embarazada no sabe del embarazo”, de las cuales el 87% firmemente plantea que “no piensa contarle” posicionándose como la expresión de máxima autonomía[10] (Ver Gráfico 7 al final del documento).

Construir la autonomía en la pareja es de lo más complejo, en términos de Lagarde, “porque por definición de género, las mujeres estamos simbólica, social y subjetivamente confundidas con la pareja” (1997, p. 17). En este sentido, decidir participar o no al otro en la toma de una decisión (valga la redundancia) que afecta de manera personalísima a una mujer es un gesto propio de este vaivén vincular que encuentra su máxima emancipación en quienes reconocen que es su cuerpo y su decisión por fuera del varón: son aquellas que ni siquiera lo participan y otras que expresan en sus motivos que “con esta persona no quiero tener hijxs”.

Ahora bien, al momento de decidir con autonomía, la edad suele ser un factor hiperobservado, ya sea porque socialmente se presume que las que son consideradas “niñas” no pueden decidir por sí solas (y entran otras personas a tutelar decisiones) o bien, se entiende que aquellas que cumplen con edades en que puede esperarse sean madres, asuman este rol sin cuestionamientos. Sin embargo, los datos de las franjas que van entre los 20 y 30 años son las más abultadas, seguidas en tercer lugar por la de 31 a 34 años, lo que muestra que las mujeres jóvenes evalúan y deciden interrumpir sus embarazos contradiciendo expectativas culturales que no sienten propias. A su vez, a diferencia del prejuicio generalizado que presupone que son las adolescentes las que más abortan, puede observarse que su proporción como el de niñas está por debajo (Ver Gráfico 8 y Cuadro 1 al final del documento).

Por otro lado, y en relación, si se toma en consideración el acceso a la educación obligatoria prevista por ley los datos sobre la formación de las mujeres muestran la siguiente distribución: el 31,6% hizo hasta secundaria incompleta, 28,2% tiene hasta secundaria completa y el 40,2% cuenta con estudios terciarios o superiores (Ver Gráfico 9 y Cuadro 2 al final del documento).

Si bien los datos no permiten concluir que la edad y el acceso a la educación ofrece contar con más y mejor información a la hora de la toma de decisiones vinculadas a la gesta; lo que sí es esperable, es que aquellas mujeres de segmentos polares que son más jóvenes o mayores, así como los que tengan menor nivel de instrucción, sean más vulnerables y se encuentren más limitadas para una toma de decisión soberana.  

Vale decir que muchas veces los medios para acceder a información y conocimiento sobre aborto son informales o propios del boca en boca, del secretismo entre amigas, de internet o de la difusión que el tema ha tenido en los medios de comunicación, especialmente, en los últimos tres años los datos permiten ver que la amplia mayoría (promedio del 76,4% con un pico de 79% en 2019) de las mujeres que se encontraron con socorristas sabe que existe medicación para abortar. Esto pone en evidencia que hay un saber mínimo desde donde empezar a gestionar el sueño de una decisión propia, que existe una solución que viene en blíster y que podría estar a su alcance.

En relación a las decisiones que operan en torno al aborto la economía de las mujeres es un factor que las atraviesa definitivamente ya sea para acceder a la medicación (y esto puede involucrar la compra de una medicación que en diciembre de 2020 llegó a superar los 10 mil pesos en el caso del Oxaprost y los 6 mil en el Misop 200)[11] o para evaluar la continuidad o no del embarazo. Porque, para que haya autonomía, se requiere de condiciones económicas mínimas que le den carnadura y realismo (Lagarde, 1997).

