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RESEÑAS


Feminismo. Deborah Cameron (2019). Madrid, Alianza Editorial, 176 páginas.



Deborah Cameron es una lingüista feminista nacida en Escocia en 1958, catedrática en la Universidad de Oxford, donde estudia las relaciones entre lenguaje, género y sexualidad. Entre varios títulos, en 2007 publicó The Myth of Mars and Venus: Do Men and Women Really Speak Different Languages? (El mito de Marte y Venus. ¿Hablan realmente diferentes lenguajes los hombres y las mujeres?) y en 2018 editó Feminismo en Gran Bretaña, que fue traducido al castellano en 2019 por María Enguix Tercero para Alianza Editorial.

Feminismo es una pequeña compilación de los debates que han atravesado al movimiento, especialmente en occidente. Narrado en un estilo simple y llevadero, en base a recopilaciones de distintos temas, estudios y referentes, va abordando los principales interrogantes del feminismo y exponiendo las respuestas que se han brindado desde diferentes posiciones.

Cameron comienza su introducción diferenciando los significados del feminismo según se tome (1) como una idea –que las mujeres son tan seres humanos como los hombres-, (2) como un proyecto político –tradicionalmente estudiando en “olas”, metáfora que subestima las complejidades y continuidades- o (3) como marco conceptual, donde se diferencia entre feminismo “negro”, “socialista”, “liberal”, “radical” o “interseccional”. En resumen, para la autora, el feminismo “es un paraguas que da cobijo a creencias e intereses que no sólo pueden ser distintos, sino también incompatibles”; sin embargo, postula, las feministas coinciden en denunciar que sufren injusticias y desventajas sistémicas por ser mujeres y que esta posición subordinada puede y debe cambiarse a través de la acción política.

En el primer capítulo, Cameron aborda la cuestión de la dominación masculina haciendo referencia a las teorías sobre sus orígenes, sus formas a lo largo del tiempo y sus estrategias de mantenimiento, hasta la actualidad. Aquí, describe al patriarcado como una estructura donde, a pesar de sus variaciones históricas y culturales, los hombres controlan recursos, actividades, instituciones y posiciones de poder en cada nivel social. También analiza las diferentes posturas de las mujeres en dicha subordinación y relativiza los alcances de la opresión sufrida por las masculinidades.

En el capítulo “Derechos”, el libro analiza las posibilidades y limitaciones de la demanda feminista por derechos, propia de la tradición política liberal. Rememora la historia de conquistas legales, destacando que “sin cambios de otra índole –sociales, culturales y económicos–, los derechos que las mujeres poseen sobre el papel poco pueden hacer, en la práctica, por mejorar sus vidas”. En cuanto a los objetivos pendientes, se hace una diferenciación entre las realidades de diferentes sociedades, abarcando desde la desigualdad salarial o la poca representación política en democracias occidentales, hasta la explotación sexual o infantil en países pobres. Asimismo, se aborda el conflicto entre derechos contrapuestos, como cuando las demandas femeninas chocan contra creencias culturales o religiosas o contra las demandas de otros grupos. El repaso incluye temáticas como la subrogación comercial, el feminismo musulmán, la mutilación genital, el racismo, las minorías étnicas, el matrimonio, el divorcio, la custodia de los hijos, la sucesión y la violencia doméstica, entre otras problemáticas.

En el tercer capítulo se aborda la cuestión del trabajo femenino, teniendo en cuenta los cambios históricos en la división sexual del trabajo y las distintas problemáticas que afectan a las mujeres según sus posibilidades, fundamentalmente económicas. Cameron parte de reconocer el valor de las labores domésticas y de cuidado, y analiza los efectos que implica que sean tareas generalmente invisibilizadas, no remuneradas y realizadas por mujeres. En este sentido, insta por que sea abordado como un problema colectivo en el que indefectiblemente hay que involucrar a los hombres y al Estado.

