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RESEÑAS


MARTÍN ANA (2020), NO ME DIGAS QUE NO. MUJERES EN RIESGO, SANTA ROSA, LA PAMPA, EDITORIAL AMERINDIA, 253 PÁGINAS.


El libro No me digas que no. Mujeres en riesgo es una obra de Ana Martín, psicóloga y magister en Estudios Sociales y Culturales (UNLPam). Martín ha publicado libros sobre temáticas de salud mental, conducta escolar y pensamiento docente; novelas de amor donde indaga en torno a la construcción social de la identidad femenina y análisis teóricos, que integran historia y condición de género, como es el caso de la presente obra reseñada.

El libro está dividido en tres partes. La primera, con el título Lugares de uno y de otra, desde lo social, comienza con el análisis de una de las situaciones más extremas de la violencia de género, el femicidio. Los cuerpos de las mujeres asesinadas a manos de varones se convierten en signos, en mensajes amenazantes para las mujeres frente a la posibilidad de ejercer la libertad para decir no y desafiar el poder de los hombres. La autora sostiene que la repetición de estos hechos en nuestra sociedad expresa la existencia de comportamientos culturales asociados al patriarcado. Martín propone considerar todas las voces que nos permitan avanzar más allá de la condena social y buscar alternativas que posibiliten la construcción de vínculos sanos. La autora enfoca su atención en la cadena de eventos que grafican la violencia de género y preludian el último eslabón que es el femicidio. Destaca que este mal atraviesa todas las relaciones sociales en todo el mundo, sin distinción etaria ni de clase. Hacia el final de esta primera parte, realiza un recorrido histórico que permite ver el lugar que las distintas sociedades, principalmente occidentales, les han dado a las mujeres. En esta exploración, resalta la organización patriarcal y esclavista de la sociedad griega antigua y la articula con la extensión del concepto de propiedad privada capitalista al cuerpo de las mujeres.    

La segunda parte, denominada En el terreno de la pareja, ahonda en los vínculos sexo afectivo a partir de su experiencia de consultorio y los enfoques desde los que se aborda el amor. Así, vuelve una y otra vez sobre el recorrido histórico realizado en las páginas anteriores, menciona las crisis por las que pasan las parejas y las herramientas- o la falta de ellas- que tienen para afrontarlas. Sostiene que, en muchas oportunidades, comprender las características que va moldeando el vínculo de pareja nos permite reencontrarnos con la unión materno-filial que dejó anclados comportamientos para la adultez. La autora refiere a la importancia de las primeras experiencias socializadoras, ya que estas delinean las formas de reconocimiento de las personas con las que se interactúa y los modos de vivenciar el amor. De esta manera, hace foco en la institución familia- con la diversidad de estructuras existentes- en donde debemos repensar los compromisos y límites que darán paso a vínculos libres de violencia. Aquí, también interesa la forma en que se materializa el rol materno y paterno, los espacios que posibilitan estas responsabilidades y el ejercicio de la autonomía, especialmente en el caso de las mujeres. ¿Las mismas quedan reducidas sólo a la maternidad? ¿Pueden continuar con su crecimiento personal por fuera de su responsabilidad de maternar? Martín postula que desde los espacios de socialización primaria las personas adquirimos comportamientos, formas de ver y enfrentar la realidad social que se reflejaran en nuestras acciones futuras.         Desde tal enfoque la autora invita a tomar el compromiso de reflexionar sobre la institución familiar y vislumbrar que los comportamientos aprehendidos se pueden transformar o enriquecer en el recorrido por otros espacios.

En la tercera y última parte, titulada Entre la muerte y la creación, Ana Martín retoma los debates sobre la violencia de género en las parejas. Menciona que, al incrementarse la violencia de los varones sobre las mujeres, éstas ya no son vistas como personas sino como un objeto de su propiedad. La pareja pasa a funcionar con la lógica de una guerra. El lugar de subordinación histórica en el que el patriarcado posicionó a la mujer se altera cuando ellas comienzan a generar autonomía en sus palabras y acciones. De esta manera, el varón se ve desautorizado y, en numerosas oportunidades como nos muestras las estadísticas, puede reaccionar violentamente hasta provocar la muerte. Se debe revisar las formas en que se educan los diversos géneros en la sociedad y ser responsables de nuestras partes desconocidas, conectar con ellas. Asimismo, si entre las personas que forman una pareja no existe el mismo estatus no se puede construir la libertad desde el vínculo. En las relaciones en que hay violencia de género el amor se vuelve una forma de mal y en sus casos más avanzados la muerte puede obrar como una única forma de aceptar la separación. Es la acción de varones que sienten que pierde su poder sobre la otra persona la que arroja altas cifras de femicidios anuales. Reaccionan de manera violenta los hombres que no pueden entender la alteridad, que no pueden procesar la impotencia o desesperación. Martin sostiene que lxs pensadorxs, a quienes corresponda la tarea, deben proponer alternativas para trabajar este mal que irrumpe las vidas de tantas mujeres. Cree que el encierro en cárceles no ayuda a nadie, por el contrario, la violencia carcelaria empeora las condiciones de lxs presxs. Esta situación se puede revertir con la utilización de alternativas terapéuticas. En conclusión, las mujeres a lo largo de la historia han desarrollado formas de acompañamiento entre ellas y cada vez son más las que se niegan a cargar la angustia del varón. Es el momento de que ellos busquen y encuentren maneras de expresar sus sentimientos sin provocar daño.

No me digas que no es una lectura que nos llama a reflexionar sobre los diversos lugares en que se representa la violencia hacia las mujeres y nos impele a preguntarnos ¿Dónde nace esa violencia? ¿Qué responsabilidad tiene cada uno de los sectores sociales? La violencia hacia las mujeres y disidencias sexuales es un fenómeno social, que se repite a través del tiempo, por todo el mundo, que aqueja a todas las edades y a todos los estratos. A lo largo de las páginas se rescatan los avances legales, los cambios históricos y las formas en que el sistema patriarcal se adaptó en el tiempo e intentó poner freno a la libertad de las mujeres. Desde la psicología nos permite repensarnos, ahondar en nuestra propia historia e identificar que somos seres con capacidad para corregir comportamientos dañinos. Pero no es desde la individualidad sino desde el apoyo Estatal, profesional y educativo que podremos construir vínculos sanos. El femicidio no es un accidente, la responsabilidad del Estado y las políticas públicas más diversas deben unir esfuerzos para que dejemos de perder vidas de mujeres en manos de varones que no han sido capaces de expresar sus vivencias sin generar daños a terceros.      

Joana Manavella

Investigadora del IIEG, UNLPam