En estos términos, los datos de la situación laboral de las mujeres muestran su precarización: sólo el 35,9% cuenta con trabajo formal, un 25,7% informal y un 38,3% no tiene. Si observamos exclusivamente los datos de quienes perciben alguna remuneración laboral (61,65%), de esa proporción trabajadora la cifra de quienes lo hacen en la informalidad se eleva al 71,5%. También, es clave destacar que más de la mitad de las mujeres con trabajo remunerado evidencian que sus ingresos no llegan al salario mínimo vital y móvil.[12] Y esto es una constante a lo largo del tiempo que evidencia la persistente feminización de la pobreza.[13]

A su vez, se mantiene a lo largo del tiempo un promedio de 6 de cada 10 mujeres que no cuentan con otros ingresos, como pensión y/o Asignación Universal por Hijo (AUH). Acompañando los números sobre informalidad laboral, y la falta de sostén económico, aparece que también que la mayoría (57,4%) no cuenta con obra social o prepaga (Ver Gráfico 10 y Cuadro 3 al final del documento).

Las condiciones de precariedad laboral y, específicamente, el “factor económico” está presente de manera elocuente como uno de los principales determinantes a la hora de decidir concretar el aborto. Junto con “proyecto de vida” constituyen las dos principales razones que enuncian entre los motivos consultados por quienes quieren abortar. En contraste a lo tangible de la dimensión económica (que se puede recuperar con los indicadores detallados más arriba) y a la vida material manifiesta por las mujeres, la verbalización de los” proyectos de vida” emerge como una categoría opaca que no permite desandar ideas, historias, singularidades y significados. ¿A qué proyectos de vida refieren? ¿En qué piensan y sueñan estas mujeres? ¿Cómo se carga de sentidos ese concepto para cada una desde sus historias? ¿Cómo se lo apropian?

A propósito, vale destacar que esta pregunta es de respuesta múltiple y es formulada expresando cada una de las categorías (es decir, es guiada), donde “proyecto de vida” viene a ser la primera de la lista de respuestas posibles. Lo que, ciertamente, podría distorsionar la apropiación real de la categoría. Sin embargo, entendemos que, si no fuera un concepto que tuviera sentido para las mujeres entrevistadas, que valiera la pena para justificar sus razones, ésta no sería siquiera tomada en cuenta, como sucede con otras categorías ofrecidas (por ejemplo, “salud” que está muy por debajo en el recuento). Este es un punto clave a reconstruir y desandar en próximos estudios ya que abre un universo de singularidades que valen la pena recorrer y poner en articulación con otras variables del relevamiento.

En relación a las motivaciones, es interesante considerar que la mayor proporción de razones dadas están vinculadas con distintas variantes asociadas a la maternidad (“no quiero ser madre”, “no quiero ser madre ahora”, “con esta persona no quiero tener hijxs”). Si además consideramos que el 62.8% ya tiene progenie, entonces, la maternidad está presente en sus vidas y saben lo que involucra dando por tierra el prejuicio de quienes plantean que estas mujeres desconocen lo que significa la maternidad o el “amor de madre”. Haciendo mella en estereotipos culturales sobre la maternidad. Por el contrario, lo tienen tan presente que expresan su motivo para avanzar con el aborto que: “no quiero volver a ser madre” o “tengo muchxs hijxs”. Así, la maternidad es puesta en cuestión incluso desde la maternidad misma.

Por último, es destacable que la gran proporción de las mujeres entrevistadas (85,9%) nunca se provocó un aborto previamente, es decir, ésta vino a ser su primera experiencia. La habilitación al propio deseo de interrupción por el o los motivos que fueran, la administración más o menos consciente de cada paso del proceso que va del contacto inicial hasta la conclusión, la construcción vital de la decisión y la posterior gestión del propio aborto, hacen de esta experiencia un hito pedagógico de soberanía aún en la inclusión / participación de otras personas (la voluntad propia como construcción colectiva), que cristaliza múltiples estrategias de administración de la propia vida en distintos órdenes que valen la pena indagar a la luz de las historias personales, de sus decires, y que esperamos ahondar en próximos estudios.