El cuarto capítulo habla de la feminidad, de los distintos significados de ser mujer según la historia y las teorías, y de los atributos, expectativas y prohibiciones asociadas a una categoría considerada negativa, opuesta e inferior a la masculina. También se abordan las relaciones entre sexo, género, identidad y socialización desde distintas concepciones. Y se debate sobre la capacidad de las mujeres a decidir sobre su estética, teniendo en cuenta temáticas como las normas de belleza hegemónicas, los trastornos alimentarios, la industria cosmética (productos y cirugías) e incluso la pornografía.

En el quinto capítulo, Cameron se interroga hasta qué punto las mujeres son libres para vivir una sexualidad plena. Aquí, aborda la relación muchas veces contradictoria entre placer y peligro, teniendo en cuenta que ambas posibilidades están influenciadas tanto por el sistema patriarcal como por el mercado capitalista. Como ejemplo, se menciona la naturalización de la pornografía y su relación con la cultura de la violación por un lado y con las sobreexigencias al desempeño sexual por el otro. Asimismo, se abordan los debates en torno a los trabajos de índole sexual y se cuestionan las exigencias de las relaciones heterosexuales, sobre todo la institución matrimonial, postulando otras posibilidades de relaciones sexo-afectivas.

En “Cultura”, se critica la identificación de las mujeres con la naturaleza, la atribución de capacidades inferiores y la relación con la educación inequitativa que tradicionalmente han recibido. Asimismo, se cuestiona el mito de que en la actualidad las mujeres tienen todas las posibilidades y que depende de cada una alcanzar el ideal hegemónico, cuando los porcentajes y los ejemplos evidencian el androcentrismo de la cultura, que sigue excluyéndolas no solo de las posiciones de poder sino también de aportar su visión del mundo. Este hecho contribuye a la cosificación femenina, desde el momento en que la mujer se percibe mayormente a través de la mirada masculina, blanca, racista y colonial.

En el séptimo y último capítulo, “Fisuras y futuros”, Cameron plantea los desafíos que el movimiento enfrenta en un contexto global empobrecido, donde las desigualdades se intensifican, los Estados se debilitan y resurgen valores autoritarios, nacionalistas y machistas. Aquí, se refiere a la llamada “Cuarta ola” del feminismo, caracterizada por la interseccionalidad y las políticas de identidad de género y diversidades, destacando los debates suscitados entre las teorías y las prácticas, en tantos nuevos terrenos de inclusión y marginación de distintos grupos sociales. En este contexto, el riesgo sería que el feminismo se termine transformando en una elección individual y despolitizada como un producto de consumo. No obstante, Cameron confía en que el feminismo ha significado una nueva comprensión del mundo, que ya no tiene vuelta atrás.

Finalmente, para profundizar las temáticas abordadas, la autora propone una serie de trabajos que permiten ahondar en cada uno de los puntos mencionados. Entre las principales referencias, se destacan los nombres de: Christine de Pizan, Mary Wollstonecraft, Friedrich Engels, Margaret Mead, Simone de Beauvoir, Shulamith Firestone, Angela Davis, bell hooks, Gerda Lerner, Judith Butler, Sylvia Walby y Chimamanda Ngozi Adichie.

En resumen, la principal limitante del libro, tal como reconoce la autora, reside en que su recorrido no alcanza a penetrar en corrientes de feminismo periférico o poscolonial, sino que tiene una mirada fundamentalmente eurocéntrica. Asimismo, apenas llega a mencionar algunas temáticas centrales del movimiento feminista, como los distintos tipos de violencia patriarcal. En contraposición, su principal fortaleza radica en ser una buena síntesis para aquellas personas que se están acercando a la temática o que buscan ordenar sus lecturas; un primer paso o empujón inicial para continuar luego con cuestiones más específicas. En todo caso, la invitación a reflexionar sobre interrogantes clásicos o novedosos y a plantear diferentes puntos de vista que remuevan el debate, siempre es bienvenida, desde el momento en que puede generar la incomodidad necesaria que precede a la acción, demostrando, una vez más, que “lo personal es político”.

Yanina Frezzotti

CONICET - UNNOBA