Consideraciones finales para seguir

Resulta clara, una premisa que repiten las socorristas (aprendida a fuerza de sostén sororo), que cuando una persona decide abortar, el aborto sucede, contra todo y casi a pesar de todo. Esa decisión, a diferencia de otras, está llena de poder político, de poder de choque y ruptura, de poder vital individual y colectivo:

La palabra `decidir` evoca la idea de un sujeto que funda la acción referida en un juicio de la conciencia. Pero cuando se habla de `tomar una decisión` acerca de algo, el sentido primero de la forma verbal `tomar` (que es `asir con la mano`) indica la presencia, en el significado del acto decisorio, de una potencia de la voluntad localizada en el propio cuerpo. Es esa fuerza volitiva la que determina el valor y la importancia política de la toma de decisiones, tanto si están a cargo de las personas comunes y cotidianas como de las instituciones en general (Chaneton y Vacarezza, 2011, p. 71).

Este recorrido no pretende concluir que ciertas características o situaciones condicionan de tal o cual manera la decisión de maternar o abortar, tampoco precisar correlaciones, establecer líneas directas sobre las mujeres pampeanas. Busca sí, poner en evidencia que las subjetividades y las decisiones son construcciones complejas, multidimensionales, porque como dice Lagarde:

La autonomía se constituye a través de procesos vitales. Podemos imaginarla, nombrarla, pero después hay que construirla concreta y materialmente. La autonomía no es sólo un enunciado subjetivo. Es un conjunto de hechos concretos, tangibles, materiales, prácticos, reconocibles y a la vez es un conjunto de hechos subjetivos, simbólicos (1997, p. 7).

En los seis años que suceden entre 2015 y diciembre de 2020 unas 957 mujeres del territorio de La Pampa y alrededores fueron activas decisoras. Buscaron y evaluaron información sobre aborto a través de las socorristas. Algunas de ellas eligieron sostener maternidades, otras avanzar con un proceso de interrupción. Establecieron estrategias personalísimas y siguieron distintos caminos. En su mayoría saben de maternidades porque ya son madres, en su decisión sopesan el trabajo cotidiano de criar, de afrontar dificultades económicas propias de quienes con trabajos informales y precarios mantienen su vida cotidiana. Deciden lo que deciden porque también sueñan e imaginan proyectos para sí y para su familia.

Si bien el aborto podría considerarse que constituye un hecho individual (un cuerpo, una persona, una biografía) se da a través de un proceso colectivo que cristaliza la complejidad y tensión vital de las subjetividades en lo social. Pone en evidencia las múltiples aristas que dibujan y desdibujan que las decisiones también se construyen con / a través de otredades: socorristas, amigas, pareja, familias, instituciones.  

Los datos relevados por las socorristas, desde una herramienta sensible y con un horizonte feminista, sirven para anclar la mirada, dar carnadura, conocer matices, transitar otras biografías, proyectar otras preguntas, conectar lo micro y lo macro, lo singular con lo que nos encuentra en lo común. Desde este recorrido con los datos y con estas mujeres, podemos imaginar otras estrategias complementarias para bucear por las intersecciones y los solapamientos que tejen las dimensiones que hacen a la gestión cotidiana de nuestras vidas y, claro también, al goce de nuestros derechos.

Bibliografía

  BELFIORI, Dahiana (2015): Código Rosa, relatos sobre abortos, Buenos Aires, Editorial La Parte Maldita.

  BOGINO LARRAMBEBERE, Mercedes (2020): “Maternidades en tensión. Entre la maternidad hegemónica, otras maternidades y no-maternidades” en Investigaciones Feministas, Madrid, Ediciones Complutense, marzo. Disponible online: https://revistas.ucm.es/index.php/INFE/issue/view/3581

  BURTON, Julia (2017a): “De la Comisión al Socorro: trazos de militancia feminista por el derecho al aborto en Argentina” en Descentrada, 1 (2), e020. Disponible online: https://www.descentrada.fahce.unlp.edu.ar/article/view/DESe020

  BURTON, Julia (2017b): “Prácticas feministas en torno al derecho al aborto en Argentina: aproximaciones a las acciones colectivas de Socorristas en Red” en Revista Punto Género Nº7, mayo. Disponible online: https://revistapuntogenero.uchile.cl/index.php/RPG/article/view/46268

  BURTON, Julia (2015): “Un llamado que insiste: notas sobre los socorrismos en Argentina” presentado en XI Jornadas de Sociología. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires. Disponible online: https://cdsa.aacademica.org/000-061/426

  CHANETON, July y VACAREZZA, Nayla (2011): La intemperie y lo intempestivo: Experiencias de aborto voluntario en el relato de mujeres y varones, Buenos Aires, La Marea.

  DATAGENERO. Observatorio de Datos con Perspectiva de Género (2020): “¿Por qué necesitamos datos con perspectiva de género?” colaboración de Sabina Bercovich et al. Disponible online: https://www.datagenero.org

  D`IGNAZIO, Catherine y KLEIN, Lauren (2020): Data Feminism, Massachusetts - London, England, The MIT Press, Cambridge.

  GROSSO, Belén, TRPIN, María y ZURBRIGGEN, Ruth (2013): “Políticas de y con los cuerpos: cartografiando los itinerarios de Socorro Rosa (un servicio de acompañamiento feminista para mujeres que deciden abortar)” en Fernández, Ana María y Siqueira Peres, Wiliam: La diferencia desquiciada. Géneros y diversidades sexuales, Buenos Aires, Biblos.

  LAGARDE, Marcela (2015): Claves feministas para mis socias de la vida, Buenos Aires, Batalla de Ideas.

  LAGARDE, Marcela (1997): Claves feministas para el poderío y la autonomía de las mujeres, Managua-Nicaragua, Puntos de Encuentro. Disponible online: https://www.legisver.gob.mx/equidadNotas/publicacionLXIII/Marcela%20Lagarde%20-%20Claves%20feministas%20para%20el%20poderio%20y%20la%20autonomia%20de%20las%20mujeres.pdf

  MAFFEO, Florencia et.al (2015): “Parteras de nuevos feminismos Socorristas en Red (feministas que abortamos): una forma de activismo corporizado y sororo” en Revista Venezolana de Estudios de la Mujer, 20. Disponible online: https://www.aacademica.org/florencia.maffeo/4.pdf?view

  OBSERVATORIO DE GÉNERO (2019): Boletín Estadístico, Secretaría de la Mujer, Géneros y Diversidad, Gobierno de La Pampa. Disponible online: https://secretariadelamujerlp.lapampa.gob.ar/images/Archivos/Observatorios/Boletin_Estadistico_2019.pdf

 ROSSO, Laura (2019): Estamos para nosotras. Experiencias de socorrismo feminista en el siglo XXI, Buenos Aires, Editorial Chirimbote y La Revuelta.

 SOCORRISTAS EN RED (2015, 2017, 2018, 2019 y 2021): Sistematización de Acompañamientos. Disponible online: https://socorristasenred.org/category/sistematizaciones/

 SOCORRISTAS EN RED: Declaraciones de la 3era (2014) y la 4ta Plenaria (2015). Disponible online: https://socorristasenred.org/category/declaraciones/

 SOCORRO SANTA ROSA (2018): “Para abortar nos tenemos entre nosotras. Sistematización de acompañamientos realizados por socorristas en La Pampa (2015-2017)”, edición propia, agosto.

 SANTARELLI, María y ANZORENA, Claudia (2017): “Los socorrismos y las disputas de sentidos sobre el aborto voluntario: Consideraciones teóricas desde una perspectiva del feminismo crítico” en Descentrada, 1 (1), e008. Disponible online: https://www.descentrada.fahce.unlp.edu.ar/article/view/DESe008

 SZWARC, Lucila y FERNANDEZ MARQUEZ, Sandra Salome (2018): “Lo quería hacer rápido, lo quería hacer ya: tiempos e intervalos durante el proceso de aborto” en Sexualidad, Salud y Sociedad. Revista Latinoamericana Nº 28, abril.

Anexo informativo[14]

Gráfico 1. Serie histórica de mujeres entrevistadas/acompañadas por Socorristas en La Pampa (absolutos)[15]

Gráfico 2. Serie histórica de mujeres entrevistadas por Socorristas en La Pampa (absolutos)[16]

Gráfico 3. Acompañadas en el encuentro*                            

 

Gráfico 4. Acompañadas en la decisión      

*Datos de 2015-2019

Gráfico 5. Evolución de la identificación de situaciones de violencia de mujeres entrevistadas (%)

Gráfico 6. Evolución de mujeres entrevistadas que manifiestan haber sufrido o no violencia machista (absolutos) y proporción sobre NO haber realizado denuncia (%)

Gráfico 7. La persona de la que está embarazada…

Gráfico 8. Edades de las mujeres entrevistadas (% acumulado)

Cuadro 1. Distribución de edades de las mujeres entrevistadas por año

Gráfico 9. Máximos estudios alcanzados de las mujeres entrevistadas (% acumulado)

Cuadro 2. Distribución de máximos estudios alcanzados de las mujeres entrevistadas por año

Gráfico 10. Situación laboral y salarial de las mujeres entrevistadas (acumulado)

Cuadro 3. Distribución de ingresos según SMVM de las mujeres entrevistadas por año


Notas

[1]        Ideas abreviadas de este escrito fueron presentadas como ponencia en las XXIII Jornadas de Investigación de la Facultad de Ciencias Humanas “Ciencias Humanas y transformación social: pensamiento crítico, compromiso y ética en la investigación” en octubre de 2019, en Santa Rosa, La Pampa.

[2]         Previstas por el Código Penal de 1921 para abortos no punibles: por peligro para la vida o la salud de la mujer, por una violación o por un atentado contra el pudor cometido sobre una mujer idiota o demente.

[3]         Es una colectiva feminista argentina que da información segura y actualizada, así como también acompaña a personas que deciden abortar. Sobre su historia hay un breviario en Rosso (2019), también están los textos de Santarelli y Anzorena (2017), Burton (2017 a, b y 2015) y, especialmente, Maffeo et al (2015). De aquí en más, puede hacerse mención como SenR.

[4]        En la UNLPam participo del proyecto de investigación “Trabajo, relaciones de género y gestión de la vida en la provincia de La Pampa, siglo XXI”, aprobado mediante Resolución 220-CD-2019, en el cual inserto mis líneas de estudio situado. Durante 2018-2021 fui parte de Socorro Santa Rosa y del Foro Pampeano por el Derecho al Aborto. Representé dichas colectivas ante el Ministerio de Salud provincial en el monitoreo que se lleva adelante para evaluar la aplicación del Protocolo Provincial de Interrupción Legal del Embarazo hasta 2020 y de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo a partir de 2021. Agradezco especialmente a mis compañeras de Socorro Santa Rosa la confianza para el uso y trabajo con los datos que aquí se presentan.

[5]        Este trabajo es sobre mujeres: mujeres que abortan, mujeres que acompañan. Aunque desde hace un par de años en el socorrismo se viene discutiendo el tema de la autodefinición identitaria de las personas acompañadas y también de cómo autopresentarse, recién fue en el 2021 que se han incluido las variaciones identitarias en las herramientas de recolección de información de SenR. A su vez, a lo largo de la historia y en su nominación colectiva originaria las socorristas se enuncian en femenino.

[6]        Además de la Red de Profesionales por el Derecho a Decidir, la Red de Acceso al Aborto Seguro (REDAAS), entre otras de América Latina y el Caribe (Rosso, 2019).

[7]         La Universidad del Comahue desarrolló la plataforma que permite acopiar y procesar los datos de toda la Red, así generar estadística global o segmentada. Es la fuente dinámica de datos con la que aquí se trabaja.

[8]        Específicamente la protocola sistematiza la variable “Está acompañada al momento de la entrevista” junto con el detalle de por quiénes. Y, por otro lado, también observa con la misma precisión si “está acompañada en la decisión de abortar” y si “está acompañada durante el proceso de aborto”.

[9]        En todos los casos, los usos de la X en las categorías de respuesta entrecomilladas corresponden al original de la protocola.

[10]        La pregunta plantea: La persona de la que estás embarazada… 1) No sabe a) Lo sospecha. b) No pienso contarle. c) Le voy a contar antes del aborto. d) Le voy a contar después del aborto.  2) Sabe. a) Está de acuerdo. b) No está de acuerdo. c) No le importa. d) No está de acuerdo pero me acompaña.  

[11]        El misoprostol en la Argentina se consigue bajo los nombres comerciales de Oxaprost y Misop 200. Según el primer informe de MISObservatorio “La evolución del precio del misoprostol por sí sola no dice nada si no se tienen en cuenta cómo evolucionaron los ingresos en el mismo período. (…) Si tomamos como referencia el primer precio disponible de Oxaprost, que data de 2010, representaba alrededor de un 20% del salario mínimo. Ese porcentaje tocó un mínimo en septiembre de 2015, cuando representó un 9,75%. A partir de ese momento, su crecimiento fue sostenido hasta ubicarse en torno del 50% en diciembre de 2019. La mayor aceleración de esta relación se dio durante 2016. En el caso del Misop 200, la proporción se mantiene estable en torno del 30%. Su primer precio representó un 27% del salario mínimo y siempre se ubicó en esa proporción, con picos de 30,95%” (2020, p.11-12).

[12]         A fines comparativos con la Red nacional se construyeron los siguientes rangos sobre el salario mínimo vital y móvil (SMVM): en 2015 se estableció el rango entre $5001 y $7000 (SMVM promedio de $5588); en 2016 entre $7001 y $9000 (SMVM promedio de $7560); en 2017 entre $8001 y $10000 (SMVM promedio de $8860); en 2018 entre $10001 y $12000 (SMVM promedio de $10.000); en 2019 entre $14001 y $16000 (SMVM promedio de $14785) y en 2020 el SMVM fue promedio de $20250, sin embargo, en el registro de la Red no hubo una actualización de los ingresos, con lo cual se mantiene la pauta del 2019 para establecer los mínimos.

[13]        Esto puede complementarse con los últimos datos sistematizados en el Boletín Estadístico del Observatorio de Género de la Secretaría de las Mujeres y Diversidad donde se detalla, según la Encuesta Permanente de Hogares en La Pampa para 2019, que la tasa de actividad de los varones es 12,5% mayor que la tasa de las mujeres (58.5% versus 46%), que la tasa de empleo muestra una diferencia de 10%, siendo 51,6% para varones y 41.2% para mujeres. Y que son las mujeres las que en su mayoría tienen más de un trabajo (65.8%) siendo ellas las que predominan como jefas de hogar con un promedio de 55.3% entre los 20 a los 49 años.  

[14]        En todos los casos la fuente original es la Sistematización de Socorro Santa Rosa y de Gral. Pico 2015-2020 en la que he participado como socorrista editora. La elaboración de cuadros y gráfico es propia.

[15]        SenR distingue entre mujeres entrevistadas (quienes concurrieron al encuentro/taller informativo) y mujeres acompañadas efectivamente en procesos de interrupción y derivadas al sistema. La diferencia entre los valores de personas entrevistadas/acompañadas/derivadas refiere a personas que dejaron de comunicarse, tuvieron abortos espontáneos o decidieron maternar.

[16]        En 2019, por cuestiones internas, hubo un subregistro que no coincide con las cifras de otras fuentes informales. A fines comparativos se mantienen los datos de la sistematización centralizada.